
📌 El fútbol femenino vuelve a mirar hacia el horizonte. En el corazón del norte de África, el planeta se detiene para presenciar una nueva cita con la historia: el Mundial Sub-17 Femenino Marruecos 2025.

Cruces |
🔥 Brasil 🇧🇷 🆚 China 🇨🇳 🔥
🔥 Canadá 🇨🇦 🆚 Zambia 🇿🇲 🔥
🔥 Corea del Norte 🇰🇵 🆚 Marruecos 🇲🇦 🔥
🔥 Japón 🇯🇵 🆚 Colombia 🇨🇴 🔥
🔥 España 🇪🇸 🆚 Francia 🇫🇷 🔥
🔥 USA 🇺🇸 🆚 Países Bajos 🇳🇱 🔥
🔥 Méjico 🇲🇽 🆚 Paraguay 🇵🇾 🔥
🔥 Italia 🇮🇹 🆚 Nigeria 🇳🇬 🔥
Un torneo que no solo define a una generación, sino que dibuja el futuro del deporte más universal desde su raíz más pura: el talento joven, el sueño compartido y la esperanza vestida de rojo.
España, tricampeona mundial de la categoría, vuelve a escena. Lo hace con la serenidad de quien ha aprendido a ganar y la ambición de quien no se conforma con haber tocado la gloria. Su camino vuelve a ser el del talento, la exigencia y la emoción: enfrentará en primera instancia a Francia, una vieja conocida de las grandes citas, en el primer peldaño de un cuadro que también reserva duelos posibles con Estados Unidos, México, Italia o Nigeria. Al otro lado del mapa aguardan titanes como Brasil, Japón o Corea del Norte, todos con el mismo sueño: levantar el trofeo que brilla sobre el pedestal de la FIFA, esperando nuevas manos que lo conquisten.
El Mundial Sub-17 llega por primera vez a Marruecos, un país que respira fútbol desde las raíces y que hoy se convierte en epicentro del crecimiento femenino global. Rabat, Casablanca, Marrakech y Fez serán escenarios de historias por escribir, de lágrimas, abrazos y goles que marcarán el inicio de nuevas carreras.
El continente africano se viste de gala para recibir a las futuras reinas del balón, y España viaja con la mirada limpia y el corazón en llamas.
Cada torneo Sub-17 ha sido un capítulo esencial en la epopeya del fútbol femenino español. En Uruguay 2018, España levantó su primer título mundial. En India 2022, repitió la hazaña con una generación que ya pedía paso en la élite. En República Dominicana 2024, llegó la tercera conquista, consolidando un modelo de cantera admirado en todo el planeta. Y ahora, en Marruecos, comienza la batalla por el cuarto trono, el que podría consagrar a España como la dinastía más dominante en la historia del fútbol juvenil femenino.
Las jóvenes convocadas por la Real Federación Española de Fútbol no solo portan una camiseta; cargan sobre sus hombros la herencia de una identidad. Crecieron viendo a Salma Paralluelo, Aitana Bonmatí, Athenea del Castillo y Alexia Putellas convertir los sueños en títulos, los títulos en historia, y la historia en orgullo colectivo.
Cada jugadora de esta Sub-17 representa el relevo natural de una revolución que cambió la forma de entender el fútbol femenino. Su talento, pulido en los campos de Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia, es fruto de un sistema formativo que ha hecho del toque su bandera, del juego combinativo su lenguaje y del compañerismo su secreto.
España no viaja solo con promesas. Viaja con un plan, con un método, con un estilo que ha trascendido categorías y edades. El toque pausado, la presión alta, la lectura inteligente del juego y la capacidad para dominar desde la posesión seguirán siendo su identidad en Marruecos.
El sorteo no ha sido benévolo. El cuadro coloca a España en una ruta cargada de potencia y prestigio.
Su debut ante Francia será una batalla de estilos, de técnica contra físico, de precisión contra intensidad. De superarlo, el camino podría cruzarla con Estados Unidos, una potencia atlética y veloz, símbolo de otra escuela que, históricamente, siempre ha medido fuerzas con la española.
Más adelante, en un eventual cruce de semifinales, podría esperar México o Italia, selecciones en pleno auge formativo, que mezclan garra y talento con un estilo en crecimiento. Y al otro lado del cuadro, esperando en la gran final, podrían estar los gigantes asiáticos o sudamericanos: Japón o Brasil, eternos rivales de España en la lucha por el dominio mundial del fútbol base.
Cada paso será un examen. Cada minuto, una lección. Y cada gol, un eco del legado que comenzó hace más de una década.
El fútbol femenino español no es una moda, es una consecuencia. La consecuencia de creer en la formación, de apostar por la cantera, de invertir en la base y de hacer del balón una escuela de valores.
La Selección Sub-17 es el reflejo más puro de esa filosofía. Con futbolistas que aún cursan bachillerato pero ya entienden el juego como maestras, con una madurez impropia de su edad y una ambición sin límites.
El cuerpo técnico ha construido un grupo de jugadoras polivalentes, técnicas, intensas, que interpretan cada jugada como una sinfonía colectiva. No hay casualidad en el éxito; hay método, hay trabajo, hay identidad.
El trofeo que aparece en el cartel oficial del torneo no es solo una meta. Es un símbolo. Representa la unión de generaciones, la pasión de miles de niñas que entrenan cada día en España soñando con vestir la camiseta nacional, y el orgullo de un país que ha aprendido a ganar desde la humildad.
Cuando suene el himno en Marruecos, no serán once jugadoras las que miren al frente: será todo un país detrás de ellas. Será el eco de Montevideo, de Goa, de Santo Domingo; será la voz de las campeonas del pasado empujando desde la memoria a las campeonas del futuro.
Más allá de los resultados, el Mundial Sub-17 Femenino es una celebración del progreso. Marruecos 2025 no es solo un campeonato, es la prueba de que el fútbol femenino ha conquistado el derecho a emocionar, a inspirar, a llenar estadios y a escribir sus propias epopeyas.
España llega como favorita, sí. Pero también como símbolo. Porque su fútbol ha dejado de ser un secreto y se ha convertido en un legado. Porque ya no compite para demostrar nada, sino para seguir haciendo historia.
Marruecos 2025 marcará un antes y un después. Las jóvenes que hoy viajan al Magreb son el futuro inmediato de la selección absoluta. Algunas debutarán pronto en Liga F, otras ya brillan en las categorías inferiores del Real Madrid, Barcelona, Levante o Athletic Club. Todas comparten un mismo propósito: mantener viva la llama del estilo español.
Y mientras el planeta se prepara para coronar a una nueva campeona, España mira al horizonte con el mismo espíritu que la ha traído hasta aquí: talento, esfuerzo y fe.
Porque el futuro ya no se espera.
El futuro viste de rojo, lleva una estrella bordada en el pecho y sueña con volver a levantar el mundo sobre sus hombros.



















