
🟣 La RFEF designa Castellón de la Plana como sede del torneo, que sale de Madrid después de varios años.
El fútbol femenino español vuelve a escribir una página con vocación de trascendencia. No solo por lo que ocurre sobre el césped, sino por todo lo que rodea al balón cuando este empieza a rodar.
La Real Federación Española de Fútbol (RFEF), presidida por Rafael Louzán, ha confirmado de manera oficial que Castellón de la Plana será la sede de la Supercopa de España Femenina Iberdrola 2026, una decisión que marca un punto de inflexión simbólico, territorial y estratégico en el desarrollo de una de las competiciones con mayor solera y proyección del calendario nacional.
El anuncio no es un simple cambio de escenario. Es una declaración de intenciones. Es la constatación de que el fútbol femenino español, ya maduro, consolidado y con una identidad propia, empieza a tomar decisiones que trascienden lo económico para abrazar valores, territorio y coherencia institucional.
Encima de la mesa estuvo la posibilidad de replicar el modelo del fútbol masculino y exportar la Supercopa a Arabia Saudí.
Una idea que, aunque económicamente tentadora, chocó frontalmente con la realidad del fútbol femenino y con la conciencia de varios de los clubes implicados. La respuesta fue rápida y contundente. El Real Madrid C.F., entre otros, se negó a viajar a un país donde no se respetan los derechos de las mujeres, cerrando la puerta a un escenario que habría supuesto una contradicción estructural con la esencia misma de la competición.
No fue una negativa aislada ni caprichosa. Fue una postura lógica, ética y profundamente política en el mejor sentido del término: el de defender que el crecimiento del fútbol femenino no puede desligarse de los derechos, la visibilidad y la dignidad de las mujeres. La Supercopa no es solo un torneo. Es un escaparate. Y los escaparates también comunican.
En los últimos años, la Comunidad de Madrid se había convertido en el hogar casi permanente de la Supercopa Femenina. Entre 2021 y 2025, seis ediciones se disputaron en territorio madrileño, con sedes como Las Rozas o Leganés y, más recientemente, el Estadio de Butarque como epicentro de las dos últimas finales.
Una apuesta continuista que, si bien ofrecía garantías logísticas y visibilidad mediática, comenzó a generar fricción entre las aficiones de clubes históricos como el FC Barcelona, la Real Sociedad o el Athletic Club. El argumento era claro y compartido: la Supercopa debía disputarse en una sede neutral, que representara a todos por igual y que reforzara la idea de un torneo de ámbito nacional, no centralizado.
El fútbol femenino español, cada vez más seguido, más exigente y más consciente de su peso social, reclamaba aire nuevo y la RFEF, en esta ocasión, escuchó.
Para entender la magnitud del paso que ahora se da, conviene mirar atrás. La Supercopa de España Femenina vivió un antes y un después en 2019, cuando se implantó el formato Final Four. Una decisión estratégica que transformó una competición residual en un gran evento concentrado, capaz de reunir en una única sede a los cuatro mejores equipos de la temporada y convertir cada edición en una auténtica celebración del fútbol femenino de élite.
Aquella primera edición del nuevo formato se celebró en Mérida, en el Estadio Romano José Fouto. No fue casualidad. Fue una apuesta valiente que llevó el foco mediático a Extremadura y demostró que el fútbol femenino podía ser motor de desarrollo territorial. Un año después, en 2020, Salamanca tomó el relevo con el Estadio Helmántico como escenario, consolidando la idea de una Supercopa itinerante, cercana y con capacidad de generar identidad en distintos puntos del país.
Desde entonces, sin embargo, el torneo fue perdiendo esa vocación viajera. Mérida y Salamanca quedaron como referencias casi nostálgicas de lo que pudo ser, hasta ahora.
Tras cerrar el acuerdo de colaboración entre la RFEF, la Generalitat Valenciana, el Ayuntamiento de Castellón de la Plana y el CD Castellón, el fútbol femenino español ha encontrado un nuevo hogar para una de sus citas más emblemáticas. El Estadio SkyFi Castalia será la sede de la Supercopa de España Femenina Iberdrola 2026.
Castalia no es un estadio cualquiera. Es el corazón albinegro. La casa de los ‘Orelluts’. Un recinto con capacidad para más de 15.000 espectadores, moderno, funcional y profundamente conectado con la ciudad.
Un estadio que respira fútbol y que ahora a se prepara para acoger uno de los torneos con más historia del a panorama femenino nacional.
Con esta elección, Castellón toma el relevo de Butarque y se convierte, durante una semana, en el epicentro del fútbol femenino español.
El formato Final Four volverá a ofrecer un menú de lujo. Cuatro clubes históricos, cuatro estilos, cuatro formas de entender el juego y una sola corona en disputa.
• Martes 20 de enero, 19:00 horas
Real Madrid CF – Club Atlético de Madrid
• Miércoles 21 de enero, 19:00 horas
FC Barcelona – Athletic Club
• Sábado 24 de enero, 19:00 horas
Final
Tres noches de fútbol grande. Tres capítulos de una historia que mezcla rivalidad, talento, ambición y memoria. Todos los encuentros se podrán seguir en directo y en abierto a través de RTVE, garantizando una cobertura de servicio público acorde a la relevancia del evento y al crecimiento sostenido de las audiencias del fútbol femenino.
El Estadio SkyFi Castalia no es ajeno a las grandes citas federativas. La RFEF ya ha confiado en él en anteriores ocasiones, especialmente con partidos de las selecciones nacionales. El último precedente tuvo lugar el 14 de octubre, cuando la Selección española Sub-21 se enfrentó a Finlandia en un encuentro oficial que volvió a situar a Castellón en el mapa del fútbol nacional.
Ahora, el reto es distinto. Ahora, el balón será femenino y el mensaje, aún más potente.
La Supercopa de España Femenina 2026 no será solo un torneo, sino un espejo e incluso un reflejo de hasta dónde ha llegado el fútbol femenino español y de hacia dónde quiere ir. Elegir Castellón es elegir descentralización.
Designar a Castellón es sinónimo de coherencia, es elegir que los valores no se negocian y que el crecimiento debe ser sostenible, inclusivo y fiel a su razón de ser.
Cuando el balón eche a rodar en Castalia, no solo comenzará una final four. Comenzará un nuevo capítulo. Uno en el que el fútbol femenino sigue demostrando que no necesita copiar modelos ajenos para brillar, que puede construir su propio camino y que, cuando se trata de avanzar, hacerlo juntas siempre es la mejor jugada.
Porque en enero, en Castellón, no se jugará solo una Supercopa. Se jugará el presente y el futuro de un fútbol que ya no pide permiso para ocupar el lugar que le corresponde.


