
⬜️ El conjunto azulgrana se impuso por 0-4 al Levante UD ante los 6.222 espectadores que acudieron a las gradas del estadio Ciutat de València. Ewa Pajor, Kika Nazareth, que fue la MVP del encuentro, Claudia Pina, de penalti, y Alexia Putellas, también desde los once metros, marcaron los goles del cuadro culé.
La previa |

#LigaFMoeve | #LevanteBarça
🏆 Liga F Moeve 2025-2026
🔥 Levante Unión Deportiva 🆚 F.C. Barcelona 🔥
❤️ Matchday 12 | Día de partido
🗓️ Domingo, 23 de noviembre de 2025
⏰ 18:00 horario peninsular
📺 DAZN
🏟️ Estadio Ciutat de Valéncia
En el corazón de Orriols, donde el Ciutat de València se levanta como una fortaleza de hierro y memoria, el domingo se jugará algo más que un partido. Allí, donde tantas veces el Levante ha resistido contra viento, marea y gigantes, el equipo granota afronta uno de los mayores retos de su temporada: recibir al FC Barcelona, líder sólido y maquinaria de élite continental. Dos puntos frente a treinta. La pesadilla frente al sueño. La desesperación frente al absolutismo competitivo blaugrana.
Pero este deporte —y más aún el fútbol femenino español, que tantas epopeyas ha regalado en la última década— vive de noches inesperadas, de pulsos imposibles, de historias que se escriben contra el sentido común. Y ese guion improbable es exactamente el que el Levante intentará sostener sobre el césped.
puntos de 33 posibles. Ninguna victoria en las primeras once jornadas.
Los números hablan de una temporada durísima, exigente, casi cruel para un Levante que no encuentra continuidad, que no consigue explotar sus virtudes y que vive al límite cada jornada. La llegada de Andrés París al banquillo supuso un intento por reactivar la identidad, pero el estreno ante el Deportivo Abanca (1–0) mostró un equipo aún herido, aún en reconstrucción, con bajas clave y con una plantilla que no ha conseguido enlazar un mismo once competitivo durante varias semanas.
La lista de ausencias ante el Depor fue devastadora:
Andrea Tarazona, Sintia Cabezas, Paulina Ali, Gema Soliveres, Bascu, Núria Escoms, Ana Franco y Zipporah Agama.
Jugadoras que representan solidez defensiva, criterio en la medular, pólvora arriba y, sobre todo, profundidad de banquillo. Sin ellas, París se vio obligado a recomponer una estructura que no ha terminado de respirar. El Levante ha luchado, sí, pero sin continuidad, sin precisión en las áreas, sin esa chispa que en temporadas anteriores hacía de su fútbol una amenaza constante.
Aun así, esta jornada es distinta. Ni las bajas ni la lógica matemática importan tanto. Lo que se busca es un punto de inflexión emocional. Un partido que marque un antes y un después. Una actuación colectiva que devuelva al vestuario la sensación de pertenencia, de fuerza, de orgullo. Si existe un escenario para hacerlo, ese es el Ciutat de Valéncia.
El Barça aterriza en Valencia como líder de la Liga F Moeve con 30 puntos de 33, con solo una derrota en once jornadas, con un estilo incomparable en España y con un talento que no requiere presentación. Sin embargo, llega con matices. El reciente empate ante el Chelsea (1–1) en Champions ha evidenciado que el conjunto blaugrana es formidable, sí, pero no infalible. Que su dominio puede sufrir desgastes. Que la temporada empieza a acumular kilómetros de alta exigencia.
La baja de Patri y Salma, especialmente, dibuja un Barcelona que mantiene su esencia —posesión, ritmo, amplitud, presión tras pérdida— pero que pierde mordiente vertical, transición explosiva y llegada desde segunda línea.
El Barça sigue siendo un gigante, pero uno que llega a Valencia con una plantilla tocada y con la obligación de gestionar esfuerzos antes de las últimas semanas intensas.
La ausencia de Salma obliga a buscar caminos más asociativos, menos verticales, lo que puede enredar el partido si el Levante cierra pasillos centrales. Sin Patri, la distribución recae en una construcción más coral.
El Barça sabe que, si el partido se convierte en un intercambio táctico, tiene todas las ventajas. Si se convierte en una batalla emocional, el Levante tendrá opciones de incomodar.
El fútbol suele juzgar realidades como si fueran sentencias inamovibles, pero este deporte ha demostrado demasiadas veces que una sola noche puede transformarlo todo. Si el Levante puntúa —si compite, si vibra, si recupera su espíritu— el impacto emocional podría ser gigantesco. No solo para salir de la zona baja, sino para recuperar identidad.
Para el Barça, en cambio, el objetivo es otro: cerrar la jornada como líder sólido, sin fisuras, manteniendo la distancia y recuperando sensaciones tras el choque europeo. Un pinchazo, incluso un empate, podría volver a abrir la Liga y aumentar el ruido competitivo.
Barça se marcha al parón con 33 puntos, seis por encima del segundo, con un fútbol que mezcla ciencia y magia, colmillo y poesía. Pajor ya es amenaza constante. Pina renace. Kika Nazareth vive en un estado de gracia insultante. Alexia sigue siendo brújula emocional. Laia, equilibrio. Las demás, engranajes perfectos de una maquinaria que parece no tener techo.
En este estadio, el Levante ha caído, ha renacido, ha marcado goles imposibles y ha sobrevivido a tormentas. Es un campo que huele a resistencia, donde el público entiende cuándo su equipo sufre y cuándo necesita un empujón emocional. Y el domingo, más que nunca, el equipo necesitará a su gente.
Porque enfrente está el Barça. El más grande. El más temido. El rival que convierte la victoria granota en una hazaña.
Y precisamente por eso, este partido sabe a algo distinto.
A épica.
A desafío.
A una oportunidad para escribir un capítulo inolvidable.
Así vivimos el último partido de la jornada |

Los onces |
Hay noches de fútbol. Y hay noches que atraviesan el fútbol. Noches que no sólo se juegan, sino que se sienten. Que te rodean, te encogen el pecho y te obligan a entender que, a veces, un partido es más que un partido. El Ciutat de València, con sus 6.222 almas, se preparaba para un duelo que iba mucho más allá de la clasificación, más allá de los puntos, más allá del miedo a un Barça imparable. Había una vibración emocional antes del pitido inicial, una especie de electricidad triste, un murmullo compartido.
Las jugadoras de Levante UD y FC Barcelona, lado a lado, sosteniendo una pancarta contra la violencia machista, miraron hacia la grada en un gesto que decía más que cualquier himno. Luego llegó ese minuto de silencio que no fue silencioso: se escucharon respiraciones temblorosas, un sollozo aislado, un suspiro profundo que comenzó en el fondo de la grada y pareció recorrer de manera invisible todo el estadio. Fue un silencio con peso. Un silencio que acompañaba heridas. Un silencio que decía: aquí estamos. Juntas.
Cuando el balón echó a rodar, ya todos sabíamos —aunque no quisiéramos reconocerlo— que aquella noche no sería una más en la Liga F Moeve. Y la competición respondió. Respondió con su corazón más puro.
El Barcelona apareció en el Ciutat como lo hacen los grandes emperadores antes de entrar en una batalla que saben que controlan antes de empezar: no de forma arrogante, sino con una calma que intimida más que cualquier grito. Pajor, Pina, Kika, Alexia… nombres que suenan a arte, a historia, a presente luminoso.
El Levante, herido, último, pero jamás arrodillado, se colocaba en su trinchera, sabiendo que cada balón sería un pulso contra la lógica. Había orgullo en cada gesto de Teresa Mérida, en la valentía de Alma Velasco, en la mirada firme de Anna Álvarez que, en su debut, sabía que aquella noche iba a ponerla a prueba como pocas veces en su carrera.
A los catorce minutos ocurrió la primera pincelada maestra, esa que sólo las que ven el fútbol a cámara lenta pueden crear. Kika Nazareth, que jugaba entre líneas con la naturalidad de quien respira, recibió el balón en la frontal, levantó la cabeza, vio un espacio minúsculo donde el resto veía una muralla, y filtró un pase que parecía escrito por dentro.
El balón viajó como si supiera exactamente qué debía ser. Pajor lo entendió antes que nadie. La polaca no controló: domó. Se perfiló, acomodó el cuerpo y golpeó con una frialdad que heló la sangre. Un disparo seco, sin adornos, sin dudas. Anna Álvarez voló como si su vida dependiera de ello, pero la pelota ya había elegido su destino: la red para hacer el 0–1 antes del primer cuarto de hora.
El cero a uno como un puñetazo envuelto en terciopelo. El Barça no gritó. No necesitaba hacerlo. Su fútbol era la celebración.
Pero el Levante no se desmoronó. No. Se mantuvo como quien atraviesa una tormenta sin paraguas pero sin perder la dignidad. El equipo azulgrana pudo sentenciar antes del descanso: penalti de Alma Velasco sobre Sydney Schertenleib. Era una jugada de inflexión. Claudia Pina se situó ante el punto de penalti.
Respiró y retrocedió tres pasos.
Miró el balón y lo mandó demasiado alto para dejar con vida a las locales.
La grada explotó en un rugido de alivio. Esas cosas no se celebran. Se sobreviven. El Levante, de repente, sentía que todavía le quedaba aliento para seguir vivo.
El descanso trajo un detalle táctico que no siempre aparece en los titulares, pero que transforma partidos: Laia Aleixandri entró al campo y reordenó el universo. Su entrada en el centro del campo dio equilibrio, mando y sentido. Y el Barça —ese Barça que cuando encuentra armonía se convierte en un fenómeno casi natural— se activó como si alguien hubiera pulsado un interruptor invisible.
Cuatro minutos después, el partido volvió a inclinarse a favor del subcampeón de Europa Claudia Pina, que necesitaba reivindicarse, que necesitaba gritar desde dentro que el penalti fallado no la definía, levantó la cabeza y vio a Kika Nazareth en movimiento. Y cuando Kika se mueve, pasan cosas.
El pase fue quirúrgico. Kika controló con un temple que parecía desafiar la gravedad y la prisa. Dio un paso, otro. Ajustó el cuerpo. Engañó a Anna Álvarez sin apenas gesto. Y colocó el balón donde viven los goles bonitos para poner el 0–2 en el minuto 51 que provocó desazón en el público local.
Pero esa noche, el Levante todavía tenía una historia que contar. Érika González recibió un balón fuera del área, levantó la vista y decidió que el miedo no iba a escribirse en su guion. Le pegó con el alma. Con rabia. Con todas las frustraciones acumuladas en una temporada que se ha vuelto cuesta arriba.
El larguero estalló en un sonido seco, brutal, que dejó a Gemma Font congelada. Por un segundo, el Ciutat creyó que aquello era un punto de inflexión.
Por un segundo, el Barça se vio vulnerable.
Por un segundo, la historia pudo cambiar, más fue un espejismo.
La respuesta blaugrana llegó desde los pies de Kika, que volvió a aparecer como si estuviera jugando su propio partido dentro del partido. Su chut raso lo atajó Anna en dos tiempos, pero en la acción había un detalle que el Barça no dejó pasar: contacto de Teresa Mérida. Las jugadoras pidieron revisión. La colegiada acudió al monitor. El Ciutat contuvo el aliento tras la señalización de un penalti que fue aprovechado por la joven y talentosa Claudia Pina para poner el 0–3 que era ya una semi sentencia en el 72 del duelo.
La respuesta blaugrana llegó desde los pies de Kika, que volvió a aparecer como si estuviera jugando su propio partido dentro del partido. Su chut raso lo atajó Anna en dos tiempos, pero en la acción había un detalle que el Barça no dejó pasar: contacto de Teresa Mérida. Las jugadoras pidieron revisión. La colegiada acudió al monitor. El Ciutat contuvo el aliento.
La once no falló tras un nuevo penalti e instauró el 0–4 definitivo que la reivindicó en el 98 como una emperatriz que no necesita coronas para que el mundo recuerde quién es por siglos y centurias.
El Levante, con apenas 2 puntos, vuelve a quedar marcado por una realidad cruel. Pero no está muerto. Ni rendido. Ha mostrado dolor, sí. Pero también orgullo. Y esa madera de Érika, esa parada de Anna, ese rugido del Ciutat… hablan de un equipo que aún tiene alma para pelear y se tendrá que reinventar durante la fecha FIFA para afrontar con garantías el próximo partido ante el Athletic Club en Lezama, pero de momento, la situación es dramática.
La Liga F Moeve ganó enteros en el último partido de la duodécima jornada , porque emocionó y venció porque, en noches como esta, el fútbol femenino se muestra en su forma más pura, valiente y extraordinaria.**
Y en ese eco final del Ciutat de València, cuando las jugadoras ya caminan hacia el túnel y el silencio vuelve a caer como una manta sobre el césped, uno entiende que esta Liga no sólo crece:
se vive.
Se vibra.
Se ama.
Y partidos así —intensos, dolorosos, hermosos— son la prueba de ello, nos leemos ya en la gran final de la Liga de Naciones entre Alemania y España, toca cambiar el chip.

📋 Ficha técnica |
Levante Unión Deportiva: Álvarez; Alma, Le Guilly, Merida, Gabaldón; Alharilla (Ana Franco, Min 68), Carol (D. Luque, Min 85), Dolores, Alonso, Sintia (R. Vargas, Min 68); Érika (N. Traoré, Min 86).
Barcelona : Gemma; Aïcha, Marta, Paredes, O. Batlle (C. Martínez, Min 65); Vicky, Serrajordi (Laia Aleixandri, Min 46), Sydney (Alexia, Min 73); Kika, Pajor (Graham, Min 65), Pina (Aitana, Min 73).
Àrbitra: Trujillano Gallardo.
Goles |
0-1 Ewa Pajor 14’ ⚽️
0-2 Kika Nazareth 56’ ⚽️
0-3 Claudia Pina (P.) 71’ ⚽️
0-4 Alexia Putellas (P.) 97’ ⚽️
Incidencias | Partido correspondiente a la duodécima jornada de la Liga F Moeve 2025-2026 entre el Levante Unión Deportiva y el Barcelona que se ha celebrado en el Ciutat de València sobre una superficie de hierba natural.
Vídeo |































