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  • Reportaje | F. Torres y Alejandra Bernabé, vidas cruzadas

    (Fuente: Liverpool Football Club)

    ⬛️ La cantera rojiblanca (24 años) vistió también la elástica del Chelsea (2022-2023), tal y como hizo “El Niño”.

    Fernando Torres Sanz y Alejandra Bernabé de Santiago. Dos nombres que, separados por una generación, por contextos distintos y por escenarios que han ido mutando con el tiempo, trazan una línea invisible pero firme dentro del mapa emocional del fútbol. Una línea que nace en Majadahonda, en ese territorio casi sagrado para el Atlético de Madrid conocido como “La Academia”, y que se extiende hasta dos de los estadios más simbólicos del fútbol europeo: Stamford Bridge y Anfield. Una vida paralela, sí, pero sobre todo una misma manera de entender el juego, la pertenencia y la memoria.

    Ambos no son solo dos futbolistas unidos por una cadena de coincidencias llamativas. Son, en realidad, dos expresiones distintas de una misma idea: la de un fútbol que nace en la cantera, que se forja en la identidad y que se proyecta al mundo sin perder la memoria. Sus trayectorias avanzan en paralelo como dos ríos que nacen en la misma montaña, se separan por el terreno, atraviesan paisajes distintos y, sin embargo, conservan siempre el mismo origen. En el fútbol, como en la vida, no todas las historias necesitan cruzarse para dialogar entre sí.

    Todo comienza en La Academia del Atlético de Madrid. No como un simple punto geográfico, sino como un estado de ánimo. Allí, entre campos de entrenamiento, madrugadas frías y una exigencia que no entiende de edades, se aprende que el escudo no se lleva, se soporta. Fernando Torres creció en una etapa en la que el Atlético era más herida que promesa, más recuerdo que presente. Ser del Atlético entonces no era una moda, era una elección. Una forma de resistencia. Alejandra Bernabé se formó en otro tiempo, con el club ya reconstruido en lo institucional, pero con el fútbol femenino aún empujando desde abajo, aún reclamando el lugar que durante décadas se le negó. Contextos distintos, misma lección: aquí no se regala nada.

    Torres fue el niño que se convirtió en capitán antes de tiempo. El símbolo de un club que se aferraba a uno de los suyos para no perderse a sí mismo. Su figura trascendió lo futbolístico porque encarnaba una idea romántica del deporte: la del canterano que no solo juega, sino que representa. Alejandra Bernabé, desde una posición menos central en el foco mediático, vivió otra forma de liderazgo: la de abrir camino. La de demostrar que una lateral zurda formada en la cantera rojiblanca podía competir al máximo nivel, primero en España y luego fuera, sin renunciar a su identidad.

    Salir del Atlético nunca es fácil. Porque no es solo marcharse de un club, es abandonar un refugio emocional.

    Fernando Torres lo hizo cuando entendió que su carrera necesitaba otro escenario, aunque su corazón se quedara en casa. Alejandra Bernabé también tuvo que dar ese paso, sabiendo que el crecimiento profesional a veces exige incomodidad. Ambos asumieron el riesgo. Ambos entendieron que el talento, si no se expone, se marchita.

    El Liverpool aparece entonces como un punto de destino que parece escrito con tinta invisible. Anfield. Un estadio que no se limita a albergar partidos, sino que conserva historias. Allí, Fernando Torres encontró un lugar donde su fútbol fue entendido desde el primer minuto. Donde su manera de atacar el espacio, su relación con el gol y su compromiso conectaron con una afición que reconoce al instante a quien juega con el corazón. Torres no fue solo un gran delantero del Liverpool. Fue parte de su alma reciente.

    Décadas después —porque en términos emocionales el fútbol no mide el tiempo igual— Alejandra Bernabé viste la misma camiseta roja. La misma zamarra mítica. Y no es un detalle menor. Porque Liverpool no es un club neutro. Exige una manera de estar.

    No basta con cumplir, hay que sentir. Y para alguien formada en el Atlético de Madrid, esa exigencia resulta casi familiar. Hay clubes que se reconocen entre sí sin necesidad de presentaciones. Atlético y Liverpool comparten una épica: la del sufrimiento convertido en orgullo, la de la lucha como identidad, la de la derrota asumida sin rendición.

    Antes de regresar a Liverpool, en ambas vidas aparece el Chelsea. Un club que simboliza la modernidad, el poder económico, la estructura casi empresarial del fútbol contemporáneo.

    Para Fernando Torres fue un capítulo incómodo, lleno de ruido, de debates eternos y de una narrativa injusta que redujo su carrera a cifras frías. Sin embargo, allí llegó uno de los momentos más importantes de su vida deportiva: una Champions League que le permitió cerrar un círculo personal. Para Alejandra Bernabé, el Chelsea fue una escuela de élite, un entorno donde el fútbol femenino se vive con una profesionalización absoluta, donde cada entrenamiento es una prueba y cada partido, un examen.

    Londres, para ambos, fue un lugar de tránsito. Un espacio de crecimiento, pero no de pertenencia plena. Porque hay futbolistas que necesitan sentirse parte de algo más grande que un proyecto ganador. Necesitan un relato y ese relato, para ambos, estaba en Liverpool.

    Cuando Alejandra Bernabé afirma, en conversación con la periodista Marta Griñán, que le hace ilusión jugar en el mismo club que Fernando Torres, no está estableciendo una comparación. Está reconociendo una herencia. Está situándose dentro de una genealogía emocional.

    Está diciendo, sin decirlo, que el fútbol también se construye mirando atrás con respeto. Que saber quién estuvo antes no te empequeñece, te da contexto.

    Alejandra pertenece a una generación que ya no acepta ser secundaria. Que juega en los mismos estadios, que defiende los mismos escudos y que empieza a ocupar el mismo espacio simbólico que durante años fue exclusivo. Que una futbolista formada en la cantera del Atlético, con pasado en Chelsea y presente en Liverpool, pueda decir eso sin complejos es, en sí mismo, una victoria colectiva del fútbol femenino.

    Fernando Torres cerró su carrera regresando al lugar donde todo empezó. Volvió al Atlético no para ganar títulos, sino para cerrar una historia con coherencia. Alejandra Bernabé todavía está escribiendo la suya. Su camino sigue abierto, lleno de páginas por completar, de partidos por jugar y de decisiones por tomar. Pero ya hay algo que nadie le puede quitar: haber entrado en ese territorio donde el fútbol deja de ser solo presente y se convierte en relato.

    Dos vidas paralelas. Dos trayectorias que avanzan sin tocarse, pero que se reflejan mutuamente como en un espejo lejano. “La Academia”, Chelsea y Liverpool. Tres estaciones comunes, tres pruebas superadas, tres símbolos compartidos. En un fútbol cada vez más rápido, más olvidadizo y más superficial, esta historia nos recuerda que todavía existen los hilos invisibles. Que todavía hay carreras que se entienden mejor desde la emoción que desde el dato.

    Porque al final, el fútbol no es solo lo que pasa en el césped. Es lo que permanece cuando el partido termina. Y en ese espacio donde habitan la memoria y la identidad, Fernando Torres Sanz y Alejandra Bernabé de Santiago caminan juntos, aunque no coincidan en el tiempo. Bajo el mismo himno no escrito. Bajo la misma certeza: que hay camisetas que no son se visten, se heredan.

    Esta historia la ha plasmado a la perfección Marta Griñán en el Diario AS y desde “El Partido de Manu” les recomendamos encarecidamente que lean lo que escribió la murciana, quien está especializada en Políticas de Igualdad para comprender mejor esta intrahistoria de vidas cruzadas.

  • Oficial | ¿Dónde ver el Alhama C.F. vs Atlético de Madrid ?

    (Fuente: Getty imágenes)

    ⬛️ Descubre cómo puedes seguir las evoluciones del cruce entre murcianas y madrileñas.

    Se podría decir que el Alhama sueña, el Atlético de Madrid responde y la Copa de la Reina Iberdrola vuelve a invocar su hechizo en el Estadio José Kubala, no va más.

    (Fuente: Alhama ElPozo)

    Hay partidos que no entienden de categorías, rachas ni presupuestos y hay encuentros que se explican desde la emoción, desde la épica latente que solo las competiciones del KO saben despertar.

    La Copa de la Reina pertenece a ese territorio casi mágico en el que lo improbable se convierte en posible y donde cada balón dividido es una declaración de intenciones. En ese escenario comparecen el Alhama Club de Fútbol ElPozo y el Atlético de Madrid Femenino, dos equipos separados por historia, palmarés y contexto competitivo, pero unidos durante noventa minutos por una misma obsesión: seguir vivos en la competición más romántica del fútbol femenino español.

    En la Región de Murcia, en el José Kubala de césped artificial, el modesto desafía al gigante, la ilusión se mide al oficio y la Copa vuelve a reclamar su protagonismo eterno.

    El Alhama Club de Fútbol llega a esta cita con la mochila cargada de realidades complejas, pero también de sueños intactos. El conjunto dirigido por Jovi García transita por la Primera División Femenina desde una posición incómoda, decimocuarto en la clasificación con apenas nueve puntos, pero sostenido fuera del descenso por la inestabilidad de rivales directos como el DUX Logroño y el Levante Unión Deportiva.

    El contexto liguero no es sencillo, y la reciente derrota por 0-1 ante el Badalona en el Francisco Artés Carrasco, con un solitario tanto de Lice Chamorro, ha añadido una dosis extra de urgencia y reflexión. Sin embargo, la Copa de la Reina es otra cosa. Es otro relato. Y el Alhama lo sabe.

    Las murcianas ya demostraron en dieciseisavos de final que están dispuestas a competir esta Copa con la fe del que no tiene nada que perder.

    En El Vivero, ante el Sport Extremadura, el Alhama firmó una victoria de carácter por 1-2, cimentada en la sangre fría de Estefa desde el punto de penalti y en el oportunismo de Javiera Toro, goles que hicieron estéril la diana local de Anlly. Aquella noche no solo sirvió para avanzar de ronda; sirvió para reafirmar una identidad, para recordar que este equipo, campeón de la Primera RFEF, no ha olvidado cómo se compite en escenarios de máxima tensión.

    Enfrente estará un Atlético de Madrid que entra en liza por primera vez en esta edición copera, exento de la tercera ronda gracias a su condición de equipo de élite. Las rojiblancas llegan a Murcia con el peso de la historia sobre los hombros, pero también con ciertas dudas recientes que humanizan a un bloque acostumbrado a competir por todo.

    El equipo de Víctor Martín viene de caer con contundencia en Francia ante el Olympique de Lyon por 0-4, una derrota que evidenció las diferencias actuales con la élite europea. Antes, en Ipurúa, no pudo pasar del empate 2-2 frente a la Sociedad Deportiva Eibar en un encuentro marcado por las rotaciones masivas del técnico madrileño, una decisión que priorizó la gestión de esfuerzos pero que dejó un poso de irregularidad.

    El Atlético es actualmente cuarto en la Liga F, con 26 puntos, a cuatro de la Real Sociedad —su primer rival en el calendario de 2026— y a seis del Real Madrid, segundo clasificado. Números que no alarman, pero que sí exigen una respuesta inmediata en términos de sensaciones. Y qué mejor escenario que la Copa de la Reina para reencontrarse con la mejor versión competitiva de un equipo que sabe lo que es levantar este trofeo y que tiene en la memoria reciente la herida abierta de la final perdida el curso pasado.

    Porque el Atlético de Madrid fue finalista de la Copa de la Reina 2024, cayendo por 2-0 ante el Barcelona en El Alcoraz de Huesca. Aquella derrota, lejos de diluirse en el olvido, sigue siendo un motor interno para una plantilla que ambiciona volver a saborear el éxito copero. No en vano, el club rojiblanco ha conquistado este título en dos ocasiones, en 2016 y 2023, y aspira a sumar una tercera corona que refuerce su identidad ganadora en el fútbol femenino español. Desde los despachos, Lola Romero continúa impulsando un proyecto que quiere volver a situar al Atlético en el mapa de los grandes éxitos, no solo como aspirante, sino como protagonista real.

    El duelo en el José Kubala no es nuevo en la memoria colectiva de ambos equipos. Los precedentes históricos entre el Alhama ElPozo y el Atlético de Madrid son claramente favorables a las colchoneras: cuatro victorias en cuatro enfrentamientos. El último de ellos, correspondiente a la novena jornada liguera, se saldó con un contundente 4-0 para las capitalinas, con un doblete de la noruega Synne Jensen, una de las futbolistas llamadas a marcar diferencias en este tipo de eliminatorias. Jensen vuelve a ser una amenaza real para el marco defendido por Elena de Toro, portera del Alhama y uno de los pilares silenciosos del equipo murciano.

    Pero si hay un antecedente que el Alhama se aferra como ejemplo de que los gigantes también caen, ese es el recuerdo imborrable de la temporada 2022-2023. Entonces, ambos conjuntos se cruzaron en la “Final Four” organizada por la RFEF en el Estadio de Butarque, en Leganés. De la mano de Manolo Cano, el Atlético se coló en la final y acabaría levantando el trofeo a costa del Real Madrid en un ejercicio de resistencia y fe.

    Aquella edición quedó grabada como una de las más épicas de la historia reciente del torneo, y aunque el desenlace favoreció a las rojiblancas, el simple hecho de compartir escenario en una fase tan avanzada sigue siendo un orgullo competitivo para el Alhama.

    El partido se disputará a eliminatoria única, un formato que eleva la tensión hasta el límite y que convierte cada error en potencialmente definitivo. El Alhama ha elegido el José Kubala, de césped artificial, como escenario para intentar equilibrar fuerzas. No es un detalle menor. El bote del balón, la velocidad del juego, la adaptación al terreno… todo suma cuando se trata de incomodar a un rival habituado a contextos de máxima exigencia. En Murcia se respira la sensación de que este partido puede ser algo más que un trámite para el Atlético y algo más que un premio para el Alhama.

    La expectación se ha visto reforzada por la confirmación, casi a última hora, de que la Real Federación Española de Fútbol se encargará de producir el encuentro a través de RFEF TV, disponible en YouTube y accesible de manera gratuita para todos los públicos.

    Enlace para ver el encuentro |

    https://www.youtube.com/live/a2bS7eUeRxc?si=9CFdGppWqUfAohaG

    Una noticia celebrada por ambas aficiones y por el fútbol femenino en general, que vuelve a encontrar en la visibilidad uno de sus grandes aliados.

    La Copa de la Reina se podrá vivir sin barreras, sin excusas, con la posibilidad de que cualquier espectador descubra, quizá por primera vez, la magia que encierra este torneo.

    Desde el punto de vista táctico, el choque promete contrastes. El Alhama previsiblemente apostará por un bloque compacto, solidario, con líneas juntas y un plan de partido orientado a minimizar espacios y castigar cualquier relajación del rival. La experiencia de jugadoras como Estefa, el desparpajo de Javiera Toro y la fiabilidad de Elena de Toro bajo palos serán fundamentales para sostener el pulso durante los noventa minutos. Jovi García es consciente de que su equipo necesita rozar la perfección para tener opciones reales, pero también sabe que la presión recae íntegramente sobre el Atlético.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Las rojiblancas, por su parte, afrontan el duelo con la obligación implícita de imponer su jerarquía sin caer en la ansiedad. Víctor Martín deberá decidir hasta qué punto rota su once o apuesta por un bloque más reconocible que recupere automatismos y sensaciones.

    El Atlético de Madrid tiene calidad de sobra para dominar el juego, pero la Copa no perdona la falta de intensidad ni la desconexión emocional. Futbolistas como Synne Jensen, con su capacidad para atacar el espacio, o el liderazgo silencioso de las veteranas del vestuario, están llamadas a marcar el ritmo de una eliminatoria que exige colmillo y temple.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Más allá de lo estrictamente deportivo, este partido es también un reflejo del momento que vive el fútbol femenino español. La convivencia entre proyectos modestos que luchan por consolidarse en la élite y clubes históricos que compiten en Europa define una liga cada vez más plural, más exigente y más atractiva. El Alhama representa la resistencia, la identidad de un club que ha sabido crecer desde la base y que no renuncia a soñar. El Atlético encarna la ambición estructural, la necesidad de responder siempre como favorito, incluso cuando las circunstancias no acompañan del todo.

    La Copa de la Reina, en ese sentido, actúa como un espejo. No entiende de dinámicas previas ni de presupuestos. Solo exige noventa minutos de verdad. Y ahí es donde el Alhama se agarra a la mística copera, a la posibilidad de escribir la página más brillante de su historia reciente. Dar la sorpresa ante un equipo Champions no es solo una hazaña deportiva; es una declaración de intenciones, un mensaje al vestuario, a la afición y a toda la Región de Murcia de que este club tiene alma y ambición.

    El Atlético, mientras tanto, sabe que cada partido es una oportunidad para recomponerse, para cerrar heridas y para recordar quién es y de dónde viene. Despedir 2025 con los deberes hechos, avanzando de ronda y recuperando sensaciones, es un objetivo tan necesario como simbólico.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Mirar al 2026 con esperanza implica competir cada encuentro con la intensidad del que no se siente cómodo en la duda. Partido a partido, como dicta el mantra rojiblanco, pero sin olvidar que la Copa exige algo más: coraje, corazón y una fe inquebrantable en el escudo.

    Cuando el balón eche a rodar en el José Kubala, todo lo anterior quedará en suspenso.

    Las estadísticas, los precedentes y las clasificaciones pasarán a un segundo plano. Quedará el ruido del público, el tacto extraño del césped artificial, la tensión en cada despeje y la sensación de que cualquier detalle puede cambiarlo todo. El Alhama buscará el partido de su vida. El Atlético, la reafirmación de su jerarquía.

    Y la Copa de la Reina, una vez más, volverá a recordarnos por qué es el torneo donde el fútbol femenino español se mira al espejo de la emoción.

    Porque hay noches que no se repiten. Y esta, en Murcia, tiene todos los ingredientes para ser una de ellas.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    🔜 NEXT GAME

    🏆 Copa de la Reina Iberdrola 2025-2026

    🔥 Alhama ElPozo 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Eliminatoria de octavos de final ⚔️

    📅 Domingo , 21  de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 

    📺 RFEF TV (YouTube)

    ⏰ 19:00 horario peninsular

    🏟️ Estadio José Kubala, Murcia 

    (Fuente: Alhama ElPozo)
  • Oficial | El camino despejado hacia Oslo para la Liga F Moeve

    (Fuente: UEFA)

    La Liga F Moeve esquiva a los gigantes históricos y sueña con una final española en la Liga de Campeones Femenina.

    La UEFA Women’s Champions League no es solo una competición; es un territorio simbólico donde se mide el poder real del fútbol femenino europeo, donde se enfrentan modelos, inversiones, culturas y memorias. Cada temporada, el sorteo de los play-offs no se limita a ordenar emparejamientos: define recorridos emocionales, activa viejos fantasmas o libera nuevas ambiciones. Y en esta ocasión, el mapa que conduce hasta Oslo 2026 ha dibujado un escenario tan sugerente como histórico para el fútbol español. Porque por primera vez en mucho tiempo, con el cuadro ya definido y las rutas claramente separadas, los tres representantes de la Liga F Moeve —Atlético de Madrid, FC Barcelona y Real Madrid— saben que no se cruzarán con los tres grandes colosos del continente, Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes, hasta una hipotética final. Un dato que no garantiza nada, pero que lo cambia todo.

    La imagen del trofeo emergiendo en el centro del cuadro, con Oslo como destino final, no es solo una postal promocional: es una promesa abierta. Y en esa promesa, España aparece situada en un lado del tablero que permite mirar hacia adelante sin la sombra constante de los gigantes históricos que durante más de una década monopolizaron la cima del fútbol europeo femenino. No es una cuestión de fortuna ni de privilegio artificial. Es el reflejo de un nuevo equilibrio competitivo en el que la Liga F Moeve ya no ocupa un lugar secundario, sino que se sienta en la mesa de los grandes con voz propia.

    Atlético de Madrid, Barcelona y Real Madrid no solo avanzan por caminos distintos, sino que lo hacen compartiendo una misma circunstancia estratégica: Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes quedan relegados al otro lado del cuadro, convertidos en un horizonte lejano que solo aparecería en el último acto, en la gran final. En una competición donde cada cruce puede ser una guerra anticipada, evitar a estos tres gigantes hasta el final supone una diferencia sustancial en términos de desgaste, planificación, confianza y narrativa competitiva. No porque los equipos españoles teman esos enfrentamientos, sino porque el fútbol de élite se decide muchas veces por la gestión del camino, no solo por el destino.

    El F.C. Barcelona llega a este escenario como el referente absoluto del fútbol europeo actual. Campeón, dominador, modelo exportable y equipo que ha redefinido el estándar competitivo de la Champions femenina.

    Para el Barça, evitar a Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes hasta la final no significa alivio emocional, porque este equipo ha aprendido a convivir con la presión máxima, sino una ventaja estructural que le permite administrar su enorme potencial sin verse obligado a sobrevivir antes de tiempo. El Barcelona ya no juega para demostrar que pertenece a la élite; juega para sostener su reinado. Y este cuadro le ofrece un contexto ideal para llegar a Oslo con el tanque lleno, con las piezas clave intactas y con la sensación de que el camino, sin ser sencillo, no exige un desgaste extremo prematuro. El Barça no esquiva rivales: administra su grandeza. Y eso también es poder.

    El Real Madrid, por su parte, vive este sorteo como una oportunidad histórica de acelerar su proceso de consolidación europea. El proyecto blanco ha crecido lejos del ruido, asumiendo derrotas, aprendiendo de ellas y transformando cada experiencia continental en una capa más de madurez competitiva. Evitar a Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes hasta una hipotética final no es un regalo, sino una ventana estratégica que permite al Real Madrid competir desde la progresión y no desde la urgencia. En una competición tan exigente, la posibilidad de avanzar rondas sin enfrentarse de inmediato a los tres grandes imperios históricos ofrece al conjunto blanco algo fundamental: tiempo. Tiempo para creer, para consolidar automatismos, para que la camiseta pese a favor y no en contra. Una semifinal europea ya sería un hito fundacional; una final, un salto de época. Y este cuadro no promete nada, pero sí lo hace posible.

    El Atlético de Madrid completa el tridente español desde un lugar muy distinto, pero igual de significativo. El conjunto rojiblanco es el depositario de la memoria competitiva europea del fútbol femenino español más allá del Barça. Ha sufrido eliminaciones crueles, ha protagonizado gestas inolvidables y ha aprendido a sobrevivir en escenarios hostiles. Para el Atlético, evitar a Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes hasta la final supone algo más que una ventaja táctica: es una liberación simbólica. Significa poder recorrer Europa desde su identidad natural, la del equipo incómodo, competitivo, resistente, sin tener que enfrentarse prematuramente a nombres que muchas veces condicionan más por su historia que por su presente. El Atlético sabe jugar estas eliminatorias.

    Sabe sufrir. Sabe competir. Y este cuadro le permite hacerlo sin la presión de una final anticipada antes de tiempo.

    Mientras tanto, al otro lado del espejo, quedan los tres gigantes que durante años marcaron el pulso de la Champions femenina. El OL Lyonnes, el club más laureado de la historia de la competición, observa ahora el tablero desde una posición menos intimidante.

    Sigue siendo un referente, pero ya no es el monstruo inabordable que parecía eterno. Evitarlo hasta la final significa que su peso histórico no condiciona el trayecto de los equipos españoles, que ya no construyen su relato en función de derrotarlo, sino de llegar al último día con opciones reales. El Chelsea, potencia económica y obsesión europea, representa el fútbol físico, vertical y de alta intensidad que tantos quebraderos de cabeza ha generado en el pasado. No cruzarse con él hasta el final elimina uno de los enfrentamientos más exigentes en términos de desgaste físico y mental. Y el Arsenal, guardián de la tradición inglesa, símbolo de una Champions que fue y que quiere volver a ser, queda también relegado a un posible último capítulo, no a una amenaza constante en cada ronda.

    Todo ello configura un escenario que hace apenas unos años parecía impensable: la posibilidad real de que la final de la UEFA Women’s Champions League tenga presencia española asegurada, incluso con el sueño máximo de una final entre dos equipos de la Liga F Moeve. No es una fantasía gratuita. Es la consecuencia directa de años de crecimiento estructural, de inversión sostenida, de profesionalización real y de una generación de futbolistas que ya no compite con complejos. La Liga F Moeve ha dejado de ser una liga de tránsito para convertirse en un ecosistema competitivo capaz de sostener proyectos ganadores en Europa.

    Oslo 2026 aparece así como algo más que una sede. Es el símbolo de una era que puede marcar un antes y un después. Llegar allí sin haber tenido que cruzarse antes con Arsenal, Chelsea u OL Lyonnes no resta mérito; al contrario, demuestra que los equipos españoles han alcanzado el estatus suficiente como para no vivir permanentemente en modo supervivencia. El fútbol no premia la épica constante, sino la consistencia. Y este cuadro reconoce, de forma implícita, que la Liga F Moeve ya forma parte del núcleo duro del fútbol europeo femenino.

    El balón, como siempre, tendrá la última palabra. Pero el contexto ya ha hablado. Atlético de Madrid, FC Barcelona y Real Madrid avanzan sabiendo que el camino hacia Oslo no está condicionado por los tres gigantes históricos hasta el último escalón.

    No es suerte. No es casualidad. Es el reflejo de un cambio de ciclo. Europa ya no mira a España como aspirante, sino como protagonista. Y por primera vez, la final no parece un milagro lejano, sino una posibilidad tangible. Oslo espera y la Liga F Moeve, también.

    (Fuente: UEFA)

    La UEFA Women’s Champions League vuelve a situar al Atlético de Madrid en el centro del gran relato europeo y lo hace con un escenario que invita a soñar sin complejos. El sorteo de los play-offs ha dibujado un camino definido, exigente y a la vez ilusionante para el conjunto rojiblanco, integrado en un cuadro que confirma una circunstancia clave para el fútbol español: los representantes de la Liga F Moeve —Atlético de Madrid, FC Barcelona y Real Madrid— evitan a Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes hasta una hipotética final en Oslo. Un contexto que no garantiza nada, pero que marca el tono de una edición en la que España vuelve a presentarse como protagonista real del máximo torneo continental.

    En este marco, el Atlético de Madrid ya conoce con precisión el recorrido que deberá afrontar si quiere alcanzar la gran final de la UWCL. El primer paso llegará en el playoff frente al Manchester United, con un cruce de alto voltaje ante uno de los proyectos emergentes del fútbol inglés. El partido de ida se disputará los días 11 o 12 de febrero en territorio rojiblanco, donde el Atlético buscará construir una ventaja sólida arropado por su afición, mientras que la vuelta tendrá lugar los días 18 o 19 de febrero en Inglaterra, en un escenario exigente que pondrá a prueba la madurez competitiva del equipo madrileño. Superada esta eliminatoria, el camino conducirá a unos cuartos de final de máxima dificultad frente al Bayern de Múnich, uno de los grandes nombres del fútbol europeo. La ida se jugará los días 24 o 25 de marzo en casa, de nuevo con el Atlético apelando a su fortaleza como local, y la vuelta los días 1 o 2 de abril en Alemania, en un duelo que exigirá precisión, resistencia y carácter para seguir avanzando.

    Si el Atlético logra superar ese doble desafío, el premio será una presencia en las semifinales de la Champions, una frontera histórica que marcaría un nuevo hito para el club. En esa penúltima ronda, el rival saldrá del cruce entre París FC, FC Barcelona y Real Madrid, lo que abre la puerta a un duelo de enorme carga simbólica y deportiva, con la posibilidad real de un enfrentamiento entre equipos de la Liga F Moeve en la antesala de la final. La ida de las semifinales se disputará los días 25 o 26 de abril en casa, mientras que la vuelta tendrá lugar los días 2 o 3 de mayo fuera, en una eliminatoria que podría situar al Atlético a un solo paso de Oslo.

    Todo este recorrido se enmarca en un sorteo que ha separado claramente a los grandes gigantes históricos del continente. Arsenal, Chelsea y OL Lyonnes, nombres que durante años han condicionado el destino europeo de muchos clubes, quedan al otro lado del cuadro y solo aparecerían en el horizonte en una hipotética final. Para el Atlético de Madrid, este contexto supone una oportunidad estratégica y emocional: competir desde su identidad, crecer eliminatoria a eliminatoria y recorrer Europa sin la presión de una final anticipada antes de tiempo. No es un camino sencillo, pero sí uno que premia la consistencia, la planificación y la capacidad de competir en momentos clave.

    La Liga F Moeve refuerza así su presencia en la élite continental, con tres representantes que avanzan sabiendo que el destino final no está bloqueado por los viejos imperios hasta el último escalón.

    El Atlético de Madrid, con su hoja de ruta ya definida, afronta esta edición de la UEFA Women’s Champions League con la ambición intacta y la convicción de que el contexto europeo ha cambiado.

    Oslo aparece en el horizonte como un símbolo y como una posibilidad. El reto está servido, el camino trazado y la historia, una vez más, espera ser escrita sobre el césped.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    El Real Madrid ya tiene trazado su ambicioso camino hacia la final de la UEFA Women’s Champions League 2025-2026. El conjunto blanco iniciará su andadura en los playoffs frente al París FC, con el partido de ida programado los días 11 y 12 de febrero en tierras francesas y la vuelta prevista en el Estadio Alfredo Di Stéfano los días 18 y 19 de febrero, en un inicio de eliminatoria cargado de tensión y expectativas. Superada esta primera prueba, los cuartos de final enfrentarán al Real Madrid con el eterno rival, el Barça, en una serie que promete emociones intensas y un duelo de máxima rivalidad: la ida se disputará en casa los días 24 y 25 de marzo, mientras que la vuelta se jugará fuera el 1 y 2 de abril. Las semifinales depararán un enfrentamiento de altura frente al vencedor de la llave entre Atlético de Madrid, Manchester United o Bayern de Múnich, con la ida programada para los días 25 y 26 de abril fuera y la vuelta los días 2 y 3 de mayo en el Bernabéu, escenario de sueños y aspiraciones europeas. Con este calendario, el Real Madrid se lanza a la conquista del continente, decidido a consolidarse como una de las grandes potencias del fútbol femenino europeo, combinando ambición, talento y la fuerza de su afición en cada paso hacia la gran final.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Por último, está un Fútbol Club Barcelona que es quizá el que más experiencia tiene en este camino hacia el título.

    El conjunto culé tiene también definido su camino hacia la final de la UEFA Women’s Champions League 2025-2026 en Oslo.

    El equipo catalán disputará los cuartos de final frente al vencedor de la eliminatoria entre Real Madrid y París FC, con el partido de ida programado fuera de casa los días 24 y 25 de marzo y la vuelta en el Camp Nou los días 1 y 2 de abril, en una serie que promete intensidad, emoción y máxima rivalidad. Superada esta fase, las semifinales enfrentarán al Barça con el ganador del cruce entre Atlético de Madrid, Manchester United o Bayern de Múnich, con la ida prevista para los días 25 y 26 de abril fuera y la vuelta los días 2 y 3 de mayo en casa, en un duelo clave que definirá al finalista europeo. Con este calendario, el Barça se lanza con fuerza hacia Oslo, decidido a pelear por la gloria continental y a consolidarse como una de las grandes potencias del fútbol femenino europeo.

    Con todo este recorrido europeo marcado en rojo en el calendario, con eliminatorias que prometen rivalidad, tensión y momentos históricos tanto para el Real Madrid como para el Barça, la atención futbolística de élite no puede permitirse distracciones. Por exigencias del calendario y la intensidad que exige la competición, ahora todos los focos deben ponerse en los octavos de final de la Copa de la Reina Iberdrola, donde se cerrará la acción balompédica de 2025 con la pasión, el drama y la emoción que solo el fútbol femenino sabe ofrecer. Cada pase, cada gol y cada decisión en estos cruces serán determinantes no solo para definir quién avanza, sino también para marcar el cierre de un año cargado de épica, ambición y sueños europeos.

    La UEFA Women’s Champions League ya espera en el horizonte, pero antes de mirar a Oslo, el fútbol español exige atención máxima: la Copa de la Reina Iberdrola será el telón de oro que clausure 2025, recordando a todos que el fútbol femenino no solo crece, sino que se consolida como protagonista absoluto de la escena deportiva internacional.

    (Fuente: UEFA)
  • Oficial | El Atlético de Madrid jugará con el Manchester United y el Real Madrid hará frente al París Football Club

    (Fuente: UEFA)

    🟨 Ya se conoce el sorteo de los cruces de la Champions. El Real Madrid, que terminó en la séptima posición, se enfrentará al París FC, mientras que, el Atlético de Madrid, que acabó undécimo, se medirá al Manchester United. Además, el Barcelona , que ya está en cuartos, va por el mismo lado del cuadro, el plateado.

    La UEFA Women’s Champions League ya tiene su hoja de ruta hacia la gran final. El sorteo de Nyon definió los emparejamientos de los octavos de final.

    El Real Madrid. que terminó la fase de grupos en la séptima posición con 11 puntos, se medirá al París F.C. que logró empatarles en el estadio Alfredo Di Stéfano.

    Por su parte, el Atlético de Madrid, que terminó en la 11ª plaza con 7 puntos, se medirá al Manchester United, al que también se enfrentó en la fase de grupos, con victoria en Alcalá por 0-1. Los equipos madrileños tendrán que superar este playoff para meterse en cuartos de final. Estos duelos de octavos de final se jugarán a doble partido la ida el 11-12 de febrero y la vuelta el 18-19 del mismo mes.

    Los otros dos enfrentamientos serán el OH Leuven-Arsenal y el Juventus-Wolfsburgo. Además, también se sorteó el resto del cuadro. En caso de que el Real Madrid consiga el pase se enfrentaría al F.C. Barcelona, que ya espera en cuartos en el mismo lado del cuadro.

    Por su parte, el Bayern de Múnich espera al Atlético de Madrid, si las colchoneras logran pasar. Estas eliminatorias también se jugarán a doble partido el 24-25 de mayo la ida y el 1-2 de abril el choque de vuelta.

    Además, en los otros cuartos de final, el ganador del OH Leuven-Arsenal jugará ante el Chelsea y el vencedor del Juventus-Wolfsburgo al Olympique Lyonnes. Las semifinales se jugarán el 25-26 de abril y la final el 2-3 de mayo.

  • Oficial | Habrá un Atlético de Madrid vs Manchester United en el Playoff de la Champions

    (Fuente: UEFA)

    🟦 Cuando Europa llama a la puerta del Atleti: Manchester United en el horizonte, Alcalá como fortaleza y el sueño eterno de volver a desafiar al continente.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    El sorteo de la UEFA Women’s Champions League ha trazado un camino de épica y memoria para el Atlético de Madrid Femenino. El Manchester United será el rival en los playoffs, con la ida en Alcalá de Henares y la vuelta en el Leigh Sports Village. El Arsenal, vigente campeón de Europa, queda atrás. El Bayern de Múnich aguarda como siguiente estación si las rojiblancas superan el desafío inglés. Es una historia que se escribe con presente, se sostiene sobre pasado y apunta sin miedo al futuro.

    Hay instantes que no necesitan un pitido inicial para ser históricos. El sorteo no es un partido, pero se parece demasiado a una final silenciosa: bolas que giran, nombres que emergen, respiraciones contenidas.

    El Atlético de Madrid escuchó el suyo y supo, al instante, que la historia volvía a llamar y lo hará con el Manchester United.

    Dos palabras que pesan como una noche europea de invierno y que, al mismo tiempo, invitan a levantar la cabeza.

    Europa no concede treguas. Europa examina y recuerda. Y el Atlético, que ya aprendió a mirarla de frente, vuelve a presentarse con su identidad intacta: coraje, disciplina, una idea clara de juego y una convicción profunda en el trabajo colectivo. El sorteo fue un acto administrativo; la respuesta del Atleti, una declaración de intenciones.

    La ida será en Alcalá de Henares, ese estadio que ha aprendido a latir al ritmo de noches especiales. La vuelta, en el Leigh Sports Village, un escenario moderno y exigente, donde el Manchester United construye su relato europeo. Dos capítulos, dos ciudades, un mismo pulso.

    Alcalá no grita; empuja. No impone por nombre; impone por memoria. En sus gradas, el Atlético de Madrid Femenino ha encontrado refugio y trampolín. Es un estadio que no se disfraza de coliseo, pero se transforma cuando la Champions aparece en el calendario. Allí, el equipo se reconoce. Allí, el balón corre con otra intención.

    La ida en casa no es un detalle menor. Es una oportunidad estratégica, sí, pero también emocional. Es la posibilidad de marcar el tono, de convertir la eliminatoria en un relato propio desde el primer minuto. El Atlético sabe lo que significa salir vivo de la ida; sabe que Europa se negocia en pequeños márgenes: una presión bien ejecutada, una transición limpia, un córner defendido como si fuera el último.

    Alcalá será testigo del primer golpe. Y el Atleti, consciente de su responsabilidad, entiende que la ida no es para especular: es para construir.

    El Manchester United Women representa una nueva nobleza del fútbol europeo. Un club histórico que ha decidido apostar de verdad por su sección femenina, con inversión, estructura y ambición. No es un invitado: es un contendiente. Tiene velocidad por fuera, físico en el centro, talento entre líneas y una mentalidad competitiva que no se improvisa.

    Pero el Atlético no se intimida con escudos. Nunca lo hizo. Ha aprendido a leer a los rivales desde la pizarra y desde el carácter. Sabe que el United propondrá duelos, ritmo alto y presión tras pérdida. Sabe que habrá momentos de resistencia y otros de audacia. Y sabe, sobre todo, que las eliminatorias no se ganan en el papel.

    Este cruce es un choque de culturas futbolísticas: la tradición británica frente al colmillo español; el orden inglés frente a la astucia rojiblanca; la potencia frente a la lectura del juego.

    No hay favoritos claros, tan solo en una balanza que se inclinará por los pequeños detalles.

    El sorteo dejó una noticia que se celebró con mesura: el Arsenal, vigente campeón de Europa, queda fuera del camino inmediato. Evitar al campeón no garantiza nada, pero concede oxígeno. Permite centrar el plan en un rival concreto, sin la sombra del último dominador del continente.

    El Atlético no se engaña: en Europa no hay atajos. Pero evitar al Arsenal es, al menos, una variable menos en la ecuación. El foco se afila. La preparación se personaliza. El mensaje al vestuario es claro: paso a paso.

    Si las rojiblancas superan al Manchester United, el premio será otro gigante: el Bayern de Múnich. Alemania, rigor, tradición, poderío. Pensar en ello ahora sería un error, pero ignorarlo sería ingenuo. El Atlético sabe que Europa se escala como una montaña: cada tramo exige respeto, cada cima prepara para la siguiente.

    La posibilidad de medirse al Bayern no intimida; motiva. Es la confirmación de que el camino elegido es el correcto, de que el club está donde debe estar. Primero, el United. Después, si el fútbol lo permite, Múnich, ante un Bayern con el recientemente se empató (2-2) en la capital española durante la fase de liga.

    Este equipo no nació ayer. Es heredero de noches europeas inolvidables, de eliminatorias que enseñaron a competir y de derrotas que templaron el carácter. El Atlético de Madrid Femenino ha construido su identidad desde el trabajo silencioso, desde la constancia y desde una idea clara: nadie regala nada.

    La plantilla combina experiencia y juventud, liderazgo y hambre. Hay jugadoras que ya han vivido estas noches y otras que las sueñan desde niñas. El vestuario entiende el momento y asume la responsabilidad con naturalidad. No hay promesas grandilocuentes; hay compromiso diario.

    Las eliminatorias se preparan con pizarra y con alma. El cuerpo técnico del Atlético sabe que el United exigirá concentración máxima, que no habrá margen para errores no forzados. El plan pasa por competir cada duelo, por ser agresivas sin perder el orden, por atacar con intención y defender con convicción.

    El balón parado puede marcar diferencias. Las transiciones, también. La gestión de los tiempos será clave: saber cuándo acelerar y cuándo pausar. En Europa, el fútbol se juega tanto con los pies como con la cabeza.

    La vuelta en Inglaterra será el juicio final. Un estadio que aprieta, un público que empuja, un rival que no se rinde. Allí se decidirá todo. El Atlético sabe lo que es jugar fuera, lo que es resistir y lo que es golpear en el momento justo.

    No habrá excusas. No habrá segundas oportunidades. Solo noventa minutos —o más— para escribir el final de esta historia.

    Porque esto no es solo una eliminatoria. Es un capítulo más en la historia de un club que se niega a renunciar a sus sueños. Es el Atlético de Madrid Femenino mirándose al espejo de Europa y diciéndose que sí, que está preparado.

    Que venga el Manchester United. Que ruja Alcalá. Que espere Múnich. El Atleti no promete finales; promete competir y en Europa, competir es el primer paso para creer.

    Europa no entiende de discursos vacíos. Europa exige verdad. Y el Atlético de Madrid llega a este cruce con la verdad más poderosa que existe en el fútbol: la de un equipo que sabe quién es, de dónde viene y hacia dónde quiere ir. No será fácil. Nunca lo es. Pero si hay un club que ha aprendido a crecer en la dificultad, ese es el Atlético. Que suene el himno y empiece la historia.

    Porque cuando el Atlético de Madrid juega en Europa y esta escucha mientras que el fútbol dicta sentencia en un largo camino hacia Oslo que ya ha arrancado.

  • Oficial | Siete puntos para creer: el Atlético se gana Europa y se cita con el vértigo

    (Fuente: UEFA)

    🚨El Atlético de Madrid Femenino completa una fase europea de resistencia, carácter y orgullo competitivo. Con siete puntos, el equipo rojiblanco logra la undécima plaza y se clasifica para el playoff continental, donde espera un gigante: Manchester United o Arsenal. No fue un camino recto ni cómodo, pero sí uno que define el ADN de un equipo que se niega a desaparecer del mapa europeo. 🚨

    Crónica del encuentro en Lyon |

    Hey clasificaciones que se celebran con fuegos artificiales y otras que se celebran mirando al cielo, respirando hondo y apretando los puños. La del Atlético de Madrid pertenece a la segunda categoría.

    No es una gesta histórica ni una hazaña que rompa techos de cristal, pero sí es una de esas noches que explican quién eres cuando el margen de error es mínimo y el contexto no acompaña.

    Siete puntos. Undécimo clasificado. Billete para el playoff europeo. Y en el horizonte, dos nombres que pesan como losas y brillan como escaparates: Manchester United o Arsenal. El Atlético está dentro. Y estar dentro, en esta Europa cada vez más selectiva, más desigual y más cruel con el error, ya es una forma de victoria.

    recorrido rojiblanco en esta fase europea no fue amable. No hubo sorteos indulgentes ni calendarios complacientes. El Atlético cayó en un grupo que exigía atención permanente, lectura táctica constante y una capacidad de adaptación que solo los equipos con poso competitivo pueden sostener.

    El primer golpe llegó pronto, con una derrota ajustada pero dolorosa ante la Juventus (1-2). Un partido que dejó una sensación ambigua: el Atlético había competido, incluso por momentos dominado, pero se marchó sin puntos. Europa no entiende de merecimientos, solo de eficacia.

    Ese tropiezo inicial obligó al equipo a vivir en modo supervivencia desde la primera jornada.

    Y entonces apareció el Atlético que reconoce su historia europea. El Atlético que, cuando se ve contra las cuerdas, responde con contundencia.

    El 0-6 ante el SKN St. Pölten fue mucho más que una goleada. Fue una declaración de intenciones. El equipo no solo ganó, sino que arrasó, dominó los ritmos, castigó cada error y recordó que, cuando encuentra espacios, su verticalidad sigue siendo letal.

    Ese partido liberó tensiones, ajustó diferencias de goles y, sobre todo, reconectó al equipo con su identidad ofensiva. No era una cuestión de rival, sino de actitud: el Atlético salió a mandar, no a especular.

    Europa, empatar no siempre es decepcionante. A veces, empatar es sobrevivir. Y el Atlético lo entendió perfectamente.

    El 2-2 frente al Bayern de Múnich fue uno de esos partidos que explican por qué este equipo sigue siendo competitivo en el escenario continental. El Bayern, potencia estructural, física y económica, se encontró con un Atlético valiente, capaz de golpear y de resistir.

    No fue un partido perfecto, pero sí fue un partido inteligente. El Atlético supo cuándo acelerar y cuándo protegerse, cuándo arriesgar y cuándo cerrar líneas. Ese punto fue clave en la aritmética final.

    Si hay un partido que define esta clasificación, ese es el 0-1 ante el Manchester United. Un resultado en forma de derrota en Alcalá de Henares que fue injusto, corto y austero, pero que demostró que caer, con la lesión de Gio de por medio, ante un rival directo sirve para aprender y es una prueba de madurez competitiva.

    Perder por 2-1 ante la Juventus de Turín en Alcalá de Henares, como mencionaba antes, no entraba en los planes, pero a la larga sirvió para hacer reaccionar a las colchoneras que después golearon por 0-4 al Twente en Los Países Bajos y lograron empatar (2-2) a he en el Bayern de Múnich con un golazo de Fiamma Benítez .

    Estas tablas llegaron en el minuto 88 y dejaron un sabor a triunfo pues colocaron a las madrileñas una posición de privilegio dentro de la lucha por el playoff y confirmó algo fundamental: el Atlético sigue sabiendo competir en Europa.

    El 4-0 ante el Olympique de Lyon fue, probablemente, el partido más duro a nivel emocional. No solo por el resultado, sino por lo que representa el Lyon en la jerarquía europea.

    Pero incluso esa derrota forma parte del relato. Porque perder ante el Lyon no te elimina; te coloca en tu sitio. Te recuerda el camino que aún queda por recorrer y la distancia que separa a los proyectos consolidados de los que resisten con inteligencia.

    El Atlético no salió del campo derrotado anímicamente. Salió con la certeza de que, pese a todo, seguía dependiendo de sí mismo y mordió el polvo con una sonrisa.

    Y ahora llega el vértigo.

    El playoff no es un trámite. Es una frontera. Y al otro lado esperan dos nombres que resumen el poderío del fútbol inglés: Manchester United o Arsenal.

    Dos estilos distintos, pero una misma exigencia: ritmo alto, presión constante, talento individual y profundidad de plantilla.

    Para el Atlético, este cruce es una oportunidad y un desafío. Una ocasión de volver a medir su nivel real ante la élite. Un desafío porque cualquier error se paga caro.

    Pero si algo ha demostrado este equipo es que no se encoge ante los escudos por grandes que sean.

    Este Atlético no es el más brillante de su historia europea. Tampoco el más profundo ni el más estable. Pero sí es uno de los más reconocibles en su carácter.

    Un equipo que sabe sufrir.
    Un equipo que entiende los tiempos.
    Un equipo que, cuando el margen es mínimo, compite.

    Europa no regala nada. Y el Atlético, con siete puntos y muchas cicatrices, vuelve a estar donde quería estar: en el siguiente escalón, mirando a los grandes de frente.

    es una clasificación para enmarcar, pero sí para entender.

    Entender que el Atlético sigue siendo Europa.
    Entender que competir no siempre es dominar.
    Entender que, a veces, resistir también es avanzar.

    Siete puntos que le dejan undécimo, dentro del Playoff sabiendo que su rival será el Manchester United o Arsenal, al primero ya le conoce, al segundo no, le respeta, pero no le teme.

    El camino continúa y el Atlético, una vez más, sigue caminando entre gigantes, pero sin miedo.

    Sorteo de la fase eliminatoria de la UEFA Women’s Champions League: ¿dónde es, cuándo es, quiénes participan?

    Los cuatro primeros equipos de la fase liga pasan directamente a cuartos de final. Los equipos que terminan entre el quinto y el duodécimo puesto entrarán en la fase de los play-offs eliminatorios, y los cuatro ganadores pasarán a cuartos de final.

    El sorteo de la fase eliminatoria de la UEFA Women’s Champions League 2025/26 tendrá lugar a las 13:00 HEC de este jueves 18 de diciembre y determinará el cuadro desde la fase de play-offs eliminatorios hasta la final y se podrá seguir en Disney Plus .

    Todos los partidos de la fase eliminatoria, excepto la final en Oslo, se jugarán a doble partido, en casa y a domicilio.

    Los equipos que terminaron entre los 12 primeros puestos de la fase liga participarán en el sorteo.

    Confirmados en cuartos de final: Barcelona, OL Lyonnes, Chelsea, Bayern München.

    Confirmados en los play-offs eliminatorios: Arsenal, Manchester United, Real Madrid, Juventus, Wolfsburg, Paris FC, Atlético de Madrid, OH Leuven.

    ¿Qué es la fase de play-offs eliminatorios de la Women’s Champions League?

    A partir de la fase de play-offs eliminatorios, el torneo se disputa en torno a un cuadro de eliminatorias. Los posibles rivales están predefinidos por el cuadro: los equipos que terminen en quinto y sexto lugar se enfrentarán a los que terminen la fase liga en undécimo y duodécimo lugar, mientras que los equipos que terminen en séptimo y octavo lugar se enfrentarán a los que terminen en novena y décima posición.

    Los equipos que terminen la fase liga entre el quinto y el octavo puesto serán cabezas de serie en el sorteo de la fase de play-offs eliminatorios. El equipo cabeza de serie en cada eliminatoria jugará, en principio, el partido de vuelta en casa.

    Los cuatro clubes que se impongan en la fase de play-offs eliminatorios pasarán a cuartos de final.

    Los emparejamientos para la fase eliminatoria se determinan mediante un sorteo realizado de acuerdo con los siguientes principios:

    • Los clubes se emparejan en función de su posición al final de la fase liga para formar dos parejas cabezas de serie (clubes en las posiciones 5 y 6, y 7 y 8) y dos parejas no cabezas de serie (posiciones 9 y 10, y 11 y 12)

    Los clubes de cada pareja cabezas de serie se emparejan con los clubes de cada pareja no cabezas de serie: los clubes 5 o 6 contra los clubes 11 o 12, y los clubes 7 o 8 contra los clubes 9 o 10.

    (Fuente: UEFA)

    ¿Cómo funcionará el sorteo de cuartos de final de la Women’s Champions League?

    Los emparejamientos de los cuartos de final se determinan mediante un sorteo realizado de acuerdo con los siguientes principios:

    • . Los clubes se emparejan en función de su posición al final de la fase liga para formar dos parejas cabezas de serie (clubes en las posiciones 1 y 2, y 3 y 4). M
    • Los clubes de cada pareja cabezas de serie se sortean para ocupar una de las dos posiciones en cada cuartos de final contra los ganadores de la fase de play-offs eliminatorios, cuyas posiciones se determinan mediante el sorteo de la fase de play-offs eliminatorios.

    ¿Cómo funcionará el sorteo de las semifinales de la Women’s Champions League?

    Los equipos cabezas de serie, es decir, los equipos clasificados en los puestos 1 y 2 tras la fase liga, juegan el partido de vuelta de las semifinales en casa. Si un equipo cabeza de serie es eliminado en cuartos de final, el equipo que lo elimina ocupa su posición en el cuadro (es decir, la clasificación más alta a efectos de cabezas de serie no se recalcula después de cada ronda).

    ¿Pueden enfrentarse equipos de la misma federación nacional en la fase eliminatoria de la Women’s Champions League?

    Los equipos pueden enfrentarse a otro equipo de la misma federación nacional en la fase de play-offs eliminatorios. Los clubes también pueden enfrentarse a rivales con los que se hayan enfrentado durante la fase liga.

    La UEFA confirmará las fechas y los horarios de los partidos de la fase eliminatoria tras el sorteo. Si los partidos se ven afectados por conflictos entre estadios o ciudades, estos se resolverán de acuerdo con los principios aplicables establecidos por la Comisión de Fútbol Femenino de la UEFA.

    (Fuente: UEFA)

    Hacía seis temporadas completas que el Atlético de Madrid no disputaba una eliminatoria europea “real” —es decir, una ronda a ida y vuelta o partido decisivo que no fuese fase previa de clasificación—.

    La última vez había sido en la UEFA Women’s Champions League 2019/2020, cuando las colchoneras alcanzaron los cuartos de final.

    Desde entonces, 2019/2020 hasta 2025/2026, el Atlético no había vuelto a competir en una eliminatoria europea fuera de rondas previas.

    Seis años de vacío competitivo continental.

    El marcador del 0-4 ante el Olympique de Lyon podría engañar a cualquiera que mire solo el resultado. Podría parecer una derrota más, una goleada ante el gigante europeo, una página que se pasa rápido. Pero no lo es.
    Porque hay derrotas que pesan menos que ciertas clasificaciones.
    Y hay partidos perdidos que, paradójicamente, rompen una sequía histórica.

    El Atlético de Madrid Femenino, pese a caer con contundencia ante el Lyon, terminó undécimo, accedió al playoff y, con ello, volvió a una eliminatoria europea que no es fase previa. Algo que no sucedía desde hacía seis temporadas.

    Seis años.
    Seis campañas completas sin cruzarse con Europa de verdad.
    Seis cursos atrapado en un limbo competitivo.

    Este texto no es solo una crónica.
    Es una reconstrucción total de lo que ha sido el viaje europeo del Atlético Femenino, de cómo se perdió el sitio, de por qué cuesta tanto volver y de por qué este playoff marca un punto de inflexión.

    (Fuente: UEFA)

  • Oficial | Los tres equipos españoles superan la fase de liga de la Champions

    (Fuente: Liga F Moeve)

    🔲 La fase de grupos de la Champions echó el cierre con el FC Barcelona pasando de forma directa a cuartos de final tras su victoria ante el París (0-2), mientras que, el Atlético de Madrid, que cayó ante el Olympique Lyonnes (4-0), y el Real Madrid CF, que empató frente al Twente (1-1), jugarán una ronda más.

    El fútbol femenino, del que en este medio informamos a diario, con ilusión y rigor periodístico, es más grande que cuando empezamos a hablar de la Liga Iberdrola, lo cual indica que como dice la Liga F Moeve en su eslogan, vamos ganando.

    Esta disciplina entra en otra dimensión cuando nos referimos a la Liga de Campeones Femenina.

    La Women’s Champions League abre su gran libro de las noches eternas: Nyon dicta sentencia, Madrid sueña, Europa contiene el aliento.

    sorteos que no son sorteos. Hay bolas que no giran: pesan. Pesan como la historia, como las noches de febrero que no perdonan, como los estadios que recuerdan cada paso dado y cada herida abierta. El sorteo celebrado en Nyon no fue un simple trámite administrativo en la hoja de ruta de la UEFA Women’s Champions League. Fue un acto solemne. Una declaración de intenciones. Un mapa trazado con tinta de épica que señala, sin rodeos, el camino hacia la gloria… o hacia el abismo.

    Europa ya conoce su destino. La competición de clubes más prestigiosa del fútbol femenino entra en su fase decisiva, ese territorio donde ya no existen los matices ni las excusas, donde cada partido es una final encubierta y cada eliminatoria es un relato completo de resistencia, fe y ambición. Y en ese escenario, Madrid vuelve a situarse en el centro del tablero. Dos equipos. Dos escudos. Dos caminos distintos, pero un mismo objetivo: sobrevivir para seguir soñando.

    El Real Madrid CF y el Atlético de Madrid ya saben a quién deberán derrotar si quieren seguir escribiendo su nombre entre las páginas más nobles del fútbol europeo. No será sencillo. Nunca lo es. Porque la Champions no entiende de comodidad ni de trayectorias recientes. Solo entiende de carácter.

    La sede de la UEFA volvió a ejercer de juez supremo. En sus salas silenciosas, bajo la mirada institucional de Europa, quedaron definidos los emparejamientos de los octavos de final, esa ronda mal llamada “playoff” que en realidad es una criba brutal, una frontera emocional entre quienes aspiran a todo y quienes se quedan en el camino demasiado pronto.

    El formato no concede tregua. Doble partido. Ida y vuelta. Dos semanas para demostrar que perteneces a la élite. Dos noches para sostener el pulso cuando las piernas tiemblan y la cabeza amenaza con traicionar al corazón.

    Real Madrid CF terminó la fase de grupos en la séptima posición, sumando 11 puntos que certificaron su clasificación, pero también dejaron una sensación de exigencia máxima. El crecimiento del proyecto blanco es evidente, sostenido, pero Europa no concede títulos honoríficos. Aquí, cada paso adelante exige una prueba mayor que la anterior.

    El destino quiso que el rival fuera el París F.C. Un viejo conocido. Un equipo incómodo, valiente, bien trabajado, que ya dejó su huella en el estadio Alfredo Di Stéfano, donde logró empatar y demostrar que el respeto en Europa no se hereda: se gana.

    Este cruce no es casual. Es simbólico. El París F.C. representa esa nueva Europa que ya no se arrodilla ante los grandes nombres, que compite sin complejos y que entiende el fútbol desde la disciplina, la intensidad y la convicción colectiva.

    Para el Real Madrid, este enfrentamiento es mucho más que un trámite hacia los cuartos de final. Es una prueba de madurez. Es el momento de demostrar que el club blanco ya no está de paso por la Champions, que ha venido para quedarse, para discutir jerarquías y para mirar a los ojos a cualquiera.

    La ida se disputará el 11 o 12 de febrero. La vuelta, una semana después, el 18 o 19. Dos fechas marcadas en rojo en el calendario de Valdebebas. Dos noches que exigirán todo: talento, carácter, temple y memoria.

    Porque el Real Madrid sabe que, si supera este obstáculo, el premio no será amable.

    El sorteo no solo definió los octavos. También dibujó el cuadro completo, ese mapa que permite intuir futuros imposibles… o inevitables.

    Y en el mismo lado del cuadro aguarda el F.C. Barcelona. El campeón. El referente. El equipo que ha redefinido la Champions en los últimos años con fútbol, dominio y una identidad inconfundible.

    Si el Real Madrid logra imponerse al París F.C., el destino será cruel y fascinante a partes iguales: un enfrentamiento directo con el Barcelona en los cuartos de final. Un duelo que trasciende la competición, que conecta con la historia, con la rivalidad eterna, con la necesidad de medirse al mejor para saber quién eres realmente.

    No hay atajos. No hay rodeos. El camino blanco hacia la final pasa, casi con toda seguridad, por eliminar al rival que marca la era.

    Si el camino del Real Madrid es exigente, el del Atlético de Madrid es directamente una prueba de supervivencia emocional.

    Las colchoneras terminaron la fase de grupos en la 11ª posición, con 7 puntos, sufriendo, peleando, resistiendo. No fue un camino sencillo, pero el Atlético nunca ha entendido otra manera de competir. Este club se forja en la dificultad, en la resistencia, en la convicción de que cada partido es una batalla que se gana desde el compromiso.

    El sorteo deparó un enfrentamiento cargado de significado: Manchester United. Un rival ya conocido. Un gigante histórico del fútbol europeo que ya cayó en Alcalá, donde el Atlético firmó una victoria inolvidable por 0-1 que todavía resuena como una declaración de intenciones.

    Ese recuerdo no garantiza nada. Pero pesa. Y en eliminatorias así, la memoria también juega.

    El United es un equipo poderoso, con talento individual, con experiencia europea creciente y con una estructura diseñada para competir al máximo nivel. Pero el Atlético sabe lo que es enfrentarse a gigantes. Sabe lo que es sobrevivir cuando todo parece en contra.

    La ida, también el 11 o 12 de febrero. La vuelta, el 18 o 19. Dos partidos donde el margen de error será mínimo y donde cada detalle contará.
    Si el camino del Real Madrid es exigente, el del Atlético de Madrid es directamente una prueba de supervivencia emocional.

    Las colchoneras terminaron la fase de grupos en la 11ª posición, con 7 puntos, sufriendo, peleando, resistiendo. No fue un camino sencillo, pero el Atlético nunca ha entendido otra manera de competir. Este club se forja en la dificultad, en la resistencia, en la convicción de que cada partido es una batalla que se gana desde el compromiso.

    El sorteo deparó un enfrentamiento cargado de significado: Manchester United. Un rival ya conocido. Un gigante histórico del fútbol europeo que ya cayó en Alcalá, donde el Atlético firmó una victoria inolvidable por 0-1 que todavía resuena como una declaración de intenciones.

    Ese recuerdo no garantiza nada. Pero pesa. Y en eliminatorias así, la memoria también juega.

    El United es un equipo poderoso, con talento individual, con experiencia europea creciente y con una estructura diseñada para competir al máximo nivel. Pero el Atlético sabe lo que es enfrentarse a gigantes. Sabe lo que es sobrevivir cuando todo parece en contra.

    La ida, también el 11 o 12 de febrero. La vuelta, el 18 o 19. Dos partidos donde el margen de error será mínimo y donde cada detalle contará.

    Mientras Madrid mira su propio reflejo en el espejo europeo, el resto del continente también se prepara para batallas de alto voltaje.
    • OH Leuven – Arsenal: un cruce que enfrenta la frescura y el atrevimiento del fútbol belga con la tradición y la experiencia de uno de los grandes nombres del fútbol inglés.
    • Juventus – Wolfsburgo: dos proyectos sólidos, dos escuelas distintas, dos maneras de entender el fútbol europeo que chocarán sin concesiones.

    Los ganadores de estos cruces ya conocen su destino:
    • El vencedor del OH Leuven–Arsenal se medirá al Chelsea, otro de los grandes aspirantes al título.
    • El ganador del Juventus–Wolfsburgo tendrá que enfrentarse al Olympique Lyonnes, el club que convirtió la Champions en su territorio natural durante más de una década.

    Calendario |

    Octavos de final
    • Ida: 11–12 de febrero
    • Vuelta: 18–19 de febrero
    • Cuartos de final
    • Ida: 24–25 de marzo
    • Vuelta: 1–2 de abril
    • Semifinales
    • 25–26 de abril
    • Gran Final
    • 2–3 de mayo

    Fechas que ya no son números. Son promesas. Son amenazas. Son oportunidades únicas.
    Y ahora sí. Ahora empieza lo de verdad.

    Porque la Women’s Champions League no se juega solo con los pies. Se juega con la memoria, con el miedo, con la ambición, con la capacidad de levantarse cuando todo tiembla. Se juega en febrero, cuando el frío no perdona. Se juega en abril, cuando el cansancio pesa más que las piernas. Y se decide en mayo, cuando solo quedan los que han sabido resistir.

    Madrid está ante su destino. Dos caminos. Dos escudos. Dos maneras de entender el fútbol. Pero una misma certeza: nadie regala nada en Europa.

    Que empiece la noche, ruede el balón y hable la historia.

  • La crónica | El Atlético cae en Lyon, pero se mete en los Playoffs de la Champions

    (Fuente: UEFA)

    🟨 ¡Triunfo galo! Las de Giráldez se impusieron por 4-0 a las colchoneras, que acaban undécimas y pasan a la siguiente ronda en Europa.

    La previa |

    (Fuente: UEFA)

    Hay partidos que no necesitan presentación porque la historia los anuncia antes de que ruede el balón. Encuentros que no se explican únicamente con datos, alineaciones o sistemas, sino con memoria, con legado, con todo aquello que el fútbol europeo ha ido escribiendo durante años de noches grandes. El Olympique Lyonnais–Atlético de Madrid es uno de esos duelos. Un choque que nace del peso de los escudos, de la exigencia continental y de esa sensación inevitable de estar ante un examen de máximo nivel, de esos que miden no solo el talento, sino la identidad.

    Este miércoles, el Groupama Stadium se convierte en escenario de una de las grandes citas de la fase de grupos de la UEFA Women’s Champions League. Un templo moderno del fútbol femenino europeo que acoge un enfrentamiento donde el pasado glorioso y el presente competitivo se miran de frente, sin concesiones. Lyon, imperio continental, recibe a un Atlético de Madrid que viaja a Francia con la convicción de quien sabe que, en Europa, competir no es una circunstancia: es una forma de ser.
    El Olympique de Lyon no necesita demasiada introducción. Es el club que ha convertido la Champions en costumbre, el nombre que aparece una y otra vez cuando se habla de hegemonía, excelencia y dominio. Ocho títulos europeos sostienen su leyenda. Ocho coronas que han construido una cultura ganadora instalada en cada línea del campo, en cada gesto, en cada decisión. Lyon no solo juega la Champions: la habita. La entiende como su territorio natural.
    Juegan en casa, respaldadas por la autoridad que les concede el historial y por la presión inherente a quien siempre está obligado a ganar. Porque en Lyon, en Europa, no basta con competir. No basta con pasar rondas. Hay que vencer… y hay que convencer. Esa es la carga invisible que acompaña a los gigantes: la exigencia permanente de estar a la altura de su propio pasado.

    Con una plantilla diseñada para dominar, el conjunto francés buscará imponer desde el primer minuto su idea de fútbol: ritmo alto, posesión sostenida, profundidad por bandas y control absoluto del tempo del partido. Lyon entiende el juego desde la iniciativa, desde la jerarquía, desde el convencimiento de que el balón y el espacio deben estar siempre bajo su control. Juegan para mandar, para someter, para recordar al continente quién ha sido y quién sigue siendo.
    Enfrente, sin complejos pero con respeto, estará un Atlético de Madrid que ha aprendido a sobrevivir, a resistir y a crecer en contextos hostiles. Un equipo que no llega como favorito, pero sí como bloque competitivo, incómodo y con carácter.

    Un Atlético que sabe que estas noches no se juegan solo con el balón en los pies, sino con concentración, sacrificio y una fe colectiva que no se negocia.
    Las rojiblancas afrontan el choque conscientes de la dificultad, pero también del valor de cada punto en una fase de grupos que no concede margen para el error. El Atlético llega con la obligación de sumar, sí, pero también con la tranquilidad que da haber demostrado, una y otra vez, que puede competir ante cualquiera cuando mantiene el orden, la intensidad y la disciplina táctica. No es un equipo de fuegos artificiales: es un equipo de convicción.

    El conjunto madrileño necesitará un ejercicio casi perfecto de solidez defensiva, concentración máxima durante los 90 minutos y una lectura emocional impecable del partido. Saber sufrir cuando toque, minimizar errores, gestionar los momentos de asedio y aprovechar cada transición, cada balón parado, cada metro que Lyon conceda. En noches así, el margen es mínimo. Pero existe. Y el Atlético vive de hacerlo visible.
    En el centro del relato aparece también el talento joven y descarado de futbolistas como Fiamma Benítez, llamada a ser uno de los nombres propios del futuro rojiblanco, símbolo de una nueva generación que no entiende de complejos cuando pisa escenarios grandes. Junto a ella, la experiencia de un bloque que ya ha respirado el aire denso de Europa, que ha vivido eliminatorias, grupos exigentes y estadios que aprietan.
    El Atlético no viene a intercambiar golpes. Viene a competir desde su identidad. A mantenerse en pie cuando el partido se incline. A recordar que hay encuentros que no se ganan en el minuto 10, sino en el 80. Que hay noches que se sostienen desde la cabeza, desde el orden y desde la creencia.

    Este Lyon–Atlético no es solo un duelo entre un gigante histórico y un aspirante resistente. Es un choque entre la hegemonía y la rebeldía, entre la obligación de ganar y la ambición de creer. Un partido donde el marcador dirá mucho, pero donde el mensaje competitivo dirá aún más. Porque Europa también observa quién compite cuando el contexto es adverso.


    El estadio apretará. La Champions mirará. Y en medio, 22 futbolistas disputarán algo más que tres puntos: disputarán respeto, identidad y futuro continental.
    Porque la UEFA Women’s Champions League no espera y el Atlético de Madrid lo sabe.

    (Fuente: Disney Plus)

    Era difícil, complejo por demás e incluso utópico. El Atlético de Madrid viajaba a Francia tras empatar (2-2) en Ipurúa frente a la Sociedad Deportiva Eibar y después de haber firmado otro empate idéntico ante el Bayern de Múnich en Alcalá de Henares, en una noche europea marcada por el gol descomunal de Fiamma Benítez que, más allá del resultado inmediato, dejaba al conjunto rojiblanco con una ventaja de diez goles sobre el Vålerenga.

    Un colchón que convertía el acceso a la ronda de playoffs —eso sí, como no cabeza de serie— en un escenario prácticamente garantizado. Solo una hecatombe absoluta del Bayern ante las nórdicas podría privar a Víctor Martín de escribir una página inédita en la historia del Atlético de Madrid Femenino. Y el técnico no falló. No por brillantez extrema, sino por algo más valioso: coherencia, orden y lectura del contexto. Historia escrita desde la resistencia.

    Porque el Atlético atraviesa, al mismo tiempo, una etapa compleja tanto en la Liga F Moeve como en la UEFA Women’s Champions League. A la espera de iniciar su camino en la Copa de la Reina frente al Alhama, el panorama doméstico es incómodo: cuartas en Liga con 26 puntos, a uno del Tenerife y ya a cuatro de una Real Sociedad que empieza a marcar distancia en la lucha por los puestos de Champions. Dos empates y una derrota en las últimas tres jornadas, sin conocer la victoria liguera desde el 16 de noviembre, cuando superó por 2-0 al Levante Badalona. Un Atlético que compite, pero que no termina de despegar.

    Hay clubes que llegan a Europa con la convicción de conquistarla desde el primer día. Presupuestos blindados, estructuras cerradas, una sensación de inevitabilidad histórica. Para ellos, la Champions es una extensión natural de su hegemonía doméstica. Y luego están los otros. Los que entran con respeto. Con cautela. Con la conciencia de que cada paso puede dejar cicatriz. El Atlético de Madrid Femenino pertenece, desde siempre, a este segundo grupo.

    Su historia europea no es la de un gigante que impone su ley, sino la de un club que ha aprendido a sobrevivir en un escenario que nunca estuvo pensado para él. Un equipo que ha chocado repetidamente contra sus propios límites, que ha conocido avances modestos y silencios prolongados, y que, aun así, siempre ha regresado. Porque si algo define al Atlético en Europa no es la gloria: es la insistencia. No es el brillo: es la resistencia. La fe obstinada en seguir compitiendo incluso cuando el contexto parecía invitar a la retirada.

    La línea cronológica que acompaña este relato —temporadas, rondas, ausencias— no es un simple resumen estadístico. Es una radiografía emocional del vínculo entre el Atlético de Madrid Femenino y la Champions. En la 2015/16, alcanzar los octavos de final era casi una experiencia exótica, un territorio desconocido que se pisaba con curiosidad y prudencia. No hubo épica, pero sí una semilla: la certeza de que se podía competir fuera de casa.

    La 2016/17 trajo el primer golpe serio de realidad: no clasificarse para Europa fue entender que el crecimiento no es lineal, que el éxito doméstico no garantiza continuidad continental. En la 2017/18, el regreso desde los dieciseisavos confirmó que Europa no espera a nadie. Volver significaba empezar de nuevo, sin privilegios, sin memoria acumulada.

    A partir de ahí, llegó una consolidación frágil, siempre con un techo visible. En la 2018/19, los octavos volvieron a ser frontera. El Atlético ya era campeón en España, ya tenía nombre y respeto, pero Europa seguía marcando distancias. La 2019/20 fue, para muchos, el punto más alto de aquella primera etapa: cuartos de final, entre los ocho mejores, cayendo ante gigantes, pero dejando de parecer pequeño.

    Aquella campaña tuvo algo peligroso: la sensación de que el siguiente paso era inevitable. La 2020/21 se encargó de desmontar esa ilusión. Otra eliminación en octavos, otro recordatorio de que Europa ya no sorprendía, ahora exigía. Y el Atlético no supo dar el salto.

    Después llegó el desierto. Tres temporadas consecutivas sin Champions (2021/22, 2022/23 y 2023/24). Tres años sin himno, sin viajes, sin noches que midieran el nivel real del equipo. Desaparecer del mapa continental significó perder visibilidad y atractivo, pero también ofreció algo poco valorado: tiempo para reconstruir sin la presión constante del resultado europeo.

    El regreso en la 2024/25 fue humilde, desde la Ronda 1, sin discursos grandilocuentes, con un único objetivo: volver a competir. Volver a sentirse parte del ecosistema europeo.

    Y así se entiende el presente. La temporada 2025/26 resignifica todo lo anterior. El Atlético de Madrid Femenino es hoy undécimo con siete puntos en la clasificación de la UEFA Women’s Champions League, en zona de playoff y virtualmente clasificado. No es un regalo del sorteo ni una anomalía estadística. Es el resultado de años de golpes, ausencias y aprendizaje. Para quedar fuera haría falta un escenario casi apocalíptico: una derrota muy abultada ante el Olympique de Lyon en Francia, combinada con una victoria del Vålerenga en Múnich frente al Bayern, neutralizando además una ventaja de diez goles. No basta con perder. Hace falta una catástrofe perfectamente alineada.

    La clave de este momento no está en un fútbol deslumbrante ni en una superioridad técnica evidente. Este Atlético no es el más brillante, pero ha aprendido algo esencial: entender Europa. Gestionar ritmos. Cerrar partidos. Minimizar errores. Competir desde el orden cuando el talento no alcanza. En la Champions no siempre gana quien más propone, sino quien menos se equivoca. Y este equipo, a diferencia de otras etapas, muestra madurez competitiva, colmillo y oficio.

    Por eso, esta clasificación es algo más que un dato. Estar undécimo, con siete puntos y virtualmente en la siguiente ronda, no es el final del camino europeo del Atlético de Madrid Femenino. Es el inicio de algo más profundo: la normalización. La idea de que estar en Europa deje de ser una excepción heroica y se convierta en una presencia sostenida.

    Europa no se conquista soñándola. Se conquista atravesándola, pagando cada peaje, cada derrota, cada ausencia. El Atlético ha sangrado en Europa, ha desaparecido de ella y ha regresado desde abajo. Hoy no celebra con euforia, sino con respeto. Porque ha aprendido que lo difícil no es llegar, sino quedarse. Y porque, por primera vez en mucho tiempo, el Atlético de Madrid Femenino ya no parece un invitado ocasional en el gran salón europeo, sino un equipo que ha aprendido el idioma, las reglas no escritas y la crudeza de la competición. Un equipo que no promete conquistas inmediatas, pero que ha decidido algo mucho más valioso: no rendirse jamás y seguir estando ahí.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Los onces |

    OL Lyonnes | Endler
    Tarciane, Renard (c), Engen, Bacha
    Egurrrola
    Dumornay, Heaps
    Diani, Hegerberg, Chawinga.

    Atlético | Lola (c)
    Medina, Carmen Menayo, Lauren, Lloris, Fiamma, Bøe Risa, Bartel
    M. Portales, Jensen, LuanyZ

    El duelo al detalle |

    (Fuente: “El Partido de Manu”) Creatividad: Ruth

    🔜 NEXT GAME

    🏆 UEFA Women’s Champions
    League

    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon

    Hay derrotas que se recuerdan solo por los números. Y hay derrotas que, paradójicamente, son victorias disfrazadas, lecciones grabadas en la memoria, relatos que se convierten en epopeya antes de que el pitido final las liquide con una cifra fría. La derrota del Atlético de Madrid Femenino en Lyon, un 4-0 incontestable en el marcador, pertenece a esa segunda categoría. Lo que sucedió en el Groupama Stadium no fue un simple partido, fue la demostración palpable de que, bajo la dirección de Víctor Martín, este Atlético ha vuelto a ser un equipo grande en Europa tras años de ausencia del podio liguero que da acceso a la previa continental, años de reconstrucción, de paciencia, de trabajo silencioso que ahora se traduce en presencia, respeto y proyección internacional. Lo que se vivió aquella noche fue un choque de epopeyas: el gigante francés del Olympique Lyonnais contra un Atlético que, pese a la derrota, se consagró en su retorno a la élite continental.

    El Atlético de Madrid llegó al Groupama Stadium con la mezcla de respeto, ambición y hambre que solo un equipo que ha pasado años reconstruyéndose puede mostrar. Durante demasiado tiempo, el club rojiblanco había visto cómo sus aspiraciones europeas se quedaban fuera del podio liguero, sin siquiera alcanzar la previa de la máxima competición continental, mientras otros ocupaban su lugar y recogían los frutos de un pasado glorioso que parecía lejano. Pero aquel miércoles, de la mano de Víctor Martín, Viti, todo eso pertenecía al pasado. El Atlético no viajaba a Lyon a aprender ni a sobrevivir; viajaba a demostrar que había vuelto a ser un equipo grande en Europa, que cada jugadora, cada decisión y cada entrenamiento eran parte de un proyecto que había recuperado identidad, carácter y ambición.

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    El partido comenzó con la sensación de que cualquier detalle podía alterar la narrativa de la noche. Apenas arrancó el balón, Lauren Leal apareció en el corazón del área francesa con la determinación de quien sabe que los primeros minutos son un territorio decisivo. Su cabezazo fue limpio, potente, preciso, y el poste detuvo un gol que habría cambiado la atmósfera, que habría otorgado al Atlético la ventaja temprana y la confianza para desafiar de manera definitiva al gigante europeo. Ese toque seco contra la madera resonó como un recordatorio de que aquel equipo no había viajado a Lyon a rendirse, sino a plantarse y competir.

    La presión inicial del Atlético mostraba que el proyecto de Viti funcionaba, que las jugadoras entendían su rol y que el espíritu competitivo estaba intacto, incluso frente a la mejor estructura del fútbol femenino continental.

    Pero el Olympique Lyonnais no es un equipo cualquiera; es un engranaje que aprende de cada segundo, un organismo que impone jerarquía desde la técnica, la táctica y la experiencia.

    Poco a poco, comenzó a inclinar el campo, a dominar los tiempos y a convertir cada acción en un desafío. Sin embargo, la primera mitad estuvo marcada por un nombre: Lola Gallardo. La guardameta sevillana se convirtió en el muro rojiblanco, en el escudo frente a la presión francesa. Cada parada era un acto de heroísmo, un mensaje a sus compañeras: “Podemos resistir, podemos competir, podemos soñar”. Y el Atlético, con cada intervención de su portera, sentía que la clasificación y la dignidad no estaban en riesgo, aunque el marcador aún no reflejara justicia.

    Tras un primer aviso de Hegerberg que atrapó Lola Gallardo, las de Giráldez se crecieron un tuvieron esa dosis de fortuna que suele acompañar a los transatlánticos de este fútbol femenino.

    La tragedia futbolística, como suele ocurrir, llegó de manera fortuita y brutal. En el minuto 31 se produjo un centro desde la derecha buscaba simplemente la presencia en el área, pero Vilde Boe Risa, intentando despejar, desvió el balón hacia su propia portería y abrió la lata con el 10 para el Lyon.

    El Atlético, a pesar de su trabajo, veía cómo el marcador le era adverso sin haber sido inferior, un golpe psicológico y táctico que podría haber derrumbado a cualquier equipo menos a uno construido para resistir. Pero cinco minutos después, una acción aún más determinante cambió la dinámica de la noche: un contragolpe rojiblanco derivó en una pugna en los últimos metros con Bacha, y la brasileña Luany fue expulsada con roja directa por un tirón de cabello que la colegiada interpretó como agresión. Luany, incrédula, intentó explicar que fue un accidente, que el cabello se enredó en su brazo, pero el veredicto era inapelable.

    Con diez jugadoras, frente al ocho campeón de Europa, el Atlético entraba en un territorio desconocido de resistencia pura, donde la dignidad, la disciplina y la fe eran más importantes que cualquier resultado inmediato.

    El primer tiempo continuó con el Atlético replegado, defendiendo con orden, intentando cada salida, cada contragolpe, con inteligencia y paciencia. Lola Gallardo seguía siendo un muro infranqueable, y Endler, al otro lado, apenas necesitaba intervenir, un reflejo de que el Atlético, incluso con diez, mantenía su estructura. El descanso llegó con 1-0, con cuarenta y cinco minutos por delante y con otra noticia alentadora: desde Múnich, el Bayern se imponía con claridad al Vålerenga, asegurando que la clasificación del Atlético para la siguiente ronda no corría peligro.

    Ese dato permitió al equipo afrontar la segunda mitad con una mezcla de cálculo y ambición: sobrevivir, competir, preservar piernas y mentalidad para las fases que de verdad importaban.

    La segunda mitad arrancó con un nuevo golpe. Una acción en el área rojiblanca fue revisada por el VAR, y el penalti señalado fue ejecutado sin fallo por Wendie Renard en el minuto 52 para poner el 20 en el marcador.

    Apenas un minuto después, Kadidiatou Diani hizo de las suyas y selló el 30 con un disparo potente tras una carrera imparable, un mazazo emocional y deportivo que parecía definitivo.

    El Atlético estaba en inferioridad numérica, exhausto, y el Lyon demostraba por qué sigue siendo uno de los clubes más dominantes del fútbol femenino europeo. Sin embargo, ni la adversidad ni el marcador pudieron quebrar al equipo rojiblanco.

    Viti gestionó la situación con la calma de un estratega: el objetivo no era la remontada inmediata, sino mantener la estructura, proteger a las jugadoras y preparar el terreno para lo que realmente importaba: la historia.

    Pasada la hora de juego, el técnico rojiblanco introdujo a Alexia, Ana Vitória y Amaiur Sarriegui en lugar de Maca, Jensen y Vilde, buscando energía fresca y equilibrio táctico.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    El objetivo ya no era cambiar el resultado, sino competir con dignidad, mantener la cohesión y cerrar la noche sin rupturas que pudieran afectar el futuro del equipo en la competición. Era el minuto 71 y Schrader firmó el 4-0 que redondeaba la goleada el para Lyon, un resultado que, aunque abultado, no reflejaba el espíritu ni el valor del Atlético en la noche europea. Incluso Rosa Otermín y Xénia Pérez tuvieron minutos, símbolo de la proyección y profundidad del club rojiblanco, que piensa en el presente y en el futuro sin renunciar a la grandeza.

    El pitido final no trajo lágrimas, sino certezas. El Atlético estaba clasificado, seis años después de su última eliminatoria avanzada en la Champions, tras un periodo de reconstrucción donde ni siquiera acceder al podio liguero que da paso a la previa continental parecía posible.

    Este regreso no era casualidad: era el resultado de un proyecto sólido, de paciencia, trabajo, visión y liderazgo. Este Atlético ha vuelto a ser un equipo grande en Europa, capaz de competir entre los mejores, de sostenerse ante el poderío de un gigante como Lyon y de proyectarse hacia retos aún mayores.

    El camino que llevó a esta noche comenzó en la previa angustiosa ante el Häcken, que puso al equipo al límite y que se resolvió en el último suspiro gracias a Luany y Jensen. Continuó con aquel empate heroico ante el Bayern (2-2) que selló virtualmente la clasificación. Y concluyó en Lyon, donde, pese al marcador adverso, el Atlético demostró que no es un invitado: es un contendiente.

    Un equipo capaz de competir sin complejos, con identidad, carácter y ambición, que ha recuperado su estatus y su historia.

    El siguiente rival en Europa será el Arsenal o el Manchester United, dos gigantes que imponen respeto, pero que encontrarán ante sí a un Atlético que ha vuelto a demostrar que puede enfrentarse a cualquiera.

    El Lyon, mientras tanto, sumó tres puntos más para cerrar la fase con 16 unidades y asegurarse la segunda posición y el acceso directo a cuartos de final.

    El Atlético, sin embargo, ganó algo más profundo: recuperó estatus, respeto y grandeza, y sobre todo, recuperó la sensación de pertenencia en la élite europea.

    (Fuente: UEFA)

    Aquella noche en Lyon, con el estadio negro, con la derrota en el marcador y con el corazón rojiblanco intacto, las jugadoras del Atlético de Madrid escribieron un capítulo que ya forma parte de la historia del club. Porque volver a Europa, competir, resistir y clasificarse después de años sin podio liguero, después de años sin apenas presencia continental, es mucho más que un resultado. Es un triunfo de identidad, un regreso a la grandeza, un testimonio de que este equipo ya no es un recuerdo del pasado, sino un presente poderoso, competitivo y preparado para seguir escribiendo su historia en el continente.

    El Atlético ha vuelto. El Atlético ha renacido. El Atlético ha entrado en la historia. Y nada ni nadie podrá borrar la grandeza de esta noche, porque la derrota ante Lyon no es fracaso: es consolidación, es ascenso, es épica.

    (Fuente: UEFA)

    Este Atlético, de la mano de Viti, ya no se mide por derrotas ni victorias: se mide por su capacidad de volver a ser grande en Europa, de competir con dignidad, de desafiar gigantes y de mantener viva la llama del sueño rojiblanco, que vuelve a brillar con luz propia en el continente.

    📋 Ficha técnica |

    Olympique Lyonnes: Endler; Tarciane (Sombath, m. 60), Renard, Engel, Bacha; Dumornay (Benyahia, m. 74), Egurrolla, Heaps (Shrader, m. 60); Diani (Brandt, m. 71), Hegerberg (Katoto, m. 60) y Chawinga

    Atlético de Madrid: Lola Gallardo; Carmen Menayo, Lauren, Silvia Lloris (Xènia, m. 83), Andrea; Luany, Boe Risa (Ana Vitoria, m. 66), Júlia Bartel, Macarena Portales (Alexia, m. 66); Fiamma; Jensen (Amaiur, m. 66).

    Árbitra: Ivana Projkovska (Macedonia). Expulso con tarjeta roja directa a Luany, del Atlético de Madrid, en el minuto 37. Amonestó con tarjeta amarilla a la local Tarciane (m. 13).

    Incidencias: Partido correspondiente a la sexta fecha de la Liga de Campeones Femenina 2025-2026 que han disputado el O. Lyonnes y el Atlético de Madrid en el Groupama Stadium sobre una superficie de hierba natural.

    Goles |

    1-0 Vilde Bøe Risa (P.P.) 31’ ⚽️
    2-0 Renard (P.) 51’ ⚽️
    3-0 Diani 52’ ⚽️
    4-0 Shrader 71’ ⚽️

    Vídeo |

    https://youtu.be/32jpiRgbxlo?si=Dl1YfUua3MviJ6Z1

  • Reportaje | El Atlético desafía al tiempo en Francia y busca unos playoffs históricos en la Champions

    (Fuente: Liga F Moeve)

    🟨 Las colchoneras quieren tirar de coraje y corazón en casa del ocho veces ganador del torneo.

    Hay clubes que llegan a Europa para conquistarla desde el primer día, con el presupuesto blindado, la estructura cerrada y la convicción de que la Champions es una prolongación natural de su dominio doméstico. Hay otros que aterrizan en ella como quien entra en una habitación demasiado grande, con respeto, con miedo, con la sensación de que todo lo que ocurra allí va a dejar marca. El Atlético de Madrid Femenino pertenece desde siempre a este segundo grupo.

    Su historia europea no es la de un gigante que impone su ley, sino la de un club que ha tenido que aprender a sobrevivir en un escenario que nunca estuvo diseñado para él, que ha chocado una y otra vez contra sus propios límites, que ha conocido la euforia moderada de avanzar una ronda y el silencio áspero de quedarse fuera durante años, y que, aun así, ha regresado siempre. Porque si algo define al Atlético en Europa no es la gloria, es la insistencia. No es el brillo, es la resistencia.

    No es la certeza, es la fe en seguir compitiendo incluso cuando el contexto parecía invitar a la retirada.

    La imagen que acompaña este texto, esa línea cronológica que enumera temporadas, rondas alcanzadas y ausencias dolorosas, no es un simple resumen estadístico. Es una radiografía emocional del vínculo entre el Atlético de Madrid Femenino y la UEFA Women’s Champions League. En la 2015/16, cuando el equipo alcanza los octavos de final, Europa todavía era una experiencia casi exótica, un territorio que se pisaba con curiosidad y con la conciencia de que cualquier avance ya era un éxito.

    Aquella participación no construyó un relato heroico, pero sí dejó una semilla: la certeza de que el Atlético podía competir fuera de casa, de que no estaba condenado a ser un actor secundario. La temporada siguiente, la 2016/17, fue el primer golpe serio de realidad. No clasificarse para Europa fue entender que el crecimiento no es una línea recta, que el éxito nacional no garantiza continuidad continental y que el margen de error en la élite es mínimo.

    En la 2017/18, el regreso en dieciseisavos fue un recordatorio de que Europa no espera a nadie. El Atlético volvió, sí, pero lo hizo desde abajo, sin privilegios, con la obligación de demostrar de nuevo que merecía estar allí.

    A partir de ahí comenzó un periodo de consolidación frágil, de avances cortos y techos visibles. En la 2018/19, los octavos volvieron a ser frontera. El equipo ya era campeón de Liga F en España, ya tenía nombre, ya generaba respeto en el ámbito doméstico, pero Europa seguía marcando distancias. En la 2019/20 llegó el momento que muchos señalaron como el punto más alto de aquella primera etapa: los cuartos de final. El Atlético se coló entre los ocho mejores, compitió contra gigantes y, aunque cayó, dejó de parecer pequeño.

    Aquella campaña tuvo algo peligroso, porque generó la sensación de que el siguiente paso era natural, de que el crecimiento estaba asegurado. La 2020/21 se encargó de desmontar esa ilusión. De nuevo octavos, de nuevo eliminación, de nuevo la impresión de que el ciclo comenzaba a agotarse. Europa ya no sorprendía, ahora exigía, y el Atlético no supo dar el salto definitivo.

    Lo que vino después fue el desierto. Tres temporadas consecutivas sin Champions, 2021/22, 2022/23 y 2023/24, tres años sin himno, sin viajes europeos, sin noches que midieran de verdad el nivel competitivo del equipo. Tres años en los que el Atlético de Madrid Femenino desapareció del mapa continental y tuvo que mirarse al espejo. Cambiaron entrenadoras, cambiaron futbolistas, cambió el discurso institucional. Europa pasó de ser una realidad incómoda a convertirse en una obsesión lejana. No estar en Champions significó perder visibilidad, perder atractivo, perder crecimiento, pero también ofreció algo que pocas veces se valora: tiempo para reconstruir sin la presión constante del resultado europeo.

    Cuando el Atlético regresó en la 2024/25, lo hizo con humildad, empezando desde la Ronda 1, sin proclamas, sin promesas grandilocuentes, con un único objetivo claro: volver a competir, volver a sentirse parte del ecosistema europeo.

    Y así llegamos al presente, a la temporada 2025/26, que explica y resignifica todo lo anterior. El Atlético de Madrid Femenino es hoy undécimo con siete puntos en la clasificación de la UEFA Women’s Champions League, instalado en zona de playoff y virtualmente clasificado para la siguiente ronda. No es un dato menor. No es un regalo del sorteo. No es una anomalía estadística. Es el resultado de años de golpes, de ausencias y de aprendizaje. El contexto competitivo es claro y, por una vez, favorable: para que el Atlético quedara fuera de los octavos tendría que producirse un escenario casi apocalíptico, una concatenación de resultados que roza lo imposible. Una derrota muy abultada en Francia ante el Olympique de Lyon, uno de los grandes colosos históricos de la competición, combinada con una victoria del Vålerenga en Múnich ante el Bayern, otro gigante europeo, y todo ello con la necesidad de neutralizar una ventaja de diez goles que ahora mismo protege al conjunto rojiblanco. No basta con perder, no basta con perder mal; hace falta una catástrofe estadística perfectamente alineada para que el Atlético se quede fuera. Europa, por una vez, no parece una amenaza constante, sino una oportunidad tangible.

    La clave de este momento no está en un fútbol deslumbrante ni en una superioridad técnica aplastante. Este Atlético no es el equipo más brillante ni el más dominante, pero ha aprendido algo esencial: entender Europa. Ha aprendido a gestionar los ritmos, a cerrar partidos, a minimizar errores, a competir desde el orden cuando el talento no alcanza. Ha entendido que en la Champions no siempre gana quien más propone, sino quien menos se equivoca. A diferencia de etapas anteriores, este equipo muestra un bloque más compacto, una mejor lectura de los momentos y una madurez competitiva que antes le faltaba. No hay desconexiones prolongadas, no hay pánicos innecesarios, hay colmillo y hay oficio.

    Todo esto convierte la situación actual en algo más profundo que una simple clasificación. Estar undécimo con siete puntos, en playoff y virtualmente clasificado, no es el final del camino europeo del Atlético de Madrid Femenino.

    Es, quizá, el inicio de algo más importante: la normalización. La idea de que estar en Europa no sea una excepción heroica, sino una presencia sostenida. Europa no se conquista soñándola, se conquista atravesándola, pagando cada peaje, cada derrota, cada ausencia. El Atlético ha sangrado en Europa, ha desaparecido de ella y ha regresado desde abajo.

    Hoy no celebra con euforia, celebra con respeto. Porque sabe que la Champions no perdona la soberbia. Porque ha aprendido que lo difícil no es llegar, sino quedarse, y porque, por primera vez en mucho tiempo, el Atlético de Madrid Femenino ya no parece un invitado ocasional en el gran salón europeo, sino un equipo que ha entendido el idioma, las reglas no escritas y la crudeza de la competición. Un equipo que no promete conquistas inmediatas, pero que ha decidido algo mucho más valioso: no rendirse jamás y seguir estando ahí, incluso cuando todo parecía empujarle a desaparecer.

    🔜 NEXT GAME

    🏆 UEFA Women’s Champions
    League

    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon

  • Oficial | Noventa minutos para desafiar a la historia

    (Fuente: UEFA)

    🟦 El Atlético de Madrid visita Lyon para cerrar el año europeo con orgullo, memoria y ambición.

    Hay noches que no necesitan presentación.

    Noches que no se explican con una clasificación ni con una racha.

    Noches que existen porque el fútbol, cuando alcanza su máxima expresión, se convierte en relato, en desafío y en identidad.

    Este miércoles 17 de diciembre, a las 21:00 horas, el Atlético de Madrid se mide al Olympique Lyonnes en uno de los escenarios más imponentes del fútbol femenino europeo. Un partido que llega con los deberes prácticamente hechos para las rojiblancas, pero con el corazón aún reclamando una última victoria antes del cierre de año. Un encuentro que enfrenta a la historia más laureada de la Champions con un Atlético que se resiste a aceptar los papeles escritos de antemano.

    Porque el Atlético no viaja a Lyon para cumplir expediente.

    Viaja para medirse a la historia, para recordarse quién es, y para cerrar el año con la cabeza alta, incluso en el territorio donde tantas se han quedado sin voz.

    colchoneras llegan a esta última jornada de la fase de grupos virtualmente clasificadas para la siguiente ronda. La aritmética es favorable, el margen es real y la ventaja respecto al Valerenga, tercer clasificado, es de tres puntos. Pero en el vestuario rojiblanco nadie habla de cuentas. Se habla de sensaciones, de orgullo, de recuperar el pulso competitivo tras cuatro encuentros consecutivos sin conocer la victoria.

    El empate ante el Eibar (2-2) en la última jornada de Liga F Moeve dejó más preguntas que respuestas. No por falta de actitud, sino por esa sensación incómoda de que el equipo compite, llega, pelea… pero no termina de imponerse como sabe hacerlo. Y Europa, incluso cuando permite margen, no perdona la duda.

    El Atlético ocupa actualmente la 11ª posición de la Champions League con 7 puntos, una cifra que habla de regularidad, pero también de oportunidades que se escaparon por detalles. Detalles que ante el Lyon se convierten en fronteras.

    Víctor Martín no podrá contar en Lyon con Sheila Guijarro, Gio Queiroz ni Amaiur Sarriegi, tres nombres de peso que tampoco estuvieron disponibles en el último compromiso liguero. Tres ausencias que condicionan la estructura ofensiva y las alternativas desde el banquillo, pero que también obligan al Atlético a mirarse en su profundidad de plantilla, en su identidad colectiva y en su capacidad para reinventarse.

    Porque el Atlético, históricamente, no ha sido un equipo que dependa de una sola figura. Ha sido un bloque. Una idea. Una manera de competir. Y esas virtudes son las que se ponen a prueba en escenarios como Lyon.

    Hablar del Olympique Lyonnes es hablar del imperio del fútbol femenino europeo.

    Ocho veces campeón de la Champions League.

    Décadas de hegemonía.

    Una estructura que ha marcado el camino de toda una generación.

    El conjunto francés llega a esta jornada como segundo clasificado del grupo con 13 puntos, invicto tras cinco partidos. No ha perdido ningún encuentro en lo que va de curso. Su único tropiezo fue un empate vibrante ante la Juventus (3-3), en un partido que parecía perdido y que el Lyon rescató con una segunda mitad imponente, recordándole a Europa que incluso cuando duda, sigue siendo temible.

    El Lyon no solo gana.

    Sabe cuándo esperar y cuándo golpear.

    Sabe manejar los tiempos.

    Sabe convertir la presión en costumbre.

    En un equipo plagado de nombres propios, hay dos que destacan en esta Champions:

    Melchie Dumornay y Fiamma Benítez, ambas con cuatro goles, situadas entre las siete máximas goleadoras actuales de la competición. Talento joven, potencia, lectura ofensiva y capacidad para aparecer cuando el partido lo exige.

    El Atlético lo sabe.

    Y también sabe que en Europa, neutralizar el talento rival es tan importante como creer en el propio.

    Para Víctor Martín, este partido es algo más que una jornada europea. Es una oportunidad para cerrar el año reforzando convicciones, incluso en la dificultad. El técnico rojiblanco ha insistido durante toda la temporada en la idea de proceso, de crecimiento sostenido, de construir un equipo capaz de competir en todos los escenarios.

    Y Lyon es, probablemente, el examen más exigente posible.

    No se trata solo de resistir.

    Se trata de atreverse.

    De elegir cuándo sufrir y cuándo morder.

    De entender que incluso el rival más poderoso tiene grietas… si se le obliga a mirarse al espejo.

    El Atlético de Madrid sabe que no todos los partidos se ganan con el marcador. Algunos se ganan con la actitud. Otros con la memoria. Y otros, simplemente, con la manera de estar.

    Cerrar el año en Lyon no es un trámite.

    Es una declaración.

    Una declaración de que este equipo sigue creyendo.

    De que la clasificación no adormece.

    De que incluso tras semanas sin victoria, la identidad permanece.

    aquí es donde el fútbol deja de ser estadística y se convierte en relato.

    Porque cuando el balón empiece a rodar, cuando el estadio francés se ilumine y cuando el Atlético vista de rojiblanco ante la historia, habrá algo que no aparecerá en las fichas técnicas: el pulso emocional de un equipo que no se resigna.

    El Atlético no necesita permiso para competir.

    Nunca lo ha pedido.

    Y si esta noche europea termina con victoria, será porque el equipo entendió que los grandes escenarios no se temen: se honran.

    Porque hay partidos que cierran grupos.

    Y hay partidos que abren relatos.

    Y este, pase lo que pase, pertenece a los segundos.

    🔜 NEXT GAME

    🏆 UEFA Women’s Champions
    League

    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon