Autor: Manuel López Fernández

  • Exclusiva | El Atlético de Madrid peina el mercado en busca de porteras

    (Fuente: Liga F Moeve)

    ⬛️ El Atlético de Madrid ya ha decidido mirar al futuro desde la portería: dos fichajes, un relevo planificado y la continuidad incuestionable de su capitana, quien desea acabar su carrera en Alcalá de Henares.

    (Fuente: DAZN)

    Hay decisiones que no se anuncian con comunicados ni se filtran con urgencia, pero que definen un proyecto mucho más que cualquier fichaje estrella. Decisiones que se toman con tiempo, con perspectiva y con la convicción de que el éxito sostenido no nace de la improvisación. El Atlético de Madrid ha tomado una de esas decisiones. Y afecta al corazón silencioso del equipo, a la posición que sostiene todo cuando el margen se reduce a un gesto: la portería.

    El club rojiblanco trabaja ya con una hoja de ruta clara para la próxima temporada y para el medio plazo: incorporar a dos nuevas porteras, rejuvenecer la demarcación y elevar la competencia interna, sin que ello suponga, en ningún caso, poner en cuestión el liderazgo ni la continuidad de Lola Gallardo, capitana, referente y uno de los grandes símbolos del Atlético moderno.

    Según ha podido saber “El Partido de Manu”, el Atlético ya ha tomado la decisión de que Patricia Larqué no continuará cuando finalice su contrato en junio de 2026.

    Una determinación que llega pese a que la guardameta firmó uno de los episodios más memorables de la temporada rojiblanca en los octavos de final de la Copa de la Reina frente al Alhama ElPozo, cuando detuvo dos penaltis decisivos en una eliminatoria de máxima tensión que sostuvo al equipo en el momento más crítico.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Aquella actuación quedará en la memoria reciente del club, pero no altera una planificación que se viene trabajando desde hace meses. En la misma línea se encuentra Sheila Guijarro, que tampoco seguirá en Alcalá de Henares el próximo curso, pese a contar con contrato en vigor.

    Estas salidas no responden a un juicio puntual ni a un episodio concreto, sino a una visión estructural del proyecto. El Atlético quiere rejuvenecer el arco, liberar espacio competitivo y anticiparse a un escenario que los grandes clubes no esperan a que sea urgente. Porque en la portería, llegar tarde suele pagarse caro.

    En este contexto, conviene subrayarlo con claridad: la continuidad de Lola Gallardo no está en duda. Ni deportiva, ni contractual, ni emocionalmente. El Atlético es uno de los equipos menos goleados de la Liga F Moeve, y ese dato se explica en gran parte por su figura. Gallardo sigue siendo determinante, jerárquica, influyente dentro y fuera del campo. Campeona de Europa con el Olympique de Lyon en 2020, internacional, capitana y líder indiscutible del vestuario, su papel en el presente y en la temporada 2026-2027 está garantizado. El club y la jugadora comparten un deseo claro: que Gallardo pueda colgar los guantes en Madrid, donde es emblema y referencia.

    El argumento que maneja la dirección deportiva para acometer esta reestructuración es estrictamente de planificación por edad, pensando en el medio y largo plazo, sin cuestionar su rendimiento actual. No se trata de sustituirla, sino de acompañarla, de proteger su legado y de construir un contexto competitivo que permita una transición natural cuando llegue el momento.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Con esta premisa, el nuevo director deportivo rojiblanco, Beni Rubido, ya maneja una lista de nombres que destacan tanto por su rendimiento como por su proyección en la Liga F Moeve. Entre ellos aparece Adriana Nanclares, una de las guardametas más regulares del campeonato en los últimos años, con experiencia, fiabilidad y una progresión sostenida que la ha situado entre las porteras más valoradas del panorama nacional. Su perfil encaja en la idea de portera preparada para competir desde el primer día, sin necesidad de adaptación.

    Junto a ella emerge Eunate Astrágala, uno de los grandes talentos jóvenes del fútbol español. Internacional en categorías inferiores, con un recorrido destacado y una madurez competitiva que ha ido creciendo temporada tras temporada, Astrágala representa la apuesta de futuro: una portera con margen de desarrollo, preparada para aprender en un contexto de máxima exigencia y para asumir responsabilidades de manera progresiva.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Otro de los nombres que está encima de la mesa es el de Misa Rodríguez, cuyo contrato con el Real Madrid finaliza en junio. Su situación contractual, unida a las buenas relaciones que mantiene con las altas esferas rojiblancas, convierte su regreso al Atlético en una opción realista y no en una utopía. Experiencia en la élite, conocimiento profundo de la Liga F y carácter competitivo hacen de su perfil uno de los más relevantes del mercado.

    (Fuente: DAZN)

    La lista de seguimiento se completa con Andrea Tarazona, actualmente en el Levante Unión Deportiva, una portera joven que ha demostrado crecimiento, regularidad y capacidad para sostener partidos en contextos exigentes, y con María Valenzuela, guardameta del Badalona, cuya progresión constante y rendimiento fiable no han pasado desapercibidos para un club que valora especialmente la estabilidad en una posición tan sensible.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Todo este movimiento no responde a una urgencia, sino a una convicción. El Atlético de Madrid entiende que los grandes proyectos se construyen tomando decisiones incómodas a tiempo, que la portería no es solo un puesto, sino una cultura, y que proteger a una capitana como Lola Gallardo también implica rodearla de competencia, de futuro y de continuidad. No se busca una heredera inmediata, sino un ecosistema sólido que permita sostener el presente y preparar el mañana sin rupturas traumáticas.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    La planificación de la portería es, en realidad, una declaración de intenciones profunda sobre cómo el Atlético entiende hoy el fútbol femenino. El club ya no actúa por reacción, sino por anticipación; no espera a que el cambio sea inevitable, sino que lo prepara con tiempo y respeto. Quiere una portería que dialogue con su capitana, que la respalde y que esté lista para asumir el testigo cuando llegue el día. Porque Gallardo no es solo una portera: es memoria, liderazgo e identidad. Y cuidar su legado también es pensar en lo que vendrá.

    (Fuente: UEFA)

    Por eso esta historia no va únicamente de fichajes. Va de cultura de club, de una manera de entender el tiempo y la responsabilidad en el fútbol femenino. Va de un Atlético que quiere seguir siendo reconocible, fiable, incómodo para el rival y competitivo en todos los escenarios. Un Atlético que sabe que los proyectos duraderos se sostienen desde atrás, desde la seguridad, desde la certeza de que, cuando todo se estrecha y el estadio enmudece, hay alguien bajo palos preparado para responder. Y ahí, el Atlético de Madrid ha decidido no improvisar.

    (Fuente: Getty imágenes)
  • Reportaje | El Real Madrid y su blanca historia de la mano del Club Deportivo Tacón

    (Fuente: Getty Imágenes)

    ⬛️ Cien veces ganar para aprender a perder: la historia competitiva del Real Madrid Femenino, del Tacón a Montjuïc.

    Hay victorias que se celebran y victorias que explican. En la historia de cualquier equipo grande, las segundas son las que de verdad construyen algo duradero, las que no necesitan confeti ni euforia inmediata porque su valor está en lo que dejan atrás y en lo que abren por delante.

    La del 1-2 ante el Atlético de Madrid en enero de 2025 pertenece sin duda a ese segundo grupo. Fue un derbi incómodo, tenso, áspero, de esos que no se ganan por inspiración sino por madurez.

    No fue solo un resultado ni un triunfo más en la tabla. Fue una cifra redonda alcanzada casi sin ruido. Fue la victoria número cien del Real Madrid Femenino en la Liga F. Un punto de inflexión silencioso que confirmó algo que llevaba tiempo flotando en el ambiente: que este proyecto, joven en edad pero adulto en exigencia, había aprendido a competir antes incluso de aprender a ganar títulos.

    El dato, integrado en el contexto de su corta pero intensa historia, es tan contundente como revelador.

    (Fuente: Club Deportivo Tacón)

    Desde su origen como Club Deportivo Tacón hasta su consolidación definitiva como Real Madrid, el equipo ha disputado alrededor de ciento cincuenta y cuatro partidos de Liga, con un balance que no admite demasiadas interpretaciones: más de ciento catorce victorias, apenas una veintena larga de empates y algo más de dos decenas de derrotas. Un setenta y cuatro por ciento de triunfos en competición doméstica. Una cifra que no miente y que coloca al Real Madrid Femenino, por pura estadística, entre los grandes del campeonato desde el mismo momento en que nació.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Pero para entender de verdad qué significa llegar hasta ahí, hay que mirar más allá de los números y volver al principio. Y el principio no fue blanco.

    La temporada 2019-2020 no figura en los palmarés oficiales del Real Madrid Femenino, pero vive incrustada en su ADN competitivo. Aquella plantilla que compitió bajo el nombre de Club Deportivo Tacón fue, en realidad, el embrión real del proyecto actual. Un equipo joven, expuesto, valiente por momentos y frágil por otros, que tuvo que aprender a sobrevivir en la élite sin la protección del escudo más exigente del mundo. La operación que culminó con la absorción del Tacón por parte del Real Madrid, aprobada bajo la presidencia de Florentino Pérez por una cantidad cercana a los trescientos mil euros, no supuso una desaparición inmediata de la entidad creada por Ana Rosell.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Antes de mutar, aquel equipo tuvo que competir durante un año bajo ese nombre, mantener la categoría y demostrar que merecía ocupar una plaza en la Primera División. La permanencia, certificada en un curso extraño y abruptamente interrumpido por la pandemia, permitió que el Real Madrid asumiera la plaza con una base ya profesionalizada.

    El 1 de julio de 2020, la absorción se hizo oficial y comenzó una nueva era. Pero el aprendizaje ya estaba hecho. Y las cicatrices también.

    Desde el primer partido como Real Madrid Femenino en la temporada 2020-2021, la exigencia cambió de manera radical. Ya no bastaba con competir bien ni con sobrevivir. Había que ganar. Y ese tránsito no fue inmediato ni sencillo. El 4 de octubre de 2020, en la primera jornada de la entonces Liga Iberdrola, el Barcelona visitó Valdebebas por primera vez para enfrentarse al Real Madrid. Aquella mañana marcó un antes y un después.

    El 0-4 final, con goles de Patri Guijarro, un desafortunado tanto en propia puerta de Misa Rodríguez, Lieke Martens y Alexia Putellas, fue una bofetada de realidad. Una demostración cruda de la distancia que aún separaba al nuevo proyecto blanco de la referencia absoluta del fútbol femenino español y europeo.

    Aquel golpe, lejos de hundir al equipo dirigido entonces por David Aznar, hoy integrado en las categorías inferiores de la selección española, sirvió como punto de partida. El Real Madrid Femenino no fue brillante durante toda la temporada, pero sí fue eficaz.

    Supo construir una regularidad competitiva que le permitió terminar en segunda posición, por delante de clubes con mayor tradición en la élite como el Atlético de Madrid, el Levante o la Real Sociedad. No fue un camino estético ni perfecto, pero fue sólido. Y esa solidez, en un proyecto recién nacido, valía casi tanto como un título.

    Año tras año, el equipo fue acumulando victorias, experiencias y capas de madurez hasta alcanzar ese número simbólico de los cien triunfos ligueros. Y lo hizo en un escenario cargado de significado. Un derbi ante el Atlético de Madrid, uno de los rivales que más ha medido el crecimiento del proyecto desde sus inicios, disputado en Alcalá de Henares el 5 de enero de 2025. El 1-2 final, con una actuación decisiva de Linda Caicedo, no fue solo una victoria más. Fue una confirmación. La delantera colombiana, símbolo de la nueva generación del fútbol mundial, resolvió un partido incómodo y adulto, muy distinto a aquellos primeros derbis en los que el Real Madrid aún parecía un invitado a la mesa de los grandes.

    Aquel triunfo, además, cerraba un círculo: el primer derbi oficial había caído del lado rojiblanco en Valdebebas gracias a un solitario gol de Van Dongen. Este, en cambio, hablaba de otra cosa. De crecimiento. De método. De madurez.

    hay trayectorias que solo se entienden cuando se observan con perspectiva, sin prisa, sin ruido, sin la urgencia del resultado inmediato.

    El Real Madrid Femenino ha disputado, desde su irrupción en la élite del fútbol español, aproximadamente 154 partidos en Liga F. De ellos, ha ganado 114, ha empatado 16 y ha perdido 24. Un balance que, expresado en porcentaje, se traduce en algo tan contundente como difícil de ignorar: casi tres de cada cuatro partidos ligueros terminan con victoria blanca, lo que se traduce en un 74 % de triunfos.

    En un campeonato cada vez más profesionalizado, con clubes históricos, proyectos consolidados y plantillas profundas, esa cifra no es un accidente. Tampoco es fruto de un solo año brillante ni de una racha aislada. Es la consecuencia directa de una regularidad sostenida en el tiempo, algo especialmente significativo en un equipo joven, sometido desde su nacimiento a una exigencia que no admite etapas de transición largas.

    Disputar 154 partidos de Liga F no es solo acumular encuentros. Es atravesar temporadas completas, contextos cambiantes, lesiones, renovaciones de plantilla, cambios tácticos y momentos de duda. Es convivir con la rutina del campeonato doméstico, donde cada fin de semana exige concentración máxima.

    En ese recorrido, el Real Madrid Femenino ha aprendido a ganar de muchas maneras. Ha vencido partidos dominando con balón, imponiendo ritmo y profundidad. Ha ganado otros desde la solidez defensiva, esperando el momento adecuado. Y también ha sabido sobrevivir en encuentros incómodos, de esos que no lucen, pero que suman.

    Las 114 victorias no responden a un único patrón. Son el reflejo de una adaptabilidad progresiva, de un equipo que ha ido madurando su lectura del juego temporada tras temporada.

    Ganar 114 partidos de 154 coloca al Real Madrid Femenino en una élite estadística indiscutible dentro del campeonato. No es una cifra habitual para un club sin títulos ligueros. Y ahí reside una de las claves de este proyecto: su capacidad para sostener el rendimiento incluso cuando los grandes trofeos aún no han llegado.

    Cada victoria ha sido un ladrillo más en una construcción silenciosa. Muchas llegaron ante rivales de la zona media y baja, partidos donde la obligación de ganar era total. Otras se produjeron frente a equipos directos, encuentros donde la clasificación, el prestigio y la narrativa de la temporada estaban en juego.

    Si hay una herida que sigue abierta en la historia reciente del Real Madrid Femenino, esa tiene nombre y lugar: Butarque, Copa de la Reina 2023. Aquella tarde, el equipo blanco rozó su primer gran título. Lo tuvo cerca, lo saboreó durante muchos minutos y lo perdió de la forma más cruel. El Atlético de Madrid, rival histórico y espejo incómodo, resistió, sufrió y encontró en un instante puntual la chispa que cambió la historia.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Una falta directa ejecutada de manera magistral por Estefanía Banini, hoy centrocampista del ONA, detuvo el tiempo y forzó una prórroga que desembocó en una tanda de penaltis.

    Allí, las jugadoras de Manolo Cano fueron más frías. Para el Real Madrid, aquella final fue una lección brutal. No tanto por la derrota en sí, sino por la manera en que se perdió. Porque desde ese día, el club entendió que competir ya no era suficiente, que estar cerca tampoco lo era. Que el siguiente escalón exigía temple, oficio y una frialdad que solo se adquiere a base de golpes.

    La Supercopa de España ha reproducido durante años un patrón similar. Llegar, competir, pero chocar una y otra vez con un Barcelona dominante, estructuralmente superior y acostumbrado a decidir finales. Marcadores abultados, sensaciones de distancia, noches difíciles como la del 22 de enero de 2025 en Butarque, donde el Barça volvió a imponerse con un contundente 5-0.

    Esas derrotas expusieron sin maquillaje la diferencia entre ambos proyectos, pero también dejaron una enseñanza incómoda y necesaria: para ganar finales no basta con llegar.

    Hay que llegar preparado emocionalmente. El Barcelona jugaba esos partidos con la naturalidad de quien ya ha estado allí muchas veces. El Real Madrid lo hacía con la tensión de quien siente que cada final es histórica. Esa diferencia no se entrena en una semana. Se construye con tiempo, con derrotas y con frustración.

    En Europa, el crecimiento ha sido más progresivo y, en cierto modo, más pedagógico. La UEFA Women’s Champions League se convirtió pronto en el espacio donde el Real Madrid entendió qué significa realmente la élite. Superar fases de grupos, competir eliminatorias, alcanzar cuartos y semifinales no fue fruto de la casualidad. Fue el resultado de un proceso de endurecimiento. Europa enseñó al equipo a sufrir lejos de casa, a sostener partidos largos, a convivir con la presión ambiental y a asumir que cada error se paga. El Emirates Stadium fue una de esas aulas duras. Allí, una Alessia Russo soberbia lideró al Arsenal hacia las semifinales, antes de que las londinenses sorprendieran al Barcelona en la final de Lisboa con un gol de Blackstenius en el minuto setenta y cuatro.

    Para el Real Madrid, aquella eliminación fue otra lección más en el camino: en la élite continental no basta con competir bien, ni siquiera con competir mejor durante muchos minutos. Hay que ser implacable.

    Y, sin embargo, pocos días antes de hincar la rodilla en territorio británico, el Real Madrid logró lo que durante años pareció imposible. Tumbar al Barcelona en la Liga F. Y hacerlo, además, a domicilio.

    El 1-3 de Montjuïc, en marzo de 2025, no fue solo la primera victoria oficial del Real Madrid Femenino ante el Barça. Fue una ruptura narrativa. Un golpe simbólico. Una demostración de que el dominio no es eterno y de que la historia también se escribe rompiendo estadísticas. Aquel partido condensó todo el camino recorrido: la paciencia acumulada, las goleadas encajadas, la resistencia mental, la capacidad para saber sufrir cuando tocaba y golpear cuando se podía. Ganar en Montjuïc fue tan importante como alcanzar las cien victorias ligueras. Todo formaba parte del mismo proceso.

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    A partir de ese día, el Clásico dejó de ser un muro infranqueable para convertirse en un desafío. Durante años, cada enfrentamiento con el Barcelona parecía una prueba de que el proyecto aún estaba lejos. Aquel 1-3 cambió la percepción interna y externa. El Real Madrid ya no jugó pensando en no perder, sino en ganar. Y esa diferencia mental es, muchas veces, la frontera entre competir y vencer.

    Hoy, el Real Madrid Femenino puede mirar sus números con orgullo y, al mismo tiempo, con conciencia de lo que falta. Más de ciento catorce victorias en Liga F, presencia constante en la Champions, finales nacionales disputadas, un Clásico ganado, una identidad cada vez más reconocible. Pero también noches como Butarque, derrotas en Supercopa, aprendizajes europeos. Porque la historia no se mide solo en cifras, sino en contextos. En tardes que duelen y en noches que liberan.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Toda esta evolución ha estado sostenida por protagonistas que no siempre ocupan los focos, pero que han dado continuidad y sentido al proyecto. Liderazgos silenciosos, futbolistas constantes, jugadoras que han entendido el peso del escudo y lo han asumido sin estridencias.

    El Real Madrid Femenino ha crecido alrededor de una idea clara: el bloque por encima de la individualidad, sin renunciar al talento diferencial para decidir partidos.

    En sus primeros años quiso jugar como se espera que juegue el Real Madrid, dominando y atacando. Con el tiempo, entendió que la élite exige adaptabilidad. Hoy sabe jugar partidos abiertos y cerrados, defender en bloque bajo, salir rápido, dominar cuando puede y resistir cuando toca. Esa evolución táctica, no siempre lineal pero sí constante, es una de sus victorias silenciosas.

    (Fuente: UEFA )

    Por eso ya no se le puede juzgar como un proyecto emergente. Ya no vale con competir bien ni con llegar. Ahora toca ganar títulos. Pero cuando lleguen —porque llegarán— no se entenderán sin este camino. Sin Tacón. Sin Butarque. Sin las derrotas en Supercopa. Sin las noches europeas. Sin Montjuïc. Sin la victoria número cien. Porque este equipo ha aprendido algo esencial: que ganar es importante, pero saber perder es lo que te prepara para hacerlo cuando de verdad importa.

    (Fuente: Getty imágenes)

    El Real Madrid Femenino pertenece a ese grupo de equipos que no nacen sabiendo ganar, sino que aprenden a hacerlo mientras cargan con un apellido que no admite excusas. Ganar con este escudo nunca es solo ganar. Es demostrar, convencer y justificar cada paso. Y en ese equilibrio incómodo entre la exigencia histórica y la juventud del proyecto, el Real Madrid Femenino sigue escribiendo su historia desde la persistencia, no desde la épica inmediata.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Y así, cuando el futuro llegue con sus desafíos y sus finales, este equipo lo hará con una certeza interior: que ha recorrido el camino largo, el difícil, el que no se salta etapas. Que ha aprendido a caer sin romperse y a levantarse con más conocimiento.

    Y entonces, cuando el balón vuelva a rodar en una gran noche blanca, cuando el estadio contenga la respiración y el escudo pese como nunca, resonará algo más que la ambición.

    Resonará la memoria y con ella, la esperanza eterna del madridismo, esa que dice que el final siempre puede ser glorioso, porque “como no te voy a querer, como no te voy a querer, si fuiste campeón de Europa una y otra vez”.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Y cuando el camino vuelva a empinarse —porque siempre lo hace— el Real Madrid Femenino sabrá que ya ha estado ahí. Que ya caminó sin red, que ya perdió cuando dolía, que ya aprendió cuando nadie miraba. Que las cien victorias no son una meta, sino una prueba de resistencia superada. Que lo verdaderamente importante no es cuántas veces ganó, sino todo lo que fue capaz de sostener antes de hacerlo.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Este equipo ya no corre detrás de la historia: la empuja. Con pasos aún jóvenes, sí, pero con una convicción adulta. Sabe que el escudo no promete facilidades, promete exigencia. Y que cada derrota asumida, cada noche europea sufrida, cada final perdida, ha sido una página necesaria para llegar hasta aquí.

    (Fuente: Laliga)

    Porque el Real Madrid no se explica solo por lo que conquista, sino por lo que insiste. Y este Real Madrid Femenino insiste. Insiste en competir, en volver, en levantarse sin ruido y en crecer sin atajos. Insiste en honrar un apellido que pesa, pero que también empuja.

    (Fuente: Real Madrid)
  • Oficial | La Liga F Moeve y Puma lanzan una campaña de amiga visible con las estrellas del Badalona

    (Fuente: Liga F Moeve)

    ⬛️ Con las jugadoras del FC Badalona Women (ONA) , Itziar Pinillos, Lorena Navarro y Elena Julve, como protagonistas, Liga F y PUMA lanzan la campaña ‘Amiga Visible’ para poner en valor a las mujeres que inspiran y acompañan a las futbolistas. Una iniciativa que da voz a los pilares fundamentales de las jugadoras y que apuesta por fomentar la visibilidad de las protagonistas y avanzar hacia un futuro más igualitario.

    Web de la Liga F Moeve |

    https://ligaf.es

    Balones de la Primera División Femenina |

    Balón de la Liga F Moeve

    Puma Órbita

    Balón de la temporada pasada

    (Fuente: Liga F Moeve)

    En estas fechas tan simbólicas del calendario, cuando el año se aproxima a su fin y la Navidad actúa como un punto de encuentro emocional, la Liga F vuelve a demostrar que el fútbol femenino es mucho más que lo que ocurre durante noventa minutos sobre el césped. Es un espacio de vínculos, de memoria, de agradecimientos y de caminos compartidos. En este contexto nace la campaña ‘Amiga Visible’, una iniciativa impulsada por Liga F junto a PUMA que aprovecha el espíritu navideño para invitar a las jugadoras a mirar hacia atrás, a su alrededor y hacia dentro, y a señalar públicamente a aquellas personas que han sido y siguen siendo fundamentales en su desarrollo personal y profesional. Personas que no siempre ocupan titulares, que no siempre aparecen en las fotos oficiales, pero que sostienen, empujan y acompañan cada paso de las futbolistas en su trayectoria vital y deportiva.

    ‘Amiga Visible’ no es solo una acción puntual, sino una declaración de intenciones.

    Es la reafirmación de que el fútbol femenino se construye en red, en comunidad, desde el compañerismo, la referencia y el apoyo familiar. En esta edición, las protagonistas son tres jugadoras del FC Badalona Women: Itziar Pinillos, Lorena Navarro y Elena Julve, tres perfiles distintos, tres historias personales únicas y tres maneras complementarias de entender el significado de acompañar y ser acompañada.

    Cada una de ellas regala el balón oficial de la competición a la mujer o mujeres que considera pilares clave en su carrera, un gesto cargado de simbolismo que conecta el objeto más representativo del juego con los valores humanos que sostienen el fútbol femenino.

    Itziar Pinillos decide mirar a su alrededor y escoger a sus propias compañeras de equipo, esas futbolistas con las que comparte entrenamientos diarios, viajes, victorias, derrotas, silencios en el vestuario y celebraciones íntimas. En un deporte colectivo como el fútbol, donde el rendimiento individual siempre está atravesado por el grupo, Pinillos reivindica la importancia del día a día compartido. Sus compañeras no solo son socias en el terreno de juego, sino confidentes, apoyos emocionales y referentes constantes.

    Son las primeras que entienden una mala semana, las que celebran un progreso invisible, las que empujan cuando las fuerzas flaquean. Al regalarles el balón oficial de la Liga F, Itziar devuelve simbólicamente todo aquello que recibe a diario: compromiso, esfuerzo, solidaridad y una amistad construida desde el sudor y la convivencia.

    Lorena Navarro, por su parte, dirige su mirada hacia una figura histórica del fútbol femenino español e internacional: Vero Boquete. Su elección trasciende lo personal para convertirse en un reconocimiento colectivo. Vero Boquete representa a una generación de pioneras que lucharon cuando apenas había focos, cuando el fútbol femenino no tenía el reconocimiento ni las estructuras actuales. “Una persona que ha luchado mucho por el fútbol femenino.

    Cuando nosotras éramos pequeñas salía Vero y era la imagen del fútbol”, afirma la madrileña, sintetizando en una frase lo que significó para tantas niñas ver a una futbolista abrir caminos en contextos adversos. Para Lorena, Boquete no es solo una referente deportiva, sino un símbolo de resistencia, valentía y ambición. Su trayectoria internacional, su liderazgo y su capacidad para elevar el nivel del fútbol femenino han servido de inspiración directa para muchas jugadoras que hoy compiten en la élite. El balón que Lorena entrega a Vero Boquete es, en realidad, un homenaje a todas las que hicieron posible que hoy exista una Liga F profesional, visible y en crecimiento.

    El tercer ejemplo lo aporta Elena Julve, cuya elección conecta de manera directa con el núcleo familiar. Elena decide regalar el balón a su abuela María, la mujer que la ha acompañado a todos lados, que ha estado presente en cada paso de su camino y sin la cual, como reconoce la propia jugadora, nunca hubiera llegado a ser futbolista profesional. En esta historia, el fútbol se entrelaza con la vida cotidiana, con los cuidados, los sacrificios silenciosos y el amor incondicional. La figura de la abuela como apoyo constante recuerda que el deporte de alto nivel no se construye únicamente desde los clubes y las competiciones, sino también desde las casas, los trayectos interminables, las meriendas rápidas y la fe ciega en un sueño que parecía lejano. Elena pone voz a tantas futbolistas que han tenido en sus familias el pilar fundamental para perseverar cuando el camino parecía cuesta arriba.

    Estos tres relatos, diferentes en forma pero unidos en fondo, simbolizan la importancia de las personas que acompañan a las deportistas en su desarrollo personal y profesional. ‘Amiga Visible’ nace precisamente con ese objetivo: reforzar la visibilidad del fútbol femenino destacando el papel esencial que desempeñan las compañeras, las referentes históricas y los familiares en el crecimiento, la confianza y la proyección de las futbolistas. Es una campaña que desplaza el foco del individualismo al colectivo, que amplía el relato del deporte para incluir a todas esas figuras que sostienen la carrera de una jugadora más allá del césped.

    Con esta iniciativa, la Liga F continúa una línea de trabajo coherente con su identidad: dar voz a las jugadoras, permitirles contar sus historias en primera persona y generar espacios donde el fútbol femenino se explique desde la experiencia vivida. No se trata solo de resultados o clasificaciones, sino de trayectorias humanas, de referentes visibles y de agradecimientos necesarios. En un contexto donde el fútbol femenino sigue creciendo en impacto mediático y social, estas campañas ayudan a consolidar un relato propio, basado en valores y en una mirada inclusiva del deporte.

    Por su parte, PUMA refuerza con ‘Amiga Visible’ su firme compromiso con el fútbol femenino. La marca no se limita a vestir a las jugadoras o a poner su logotipo en los estadios, sino que se implica activamente en iniciativas que promueven la igualdad, la visibilidad y el reconocimiento del trabajo de las futbolistas.

    La alianza entre Liga F y PUMA se consolida así como un ejemplo de colaboración estratégica orientada a impulsar el presente y el futuro del fútbol femenino, entendiendo que el crecimiento del deporte pasa también por construir narrativas sólidas y emocionales.

    Ambas entidades, Liga F y PUMA, continúan trabajando de manera conjunta para fomentar la visibilidad de las protagonistas y avanzar hacia un futuro más igualitario. Un futuro donde las niñas que hoy sueñan con ser futbolistas encuentren referentes cercanos, historias en las que verse reflejadas y un ecosistema que las acompañe desde la base hasta la élite. ‘Amiga Visible’ se inserta en ese horizonte, recordando que el fútbol femenino no avanza en solitario, sino gracias a una comunidad amplia y diversa que cree, apoya y empuja.

    La campaña adquiere además un significado especial al desarrollarse en plena Navidad, un periodo tradicionalmente asociado a la familia, los recuerdos y los regalos con valor emocional. En estas fechas, el balón deja de ser solo un objeto deportivo para convertirse en un símbolo de unión, de transmisión de valores y de sueños compartidos. El gesto de regalar el balón oficial de la Liga F a una compañera, a una referente o a una abuela conecta el juego con la gratitud, el reconocimiento y la memoria.

    Y es precisamente en este cierre de año, cargado de emoción y de balance, donde el fútbol femenino encuentra una oportunidad única para seguir entrando en los hogares, en las conversaciones familiares y en las ilusiones de los más pequeños. Porque si algo demuestra ‘Amiga Visible’ es que el fútbol femenino se aprende, se siente y se comparte desde edades tempranas, desde referentes visibles y desde productos que acercan la competición a la vida cotidiana.

    Por eso, en este cierre épico, la Liga F invita a soñar también desde el lado más ilusionante de la Navidad. En estas fiestas, los más pequeños de la casa pueden incluir en sus cartas a Papá Noel, que llegará el 25 de diciembre de 2025, o a los Reyes Magos de Oriente, que harán lo propio el 6 de enero de 2026, un deseo muy especial: el balón oficial de la Liga F Moeve de esta temporada.

    Un regalo que no solo permite jugar, sino también sentirse parte de la competición, de sus valores y de sus protagonistas. Para facilitar la tarea a los ayudantes de Santa Claus y a los pajes reales, basta con darles una pista muy concreta: este producto se puede encontrar en la web de la Liga Profesional de Fútbol Femenino por tan solo 20 euros, convirtiéndose en una opción accesible y cargada de significado.

    Además, quienes quieran completar la experiencia o apostar por diferentes opciones, también pueden encontrar el balón oficial del curso pasado, ahora rebajado a 7 euros, una oportunidad perfecta para seguir jugando y aprendiendo sin renunciar a la calidad. Y para aquellas familias que deseen llevar el fútbol femenino más allá del césped y compartirlo alrededor de una mesa, existe también el juego de mesa de la Primera División Femenina, una iniciativa de Borrás disponible por 36 euros, que permite recrear en familia los valores del torneo, conocer a los dieciséis equipos que forman la élite y descubrir a las protagonistas desde una perspectiva lúdica y educativa. Un juego pensado para aprender, compartir y entender que el fútbol femenino es también compañerismo, estrategia, igualdad y respeto.

    Vídeo de las jugadoras del ONA |

    https://youtu.be/lEMUmhIHtpY

    Así, entre campañas como ‘Amiga Visible’, gestos cargados de simbolismo y regalos que transmiten valores, la Liga F cierra el año reafirmando su compromiso con un fútbol femenino cada vez más visible, más cercano y más presente en la vida de las personas. Un fútbol que se juega en los estadios, pero también en las casas, en las cartas a Papá Noel, en la ilusión de los Reyes Magos y en cada balón que rueda impulsado por sueños que, gracias a referentes visibles y apoyos incondicionales, hoy están más vivos que nunca.

    (Fuente: Liga F Moeve)

  • Oficial | LA UEFA ABRE UNA NUEVA ERA: MIL MILLONES DE EUROS PARA QUE EL FÚTBOL FEMENINO DEJE DE PEDIR PERMISO Y EMPIECE A MARCAR EL CAMINO

    (Fuente: Getty Images)

    🔲 Hay anuncios que no solo cambian presupuestos, sino que alteran el pulso de una época. Hay decisiones que no se miden únicamente en cifras, sino en el eco que dejan en generaciones enteras. La UEFA ha anunciado oficialmente que destinará mil millones de euros al fútbol femenino entre 2025 y 2030, y con ese gesto, el máximo organismo del fútbol europeo no solo pone dinero sobre la mesa: pone una declaración de intenciones, una enmienda al pasado y una promesa al futuro. Porque competiciones como la Champions League Femenina y la nueva Europa Cup ya no quieren sobrevivir en los márgenes, quieren ocupar el centro del relato, el lugar que se han ganado en el campo, en las gradas y en la conciencia colectiva del deporte europeo.

    (Fuente: UEFA)

    El anuncio llega como un golpe seco, de esos que obligan a levantar la cabeza y mirar alrededor para comprobar si lo que se ha oído es real.

    Mil millones de euros en cinco años. Una inversión sin precedentes en la historia del fútbol femenino europeo. No es un parche, no es un gesto simbólico, no es una campaña de imagen: es un plan estructural que pretende cambiar la arquitectura misma del fútbol practicado por mujeres en Europa. Infraestructuras, competiciones, formación, visibilidad, profesionalización, sostenibilidad económica, derechos audiovisuales, apoyo a clubes, federaciones y ligas nacionales. Todo cabe dentro de una cifra que, por primera vez, no se pronuncia con miedo, sino con ambición.

    Durante décadas, el fútbol femenino ha vivido en una contradicción permanente: crecía en talento, en nivel competitivo y en interés social, pero lo hacía con recursos mínimos, con estructuras frágiles y con una exposición mediática muy inferior a la que merecía. La UEFA lo sabe. Las federaciones lo saben. Los clubes lo saben. Y, sobre todo, lo saben las futbolistas, que han sido las grandes arquitectas de este crecimiento a pulso, sosteniendo el edificio con su rendimiento mientras los cimientos financieros se construían lentamente. Este anuncio no borra el pasado, pero sí reconoce que el presente exige otra velocidad y que el futuro no puede seguir esperando.

    La Champions League Femenina es el mejor ejemplo de esa tensión entre lo que el torneo es y lo que aún puede llegar a ser. En los últimos años, la competición ha ofrecido partidos memorables, estadios llenos, audiencias crecientes y una narrativa deportiva de altísimo nivel.

    Equipos históricos y proyectos emergentes han elevado el listón competitivo, han creado rivalidades reconocibles y han consolidado figuras que ya forman parte del imaginario del fútbol europeo. Sin embargo, ese crecimiento se ha producido muchas veces pese a las limitaciones estructurales, no gracias a su ausencia. La inversión anunciada por la UEFA pretende cerrar esa brecha: convertir la excelencia deportiva en un producto sólido, sostenible y globalmente reconocible.

    La nueva Europa Cup, llamada a convertirse en el segundo gran torneo continental de clubes, aparece en este contexto como una pieza clave. No se trata solo de añadir una competición al calendario, sino de ampliar el ecosistema competitivo, de ofrecer más oportunidades deportivas a más clubes, de generar ingresos, experiencias internacionales y visibilidad para proyectos que hasta ahora quedaban fuera del gran foco europeo. La apuesta económica de la UEFA reconoce que el crecimiento del fútbol femenino no puede depender únicamente de la élite más alta, sino que necesita una base amplia, diversa y competitiva que alimente todo el sistema.

    Esta cuantía es, en realidad, una inversión en credibilidad. Durante años, el discurso institucional ha hablado de igualdad, de impulso, de compromiso. Ahora ese discurso se traduce en números, en planes, en calendarios y en responsabilidades. Porque invertir es también comprometerse a gestionar bien, a distribuir con criterio, a evaluar resultados y a corregir errores. La UEFA se coloca así en una posición de liderazgo que ya no admite medias tintas: el fútbol femenino europeo entra en una fase en la que ya no basta con crecer, hay que consolidar, profesionalizar y proteger lo construido.

    El impacto de esta decisión se sentirá en múltiples niveles. En los clubes, que podrán planificar a medio y largo plazo con mayor seguridad económica, invertir en estructuras profesionales, mejorar condiciones laborales, retener talento y atraer nuevas generaciones de futbolistas. En las ligas nacionales, que recibirán un impulso indirecto pero decisivo, elevando el nivel competitivo interno y reforzando su atractivo comercial. En las federaciones, que tendrán más herramientas para desarrollar el fútbol base, la formación de entrenadoras y entrenadores, árbitras y personal especializado. Y, por supuesto, en las futbolistas, que verán cómo su carrera deportiva se asienta sobre bases más sólidas y dignas.

    Pero hay algo aún más profundo que el dinero no puede medir del todo: el cambio de percepción. Cuando el máximo organismo del fútbol europeo decide destinar una cifra histórica al fútbol femenino, está enviando un mensaje claro a patrocinadores, medios de comunicación, instituciones y sociedad en general. Está diciendo que este fútbol no es una promesa futura, sino una realidad presente; que no es un complemento, sino una parte esencial del ecosistema futbolístico; que no necesita compararse constantemente con el fútbol masculino para justificar su existencia, porque tiene valor propio, identidad propia y un recorrido que merece ser contado con la misma ambición.

    En este punto, la visibilidad se convierte en un eje central. No basta con que existan grandes partidos si no se cuentan bien, si no se emiten en horarios dignos, si no se analizan con rigor, si no se narran con emoción y contexto. La inversión de la UEFA apunta también a ese territorio intangible pero decisivo: el relato. El fútbol femenino necesita cámaras, micrófonos, periodistas especializados, producción de calidad y espacios de análisis que lo traten con la seriedad que exige el alto rendimiento. Porque cuando el relato acompaña al juego, el crecimiento se multiplica.

    El anuncio llega, además, en un momento clave para el fútbol femenino europeo, tras años de torneos internacionales que han marcado un antes y un después en términos de audiencias, asistencia a estadios y conversación social. El público ha respondido. Las niñas y adolescentes han encontrado referentes. Los clubes han entendido que invertir en fútbol femenino no es una carga, sino una oportunidad deportiva y de marca. La UEFA recoge ahora todo ese impulso y lo convierte en un plan estructurado que aspira a que este crecimiento no sea una ola pasajera, sino una marea constante.

    Desde una perspectiva histórica, este compromiso económico marca un punto de inflexión comparable a los grandes momentos fundacionales del fútbol europeo moderno. Así como en su día la creación y expansión de las competiciones continentales masculinas redefinió el mapa del fútbol, esta inversión tiene el potencial de redefinir el lugar del fútbol femenino en la estructura deportiva y cultural de Europa. No se trata solo de igualar cifras, sino de corregir décadas de infrafinanciación y de acelerar procesos que, de otro modo, tardarían generaciones en completarse.

    El reto, ahora, es inmenso. Porque invertir también implica responsabilidad. Habrá que decidir cómo se distribuyen los recursos, qué proyectos se priorizan, cómo se garantiza que el crecimiento sea equilibrado y no genere nuevas desigualdades internas. Habrá que vigilar que el dinero llegue a donde tiene que llegar, que no se quede en la superficie, que se traduzca en mejores condiciones reales para quienes sostienen el fútbol femenino día a día. Y habrá que hacerlo con transparencia, con diálogo constante con clubes, ligas, futbolistas y agentes del sector.

    En este escenario, la Champions League Femenina se perfila como el gran escaparate, pero también como el laboratorio donde se medirán los resultados de esta apuesta. Más partidos de alto nivel, mayor competitividad entre ligas, estadios más grandes, premios económicos más elevados, producción audiovisual de primer nivel. Todo ello contribuirá a que el torneo no solo crezca en prestigio, sino que se consolide como una referencia global del fútbol de clubes. La Europa Cup, por su parte, tendrá la misión de democratizar ese crecimiento, de abrir puertas, de ofrecer experiencias europeas a proyectos que hasta ahora miraban la élite desde lejos.

    Este anuncio también interpela directamente a los medios de comunicación. Porque una inversión de esta magnitud exige una cobertura acorde.

    Exige análisis, seguimiento, memoria histórica y mirada crítica. Exige contar no solo los resultados, sino los procesos. Exige explicar por qué este dinero importa, qué cambia, qué se espera y qué se debe exigir. El fútbol femenino ya no puede ser tratado como una noticia puntual o como un fenómeno anecdótico: forma parte de la agenda central del deporte europeo.

    Hay, además, una dimensión simbólica que no puede pasarse por alto. Durante mucho tiempo, las futbolistas han escuchado que “todavía no es rentable”, que “hay que ir poco a poco”, que “no se puede forzar el crecimiento”. La UEFA, con este anuncio, responde de forma contundente: el crecimiento no solo es posible, es necesario. Y para que sea sostenible, hay que invertir de verdad. No cuando todo esté hecho, sino precisamente para que pueda hacerse.

    El periodo 2025-2030 se convierte así en una ventana histórica. Cinco años que pueden redefinir estructuras, acelerar procesos y consolidar un modelo que sirva de referencia global. Europa asume el liderazgo, consciente de que el fútbol femenino es uno de los espacios de mayor potencial de crecimiento del deporte en las próximas décadas. No solo en términos económicos, sino en valores, en diversidad, en impacto social y en conexión con nuevas audiencias.

    En el fondo, este anuncio habla de algo más que fútbol. Habla de oportunidades, de reconocimiento, de justicia deportiva. Habla de niñas que hoy empiezan a jugar sabiendo que existe un camino real, profesional y valorado. Habla de clubes que pueden soñar sin miedo a la precariedad. Habla de una Europa futbolística que decide mirarse al espejo y apostar por todo su talento, no solo por una parte.

    Como diría “El Partido de Manu”, este no es un final feliz, es un comienzo exigente. El dinero no marca goles, no gana títulos, no llena estadios por sí solo.

    Pero crea el contexto para que todo eso ocurra. La UEFA ha puesto las cartas sobre la mesa. Ha dicho, alto y claro, que el fútbol femenino merece más visibilidad, más oportunidades y más progreso. Ahora empieza el partido de verdad: el de convertir un billón de euros en un legado que no se mida solo en balances, sino en historia.

    (Fuente: Getty imágenes)
  • Oficial | La UEFA agenda los playoffs de la Women’s Champions League

    Los nuevos play-offs eliminatorios de la UEFA Women’s Champions League, que se disputarán los días 11/12 y 18/19 de febrero, contarán con la participación de los equipos que terminaron entre el quinto y el duodécimo puesto en la fase liga. Éstos competirán por unirse a los cuatro mejor clasificados en los cuartos de final

    La UEFA Women’s Champions League ha decidido cambiar el paso de la historia. Lo ha hecho sin estridencias, sin fuegos artificiales innecesarios, pero con una decisión que marca época: por primera vez, la máxima competición continental femenina se asoma a unos playoffs que no existían hasta ahora, un territorio nuevo, inexplorado, diseñado para elevar la exigencia, para romper inercias y para obligar a los grandes clubes del continente a mirarse al espejo antes de alcanzar los cuartos de final. Y en ese espejo, inevitablemente, aparece la Liga F Moeve.

    Aparece España. Aparecen dos escudos que ya conocen lo que es competir en Europa, sufrirla, soñarla y defenderla con orgullo: el Atlético de Madrid y el Real Madrid Club de Fútbol.

    El 23 de diciembre de 2025 queda ya marcado en el calendario como el día en el que la UEFA puso fecha y hora al nuevo umbral de su competición reina. No es una fecha cualquiera. Es la confirmación de que el proyecto avanza, de que el torneo crece y de que la igualdad competitiva exige nuevos filtros. El Atlético de Madrid, undécimo clasificado en la fase de liga, y el Real Madrid, séptimo tras una primera ronda de Copa de Europa que le dejó con un sabor agridulce, quedaron emparejados en un playoff que no entiende de pasados, sino de presentes. Dos caminos distintos, dos realidades diferentes, pero un mismo objetivo: seguir vivos en Europa cuando febrero vuelva a teñirse de noches largas, himnos solemnes y miradas que pesan más que las piernas.

    El Atlético de Madrid llega a este cruce con la memoria llena de cicatrices europeas. Porque el Atlético ha aprendido a competir en Europa desde el dolor, desde la resistencia, desde esa identidad rojiblanca que no distingue entre géneros ni categorías. Undécimo en la fase de liga, sí, pero con la sensación de que el equipo nunca dejó de competir, de que cada punto fue una batalla y de que cada partido dejó un aprendizaje. El nuevo formato no perdona errores, pero tampoco niega segundas oportunidades. Y el Atlético se ha ganado la suya frente a un rival de peso histórico, mediático y futbolístico: el Manchester United.

    El jueves 12 de febrero de 2026, a las 21:00 horas peninsulares, el fútbol femenino europeo regresará a uno de esos escenarios que saben a tradición reciente, a proyecto firme, a casa adoptiva que se convierte en fortaleza.

    El C.D. Alcalá de Henares será testigo del primer acto de una eliminatoria que promete tensión, ritmo y una narrativa de ida y vuelta que solo la Champions sabe construir. Atlético de Madrid contra Manchester United. España contra Inglaterra. La Liga F Moeve frente a la Women’s Super League. Dos escuelas, dos formas de entender el juego, dos maneras de sentir la presión.

    El Manchester United no necesita presentación. Su escudo pesa en cualquier competición, también en la femenina, donde el proyecto ha crecido con ambición, inversión y una identidad cada vez más reconocible.

    Llegará a Alcalá con la etiqueta de favorito para algunos, con la obligación implícita de su historia y con la certeza de que enfrente tendrá a un Atlético que no negocia el esfuerzo, que entiende los partidos como relatos de supervivencia y que sabe que Europa no se gana, se pelea. Disney Plus será la ventana desde la que millones de espectadores podrán asomarse a este nuevo capítulo continental, confirmando también el salto audiovisual de una competición que ya no se esconde, que reclama su espacio en prime time, que exige atención y respeto.

    Siete días después, el jueves 19 de febrero de 2026, también a las 21:00 horas, la eliminatoria viajará a Inglaterra para resolverse en el Leigh Sports Village, un estadio que ya ha vivido noches europeas intensas y que pondrá a prueba la madurez competitiva del Atlético. Será allí, lejos de casa, donde se decidan los detalles, donde el fútbol se vuelva más mental que físico, donde cada saque de esquina, cada transición y cada error se pague con intereses. La vuelta no entiende de excusas. La vuelta es el lugar donde se caen las máscaras y donde solo queda la verdad del marcador.

    Paralelamente, el Real Madrid Club de Fútbol transita su propio camino europeo con una mezcla de ambición y exigencia permanente.

    Séptimo en la fase inicial, el conjunto blanco se quedó a las puertas del acceso directo a cuartos tras no pasar del empate en los Países Bajos ante el Twente, un 1-1 que resonó como un aviso: en Europa no basta con competir bien, hay que cerrar partidos. El nuevo formato no perdona la falta de colmillo. Y el Real Madrid, acostumbrado históricamente a que la Champions sea su territorio natural, afronta este playoff como una prueba de carácter.

    El rival no es menor. El París F.C. representa esa nueva ola del fútbol femenino francés que ya no vive a la sombra del Olympique de Lyon o del PSG. Es un equipo trabajado, intenso, tácticamente sólido y con una identidad clara. El miércoles 11 de febrero de 2026, a las 21:00 horas, el Stade Charléty abrirá sus puertas para recibir la ida de una eliminatoria que se intuye tan cerrada como apasionante. París F.C. contra Real Madrid. Francia contra España. Dos ligas que llevan años marcando el paso en Europa y que ahora se miran de frente en un cruce sin red.

    Disney Plus volverá a ser el canal que acerque esta historia a los hogares, consolidando una narrativa audiovisual que acompaña al crecimiento del fútbol femenino. El Real Madrid sabe que Charléty no será un escenario sencillo. La presión ambiental, el ritmo del rival y la necesidad de gestionar los tiempos del partido exigirán una versión madura, inteligente y contundente. Porque en Europa, y más aún en un playoff, no hay margen para la especulación prolongada.

    La vuelta, programada para el miércoles 18 de febrero, a las 18:45 horas, trasladará la resolución al Alfredo Di Stéfano. Un horario distinto, una atmósfera diferente, pero la misma tensión máxima. El Real Madrid se reencontrará con su afición en un partido que puede marcar un antes y un después en su recorrido continental. Porque avanzar a cuartos no es solo un objetivo deportivo; es una declaración de intenciones. Es decirle a Europa que el proyecto está listo para competir con cualquiera, en cualquier contexto y bajo cualquier formato.

    Este nuevo playoff no es un simple añadido al calendario. Es una declaración de principios de la UEFA. Es la constatación de que la Champions femenina ha alcanzado un punto de madurez que exige más competitividad, más emoción y más noches decisivas. Y en ese escenario, la Liga F Moeve no solo está presente, sino que es protagonista. Dos de sus tres representantes afrontan este reto con la responsabilidad de defender una liga que ha crecido en talento, en visibilidad y en exigencia interna.

    No es casualidad que Atlético y Real Madrid estén aquí. Ambos han construido proyectos sólidos, con identidades definidas y con la experiencia suficiente para entender que Europa no se improvisa. Cada entrenamiento, cada viaje, cada ajuste táctico cobra sentido en febrero, cuando el frío aprieta y los sueños se miden en noventa minutos. El fútbol femenino español ya no pide permiso. Compite, discute y se planta en los grandes escenarios con la convicción de quien sabe que pertenece a este nivel.

    Febrero volverá a ser ese mes en el que el calendario se convierte en un mapa emocional. Alcalá de Henares, Leigh, París y Valdebebas quedarán unidos por un hilo invisible de tensión competitiva. Cuatro partidos que condensan meses de trabajo, años de crecimiento y décadas de lucha por un espacio propio. Cuatro noches que pueden definir temporadas enteras. Cuatro oportunidades para que la Champions vuelva a recordarnos por qué es la competición que todas quieren jugar y que solo unas pocas saben soportar.

    Y cuando suene el himno, cuando las cámaras enfoquen los rostros concentrados, cuando el balón eche a rodar y el silencio previo se rompa con el primer pase, volveremos a entenderlo todo. Entenderemos que este playoff no es un obstáculo, sino un privilegio. Que estar aquí ya es un mérito, pero que avanzar es una necesidad. Que la historia no se escribe con nombres, sino con partidos. Y que la UEFA Women’s Champions League, una vez más, regresa para quedarse en nuestras noches, en nuestras conversaciones y en nuestra memoria.

    Porque Europa no espera. Europa exige. Europa pone a prueba.

    Y cuando febrero llame a la puerta, solo quedará una pregunta en el aire, suspendida entre el césped y la grada: ¿quién está preparado para seguir soñando?

    Partidos |

    🗓️ Jueves, 12 de febrero de 2026

    ⏰ 21:00 horario peninsular

    ✨ Atlético vs Manchester United ✨

    📺 Disney +

    🏟️ C.D. Alcalá de Henares

    🗓️ Jueves, 19 de febrero de 2026

    ⏰ 21:00 horario peninsular

    ✨Manchester United 🆚 Atlético ✨

    📺 Disney Plus

    🏟️ Leigh Sports Village

    🔥 París F.C. 🆚 Real Madrid 🔥

    📅 Miércoles, 11 de febrero de 2026

    ⏰ 21:00 horas

    📺 Disney Plus

    🏟️ Stade Charléty

    ✨Vuelta ✨

    🔥Real Madrid 🆚 París F.C.🔥

    🗓️ Miércoles, 18 de febrero de 2025

    ⏰ 18:45 horas

    📺 Disney Plus

    🏟️ Alfredo Di Stéfano

    Información que puede ser de utilidad:

    Cuando el fútbol femenino europeo dio su salto definitivo, cuando dejó de ser un susurro entre aficionados y se convirtió en estruendo en las grandes plazas del continente, algo más cambió en nuestras vidas: la forma en que lo consumimos. Porque la UEFA Women’s Champions League, ese torneo que desde hace décadas había sido patrimonio de batallas épicas y narrativas inolvidables, ya no se ve desde un sofá cualquiera, ya no se escucha desde una radio en el bar de la esquina ni se disfruta sin más como si fuera un bonus del fin de semana. Hoy, en pleno 2025, el regreso de la UEFA, el formato expandido, las nuevas eliminatorias, los playoffs inéditos, y las noches que llaman a fiebre continental ya tienen dueño audiovisual en España: Disney Plus. Una plataforma que, como una especie de guardián digital de estos tiempos, ha firmado con la UEFA un acuerdo para acompañar la competición hasta 2030. Y lo ha hecho no como un mero proveedor de imágenes, sino como el testigo y el transmisor de la historia en movimiento de un torneo que crece con cada pase, cada llegada, cada salvada en la línea. 

    Pero la pregunta que late en el corazón de cualquier aficionado que ha visto cómo este torneo se convierte en obsesión es inevitable: ¿cuánto cuesta una suscripción a Disney Plus en España si quiero ver —sin perderme un solo detalle— la UEFA Women’s Champions League? No es una pregunta trivial. Es la pregunta de millones que han comprendido que el fútbol ya no se mira casualmente, sino con el pulso firme de quien sabe que cada partido cuenta, que cada eliminatoria puede ser histórica, que cada gol puede definir una temporada entera de emociones, aspiraciones y sueños colectivos.

    La respuesta, como todo lo grande, no se reduce a un número sencillo y rápido. Porque Disney Plus ha estructurado sus tarifas en varios niveles, cada uno con ventajas, características y precios que reflejan no solo el contenido que ofrece, sino la manera en que queremos verlo y vivirlo en nuestra vida diaria.

    Empecemos por la base, por lo esencial. En España, a partir de otoño de 2025, Disney Plus ha actualizado sus precios con un aumento que se hizo efectivo desde el 1 de octubre de 2025 y que pone a prueba la determinación de muchos aficionados a suscribirse para ver la UEFA Women’s Champions League y el resto de contenidos de su catálogo. Los planes disponibles son tres:

    El plan Estándar con anuncios, que cuesta 6,99 € al mes. Este plan permite disfrutar de la mayoría de contenidos de Disney Plus, incluyendo —cuando se ofrezca en esa modalidad— la retransmisión de fútbol femenino europeo, pero incluye anuncios, presenta calidad de hasta Full HD y permite reproducción en dos dispositivos al mismo tiempo.  El plan Estándar sin anuncios, que tiene un precio de 10,99 € al mes o 109,90 € al año si se opta por la tarjeta anual. Este plan elimina las interrupciones publicitarias y permite descargas en hasta diez dispositivos, además de ofrecer calidad Full HD y sonido envolvente en gran parte del contenido.  El plan Premium, que sube hasta 15,99 € al mes o 159,90 € al año y se convierte en la opción más completa: ofrece reproducción en 4K UHD con HDR, sonido Dolby Atmos, hasta cuatro dispositivos simultáneos, y máximas prestaciones de calidad de imagen y sonido. 

    Estos no son números arbitrarios. Son cifras que reflejan cómo ha evolucionado el mercado del entretenimiento y la forma en que las grandes plataformas estructuran el valor que ofrecen. Para muchos aficionados, el plan con anuncios puede ser suficiente para seguir la UEFA Women’s Champions League sin un salto de presupuesto demasiado grande. Para otros, aquellos que viven intensamente cada partido y quieren comodidad, calidad de imagen superior y cero interrupciones, el plan Premium se convierte en una inversión en su pasión.

    Desde lejos, desde fuera del salón donde se enciende el televisor, puede parecer una decisión técnica, casi matemática: pagar más para tener mejor calidad. Pero para quien ha sentido el silencio previo al saque inicial, quien ha escuchado el silencio del estadio expandirse con cada pase filtrado y cada vez que la portería se queda a oscuras, entonces entiende que no se trata solo de calidad técnica. Se trata de vivir el fútbol con intensidad, de sentirlo como una experiencia completa.

    Una suscripción a Disney Plus no se limita a abrir una puerta a un contenido concreto. Abre un universo: cine, series, documentales, contenidos familiares y, por supuesto, ahora el fútbol femenino europeo más prestigioso hasta, como mínimo, 2030, gracias al acuerdo con la UEFA. 

    No podemos perder de vista que la UEFA Women’s Champions League, en su nueva etapa, es un torneo expansivo, sofisticado y lleno de capas. Ya no hay grupos simples de seis partidos, hay formato liga antes de eliminatorias y, como hemos vivido en la reciente confirmación de emparejamientos, hay playoffs que elevan la tensión y la narrativa competitiva a niveles insospechados. El retorno de clubes como el Atlético de Madrid y el Real Madrid a estas fases decisivas transforma cada encuentro en algo más que un partido: es la encarnación de una cultura futbolística, de una historia colectiva, de una identidad que late con fuerza en millones de aficionados. Y la plataforma que tiene los derechos oficiales en España para transmitir esta historia es Disney Plus. 

    Y cuando algo se convierte en relato, en memoria, en alto voltaje emocional, el precio deja de ser un número frío para convertirse en parte de la ecuación personal de cada uno: ¿cuánto vale ver el gol decisivo? ¿Cuánto vale experimentar la remontada? ¿Cuánto vale presenciar el momento en que una jugadora levanta la bola al cielo y piensa en todo lo que ha significado para ella y para su equipo llegar ahí?

    En esencia, eso es lo que están comprando millones de aficionados: no es una suscripción mensual aislada, es acceso a historias humanas, a relatos de superación, a noches que pueden reescribir la historia de un club y de una liga entera.

    Porque si miramos más allá del número, más allá del coste en euros, encontramos un fenómeno cultural. Tenemos una competición que se expande hasta 18 equipos, que cambia de formato para ser más competitiva, más rica en matices, más atractiva para el público global, y que ahora exige no solo atención, sino presencia. Estar ahí, saber cuándo empieza, tener la plataforma activa, anticiparse a cada jornada para sentir la vida que late en cada partido. Eso tiene valor, peso y significado. 

    Y no solo eso. El fútbol femenino europeo —y especialmente esta UEFA Women’s Champions League— no es contenido aislado. Está acompañado de narrativas paralelas: documentales sobre jugadoras, series que relatan el crecimiento del fútbol femenino, análisis previos y posteriores a cada encuentro, entrevistas, debates. Todo ello, compilado en la misma plataforma. Disney Plus no es ya una ventana única de entretenimiento familiar; es un centro de experiencias múltiples donde la Champions se mezcla con otras historias, donde cada suscriptor encuentra su propio modo de vivir todo lo que le importa.

    Para quienes eligen el plan Premium, por ejemplo, la inversión se siente como una elección natural: 16 € al mes para tener acceso no solo a la UEFA Women’s Champions League, sino a un mundo de contenidos en la máxima calidad posible, con la comodidad de ver los partidos en 4K HDR, con sonido que te envuelve y con la posibilidad de estar conectado en varios dispositivos al mismo tiempo. Eso significa que la familia puede ver su serie favorita en una habitación mientras el partido se vive en otra. Eso significa que no hay excusas para perderse nada. 

    Para quienes optan por el plan estándar sin anuncios, la ecuación es diferente: 10,99 € al mes o 109,90 € al año. Aquí también está el fútbol, también está la UEFA Women’s Champions League, también están las grandes noches europeas. Lo que cambia es la manera de vivirlo: sin interrupciones, con descargas disponibles para ver los partidos sin depender de la calidad de internet, con la libertad de organizar tu propio calendario de visionado de manera más flexible. 

    Y para quienes prefieren minimizar el gasto, el plan con anuncios —6,99 € al mes— puede ser suficiente. Sí, hay interrupciones, pero la esencia del espectáculo, las jugadas, los goles, la tensión táctica y la narrativa de cada partido está ahí. Porque el fútbol no pierde impacto por la presencia de comerciales; la emoción sigue intacta, aunque con pausas. 

    Dentro de esa gama de posibilidades, cada suscriptor elige su propio modo de vivir la UEFA Women’s Champions League: algunos lo hacen como ritual, otros como pasión intermitente, otros como acompañamiento familiar. Pero todos están unidos por una misma verdad: esta competición ya no se ve como antes. Antes —hace solo unos años— podíamos reunirnos en un bar con amigos, escuchar el relato en la radio, ver un resumen al día siguiente en internet. Ahora, cada segundo cuenta, cada jugada aparece en tu pantalla en tiempo real, con gráficos, repeticiones, estadísticas, seguimiento integral y una calidad audiovisual que nos acerca más a sentir que estamos en el césped, en la grada, en contacto directo con la historia.

    Disney Plus, con su estructura de precios, ha entendido esa evolución. Ha creado un ecosistema donde el fútbol encuentra un lugar natural entre series, documentales, cine y entretenimiento general. Ha convertido una suscripción en un permiso para entrar a la sala donde se escribe la narrativa del fútbol femenino europeo cada semana. Y al decir “hasta 2030”, ha puesto una línea de tiempo que nos obliga a pensar que esto no es un evento pasajero, ni una moda. Es el futuro inmediato del deporte que amamos, contado con la ambición que merece. 

    Así que, cuando nos enfrentamos a la pregunta “¿cuánto cuesta Disney Plus en España?”, la respuesta no es solo una lista de cifras. Es aceptar que vivimos en una era en la que ver la Champions ya no es un hobby aislado, sino una parte integral de nuestra vida cultural y emocional. Cada euro que pagas es un puente hacia noches épicas, hacia jugadas imposibles, hacia goles que se graban en la memoria colectiva. Es pagar por estar presente, por no perderte nada, por sentir el pulso del fútbol femenino europeo como si tú también fueras parte de ese relato.

    Y si miramos esas cifras con la perspectiva adecuada —los 6,99 € del plan con anuncios, los 10,99 € del plan estándar, los 15,99 € del plan premium— entonces entendemos que no son números fríos, sino costes de entrada a una experiencia que transforma el fútbol en historia vivida. Porque el corazón del aficionado no está en la estadística, sino en la narración: en el momento en que el árbitro pita, en que el balón cruza la línea, en que la cámara enfoca a la jugadora que acaba de marcar, en que la grada explota en celebración, en que sientes un escalofrío porque sabes que estás viendo algo que será recordado.

    Y eso, más que un servicio de streaming, es una invitación a vivir el fútbol con la intensidad que solo puede ofrecer la UEFA Women’s Champions League. Porque el fútbol femenino ya no es complemento. Es primera plana en la historia deportiva europea. Y Disney Plus es la puerta por la que esa historia entra en nuestras casas.

    Aquí puedes suscribirte a Disney Plus |

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    (Fuente: Liga F Moeve)
  • Reportaje | Ludmila, la pantera humilde que se convirtió en leyenda del Atlético de Madrid

    Reportaje | Ludmila, la pantera humilde que se convirtió en leyenda del Atlético de Madrid

    (Fuente: Getty imágenes)

    ⬛️ La internacional brasileña es un mito rojiblanco que se cocinó a fuego lento y dijo no al eterno rival por amor al tres veces campeón de la Liga F Moeve.

    (Fuente: UEFA)

    Hay futbolistas que llegan a un club, y hay otras que, sin hacer ruido, se funden con él. Ludmila da Silva pertenece a la segunda categoría. No necesitó focos ni titulares rimbombantes para ganarse un lugar eterno en la historia del Atlético de Madrid Femenino. Lo hizo como se ganan las cosas que importan: corriendo cuando nadie más podía, defendiendo como si cada balón fuera el último y marcando goles que dolían al rival y abrazaban a la grada.

    (Fuente: Laliga)

    La “pantera” —apodo que surgió por su potencia, su zancada felina y su capacidad para atacar el espacio— se convirtió en un símbolo de trabajo, humildad y pertenencia. Su camino hacia la élite fue poco convencional. Hasta los 15 años practicó atletismo y capoeira, disciplinas que moldearon su fuerza, velocidad y coordinación. Fue entonces cuando un ojeador del Juventus de São Paulo la descubrió y la invitó a probarse. Ludmila superó la prueba y dio sus primeros pasos en el fútbol profesional.

    (Fuente: Laliga )

    Entre Juventus, São Caetano, Portuguesa, Rio Preto y São José, Ludmila fue consolidando su talento con goles decisivos y actuaciones que mostraban su capacidad para aparecer en los momentos más importantes. Su trayectoria en Brasil fue la antesala de lo que estaba por llegar a Europa.

    (Fuente: Getty imágenes)

    En 2017, tras superar una intervención quirúrgica, Ludmila aterrizó en el Atlético de Madrid. No llegó envuelta en campañas publicitarias ni promesas de estrellato: llegó como una pantera a la selva, observando, esperando el instante exacto para atacar. Debutó el 2 de septiembre ante el Fundación Albacete y en apenas 45 minutos dejó su primera asistencia. Apenas un mes después, marcó sus dos primeros goles ligueros ante el Athletic Club y fue reconocida como mejor jugadora de la jornada. El Atlético entendió entonces que no estaba ante una jugadora de paso: era un pilar.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Su impacto se extendió a Europa. Debutó en la Liga de Campeones ante el Wolfsburgo y marcó su primer gol europeo en Alemania, dejando claro que su fútbol no conocía fronteras. Cuatro meses después, el club amplió su contrato de dos a tres años: Ludmila no era una apuesta, era certeza.

    (Fuente: Atlético de Madrid)

    La temporada 2017-2018 consolidó su influencia: goles decisivos, 11 tantos y 9 asistencias, máxima asistente junto a Amanda Sampedro y Sonia Bermúdez. En la Copa de la Reina, su gol en semifinales ante Granadilla demostró que aparecía siempre cuando más importaba.

    (Fuente: Atlético de Madrid)

    La 2018-2019 fue la temporada del salto definitivo. Desde su primer gol de la Liga hasta actuaciones decisivas en Champions ante el Manchester City, Ludmila demostraba que podía cambiar el rumbo de los partidos. En Copa de la Reina firmó actuaciones históricas: cuatro goles al Málaga y dos al Barcelona en semifinales, siendo máxima goleadora y reconocida como Mejor Iberoamericana por Marca. El Atlético conquistó su segunda Liga consecutiva y Ludmila se consolidó como símbolo del club.

    (Fuente: RFEF)

    En el curso 2019-2020 continuó brillando en Europa, marcando en tres ediciones consecutivas de Champions League y protagonizando acciones que salvaron eliminatorias. Ese año The Guardian la incluyó entre las 100 mejores futbolistas del mundo. A pesar de la pandemia, mantuvo un nivel sobresaliente en Liga y Copa, confirmando que era imprescindible para el equipo.

    (Fuente: UEFA)

    La temporada 2020-2021 fue la de su explosión total. Desde el 1-8 ante el Deportivo de la Coruña, con cuatro goles y una asistencia, hasta su influencia decisiva en la Champions ante Servette, Ludmila demostraba que cuando ella estaba en el campo, los partidos cambiaban. The Guardian la situó en el puesto 68 entre las mejores del mundo, reconocimiento global a una futbolista que había dejado de ser promesa para convertirse en realidad.

    (Fuente: Getty imágenes)

    La 2021-2022 trajo desafíos fuera del césped: Juegos Olímpicos, Covid y desgaste mental. Ludmila reconoció necesitar ayuda psicológica, un acto de valentía en un fútbol que aún castiga la vulnerabilidad. Su protagonismo disminuyó, pero su compromiso permaneció intacto. Alcanzó los 146 partidos, superando a Kenti Robles como la extranjera con más encuentros en la historia del Atlético. Su placa en el Paseo de las Leyendas inmortalizó su carrera y su fidelidad.

    (Fuente: Laliga)

    En la 2022-23, convertida en tercera capitana, lideró desde el ejemplo y con goles decisivos hasta que una lesión grave, rotura del ligamento cruzado anterior, la apartó del resto de la temporada y del Mundial. Aun así, fue líder moral en la final de la Copa de la Reina ante el Real Madrid, donde el Atlético remontó un 2-0 adverso y ganó en penaltis. Elegida mejor jugadora del año, su influencia trascendió estadísticas y minutos.

    Su regreso al campo fue una lección de resiliencia: titular en cuartos de final de Copa ante el Real Madrid, le hizo un gol a Misa para acabar recordándoles a todos por qué el Atlético se enamoró de ella, y es que al no haberse mudado de Alcalá de Henares al Di Stéfano, demostró que había elegido el lado correcto en la capital española.

    (Fuente: UEFA)

    Su despedida, con expulsión incluida en la penúltima jornada de Liga, fue acorde a su estilo: intensa, determinante y recordando que las panteras no saben irse sin dejar huella.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Tras siete temporadas, Ludmila deja un legado extraordinario: 196 partidos, 77 goles, dos Ligas, una Copa de la Reina y una Supercopa. Pero más allá de títulos y números, lo que la distingue es su fidelidad absoluta. Rechazó ofertas del Real Madrid, con condiciones económicas superiores y protagonismo asegurado, para permanecer fiel al Atlético, el club que creyó en ella cuando aún era un diamante sin pulir.

    (Fuente: Getty imágenes)

    Ludmila no solo corrió, luchó o marcó. Construyó identidad. Transformó al Atlético, dejó huella y se convirtió en símbolo de lealtad, sacrificio y compromiso. Su nombre quedará ligado a la historia del club, a la Liga F, a la épica de la Champions y a la inspiración de futuras generaciones.

    (Fuente: Getty Imágenes)

    La pantera se despidió del Atlético, pero su legado es eterno. Eligió la fidelidad sobre la comodidad, la historia sobre el escaparate. Eligió ser leyenda.

    (Fuente: Atlético de Madrid)

    La brasileña es ahora futbolista del Chicago Red Stars de Estados Unidos, pero su rugido de pantera resonará por siempre en los corazones que laten en rojiblanco y a veces cuando Luany juega con el Atlético de Madrid de Víctor Martín parece que la magia de Da Silva, apellido que comparten la ocho y la exjugadora del Madrid CFF, ha poseído a la 22 que sueña con hacerse un hueco en la historia de las de Alcalá, ese que Ludmila se ganó a pulso, gol a gol.

    (Fuente: Getty Imágenes)
  • Oficial | La Liga F Moeve despide 2025 agradeciendo el apoyo de los medios y celebrando un año de crecimiento, goles memorables y la ilusión intacta por lo que está por venir

    (Fuente: Liga F Moeve)

    ⬛️ La Liga Profesional de Fútbol Femenino, a través de su responsable de prensa, María Rodrigo, ha querido cerrar el año 2025 con un mensaje cercano, institucional y profundamente agradecido dirigido a todos los medios de comunicación que forman parte de su base de datos oficial, entre los que se encuentra “El Partido de Manu”, presente y comprometido con la competición desde 2022. Una nota informativa que, más allá del protocolo, se convierte en una declaración de principios sobre el momento que vive el fútbol femenino español, sobre el camino recorrido y, sobre todo, sobre el que queda por delante en un ecosistema que no deja de crecer, consolidarse y ganar espacio en la agenda mediática y social del deporte nacional.

    (Fuente: Liga F Moeve )

    En su mensaje, María Rodrigo traslada el agradecimiento explícito de la Liga F Moeve a los medios por el acompañamiento constante durante todo el año, por el respaldo diario y por la visibilidad que otorgan al campeonato, un apoyo que considera clave para seguir avanzando en el crecimiento sostenido del fútbol femenino y en la consolidación definitiva de la competición como uno de los grandes activos del deporte español. Un reconocimiento que no es retórico, sino que se apoya en la realidad de una Liga F cada vez más seguida, más competitiva, más diversa y más reconocible para el gran público.

    “Gracias por acompañarnos durante este año y por el apoyo y la visibilidad que dais al fútbol femenino, claves para seguir avanzando en su crecimiento y en la consolidación de la competición”, subraya la responsable de prensa de la Liga F Moeve en una nota que respira cercanía y complicidad con los profesionales que, jornada tras jornada, partido tras partido, construyen el relato del campeonato desde radios, televisiones, medios digitales, prensa escrita y proyectos independientes.

    Un mensaje que conecta directamente con el claim de la competición, convertido ya en una seña de identidad: “Vamos Ganando”. Un lema que no solo define resultados deportivos, sino también avances estructurales, sociales y mediáticos. “Como dice nuestro claim: ‘Vamos Ganando’, y hacerlo con vuestro apoyo lo hace aún más especial”, añade Rodrigo, antes de desear unas felices fiestas y emplazar a todos a reencontrarse muy pronto, ya en 2026, con más fútbol y nuevas historias que contar.

    La nota navideña de la Liga F Moeve no se limita únicamente al agradecimiento institucional, sino que incorpora también una vertiente más lúdica y participativa, pensada para reforzar el vínculo con la afición, especialmente con los más jóvenes. En este contexto, la Primera División Femenina recuerda que mantiene activo en sus redes sociales un sorteo de un ejemplar del videojuego EA FC 26, uno de los productos más deseados por los seguidores del fútbol y una herramienta clave para que nuevas generaciones se acerquen al deporte femenino desde el ámbito del entretenimiento digital. Además, la Liga F aprovecha estas fechas tan señaladas para lanzar un guiño directo a los niños y niñas, animándoles a incluir en su carta a Papá Noel o a los Reyes Magos algunos de los productos oficiales de la competición.

    Entre ellos destaca el balón oficial de la Liga F Moeve, disponible en “El Corte Inglés” a un precio especialmente accesible: 20 euros por unidad en su versión de verano, el denominado Balón Blanco, y tan solo 7 euros el balón oficial de la temporada pasada, una oportunidad única para que el fútbol femenino entre en los parques, colegios y campos de barrio de toda España. A ello se suma el juego de mesa oficial de la competición, disponible por 36 euros con el envío incluido, una propuesta pensada para disfrutar en familia y seguir difundiendo los valores, los equipos y las protagonistas de la Liga F más allá del césped.

    Este espíritu festivo y divulgativo se complementa con una mirada al terreno de juego, al espectáculo puro, al talento que ha definido el año 2025 en la Liga F Moeve. Junto a la nota informativa, la organización adjunta un texto especial y un vídeo de YouTube que recopilan los mejores goles del año.

    Esta es una selección que no solo sirve como resumen audiovisual, sino como declaración de intenciones sobre la calidad del campeonato. “El 2025 llega a su fin y desde Liga F recopilamos los mejores goles del año. Una serie de tantos que dejan claro la calidad del campeonato”, señala el texto que acompaña al vídeo, una pieza que pone rostro y nombre propio al talento que ha brillado durante los últimos doce meses.

    Vídeo de YouTube |

    https://youtu.be/eYf6n8XqH6E?si=uJcza6JA_rTnuDP1

    Olga Carmona, Salma Paralluelo, Edna Imade, Aiara Agirrezabala, Aitana Bonmatí, Isina Corte, Nerea Nevado, Caroline Weir y Claudia Pina son las protagonistas de esta colección de goles que ya forman parte de la memoria reciente de la competición. Goles distintos entre sí, ejecutados desde recursos técnicos variados, en contextos diferentes, pero unidos por un denominador común: la excelencia futbolística y la capacidad de emocionar. El año 2025 ha dejado en la Liga F Moeve recuerdos imborrables y momentos que trascienden el marcador, desde disparos lejanos que desafían la lógica hasta acciones de tacón, voleas imposibles y definiciones cargadas de talento y personalidad.

    El primer gol destacado es el de Olga Carmona frente al Athletic Club, una acción que resume a la perfección el carácter competitivo de la lateral zurda. Carmona robó un balón en el centro del campo y no se lo pensó dos veces. Con decisión, armó un zurdazo potente y preciso que sorprendió a Nanclares y se coló en el fondo de la red. Un gol que no solo fue decisivo para darle la victoria al conjunto blanco, sino que quedó grabado en la retina por producirse en un escenario tan emblemático como San Mamés, uno de los templos del fútbol español.

    También ocupa un lugar destacado el gol de Salma Paralluelo al Atlético de Madrid, una demostración más de que la futbolista aragonesa es sinónimo de gol y de recursos ofensivos. La jugada nació de un centro de Aitana Bonmatí al punto de penalti, donde apareció Salma para ejecutar un espectacular taconazo que superó a su defensora y dejó sin opciones a Lola Gallardo. Un gesto técnico de altísimo nivel, ejecutado con naturalidad, que simboliza la confianza y el instinto goleador de una de las grandes figuras del fútbol español.

    Edna Imade también se ganó su sitio entre los mejores goles del año con un tanto al Deportivo Abanca cuando todavía militaba en el Granada CF. La atacante aprovechó un pase de Lauri Requena para internarse en el área, recortar a su defensora con sutileza y mandar el balón directamente a la escuadra. Un gol de bella factura que, además, tuvo un valor competitivo incuestionable, ya que sirvió para sumar tres puntos fundamentales para su equipo.

    La Real Sociedad aparece representada gracias al gol de Aiara Agirrezabala al Madrid CFF, en un partido que supuso una carta de presentación inmejorable para la lateral en la primera jornada de la Liga F Moeve. Agirrezabala firmó un doblete, pero fue su segundo tanto el que se coló en esta selección, una volea imparable al filo del descanso tras aprovechar un rechace de la zaga local. Un disparo seco, potente, ejecutado con convicción, que dejó sin respuesta a la portera rival.

    Si hay un gol que simboliza la creatividad sin límites, ese es el de Aitana Bonmatí al DUX Logroño. La triple Balón de Oro volvió a demostrar por qué es una de las futbolistas más determinantes del panorama internacional. Tras un envío de Vicky López al área, Aitana resolvió la acción con un remate de espuela, un recurso técnico impredecible que hizo imposible la estirada de Miralles y dejó sin reacción a la zaga vinotinto. Un gol que sintetiza talento, improvisación y excelencia.

    El ascenso del club riojano a la máxima categoría también tuvo su reflejo en esta recopilación gracias al tanto de Isina Corte al Deportivo Abanca. La delantera inició la jugada, combinó con Paula Partido y recibió de nuevo el balón para definir con un taconazo marca de la casa. Un gol que confirma su adaptación a la élite y su capacidad para marcar diferencias desde el primer momento.

    Otro de los grandes momentos del año fue el gol de falta directa de Nerea Nevado al Real Madrid CF. Aunque el Athletic Club terminó cayendo en San Mamés, el mejor gol del partido llevó la firma de la lateral zurda, que se inventó un lanzamiento prácticamente sin ángulo para sorprender a Frohms y recortar distancias en el marcador. Un disparo preciso, valiente y ejecutado con una lectura perfecta de la situación.

    La calidad internacional de la Liga F Moeve queda reflejada en el gol de Caroline Weir a la SD Eibar. La futbolista escocesa recibió un pase de Eva Navarro y, desde el pico del área, se sacó un zurdazo potentísimo que se coló en la red haciendo inútil la estirada de Eunate Astralaga. Un gol que confirma el talento diferencial de Weir y su capacidad para decidir partidos con acciones individuales de alto nivel.

    Cierra esta selección el gol de Claudia Pina al FC Badalona Women, en un derbi catalán que se llevó el FC Barcelona gracias a una acción de pura determinación. Pina recibió un pase de Mapi León y no se lo pensó dos veces. Armó un derechazo potente que superó a María Valenzuela tras tocar en el larguero, desatando la celebración y confirmando su olfato goleador en partidos de máxima exigencia.

    Todos estos goles, reunidos en un mismo vídeo, funcionan como un resumen emocional y deportivo de un año intenso, repleto de historias, de crecimiento colectivo y de consolidación competitiva. Un año en el que la Liga F Moeve ha seguido avanzando en visibilidad, en profesionalización y en reconocimiento, apoyada en el trabajo constante de los clubes, las futbolistas, los cuerpos técnicos y, de manera muy especial, de los medios de comunicación que amplifican cada logro y cada paso adelante.

    Con la mirada ya puesta en el futuro inmediato, la Liga F Moeve se prepara para volver a nuestras vidas el próximo 10 de enero de 2025, fecha en la que se celebrará la decimoquinta jornada del calendario liguero tras el parón navideño.

    Una jornada que se abrirá el viernes a las 12:00 horas con el encuentro entre Alhama ElPozo y Sociedad Deportiva Eibar, que podrá seguirse en directo a través de DAZN, y que se clausurará el domingo con el RCD Espanyol frente al Granada CF, también a las 12:00 horas y en la misma plataforma. Entre ambos duelos, el foco mediático y deportivo se situará en el que está llamado a ser el partido más importante de la jornada, el Atlético de Madrid – Real Sociedad de Fútbol, que se disputará el sábado a las 12:00 horas, en horario peninsular, y que contará con una cobertura especial al ofrecerse en abierto a través de TEN TV, canal disponible en la TDT, así como en DAZN en su versión de pago y en ETB1, el canal autonómico del País Vasco, confirmando una vez más el compromiso de la Liga F Moeve con la máxima difusión de su competición y con el acceso del gran público al mejor fútbol femenino.

    Este duelo de máxima exigencia y enorme trascendencia clasificatoria, ya que será clave en la lucha por la segunda y la tercera posición de la tabla, plazas que otorgan acceso a disputar la fase previa de la Liga de Campeones en la próxima temporada.

    Un objetivo estratégico para ambos conjuntos, conscientes de la importancia deportiva, económica y simbólica de regresar o consolidarse en la élite europea.

    El encuentro adquiere, además, una dimensión especial en clave rojiblanca, ya que el Atlético de Madrid afronta en esta misma temporada los octavos de final de la Liga de Campeones, una ronda que se disputa bajo el formato de playoff, y en la que las colchoneras se medirán a un rival de máximo nivel continental como el Manchester United, en una eliminatoria que pondrá a prueba la madurez competitiva del proyecto atlético y su ambición europea.

    En este contexto, el choque ante la Real Sociedad se presenta como una cita fundamental para reforzar sensaciones, enviar un mensaje a sus rivales directos y sostener la regularidad en un tramo decisivo del campeonato.

    El partido entre el Atlético de Madrid y la Real Sociedad de Fútbol contará con una amplia cobertura televisiva, ya que se ofrecerá en abierto a través de TEN TV, canal disponible en la TDT, además de su emisión en DAZN, en su versión de pago, y en ETB1, el canal autonómico del País Vasco, reforzando una vez más el compromiso de la Liga F Moeve con la máxima difusión de su competición, con el acceso del gran público al fútbol femenino y con la visibilidad de los encuentros que marcan el pulso competitivo del campeonato.

    (Fuente: Liga F Moeve)
  • Oficial | La Copa de la Reina Iberdrola se cita con el destino: Las Rozas dictará sentencia rumbo a Gran Canaria

    (Fuente: Getty imágenes)

    🔲 El 7 de enero de 2026, el bombo hablará. Y cuando lo haga, el fútbol femenino español sabrá qué caminos conducen a la final soñada.

    Hay fechas que no necesitan ser subrayadas en rojo porque se escriben solas en la memoria colectiva del fútbol. Días en los que el balón aún no rueda, pero ya pesa. Momentos en los que el ruido no llega desde la grada, sino desde el interior de un bombo que guarda, comprimida en ocho bolas, la ilusión de una temporada entera.

    El próximo miércoles 7 de enero de 2026, la Ciudad del Fútbol de Las Rozas volverá a convertirse en el kilómetro cero del fútbol español. En el Salón Luis Aragonés, ese espacio donde tantas veces el azar ha marcado destinos y donde tantas carreras se han bifurcado para siempre, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) llevará a término el sorteo de los cuartos de final de la Copa de la Reina Iberdrola.

    Porque la Copa, cuando entra en su fase decisiva, deja de ser una competición. Se convierte en un relato.

    La RFEF, presidida por Rafael Louzán, ha querido dotar a la jornada de un simbolismo especial. El sorteo se celebrará a la limón con el de la Copa del Rey MAPFRE, en una de esas tardes en las que el fútbol masculino y el femenino comparten escenario, foco y trascendencia.

    El orden no será casual y a las13:00 horas, se conocerán primero los emparejamientos de los cuartos de final de la Copa del Rey. Y cuando la emoción haya recorrido los pasillos, cuando los titulares hayan empezado a escribirse y el eco de los cruces masculinos aún resuene en la sala, llegará el turno de ellas.

    Porque la Copa de la Reina no pide permiso: reclama su espacio y cada vez se lo gana más y más.

    Será a partir de las 16:00 horas (horario peninsular) cuando el acto vuelva a cobrar vida, y alrededor de las 16:30, cuando las bolas empiecen a hablar y el destino quede sellado. Desde ese instante, ya no habrá marcha atrás.

    Atrás quedan los octavos de final. Un fin de semana intenso, de goles, de emoción y de eliminatorias que recordaron por qué este torneo tiene un lugar especial en el corazón del fútbol femenino español.

    Solo ocho equipos han sobrevivido al filtro. Ocho escudos. Ocho historias distintas. Ocho maneras de entender el fútbol. Ocho caminos que se cruzarán inevitablemente.

    Los nombres que estarán dentro del bombo son los siguientes:


    • Fútbol Club Barcelona
    • Real Madrid
    • Atlético de Madrid
    • Athletic Club
    • Real Sociedad de Fútbol
    • Madrid CFF
    • Costa Adeje Tenerife Egatesa
    • Badalona

    Ocho equipos que representan tradición, presente y futuro. Ocho proyectos que han entendido que la Copa no concede treguas y que cada partido puede ser el último.

    Los cuartos de final de la Copa de la Reina Iberdrola se disputarán a partido único, sin red, sin margen de error.

    Los encuentros tendrán lugar los días 3, 4 y 5 de febrero, en una semana que se antoja decisiva no solo para la Copa, sino para el calendario global del fútbol femenino español.

    Porque el contexto importa.
    Y este año, más que nunca, el calendario aprieta y la exigencia se multiplica.

    Todos los caminos conducen a un mismo punto, un mismo horizonte que guarda un mismo sueño.

    La gran final de la Copa de la Reina Iberdrola se disputará en el Estadio de Gran Canaria, un escenario que espera convertirse en epicentro del fútbol femenino nacional, en lugar de peregrinación para aficiones, jugadoras y relatos.

    Pero antes de pensar en finales, hay que sobrevivir a los cruces. Y para llegar a Gran Canaria, primero hay que pasar por febrero.

    El sorteo de cuartos llega, además, con un factor añadido que añade tensión, narrativa y dificultad: la Supercopa de España Iberdrola.

    Pocos días después de disputarse los cuartos de final de Copa, Atlético de Madrid, Real Madrid, Athletic Club y FC Barcelona pondrán rumbo a Castellón para disputar las semifinales del primer título oficial del año.

    Los emparejamientos ya están definidos:
    • Atlético de Madrid vs Real Madrid
    • FC Barcelona vs Athletic Club

    Todo ello sobre el césped del Estadio SkyFi Castalia, en una concentración que exigirá gestión de cargas, rotaciones, mentalidad competitiva y capacidad para sostener el pulso emocional de dos competiciones que no entienden de excusas.

    En este punto de la competición, no hay rivales cómodos. No hay cruces menores. No hay eliminatorias de trámite.
    • El Barcelona, vigente dominador del fútbol nacional, sabe que la Copa es terreno minado.
    • El Real Madrid, en plena construcción de una identidad ganadora, ve en este torneo una oportunidad de oro.
    • El Atlético de Madrid, con su ADN copero, entiende mejor que nadie lo que significa sobrevivir a una eliminatoria.
    • El Athletic Club, fiel a su esencia, compite siempre desde el orgullo.
    • La Real Sociedad, con una de las canteras más fértiles del país, quiere volver a sentirse grande.
    • El Madrid CFF, ejemplo de resistencia y ambición.
    • El Costa Adeje Tenerife, capaz de convertir su casa en una fortaleza.
    • El Badalona, dispuesto a seguir rompiendo pronósticos.

    Cada bola encierra una historia posible. Cada cruce, un relato distinto y todos los partidos ofrecen la opción de cambiar las dinámicas de un curso.

    El 7 de enero no se juegan puntos. No se marcan goles. No hay celebraciones ni lágrimas. Pero ese día empieza todo.

    Empieza la semana en la que los cuerpos técnicos ajustan calendarios.
    Empieza la semana en la que las jugadoras miran el escudo rival y piensan: sí, contra ellas.
    Empieza la semana en la que las aficiones imaginan viajes, noches frías de febrero y celebraciones imposibles.

    Este torneo te obliga a no mirar más allá del siguiente desafío porque la línea entre la clasificación o la eliminación es muy fina.

    La Copa de la Reina es un torneo aje no se explica, únicamente se siente con pasión y tensión.

    Es el torneo donde los favoritos caen, donde las sorpresas crecen, donde los detalles deciden. Donde una parada, un rebote o un silencio en la grada pueden escribir páginas que duren décadas.

    La Copa no entiende de jerarquías.
    Entiende de momentos y por eso, cuando el bombo gire en Las Rozas, no estará decidiendo solo unos emparejamientos. Estará activando la maquinaria del relato más puro del fútbol femenino español.

    El sorteo es muy importante porque la Copa no se juega, más bien se vive y el 7 de enero volveremos a disfrutar de su magia con los cruces de los cuartos de final.

    (Fuente: Getty imágenes)
  • Oficial | “El Partido de Manu” da el salto al formato podcast para ampliar su mirada sobre la actualidad del fútbol femenino

    (Fuente: Liga F Moeve)

    🔲 La web especializada en fútbol femenino desde 2014 incorpora el formato sonoro como nueva vía de análisis, reflexión y divulgación, con la voz y las opiniones de Manu López Fernández como eje complementario del proyecto.

    El Partido de Manu, medio digital especializado en fútbol femenino desde el año 2014, ha tomado la decisión estratégica de dar un paso más en su proceso de crecimiento, consolidación y adaptación a los nuevos hábitos de consumo informativo con la creación de una versión en formato podcast, que permitirá a su comunidad de lectores y lectoras escuchar directamente las opiniones, análisis y reflexiones de Manu López Fernández sobre la actualidad del balompié practicado por mujeres.

    Tras más de una década de trayectoria informativa, El Partido de Manu se ha consolidado como un espacio de referencia para quienes buscan una cobertura rigurosa, contextualizada y profundamente comprometida con el desarrollo del fútbol femenino, tanto a nivel nacional como internacional. Desde sus inicios, el proyecto ha apostado por una narrativa que va más allá del resultado, poniendo el foco en el contexto histórico, la evolución estructural de las competiciones, el crecimiento de los clubes, el impacto social del deporte femenino y las historias humanas que lo rodean.

    La incorporación del formato podcast responde a la voluntad de reforzar esa identidad editorial y adaptarla a un lenguaje sonoro que permita una relación todavía más cercana con la audiencia. A través de esta nueva vía de comunicación, El Partido de Manu busca trasladar su mirada analítica y reflexiva al terreno del audio, manteniendo intactos los valores que han definido el proyecto desde 2014: independencia, especialización, profundidad y pasión por el fútbol femenino.

    podcast de El Partido de Manu nace con el objetivo de convertirse en un espacio de análisis pausado, en el que se abordarán los principales temas de actualidad del fútbol femenino: competiciones nacionales como la Liga F, la Copa de la Reina o las categorías formativas; torneos internacionales de selecciones y clubes; grandes citas europeas y mundiales; movimientos institucionales; derechos audiovisuales; profesionalización del sector y el impacto mediático del crecimiento del fútbol practicado por mujeres.

    En este nuevo formato, los oyentes podrán escuchar directamente la voz de Manu López Fernández, fundador y editor de El Partido de Manu, cuyas opiniones y análisis han acompañado durante años a una comunidad fiel de lectores. El podcast permitirá profundizar en debates que muchas veces requieren un tono más conversacional, reflexivo y cercano, sin las limitaciones propias del texto escrito.

    La intención es ofrecer un contenido que combine actualidad, análisis táctico, contexto histórico y lectura emocional, manteniendo la esencia que ha caracterizado a la web y trasladándola a un formato que favorece la escucha atenta y el acompañamiento en el día a día de la audiencia.

    Manu López Fernández cuenta con una trayectoria estrechamente vinculada al fútbol femenino, no solo desde el ámbito periodístico independiente, sino también desde su experiencia profesional como periodista del Madrid CFF, uno de los clubes históricos del fútbol femenino español. Esa vivencia desde dentro del día a día de un club de la élite aporta al podcast una mirada informada, crítica y constructiva, basada en el conocimiento real de las dinámicas deportivas, institucionales y comunicativas que rodean al fútbol femenino.

    El podcast se concibe, por tanto, como una extensión natural del trabajo desarrollado en la web, donde la opinión no se entiende como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para generar reflexión, debate y comprensión sobre el momento histórico que atraviesa el fútbol femenino.

    Desde su nacimiento en 2014, El Partido de Manu ha acompañado la transformación del fútbol femenino en España y en el mundo: desde los años de invisibilidad mediática hasta el actual proceso de profesionalización, crecimiento de audiencias y consolidación de competiciones. En ese camino, el medio ha sido testigo y altavoz de hitos deportivos, cambios estructurales y luchas por el reconocimiento que han marcado una época.

    La apuesta por el formato podcast refuerza ese compromiso con la divulgación especializada y con la necesidad de ofrecer contenidos que ayuden a entender el presente del fútbol femenino sin perder de vista su pasado y los desafíos de futuro. Se trata de una herramienta más para seguir construyendo un relato propio, independiente y coherente con los valores fundacionales del proyecto.

    versión podcast de El Partido de Manu se integrará progresivamente en el ecosistema digital del medio, complementando los contenidos escritos que seguirán siendo una de sus señas de identidad. Próximamente se anunciarán las plataformas en las que estará disponible, así como la periodicidad y los primeros temas a tratar.

    Con este nuevo paso, El Partido de Manu reafirma su vocación de medio especializado, comprometido y en constante evolución, convencido de que el fútbol femenino merece espacios de análisis propios, voces especializadas y formatos que acompañen su crecimiento.

    Porque el fútbol femenino ya no se explica solo con resultados, sino con relatos, memoria y voz propia, El Partido de Manu abre ahora un nuevo canal para seguir contando su historia. El paso al podcast no es un cambio de formato, es una declaración de intenciones: escuchar el juego, entenderlo y acompañarlo. En un momento clave para el balompié practicado por mujeres, cuando el ruido crece y la profundidad es más necesaria que nunca, la palabra vuelve a ocupar su lugar. Y lo hace con la misma premisa que en 2014 dio origen al proyecto: mirar el fútbol femenino de frente, con respeto, con contexto y con alma.

    Porque mientras haya partidos que analizar y caminos que recorrer, El Partido de Manu seguirá estando ahí, ahora también para ser escuchado.

    Link al episodio piloto |

    https://www.bandlab.com/join/uw7zt0vEpisodio piloto

  • Reportaje | La “promesa” amarilla que está en el cajón del olvido desde 2022

    (Fuente: Archivo de Zona Amarilla)

    🔲 Mientras el Costa Adeje Tenerife es un ejemplo a seguir en el fútbol femenino y llena el Heliodoro, con 2.457 espectadores de media en cada partido, su eterno rival no es más que un recuerdo ante la pasividad de Miguel Ángel Ramírez.

    Las Islas Canarias respiran fútbol por los cuatro costados, no estamos descubriendo la fórmula secreta de la Coca-Cola, pero hay mucho trabajo por hacer en territorio insular en lo que a fútbol femenino se refiere y no será por el empeño que le pone D. Sergio Batista con su Costa Adeje Tenerife, el problema está marcado en amarillo.

    La Unión Deportiva Las Palmas por la que han pasado grandes estrellas como Jesé Rodríguez, Juan Carlos Valerón, Pedri o Jonathan Viera es el único elenco importante, el Real Madrid se salvó de la quema en 2020, que en pleno siglo XXI no tiene sección de fútbol femenino.

    España levantó la Copa del Mundo en categoría absoluta el pasado 20 de agosto de 2023 en Sídney a costa de Inglaterra por 1-0 con un gol de la jugadora del PSG Olga Carmona.

    Aquella mañana muchos equipos como el Madrid CFF, del quien les escribe ha formado parte durante tres años, se congratularon del éxito de la nación ibérica, pero hubo una entidad que no pudo sentir esa proeza como propia y si, por increíble que parezca, les hablamos de Las Palmas.

    El conjunto pio pio ha sido adelantado por la izquierda por el Club Deportivo Tenerife Femenino, quien este pasado verano se alió con el antiguo Granadilla Tenerife Egatesa para incorporar al club azul y blanco al Costa Adeje, semifinalista de la Copa de la Reina en 2022, que ha coqueteado en varias ocasiones con entrar en Europa, algo que irrita a los habitantes de Gran Canaria sobremanera, así de simple.

    Se puede decir, con un tono reivindicativo y no titubeante que Las Palmas y el fútbol femenino es la asignatura pendiente de un gigante adormecido, que debe reaccionar para dejar de avergonzar a la sociedad que corea ya de memoria nombres como el de Jenni Hermoso, Aitana Bonmatí, Alexia Putellas o Vicky López e incluso acude a las tiendas de Adidas para comparar camisetas con estas serigrafías y es que la profesión de futbolista es la segunda más elegida por las niñas en la actualidad por detrás de medicina, según reveló un estudio de Adecco en septiembre de 2025.

    Existen promesas que resuenan como himnos de esperanza. Y hay promesas que, con el paso del tiempo, se convierten en un eco doloroso, un lamento uniforme que recuerda a quienes lo escuchan que el compromiso no estuvo jamás acompañado de la valentía necesaria para materializarlo.

    Así comienza la historia de la Unión Deportiva Las Palmas con el fútbol femenino: no como epopeya de conquista, sino como crónica de **una deuda histórica, una promesa no cumplida y un olvido institucional que ya pesa como una losa sobre la grandeza de una entidad que se precia de ser casa de todos los canarios.

    Para entender el presente hay que mirar al pasado con honestidad radical. UD Las Palmas, club con casi 76 años de historia y uno de los emblemas del fútbol español en el Atlántico, tuvo un equipo femenino en la temporada 2009-2010 y 2010-2011. Compitió en la Superliga Femenina, la máxima categoría de aquel momento, donde la élite del fútbol femenino español buscaba consolidar su profesionalización.

    Pero esos dos años de existencia no fueron acompañados de una hoja de ruta sólida ni de inversiones planificadas. Tras descender, la sección se disolvió por completo. La excusa oficial apuntaba a problemas económicos, a un contexto poco favorable y a la sensación de que “no había base organizativa” para sostener la actividad deportiva.

    Ese ha sido el primer gran fallo de la institución por mucho que se deje pasar como si nada.

    No es menor: en un momento en que el fútbol femenino empezaba a dar sus primeros pasos de profesionalización y visibilidad, Las Palmas retrocedió, renunció a construir, y dejó escapar una oportunidad histórica que otros clubes supieron aprovechar.

    Y mientras el Club Deportivo Tenerife, Real Unión Tenerife, y otros proyectos canarios femeninos fueron consolidándose a nivel nacional y profesional, Las Palmas apagó la chispa de forma aberrante.

    Desde entonces, la etiqueta de “club sin equipo femenino” se ha convertido en un estigma, especialmente porque la estructura masculina del club ha seguido creciendo en infraestructura, marketing, derechos televisivos y presencia social, mientras que el fútbol femenino quedaba relegado a un cajón polvoriento del olvido institucional.

    El siguiente gran capítulo de esta historia llegó en 2022. En marzo de ese año, el presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, anunció públicamente que “La UD Las Palmas contará de nuevo con un equipo femenino. Entra dentro de nuestros próximos proyectos.”

    Este tipo de declaraciones —que se hiceron eco en los medios y encendieron la esperanza de aficionadas, futbolistas canarias y la afición en general— son en teoría una declaración de intenciones: una promesa con fecha, un plan trazado, una nueva era que se acerca.

    Pero, como veremos más adelante, las palabras se quedaron en el aire, qué triste no cumplir con lo pactado.

    La frase de Ramírez, repetida incluso como titular en periódicos deportivos y portales de noticias, creó expectativas legítimas. Porque después de años de ausencia total de compromiso con el fútbol femenino, era más que bienvenida una postura que, al menos sobre el papel, mostraba voluntad de revertir el error histórico y nada cambia ni tiene pinta de hacerlo a corto plazo, es lamentable, con perdón por el ataque de sinceridad.

    Y ese anuncio en 2022 supuso una chispa de ilusión, la realidad que siguió fue de un estancamiento absoluto que desbordó todo tipo de lógica deportiva, social y ética.

    En 2023, la propia entidad, a través de declaraciones del presidente, descartó momentáneamente la posibilidad de crear la sección femenina debido a la falta de recursos y al coste que supondría su puesta en marcha, alegando que “no se generan los mismos ingresos” en el fútbol femenino y que el club no estaba en disposición de asumir ese reto en ese momento. 

    Es decir, años después del anuncio público, la respuesta oficial fue una narrativa que, en esencia, dice que no hay Unión Deportiva Las Palmas en clave femenina.

    Todo ello en un contexto en el que el club ha continuado creciendo, agrandando sus secciones de fútbol base masculino, invirtiendo en infraestructura, derechos televisivos y programas de formación —todo sin que el fútbol femenino se convierta en una prioridad. El contraste es innegable.

    Y ante esa comparación, la teoría se vuelve crítica: ¿hasta qué punto la falta de recursos es excusa y hasta qué punto es una decisión deliberada de no asignar prioridades? Ya no cuela, lo siento.

    Sin embargo, incluso ante este crecimiento sostenido, Las Palmas no solo no ha consolidado su proyecto femenino, sino que ha retrocedido en su propio compromiso institucional.

    Mientras otros clubes canarios como CD Tenerife han potenciado su estructura femenina —y otros equipos regionales como Granadilla han alcanzado el primer nivel— la UD Las Palmas ha permanecido en la sombra, con palabras de buena voluntad y ausencia de acciones concretas. 

    Esa contradicción no puede leerse como falta de recursos (porque el vehículo principal del club, su primer equipo masculino, sigue siendo una prioridad absoluta) sino como falta de voluntad estratégica para invertir humanidad, dinero, fuerza organizativa y presencia institucional en un proyecto que no solo es socialmente necesario, sino que también es una oportunidad deportiva y de identidad regional.

    Porque, si en algo se han aplicado con diligencia las últimas décadas, ha sido en acciones de marketing, campañas, apariciones mediáticas y proyectos que generan visibilidad externa. Pero en términos de estructurar un equipo femenino propio y crecer con coherencia institucional, la respuesta ha sido sistemáticamente tibia.

    La narrativa que dice “queremos, pero no podemos” ha llegado a sonar como una mezcla de excusa y discurso preparado, sin el peso de un plan serio, sin objetivos medibles, sin cronograma, sin estructura organizativa establecida.

    Porque invertir en fútbol femenino no significa de pronto dedicar millones de euros. Significa:

    ✔️ planificar un proyecto a largo plazo;
    ✔️ integrar las estructuras de cantera femenina en la entidad;
    ✔️ comprometerse con plantillas, técnicos y cuerpos organizativos femeninos:
    ✔️ destinar presupuesto sostenible;
    ✔️ construir una identidad femenina dentro de la marca UD Las Palmas, que no es poco.

    Todo ello puede hacerse con planificación, acuerdos con entidades educativas, con fundaciones, políticas públicas y alianzas estratégicas que no dependen exclusivamente de inyecciones económicas milagrosas.

    Y sin embargo, el discurso oficial repetido en publicaciones del club y entrevistas apunta únicamente a razones económicas: “no tenemos los recursos para asumirlo ahora mismo”. 

    Si eso fuera cierto, entonces residuos de la estructura masculina también tendrían que desaparecer. Pero no es así: el primer equipo masculino sigue con tiempos y prioridades perfectamente definidos, incluso en épocas de transición deportiva (ascensos, descensos, planificación de temporada, campañas de abonados, etc.).

    Clubes de tamaño similar, con estructuras menos potentes que Las Palmas, han dado pasos firmes hacia la profesionalización femenina. Y eso independientemente de la ciudad, la base social o la capacidad económica.

    Pero la UD Las Palmas, por razones que aquí exploramos con rigor crítico, no ha hecho lo mismo. Incluso después de haber anunciado la voluntad de hacerlo.

    Eso ha generado una narrativa de contradicción institucional, porque en otras áreas —como infraestructura, derechos de explotación, marketing, expansión internacional— el club ha actuado con determinación. Entonces, ¿por qué no con el fútbol femenino?

    La respuesta, para muchos, es dolorosamente clara: porque no se ha considerado una prioridad estratégica real.

    Una promesa hecha por un presidente de club —especialmente expresada públicamente— tiene peso. Tiene responsabilidad. Tiene consecuencias.

    Cuando en 2022 se dijo que “La UD Las Palmas contará de nuevo con un equipo femenino”, esa frase quedó en los titulares. Quedó en las expectativas de las jugadoras jóvenes canarias. Quedó en la memoria de quienes creían ver un cambio de rumbo. 

    Pero con el paso del tiempo, esas expectativas se convirtieron en frustración. En silencio institucional. En excusas económicas. En relatos de impotencia en lugar de narrativas de oportunidad.

    La crítica dura, legítima y necesaria, no surge de un enfado estéril: sino de la constatación de lo que pudo haber sido y no fue.
    De lo que se prometió y nunca se materializó.
    De la voluntad expresada y la voluntad ejecutada —dos cosas distintas—.

    Y en esa dicotomía, la institución ha fallado a su comunidad. Ha fallado a las generaciones de futbolistas canarias que merecían una casa, un proyecto, una oportunidad. Ha fallado a quienes ven en el fútbol femenino no solo un deporte, sino una forma de representación, de inclusión y de justicia social.

    Un club tan grande como es la UD Las Palmas puede —y debe— hacer todo esto. Porque si algo ha demostrado el fútbol femenino es que la falta de visibilidad o recursos no es un destino inmutable. Otros clubes lo están logrando, y la evidencia es clara.

    Pero para hacerlo, hace falta algo más que palabras bonitas en una rueda de prensa. Hace falta coraje institucional. Hace falta aceptar que las promesas tienen consecuencias y que un liderazgo sin acciones concretas es una promesa rota.

    Este reportaje no es un ataque sin fundamentos. Es un llamado a la responsabilidad histórica. A la coherencia entre discurso e impacto. A la justicia deportiva.

    Porque en Canarias, en Las Palmas de Gran Canaria y en todo el archipiélago, las jugadoras han demostrado con fútbol, con garra y con crecimiento constante que merecen un proyecto que las represente.

    Y la UD Las Palmas, entidad centenaria y estandarte de la afición canaria, tiene ante sí una elección: seguir siendo un gigante adormecido ante el fútbol femenino… o levantarse con valentía y decir, con hechos, que sí: que la tierra amarilla también tiene un lugar para ella.

    Porque las promesas bonitas se las lleva el viento.
    Pero los equipos —verdaderos, estructurados, integrados— quedan para siempre.

    Deben creerme cuando les digo que hubo un tiempo —y no es una metáfora, ni una licencia poética— en el que el fútbol femenino en Canarias no pedía permiso para existir. Simplemente existía. Competía. Resistía. Y, en silencio, hacía historia. Antes de que el foco mediático se girara tímidamente hacia ellas, antes de que la palabra “profesionalización” entrara en el diccionario cotidiano del deporte español, las mujeres ya jugaban al fútbol en las islas con una dignidad que hoy merece memoria, respeto y reivindicación.

    Porque el pasado glorioso del fútbol femenino canario no se escribe desde el marketing ni desde los despachos. Se escribe desde el barro, desde los viajes interminables en guaguas prestadas, desde campos sin gradas, desde camisetas heredadas, desde botas compartidas. Y en ese pasado, la Unión Deportiva Las Palmas no fue ajena. Aunque hoy parezca increíble, hubo un momento en el que el escudo amarillo también latió en femenino.

    Corría el final de la década de los 2000 cuando la Unión Deportiva Las Palmas decidió, al menos durante un instante, mirar de frente a una realidad que ya crecía con fuerza: el fútbol femenino reclamaba espacio, estructura y legitimidad. No era una moda. No era una imposición externa. Era una consecuencia natural del talento que brotaba en los barrios, en los colegios, en los campos de tierra de Gran Canaria.

    Así nació la UD Las Palmas Femenino, un proyecto que llegó a competir en la Superliga Femenina, la máxima categoría del fútbol español en aquel momento. No hablamos de regionales, ni de competiciones simbólicas. Hablamos de la élite. De enfrentarse a clubes consolidados, de viajar a la Península, de representar a Canarias en un mapa donde casi nadie lo hacía.

    Aquellas futbolistas —cuyos nombres deberían estar grabados en piedra en la memoria colectiva del club— defendieron el escudo amarillo cuando hacerlo no daba prestigio, ni dinero, ni titulares. Lo hicieron por amor al juego, por orgullo, por la convicción íntima de que estaban abriendo una puerta para las que vendrían después.

    Ese fue el pasado glorioso: el tiempo en el que Las Palmas sí estuvo, aunque fuera de forma imperfecta, incompleta, y precaria, pero al menos estuvo .

    La gloria se alcanzó sin focos, épica o aplausos y no fue un camino fácil. Nunca lo es para las pioneras. Aquella UD Las Palmas Femenino vivió entre la ilusión y la fragilidad estructural. Competía en igualdad deportiva, pero en desigualdad absoluta de medios. Cada temporada era una batalla por sobrevivir. Cada partido, una reivindicación silenciosa.

    Y aún así, resistieron contra viento u marea, creciendo ante la adversidad, como titanes.

    Se repusieron a los viajes imposibles.
    Resistieron a la indiferencia mediática.
    Resistieron a la falta de inversión.
    Resistieron a la sensación constante de ser un proyecto secundario.

    Eso también es gloria.
    Una gloria que no se mide en títulos, sino en haber estado cuando nadie más quería estar.

    Porque mientras otros grandes clubes ni siquiera se planteaban la existencia de un equipo femenino, la UD Las Palmas —aunque de manera frágil— dio el paso. Y eso importa. Importa mucho. Porque demuestra que sí se pudo, que sí hubo voluntad en algún momento, que no es cierto que el fútbol femenino sea ajeno al ADN del club.

    El problema no fue haber estado, si no haberse ido cuando no tocaba.

    El abandono como ruptura histórica
    El descenso deportivo llegó. Y con él, la decisión más dolorosa: disolver la sección femenina. No reconstruir. No replantear. No resistir. Desaparece y ahí algo se quebró de golpe.

    Porque los clubes verdaderamente grandes no se definen solo por sus éxitos, sino por cómo protegen a sus proyectos cuando llegan las dificultades. Y la UD Las Palmas, en ese punto, eligió el camino más fácil: cortar, borrar, mirar hacia otro lado.

    Esa orfandad no fue solo deportiva, también tuvo un tinte simbólico. Fue un mensaje devastador para las futbolistas canarias: “cuando las cosas se ponen difíciles, vosotros sois prescindibles”. Y ese mensaje, aunque nunca se dijo en voz alta, caló durante años.

    El pasado glorioso quedó entonces congelado en la memoria. Como una fotografía antigua que nadie quiere colgar en el salón. Como una historia que incomoda porque recuerda que otra UD Las Palmas fue posible.

    Las pioneras que sostuvieron el escudo se encuentran hoy en día en el cajón del olvido.
    Hablar del pasado glorioso es también hablar de ellas. De las jugadoras. De las entrenadoras. De los cuerpos técnicos que sostuvieron aquel proyecto con convicción y dignidad. Mujeres que defendieron el escudo sin contratos profesionales, sin seguridad, sin promesas de futuro.

    Ellas son la prueba viviente de que el fútbol femenino en Canarias no empezó ayer, ni nació con la Liga F, ni apareció por generación espontánea. Viene de lejos. Tiene raíces profundas. Y esas raíces también pasan por la UD Las Palmas.

    Cada vez que hoy se argumenta que “no hay base”, que “no hay estructura”, que “no es el momento”, esas palabras chocan de frente con la realidad histórica: ya hubo base, ya hubo equipo, ya hubo estructura, aunque fuera mínima. Lo que faltó fue continuidad, compromiso y visión.

    Y eso no es una limitación económica, no se engañen, por que es una decisión política y deportiva que ya no se sostiene por más tiempo.

    Recordar el pasado glorioso no es nostalgia vacía, ni mucho menos, es, claramente un acto de justicia. Es negarse a aceptar el relato cómodo de que la UD Las Palmas nunca tuvo relación con el fútbol femenino. La tuvo y, sin saber porqué, la perdió.

    Por eso este pasado no debe ser enterrado, sino recuperado como punto de partida.

    Porque si alguna vez existió una UD Las Palmas Femenino capaz de competir en la élite con recursos mínimos, ¿qué no podría hacerse hoy, con un club más fuerte, más estable y más consciente de su impacto social?

    Porque la historia ya habló
    La historia ya demostró que sí se puede.
    Que el escudo amarillo sí supo latir en femenino.
    Que hubo un tiempo en el que la UD Las Palmas entendió que representar a Canarias era representar a toda Canarias, no solo a una parte.

    Ese pasado no es una anécdota, sino un espejo en el que la directiva haría bien en mirarse, pues un club con tanta relevancia no puede tener mentalidad de elenco mediocre, ese escudo no lo merece.

    Hubo generaciones que crecieron soñando con ser futbolistas, con la ilusión de vestir los colores de su ciudad, de su isla, de su club. Pero hubo un obstáculo que nadie anunció en el reglamento: la UD Las Palmas no tenía equipo femenino. Ni siquiera uno oficial. Solo palabras, titulares rotos y promesas que se evaporaban antes de que la temporada comenzara.

    La infancia de las que esperaban un hogar amarillo. Piensa en las niñas que, desde los barrios de Vegueta, Triana o Tamaraceite, miraban con admiración el estadio, los entrenamientos del primer equipo masculino y soñaban con un futuro en el verde. Para ellas, el club no era solo un símbolo: era un espejo, una posibilidad tangible de profesionalizar su pasión. Pero el espejo estaba roto. Las puertas estaban cerradas. El escudo que debía representar su territorio, su orgullo y su esfuerzo, no estaba disponible para ellas.

    No existía proyecto, no existían entrenamientos estructurados dentro del club, no existía una progresión clara hacia la élite. Las niñas con talento tenían que buscar alternativas: clubes pequeños, asociaciones, equipos satélite, desplazamientos interminables a otros municipios… o rendirse ante la falta de oportunidades.

    El impacto en la identidad y la autoestima deportiva de futbolistas como Misa Rodríguez, ahora el el Real Madrid, hubiera aumentado si la internacional absoluta por España hubiera tenido la oportunidad de ser del equipo de su tierra.

    Niñas como ella crecieron ilusión, sí, pero también con frustración. Porque el fútbol femenino no es solo un deporte; es un vehículo de identidad. Es sentir que perteneces a algo más grande que tú, que tus logros tienen un reflejo en tu comunidad. Y cuando ese reflejo no existe, cuando el club que representa a tu ciudad no abre sus puertas, las consecuencias son profundas:
    • Pérdida de motivación: muchas niñas talentosas abandonaron la práctica del fútbol al no ver un futuro realista.
    • Desigualdad simbólica: mientras los niños tenían un club estructurado, con cantera y referentes claros, las niñas tenían que inventar su camino.
    • Desconexión social: la sensación de que el club “no cuenta contigo” cala en la percepción de justicia deportiva y pertenencia.

    El efecto no fue solo individual. Fue colectivo. Un vacío de décadas que hoy se percibe como una herida abierta en la memoria deportiva canaria. Cada generación que crece sin escudo pierde también la oportunidad de alimentar la identidad del club con talento femenino local.

    Pero incluso en la ausencia, hubo heroínas anónimas. Niñas que entrenaban en el Llamoro, en equipos de barrio, en asociaciones pequeñas.

    Chicas que viajaban horas para disputar un partido en Tenerife o Lanzarote. Niñas que sostenían con su esfuerzo diario la bandera de la pasión futbolística canaria, sin reconocimiento institucional, sin el escudo que debía ser suyo.

    Ellas son las verdaderas protagonistas de este capítulo del fútbol en Las Palmas. No los presidentes ni los comunicados oficiales. Ellas son la prueba de que el talento existe, aunque el club no haya querido verlo, estructurarlo ni celebrarlo.

    Son las niñas que crecieron sin un hogar amarillo, y que hoy reclaman, silenciosa y justicieramente, una oportunidad que debería haber llegado hace años.

    El costo social y deportivo del vacío
    Este vacío no se mide solo en títulos o resultados; se mide en vidas deportivas truncadas, en sueños diferidos, en potencial desperdiciado. Cada futbolista femenina que podría haber vestido la UD Las Palmas y hoy brilla en otro club representa un talento que el club perdió por inacción.

    El silencio institucional se convierte, así, en un acto político de omisión: un mensaje implícito a las niñas de Canarias de que su pasión no es prioridad, de que su escudo no existe, de que su esfuerzo no tendrá reconocimiento en la entidad que debería ser su referente.

    La elección del Estadio de Gran Canaria como sede de la gran final de la Copa de la Reina 2025-2026 ha encendido un debate que va más allá de lo meramente logístico. Para muchos, representa un hito en la visibilidad del fútbol femenino en las Islas Canarias, un reconocimiento al creciente prestigio de la competición y una oportunidad para consolidar a la isla como centro neurálgico del deporte nacional.

    Para otros, sin embargo, plantea interrogantes sobre la implicación real de sus gestores y el compromiso de la infraestructura con el balompié femenino, en contraste con el entusiasmo y la dedicación que se observa en clubes como el Costa Adeje Tenerife, que han logrado conquistar a la afición local a pesar de limitaciones históricas y estructurales.

    El Estadio de Gran Canaria, con su capacidad para más de 32.000 espectadores y su ubicación estratégica en Las Palmas, ofrece un marco espectacular para una final de la segunda competición más importante del fútbol femenino español.

    Su diseño moderno y la experiencia acumulada en eventos de gran calibre convierten al estadio en un escaparate perfecto para mostrar la fuerza y el crecimiento del fútbol femenino. No obstante, la decisión de otorgarle la final ha sido objeto de críticas veladas y explícitas: algunos consideran que, pese a las buenas intenciones, la gestión del recinto no ha mostrado un interés consistente por promover el fútbol femenino local, generando cierta desconexión entre el potencial del estadio y la realidad de la competición.

    Más allá de la polémica, la designación del estadio pone de relieve la apuesta del Cabildo de Gran Canaria por atraer a la isla eventos de relevancia nacional e internacional. La Copa de la Reina 2025-26 no es un simple partido; es un símbolo del empuje del fútbol femenino en España, un torneo que llega en un momento histórico en el que la selección nacional ha alcanzado la cima del balompié mundial, bicampeona de la Liga de Naciones y consolidada como la mejor del mundo en el ránking FIFA.

    La final en Gran Canaria será, por tanto, una cita cargada de significado: no solo definirá un campeón, sino que también servirá como plataforma de visibilidad para jugadoras, clubes y aficionados que buscan reconocimiento y consolidación de su proyecto deportivo.

    El proceso de elección del estadio, respaldado por la Federación Interinsular de Fútbol de Las Palmas y el Cabildo, refleja una estrategia clara de promoción deportiva. La candidatura de la isla se integra dentro de los actos del centenario del ente federativo provincial presidido por José Juan Arencibia, una celebración que combina tradición, identidad local y proyección hacia el futuro. Aunque el anuncio oficial aún estaba pendiente al cierre de los preparativos, las expectativas son altas: se espera que la final no solo cumpla con los estándares deportivos, sino que también deje un legado tangible en términos de infraestructura, afición y repercusión mediática.

    Sin embargo, no todo son luces. La falta de implicación directa del propietario del estadio en la promoción del fútbol femenino ha sido objeto de críticas, planteando preguntas sobre la sostenibilidad de eventos de este calibre en infraestructuras que no priorizan el desarrollo de la disciplina. Esta situación contrasta con la experiencia vivida por el Costa Adeje Tenerife en el Heliodoro Rodríguez López, donde la fusión con el CD Tenerife y la presencia constante de la afición han generado un ecosistema de apoyo genuino que se refleja tanto en la asistencia como en la motivación de las jugadoras. La diferencia es clara: un estadio no hace un evento; son las personas, la cultura deportiva y la implicación de clubes y federaciones las que transforman un recinto en un símbolo del fútbol femenino.

    Aún así, la final en Gran Canaria representa un paso adelante indiscutible que debe convencer a la directiva amarilla de volver a ser parte de nuestro querido balompié femenino.

    Es una oportunidad para demostrar que la isla puede albergar grandes citas con éxito, proyectando la imagen del fútbol femenino más allá de las fronteras locales. La repercusión mediática del torneo, la cobertura televisiva y la presencia de afición de toda España tienen el potencial de consolidar a Gran Canaria como una sede recurrente de eventos de alto nivel, sentando un precedente para futuros campeonatos y contribuyendo al posicionamiento estratégico del archipiélago en el mapa deportivo nacional.

    El evento también plantea un desafío logístico y organizativo de gran envergadura. La final deberá combinar seguridad, comodidad para los espectadores, visibilidad para los medios de comunicación y, sobre todo, una experiencia memorable para las jugadoras que competirán por un título que ha ganado prestigio año tras año.

    La coordinación entre la Federación Española de Fútbol, la Federación Interinsular, el Cabildo y los equipos participantes será clave para garantizar que la cita cumpla con todas las expectativas y que la afición pueda disfrutar de un espectáculo digno de la magnitud del fútbol femenino en 2025.

    Finalmente, más allá de la crítica o la controversia, el Estadio de Gran Canaria se prepara para un momento histórico. La final de la Copa de la Reina 2025-2026 no será solo un partido; será un hito simbólico del crecimiento del fútbol femenino, de la proyección de las Islas Canarias y de la capacidad de un territorio para combinar tradición, infraestructura y ambición deportiva.

    La decisión de situar el evento en este estadio coloca a Gran Canaria en el epicentro de la atención nacional, ofreciendo la posibilidad de dejar una huella duradera que vaya más allá del resultado en el césped y que fortalezca el ecosistema del fútbol femenino en la región.

    En este contexto, la clave será aprovechar la oportunidad: demostrar que la isla puede albergar competiciones de primer nivel, consolidar la afición local, garantizar visibilidad mediática y, sobre todo, transmitir la pasión que el fútbol femenino despierta en cada rincón del país. La final en Gran Canaria tiene todos los ingredientes para convertirse en un punto de inflexión, un momento que, bien gestionado, permitirá que las futuras generaciones de jugadoras y aficionados vean en las Islas Canarias un referente del deporte femenino, capaz de combinar espectáculo, emoción y compromiso social, hay todavía mucho margen de mejora para Las Palmas que anhelamos se de paulatinamente, sin prisa, pero sin pausa, ya se llega tarde.

    Así es el Estadio de Gran Canaria. (Imagen: Wikipedia)