confirmación de los nuevos horarios para los partidos aplazados de la jornada 19 de la Liga F Moeve ha vuelto a poner en evidencia algo que muchos llevamos años denunciando: que el fútbol femenino en España continúa condenado a vivir en la sombra del masculino. LaLiga ha decidido adelantar los duelos Barça–Atlético de Madrid y Athletic–Real Madrid a la primera semana de diciembre para evitar solapamientos con la Supercopa de España masculina del próximo mes de enero.
A primera vista, puede parecer un simple ajuste de calendario. Pero cuando se observa el contexto, la gravedad del asunto se hace evidente. El partido Barça–Atlético, uno de los grandes clásicos del fútbol femenino español y un duelo entre los dos clubes más laureados de los últimos años, coincidirá con la vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League entre España y Alemania. Sí, la misma final en la que nuestra selección puede reescribir la historia, levantando un título continental frente a una de las potencias más grandes del fútbol mundial.
La coincidencia es tan absurda como simbólica: el partido liguero se disputará a las 21:00 horas, mientras que la vuelta de la final europea arrancará, en principio, a las 19:00 en el estadio Metropolitano. Una coincidencia que no solo compromete la asistencia de público a un evento histórico, sino que además vuelve a transmitir la sensación de que el fútbol femenino siempre debe adaptarse, ceder, plegarse ante el calendario de los hombres.
ente que preside Rafael Louzán, junto a LaLiga, ha acordado una “solución de emergencia” para mitigar el impacto de esta coincidencia. Según informó la Cadena COPE, el objetivo es no perjudicar —o hacerlo en la menor medida posible— la afluencia de público al Metropolitano. Pero lo cierto es que la herida ya está hecha. La decisión, más allá de sus ajustes técnicos, revela una falta de sensibilidad estructural hacia el desarrollo del fútbol femenino, que debería ser una prioridad nacional tras los éxitos de los últimos años.
España es campeona del mundo, finalista en categorías inferiores, y una potencia creciente a nivel de clubes. Sin embargo, las decisiones institucionales parecen no haber entendido la magnitud del momento histórico que vive el deporte practicado por mujeres. En lugar de proteger su espacio, se lo encoge. En lugar de potenciar su alcance, se lo reduce a un rincón de la agenda. En lugar de garantizar que su gran final sea un evento nacional, se le obliga a competir con el ruido mediático y televisivo de un calendario diseñado para otros.
No se trata solo de un conflicto de horarios, sino de un reflejo de prioridades. Porque cuando el fútbol masculino estornuda, el femenino debe correr a ponerse a cubierto. Cuando se mueve una fecha del calendario de los hombres, el de las mujeres se reordena sin preguntar. Cuando hay un evento que interesa a las televisiones, el fútbol femenino queda relegado al fondo de la parrilla.
Durante años se ha hablado de “apoyar el crecimiento del fútbol femenino”. Se han firmado convenios, se han multiplicado las campañas institucionales, se han hecho vídeos con mensajes inspiradores y se ha llenado la boca con la palabra “igualdad”. Pero la igualdad no se demuestra en los discursos; se demuestra en las decisiones. Y esta decisión, como tantas otras, vuelve a demostrar que las estructuras del fútbol español siguen funcionando bajo una jerarquía que sitúa al fútbol practicado por hombres como el eje central del universo, y al femenino como un apéndice al que se atiende solo cuando no molesta.
El caso del Barça–Atlético es paradigmático. Un encuentro que podría servir para impulsar la visibilidad de la Liga F Moeve en un momento clave, se ve condenado a la invisibilidad mediática por una decisión administrativa. No es una coincidencia, es una señal. Una señal de que, a pesar de los avances, el fútbol femenino todavía tiene que pedir permiso para existir.
Resulta incomprensible que nadie en los despachos haya levantado la voz ante una coincidencia de tal calibre. Que un país campeón del mundo, que ha llenado estadios, que ha generado audiencias históricas y que ha situado a sus jugadoras entre las mejores del planeta, no sea capaz de blindar su final europea de un conflicto de programación, demuestra hasta qué punto sigue siendo frágil el reconocimiento institucional hacia las futbolistas.
Tampoco se trata solo de las jugadoras. La afición del fútbol femenino, fiel, apasionada y en constante crecimiento, también se ve perjudicada. Miles de personas que querrían disfrutar de ambos partidos —de su equipo y de su selección— se verán obligadas a elegir. Un dilema que en el fútbol masculino simplemente sería impensable. Ningún Barça–Madrid o Atlético–Athletic coincidiría con una final continental de la selección masculina. Pero en el fútbol femenino, parece que “no pasa nada”.
Pasa, y mucho. Porque la visibilidad se construye a base de gestos, y cada vez que se fuerza al público a dividirse, se rompe parte de la comunidad que el fútbol femenino ha construido con tanto esfuerzo. Este deporte, que ha crecido desde la base y sin los privilegios mediáticos del masculino, no puede seguir siendo tratado como un invitado temporal en su propia casa.
fútbol femenino español ha demostrado con creces su mérito deportivo. Ha conquistado títulos, ha llenado estadios, ha formado generaciones de referentes y ha cambiado la manera en la que el país mira a sus deportistas. Lo que falta no es talento, ni emoción, ni compromiso: lo que falta es respeto institucional. Respeto en los calendarios, en las retransmisiones, en los horarios, en las condiciones.
Si de verdad queremos igualdad, no podemos seguir aceptando que cada avance del fútbol femenino dependa de los huecos que deje libre el masculino. La igualdad no se pide. Se ejerce. Y ejercerla implica planificar con la misma seriedad, priorizar con la misma lógica y valorar con la misma pasión.
En diciembre, mientras la Selección Española femenina busque otro título continental y el país vibre con una generación irrepetible, no deberíamos tener que preguntarnos qué partido ver. No debería haber dilemas. Debería haber una sola certeza: que el fútbol femenino merece, por fin, su propio espacio, su propio respeto y su propia voz.
Ya son ganas de joder, con perdón.
El mismo día del Barça – Atleti (y, seguramente, a la misma hora), la selección española femenina de fútbol estará jugando, en el Metropolitano, la final de la Nations League. https://t.co/xOocuT594J
📌 La tarde televisiva del pasado martes tuvo una protagonista indiscutible: la Selección Española Femenina de Fútbol. El duelo entre Suecia y España, correspondiente a la UEFA Women’s Nations League, no solo capturó la atención de los aficionados al deporte, sino que volvió a demostrar que el fútbol femenino ha conquistado definitivamente un espacio de privilegio en la audiencia española.
Según los datos oficiales, el partido alcanzó un 11,9% de cuota de pantalla, con una media de 1.106.000 espectadores y 3,5 millones de contactos a lo largo de la retransmisión en La 1 de Televisión Española, confirmando el creciente interés del público por el equipo que ha llevado el nombre de España a la cima del fútbol mundial.
El encuentro, emitido en directo desde el estadio de Ullevi en Gotemburgo, formaba parte de la fase decisiva de la UEFA Women’s Nations League, torneo en el que España defiende el título conquistado hace apenas unos meses. La retransmisión de RTVE, encabezada por su equipo habitual de comentaristas especializados, ofreció una cobertura impecable, con un despliegue técnico de primer nivel y una narrativa vibrante que acompañó cada jugada de las campeonas del mundo.
El resultado en audiencia refleja un compromiso sostenido de los espectadores con la Selección Femenina: los más de 3,5 millones de contactos indican que prácticamente uno de cada diez españoles se conectó en algún momento para seguir el partido. En el competitivo horario de tarde, donde conviven magacines, concursos y series diarias, el 11,9% de share de La 1 se traduce en una victoria televisiva rotunda y un impulso a la programación deportiva de servicio público.
Desde la conquista del Mundial de Australia y Nueva Zelanda en 2023, la Selección Española Femenina se ha convertido en un fenómeno social y mediático. Su éxito ha trascendido lo deportivo, conectando con audiencias familiares, jóvenes y femeninas de forma transversal. El seguimiento de los partidos por parte de RTVE ha ido creciendo progresivamente, reflejando una tendencia que ya es estructural: el fútbol femenino no solo interesa, emociona y moviliza.
La etiqueta #SelecciónRTVE se consolidó una vez más como tendencia nacional durante el encuentro, con miles de interacciones en redes sociales. Los usuarios destacaron tanto el rendimiento del equipo dirigido por Montse Tomé como la calidad de la retransmisión pública, que una vez más reafirma su compromiso con la igualdad, la visibilidad y la promoción del deporte femenino.
1,1 millones de espectadores de media no solo sitúan al Suecia–España entre los espacios más vistos del día en La 1, sino que lo equiparan con retransmisiones de fútbol masculino de selecciones o incluso con partidos de Champions League emitidos en abierto en temporadas anteriores. En comparación con los datos registrados en fases anteriores del torneo, la audiencia de este encuentro marca un crecimiento sostenido del interés televisivo por la Nations League femenina. Además, el 3,5 millones de contactos supone uno de los picos más altos de seguimiento en una ventana de tarde, franja donde el consumo suele ser más fragmentado.
Con esta emisión, RTVE refuerza su papel como cadena de referencia para el fútbol femenino en España. Desde la Eurocopa, pasando por el Mundial y la Nations League, La 1 ha ofrecido a los espectadores un seguimiento completo, riguroso y apasionado de las grandes citas de “la Roja”. El compromiso no solo se traduce en cifras de pantalla, sino también en una narrativa audiovisual que ha dignificado el relato deportivo femenino, otorgando el mismo tratamiento técnico, informativo y emocional que históricamente se reservaba a las competiciones masculinas.
El éxito de audiencia del Suecia–España llega en el momento justo, cuando la Selección Femenina se prepara para disputar la gran final de la UEFA Women’s Nations League ante Alemania, el 2 de diciembre en el Estadio Metropolitano. Todo apunta a que esa cita —que podría marcar un nuevo récord histórico de público y seguimiento televisivo— se convertirá en uno de los acontecimientos deportivos del año en nuestro país.
RTVE ya trabaja en un amplio dispositivo técnico y narrativo para esa gran noche, que no solo será una final, sino un homenaje al crecimiento del fútbol femenino y al compromiso del público español con sus campeonas.
Más allá de los porcentajes, las cifras y los contactos, el Suecia–España de la Nations League simboliza un cambio cultural profundo. La audiencia no solo ve fútbol femenino: lo siente, lo celebra y lo defiende. Cada pase, cada gol y cada retransmisión en abierto en La 1 representan una victoria colectiva por la visibilidad, la igualdad y el reconocimiento del talento de nuestras deportistas.
La tarde en la que 1,1 millones de personas siguieron a España desde sus hogares no fue solo un éxito televisivo: fue una nueva página en la historia del deporte nacional. Una historia que sigue escribiéndose con la misma pasión que llena los estadios… y las pantallas. Porque la #SelecciónRTVE ya no es solo un fenómeno deportivo: es un orgullo compartido que no deja de brillar en el firmamento.
📌 ¡Tebas no tiene en cuenta a “La Roja”! El presidente de la patronal coloca un Barcelona vs Atlético de Madrid el mismo día que se juega un título en el Metropolitano.
El enfrentamiento entre LaLiga y la RFEF viene de lejos y tiene múltiples frentes: distribución de competencias, derechos audiovisuales, modelo de competición, internacionalización, reparto de ingresos, etc. Por ejemplo, Tebas ha llegado a afirmar que la gestión de la RFEF “está basada en una estrategia de ataque constante” hacia LaLiga. 
En 2023, la justicia respaldó a la RFEF al reconocer que ostenta una “posición de superioridad institucional” frente a LaLiga, lo que refrenda que no estamos ante dos entidades “iguales” sino ante una federación que, al menos legalmente, conserva poderes de coordinación.
La imagen que se dibuja es la de un fútbol español que vive una doble tensión: por un lado, el desarrollo acelerado del fútbol femenino, con sus éxitos y visibilidad creciente; por otro, un entramado institucional caracterizado por el enfrentamiento entre LaLiga y la RFEF que complica y condiciona ese desarrollo.
El tuit de Andrea Peláez funciona como un termómetro de ese malestar: refleja el descontento latente de quienes trabajan directamente en el fútbol femenino. Y, ante ese contexto, el papel de Javier Tebas queda en una zona de grises: sí ha mostrado palabras de apoyo, sí ha instalado visibilidad, pero muchos creen que las acciones estructurales —y las alianzas definitivas— aún no están al nivel de la retórica.
tensión entre LaLiga y la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) no se queda en los despachos: tiene reflejos claros en la programación deportiva, en la convivencia de competiciones y, sobre todo, en la visibilidad del fútbol femenino. El ejemplo más reciente —y quizá más simbólico— tendrá lugar el próximo martes 2 de diciembre de 2025, fecha marcada en rojo para el deporte español.
Ese día, con la Liga F Moeve (Primera División Femenina) detenida por una nueva ventana FIFA, la Selección Española Femenina jugará en el Estadio Metropolitano el partido de vuelta de la gran final de la UEFA Women’s Nations League ante Alemania, una cita que podría coronar a “la Roja” con un nuevo título continental frente a más de 70.000 aficionados. Un encuentro histórico que RTVE emitirá en abierto y que aspira a ser una fiesta nacional, con el estadio del Atlético de Madrid convertido en símbolo del fútbol femenino y del éxito global de las campeonas del mundo.
Sin embargo, ese mismo 2 de diciembre, a las 21:00 (hora peninsular), Javier Tebas, presidente de LaLiga EA Sports, ha decidido programar un partido de alto nivel masculino: el Fútbol Club Barcelona vs Atlético de Madrid, uno de los choques más mediáticos y seguidos de toda la temporada.
La coincidencia horaria entre ambos eventos supone un golpe directo a la visibilidad del fútbol femenino y a la posibilidad de llenar el Metropolitano, en una jornada en la que España podría revalidar su hegemonía continental.
Desde el punto de vista mediático, la decisión es difícil de entender. El duelo entre Barcelona y Atlético absorberá gran parte de la atención televisiva, de la cobertura periodística y del espacio informativo en todas las plataformas. En consecuencia, el encuentro de la Selección Femenina, que debería tener una exposición total como evento de país, se verá inevitablemente eclipsado por el clásico moderno de LaLiga masculina.
Diversas voces del periodismo y del entorno federativo han interpretado esta coincidencia como una falta de sensibilidad institucional por parte de la presidencia de LaLiga hacia el desarrollo y la proyección del fútbol femenino.
El mensaje que deja esta programación es preocupante: ni siquiera una final europea de la selección nacional logra un hueco protegido en la agenda futbolística del país.
La coincidencia de ambos partidos es también un síntoma más del conflicto estructural entre LaLiga y la RFEF, una guerra fría que dura años y que ha tenido consecuencias en prácticamente todos los ámbitos del fútbol español: desde los derechos audiovisuales hasta la organización de competiciones y la relación con los clubes. Cada decisión, incluso la fijación de fechas, se interpreta dentro de esa pugna por el control del calendario, de la narrativa y del poder simbólico.
En este contexto, la falta de diálogo entre ambas instituciones no solo perjudica la imagen del fútbol español, sino que castiga directamente a las aficiones y al crecimiento del deporte femenino, que necesita ventanas limpias, espacios propios y respaldo institucional unánime.
La decisión de Javier Tebas reabre un debate de fondo: ¿cuál es el compromiso real de LaLiga EA Sports con el fútbol femenino? Aunque Tebas ha asegurado en diversas ocasiones que apoya su crecimiento, gestos como este siembran dudas sobre la priorización real de ese discurso. El hecho de que un evento histórico como la final de la Nations League —en la que España podría levantar su segundo título consecutivo— quede enfrentado mediáticamente a un partido de liga masculina de alto impacto, refleja una descoordinación preocupante entre organismos que, en teoría, deberían trabajar por la promoción conjunta del fútbol nacional.
El 2 de diciembre de 2025 debería ser un día de unión, de emoción colectiva y de orgullo nacional por las campeonas del mundo. El Estadio Metropolitano, convertido en fortaleza de “la Roja”, acogerá a una generación que ha cambiado la historia del deporte español. Pero, en vez de un escenario de apoyo institucional y mediático total, se encontrará compitiendo por la atención con uno de los partidos más potentes del calendario masculino.
Más allá de la rivalidad entre organismos, esta situación pone de manifiesto la urgencia de un pacto de coordinación entre la RFEF, LaLiga y la Liga F Moeve que priorice el bien común: la visibilidad, el desarrollo y la sostenibilidad del fútbol femenino español. Porque mientras los despachos siguen en guerra, son las jugadoras, los clubes y la afición quienes pagan el precio de la desunión.
El 2 de diciembre, el Metropolitano será el epicentro de la ilusión de un país. Pero ese mismo día, a la misma hora, otro estadio —probablemente el Olímpico de Montjuïc o el nuevo Camp Nou— captará gran parte de los focos. Lo que podría haber sido una jornada de orgullo compartido se convierte, por falta de sensibilidad y planificación, en una demostración más de que la “guerra” entre instituciones sigue ensombreciendo los logros de nuestras campeonas.
Y mientras la Selección Española femenina lucha por su segundo título continental, el fútbol español sigue debatiéndose entre su pasado de enfrentamientos y el futuro de igualdad que tanto prometió. Un futuro que exige, más que palabras, decisiones responsables y apoyo mutuo .
Qué sinvergüenza eres Tebas. Colocando un Barça-Atleti el mismo día que la Selección femenina se va a jugar un título en el Metropolitano.
“Me dejaste un gusto extraño y me enamoré de ti.” Así comenzaba aquella canción que el grupo “Taburete”, con el alma encendida de quien quiere rendir tributo a una nación que vibra al compás de su bandera, compuso en 2019 para la patria ibérica con motivo del Mundial de Francia.
Una melodía que pronto se convirtió en símbolo, en premonición, en la banda sonora de un sentimiento que nacía y que aún no sabía la magnitud de lo que estaba por venir. Fue aquel verano en el que las chicas hispanas, con el corazón como única brújula, cayeron con honor (2-1) en los octavos de final ante la todopoderosa selección de los Estados Unidos, en el legendario estadio de Le Havre, bajo el cielo normando que presenció el primer rugido de un gigante dormido.
Aquella tarde, marcada por dos penales tan controvertidos como inolvidables —especialmente el segundo, aquel que Rose Lavelle sufrió entre sombras de polémica—, cambió para siempre el destino de las guerreras hispanas. En ese preciso instante, entre lágrimas y orgullo, nació una convicción nueva: la de creer en sí mismas. Cuando los focos del fútbol femenino apenas rozaban la superficie mediática, cuando el eco de sus victorias se apagaba antes de alcanzar las grandes portadas, en “El Partido de Manu” ya contábamos —como quien narra una profecía— las gestas y las cicatrices de las de Jorge Vilda. Éramos testigos del origen de algo inmenso.
Tras aquella fecha fundacional en suelo francés, llegó la última “decepción”, si es que así puede llamarse al aprendizaje que forja los destinos inmortales. España, que apenas cuatro años antes había disputado su primer gran torneo, alcanzó los cuartos de final de la Eurocopa de 2022, donde cayó en la prórroga frente a Inglaterra (2-1). Una derrota que dolió, sí, pero que también encendió la chispa definitiva: fue la antesala de la gloria más absoluta.
Y fue, curiosamente, en las antípodas —en la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda 2023— donde comenzó a escribirse la epopeya más grande jamás contada del fútbol español. Aquel torneo, que empezó casi en silencio, se transformó en un himno universal a la perseverancia y al talento. Partido a partido, lágrima a lágrima, España fue tejiendo una historia que parecía imposible. Hasta que llegó el día: la gran final de Sídney, frente a Inglaterra, otra vez ellas, y un disparo de Olga Carmona que atravesó el tiempo y las generaciones para bordar la primera estrella sobre la camiseta rojigualda. El país entero se detuvo. Las plazas se llenaron. Las lágrimas fueron un idioma común. No nos lo podíamos creer: éramos campeonas del mundo.
Y sin embargo, incluso en la cima del triunfo, el fútbol —caprichoso y humano— nos recordó que la gloria nunca llega sin sombras. Los episodios ocurridos durante la ceremonia de medallas, tan ampliamente conocidos, empañaron una celebración que debía haber sido pura y eterna. Pero mientras eso ocurría, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, un grupo de mujeres seguía entrenando en silencio, con la mirada fija en el horizonte, dispuestas a escribir la siguiente página del libro dorado del deporte español.
El camino, como la vida, nunca fue un sendero de rosas. Tras el Mundial, llegó la recompensa de las recompensas: la conquista de la primera edición de la UEFA Women’s Nations League, levantada en La Cartuja de Sevilla frente a Francia. El cielo andaluz fue testigo de una nueva proeza que consolidó a España como una potencia inapelable. Con ese trofeo en las manos, el equipo emprendió viaje de regreso a Francia para debutar, por vez primera en su historia, en unos Juegos Olímpicos (París 2024). Pero el destino, siempre exigente con las leyendas, volvió a poner a prueba su espíritu. Un partido fatídico frente a Brasil en semifinales y el cruel desenlace del penalti errado por Alexia Putellas privaron al equipo del bronce. Sin embargo, lo más cruel aún estaba por llegar.
Porque en la Eurocopa de Suiza 2025, en la majestuosa final de Basilea, el fútbol —ese espejo de la vida— quiso cerrar el círculo. Inglaterra, la misma que había sucumbido dos años antes en Sídney, reclamó su revancha desde el punto fatídico.
(Fuente: UEFA)
Fue una herida más en el pecho de un grupo que ya se había ganado la eternidad. Una derrota que no se mide en medallas, sino en carácter, en legado y en la certeza de que la historia de España en el fútbol femenino no tiene fin.
Y así, cuando el ciclo de Montse Tomé llegó a su ocaso —una crónica de una despedida anunciada—, la Real Federación Española de Fútbol supo reaccionar con temple. Con mayor o menor acierto, eligió a una mujer que conoce las raíces y las cicatrices del fútbol: Sonia Bermúdez, exjugadora de élite, símbolo del compromiso y del coraje. Bajo su batuta, España ha alcanzado las semifinales de la UEFA Nations League frente a Suecia, doblegando al gigante escandinavo con autoridad. Primero, un contundente 4-0 en La Rosaleda, Málaga, y después un sobrio pero valiente 0-1 en Gotemburgo, sellado por una diana de Alexia Putellas en el minuto 75, como si el destino hubiera querido reconciliarse con ella.
🤯 ¡¡𝗩𝗔𝗔𝗔𝗬𝗔 𝗚𝗢𝗟𝗔𝗔𝗔𝗭𝗢𝗢𝗢!!
¡Vuelve a aparecer @alexiaputellas con una definición magistral para abrir el marcadooor!
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
Hoy, la Selección Española de Fútbol —esa que “desde Ottawa piensa en copas”, como decía la canción de Taburete—, está a punto de firmar una nueva página en el gran libro de su historia. Cuarta final en apenas dos años. Cuatro inviernos de sueños, de lágrimas, de epopeyas. Una demostración rotunda de que el fútbol femenino no solo interesa: emociona, inspira y da más alegrías que el masculino, porque quienes lo encarnan lo hacen desde la pasión y el amor puro al juego. Lo que España vive es más que una era dorada: es una edad de oro con mayúsculas, una generación de leyenda que ha redefinido los límites del deporte nacional.
De camino a una concentración con la sub-19, Clara Serrajordi cambió de destino y de historia: debutó con la absoluta en una semifinal de la Nations League con 17 años
“No pensaba nada, estaba soñando. Patri, Alexia, Irene… Todas me han ayudado mucho”https://t.co/WGWyWfxlzM
España defenderá la corona conquistada ante Alemania, que logró su pase tras empatar con Francia (2-2) y hacer valer su victoria en la ida. La final, a doble partido, tiene fecha y alma: primero, el 28 de noviembre en el estadio Fritz Walter de Kaiserslautern, en territorio germano, donde la historia empezará a escribirse con tinta extranjera. Y luego, el 2 de diciembre, el retorno a casa, al templo rojiblanco del Estadio Metropolitano de Madrid, donde la patria futbolera entera se unirá para empujar a sus heroínas hacia la eternidad.
Lo mejor del partido: España se clasifica para su segunda final de la Nations League.
Que hay que valorarlo sobremanera. En los últimos dos años: final del Mundial (V), final de la Nations (V), final de la Eurocopa (D) y otra final de la Nations (?). https://t.co/n5CZnXrA2zpic.twitter.com/mQtc7lGldz
En el aire flota una sensación inequívoca, un susurro colectivo que se ha convertido en certeza: “La Roja no tiene techo.” Porque el espectáculo —con permiso de una temible Alemania, heredera de las grandes dinastías europeas— no ha hecho más que comenzar.
Y lo que late en el corazón de este equipo es algo que no se entrena ni se compra: una fe ancestral, un orgullo de nación y la certeza de que el futuro del fútbol lleva nombre de mujer y acento español.
📌 ¡Jugarán la final! Las pupilas de Sonia Bermúdez se impusieron por 0-1 a Suecia con una diana de “La Reina”.
La previa |
(Fuente: UEFA)
España tiene la historia a su favor, el marcador a su favor y, sobre todo, el hambre intacta. Este martes, en el imponente Gamla Ullevi de Goteborg, la selección femenina de fútbol afronta la vuelta de las semifinales de la Liga de Naciones 2025, con la oportunidad de firmar el pase a su cuarta final en menos de dos años y medio.
El 4-0 de la ida en La Rosaleda fue mucho más que un resultado. Fue una declaración de intenciones. Una muestra de autoridad, de estilo y de continuidad en el legado que empezó con el Mundial de Australia y Nueva Zelanda y que ahora dirige Sonia Bermúdez, debutante en el banquillo con una victoria incontestable ante una de las selecciones más competitivas del planeta.
Pero el mensaje en el vestuario es claro: nada está hecho hasta el pitido final. Las jugadoras lo saben y su seleccionadora lo ha repetido con convicción: “Queremos ganar el partido, queremos meternos en la final. Este equipo es ambicioso y quiere ganarlo todo”.
Suecia, tercera en el ranking FIFA, no bajará los brazos ante su público. El combinado escandinavo, dirigido ahora por Tony Gustavsson, pretende que el duelo en Goteborg no sea un simple trámite. Tras caer con contundencia en Málaga, las suecas buscarán su revancha con un juego más físico, directo y agresivo, intentando llevar el partido a un terreno incómodo para la campeona del mundo.
El técnico sueco, consciente de la dificultad del desafío, insinuó algunos cambios en su once: “Está claro que haremos todo lo posible durante los 90 minutos, una posible prórroga y la tanda de penaltis, pero también estaremos atentos al futuro. Habrá algunos cambios, porque ¿cuándo más tendrán estos jóvenes la oportunidad de competir contra el número uno del mundo?”, admitió en la previa.
En la ida, Suecia apenas inquietó la portería española. Su única ocasión clara llegó en un mano a mano desperdiciado por Stina Blackstenius. La defensa, sin la capitana Magdalena Eriksson, sufrió para frenar la movilidad y la presión alta de España, que castigó cada error en la salida de balón. Esa será, precisamente, una de las claves del encuentro de vuelta.
España, consciente del contexto, sabe que deberá gestionar con inteligencia el ímpetu inicial de Suecia. Se espera un arranque frenético por parte del conjunto local, empujado por su afición y el orgullo herido.
El plan pasa por imponer de nuevo la posesión y el dominio técnico, los sellos de identidad de la campeona del mundo. En ese terreno, Alexia Putellas volverá a ser la brújula. La doble Balón de Oro fue la gran figura del primer partido, con un doblete magistral y un nuevo récord: convertirse en la segunda máxima goleadora histórica de la selección española.
En el centro del campo, Laia Aleixandri podría repetir como mediocentro posicional, aportando equilibrio y lectura de juego, aunque Clara Serrajordi, la joven promesa, espera su oportunidad para debutar en una gran cita.
La gran incógnita reside en el ataque. La lesión de Salma Paralluelo en Málaga obliga a un cambio obligado en la referencia ofensiva. Todo apunta a que Claudia Pina repetirá como ‘falsa 9’, papel en el que brilló en la ida con dos goles y un despliegue táctico que desarticuló a la zaga nórdica.
Bermúdez también baraja introducir rotaciones para evitar riesgos de lesión y mantener la frescura. En defensa, María Méndez podría entrar por Irene Paredes o Mapi León, mientras que Lucía Corrales podría dar descanso a Olga Carmona.
En ataque, la seleccionadora deberá decidir si mantiene el bloque titular o da minutos a Athenea del Castillo, Alba Redondo o Jenni Hermoso, que siguen siendo piezas de enorme valor en el engranaje ofensivo.
Los números sonríen a España. La selección ha ganado sus cuatro últimos enfrentamientos ante Suecia, con un balance de 14 goles a favor y sólo seis en contra. Una supremacía reciente que refleja la evolución de la ‘Roja’ frente a una potencia histórica del fútbol femenino.
Pero más allá de las estadísticas, el reto es emocional: mantener la excelencia en un momento en el que la exigencia es máxima y la responsabilidad, enorme. La campeona del mundo no puede bajar el ritmo. La mirada está puesta en la gran final, que se disputará a doble partido los días 28 de noviembre y 2 de diciembre, pero la prioridad hoy es clara: competir, ganar y salir indemne.
España afronta esta semifinal con la madurez de un equipo que ha aprendido a convivir con la presión y a transformar las expectativas en resultados. La conquista del Mundial 2023, la final de la Eurocopa de Suiza 2025, y el dominio en la Nations League consolidan un ciclo irrepetible.
Cada partido es una página más de una generación que ha cambiado la historia del fútbol femenino. Goteborg puede ser el escenario de una nueva gesta, otro paso hacia la grandeza.
La cita está marcada: martes, 19:00 horas, en La 1 (TVE). España quiere otra noche de gloria. Quiere seguir soñando. Quiere volver a una final.
Y, sobre todo… quiere seguir siendo la número uno del mundo.
El partido al detalle |
(Fuente: “El Partido de Manu”)
🏆 UEFA Women’s Nations League |
♥️Semifinal | Partido de vuelta
🔥 Suecia 🇸🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥
📅 Martes, 28 de octubre de 2025
⏰ 19:00 horario peninsular
📺 La 1 de RTVE
🏟️ Gamla Ulevi, Gotemburgo
Los onces |
(Fuente: RFEF)
partido comenzó con la electricidad de las grandes noches europeas. Las gradas teñidas de amarillo rugían con el orgullo nórdico, mientras los pocos pero ruidosos aficionados españoles agitaban sus banderas con una fe inquebrantable. España, con el mismo once que conquistó Londres dos años atrás, salió a mandar. Sin embargo, pronto comprendió que el césped, irregular y pesado por la lluvia, sería un rival más.
Aitana Bonmatí, Alexia Putellas y Mariona Caldentey intentaban tejer desde el círculo central una red de pases imposibles. Pero cada toque se hundía un poco en la hierba, cada giro parecía frenar medio segundo el fluir natural de ese fútbol de seda que distingue a esta generación. Suecia lo olió y apretó las marcas. Rolfo, Jakobsson y Asllani buscaban las diagonales largas, el juego aéreo, los segundos balones. Un duelo de estilos en estado puro: la precisión contra la potencia; el ingenio contra la disciplina.
Aun así, España supo sobrevivir a ese tramo sin claridad. A base de carácter, contención y un trabajo defensivo digno de una catedral. Irene Paredes fue monumental. Cada cruce suyo tenía algo de sentencia. Ona Batlle, antes de ser sustituida, dejó dos cortes providenciales que evitaron el empate. Y cuando Schröder, en la mejor ocasión sueca del primer tiempo, conectó un disparo centrado ante Cata Coll, la guardameta balear lo atrapó con esa serenidad que desarma más que cualquier grito.
El descanso llegó con la ventaja española intacta. Un gol tempranero —fruto de una combinación milimétrica entre Bonmatí, Mariona y el remate sutil de Alba Redondo— había inclinado la balanza. No fue un festival, pero sí una obra maestra de eficacia. España ganaba, y en el fútbol moderno, eso lo cambia todo.
Las 22 protagonistas ganaron el túnel de vestuarios con el marcador parcial aún pendiente de ser inaugurado, pero la exhibición en La Rosaleda (0-4), dejaba a las visitantes a tan solo cuarenta y cinco minutos por delante para alcanzar el partido por el título, pero Suecia es la tercera nación en el ranking FIFA y eso hacía que fuese un rival ante el que no se podía bajar la guardia ni un solo instante.
⏸️ ¡𝗝𝘂𝗴𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮𝘀 𝗮 𝘃𝗲𝘀𝘁𝘂𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗦𝘂𝗲𝗰𝗶𝗮!
El marcador no se mueve tras cumplirse los primeros 45 minutos.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
Angeldahl, una vieja conocida del fútbol español, ingresó para reforzar el músculo y la conducción de Suecia. En el banco español, Sonia Bermúdez movió las piezas con inteligencia táctica y olfato emocional: Jana Fernández y Martín-Prieto entraron por Ona Batlle y Eva Navarro, respectivamente. Era el mensaje implícito de una entrenadora que sabe leer los tiempos: mantener la estructura, refrescar las piernas y apostar por el temple.
La segunda parte fue un pulso. Un duelo de ajedrez con cada metro de césped disputado como si fuera un tesoro. España, lejos de atrincherarse, trató de dormir el balón, de acunar el reloj. Las combinaciones cortas en campo rival se hicieron más prudentes, pero también más precisas. Alexia retrasó su posición, convertida en brújula y muralla. Aitana, omnipresente, enlazaba el juego con la elegancia de quien lleva un compás en las botas.
Suecia, herida en su orgullo, adelantó líneas. Buscó la épica en los centros laterales, en la fe inquebrantable de su capitana Eriksson, en los lanzamientos lejanos de Angeldahl. Pero cada intento encontraba una respuesta coral, un muro invisible hecho de solidaridad y concentración. España jugaba con la renta y con el alma. Jugaba sabiendo que, en el fútbol femenino moderno, el equilibrio entre talento y resistencia es la clave de la eternidad.
Y entonces llegó el minuto 63. El cartel luminoso del cuarto árbitro mostró un número que resonó como un símbolo: el 17 de Clara Serrajordi. Apenas una adolescente, una promesa del futuro que hoy se asomaba al vértigo del presente. Con el dorsal bien ajustado y la mirada serena, Clara entró en el campo sabiendo que estaba cruzando el umbral del sueño de toda futbolista. Su debut, a los 17 años, fue un guiño del destino. Un relevo invisible entre generaciones.
𝟭𝟳 añitos. 𝗖𝗹𝗮𝘀𝗲 y 𝘁𝗮𝗹𝗲𝗻𝘁𝗼 en estado puro. 𝗙𝘂𝘁𝘂𝗿𝗼 y, desde hoy, 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗲 de la @sefutbolfem.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
Sus primeros toques respiraron una inocencia limpia, pero también un descaro que ilusiona. Recuperó un balón vital, abrió con criterio a la derecha y se animó a combinar con Aitana Bonmatí . La grada española se levantó para aplaudir. Era el futuro en marcha.
Y, a falta de quince minutos para el final, Alexia Putellas demostró que es pura magia sobre el verde, ese mismo en el que España, con un gol de Eva Navarro que remontó el partido estrenó su estrella de campeona del mundo en la primera edición de la Liga de Naciones.
La doble Balón de Oro, que fue la MVP del partido, recibió un centro de Claudia Pina, y con el interior de su pierna mala destrozó las ilusiones de Suecia anotando un golazo a la mismísima escuadra ante el que nada pudo hacer Falk y una conexión culé abría la lata con el 0–1 en el minuto 75 de un partido que no pasara a la historia por su belleza y fue, más bien, soporífero para el espectador neutral.
🤯 ¡¡𝗩𝗔𝗔𝗔𝗬𝗔 𝗚𝗢𝗟𝗔𝗔𝗔𝗭𝗢𝗢𝗢!!
¡Vuelve a aparecer @alexiaputellas con una definición magistral para abrir el marcadooor!
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
El eco del silbato final resonó como un canto a la perseverancia. España volvió a imponerse a Suecia en su propio terreno —donde el viento sopla gélido y el césped se vuelve enemigo— para sellar su billete a una nueva final continental. Fue un partido áspero, tenso y profundamente táctico, en el que “la Roja” mostró que también sabe ganar desde el esfuerzo y la templanza. Una victoria de acero (0–1), que consolida la madurez de un equipo histórico y abre otra oportunidad dorada: la final de la UEFA Women’s Nations League, donde las de Sonia Bermúdez se medirán a Alemania en un doble duelo con aroma a clásico.
El reloj corría, el frío calaba y el Gamla Ullevi empujaba. Pero España no cedía. Cuando el conjunto local buscó el empate con cambios ofensivos —Blackstenius, Kafaji, Rolfö—, emergió Cata Coll como un faro en la oscuridad. Su serenidad fue un escudo, su reflejo un bálsamo. Ni un solo balón superó su figura, ni un solo error alteró su concentración.
Al final, el marcador se mantuvo inamovible: Suecia 0–1 España, y un global de 5–0 que habla por sí solo. Tras el pitido final, Sonia Bermúdez, emocionada pero serena, resumió
El próximo reto no es menor. Alemania, que eliminó a Francia (1–0 en la ida y 2–2 en la vuelta), será el rival en la gran final de la Nations League. Dos selecciones que representan la cúspide del fútbol europeo femenino se verán las caras en una cita doble:
• Ida: miércoles 26 de noviembre • Vuelta: martes 2 de diciembre, en el Estadio Cívitas Metropolitano, el templo del Atlético de Madrid.
Será una final de estilos: la precisión alemana frente a la sinfonía coral española. Una reedición del eterno duelo por el trono continental.
(Fuente: RFEF)
📋 Ficha técnica |
Suecia: Jennifer Falk; Smilla Holmberg, Nathalie Björn, Elma Junttila-Nelhage, Anna Sandberg (Filippa Angeldahl 46’); Hanna Lundkvist, Kosovare Asllani (Rusul Kafaji 55’), Julia Zigiotti; Johann Rytting Kaneryd (Evelyn Ijeh 82’), Felicia Schröder (Stina Blackstenius 55’) y Mónica Jusu Bah (Fridolina Rolfö 55’).
España: Cata Coll; Ona Batlle (Jana Fernández 46’), Irene Paredes (María Méndez 64’), Mapi León, Olga Carmona (Lucía Corrales 73’); Laia Aleixandri (Clara Serrajordi 64’), Aitana Bonmatí, Alexia Putellas; Eva Navarro (Cristina Martín-Prieto 46’), Claudia Pina y Mariona Caldentey.
Árbitra: Lorraine Watson (Escocia). Estadio: Gamla Ullevi (Göteborg, Suecia).
Incidencias: Partido de vuelta de las semifinales de la UEFA Women’s Nations League. Temperatura de 8ºC, terreno húmedo por lluvia. Debut con la selección absoluta de Clara Serrajordi (17 años).
Goles |
0-1 Alexia Putellas Segura 75’ ⚽️
(Fuente: Liga F Moeve)
Vídeo |
📹 RESUMEN | Así selló España su pase a la gran final de la #UWNL
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
La vuelta de la final se jugará en el Metropolitano |
(Fuente: “El Partido de Manu”)
El Estadio Metropolitano de Madrid albergará la vuelta de la final de la Liga de Naciones entre España y Alemania |
El Estadio Metropolitano, majestuoso, colosal, símbolo de la pasión y la grandeza del Atlético de Madrid, será el escenario donde España buscará revalidar la corona de la UEFA Women’s Nations League. Un templo moderno que se alzará como fortaleza nacional el martes 2 de diciembre, cuando “la Roja” dispute el segundo y decisivo partido de la gran final ante Alemania.
Será un duelo que trascenderá lo deportivo. Será un canto a la historia, a la fe y a la emoción de un país que ha aprendido a soñar con sus campeonas.
Cuando las luces del Metropolitano se encienden, el fútbol adquiere otra dimensión. Su arquitectura de vanguardia, su atmósfera envolvente y su capacidad para más de 70.000 almas convertirán esta final en una cita histórica para el deporte español.
El coliseo rojiblanco, propiedad del Atlético de Madrid, ya ha sido testigo de grandes gestas del fútbol europeo, pero esta vez su corazón latirá por una causa mayor: ver a la Selección española femenina levantar un título en casa, ante su gente, ante su historia.
Como en 2024, cuando España conquistó La Cartuja y tocó el cielo de la Nations League, la ilusión vuelve a teñir de rojo y oro los sueños de todo un país. Madrid se prepara para una noche que promete ser mítica, con una marea de banderas ondeando, un himno que retumbará en cada grada y un equipo que lo ha vuelto a hacer: llegar a la cima con fútbol, carácter y orgullo.
Nada ha sido casual. España alcanzó esta final tras liderar con autoridad su grupo, por delante de Inglaterra, Portugal y Bélgica, desplegando un fútbol de dominio total.
Después, en semifinales, el conjunto dirigido por Sonia Bermúdez selló una eliminatoria impecable ante Suecia, con una goleada en La Rosaleda y una victoria de carácter en Gotemburgo.
Cinco goles a favor. Ninguno en contra. Un mensaje al continente: España no solo defiende su título, sino su reinado.
Ahora, el destino las cita con Alemania, la otra gran potencia europea, en una final que se decidirá a doble partido: • Ida: miércoles 26 de noviembre, en suelo germano. • Vuelta: martes 2 de diciembre, en el Metropolitano de Madrid.
Y será allí, bajo el cielo rojizo de la capital, donde esta generación dorada podrá culminar su legado.
España entera se prepara para recibir a sus heroínas. Cada rincón del Metropolitano respirará orgullo y emoción. Las gradas serán un mar rojo de camisetas, banderas y cánticos que resonarán hasta el último minuto.
Será más que una final. Será una declaración de amor al fútbol femenino español, un homenaje a la constancia, al talento y a la unión que han llevado a esta Selección a lo más alto del mundo.
El Metropolitano, testigo del nuevo tiempo, será el escenario donde las campeonas buscarán su consagración definitiva. Porque los templos no solo se construyen de acero y cemento, sino de sueños compartidos. Y el próximo 2 de diciembre, España entera se mirará en ese espejo de grandeza.
🔴 𝗢𝗙𝗜𝗖𝗜𝗔𝗟 | El Estadio Metropolitano de Madrid albergará la vuelta de la final de la #UWNL.
El 2 de diciembre, España se jugará el título de campeona de la competición europea en casa.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
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“El Metropolitano será más que un estadio. Será una patria en 105 metros de césped. Allí, donde el corazón del fútbol late más fuerte, la Roja intentará volver a hacer historia.” — Manu López, “El Partido de Manu”
El fútbol tiene lugares que se vuelven sagrados. Para España, Sídney será siempre el origen de la leyenda: aquella tarde del 20 de agosto de 2023 cuando Olga Carmona firmó el gol que transformó un sueño en realidad. La victoria por 1-0 ante Inglaterra en la final del Mundial ante Inglaterra no solo entregó una estrella al escudo; entregó un legado, una identidad, una nueva manera de mirar el deporte femenino en el país.
Desde entonces, España ha encadenado triunfos que consolidan su hegemonía: • Campeona del Mundo (2023, Australia y Nueva Zelanda) • Campeona de la primera UEFA Women’s Nations League (2024, en Sevilla ante Francia) • Clasificada para los Juegos Olímpicos de París 2024 • Líder invicta en la fase previa de la Eurocopa 2025
Y ahora, en octubre de 2025, vuelve a enfrentarse a Suecia, la eterna rival del norte, el espejo donde se refleja la evolución de una España que ya no compite para aprender, sino para gobernar.
Suecia fue durante años el modelo a seguir: una potencia consolidada, un fútbol de estructuras, de rigor táctico y fuerza física. Pero España la desbordó desde la técnica, desde la convicción, desde el talento inagotable de una generación que cambió el mapa del fútbol europeo.
En julio de 2023, en las semifinales del Mundial, ambas selecciones ofrecieron un duelo memorable: 90 minutos de equilibrio y emoción, rotos en la prórroga por el gol agónico de Olga Carmona (2-1). Desde entonces, Suecia ha buscado redención, pero España siempre ha estado un paso por delante. En la ida en Málaga, la diferencia fue abismal: 4-0, con tantos de Mariona, Aitana, Salma y Athenea, en una de las actuaciones más redondas de la era Tomé.
La estadística habla por sí sola: en los últimos cinco enfrentamientos, España suma tres victorias y dos empates. No pierde ante las nórdicas desde 2019. Un dominio que ha derribado uno de los últimos muros simbólicos del fútbol femenino europeo.
El Gamla Ullevi no es un estadio más. Construido en 2009, en el corazón de Gotemburgo, acoge regularmente los partidos de la selección femenina sueca y las finales de la Damallsvenskan. Allí, el fútbol se respira con solemnidad, con ese respeto nórdico que mezcla disciplina y pasión silenciosa.
España aterriza en una Suecia herida, pero orgullosa. Los medios locales hablan de “la necesidad de salvar el honor”. Las jugadoras, de “competir con dignidad ante las campeonas”. Pero la Roja conoce ese guion: en escenarios hostiles, es donde más brilla. Porque España ya aprendió a convivir con la presión del favorito, y la asume con naturalidad.
Como si el peso de la historia ya no fuese carga, sino impulso al nuevo plan de Sonia.
El gran secreto de esta selección está en su versatilidad estructural: cada jugadora puede ocupar varios roles sin alterar la armonía colectiva. Bermúdez lo llama “elasticidad táctica”. En la práctica, es el alma de su dominio.
El combinado dirigido por Peter Gerhardsson atraviesa una etapa de transición. Varias de sus veteranas —entre ellas Caroline Seger y Magdalena Eriksson— afrontan probablemente sus últimos compromisos internacionales, mientras nuevas caras como Kafaji, Bennison o Blomqvist intentan tomar el relevo.
El técnico ha optado por un 4-2-3-1 clásico, sustentado en el físico y en la amplitud. La referencia será Stina Blackstenius, que regresa al once tras una lesión que la dejó fuera en la ida. La acompañarán Asllani como mediapunta creativa y Kaneryd por banda derecha, buscando explotar las espaldas de Olga Carmona.
El desafío para Suecia será encontrar equilibrio entre necesidad y prudencia: deben remontar cuatro goles, pero saben que si conceden uno, la eliminatoria estará sentenciada. Gerhardsson lo resumió así en rueda de prensa: “ “España es un equipo que te castiga en cada error. Si jugamos con el corazón pero sin cabeza, no tendremos opciones.”
Más allá de lo deportivo, España se ha convertido en un fenómeno social. El fútbol femenino ya no es una promesa; es una realidad que emociona, inspira y une. Cada partido de la selección congrega audiencias millonarias. Cada niña que se enfunda una camiseta roja siente que puede ser parte de algo grande.
En ese sentido, esta semifinal en Gotemburgo tiene un significado especial. Porque ya no se trata solo de ganar un título más, sino de mantener viva una revolución cultural. El triunfo de 2023 cambió la percepción del deporte femenino en España; el de 2024 consolidó su poder institucional. El de 2025 —si llega— sería la confirmación de una dinastía.
Aitana Bonmatí – Balón de Oro 2023 y The Best FIFA 2024. La brújula, la líder silenciosa. Su control de los tiempos y su capacidad para romper líneas con un pase o una conducción definen el ADN de la Selección Española de Fútbol.
“Jugamos por la excelencia. No queremos que nos recuerden por ganar, sino por cómo jugamos.”
“Estamos orgullosas del camino recorrido, pero no vivimos del pasado. Este grupo se exige siempre un poco más. Sabemos que Suecia en casa es un rival durísimo, pero tenemos la madurez y la serenidad para competir en cualquier escenario. Queremos estar en otra final, por nosotras y por toda la gente que nos apoya desde España, comentaba Sonia.
De niñas que soñaban en campos de tierra a ídolos de un país. De luchas invisibles a portadas mundiales. De promesas a campeonas.
España no solo ha ganado títulos: ha transformado el significado de ser campeona. Ha demostrado que la excelencia no es exclusiva de ningún género, que el fútbol femenino puede mover emociones, estadios y audiencias al nivel de cualquier competición masculina.
Y ahora, en Gotemburgo, esas mismas jugadoras tienen ante sí la oportunidad de seguir alimentando una dinastía que ya ha cambiado la historia del deporte español.
Cuando el árbitro sople su silbato inicial y la pelota ruede sobre el verde sueco, España no solo defenderá un resultado. Defenderá una identidad. La de un país que aprendió a creer, que vio cómo sus jugadoras convertían los sueños en costumbre, y que hoy ya no se conforma con ser parte de la historia: quiere escribirla entera.
En Gotemburgo, las campeonas del mundo mirarán de frente al frío escandinavo, con el calor de un escudo que arde. Cada pase será una declaración. Cada gol, una firma. Cada mirada, un recordatorio de lo que ya son: leyenda viva del fútbol español.
Y cuando suene el himno, resonará la promesa de siempre: España no teme a los gigantes. España los crea.
📌 Sonia Bermúdez y Laia Aleixandri encabezan la voz de un grupo unido, ambicioso y preparado para conquistar Suecia y firmar otro capítulo dorado en la historia de las campeonas del mundo.
El frío escandinavo no ha logrado enfriar la llama que arde en el corazón de esta Selección. España aterriza en Gotemburgo con un objetivo claro: sellar el billete a la final de la UEFA Women’s Nations League y seguir alimentando el sueño de un grupo que no conoce límites. Con un 4-0 a favor logrado en Málaga, las vigentes campeonas del mundo afrontan la vuelta ante Suecia —una potencia histórica, tercera del ranking FIFA— con la firme convicción de que la semifinal sigue viva y exige la máxima concentración.
En la víspera del encuentro, el Gamla Ullevi se convirtió en el escenario de las palabras de Sonia Bermúdez, seleccionadora nacional, y Laia Aleixandri, defensora del FC Barcelona y una de las voces más firmes de este vestuario. Ambas coincidieron en un mensaje común: respeto, intensidad y hambre de victoria.
Serena pero firme, Sonia Bermúdez abrió su comparecencia recordando a una de las grandes ausentes de la cita: Salma Paralluelo, que se retiró lesionada en el partido de ida. “Acordarme de Salma, desde aquí le mandamos un abrazo muy fuerte y una pronta recuperación”, expresó la seleccionadora, que afronta su segunda cita oficial al frente de España con emoción y determinación.
Lejos de caer en la relajación que podría sugerir el marcador de la ida, Bermúdez fue tajante:
“Nos estamos jugando un pase a la final y nos olvidamos del partido de Málaga. Pensamos solo en mañana. Este equipo quiere ganar, competir y demostrar su carácter. Son jugadoras muy competitivas y saldrán a por todas.”
La seleccionadora madrileña evitó dar pistas sobre el once titular, aunque reconoció que el cambio de Salma será inevitable y que su grupo está preparado para responder con garantías:
“Mañana es el gran día. Estoy muy contenta con el trabajo del equipo. A estas horas ya sabréis casi el once, pero lo importante es que todas están listas para competir al máximo nivel.”
Afrontar a Suecia en su terreno no es una tarea menor. Bermúdez, sin embargo, destaca la madurez del grupo y la ilusión que transmite cada sesión:
“Sabemos el rival que tenemos enfrente. Es un equipo poderoso, físico, con talento y con una generación joven muy fuerte. Pero nosotros también tenemos nuestras armas. Queremos ganar, disfrutar y ojalá que todo salga bien. No hay presión, hay ilusión.”
En la misma sala de prensa del Gamla Ullevi, Laia Aleixandri tomó el relevo de su entrenadora para poner voz a un vestuario que vive con serenidad y orgullo la magnitud del momento. La central catalana recordó su último duelo ante Suecia en este mismo estadio, hace dos años, cuando regresaba de una lesión:
“Fue el regreso en este campo y contra esta misma selección. Hemos evolucionado mucho desde entonces, por resultados, por identidad y por todo lo que representamos. Es bonito mirar atrás y ver cuánto hemos crecido. Mañana es una oportunidad para seguir escribiendo historia.”
La jugadora del FC Barcelona destacó el carácter competitivo del rival, pero también la convicción del grupo español:
“Suecia mantiene su esencia. Es un equipo intenso, que busca los duelos y no te deja respirar. Pero sabemos a lo que venimos: a competir, a mantener nuestro estilo y a salir con la ambición de siempre.”
Sobre su momento personal y su liderazgo en esta nueva etapa, Laia fue sincera y humilde:
“No es el día para hablar de eso, pero cualquiera diría que ser capitana es la ilusión de su vida. Estoy feliz, con confianza y muy agradecida de vivir este momento con este equipo. Aquí todas remamos en la misma dirección.”
La jugadora quiso subrayar la unidad del grupo y el vínculo que ha creado la nueva seleccionadora con las futbolistas:
“La unión es clave. Hay muchas opciones y la competencia es sana. Con Sonia hemos iniciado una etapa de mucha comunicación, ambición y buen ambiente. Ella sabe lo que es vestir esta camiseta y eso se nota en el trato y en la confianza.”
España llega a este duelo con la moral intacta, tras haber demostrado en la ida una superioridad técnica y emocional que la acercó al objetivo. Sin embargo, el equipo es consciente de que Suecia —campeona olímpica y con una plantilla cargada de talento joven— ofrecerá resistencia desde el primer minuto.
La clave, según Bermúdez, estará en igualar la intensidad inicial y mantener el control del ritmo del partido:
“Esperamos un partido muy intenso desde el principio. Van por detrás en el marcador y saldrán con mucha energía. Nuestra idea es contrarrestar eso con nuestro juego, tener el balón, ser valientes y buscar un gol pronto que nos dé calma.”
El ambiente en el grupo es de serenidad, confianza y compromiso. España no quiere solo pasar a la final; quiere hacerlo con el sello de su identidad: toque, presión alta, solidaridad y carácter.
El Gamla Ullevi, templo del fútbol femenino sueco, será testigo de una noche que promete emociones. España busca su segunda final en cuatro meses, un logro inédito que consolidaría el ciclo dorado que comenzó con el Mundial y que ahora se proyecta hacia nuevos horizontes.
La cita tiene todos los ingredientes de un encuentro histórico: dos potencias europeas frente a frente, una rivalidad creciente y el eco de una Selección que ha aprendido a ganar, sufrir y soñar.
En palabras de Laia Aleixandri: “Este grupo sueña con grandes cosas. El escenario de mañana es inmejorable, y nosotras venimos a seguir soñando despiertas.”
Han pasado 767 días de aquel 21 de septiembre en el que Irene Paredes y Alexia Putellas le contaron al mundo en una rueda de prensa de máxima expectación todo lo que habían vivido antes y después de levantar la Copa del Mundo.
Ahora con dos títulos en las vitrinas de la RFEF, pero con la herida que infligió Inglaterra en la gran final de la Eurocopa 2025, las vigentes campeonas de la Liga de Naciones quiere asaltar Suecia, algo que ya hicieron en la fase de grupos de la primera edición en un gran partido de la yeclana Eva Navarro.
Bajo el cielo gris de Gotemburgo: España busca otra gesta ante Suecia |
El reloj marcaba las once de la mañana cuando las campeonas del mundo despegaron desde el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas rumbo al norte de Europa. En sus maletas, los abrigos más gruesos y la convicción de un grupo que ya sabe lo que significa escribir historia. Tras tres horas y media de vuelo, el avión que trasladaba a la selección española femenina de fútbol aterrizaba en el Aeropuerto de Gotemburgo-Landvetter, recibiendo a las de Sonia Bermúdez con un paisaje de nubes grises, viento helado y temperatura cercana a los cuatro grados.
Nada de eso pareció alterar el ánimo de la expedición. Las sonrisas seguían encendidas, los saludos de los pocos curiosos que aguardaban tras las vallas aeroportuarias se mezclaban con el vapor del aliento de las jugadoras, y la sensación era inequívoca: España ha venido a terminar lo que empezó en Málaga.
El frío escandinavo fue el primer rival del día, y el silencio de los pinares que escoltan la carretera hacia la ciudad portuaria de Gotemburgo acompañó a la delegación española hasta su hotel de concentración, donde el equipo permanecerá durante los dos próximos días. El viaje, rutinario para algunas y emocionante para las más jóvenes, se convirtió en otro símbolo de unidad: todas juntas, una vez más, persiguiendo un mismo sueño.
En apenas unas horas, el calendario marcaba una cita clave. A las 17:00h, la seleccionadora Sonia Bermúdez y Laia Aleixandri ofrecerán la rueda de prensa oficial previa al partido, mientras que a las 18:00h el grupo completo saltará al césped del Gamla Ullevi para realizar el entrenamiento oficial antes de la vuelta de las semifinales de la UEFA Women’s Nations League, que se disputará este martes a las 19:00h, con retransmisión en directo por La 1 y RTVE Play.
“La Roja” llega con ventaja, con un 4-0 a favor en la ida, pero la mentalidad no ha cambiado: respeto máximo al rival, concentración absoluta y hambre de victoria. “Venimos a competir, no a administrar”, repitió Bermúdez antes del viaje, reafirmando el ADN que ha convertido a España en la potencia número uno del fútbol femenino mundial.
El Gamla Ullevi es mucho más que un estadio. En su hierba se han jugado finales europeas, partidos olímpicos y noches de épica nórdica. Pero mañana, su historia se cruzará con la de una generación irrepetible. Porque enfrente estará Suecia, tercera en el ranking FIFA y una de las selecciones con más tradición del continente, que intentará, ante su público, revertir un marcador casi imposible.
Para España, en cambio, este escenario evoca recuerdos de gloria reciente. Suecia fue también la rival en las semifinales del Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023, aquel 15 de agosto que quedará para siempre en la memoria colectiva del deporte español. Aquel día, en Auckland, la Roja, entonces dirigida por Jorge Vilda, se impuso 2-1 en un partido inolvidable, decidido por los goles de Salma Paralluelo y Olga Carmona, preludio del título mundial que España conquistaría cuatro días después en Sídney, con el gol histórico de la sevillana ante Inglaterra.
Fue el nacimiento de un reinado. Y mañana, en Gotemburgo, las actuales campeonas del mundo reviven aquella rivalidad con la madurez de quien ya sabe cómo manejar los grandes escenarios.
La figura de Sonia Bermúdez sobrevuela esta expedición con el respeto que inspira quien ha sabido reconvertirse del césped al banquillo sin perder el alma competitiva. En su estreno como seleccionadora, España deslumbró en Málaga con un 4-0 incontestable ante Suecia, cimentado en los dobletes de Alexia Putellas y Claudia Pina. Ahora, la vallecana busca consolidar su estilo en territorio hostil: presión alta, movilidad ofensiva, libertad para las interiores y esa capacidad de jugar con alegría incluso en los contextos más exigentes.
“Ser futbolista fue lo mejor del mundo, pero entrenar a este grupo es un privilegio aún mayor”, confesó en su debut. La Roja de Sonia mantiene la identidad, pero añade matices: es un equipo más vertical, más atrevido en la recuperación, más solidario sin balón. Su liderazgo sereno ha devuelto la sonrisa a una plantilla que vive uno de los momentos más dulces de su historia.
Las imágenes que dejó el domingo en Madrid fueron reveladoras. Con permiso de la RFEF, y tal como confirmaron fuentes federativas a El Partido de Manu junto con la periodista María Tikas, las jugadoras acudieron al Estadio Santiago Bernabéu para presenciar el Real Madrid CF 2-1 FC Barcelona. Lo hicieron juntas, entre risas y cánticos, demostrando que esta selección trasciende los colores.
Apenas 24 horas después, el grupo emprendía el vuelo a Suecia. En el trayecto, entre cafés y bufandas, se respiraba la mezcla exacta de serenidad y ambición que caracteriza a las campeonas. Nadie habla de trámite. Nadie se relaja. Saben que los grandes equipos se definen en la manera en que respetan cada partido.
Las imágenes que dejó el domingo en Madrid fueron reveladoras. Con permiso de la RFEF, y tal como confirmaron fuentes federativas a El Partido de Manu junto con la periodista María Tikas, las jugadoras acudieron al Estadio Santiago Bernabéu para presenciar el Real Madrid CF 2-1 FC Barcelona. Lo hicieron juntas, entre risas y cánticos, demostrando que esta selección trasciende los colores.
Apenas 24 horas después, el grupo emprendía el vuelo a Suecia. En el trayecto, entre cafés y bufandas, se respiraba la mezcla exacta de serenidad y ambición que caracteriza a las campeonas. Nadie habla de trámite. Nadie se relaja. Saben que los grandes equipos se definen en la manera en que respetan cada partido.
No se puede entender el presente sin mirar hacia Australia y Nueva Zelanda 2023, aquel verano que cambió para siempre la historia del fútbol español. En Sídney, ante más de 75.000 espectadores, España tocó el cielo gracias al gol de Olga Carmona, y la imagen de las jugadoras abrazadas bajo la bandera nacional recorrió el planeta.
Pero el preludio de aquella epopeya fue, precisamente, la semifinal ante Suecia. Un partido de tensión, estrategia y fe. Aquel 2-1 marcó el inicio del camino hacia la eternidad. Por eso, el reencuentro en Gotemburgo tiene algo de poético: la oportunidad de cerrar un círculo, de reafirmar una supremacía que comenzó a gestarse en aquel agosto inolvidable.
Esta misma tarde, a las 18:00h, la selección española se ejercitará sobre el césped del Gamla Ullevi, en una sesión que servirá para ultimar detalles tácticos y adaptarse a las condiciones del terreno, siempre exigentes en esta época del año. El pronóstico anuncia lluvia ligera, viento constante y temperaturas por debajo de los cinco grados.
El objetivo de la sesión no será solo físico, sino también psicológico: mantener la tensión competitiva. Bermúdez y su cuerpo técnico planean ejercicios de activación con balón, simulación de posesiones en espacios reducidos y repaso de transiciones defensivas, conscientes de que Suecia buscará un inicio intenso para intentar revertir la eliminatoria.
Si España confirma su clasificación, se enfrentará al ganador del Alemania–Francia, con ventaja germana (1-0) tras el partido de ida. Sería la oportunidad de luchar por un nuevo título continental, apenas un año después de haber conquistado el mundo.
El mensaje de Bermúdez al grupo es claro: “Cada partido es una página del libro que estamos escribiendo. Pero no basta con tener historia, hay que seguir mereciéndola.”
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 27, 2025
“Hay viajes que parecen rutinarios, pero esconden epopeyas. Las nuestras partieron a las once, cruzaron el cielo de Europa y descendieron sobre la niebla del norte como quienes portan una bandera invisible: la del orgullo, la del fútbol entendido como arte. En Gotemburgo, el frío espera, pero España calienta el alma con su historia. Porque ya lo hicieron antes: cuando vencieron a Suecia en las semifinales del Mundial, cuando Olga levantó al país entero con un gol que detuvo el tiempo. Mañana, no se trata solo de ganar. Se trata de volver a mirar al mundo y recordarle quiénes somos. La Roja no teme al invierno: lo convierte en primavera.”
📌 La vigente campeona se medirá a Suecia este martes 28 de octubre a las 19:00h en el estadio Gamla Ullevi (Göteborg). Las de Sonia Bermúdez, que se impusieron por 4-0 en la ida ante el combinado sueco, buscarán estar en la final de la Nations League. Alemania o Francia sería su posible rival en la final.
España busca otra noche inmortal en el norte de Europa
(Fuente: “El Partido de Manu”)
El fútbol ofrece pocas historias tan redondas como la que está escribiendo la selección española femenina. En Málaga, bajo el sol de La Rosaleda, comenzó una nueva era con una goleada (4-0) que encendió las ilusiones del país y puso nombre propio a una entrenadora que ya fue leyenda con el balón en los pies. Sonia Bermúdez, vallecana, campeona en su etapa como futbolista y ahora seleccionadora nacional, vivió un estreno soñado al mando de una Roja que enamora, domina y emociona.
“Ser futbolista es lo mejor del mundo, lo disfruté muchísimo, y ahora en este rol también lo estoy disfrutando mucho. Me quedo con los días del debut como futbolista y hoy como entrenadora”, confesó, visiblemente emocionada, tras el triunfo ante Suecia. Aquel día, España jugó con la elegancia de las grandes campeonas y el hambre de quien no se cansa de ganar. Dos dobletes —de Alexia Putellas y Claudia Pina— sirvieron para dejar encarrilado el pase a la final de la UEFA Nations League, pero más allá del marcador, lo que brilló fue la sensación de equipo: esa identidad reconocible, de posesión y presión, de armonía entre talento y ambición.
La única nota amarga fue la lesión de Salma Paralluelo. La atacante maña, pieza esencial del engranaje ofensivo, sufrió una lesión en el ligamento lateral interno de la rodilla izquierda y ha abandonado la concentración para iniciar su recuperación. En su lugar, Sonia Bermúdez convocó a Athenea del Castillo, que regresa a una lista con ganas de reivindicarse. Con su presencia, se mantienen 17 futbolistas de la Liga F Moeve en la primera convocatoria de la temporada, un dato que reafirma el enorme talento que nutre el campeonato español.
Tras la goleada ante las escandinavas, la selección retomó los entrenamientos en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas con una sesión dividida en dos grupos —recuperación y compensación— y, el domingo, ya con Athenea integrada, una jornada más larga centrada en los automatismos tácticos para el duelo de Göteborg.
Pero el momento más especial del fin de semana no se vivió sobre el césped, sino en la grada. Con permiso de la Real Federación Española de Fútbol, y según confirmó a El Partido de Manu tanto el propio ente federativo como la periodista María Tikas, las jugadoras de la selección acudieron juntas al Estadio Santiago Bernabéu para presenciar el Real Madrid CF 2-1 FC Barcelona, en una imagen histórica: las campeonas del mundo y referentes de ambas entidades compartiendo la emoción del gran clásico desde el palco. Un gesto de unidad, compañerismo y respeto mutuo que simboliza la madurez de un vestuario que va más allá de los colores.
A sus 39 años, Sonia Bermúdez ha heredado una generación dorada y, al mismo tiempo, le ha impreso su sello: intensidad, verticalidad y temple. En su debut, España ofreció un recital coral, moviendo la pelota con la precisión de siempre, pero con una agresividad ofensiva que recordó sus mejores tiempos como delantera. La entrenadora madrileña ha sabido equilibrar jerarquías: mantener la esencia de Jorge Vilda y Montse Tomé, pero liberando el talento individual de las jugadoras, otorgando libertad a Alexia, confianza a Pina y protagonismo a las jóvenes como Vicky López o Clara Serrajordi.
El 4-0 en la ida es una ventaja importante, pero el mensaje desde el vestuario es unánime: “No está cerrado”. España sabe que Suecia, tercera del ranking FIFA y una potencia histórica del fútbol europeo, no entregará el orgullo fácilmente. En el Gamla Ullevi de Göteborg, las de Tony Gustavsson buscarán un milagro que se antoja épico.
En los antecedentes, ambas selecciones se han enfrentado catorce veces: cuatro victorias españolas, tres empates y siete triunfos nórdicos. Sin embargo, las estadísticas engañan: Suecia lleva cinco partidos consecutivos sin vencer a España, síntoma del cambio de jerarquía en el fútbol femenino mundial.
Si la Roja confirma su pase, se medirá al ganador del Alemania – Francia, una semifinal igualmente vibrante que, tras el 1-0 de la ida en tierras germanas, mantiene viva la intriga.
El Comité de Árbitros de la UEFA ha designado a Ivana Martincic para dirigir el encuentro. Croata, 40 años, internacional desde 2014, Martincic es una figura respetada en el panorama europeo. No ha arbitrado nunca a España en categoría absoluta (sí en sub-17 y sub-19), aunque muchas internacionales la conocen por partidos de Champions.
Su historial con Suecia es equilibrado: una victoria, dos empates y una derrota. Exjugadora en la Primera división croata, Martincic descubrió su vocación gracias a su padre, árbitro asistente:
(Fuente: RFEF)
“De pequeña jugaba en el patio con mis vecinos. Era delantera, siempre protestaba a los árbitros… Mi padre me convenció para intentarlo, y me hizo mejor persona”, contaba en una entrevista con UEFA.
Defensas: Ona Batlle (FC Barcelona), Olga Carmona (PSG), Irene Paredes (FC Barcelona), Mapi León (FC Barcelona), Jana Fernández (London City Lionesses), María Méndez (Real Madrid CF) y Lucía Corrales (London City Lionesses).
Centrocampistas: Alexia Putellas (FC Barcelona), Laia Aleixandri (FC Barcelona), Fiamma Benítez (Atlético de Madrid), Aitana Bonmatí (FC Barcelona), Vicky López (FC Barcelona) y Clara Serrajordi (FC Barcelona).
Delanteras: Jenni Hermoso (Tigres), Mariona Caldentey (Arsenal), Alba Redondo (Real Madrid CF), Claudia Pina (FC Barcelona), Athenea del Castillo (Real Madrid CF), Eva Navarro (Real Madrid CF) y Cristina Martín-Prieto (Benfica).
Göteborg acogerá el martes un duelo con historia. En el Gamla Ullevi, templo de las grandes noches del fútbol nórdico, Suecia se aferra a la épica, mientras España viaja con el peso de la responsabilidad y el deseo de seguir construyendo leyenda. La Roja, actual campeona del mundo y número uno del ranking FIFA, no quiere solo ganar: quiere trascender.
Porque ya no basta con brillar, hay que dominar el relato del fútbol femenino mundial. España lo está haciendo. Con humildad, con fútbol, con una entrenadora que fue estrella y hoy guía un grupo irrepetible.
📌 La internacional del Real Madrid se une a la concentración este sábado para afrontar con el equipo la vuelta de las semifinales de la Liga de Naciones ante Suecia.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 25, 2025
La Selección Española Femenina de Fútbol afronta un nuevo desafío en medio de la incertidumbre. La convocatoria nacional ha sufrido una baja sensible: Salma Paralluelo, extremo del FC Barcelona y una de las estrellas más determinantes del panorama mundial, no podrá continuar en la UEFA Women’s Nations League tras lesionarse en la ida de las semifinales ante Suecia, disputada en La Rosaleda (Málaga).
La atacante aragonesa, que se retiró entre lágrimas en el minuto 25 después de una acción dentro del área, sufre una lesión en el ligamento lateral interno de la pierna izquierda, una noticia que golpea tanto en el plano deportivo como en el emocional. Salma, campeona del mundo y doble Balón de Bronce (2023 y 2024), era —y es— una de las grandes referencias de La Roja. Su baja deja un hueco que no se mide solo en goles, sino en energía, verticalidad y magnetismo.
Sin embargo, el fútbol, como la vida, también encuentra respuestas en los momentos de fragilidad. Y en esta ocasión, el relevo lleva nombre y apellido de garra, velocidad y carácter: Athenea del Castillo.
Sonia Bermúdez, seleccionadora interina en esta ventana internacional, no ha dudado en recurrir a la delantera cántabra del Real Madrid Femenino, que se incorporará en las próximas horas a la concentración en Las Rozas. La atacante se unirá al grupo este mismo sábado, con vistas al partido de vuelta de las semifinales que España disputará el próximo martes 28 de octubre, a las 19:00 horas, en el Gamla Ullevi de Gotemburgo.
La llamada de Athenea no es casualidad. Es la respuesta lógica —y emocional— a una pérdida de peso. Su perfil encaja con la urgencia del momento: velocidad, profundidad, valentía en el uno contra uno y una actitud indomable que siempre contagia al grupo.
Si Salma era el rayo, Athenea es la tormenta. Si Paralluelo representa la elegancia del sprint perfecto, Del Castillo encarna el coraje del desborde imprevisible, el vértigo que rompe líneas y la rebeldía que desafía esquemas.
En la pizarra, las diferencias entre ambas jugadoras son tan evidentes como complementarias. Salma Paralluelo ofrece amplitud, potencia y una lectura táctica sobresaliente: se mueve entre líneas, ataca el espacio y define con frialdad quirúrgica. Su presencia permite estirar al equipo y castigar la espalda de las defensas rivales.
Athenea del Castillo, en cambio, aporta desequilibrio, chispa y una agresividad futbolística pocas veces vista en el panorama europeo. Es la jugadora que no espera el balón, sino que lo provoca. Donde otros ven una línea de fondo, ella ve un desafío. Donde parece imposible girar, Athenea inventa una salida. Su talento es intuitivo, visceral, eléctrico.
Esa dualidad convierte el relevo en una oportunidad. Porque la baja de Salma obliga a España a reinventarse, pero también abre la puerta a un enfoque distinto: un ataque más vertical, con más regate, más imprevisible y con una presión más adelantada.
La imagen de Salma Paralluelo abandonando el césped de Málaga entre lágrimas dolió más allá del resultado. En esa escena se condensaron todos los miedos del fútbol femenino moderno: las lesiones de rodilla, la fragilidad del cuerpo ante el calendario, la carga emocional de quienes viven al límite de la exigencia.
Salma había sido el faro ofensivo de España desde su explosión en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, y su ausencia se nota. Pero lo que ha construido esta generación —campeona del mundo, campeona de la Nations League 2023— no se basa solo en individualidades, sino en una idea coral, en un espíritu colectivo que resiste incluso en la adversidad.
El vestuario lo sabe. Y también lo sabe Athenea, que regresa con hambre, con la ambición intacta y la convicción de que puede ser la chispa que mantenga encendida la llama.
Nacida en Solares (Cantabria) en 2000, Athenea del Castillo es una de esas jugadoras que parecen hechas de fuego. En el Real Madrid Femenino, su impacto ha sido constante: desborde, asistencias, regates imposibles y una energía competitiva que la convierte en una amenaza constante para cualquier defensa.
Pero más allá de los números, lo que define a Athenea es su carácter. Esa mirada desafiante, esa forma de lanzarse al ataque sin miedo a la pérdida, esa voluntad de cambiar el curso de un partido desde una simple arrancada. España la conoce bien. En el pasado Mundial fue clave en la fase de grupos y su participación dejó una huella profunda.
En el esquema de Sonia Bermúdez, puede actuar por cualquiera de las dos bandas, pero su zona natural es la derecha, desde donde puede buscar diagonales hacia dentro y liberar el carril para las laterales ofensivas. Su entrada en el once abre variantes tácticas y mantiene viva la idea de un ataque dinámico y agresivo, incluso sin Salma Paralluelo.
Con Paralluelo fuera, España pierde una referencia aérea y una llegada letal al espacio, pero gana en regate corto, cambio de ritmo y capacidad de improvisación. Athenea es la jugadora que puede romper el guion cuando el rival se cierra, que puede forzar penaltis, faltas o generar segundas jugadas. Su presencia obliga a los laterales contrarios a retroceder y genera desequilibrio desde la anarquía controlada.
En el contexto del partido de vuelta ante Suecia, esa capacidad será oro puro. España deberá defender la ventaja y atacar con inteligencia. Y ahí, el desborde de Athenea puede ser la llave. En Gotemburgo, donde el frío será rival añadido, su electricidad promete encender el fuego que dejó la ex del Villarreal.
El relevo entre ambas jugadoras simboliza más que una sustitución técnica: es una metáfora del presente y futuro de la Selección. Dos generaciones distintas, unidas por un mismo propósito: competir con belleza, con carácter y con alma.
Salma, la atleta que hizo del fútbol una ciencia de la velocidad. Athenea, la rebelde que hizo del fútbol una forma de resistencia.
Ambas representan la nueva España: joven, valiente y sin complejos. Una España que ha aprendido a sufrir sin rendirse, a reinventarse ante la adversidad, a seguir ganando incluso cuando el destino parece girar en su contra.
Mientras Salma inicia su proceso de recuperación y el Barcelona ajusta sus planes, la Selección viaja a Suecia con una mezcla de preocupación y determinación. Porque cada baja, en este grupo, es también un motivo para unirse más.
Athenea llega como llega siempre: sin miedo. Su desafío es enorme, pero también lo es su hambre. El Gamla Ullevi espera, la semifinal aguarda y España —la de las lágrimas en Málaga y los sueños intactos— volverá a gritar su nombre.
Y cuando el balón ruede el martes, quizás el eco de esa carrera indomable por la banda recuerde que, aunque Salma no esté sobre el campo, su espíritu sigue ahí: en cada desborde, en cada sprint, en cada corazón que late al ritmo de una Roja que nunca deja de creer.
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“Perdemos a nuestro rayo, pero llega la tormenta. España sigue viva.” — Editorial “El Partido de Manu”, edición especial Nations League Femenina 2025.