Oficial: “La Roja” sigue despertando pasiones

(Fuente: FIFA Women’s World Cup 2023)

¡Cada vez que entra en acción! Los fans siempre respaldan a la vigente campeona del mundo.

En los últimos años, el fútbol femenino ha experimentado un crecimiento exponencial, desde las categorías y edades más bajas hasta la máxima élite. Partícipes de ello son todos los torneos, empresas etc. que fomentan el fútbol femenino y hacen que, al igual que muchos niños se quieran parecer a Messi, muchas niñas imiten y quieran ser como Alexia Putellas.

En primer lugar, el fútbol femenino se ha convertido en un tema de agenda en los medios de comunicación tradicionales y tras un Mundial histórico para la nación rojigualda, a día de hoy, podemos leer notas en los portales de los diarios más importantes del mundo sobre el desempeño de los equipos, con los nombres de las jugadoras y ver fotografías de mujeres peleando por la posesión del balón, trabando su cuerpo contra una rival, arrojándose para evitar un gol, en reemplazo de la antigua representación de la mujer sin movimiento y objeto de la mirada masculina.

Los medios de comunicación masivos desempeñan un rol central en la visibilidad y el posicionamiento en el mercado del fútbol femenino. Si se consagran al deporte masculino en detrimento del femenino generan un círculo económico cerrado para las deportistas, quienes tienen mayores dificultades para conseguir patrocinadores e inversores.

Por otra parte, no es sólo una cuestión referida al apoyo económico, tan necesario para el desarrollo de las carreras de las atletas. La infrarrepresentación muestra el menosprecio simbólico que ha sufrido la disciplina a lo largo del tiempo. Este asunto lleva a la formulación de preguntas como: ¿entre quiénes circula el prestigio y el reconocimiento?, ¿quiénes son las personas estimadas y valoradas en nuestra sociedad y cultura? Sin duda, los varones deportistas han gozado de este privilegio.

En segundo lugar, la decisión de la FIFA de apoyar el crecimiento y el desarrollo de la disciplina ha sido fundamental. El Programa de Desarrollo del Fútbol Femenino contiene una serie de metas para proporcionar a las 211 federaciones asociadas la oportunidad de acceder a recursos y conocimientos técnicos especializados e impulsar así la disciplina a nivel nacional.

Entre los objetivos se mencionan la organización de nuevas competiciones o el refuerzo de las ya existentes, la promoción de la participación de niñas y jóvenes, el otorgamiento de becas de formación para entrenadoras y jugadoras, la capacitación en temas de liderazgo, comunicación, marketing y gestión. Como producto de la decisión política de jerarquizar la disciplina, la Copa Mundial Femenina de 2023 reunirá por primera vez a 32 selecciones. Por otra parte, para el futuro, la FIFA aspira a alcanzar 60 millones de jugadoras en todo el mundo en 2026.

Es importante destacar que detrás de las decisiones del organismo rector del fútbol hay una historia de prácticas y de lucha que no ha sido debidamente reconocida. El fútbol femenino no es un boom de último momento ni nació con la organización del primer mundial de la FIFA en 1991.

Las investigaciones sociales muestran que las mujeres juegan desde hace más de un siglo y, si bien se pueden reconocer particularidades según el país o la región que se trate, un denominador común ha atravesado los casos: la desigualdad de género.

El desarrollo temprano en el Reino Unido, que cuenta con la creación en 1895 del primer equipo integrado completa y únicamente por mujeres (el British Ladie’s Football Club), y en Brasil, que registra datos sobre equipos de mujeres que jugaban en São Paulo y Río de Janeiro en las primeras décadas del siglo XX, fue interrumpido por las prohibiciones de 1921 y 1941, respectivamente.

Pero como ha dicho la investigadora Silvana Goellner en distintas ocasiones: la prohibición –fundada en la condición biológica de las mujeres– no significó la ausencia de la práctica.

A la luz del avance de las demandas de las deportistas y los movimientos feministas internacionales, hoy la búsqueda de la equidad tiene otro calibre. Y, si bien se ha logrado que ciertos sectores de poder actúen positivamente en pos de estos reclamos, las situaciones siguen siendo dispares.

En España se equipararon recientemente las primas que recibe la selección femenina en todos los amistosos y torneos internacionales respecto a la masculina. El país además cuenta con un récord: el partido disputado el pasado 30 de marzo entre Barcelona y Real Madrid en el Campo Nou, correspondiente a la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones Femenina, se convirtió en el encuentro de fútbol femenino con más espectadores en el estadio, con 91 553 aficionados.

No hay duda que el fútbol femenino tiene más espectadores, que se han realizado mejoras en la infraestructura y en la difusión, y que cada vez recibe más atención, lejos de las imágenes de mujeres cosificadas, los silencios y las prohibiciones de otra época. Sin embargo, sigue siendo indispensable la lucha unida y constante para continuar equilibrando una cancha signada aún por la desigualdad, pero eso está cambiado.

La audiencia es uno de los parámetros más relevantes para conocer el éxito o el fracaso de una campaña publicitaria. Especialmente importante en televisión, con esta métrica podemos conocer multitud de información gracias a la cual sabremos cómo ha ido nuestra campaña y corregir posibles desviaciones. Sin embargo, dentro de este concepto se engloban multitud de otros conceptos que se deben conocer para llevar a cabo una planificación óptima.

La Ley General de Publicidad define a la audiencia como todos aquellos receptores de la comunicación publicitaria, tanto a las personas a las que se dirige el mensaje publicitario como a las que este alcance en un periodo de tiempo determinado. Es decir, nuestro ordenamiento jurídico no diferencia en este concepto entre el target de la campaña y el público que accidentalmente queda expuesto a la misma.

No obstante, indudablemente el anunciante lanza un mensaje a un público determinado esperando una respuesta de dicho público concreto y la campaña tendrá éxito si el mensaje capta la atención del target que interesa. Para ello, los medios y soportes se seleccionan intentando hacer coincidir el perfil de la audiencia con el del público objetivo definido en la campaña para así intentar maximizar los impactos de mayor interés y esto es lo que se conoce como público objetivo.

El Rating Point se refiere al porcentaje de hogares o espectadores con la televisión encendida en un canal, programa, día y hora específicos (o promediando minutos y fechas), en relación con el total de personas con posibilidad de ver la televisión. Para calcular esta tasa se debe dividir la audiencia útil entre el público objetivo y multiplicarlo por 100, ya que siempre se expresa en porcentaje.

El Share o cuota de pantalla es una medida de audiencia que estima el porcentaje de hogares o espectadores que están viendo un programa de televisión con respecto al total que tiene encendido su televisor durante la emisión. Este dato se obtiene dividiendo la audiencia del soporte entre la audiencia total del medio y multiplicándolo por 100 para obtener el porcentaje. La cuota total indica el total de audiencia que se reparte entre las diferentes cadenas de televisión, y la cuota de pantalla representa la parte de la cuota total que cada cadena consigue. ​Este dato se mide con audímetros.

Estos dos conceptos son especialmente útiles y utilizados en el medio televisivo y podríamos decir que el share define la preferencia del espectador hacia un programa u otro que se está emitiendo en un momento determinado, mientras que el Rating Point mide la cantidad de personas que un momento específico está viendo un anuncio o película o cualquier contenido.

Según ha revelado la RFEF, en un ejercicio de trasparencia, el compromiso de la UEFA Women’s Nations League 2023-2024 entre Suecia y España (2-3), obtuvo grandes resultados de audiencia en RTVE amén de la captación de 𝟭.𝟰𝟯𝟰.𝟬𝟬𝟬 espectadores en La 1, algo que se traduce en un 18.2% de Share.

Esta situación, que no es baladí, pone una vez más de manifiesto que el balompié femenino es algo más que una moda y que ha venido para quedarse, más aún después de la gesta oceánica realizada por las jugadoras españolas en Australia y Nueva Zelanda 2023, demostrando que el retorno de la nación rojigualda ha sido todo un éxito y desmontando la teoría que algunos sostenían de que la polémica por el “Caso Rubiales” iba a provocar un rechazo social a las jugadoras de Montse Tomé en múltiples aspectos, pero lo único cierto es que la pasión por el fútbol femenino ha venido para quedarse, le pese a quien le pese.

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