confirmación de los nuevos horarios para los partidos aplazados de la jornada 19 de la Liga F Moeve ha vuelto a poner en evidencia algo que muchos llevamos años denunciando: que el fútbol femenino en España continúa condenado a vivir en la sombra del masculino. LaLiga ha decidido adelantar los duelos Barça–Atlético de Madrid y Athletic–Real Madrid a la primera semana de diciembre para evitar solapamientos con la Supercopa de España masculina del próximo mes de enero.
A primera vista, puede parecer un simple ajuste de calendario. Pero cuando se observa el contexto, la gravedad del asunto se hace evidente. El partido Barça–Atlético, uno de los grandes clásicos del fútbol femenino español y un duelo entre los dos clubes más laureados de los últimos años, coincidirá con la vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League entre España y Alemania. Sí, la misma final en la que nuestra selección puede reescribir la historia, levantando un título continental frente a una de las potencias más grandes del fútbol mundial.
La coincidencia es tan absurda como simbólica: el partido liguero se disputará a las 21:00 horas, mientras que la vuelta de la final europea arrancará, en principio, a las 19:00 en el estadio Metropolitano. Una coincidencia que no solo compromete la asistencia de público a un evento histórico, sino que además vuelve a transmitir la sensación de que el fútbol femenino siempre debe adaptarse, ceder, plegarse ante el calendario de los hombres.
ente que preside Rafael Louzán, junto a LaLiga, ha acordado una “solución de emergencia” para mitigar el impacto de esta coincidencia. Según informó la Cadena COPE, el objetivo es no perjudicar —o hacerlo en la menor medida posible— la afluencia de público al Metropolitano. Pero lo cierto es que la herida ya está hecha. La decisión, más allá de sus ajustes técnicos, revela una falta de sensibilidad estructural hacia el desarrollo del fútbol femenino, que debería ser una prioridad nacional tras los éxitos de los últimos años.
España es campeona del mundo, finalista en categorías inferiores, y una potencia creciente a nivel de clubes. Sin embargo, las decisiones institucionales parecen no haber entendido la magnitud del momento histórico que vive el deporte practicado por mujeres. En lugar de proteger su espacio, se lo encoge. En lugar de potenciar su alcance, se lo reduce a un rincón de la agenda. En lugar de garantizar que su gran final sea un evento nacional, se le obliga a competir con el ruido mediático y televisivo de un calendario diseñado para otros.
No se trata solo de un conflicto de horarios, sino de un reflejo de prioridades. Porque cuando el fútbol masculino estornuda, el femenino debe correr a ponerse a cubierto. Cuando se mueve una fecha del calendario de los hombres, el de las mujeres se reordena sin preguntar. Cuando hay un evento que interesa a las televisiones, el fútbol femenino queda relegado al fondo de la parrilla.
Durante años se ha hablado de “apoyar el crecimiento del fútbol femenino”. Se han firmado convenios, se han multiplicado las campañas institucionales, se han hecho vídeos con mensajes inspiradores y se ha llenado la boca con la palabra “igualdad”. Pero la igualdad no se demuestra en los discursos; se demuestra en las decisiones. Y esta decisión, como tantas otras, vuelve a demostrar que las estructuras del fútbol español siguen funcionando bajo una jerarquía que sitúa al fútbol practicado por hombres como el eje central del universo, y al femenino como un apéndice al que se atiende solo cuando no molesta.
El caso del Barça–Atlético es paradigmático. Un encuentro que podría servir para impulsar la visibilidad de la Liga F Moeve en un momento clave, se ve condenado a la invisibilidad mediática por una decisión administrativa. No es una coincidencia, es una señal. Una señal de que, a pesar de los avances, el fútbol femenino todavía tiene que pedir permiso para existir.
Resulta incomprensible que nadie en los despachos haya levantado la voz ante una coincidencia de tal calibre. Que un país campeón del mundo, que ha llenado estadios, que ha generado audiencias históricas y que ha situado a sus jugadoras entre las mejores del planeta, no sea capaz de blindar su final europea de un conflicto de programación, demuestra hasta qué punto sigue siendo frágil el reconocimiento institucional hacia las futbolistas.
Tampoco se trata solo de las jugadoras. La afición del fútbol femenino, fiel, apasionada y en constante crecimiento, también se ve perjudicada. Miles de personas que querrían disfrutar de ambos partidos —de su equipo y de su selección— se verán obligadas a elegir. Un dilema que en el fútbol masculino simplemente sería impensable. Ningún Barça–Madrid o Atlético–Athletic coincidiría con una final continental de la selección masculina. Pero en el fútbol femenino, parece que “no pasa nada”.
Pasa, y mucho. Porque la visibilidad se construye a base de gestos, y cada vez que se fuerza al público a dividirse, se rompe parte de la comunidad que el fútbol femenino ha construido con tanto esfuerzo. Este deporte, que ha crecido desde la base y sin los privilegios mediáticos del masculino, no puede seguir siendo tratado como un invitado temporal en su propia casa.
fútbol femenino español ha demostrado con creces su mérito deportivo. Ha conquistado títulos, ha llenado estadios, ha formado generaciones de referentes y ha cambiado la manera en la que el país mira a sus deportistas. Lo que falta no es talento, ni emoción, ni compromiso: lo que falta es respeto institucional. Respeto en los calendarios, en las retransmisiones, en los horarios, en las condiciones.
Si de verdad queremos igualdad, no podemos seguir aceptando que cada avance del fútbol femenino dependa de los huecos que deje libre el masculino. La igualdad no se pide. Se ejerce. Y ejercerla implica planificar con la misma seriedad, priorizar con la misma lógica y valorar con la misma pasión.
En diciembre, mientras la Selección Española femenina busque otro título continental y el país vibre con una generación irrepetible, no deberíamos tener que preguntarnos qué partido ver. No debería haber dilemas. Debería haber una sola certeza: que el fútbol femenino merece, por fin, su propio espacio, su propio respeto y su propia voz.
Ya son ganas de joder, con perdón.
El mismo día del Barça – Atleti (y, seguramente, a la misma hora), la selección española femenina de fútbol estará jugando, en el Metropolitano, la final de la Nations League. https://t.co/xOocuT594J
📰España–Francia: el día de la verdad en Marruecos 📰
La Selección Española sub-17 ya no es solo una promesa: es una realidad que ha devuelto la ilusión al fútbol femenino de cantera. En Marruecos, en este Mundial que está escribiendo nuevas páginas de talento y emoción, el combinado dirigido por Mila Martínez afronta su gran prueba de fuego: los octavos de final ante Francia, un clásico europeo convertido en rival simbólico de una generación que quiere dejar huella. Este jueves, a las 16:30 horas (horario peninsular español), el balón rodará en el Campo 1 de la Academia de Fútbol Mohammed VI y España saldrá con todo. En juego, el pase a unos cuartos de final donde ya espera Países Bajos, la vigente campeona de Europa de la categoría.
España llega invicta, líder de su grupo y sin un solo gol en contra. Tres partidos, tres victorias, doce goles a favor y la sensación de un equipo que crece desde la solidez y el talento coral. Mila Martínez ha logrado construir un bloque que combina la intensidad en la presión alta con una salida de balón elegante, basada en el juego asociativo que caracteriza al estilo español desde la base.
hay partido pequeño cuando enfrente está Francia. Las galas llegan a estos octavos tras una fase irregular: segundas de su grupo, con una derrota ante Canadá (2-1) que dejó dudas sobre su solidez defensiva, pero también la certeza de que, si encuentran su ritmo, son capaces de todo. Son un equipo poderoso físicamente, con jugadoras capaces de romper líneas en conducción y con talento para decidir en el uno contra uno.
Pero España las conoce bien. Y las estadísticas también hablan: 11 enfrentamientos directos en esta categoría, con 5 victorias españolas, 4 empates y solo 2 triunfos franceses. El último precedente, en el Europeo de las Islas Feroe, dejó una espina clavada: empate a uno que, combinado con la derrota ante Italia, apartó a España del sueño continental. Mañana, Marruecos ofrece la oportunidad de cerrar el círculo y escribir el capítulo de la revancha.
El pulso táctico estará en el mediocampo, donde el equipo de Mila Martínez buscará imponer su ritmo frente a la presión alta gala. La clave pasará por no perder la paciencia, aprovechar los espacios a la espalda y mantener la concentración en las transiciones. Cada detalle contará. Cada segundo puede decidir una clasificación.
La Academia Mohammed VI, uno de los centros de desarrollo futbolístico más avanzados de África, será el escenario de un partido que representa más que un cruce de octavos: es un reflejo del crecimiento del fútbol femenino mundial. Bajo el sol de Rabat, el talento español buscará proyectarse al mundo. Las jugadoras de Mila Martínez saben que no hay Mundial sin sufrimiento, que cada balón dividido puede cambiar una historia. Y esa convicción las acompaña desde el primer minuto del torneo.
El premio no es menor. En los cuartos de final espera Países Bajos, actual campeona de Europa sub-17, que eliminó a Estados Unidos en la tanda de penaltis tras un duelo eléctrico. Un desafío mayúsculo para quien consiga salir viva del duelo ibérico. Pero antes, el foco está en el presente. España vs Francia. Un clásico que vale un Mundial.
La seleccionadora española ha repetido el mensaje en cada entrenamiento: “Queremos dominar desde nuestra identidad, pero competir como un equipo adulto.” Su discurso refleja el equilibrio que caracteriza a esta generación: talento, pero también carácter. España no se esconde. Ni por historia, ni por presente. Y la plantilla lo siente como una oportunidad única para reivindicar el trabajo de toda la estructura de fútbol base femenino en el país.
España busca su cuarta clasificación consecutiva a los cuartos de final de un Mundial sub-17, un logro que confirmaría su hegemonía en las categorías formativas. Pero más allá del resultado, lo que está en juego es el carácter de una generación que ha crecido soñando con emular a las campeonas del mundo absolutas. Francia es el obstáculo. Marruecos, el escenario. Y el destino, un sueño llamado cuartos de final.
Cuando el balón empiece a rodar, no será solo un partido: será una declaración de futuro. Porque estas chicas, con su fútbol, su orgullo y su talento, no solo quieren ganar. Quieren dejar una huella imborrable en la historia.
El partido al detalle |
(Fuente: RFEF)
🏆 Copa Mundial sub-17 de Marruecos 2025 | #U17WWC
🔥 España 🇪🇸 🆚 Francia 🇫🇷 🔥
🩷 Cruce de octavos de final | Día de partido
📅 Miércoles, 2& de octubre de 2025
📺 Teledeporte
⏰ 16:30 horario peninsular
🏟️ Campo 1 | Academy Football Mohammed VI
La Selección Española sub-17 femenina cerró su participación en el Campeonato del Mundo de Marruecos en los octavos de final, cayendo eliminada ante Francia en una tanda de penaltis cruel (4-5) tras un empate sin goles en los noventa minutos reglamentarios. Pero si algo quedó claro en este duelo épico es que el combinado nacional no se fue de vacío: dejó sobre el césped una lección de carácter, fútbol de alto nivel y orgullo que marcará el camino de futuras generaciones.
Desde el pitido inicial, España tomó las riendas del encuentro con la convicción de quien sabe que está capacitada para competir al más alto nivel. Milagros Martínez, al frente de este grupo de talentosas futbolistas, diseñó un plan que apostaba por la posesión, la presión alta y la capacidad de generar peligro constante. Y las futbolistas españolas respondieron con creces: la primera mitad fue un auténtico recital de control del juego y búsqueda del gol. La pelota circulaba con precisión, las combinaciones fluían con creatividad y cada acción llevaba implícito un mensaje: “Estamos aquí para luchar”.
Francia, consciente del potencial de la selección española, optó por un bloque bajo, compacto y muy disciplinado. Cada llegada española encontraba un muro, cada intento de disparo se topaba con una mano o una pierna francesa. Pero lejos de desanimarse, las nuestras siguieron insistiendo, demostrando que la paciencia y la convicción son armas tan poderosas como la fuerza física.
El segundo período se convirtió en un duelo de precisión y emoción pura. España siguió dominando, pero esta vez con llegadas más claras y peligrosas que pusieron a prueba a la portera francesa, Chevray, que se convirtió en la protagonista de varias paradas magistrales. La tensión aumentaba con cada minuto, y el partido derivó en un ida y vuelta constante, donde Francia empezó a buscar sus opciones y el ritmo se intensificó.
Entre las jugadas más destacadas, brilló la capacidad individual y la valentía de Lúa Arufe, cuyo golpeo de falta impactó en el travesaño y cuyo rebote fue rematado hasta en dos ocasiones por compañeras sin suerte. Rosalía, con una internada eléctrica por la derecha, llevó el balón hasta la portera gala, que respondió con una estirada impecable, dejando a España al filo de abrir el marcador. Cada acción reflejaba la calidad, el coraje y la ambición de un equipo que nunca dejó de creer.
Cuando el reloj se consumió y el marcador seguía intacto, el destino del partido se decidió desde los once metros. En la tanda de penaltis, la portera francesa Poye, que ingresó al campo estratégicamente en el minuto 94, se erigió como la heroína del duelo al detener dos lanzamientos, dando a Francia el pase a cuartos de final con un ajustado 4-5. Un golpe duro, sin duda, pero que no puede eclipsar la valiosa demostración de fútbol y carácter que ofrecieron las nuestras.
Porque más allá del resultado, España sub-17 dejó una impresión imborrable: un equipo sólido, valiente y creativo, capaz de competir de tú a tú con los mejores del mundo. Cada pase, cada recuperación, cada disparo fallido y cada acción defensiva fue un reflejo de un grupo que ha crecido, aprendido y dejado huella. Las derrotas, cuando se afrontan con esta actitud, no son finales, sino peldaños hacia la grandeza.
Milagros Martínez y su cuerpo técnico tienen motivos para sentirse orgullosos. Estas futbolistas han demostrado que el talento español femenino sub-17 no solo existe, sino que es una realidad en constante expansión. Lo que hoy pudo parecer una despedida amarga, mañana se transformará en lección y motivación para futuros torneos, para nuevas oportunidades y para demostrar, una vez más, que el fútbol español tiene una cantera imparable.
El equipo se despide del Mundial con la cabeza alta y el corazón lleno de orgullo. Cada jugadora lleva consigo la certeza de que han dejado todo sobre el césped, que lucharon hasta el último segundo y que el camino que han iniciado seguirá dando frutos. Hoy no avanzamos, pero la historia de estas jóvenes heroínas apenas comienza.
El fútbol español sub-17 femenina sabe que la derrota no define quiénes son: su talento, su esfuerzo y su espíritu de lucha hablan más fuerte que cualquier marcador. El futuro les pertenece, y ya han mostrado al mundo que están listas para conquistarlo, paso a paso, balón a balón, con la misma pasión que hoy dejaron en Marruecos.
📋 Ficha técnica |
ESPAÑA :Anna Álvarez, Zuazo (Iraia Fernández, 78′), Silvia Cristóbal, Julia Torres, Noa Jiménez, Rosalía, María Carvajal, Claudia Barrios (Ferrera, 70′), Anna Quer (Rius, 78′), Lúa Arufe (Celia Gómez, 89′), Chacón.
📌 La tarde televisiva del pasado martes tuvo una protagonista indiscutible: la Selección Española Femenina de Fútbol. El duelo entre Suecia y España, correspondiente a la UEFA Women’s Nations League, no solo capturó la atención de los aficionados al deporte, sino que volvió a demostrar que el fútbol femenino ha conquistado definitivamente un espacio de privilegio en la audiencia española.
Según los datos oficiales, el partido alcanzó un 11,9% de cuota de pantalla, con una media de 1.106.000 espectadores y 3,5 millones de contactos a lo largo de la retransmisión en La 1 de Televisión Española, confirmando el creciente interés del público por el equipo que ha llevado el nombre de España a la cima del fútbol mundial.
El encuentro, emitido en directo desde el estadio de Ullevi en Gotemburgo, formaba parte de la fase decisiva de la UEFA Women’s Nations League, torneo en el que España defiende el título conquistado hace apenas unos meses. La retransmisión de RTVE, encabezada por su equipo habitual de comentaristas especializados, ofreció una cobertura impecable, con un despliegue técnico de primer nivel y una narrativa vibrante que acompañó cada jugada de las campeonas del mundo.
El resultado en audiencia refleja un compromiso sostenido de los espectadores con la Selección Femenina: los más de 3,5 millones de contactos indican que prácticamente uno de cada diez españoles se conectó en algún momento para seguir el partido. En el competitivo horario de tarde, donde conviven magacines, concursos y series diarias, el 11,9% de share de La 1 se traduce en una victoria televisiva rotunda y un impulso a la programación deportiva de servicio público.
Desde la conquista del Mundial de Australia y Nueva Zelanda en 2023, la Selección Española Femenina se ha convertido en un fenómeno social y mediático. Su éxito ha trascendido lo deportivo, conectando con audiencias familiares, jóvenes y femeninas de forma transversal. El seguimiento de los partidos por parte de RTVE ha ido creciendo progresivamente, reflejando una tendencia que ya es estructural: el fútbol femenino no solo interesa, emociona y moviliza.
La etiqueta #SelecciónRTVE se consolidó una vez más como tendencia nacional durante el encuentro, con miles de interacciones en redes sociales. Los usuarios destacaron tanto el rendimiento del equipo dirigido por Montse Tomé como la calidad de la retransmisión pública, que una vez más reafirma su compromiso con la igualdad, la visibilidad y la promoción del deporte femenino.
1,1 millones de espectadores de media no solo sitúan al Suecia–España entre los espacios más vistos del día en La 1, sino que lo equiparan con retransmisiones de fútbol masculino de selecciones o incluso con partidos de Champions League emitidos en abierto en temporadas anteriores. En comparación con los datos registrados en fases anteriores del torneo, la audiencia de este encuentro marca un crecimiento sostenido del interés televisivo por la Nations League femenina. Además, el 3,5 millones de contactos supone uno de los picos más altos de seguimiento en una ventana de tarde, franja donde el consumo suele ser más fragmentado.
Con esta emisión, RTVE refuerza su papel como cadena de referencia para el fútbol femenino en España. Desde la Eurocopa, pasando por el Mundial y la Nations League, La 1 ha ofrecido a los espectadores un seguimiento completo, riguroso y apasionado de las grandes citas de “la Roja”. El compromiso no solo se traduce en cifras de pantalla, sino también en una narrativa audiovisual que ha dignificado el relato deportivo femenino, otorgando el mismo tratamiento técnico, informativo y emocional que históricamente se reservaba a las competiciones masculinas.
El éxito de audiencia del Suecia–España llega en el momento justo, cuando la Selección Femenina se prepara para disputar la gran final de la UEFA Women’s Nations League ante Alemania, el 2 de diciembre en el Estadio Metropolitano. Todo apunta a que esa cita —que podría marcar un nuevo récord histórico de público y seguimiento televisivo— se convertirá en uno de los acontecimientos deportivos del año en nuestro país.
RTVE ya trabaja en un amplio dispositivo técnico y narrativo para esa gran noche, que no solo será una final, sino un homenaje al crecimiento del fútbol femenino y al compromiso del público español con sus campeonas.
Más allá de los porcentajes, las cifras y los contactos, el Suecia–España de la Nations League simboliza un cambio cultural profundo. La audiencia no solo ve fútbol femenino: lo siente, lo celebra y lo defiende. Cada pase, cada gol y cada retransmisión en abierto en La 1 representan una victoria colectiva por la visibilidad, la igualdad y el reconocimiento del talento de nuestras deportistas.
La tarde en la que 1,1 millones de personas siguieron a España desde sus hogares no fue solo un éxito televisivo: fue una nueva página en la historia del deporte nacional. Una historia que sigue escribiéndose con la misma pasión que llena los estadios… y las pantallas. Porque la #SelecciónRTVE ya no es solo un fenómeno deportivo: es un orgullo compartido que no deja de brillar en el firmamento.
📰España–Francia: el día de la verdad en Marruecos 📰
La Selección Española sub-17 ya no es solo una promesa: es una realidad que ha devuelto la ilusión al fútbol femenino de cantera. En Marruecos, en este Mundial que está escribiendo nuevas páginas de talento y emoción, el combinado dirigido por Mila Martínez afronta su gran prueba de fuego: los octavos de final ante Francia, un clásico europeo convertido en rival simbólico de una generación que quiere dejar huella. Este jueves, a las 16:30 horas (horario peninsular español), el balón rodará en el Campo 1 de la Academia de Fútbol Mohammed VI y España saldrá con todo. En juego, el pase a unos cuartos de final donde ya espera Países Bajos, la vigente campeona de Europa de la categoría.
España llega invicta, líder de su grupo y sin un solo gol en contra. Tres partidos, tres victorias, doce goles a favor y la sensación de un equipo que crece desde la solidez y el talento coral. Mila Martínez ha logrado construir un bloque que combina la intensidad en la presión alta con una salida de balón elegante, basada en el juego asociativo que caracteriza al estilo español desde la base.
hay partido pequeño cuando enfrente está Francia. Las galas llegan a estos octavos tras una fase irregular: segundas de su grupo, con una derrota ante Canadá (2-1) que dejó dudas sobre su solidez defensiva, pero también la certeza de que, si encuentran su ritmo, son capaces de todo. Son un equipo poderoso físicamente, con jugadoras capaces de romper líneas en conducción y con talento para decidir en el uno contra uno.
Pero España las conoce bien. Y las estadísticas también hablan: 11 enfrentamientos directos en esta categoría, con 5 victorias españolas, 4 empates y solo 2 triunfos franceses. El último precedente, en el Europeo de las Islas Feroe, dejó una espina clavada: empate a uno que, combinado con la derrota ante Italia, apartó a España del sueño continental. Mañana, Marruecos ofrece la oportunidad de cerrar el círculo y escribir el capítulo de la revancha.
El pulso táctico estará en el mediocampo, donde el equipo de Mila Martínez buscará imponer su ritmo frente a la presión alta gala. La clave pasará por no perder la paciencia, aprovechar los espacios a la espalda y mantener la concentración en las transiciones. Cada detalle contará. Cada segundo puede decidir una clasificación.
La Academia Mohammed VI, uno de los centros de desarrollo futbolístico más avanzados de África, será el escenario de un partido que representa más que un cruce de octavos: es un reflejo del crecimiento del fútbol femenino mundial. Bajo el sol de Rabat, el talento español buscará proyectarse al mundo. Las jugadoras de Mila Martínez saben que no hay Mundial sin sufrimiento, que cada balón dividido puede cambiar una historia. Y esa convicción las acompaña desde el primer minuto del torneo.
El premio no es menor. En los cuartos de final espera Países Bajos, actual campeona de Europa sub-17, que eliminó a Estados Unidos en la tanda de penaltis tras un duelo eléctrico. Un desafío mayúsculo para quien consiga salir viva del duelo ibérico. Pero antes, el foco está en el presente. España vs Francia. Un clásico que vale un Mundial.
La seleccionadora española ha repetido el mensaje en cada entrenamiento: “Queremos dominar desde nuestra identidad, pero competir como un equipo adulto.” Su discurso refleja el equilibrio que caracteriza a esta generación: talento, pero también carácter. España no se esconde. Ni por historia, ni por presente. Y la plantilla lo siente como una oportunidad única para reivindicar el trabajo de toda la estructura de fútbol base femenino en el país.
España busca su cuarta clasificación consecutiva a los cuartos de final de un Mundial sub-17, un logro que confirmaría su hegemonía en las categorías formativas. Pero más allá del resultado, lo que está en juego es el carácter de una generación que ha crecido soñando con emular a las campeonas del mundo absolutas. Francia es el obstáculo. Marruecos, el escenario. Y el destino, un sueño llamado cuartos de final.
Cuando el balón empiece a rodar, no será solo un partido: será una declaración de futuro. Porque estas chicas, con su fútbol, su orgullo y su talento, no solo quieren ganar. Quieren dejar una huella imborrable en la historia.
📌 ¡Tebas no tiene en cuenta a “La Roja”! El presidente de la patronal coloca un Barcelona vs Atlético de Madrid el mismo día que se juega un título en el Metropolitano.
El enfrentamiento entre LaLiga y la RFEF viene de lejos y tiene múltiples frentes: distribución de competencias, derechos audiovisuales, modelo de competición, internacionalización, reparto de ingresos, etc. Por ejemplo, Tebas ha llegado a afirmar que la gestión de la RFEF “está basada en una estrategia de ataque constante” hacia LaLiga. 
En 2023, la justicia respaldó a la RFEF al reconocer que ostenta una “posición de superioridad institucional” frente a LaLiga, lo que refrenda que no estamos ante dos entidades “iguales” sino ante una federación que, al menos legalmente, conserva poderes de coordinación.
La imagen que se dibuja es la de un fútbol español que vive una doble tensión: por un lado, el desarrollo acelerado del fútbol femenino, con sus éxitos y visibilidad creciente; por otro, un entramado institucional caracterizado por el enfrentamiento entre LaLiga y la RFEF que complica y condiciona ese desarrollo.
El tuit de Andrea Peláez funciona como un termómetro de ese malestar: refleja el descontento latente de quienes trabajan directamente en el fútbol femenino. Y, ante ese contexto, el papel de Javier Tebas queda en una zona de grises: sí ha mostrado palabras de apoyo, sí ha instalado visibilidad, pero muchos creen que las acciones estructurales —y las alianzas definitivas— aún no están al nivel de la retórica.
tensión entre LaLiga y la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) no se queda en los despachos: tiene reflejos claros en la programación deportiva, en la convivencia de competiciones y, sobre todo, en la visibilidad del fútbol femenino. El ejemplo más reciente —y quizá más simbólico— tendrá lugar el próximo martes 2 de diciembre de 2025, fecha marcada en rojo para el deporte español.
Ese día, con la Liga F Moeve (Primera División Femenina) detenida por una nueva ventana FIFA, la Selección Española Femenina jugará en el Estadio Metropolitano el partido de vuelta de la gran final de la UEFA Women’s Nations League ante Alemania, una cita que podría coronar a “la Roja” con un nuevo título continental frente a más de 70.000 aficionados. Un encuentro histórico que RTVE emitirá en abierto y que aspira a ser una fiesta nacional, con el estadio del Atlético de Madrid convertido en símbolo del fútbol femenino y del éxito global de las campeonas del mundo.
Sin embargo, ese mismo 2 de diciembre, a las 21:00 (hora peninsular), Javier Tebas, presidente de LaLiga EA Sports, ha decidido programar un partido de alto nivel masculino: el Fútbol Club Barcelona vs Atlético de Madrid, uno de los choques más mediáticos y seguidos de toda la temporada.
La coincidencia horaria entre ambos eventos supone un golpe directo a la visibilidad del fútbol femenino y a la posibilidad de llenar el Metropolitano, en una jornada en la que España podría revalidar su hegemonía continental.
Desde el punto de vista mediático, la decisión es difícil de entender. El duelo entre Barcelona y Atlético absorberá gran parte de la atención televisiva, de la cobertura periodística y del espacio informativo en todas las plataformas. En consecuencia, el encuentro de la Selección Femenina, que debería tener una exposición total como evento de país, se verá inevitablemente eclipsado por el clásico moderno de LaLiga masculina.
Diversas voces del periodismo y del entorno federativo han interpretado esta coincidencia como una falta de sensibilidad institucional por parte de la presidencia de LaLiga hacia el desarrollo y la proyección del fútbol femenino.
El mensaje que deja esta programación es preocupante: ni siquiera una final europea de la selección nacional logra un hueco protegido en la agenda futbolística del país.
La coincidencia de ambos partidos es también un síntoma más del conflicto estructural entre LaLiga y la RFEF, una guerra fría que dura años y que ha tenido consecuencias en prácticamente todos los ámbitos del fútbol español: desde los derechos audiovisuales hasta la organización de competiciones y la relación con los clubes. Cada decisión, incluso la fijación de fechas, se interpreta dentro de esa pugna por el control del calendario, de la narrativa y del poder simbólico.
En este contexto, la falta de diálogo entre ambas instituciones no solo perjudica la imagen del fútbol español, sino que castiga directamente a las aficiones y al crecimiento del deporte femenino, que necesita ventanas limpias, espacios propios y respaldo institucional unánime.
La decisión de Javier Tebas reabre un debate de fondo: ¿cuál es el compromiso real de LaLiga EA Sports con el fútbol femenino? Aunque Tebas ha asegurado en diversas ocasiones que apoya su crecimiento, gestos como este siembran dudas sobre la priorización real de ese discurso. El hecho de que un evento histórico como la final de la Nations League —en la que España podría levantar su segundo título consecutivo— quede enfrentado mediáticamente a un partido de liga masculina de alto impacto, refleja una descoordinación preocupante entre organismos que, en teoría, deberían trabajar por la promoción conjunta del fútbol nacional.
El 2 de diciembre de 2025 debería ser un día de unión, de emoción colectiva y de orgullo nacional por las campeonas del mundo. El Estadio Metropolitano, convertido en fortaleza de “la Roja”, acogerá a una generación que ha cambiado la historia del deporte español. Pero, en vez de un escenario de apoyo institucional y mediático total, se encontrará compitiendo por la atención con uno de los partidos más potentes del calendario masculino.
Más allá de la rivalidad entre organismos, esta situación pone de manifiesto la urgencia de un pacto de coordinación entre la RFEF, LaLiga y la Liga F Moeve que priorice el bien común: la visibilidad, el desarrollo y la sostenibilidad del fútbol femenino español. Porque mientras los despachos siguen en guerra, son las jugadoras, los clubes y la afición quienes pagan el precio de la desunión.
El 2 de diciembre, el Metropolitano será el epicentro de la ilusión de un país. Pero ese mismo día, a la misma hora, otro estadio —probablemente el Olímpico de Montjuïc o el nuevo Camp Nou— captará gran parte de los focos. Lo que podría haber sido una jornada de orgullo compartido se convierte, por falta de sensibilidad y planificación, en una demostración más de que la “guerra” entre instituciones sigue ensombreciendo los logros de nuestras campeonas.
Y mientras la Selección Española femenina lucha por su segundo título continental, el fútbol español sigue debatiéndose entre su pasado de enfrentamientos y el futuro de igualdad que tanto prometió. Un futuro que exige, más que palabras, decisiones responsables y apoyo mutuo .
Qué sinvergüenza eres Tebas. Colocando un Barça-Atleti el mismo día que la Selección femenina se va a jugar un título en el Metropolitano.
“Me dejaste un gusto extraño y me enamoré de ti.” Así comenzaba aquella canción que el grupo “Taburete”, con el alma encendida de quien quiere rendir tributo a una nación que vibra al compás de su bandera, compuso en 2019 para la patria ibérica con motivo del Mundial de Francia.
Una melodía que pronto se convirtió en símbolo, en premonición, en la banda sonora de un sentimiento que nacía y que aún no sabía la magnitud de lo que estaba por venir. Fue aquel verano en el que las chicas hispanas, con el corazón como única brújula, cayeron con honor (2-1) en los octavos de final ante la todopoderosa selección de los Estados Unidos, en el legendario estadio de Le Havre, bajo el cielo normando que presenció el primer rugido de un gigante dormido.
Aquella tarde, marcada por dos penales tan controvertidos como inolvidables —especialmente el segundo, aquel que Rose Lavelle sufrió entre sombras de polémica—, cambió para siempre el destino de las guerreras hispanas. En ese preciso instante, entre lágrimas y orgullo, nació una convicción nueva: la de creer en sí mismas. Cuando los focos del fútbol femenino apenas rozaban la superficie mediática, cuando el eco de sus victorias se apagaba antes de alcanzar las grandes portadas, en “El Partido de Manu” ya contábamos —como quien narra una profecía— las gestas y las cicatrices de las de Jorge Vilda. Éramos testigos del origen de algo inmenso.
Tras aquella fecha fundacional en suelo francés, llegó la última “decepción”, si es que así puede llamarse al aprendizaje que forja los destinos inmortales. España, que apenas cuatro años antes había disputado su primer gran torneo, alcanzó los cuartos de final de la Eurocopa de 2022, donde cayó en la prórroga frente a Inglaterra (2-1). Una derrota que dolió, sí, pero que también encendió la chispa definitiva: fue la antesala de la gloria más absoluta.
Y fue, curiosamente, en las antípodas —en la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda 2023— donde comenzó a escribirse la epopeya más grande jamás contada del fútbol español. Aquel torneo, que empezó casi en silencio, se transformó en un himno universal a la perseverancia y al talento. Partido a partido, lágrima a lágrima, España fue tejiendo una historia que parecía imposible. Hasta que llegó el día: la gran final de Sídney, frente a Inglaterra, otra vez ellas, y un disparo de Olga Carmona que atravesó el tiempo y las generaciones para bordar la primera estrella sobre la camiseta rojigualda. El país entero se detuvo. Las plazas se llenaron. Las lágrimas fueron un idioma común. No nos lo podíamos creer: éramos campeonas del mundo.
Y sin embargo, incluso en la cima del triunfo, el fútbol —caprichoso y humano— nos recordó que la gloria nunca llega sin sombras. Los episodios ocurridos durante la ceremonia de medallas, tan ampliamente conocidos, empañaron una celebración que debía haber sido pura y eterna. Pero mientras eso ocurría, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, un grupo de mujeres seguía entrenando en silencio, con la mirada fija en el horizonte, dispuestas a escribir la siguiente página del libro dorado del deporte español.
El camino, como la vida, nunca fue un sendero de rosas. Tras el Mundial, llegó la recompensa de las recompensas: la conquista de la primera edición de la UEFA Women’s Nations League, levantada en La Cartuja de Sevilla frente a Francia. El cielo andaluz fue testigo de una nueva proeza que consolidó a España como una potencia inapelable. Con ese trofeo en las manos, el equipo emprendió viaje de regreso a Francia para debutar, por vez primera en su historia, en unos Juegos Olímpicos (París 2024). Pero el destino, siempre exigente con las leyendas, volvió a poner a prueba su espíritu. Un partido fatídico frente a Brasil en semifinales y el cruel desenlace del penalti errado por Alexia Putellas privaron al equipo del bronce. Sin embargo, lo más cruel aún estaba por llegar.
Porque en la Eurocopa de Suiza 2025, en la majestuosa final de Basilea, el fútbol —ese espejo de la vida— quiso cerrar el círculo. Inglaterra, la misma que había sucumbido dos años antes en Sídney, reclamó su revancha desde el punto fatídico.
(Fuente: UEFA)
Fue una herida más en el pecho de un grupo que ya se había ganado la eternidad. Una derrota que no se mide en medallas, sino en carácter, en legado y en la certeza de que la historia de España en el fútbol femenino no tiene fin.
Y así, cuando el ciclo de Montse Tomé llegó a su ocaso —una crónica de una despedida anunciada—, la Real Federación Española de Fútbol supo reaccionar con temple. Con mayor o menor acierto, eligió a una mujer que conoce las raíces y las cicatrices del fútbol: Sonia Bermúdez, exjugadora de élite, símbolo del compromiso y del coraje. Bajo su batuta, España ha alcanzado las semifinales de la UEFA Nations League frente a Suecia, doblegando al gigante escandinavo con autoridad. Primero, un contundente 4-0 en La Rosaleda, Málaga, y después un sobrio pero valiente 0-1 en Gotemburgo, sellado por una diana de Alexia Putellas en el minuto 75, como si el destino hubiera querido reconciliarse con ella.
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— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
Hoy, la Selección Española de Fútbol —esa que “desde Ottawa piensa en copas”, como decía la canción de Taburete—, está a punto de firmar una nueva página en el gran libro de su historia. Cuarta final en apenas dos años. Cuatro inviernos de sueños, de lágrimas, de epopeyas. Una demostración rotunda de que el fútbol femenino no solo interesa: emociona, inspira y da más alegrías que el masculino, porque quienes lo encarnan lo hacen desde la pasión y el amor puro al juego. Lo que España vive es más que una era dorada: es una edad de oro con mayúsculas, una generación de leyenda que ha redefinido los límites del deporte nacional.
De camino a una concentración con la sub-19, Clara Serrajordi cambió de destino y de historia: debutó con la absoluta en una semifinal de la Nations League con 17 años
“No pensaba nada, estaba soñando. Patri, Alexia, Irene… Todas me han ayudado mucho”https://t.co/WGWyWfxlzM
España defenderá la corona conquistada ante Alemania, que logró su pase tras empatar con Francia (2-2) y hacer valer su victoria en la ida. La final, a doble partido, tiene fecha y alma: primero, el 28 de noviembre en el estadio Fritz Walter de Kaiserslautern, en territorio germano, donde la historia empezará a escribirse con tinta extranjera. Y luego, el 2 de diciembre, el retorno a casa, al templo rojiblanco del Estadio Metropolitano de Madrid, donde la patria futbolera entera se unirá para empujar a sus heroínas hacia la eternidad.
Lo mejor del partido: España se clasifica para su segunda final de la Nations League.
Que hay que valorarlo sobremanera. En los últimos dos años: final del Mundial (V), final de la Nations (V), final de la Eurocopa (D) y otra final de la Nations (?). https://t.co/n5CZnXrA2zpic.twitter.com/mQtc7lGldz
En el aire flota una sensación inequívoca, un susurro colectivo que se ha convertido en certeza: “La Roja no tiene techo.” Porque el espectáculo —con permiso de una temible Alemania, heredera de las grandes dinastías europeas— no ha hecho más que comenzar.
Y lo que late en el corazón de este equipo es algo que no se entrena ni se compra: una fe ancestral, un orgullo de nación y la certeza de que el futuro del fútbol lleva nombre de mujer y acento español.
📌 La final de la UEFA Women’s Nations League se disputará, en este nuevo formato, a doble partido. El segundo y definitivo, la vuelta, se jugará en el estadio Metropolitano de Madrid el dos de diciembre.
El Estadio Metropolitano, majestuoso y colosal, se alza como emblema de la pasión, la fe y la grandeza del Atlético de Madrid. En su césped, donde la historia se escribe con letras de fuego, España buscará revalidar la corona de la UEFA Women’s Nations League el próximo martes 2 de diciembre, cuando “la Roja” reciba a Alemania en el segundo y decisivo encuentro de la gran final.
🔴 𝗢𝗙𝗜𝗖𝗜𝗔𝗟 | El Estadio Metropolitano de Madrid albergará la vuelta de la final de la #UWNL.
El 2 de diciembre, España se jugará el título de campeona de la competición europea en casa.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
Ese día, el Metropolitano no será solo un estadio: será la fortaleza de una nación, el corazón palpitante de un país que ha aprendido a soñar con sus campeonas, el escenario donde el fútbol femenino volverá a conquistar el alma de todos.
Inaugurado en 2017 como un símbolo de modernidad y orgullo rojiblanco, el Metropolitano se ha convertido en uno de los templos futbolísticos más imponentes de Europa. Su arquitectura vanguardista, su atmósfera envolvente y su capacidad para más de 70.000 aficionados lo han consagrado como sede de los grandes momentos del deporte mundial. Allí se vivió la final de la UEFA Champions League 2019, en la que el Liverpool de Jürgen Klopp se proclamó campeón ante el Tottenham Hotspur, en una noche que elevó al Metropolitano al Olimpo de los estadios europeos. Años después, su prestigio ha seguido creciendo: ha acogido finales de la Copa del Rey, partidos internacionales de la Selección Española masculina, y ha sido designado por la UEFA como sede de la final de la Champions League 2027, un reconocimiento a su excelencia organizativa, su ambiente incomparable y su lugar en el corazón del fútbol mundial.
Y ahora, el destino le otorga un nuevo capítulo: la final de la UEFA Women’s Nations League. Cuando las luces del Metropolitano se enciendan el 2 de diciembre, no será solo una noche de fútbol; será una cita con la historia, el punto de encuentro entre la gloria pasada y el futuro que España sigue escribiendo con talento, coraje y orgullo. Porque en ese coloso madrileño, donde las emociones rugen como un solo corazón, la Selección Española Femenina buscará confirmar que su reinado no fue una casualidad, sino el fruto de una generación que cambió para siempre la manera en que este país vive y siente el fútbol. El Metropolitano será su templo, su escudo, su voz.
Y cuando suene el himno, todo un país volverá a creer en levantar un título tras el fiasco de la Eurocopa 2025 en Suiza ante Inglaterra en una agónica y dramática tanda de penaltis que cerró la era de Montse Tomé .
📌 ¡Jugarán la final! Las pupilas de Sonia Bermúdez se impusieron por 0-1 a Suecia con una diana de “La Reina”.
La previa |
(Fuente: UEFA)
España tiene la historia a su favor, el marcador a su favor y, sobre todo, el hambre intacta. Este martes, en el imponente Gamla Ullevi de Goteborg, la selección femenina de fútbol afronta la vuelta de las semifinales de la Liga de Naciones 2025, con la oportunidad de firmar el pase a su cuarta final en menos de dos años y medio.
El 4-0 de la ida en La Rosaleda fue mucho más que un resultado. Fue una declaración de intenciones. Una muestra de autoridad, de estilo y de continuidad en el legado que empezó con el Mundial de Australia y Nueva Zelanda y que ahora dirige Sonia Bermúdez, debutante en el banquillo con una victoria incontestable ante una de las selecciones más competitivas del planeta.
Pero el mensaje en el vestuario es claro: nada está hecho hasta el pitido final. Las jugadoras lo saben y su seleccionadora lo ha repetido con convicción: “Queremos ganar el partido, queremos meternos en la final. Este equipo es ambicioso y quiere ganarlo todo”.
Suecia, tercera en el ranking FIFA, no bajará los brazos ante su público. El combinado escandinavo, dirigido ahora por Tony Gustavsson, pretende que el duelo en Goteborg no sea un simple trámite. Tras caer con contundencia en Málaga, las suecas buscarán su revancha con un juego más físico, directo y agresivo, intentando llevar el partido a un terreno incómodo para la campeona del mundo.
El técnico sueco, consciente de la dificultad del desafío, insinuó algunos cambios en su once: “Está claro que haremos todo lo posible durante los 90 minutos, una posible prórroga y la tanda de penaltis, pero también estaremos atentos al futuro. Habrá algunos cambios, porque ¿cuándo más tendrán estos jóvenes la oportunidad de competir contra el número uno del mundo?”, admitió en la previa.
En la ida, Suecia apenas inquietó la portería española. Su única ocasión clara llegó en un mano a mano desperdiciado por Stina Blackstenius. La defensa, sin la capitana Magdalena Eriksson, sufrió para frenar la movilidad y la presión alta de España, que castigó cada error en la salida de balón. Esa será, precisamente, una de las claves del encuentro de vuelta.
España, consciente del contexto, sabe que deberá gestionar con inteligencia el ímpetu inicial de Suecia. Se espera un arranque frenético por parte del conjunto local, empujado por su afición y el orgullo herido.
El plan pasa por imponer de nuevo la posesión y el dominio técnico, los sellos de identidad de la campeona del mundo. En ese terreno, Alexia Putellas volverá a ser la brújula. La doble Balón de Oro fue la gran figura del primer partido, con un doblete magistral y un nuevo récord: convertirse en la segunda máxima goleadora histórica de la selección española.
En el centro del campo, Laia Aleixandri podría repetir como mediocentro posicional, aportando equilibrio y lectura de juego, aunque Clara Serrajordi, la joven promesa, espera su oportunidad para debutar en una gran cita.
La gran incógnita reside en el ataque. La lesión de Salma Paralluelo en Málaga obliga a un cambio obligado en la referencia ofensiva. Todo apunta a que Claudia Pina repetirá como ‘falsa 9’, papel en el que brilló en la ida con dos goles y un despliegue táctico que desarticuló a la zaga nórdica.
Bermúdez también baraja introducir rotaciones para evitar riesgos de lesión y mantener la frescura. En defensa, María Méndez podría entrar por Irene Paredes o Mapi León, mientras que Lucía Corrales podría dar descanso a Olga Carmona.
En ataque, la seleccionadora deberá decidir si mantiene el bloque titular o da minutos a Athenea del Castillo, Alba Redondo o Jenni Hermoso, que siguen siendo piezas de enorme valor en el engranaje ofensivo.
Los números sonríen a España. La selección ha ganado sus cuatro últimos enfrentamientos ante Suecia, con un balance de 14 goles a favor y sólo seis en contra. Una supremacía reciente que refleja la evolución de la ‘Roja’ frente a una potencia histórica del fútbol femenino.
Pero más allá de las estadísticas, el reto es emocional: mantener la excelencia en un momento en el que la exigencia es máxima y la responsabilidad, enorme. La campeona del mundo no puede bajar el ritmo. La mirada está puesta en la gran final, que se disputará a doble partido los días 28 de noviembre y 2 de diciembre, pero la prioridad hoy es clara: competir, ganar y salir indemne.
España afronta esta semifinal con la madurez de un equipo que ha aprendido a convivir con la presión y a transformar las expectativas en resultados. La conquista del Mundial 2023, la final de la Eurocopa de Suiza 2025, y el dominio en la Nations League consolidan un ciclo irrepetible.
Cada partido es una página más de una generación que ha cambiado la historia del fútbol femenino. Goteborg puede ser el escenario de una nueva gesta, otro paso hacia la grandeza.
La cita está marcada: martes, 19:00 horas, en La 1 (TVE). España quiere otra noche de gloria. Quiere seguir soñando. Quiere volver a una final.
Y, sobre todo… quiere seguir siendo la número uno del mundo.
El partido al detalle |
(Fuente: “El Partido de Manu”)
🏆 UEFA Women’s Nations League |
♥️Semifinal | Partido de vuelta
🔥 Suecia 🇸🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥
📅 Martes, 28 de octubre de 2025
⏰ 19:00 horario peninsular
📺 La 1 de RTVE
🏟️ Gamla Ulevi, Gotemburgo
Los onces |
(Fuente: RFEF)
partido comenzó con la electricidad de las grandes noches europeas. Las gradas teñidas de amarillo rugían con el orgullo nórdico, mientras los pocos pero ruidosos aficionados españoles agitaban sus banderas con una fe inquebrantable. España, con el mismo once que conquistó Londres dos años atrás, salió a mandar. Sin embargo, pronto comprendió que el césped, irregular y pesado por la lluvia, sería un rival más.
Aitana Bonmatí, Alexia Putellas y Mariona Caldentey intentaban tejer desde el círculo central una red de pases imposibles. Pero cada toque se hundía un poco en la hierba, cada giro parecía frenar medio segundo el fluir natural de ese fútbol de seda que distingue a esta generación. Suecia lo olió y apretó las marcas. Rolfo, Jakobsson y Asllani buscaban las diagonales largas, el juego aéreo, los segundos balones. Un duelo de estilos en estado puro: la precisión contra la potencia; el ingenio contra la disciplina.
Aun así, España supo sobrevivir a ese tramo sin claridad. A base de carácter, contención y un trabajo defensivo digno de una catedral. Irene Paredes fue monumental. Cada cruce suyo tenía algo de sentencia. Ona Batlle, antes de ser sustituida, dejó dos cortes providenciales que evitaron el empate. Y cuando Schröder, en la mejor ocasión sueca del primer tiempo, conectó un disparo centrado ante Cata Coll, la guardameta balear lo atrapó con esa serenidad que desarma más que cualquier grito.
El descanso llegó con la ventaja española intacta. Un gol tempranero —fruto de una combinación milimétrica entre Bonmatí, Mariona y el remate sutil de Alba Redondo— había inclinado la balanza. No fue un festival, pero sí una obra maestra de eficacia. España ganaba, y en el fútbol moderno, eso lo cambia todo.
Las 22 protagonistas ganaron el túnel de vestuarios con el marcador parcial aún pendiente de ser inaugurado, pero la exhibición en La Rosaleda (0-4), dejaba a las visitantes a tan solo cuarenta y cinco minutos por delante para alcanzar el partido por el título, pero Suecia es la tercera nación en el ranking FIFA y eso hacía que fuese un rival ante el que no se podía bajar la guardia ni un solo instante.
⏸️ ¡𝗝𝘂𝗴𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮𝘀 𝗮 𝘃𝗲𝘀𝘁𝘂𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗦𝘂𝗲𝗰𝗶𝗮!
El marcador no se mueve tras cumplirse los primeros 45 minutos.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
Angeldahl, una vieja conocida del fútbol español, ingresó para reforzar el músculo y la conducción de Suecia. En el banco español, Sonia Bermúdez movió las piezas con inteligencia táctica y olfato emocional: Jana Fernández y Martín-Prieto entraron por Ona Batlle y Eva Navarro, respectivamente. Era el mensaje implícito de una entrenadora que sabe leer los tiempos: mantener la estructura, refrescar las piernas y apostar por el temple.
La segunda parte fue un pulso. Un duelo de ajedrez con cada metro de césped disputado como si fuera un tesoro. España, lejos de atrincherarse, trató de dormir el balón, de acunar el reloj. Las combinaciones cortas en campo rival se hicieron más prudentes, pero también más precisas. Alexia retrasó su posición, convertida en brújula y muralla. Aitana, omnipresente, enlazaba el juego con la elegancia de quien lleva un compás en las botas.
Suecia, herida en su orgullo, adelantó líneas. Buscó la épica en los centros laterales, en la fe inquebrantable de su capitana Eriksson, en los lanzamientos lejanos de Angeldahl. Pero cada intento encontraba una respuesta coral, un muro invisible hecho de solidaridad y concentración. España jugaba con la renta y con el alma. Jugaba sabiendo que, en el fútbol femenino moderno, el equilibrio entre talento y resistencia es la clave de la eternidad.
Y entonces llegó el minuto 63. El cartel luminoso del cuarto árbitro mostró un número que resonó como un símbolo: el 17 de Clara Serrajordi. Apenas una adolescente, una promesa del futuro que hoy se asomaba al vértigo del presente. Con el dorsal bien ajustado y la mirada serena, Clara entró en el campo sabiendo que estaba cruzando el umbral del sueño de toda futbolista. Su debut, a los 17 años, fue un guiño del destino. Un relevo invisible entre generaciones.
𝟭𝟳 añitos. 𝗖𝗹𝗮𝘀𝗲 y 𝘁𝗮𝗹𝗲𝗻𝘁𝗼 en estado puro. 𝗙𝘂𝘁𝘂𝗿𝗼 y, desde hoy, 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗲 de la @sefutbolfem.
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Sus primeros toques respiraron una inocencia limpia, pero también un descaro que ilusiona. Recuperó un balón vital, abrió con criterio a la derecha y se animó a combinar con Aitana Bonmatí . La grada española se levantó para aplaudir. Era el futuro en marcha.
Y, a falta de quince minutos para el final, Alexia Putellas demostró que es pura magia sobre el verde, ese mismo en el que España, con un gol de Eva Navarro que remontó el partido estrenó su estrella de campeona del mundo en la primera edición de la Liga de Naciones.
La doble Balón de Oro, que fue la MVP del partido, recibió un centro de Claudia Pina, y con el interior de su pierna mala destrozó las ilusiones de Suecia anotando un golazo a la mismísima escuadra ante el que nada pudo hacer Falk y una conexión culé abría la lata con el 0–1 en el minuto 75 de un partido que no pasara a la historia por su belleza y fue, más bien, soporífero para el espectador neutral.
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El eco del silbato final resonó como un canto a la perseverancia. España volvió a imponerse a Suecia en su propio terreno —donde el viento sopla gélido y el césped se vuelve enemigo— para sellar su billete a una nueva final continental. Fue un partido áspero, tenso y profundamente táctico, en el que “la Roja” mostró que también sabe ganar desde el esfuerzo y la templanza. Una victoria de acero (0–1), que consolida la madurez de un equipo histórico y abre otra oportunidad dorada: la final de la UEFA Women’s Nations League, donde las de Sonia Bermúdez se medirán a Alemania en un doble duelo con aroma a clásico.
El reloj corría, el frío calaba y el Gamla Ullevi empujaba. Pero España no cedía. Cuando el conjunto local buscó el empate con cambios ofensivos —Blackstenius, Kafaji, Rolfö—, emergió Cata Coll como un faro en la oscuridad. Su serenidad fue un escudo, su reflejo un bálsamo. Ni un solo balón superó su figura, ni un solo error alteró su concentración.
Al final, el marcador se mantuvo inamovible: Suecia 0–1 España, y un global de 5–0 que habla por sí solo. Tras el pitido final, Sonia Bermúdez, emocionada pero serena, resumió
El próximo reto no es menor. Alemania, que eliminó a Francia (1–0 en la ida y 2–2 en la vuelta), será el rival en la gran final de la Nations League. Dos selecciones que representan la cúspide del fútbol europeo femenino se verán las caras en una cita doble:
• Ida: miércoles 26 de noviembre • Vuelta: martes 2 de diciembre, en el Estadio Cívitas Metropolitano, el templo del Atlético de Madrid.
Será una final de estilos: la precisión alemana frente a la sinfonía coral española. Una reedición del eterno duelo por el trono continental.
(Fuente: RFEF)
📋 Ficha técnica |
Suecia: Jennifer Falk; Smilla Holmberg, Nathalie Björn, Elma Junttila-Nelhage, Anna Sandberg (Filippa Angeldahl 46’); Hanna Lundkvist, Kosovare Asllani (Rusul Kafaji 55’), Julia Zigiotti; Johann Rytting Kaneryd (Evelyn Ijeh 82’), Felicia Schröder (Stina Blackstenius 55’) y Mónica Jusu Bah (Fridolina Rolfö 55’).
España: Cata Coll; Ona Batlle (Jana Fernández 46’), Irene Paredes (María Méndez 64’), Mapi León, Olga Carmona (Lucía Corrales 73’); Laia Aleixandri (Clara Serrajordi 64’), Aitana Bonmatí, Alexia Putellas; Eva Navarro (Cristina Martín-Prieto 46’), Claudia Pina y Mariona Caldentey.
Árbitra: Lorraine Watson (Escocia). Estadio: Gamla Ullevi (Göteborg, Suecia).
Incidencias: Partido de vuelta de las semifinales de la UEFA Women’s Nations League. Temperatura de 8ºC, terreno húmedo por lluvia. Debut con la selección absoluta de Clara Serrajordi (17 años).
Goles |
0-1 Alexia Putellas Segura 75’ ⚽️
(Fuente: Liga F Moeve)
Vídeo |
📹 RESUMEN | Así selló España su pase a la gran final de la #UWNL
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) October 28, 2025
La vuelta de la final se jugará en el Metropolitano |
(Fuente: “El Partido de Manu”)
El Estadio Metropolitano de Madrid albergará la vuelta de la final de la Liga de Naciones entre España y Alemania |
El Estadio Metropolitano, majestuoso, colosal, símbolo de la pasión y la grandeza del Atlético de Madrid, será el escenario donde España buscará revalidar la corona de la UEFA Women’s Nations League. Un templo moderno que se alzará como fortaleza nacional el martes 2 de diciembre, cuando “la Roja” dispute el segundo y decisivo partido de la gran final ante Alemania.
Será un duelo que trascenderá lo deportivo. Será un canto a la historia, a la fe y a la emoción de un país que ha aprendido a soñar con sus campeonas.
Cuando las luces del Metropolitano se encienden, el fútbol adquiere otra dimensión. Su arquitectura de vanguardia, su atmósfera envolvente y su capacidad para más de 70.000 almas convertirán esta final en una cita histórica para el deporte español.
El coliseo rojiblanco, propiedad del Atlético de Madrid, ya ha sido testigo de grandes gestas del fútbol europeo, pero esta vez su corazón latirá por una causa mayor: ver a la Selección española femenina levantar un título en casa, ante su gente, ante su historia.
Como en 2024, cuando España conquistó La Cartuja y tocó el cielo de la Nations League, la ilusión vuelve a teñir de rojo y oro los sueños de todo un país. Madrid se prepara para una noche que promete ser mítica, con una marea de banderas ondeando, un himno que retumbará en cada grada y un equipo que lo ha vuelto a hacer: llegar a la cima con fútbol, carácter y orgullo.
Nada ha sido casual. España alcanzó esta final tras liderar con autoridad su grupo, por delante de Inglaterra, Portugal y Bélgica, desplegando un fútbol de dominio total.
Después, en semifinales, el conjunto dirigido por Sonia Bermúdez selló una eliminatoria impecable ante Suecia, con una goleada en La Rosaleda y una victoria de carácter en Gotemburgo.
Cinco goles a favor. Ninguno en contra. Un mensaje al continente: España no solo defiende su título, sino su reinado.
Ahora, el destino las cita con Alemania, la otra gran potencia europea, en una final que se decidirá a doble partido: • Ida: miércoles 26 de noviembre, en suelo germano. • Vuelta: martes 2 de diciembre, en el Metropolitano de Madrid.
Y será allí, bajo el cielo rojizo de la capital, donde esta generación dorada podrá culminar su legado.
España entera se prepara para recibir a sus heroínas. Cada rincón del Metropolitano respirará orgullo y emoción. Las gradas serán un mar rojo de camisetas, banderas y cánticos que resonarán hasta el último minuto.
Será más que una final. Será una declaración de amor al fútbol femenino español, un homenaje a la constancia, al talento y a la unión que han llevado a esta Selección a lo más alto del mundo.
El Metropolitano, testigo del nuevo tiempo, será el escenario donde las campeonas buscarán su consagración definitiva. Porque los templos no solo se construyen de acero y cemento, sino de sueños compartidos. Y el próximo 2 de diciembre, España entera se mirará en ese espejo de grandeza.
🔴 𝗢𝗙𝗜𝗖𝗜𝗔𝗟 | El Estadio Metropolitano de Madrid albergará la vuelta de la final de la #UWNL.
El 2 de diciembre, España se jugará el título de campeona de la competición europea en casa.
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“El Metropolitano será más que un estadio. Será una patria en 105 metros de césped. Allí, donde el corazón del fútbol late más fuerte, la Roja intentará volver a hacer historia.” — Manu López, “El Partido de Manu”
📌 El mes de octubre ha traído consigo una de las noticias más simbólicas del deporte español contemporáneo: Aitana Bonmatí ha entrado oficialmente en el libro Guinness World Records 2026.La prestigiosa publicación, que celebra este año su 70ª edición, ha incluido 38 marcas españolas, de las cuales 12 son completamente nuevas, firmadas por personas, instituciones y talentos nacionales que han dejado huella en el mundo entero.
El mes de octubre ha traído consigo una de las noticias más simbólicas del deporte español contemporáneo: Aitana Bonmatí ha entrado oficialmente en el libro Guinness World Records 2026. La prestigiosa publicación, que celebra este año su 70ª edición, ha incluido 38 marcas españolas, de las cuales 12 son completamente nuevas, firmadas por personas, instituciones y talentos nacionales que han dejado huella en el mundo entero.
Entre ellas, la figura de Aitana Bonmatí brilla con una luz inconfundible: la futbolista con más Balones de Oro Femeninos conseguidos en la historia, con un total de tres galardones consecutivos (2023, 2024 y 2025).
La inclusión de Aitana en el Guinness World Records 2026 no solo reconoce su impacto deportivo, sino su trascendencia cultural. En un universo donde el talento se mide por la constancia y la excelencia, Bonmatí ha conseguido erigirse como símbolo de una generación dorada del fútbol femenino español.
Su dominio absoluto del juego, su lectura táctica y su capacidad para decidir partidos en los momentos más críticos la han convertido en una figura de culto, tanto en el FC Barcelona como en la selección española. El triplete de Balones de Oro —2023, 2024 y 2025— no solo consagra a una jugadora irrepetible, sino que redefine los estándares de lo que significa ser la mejor.
La gesta de Bonmatí repercute directamente en su club. Con sus tres trofeos, el F.C. Barcelona Femenino se convierte también en el club con más Balones de Oro en la historia del fútbol femenino, sumando cinco en total: • Alexia Putellas (2021 y 2022) • Aitana Bonmatí (2023, 2024 y 2025)
Una dinastía que no solo ha transformado el palmarés azulgrana, sino que ha llevado el nombre del Barça a lo más alto del deporte mundial, con una hegemonía sin precedentes en la era moderna del fútbol.
El binomio Alexia-Aitana ya es parte de la mitología del club. Dos centrocampistas formadas en La Masía, dos estilos complementarios, dos almas de un mismo legado que han construido una época dorada.
El libro Guinness no solo registra cifras: inmortaliza legados. Y el de Aitana Bonmatí ya pertenece a la historia.
Aitana, que siempre ha defendido la idea de un fútbol con propósito, ha utilizado su voz más allá del terreno de juego: para reivindicar la igualdad, el compromiso social y la excelencia colectiva. Su discurso tras ganar el Balón de Oro 2023 sigue resonando como un manifiesto generacional:
“Como deportistas, tenemos la responsabilidad de ser referentes, dentro y fuera del campo. El talento sin valores no tiene sentido.”
Hoy, dos años después de aquel momento, ese mensaje cobra más fuerza que nunca. El Guinness World Records certifica lo que millones de aficionados ya sabían: que Aitana Bonmatí es mucho más que una futbolista; es un icono cultural y una inspiración global.
El dominio del FC Barcelona Femenino se extiende más allá de los títulos. Desde 2021, el conjunto azulgrana ha transformado el panorama del fútbol femenino, consolidando una identidad basada en la técnica, la posesión y la valentía. El legado de Putellas y Bonmatí ha generado una escuela, un modo de entender el fútbol que trasciende lo táctico: el arte de jugar con el alma.
Con esta nueva distinción, el Barça femenino reafirma su papel como la mayor fábrica de talento del mundo, un referente para clubes, federaciones y proyectos que buscan en el modelo azulgrana la inspiración de su crecimiento.
El Guinness World Records 2026 inmortaliza, con su inconfundible sello, la era de Aitana Bonmatí. Tres Balones de Oro consecutivos. Tres años de excelencia. Tres razones para creer que el fútbol femenino ha cambiado para siempre.
Y en el corazón de esa transformación, una jugadora que aprendió a mirar el juego como una obra de arte. Su nombre, ya inscrito en los libros de historia, seguirá resonando con la fuerza de las leyendas eternas.
El fútbol tiene lugares que se vuelven sagrados. Para España, Sídney será siempre el origen de la leyenda: aquella tarde del 20 de agosto de 2023 cuando Olga Carmona firmó el gol que transformó un sueño en realidad. La victoria por 1-0 ante Inglaterra en la final del Mundial ante Inglaterra no solo entregó una estrella al escudo; entregó un legado, una identidad, una nueva manera de mirar el deporte femenino en el país.
Desde entonces, España ha encadenado triunfos que consolidan su hegemonía: • Campeona del Mundo (2023, Australia y Nueva Zelanda) • Campeona de la primera UEFA Women’s Nations League (2024, en Sevilla ante Francia) • Clasificada para los Juegos Olímpicos de París 2024 • Líder invicta en la fase previa de la Eurocopa 2025
Y ahora, en octubre de 2025, vuelve a enfrentarse a Suecia, la eterna rival del norte, el espejo donde se refleja la evolución de una España que ya no compite para aprender, sino para gobernar.
Suecia fue durante años el modelo a seguir: una potencia consolidada, un fútbol de estructuras, de rigor táctico y fuerza física. Pero España la desbordó desde la técnica, desde la convicción, desde el talento inagotable de una generación que cambió el mapa del fútbol europeo.
En julio de 2023, en las semifinales del Mundial, ambas selecciones ofrecieron un duelo memorable: 90 minutos de equilibrio y emoción, rotos en la prórroga por el gol agónico de Olga Carmona (2-1). Desde entonces, Suecia ha buscado redención, pero España siempre ha estado un paso por delante. En la ida en Málaga, la diferencia fue abismal: 4-0, con tantos de Mariona, Aitana, Salma y Athenea, en una de las actuaciones más redondas de la era Tomé.
La estadística habla por sí sola: en los últimos cinco enfrentamientos, España suma tres victorias y dos empates. No pierde ante las nórdicas desde 2019. Un dominio que ha derribado uno de los últimos muros simbólicos del fútbol femenino europeo.
El Gamla Ullevi no es un estadio más. Construido en 2009, en el corazón de Gotemburgo, acoge regularmente los partidos de la selección femenina sueca y las finales de la Damallsvenskan. Allí, el fútbol se respira con solemnidad, con ese respeto nórdico que mezcla disciplina y pasión silenciosa.
España aterriza en una Suecia herida, pero orgullosa. Los medios locales hablan de “la necesidad de salvar el honor”. Las jugadoras, de “competir con dignidad ante las campeonas”. Pero la Roja conoce ese guion: en escenarios hostiles, es donde más brilla. Porque España ya aprendió a convivir con la presión del favorito, y la asume con naturalidad.
Como si el peso de la historia ya no fuese carga, sino impulso al nuevo plan de Sonia.
El gran secreto de esta selección está en su versatilidad estructural: cada jugadora puede ocupar varios roles sin alterar la armonía colectiva. Bermúdez lo llama “elasticidad táctica”. En la práctica, es el alma de su dominio.
El combinado dirigido por Peter Gerhardsson atraviesa una etapa de transición. Varias de sus veteranas —entre ellas Caroline Seger y Magdalena Eriksson— afrontan probablemente sus últimos compromisos internacionales, mientras nuevas caras como Kafaji, Bennison o Blomqvist intentan tomar el relevo.
El técnico ha optado por un 4-2-3-1 clásico, sustentado en el físico y en la amplitud. La referencia será Stina Blackstenius, que regresa al once tras una lesión que la dejó fuera en la ida. La acompañarán Asllani como mediapunta creativa y Kaneryd por banda derecha, buscando explotar las espaldas de Olga Carmona.
El desafío para Suecia será encontrar equilibrio entre necesidad y prudencia: deben remontar cuatro goles, pero saben que si conceden uno, la eliminatoria estará sentenciada. Gerhardsson lo resumió así en rueda de prensa: “ “España es un equipo que te castiga en cada error. Si jugamos con el corazón pero sin cabeza, no tendremos opciones.”
Más allá de lo deportivo, España se ha convertido en un fenómeno social. El fútbol femenino ya no es una promesa; es una realidad que emociona, inspira y une. Cada partido de la selección congrega audiencias millonarias. Cada niña que se enfunda una camiseta roja siente que puede ser parte de algo grande.
En ese sentido, esta semifinal en Gotemburgo tiene un significado especial. Porque ya no se trata solo de ganar un título más, sino de mantener viva una revolución cultural. El triunfo de 2023 cambió la percepción del deporte femenino en España; el de 2024 consolidó su poder institucional. El de 2025 —si llega— sería la confirmación de una dinastía.
Aitana Bonmatí – Balón de Oro 2023 y The Best FIFA 2024. La brújula, la líder silenciosa. Su control de los tiempos y su capacidad para romper líneas con un pase o una conducción definen el ADN de la Selección Española de Fútbol.
“Jugamos por la excelencia. No queremos que nos recuerden por ganar, sino por cómo jugamos.”
“Estamos orgullosas del camino recorrido, pero no vivimos del pasado. Este grupo se exige siempre un poco más. Sabemos que Suecia en casa es un rival durísimo, pero tenemos la madurez y la serenidad para competir en cualquier escenario. Queremos estar en otra final, por nosotras y por toda la gente que nos apoya desde España, comentaba Sonia.
De niñas que soñaban en campos de tierra a ídolos de un país. De luchas invisibles a portadas mundiales. De promesas a campeonas.
España no solo ha ganado títulos: ha transformado el significado de ser campeona. Ha demostrado que la excelencia no es exclusiva de ningún género, que el fútbol femenino puede mover emociones, estadios y audiencias al nivel de cualquier competición masculina.
Y ahora, en Gotemburgo, esas mismas jugadoras tienen ante sí la oportunidad de seguir alimentando una dinastía que ya ha cambiado la historia del deporte español.
Cuando el árbitro sople su silbato inicial y la pelota ruede sobre el verde sueco, España no solo defenderá un resultado. Defenderá una identidad. La de un país que aprendió a creer, que vio cómo sus jugadoras convertían los sueños en costumbre, y que hoy ya no se conforma con ser parte de la historia: quiere escribirla entera.
En Gotemburgo, las campeonas del mundo mirarán de frente al frío escandinavo, con el calor de un escudo que arde. Cada pase será una declaración. Cada gol, una firma. Cada mirada, un recordatorio de lo que ya son: leyenda viva del fútbol español.
Y cuando suene el himno, resonará la promesa de siempre: España no teme a los gigantes. España los crea.