El trofeo de la UEFA Women’s Nations League (en español, Liga de Naciones Femenina de la UEFA) es mucho más que un objeto de metal: es un símbolo tangible de la evolución del fútbol femenino en Europa. Su aparición marca un hito, pues representa la consagración de una competición continental donde las selecciones nacionales femeninas pueden disputar —al igual que sus homólogas masculinas— un torneo con sistema de ligas, ascensos, descensos y una final a la que aspirar.
Este trofeo fue revelado por primera vez durante el sorteo de las finales (final-four) en la sede de la UEFA en Nyon, Suiza.  Desde ese momento, la imagen del trofeo ya quedó asociada a una idea ambiciosa: elevar el estatus y la visibilidad del fútbol femenino en Europa. Tal como dijo uno de los responsables del diseño, el trofeo busca transmitir “la elevación de una nación” —el momento en que una selección logra alzarse por encima de todas tras un ciclo de esfuerzo, ascensos y combates.
La creación de la Women’s Nations League responde a una voluntad clara de la UEFA: institucionalizar, profesionalizar y dar visibilidad a las selecciones nacionales femeninas en una estructura competitiva similar a la masculina.
Cuando se presentó el trofeo, uno de los mensajes de la UEFA fue el de que este trofeo merecía ser “espectacular” —porque la competición lo era.  Además, reflejaba un compromiso simbólico: otorgar a las mujeres el mismo tipo de reconocimiento y prestigio que sus colegas masculinos desde una perspectiva de igualdad deportiva.
Cuando se presentó el trofeo, uno de los mensajes de la UEFA fue el de que este trofeo merecía ser “espectacular” —porque la competición lo era.  Además, reflejaba un compromiso simbólico: otorgar a las mujeres el mismo tipo de reconocimiento y prestigio que sus colegas masculinos desde una perspectiva de igualdad deportiva.
En definitiva, el trofeo de la UEFA Women’s Nations League no es simplemente un objeto de plata o un premio más. Es una metáfora del ascenso colectivo, de la visibilidad recién conquistada, de la profesionalización de selecciones que quieren ganar todo —y en igualdad de condiciones. Es un puente entre generaciones, una promesa de futuro y un reconocimiento del pasado.
Que una selección levante ese trofeo supone no solo proclamar su superioridad deportiva, sino también afirmar que el fútbol femenino importa, que tiene historia, peso, raíces y alas para volar en Europa. Y cada edición que pase —cada jornada, cada gol, cada final— engrandecerá ese trofeo, que no deja de ser, en el fondo, un faro de esperanza y orgullo para millones de mujeres que sueñan con pisar un campo y alzarlo al cielo.
No existe trofeo más simbólico para este tiempo. No existe copa más cargada de ambición para un continente que ha decidido, por fin, mirar al fútbol femenino con la grandeza y el respeto que merece. No existe objeto más adecuado para coronar una final entre España y Alemania, en un templo majestuoso, en una ciudad que late fútbol.
Porque este trofeo no es una recompensa. Es una declaración. Un mensaje. Una historia en vertical. El espejo del ascenso y la promesa del futuro.
Y el día que una capitana lo eleve sobre su cabeza, la imagen quedará grabada para siempre como el momento exacto en que la Women’s Nations League se convirtió en leyenda.
– La noche en que el Metropolitano decide un trono y escribe una era
(Fuente: RFEF)
La noche del martes 2 de diciembre de 2025 no será una más en la historia del fútbol femenino. Madrid, la ciudad que ha visto crecer, sufrir, caer y renacer a generaciones enteras, se detendrá a las 18:30 (hora peninsular) cuando el silbato marque el inicio de un duelo que trasciende lo deportivo. Porque en el corazón del Cívitas Metropolitano, coloso rojiblanco convertido en templo de finales, España y Alemania se enfrentarán con un marcador virgen —0-0 tras la ida— que flota sobre el césped como una promesa y un desafío.
Una final sin dueño, un trono sin reina y una historia sin firma.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) December 1, 2025
Sobre esa hierba, la Selección española femenina buscará revalidar la Nations League y extender un ciclo glorioso que comenzó en 2023 con el Mundial. Delante estará Alemania, la nación que inventó la hegemonía en Europa, el gigante que nunca se rinde, la selección que ha marcado a generaciones de futbolistas y que se presenta en Madrid dispuesta a recuperar un título que siente suyo por tradición.
La ida, en territorio germano, fue un choque de nervios y de supervivencia. España resistió al empuje alemán gracias a una Cata Coll gigante, autora de intervenciones que desafiaron la lógica, y a una Irene Paredes heroica, que despejó un gol cantado con el alma más que con la bota. Aquella imagen —una capitana bajo el larguero, sosteniendo el destino— quedará para siempre como el símbolo de un equipo que nunca se quiebra.
Y en ese mismo encuentro se abrió una puerta hacia el futuro: el debut de Edna Imade, cuya historia con España apenas comienza, pero que ya tiene su primera página escrita en un partido grande, tenso, al límite. Sonia Bermúdez le dio minutos y la futbolista respondió con descaro y hambre. No hay debut que pese más que el de una final, aunque sea en su primera mitad.
Pero el regreso a Madrid trajo una noticia devastadora: Aitana Bonmatí, Balón de Oro, cerebro, creadora y brújula, no estará. Una fractura de peroné en un mal apoyo durante un entrenamiento ha sacudido los cimientos de la Roja. Para muchos equipos sería un golpe definitivo; para este, solo una prueba más. Porque España ha aprendido a vivir con la presión, la adversidad y la exigencia.
Irene Paredes, voz y roca, lo resumió al instante: “Hay que tirar hacia delante. Es una final enorme, pero sabemos quiénes somos. Pensamos en jugar, en competir, en demostrar lo que llevamos dentro. Y a la afición… gracias. Que aprieten.”
Y apretarán. El Metropolitano será un volcán. Un rugido. Un país convertido en coro.
Diez enfrentamientos históricos. Cinco victorias alemanas. Cuatro empates. Una sola victoria española —pero qué victoria—, aquel 0-1 legendario en la semifinal de la Eurocopa, el día en que España se liberó del peso psicológico de un gigante.
Ahora se reencuentran en una final. Alemania, quinta en el ranking FIFA. España, primera del mundo. Nunca antes un duelo había concentrado tanta simbología en tan poco espacio.
Y, como guion sentimental, 20 jugadoras de la Liga F Moeve estarán involucradas en la final: 19 españolas y una alemana: Bibiane Schulze, central del Athletic Club, que fue suplente en la ida. Un mosaico perfecto de cómo el fútbol femenino en España se ha convertido en un referente continental.
Esta final no es un suceso aislado. Es el fruto de una trayectoria que ha transformado el fútbol femenino español para siempre. Para entenderla, hay que viajar atrás.
2015 — El despertar
Con Ignacio Quereda, España disputó su primer Mundial. Empate ante Costa Rica, derrotas ante Brasil y Corea, eliminación temprana… y una revolución. Las 23 futbolistas firmaron una carta denunciando la falta de profesionalización del proyecto. Fue un terremoto que sacudió al país.
Quereda dimitió. Llegó Jorge Vilda.
2019 — La Selección ya es competitiva
Victoria a Sudáfrica, caída ante Alemania, empate con China y un cruce histórico frente a Estados Unidos, que solo pudo imponerse por 1-2. Era la señal: España ya estaba lista para grandes escenarios.
2023 — El Mundial que cambió todo
Una fase de grupos brillante. Una bofetada de Japón que sirvió de combustible. Una exhibición frente a Suiza. Un cruce heroico ante Países Bajos, decidido por Salma Paralluelo. Unos últimos minutos de locura frente a Suecia, resueltos por un misil de Olga Carmona. Y una final sublime ante Inglaterra, decidida por la misma Olga. España campeona del mundo. La mayor hazaña del deporte femenino español.
2024 — La Nations League que inauguró un reinado
En Sevilla, España derrotó a Francia por 2-0. La primera Nations League. El primer trono continental. La confirmación de que el Mundial no fue un accidente, sino un aviso.
2025 — La segunda final consecutiva
Ahora, el objetivo es repetir. Completar la doble corona. Entrar en la historia.
Para esta final, la RFEF quiso algo más que una canción: quiso un mensaje. El grupo Bombai ha adaptado su tema para que toda España cante al unísono: “Contigo llegaría hasta el final.” Un grito que simboliza un equipo que nunca camina solo. Un estadio que será un coro. Una nación que, literalmente, empujará los balones desde la grada.
El hashtag #LaFinalContigo ya late en las redes, esperando recoger lágrimas, abrazos, celebraciones, nervios, supersticiones, sueños. Todo. Porque esta selección ha enseñado a un país que la distancia entre afición y equipo es mínima cuando la emoción es inmensa.
hay una futbolista que cristaliza la historia de España, esa es Jenni Hermoso. 13 años con la absoluta. Títulos en Europa. Títulos en México. Un Mundial. Una Nations League. Una trayectoria marcada por goles, lágrimas, heridas, celebraciones y resiliencia.
Ella lo explica con una sinceridad que solo dan los años: “Nunca me dejé caer. Esta camiseta me ha acompañado en todo. Y ahora, poder vivir esto con mi familia en la grada… es de las cosas más bonitas que he sentido.”
Desde aquel primer partido con España en 2012 hasta esta final en 2025, Jenni ha sido presente, pasado y futuro. Nadie entiende una final de la Roja sin su figura.
Entre España y Alemania se acumulan 55 goles en 16 partidos: una media de 3,4 goles por encuentro. No es un choque que invite al silencio. Ni a la especulación. Ni al miedo. Es un duelo que exige decisión. Acción. Riesgo.
El 0-0 de la ida es una trampa emocional: parece prudente, pero es un incendio subterráneo.
Al más mínimo descuido, cualquiera de los dos colosos puede incendiar la final y ambos lo saben.
España llega herida por la ausencia de Aitana, pero llega entera. Alemania llega motivada por la falta de gol en casa, pero llega peligrosa. Una campeona del mundo contra una reina de Europa. Dos estilos. Dos culturas futbolísticas. Dos maneras de entender la grandeza.
La final no pide nombres: pide carácter y Hermoso es una estrella que de eso va más que servida.
El Metropolitano será juez. Será escenario. Será protagonista.
Un estadio que ya ha vivido noches europeas inolvidables, ahora se transformará en la fortaleza donde España quiere escribir su segundo abrazo con la Nations League.
Porque esta generación no solo compite: marcará una era. Porque esta final no solo define un campeón: define un legado. Porque este equipo no solo juega: inspira.
Queda un partido. Queda un estadio entero empujando. Queda un marcador en blanco que pide historia. Queda la duda: ¿España levantará su segunda Nations League consecutiva? ¿O Alemania reclamará el trono que siente suyo?
Queda lo mejor del fútbol. La incertidumbre. La épica. La emoción. El miedo. La esperanza.
Queda una final que será gigantesca, que será inolvidable, que será Europa encarnada en 90 minutos. Queda el rugido de un estadio. Queda el latido de un país. Queda una noche que ya es eterna incluso antes de empezar.
El Metropolitano dictará sentencia. España o Alemania. La Roja o las reinas de Europa. La gloria tendrá solo un nombre. Y lo escribirá el fútbol.
Los fans ya velan sus armas y acudirán en masa al Metropolitano con la intención de vibrar en un encuentro de leyenda que se recodará siempre, pase lo que pase, y en “El Partido de Manu” estaremos acreditados para poder dar fe in sitio de la historia que está por venir, al más puro estilo de Elena Farga.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) December 1, 2025
Cerrar el año levantando un título. No existe una frase que resuma mejor el latido actual del fútbol español que esa. España, que en este 2025 ya puede presumir de haber tocado el cielo como subcampeona de Europa y, además, de haber alcanzado la cúspide universal como número uno del ranking FIFA, se presenta ante su propio destino con el hambre intacta, voraz, irreductible. Una selección que ha aprendido a vivir en la élite y que ahora necesita confirmar, una vez más, que este tiempo les pertenece. Segunda final en apenas cuatro meses. Segunda final consecutiva de esta UEFA Women’s Nations League que, por momentos, parece escrita por ellas y para ellas. La ambición no se negocia: revalidar el título, doblegar a Alemania y celebrar en Madrid, en casa, ante su gente, en un Metropolitano que ya respira final aunque falten horas para que el balón eche a rodar mañana, martes 2 de diciembre, a las 18:30h, en directo por La 1 de RTVE. Una fecha, una hora y un estadio que ya se han convertido en mantra colectivo.
Sobre el césped, la última sesión de entrenamiento no fue un trámite, sino un juramento tácito. Sonia Bermúdez, heredera y continuadora del legado, dirigió la preparación con la firmeza con la que una líder conduce a un ejército antes de entrar en combate. Intensidad, precisión, concentración, miradas que no buscan distracción porque saben exactamente lo que está en juego. España afinó automatismos, revisó detalles tácticos, pulió movimientos con y sin balón, reforzó la estructura defensiva y la fluidez ofensiva con la que espera desarmar a una Alemania que jamás concede nada, que jamás se rinde, que vive históricamente en ese lugar donde ganar siempre parece lo normal. Pero España quiere reescribir el refrán. Quiere demostrar que no siempre gana Alemania. Quiere demostrar que este juego también se escribe con el nombre de estas futbolistas.
No obstante, la final llega herida, con un vacío imposible de disimular en la sala de máquinas. Aitana Bonmatí, tres veces Balón de Oro, cerebro y pulso de este equipo, abandonó ayer la concentración después de que los servicios médicos de la RFEF confirmaran lo que nadie quería ni imaginar: una fractura de peroné en la pierna izquierda durante el entrenamiento en Las Rozas. Una acción fortuita, un mal apoyo, un dolor que inmediatamente reveló algo más grave. La centrocampista de San Pere de Ribes ha vivido un año tan brillante como cruel; la meningitis vírica que la apartó del inicio de la Eurocopa fue el primer golpe, esta nueva lesión es el segundo. Ella, que lo juega todo, que lo sostiene todo, que lo interpreta todo, no podrá estar en esta final. Su ausencia no detiene al grupo, lo endurece. La herida se transforma en combustible.
Con su baja, de las 25 convocadas inicialmente por Bermúdez —dos más de las permitidas por UEFA para esa primera lista tras sustituir a Montse Tomé después de perder la final continental ante Inglaterra— solo una jugadora tendrá que quedar fuera, presumiblemente la guardameta Eunate Astrálaga. La lógica señala que Fiamma Benítez, que en principio iba a ser una de las descartadas, verá cómo el destino la llama, cómo la oportunidad se abre frente a ella. Fiamma en el Metropolitano. Fiamma en casa. Fiamma, quizá, acompañando a Alexia Putellas en la medular como brújula, como nueva luz donde antes estaba Aitana. El fútbol siempre deja huecos, pero también abre puertas.
El grupo no pierde calma. Irene Paredes, capitana, voz firme en rueda de prensa, recordó que una baja duele, pero que este equipo no funciona por nombres individuales sino por un sistema de creencia mutua. Que en Alemania se sufrió, sí, que la primera parte costó, que defender un 0-0 fuera de casa no fue cómodo, pero que resistieron juntas, que trabajan juntas, que han llegado hasta aquí porque se sostienen unas a otras cuando el viento sopla en contra. Alemania es poderosa, es histórica, es ocho veces campeona de Europa, pero España también es campeona. España también sabe sufrir. España también sabe ganar.
Sonia Bermúdez secundó esa energía. No negó lo evidente —la baja de Aitana es enorme—, pero insistió en que esta selección tiene recursos, variantes, inteligencia y versatilidad para seguir siendo dominante. Que buscan más posesión, más ritmo, más control. Que han estudiado a Alemania, que han trabajado soluciones, que el Estadio Metropolitano lleno con 70.000 almas va a empujar, a rugir, a sostener cuando las piernas tiemblen y el corazón exija más de lo que parece posible. Una final es un territorio donde el detalle define la gloria. Una pérdida, un regate, un pase dividido, una ocasión bajo palos como la que salvó Paredes en la ida. España sabe que la excelencia en lo pequeño puede significar una celebración interminable.
Y como si la noche necesitara un latido adicional, la música también será parte del relato. Iberdrola, socio patrocinador de la Selección, ha hecho posible que La La Love You convierta el descanso en una fiesta emocional. El Metropolitano escuchará El principio de algo, aquella canción que las jugadoras adoptaron tras ganar a Alemania y meterse en la final de la Eurocopa. Ahora sonará ante todo el estadio, ante toda la afición, como un ritual de memoria, de pasado reciente que quiere repetirse en presente dorado. Una final con fútbol, con energía, con música, con identidad. Una final que puede elevar otra vez a España al trono.
Quedan horas. Menos de un día. El aire ya huele a partido grande. Las calles de Madrid, las gradas del estadio, las piernas de las jugadoras saben que la historia vuelve a llamar. España puede cerrar el año levantando un título. España puede revalidar la Nations League. España puede, ante Alemania, ante el mundo, demostrar que no es una casualidad, sino una era.
El resto será fútbol. El resto será gloria o aprendizaje. Pero esta Selección ya está preparada. Ya ha elegido camino.
Ya ha decidido que quiere ganar. Y cuando un equipo cree —cuando un país entero late detrás— no hay refrán que dicte quién triunfa.
Mañana, a las 18:30, horario peninsular en el Metropolitano, se escribe la próxima página y puede ser eterna.
⬜️ El Riyadh Air Metropolitano será un volcán rojo con más de 45.000 almas en una final que puede reescribir para siempre la historia del fútbol femenino español. Tras el empate en Kaiserslautern y con la ausencia dolorosa de Aitana Bonmatí, la selección se aferra a su fe y su fútbol para derribar a la potencia eterna: Alemania.
España–Alemania: la noche en la que el fútbol femenino español puede cambiar para siempre. No hablamos de un simple partido, ni de una disputa más en el calendario internacional. Hablamos de un país que se detiene, de un estadio convertido en volcán emocional, de un pueblo futbolístico que ha decidido no soñar, sino exigir su lugar en la eternidad. La vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League 2025 arrastra consigo una marea histórica. Tras el 0-0 en la ida de Kaiserslautern, la corona queda suspendida en el aire como una sentencia que solo 90 minutos —o más, si hace falta— podrán rubricar. Madrid será el territorio donde el destino decidirá si Alemania mantiene su hegemonía o si España, ya Reina del Mundo, se convierte por fin en dueña absoluta de Europa.
El Riyadh Air Metropolitano será, este martes 2 de diciembre a partir de las 18:30 en La 1 de RTVE, algo más que un estadio: será tambor, será garganta colectiva, será la fragua donde se templará el acero del futuro. Más de 45.000 entradas agotadas, un rugido previsto que convertirá el cemento en músculo y la tribuna en pulmón. No habrá silencio ni duda: cada asiento es una promesa, cada bandera un fuego, cada voz un empuje para un equipo que ya aprendió a mirar de frente a los gigantes. Y Alemania sigue ahí, como última fortaleza de un mundo que España lleva años derribando ladrillo a ladrillo. Ocho veces campeona continental, referencia eterna, bestia de escudo negro y disciplina férrea. Pero esta vez visita la caldera rojigualda, esta vez llega en territorio inflamable, esta vez se enfrenta a generaciones que crecieron viendo a sus propias ídolas coronarse en Wembley, reinar en Nueva Zelanda, desafiar al mundo en Suiza.
La estadística no engaña, pero tampoco amedrenta: en los últimos siete enfrentamientos, Alemania domina con tres victorias, dos empates y un solo triunfo español. Uno solo, sí, pero uno suficiente para incendiar la memoria: semifinales de la Eurocopa 2025, prórroga, minuto 116, y Aitana Bonmatí partiendo en dos la historia con un zurdazo que dobló el rodillo germano. Aquella noche España dejó de caminar —empezó a galopar. Ahora busca que ese fogonazo no sea mito, sino el primer capítulo de una era.
Pero toda epopeya exige tragedia, toda gloria nace del dolor, y el golpe ha sido duro, quizás el más cruel. La Real Federación Española de Fútbol lo confirmó en un comunicado médico que estremeció al país: Aitana Bonmatí Conca, tres veces Balón de Oro, símbolo, cerebro, pecho descubierto ante el universo, ha sufrido una fractura en el peroné de su pierna izquierda durante el entrenamiento en Las Rozas. Un mal apoyo, una acción fortuita, un zarpazo del destino. Las pruebas fueron concluyentes y la centrocampista quedó descartada para la final. No hay milagro posible esta vez. Ha regresado a Barcelona para iniciar una recuperación que se extenderá al menos tres meses. Una baja monumental, un vacío que no se sustituye: se asume, se abraza, se transforma en fuerza.
No es la primera vez que Aitana despliega resiliencia sobre el dolor. Hace apenas unos meses, en la víspera de la Eurocopa de Suiza 2025, fue ingresada por meningitis vírica. Fiebre alta, hospital, incertidumbre. Pero volvió, jugó, fue clave, empujó. La historia la puso otra vez frente al filo, y esta vez, simplemente, no podrá jugar. No podrá estar. Pero estará en cada grito, en cada pase que nazca del centro del campo español, en cada centímetro de césped que sueñe con levantar el trofeo.
Sonia Bermúdez, seleccionadora nacional después de relevar a Montse Tomé tras aquella final europea perdida en penaltis contra Inglaterra, presenta una convocatoria de 25 jugadoras —dos más del máximo permitido por UEFA— con el privilegio y el desafío que eso implica. En la ida, Eunate Astrálaga y Fiamma Benítez quedaron fuera de la lista definitiva. Ahora, con Aitana lesionada, la puerta del Metropolitano se abre para Fiamma, que en su casa puede convertirse en brújula, en relevo generacional, en motor. Alexia Putellas será el eje, el faro veterano; Ona Batlle, Jenni Hermoso y Edna —símbolos ya sin necesidad de apellidos— comandarán el frente emocional. Tras ellas, emergen Vicky López y la propia Fiamma: hijas del mañana, herederas del fuego.
La tranquilidad en el vestuario es madura, silenciosa, valiente. No hay miedo, hay desafío. La lesión de Aitana no debilita: une. Refuerza. Empuja. Se ha repetido más de una vez entre jugadoras y cuerpo técnico: esta final no se juega solo con calidad, se juega con convicción. Y la convicción, hoy, es absoluta.
La UEFA ha designado como árbitra a la italiana Silvia Gasperotti, 32 años, carácter férreo y peso creciente en la élite. Conocida en España tras dirigir el Barça 7–1 Bayern y el Arsenal–Real Madrid (2–1), afronta su segunda final internacional tras arbitrar el Europeo Sub-19 de 2024 —otro título español decidido en la prórroga, gol de Intza Eguiguren al 118’. Aquella generación —Astralaga, Noemí, Adriana, Aïcha, Judit Pujols, Artero, Ainhoa Alguacil, Cristina Librán, Agote, Marisa, Pau Comendador— escribió el prólogo de lo que estamos por vivir. Gasperotti lo dijo entonces y lo sostendrá con el silbato en la mano: “Arbitrar una final es un honor, pero también una responsabilidad.” Suya será la responsabilidad, nuestro el latido.
Madrid vestirá la fiesta desde la mañana. La Fan Zone en la Puerta H del Metropolitano abrirá desde las 11:00 con teqball, minicampos, foodtrucks, actividades, retos, fotografías con las copas del mundo y de Europa Sub-17 y Sub-19, además del trofeo de la Nations y la exposición Camino hacia la Estrella. No es partido: es peregrinación. No es evento: es rito nacional.
RTVE convertirá la noche en acontecimiento masivo. Ya la ida fue el contenido más visto del día con 1.562.000 espectadores y 4,5 millones de audiencia acumulada. Los pronósticos reflejan que siete de cada diez aficionados europeos creen en España. No es estadística: es declaración.
Y así, cuando el reloj marque las 18:30, cuando el cielo se ensombrezca sobre la capital, cuando la pelota ruede por primera vez, España no solo jugará una final: escribirá una línea irreversible. Alemania es la última montaña del continente. La cima espera. Madrid respirará fuego. El Metropolitano será viento, empuje, garganta. El balón decidirá quién queda en la historia y quién entra en la eternidad.
Que ruja Madrid. Que España arda. Que el fútbol femenino quede inmortalizado. Porque esta noche, pase lo que pase, ya no hay retorno: solo leyenda.
La Selección Española de Fútbol, número uno en el ranking de la FIFA, está empeñada en demostrar que el fútbol, por mucho que diga el refrán, no es solo un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania.
El reto era ya de por sí mayúsculo, pero el desafío de tumbar a la ocho veces ganadora de la Eurocopa se ha acentuado, no en vano, la Real Federación Española de Fútbol ha emitido un comunicado médico demoledor sobre el estado físico de Aitana Bonmatí Conca.
Los servicios médicos de la RFEF han redactado una nota de prensa en la que se hace constar que la tres veces Balón de Oro ha sido víctima de una fractura en el peroné de su zurda.
La lesión ha tenido lugar durante el entrenamiento de “La Roja” en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas en la que la dorsal seis pisó mal en una acción fortuita de la sesión preparatoria y sintió molestias de consideración.
Will Aitana Bonmati be on the scoresheet in the Quarter-Finals? 🇪🇸
Los doctores le realizaron pruebas de manera inmediata y le tuvieron que diagnosticar la dolencia anteriormente citada, un escenario que la dejó fuera de la gran final, en su encuentro de vuelta, de la Liga de Naciones Femenina que España afrontará este próximo martes, 2 de diciembre de 2025, a partir de las 18:30 horario peninsular, en el Riyadh Air Metropolitano (La 1 de RTVE).
La futbolista del Barcelona se ha trasladado ya a Cataluña para reincorporarse a la disciplina de Pere Romeu para emprender un largo proceso de recuperación que le tendría apartada del verde, al menos, tres meses.
🔴 𝗢𝗙𝗜𝗖𝗜𝗔𝗟 | Aitana Bonmatí causa baja por lesión en la concentración de la @sefutbolfem
La centrocampista azulgrana viajará a Barcelona para comenzar su proceso de recuperación.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) November 30, 2025
La desdicha no le es ajena a la centrocampista de San Pere de Ribes, quien en la víspera del inicio de la Eurocopa de Suiza 2025 fue ingresada de urgencia en el hospital por una meningitis de tipo vírico que le dio fiebre poco antes de jugar el último amistoso antes de partir a tierras helvéticas ante Japón en el Estadio Municipal de Butarque (Leganés).
Al tener una fisionomía privilegiado la perla rojigualda fue dada de alta con celeridad el 29 de julio al reponerse de esa enfermedad por la que fue ingresada 48 horas antes y se reincorporó a la concentración de Montse Tomé en Lausana, pudiendo participar en el resto del torneo con absoluta normalidad, de hecho, fue clave en semifinales, pero esta vez no se puede esperar un “milagro”.
Sonia Bermúdez sucedió a Montse Tomé tras perder la final de la Copa de Europa en los penaltis a manos de Inglaterra y para su segunda lista citó a un total de 25 jugadoras, dos más de las que permite el reglamento UEFA.
En ese escenario, que es un auténtico privilegio, la exjugadora del Atlético de Madrid y el Fútbol Club Barcelona se vio obligada a descartar a Eunate Astrálaga (Sociedad Deportiva Eibar) y Fiamma Benítez (Atlético de Madrid) para el primer asalto en Kaiserslautern (0-0), pero el adiós de Bonmatí propiciará que solo haya una sacrificada y la lógica hace pensar que esta será la guardameta vasca al no tener la oportunidad de llamar a una sustituta posicional.
Spain’s midfield magician. 🇪🇸💫
🎥 Aitana Bonmati has her say on comparisons to Andres Iniesta. #FIFAWWC | @sefutbolfem
El hueco de Aitana le abre las puertas del Metropolitano, su casa, a una Fiamma que podría acompañar en la línea medular a Alexia Putellas y convertirse en la brújula de las locales en Madrid.
En el vestuario de la selección española la tranquilidad es máxima y aunque, evidentemente, lamentan el adiós de Bonmatí y consideran que este revés las une más como grupo, creciéndose ante la adversidad y nunca dejando de creer, al más puro estilo de Simeone, por algo juegan en el Metropolitano.
Olga Carmona García (Sevilla, España; 12 de junio de 2000) es una futbolista española que juega como defensa en la sección femenina del Paris Saint Germain de la Division 1 Fémenine de Francia desde 2025. Jugadora polivalente, puede desempeñarse en posiciones más adelantadas de centrocampista y extremo.
La exjugadora del Sevilla Fútbol Club es la autora del gol más destacado, sirvió para ganar una Copa del Mundo, en la historia de España y debutó como internacional en categoría absoluta el 13 de abril de 2021 en un amistoso que la nación rojigualda jugó ante Méjico en Marbella.
No podía imaginar que dos cursos después se iba a encargar de firmar una diana legendaria en Sidney el 20 de agosto de 2023 ante Inglaterra que bordada la primera estrella en la camiseta de la finalista de la última Eurocopa.
Experta en decidir partidos por el título, no le tiemblan las piernas, la dorsal número siete acumula ya 63 encuentros oficiales en los que ha anotado tres goles debe guiar a las de Sonia Bermúdez en el Metropolitano contra Alemania en noventa minutos, quizá más, que pueden volver a cambiar la historia.
La lateral izquierdo de la selección española Olga Carmona recordó la «ambición» de España por seguir haciendo historia de cara a la defensa de la Liga de Naciones desde este viernes en la final a doble partido contra Alemania, dando «importancia» a que la vuelta sea en Madrid este próximo 2 de diciembre de 2025, desde las 18:30 horario peninsular, en La 1 de RTVE.
Carmona confesó que el recuerdo de la semifinal de la última Eurocopa está presente en el equipo. «Fue uno de los partidos más difíciles por clasificarte para una final, donde te jugabas todo, fue muy difícil y nos costó mucho meter ese gol», recordó.
Además, la sevillana confió en la «preparación del equipo» para el partido. «En estos días daremos las últimas pinceladas para el primero de los dos partidos, pero lo hemos trabajado mucho. Ya sabéis de la ambición de esta selección», afirmó.
Por otro lado, Carmona recordó la «importancia de que la vuelta sea en casa». «Que queremos, si Dios quiere, levantar la copa allí», apuntó, pensando en sacar un buen resultado de la ida y rematar la Liga de Naciones en el Metropolitano.
Todo el mundo está acostumbrado a jugar las finales a partido único. Pero se ha cambiado el formato y por lo menos tenemos la suerte de jugar la vuelta en casa. Para mí este factor es muy importante. Van a ser en nuestra casa y con nuestra gente”.
“Hemos estudiado todas las lineas, posición por posición. Sabemos que sobretodo las atacantes son muy determinantes. Bühl, Anyomi y Brand, que la he sufrido en la liga francesa. Creo que el equipo está preparadas, confesaba.
España afronta en el Metropolitano una batalla que trasciende lo deportivo y entra de lleno en el terreno emocional, táctico, simbólico e histórico. Ganarle a Alemania en una final —en casa, ante el mayor registro de asistencia jamás visto con la selección femenina en territorio español— no es simplemente una misión: es una declaración de identidad futbolística, un manifiesto de poder y una prueba definitiva de que la Roja ya no aspira a ser grande… sino que lo es. Para derrotar a una potencia de ocho coronas europeas, un imperio construido sobre décadas de disciplina, físico y mentalidad acerada, España deberá fundir fútbol y carácter, dominar con pelota y sin ella, quemar cada metro de césped con presión y ambición, y convertir el Metropolitano en un rugido rojo capaz de fracturar la fortaleza alemana desde dentro. La primera clave para vencer a Alemania nace en el balón. España es dueña de un estilo que no se improvisa ni se copia: se construye, se siente y se sufre. La circulación debe ser el pulso que marque el ritmo del partido, un latido continuo que obligue a las germanas a correr, a perseguir sombras, a desgastarse física y mentalmente. La posesión no será solo un arma ofensiva, será un castigo: cada pase, cada giro, cada cambio de orientación deberá desgarrar su estructura defensiva. Pero la posesión sin profundidad se convierte en rutina, y la rutina es el alimento preferido de Alemania; por eso la verticalidad deberá irrumpir como un relámpago inesperado, acelerando en el tercio final, rompiendo entre líneas, filtrando balones a la espalda y atacando cada desajuste. El segundo elemento imprescindible será la presión alta. No hay triunfo posible ante Alemania si se le permite pensar, construir o marchar con orden. España debe imponer el vértigo, sellar la salida, asfixiar la primera recepción, obligar al error. La Roja deberá ser valiente, agresiva, feroz en campo contrario, sin dejar que la campeona europea respire ni un instante, porque cada robo arriba puede ser un gol, y cada gol puede cambiar la historia. El tercer cimiento será el temple. Alemania exigirá sufrimiento, porque sabe cómo resistir, cómo golpear poco pero golpear fuerte. Habrá momentos de turbulencia, de partido congelado, de balón dividido y duelos cuerpo a cuerpo. Allí España deberá mostrar que ha madurado, que ha aprendido que ser campeona del mundo no es una casualidad; que sabe sufrir, que sabe defender bajo presión, que también puede ganar desde la resistencia. Una final se decide tanto en la belleza como en la guerra, y España ya ha demostrado que puede brillar… y puede sangrar. El cuarto factor será la chispa individual: jugadoras como Aitana Bonmatí, Alexia Putellas, Jenni Hermoso Athenea o la sangre competitiva de Olga Carmona son capaces de transformar una final con un gesto, una arrancada, una diagonal, un disparo a la escuadra, un centro envenenado. Alemania teme ese talento porque no lo controla tácticamente: lo puede contener, pero no neutralizar si España mantiene fluidez, movilidad y continuidad ofensiva. Y si surge la oportunidad, el golpe debe ser letal. Clave definitiva: el Metropolitano. No será un estadio, será un arma. La grada deberá ser fuego, estruendo, viento en contra para Alemania y un pulmón infinito para las españolas. Cada saque de puerta rival debe sentirse como si el estadio entero se abalanzara sobre la portería germana; cada recuperación debe rugirse como un gol; cada ocasión, como el preludio del estallido. La afición no debe observar el partido: debe jugarlo, empujarlo, influirlo. Que Alemania entienda desde el minuto uno que no ha venido solo a un feudo anfitrión, sino a territorio hostil, al corazón de una nación futbolística que quiere escribir un capítulo irrepetible. Ganar esta final no será solo levantar un trofeo: será confirmar que España ha entrado en la élite para quedarse, que ya no compite desde el respeto sino desde la autoridad, que ya no mira a Alemania desde abajo sino desde frente.
Con balón, presión, talento, sufrimiento y un Metropolitano rugiendo como si el césped ardiera, España tiene todo para romper la historia, para derribar al gigante de ocho coronas y para coronarse —en casa, en un volcán rojo— como la nueva fuerza imperial del fútbol femenino europeo. Porque hay noches que nacen para ser eternas, y esta puede ser una de ellas.
Que nadie olvide lo que está en juego: no es un partido, es un cambio de era. Si España logra doblegar a Alemania en el Metropolitano, no solo levantará un título: levantará un país entero. Ese balón rodará con el peso de las que lucharon sin focos, con el sueño de las que están y con el futuro de las que nacerán futbolistas porque un día vieron a “La Roja” conquistar el cielo. Será grandeza o épica, pero jamás indiferencia. Que ruja la grada. Que tiemble el césped. Que Europa escuche. Porque si España gana esta noche, no lo hará solo con fútbol. Lo hará con historia, con piel, con alma. Y todo el continente sabrá que aquí, bajo un cielo teñido de rojo, nació una dinastía.
🇪🇸 ¡¡¡CAMPEONAS DEL MUNDO!!! 🇪🇸
Thanks to a clinical left-footed strike from Captain Carmona, Spain stand tall as #FIFAWWC champions!
La vuelta decisiva de la final de la UEFA Nations League entre España y Alemania no solo será un duelo por el título continental: también se convertirá en un hito sin precedentes para la selección española.
El encuentro, que se disputa en el feudo colchonero, registrará la mayor asistencia jamás vista en un partido de la Selección, consolidando el extraordinario crecimiento del fútbol nacional y el vínculo con una afición que ha llevado el rojo en la piel durante todo el torneo.
El estadio del Atlético de Madrid , empapado de historia, late en rojiblanco, pero el 2 de diciembre de 2025, a las 18:30 horario peninsular, en La 1 de RTVE, latirá con la intensidad absoluta del combinado nacional.
Cada asiento vendido es un fragmento de la pasión colectiva; cada voz que resuene en las gradas será un impulso más hacia el título. España se prepara para escribir una página dorada: un lleno absoluto para un partido que lo exige todo, frente a una Alemania de jerarquía eterna, competitiva y acostumbrada a noches grandes.
El fútbol se medirá con la historia. La grada será protagonista. El récord ya está en pie —ahora falta firmarlo en el césped.
“Poder jugar en el Metropolitano es un sueño”, confesó la seleccionadora española, que espera volver a España con “un gran resultado” de su visita a Alemania.
“No Ahora van a poder ver a estas referentes en directo, es un lujo. Nos hace felices poder jugar en Madrid, se hace fácil para nuestra gente”, confesó Bermúdez. “Cuando jugaba en las calles de Madrid no podía soñar con jugar una final con España en mi casa, y hacerlo rodeada de toda mi gente”, se sinceró la joven blaugrana Vicky López, quien se crió en la cantera del Madrid CFF.
RTVE lidera la audiencia con la UEFA Women’s Nations League: Alemania–España fue lo más visto del día en La 1.
La cadena pública volvió a situarse en lo más alto del consumo televisivo nacional gracias a la UEFA Women’s Nations League. El encuentro entre Alemania y España, correspondiente a la ida de la final, se consolidó como el contenido más visto de la jornada, reflejo del enorme interés creciente que genera el fútbol femenino en el país.
El partido registró una audiencia media de 1.562.000 espectadores, alcanzando un 14,5% de cuota de pantalla, datos que refuerzan el impacto del torneo en el público español y confirman la excelente respuesta de la audiencia. Además, el duelo superó la barrera de los 4,5 millones de espectadores únicos, cifra que evidencia el seguimiento masivo que concitó la cita y el alcance social del evento.
Con esta marca, RTVE reafirma su apuesta por el fútbol femenino como pilar estratégico de su oferta deportiva. El encuentro no solo dominó el prime time, sino que volvió a abrir una ventana de referencia para el deporte femenino en abierto, con un alcance que continúa en expansión temporada tras temporada.
El interés por la Nations League, el atractivo del duelo entre dos potencias como España y Alemania, así como el impulso mediático del combinado nacional, se alinearon para ofrecer una noche histórica en televisión.
Un éxito deportivo y de audiencia que anticipa un futuro prometedor para el fútbol femenino en las pantallas públicas.
Esta buena nueva, sin paliativos, llevó a Radiotelevisión Española a confirmar de manera oficial que emitirá en directo y en abierto el decisivo encuentro de vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League que enfrentará a España y Alemania en el Riyadh Air Metropolitano, un duelo que promete marcar un antes y un después en la historia del fútbol femenino español. La cita, programada para las 18:30 (horario peninsular), está llamada a convertirse en una de las retransmisiones deportivas más esperadas del año y aspira a congregar al país frente a la pantalla en un clamor unánime por la Selección Española de Fútbol.
España llega a este último capítulo con la determinación que solo poseen las grandes generaciones. Su rival, Alemania —sinónimo de jerarquía, disciplina y memoria competitiva sobre el continente— aguarda como la última fortaleza a derribar. El Riyadh Air Metropolitano será el templo: un estadio vestido de rojiblanco, latiendo con un solo corazón, con un solo propósito.
RTVE encenderá los focos, abrirá la señal para todo el país y entregará la final al aficionado con la pasión que merece una noche que no se repite, una velada que se graba.
La expectación es desbordante. La convicción, casi unánime. Según los datos oficiales recogidos en la aplicación de la UEFA Women’s Nations League, siete de cada diez aficionados consultados creen que España levantará el título al término del torneo. La cifra, abrumadora, simboliza mucho más que un pronóstico: es un mensaje colectivo, una declaración pública de confianza internacional en un equipo que ha transformado su fútbol en identidad y su identidad en bandera.
El pulso estadístico revela algo que trasciende el terreno de juego: España no solo compite, inspira. No solo juega, convence. Se ha ganado el derecho a ser favorita. Y ese derecho nace de una trayectoria que ha ido construyéndose golpe a golpe, pase a pase, partido a partido, hasta poner al combinado nacional en el centro emocional del fútbol europeo.
El 70% no es una cifra aislada: es un latido compartido. Es el reflejo de una generación que ya no sueña: se exige.
La consulta en la aplicación oficial no solo mide resultados; mide sensaciones, mide corazones, mide la percepción global de un grupo que ha llevado el nombre de España más allá de lo futbolístico. Son votos que viajan desde cualquier punto del continente, desde estadios y salones, desde dispositivos y pulsaciones digitales; votos que, al teclearse, dicen algo muy simple: “el mundo cree en España”.
Ese porcentaje es confianza, pero también presión. Es combustible, pero también responsabilidad. España llega a la final con un destino visible, asumido, reclamado. La expectativa es un territorio que solo pisan los grandes.
La encuesta no concede el título, pero lo anuncia. No entrega medallas, pero marca el camino. No sentencia el resultado, pero revela el clima emocional del continente.
El dato convierte cada minuto previo a la final en un temblor intensificado, en una narrativa que se expande, en una historia que se respira. España tendrá el respaldo de las gradas, de los hogares, de las pantallas, y —según la UEFA— también del propio pulso digital de Europa. La responsabilidad es monumental. El premio, aún mayor.
El 70% ya ha hablado. El balón aún no y la final será el juicio. Y España, si consigue lo que ya se vislumbra, no solo levantará un trofeo: levantará una era.
(Fuente: RFEF)
La historia ya tiene número, latido y fecha. 32.657 aficionados —treinta y dos mil seiscientos cincuenta y siete corazones latiendo al unísono— firmaron el mayor registro de asistencia jamás visto en un encuentro de la Selección Española Femenina absoluta. Una cifra monumental, una ola roja, una declaración colectiva que trascendió los noventa minutos y se convirtió en un acto de fe deportiva, cultural y simbólica.
Allí, frente a Francia, en la final de la UEFA Women’s Nations League, España no solo jugó al fútbol: España movilizó un país.
No fue un partido. fue una peregrinación de un pueblo acudiendo a ver a sus heroínas.
Una nación entera empujando una camiseta que ya no necesita presentación alguna, aunque “La Roja” vestirá por vez primera en suelo peninsular el nuevo modelo que Adidas ha diseñado y lo hará en un escenario imponente como es el Metropolitano, que respira aura por los cuatro costados.
En 2023, en la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda, el océano frenó la afluencia de público a las gradas, contuvo la historia
Las gargantas, el ruido, las banderas, el temblor. Todo fue ampliación, desborde, superlativo. Las jugadoras no aparecieron en el césped: entraron envueltas en la fuerza de más de treinta mil voces, unidas en un volumen que todavía hoy resuena en el eco de la memoria colectiva. Ese récord no es solo estadístico: es emocional, es estructural, es fundacional. Marca un antes y un después, pero ahora, dos cursos más tarde de aquella epopeya con la que casi no teníamos derecho a soñar, sirvió para que a día de hoy no solamente se juegue, también se convoca a los fans.
Dicen que las revoluciones nunca avisan, pero esta sí lo hizo: cada convocatoria aumentaba, cada encuentro crecía, cada portada ampliaba el foco.
Hasta que llegó el día grande. La final frente a Francia no solo abría una competición: abría una etapa. Una Selección que ya es referente mundial, con nombres que inspiran, conquistan, definen. Con una estructura futbolística madura, reconocida y admirada.
Nadie sabe cuándo volverá a romperse un récord así —pero todos sabemos que volverá a caer. Porque España ya no mira hacia arriba: escala. Porque las niñas que estuvieron allí no vieron fútbol: vieron destino. Porque 32.657 no es límite, es punto de partida.
La Selección Española Femenina ha cruzado una puerta que ya no se cierra.
El estadio rebosado es la prueba y nación expectante es la señal.
El futuro, que ya no espera, es el lugar hacia donde corremos y que tiene como destino final él majestuoso Metropolitano.
España se prepara para un momento que ya huele a leyenda. La vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League enfrentará a la Selección Española Femenina con Alemania en el feudo que escribió la historia del fútbol europeo, el Estadio Metropolitano de Madrid, hogar del Atlético de Madrid y testigo de la final de la Copa de Europa masculina entre Liverpool y Tottenham Hotspur en 2019. Esta vez, sin embargo, el espectáculo será femenino, español y monumental.
Metropolitano no será solo un escenario: será un muro, un impulso, un factor determinante. La condición de local se convierte en arma estratégica, en aliento constante, en presión que desequilibra la balanza. España tiene la oportunidad de transformar el rugido de la afición en ventaja deportiva frente a una Alemania que ya domina la historia continental, con ocho trofeos europeos en sus vitrinas, pero que nunca ha sentido un estadio español lleno hasta el último asiento apoyando con fervor absoluto a las actuales campeonas del torneo.
Cada grada será un latido, cada asiento una declaración de fe, cada cántico un recordatorio de que España no juega sola. La Selección necesita que el público haga temblar el Metropolitano, que convierta cada pase, cada centro, cada disparo en un clamor compartido. Esta es la oportunidad de que la afición se transforme en protagonista, en la fuerza que incline la eliminatoria hacia la emoción, la gloria y la historia.
El rival es imponente. Alemania, cuna de talento y jerarquía futbolística, reina en Europa con un palmarés que intimida: ocho trofeos europeos que reflejan su dominio y constancia. Pero incluso la historia, por respetable que sea, puede ceder ante la energía de un estadio que se convierte en una muralla roja y blanca, un estadio que respira como un solo cuerpo y que exige a cada jugadora darlo todo.
España llega con un combinado que ha revolucionado la táctica, el carácter y el corazón del fútbol femenino, con un equipo que entiende que la final no se juega solo en el césped: se juega en la grada, en la atmósfera, en la intensidad colectiva de una nación que observa cada acción con pasión, orgullo y expectativa.
Nunca antes la Nations League había presentado un choque con tanta carga emocional: Por un lado, las actuales campeonas, con hambre de reafirmarse y defender su título. Por otro, Alemania, con experiencia, jerarquía y el peso de la historia europea.
El escenario, sin embargo, puede inclinar la balanza. El Metropolitano, con capacidad histórica, ubicación emblemática y tradición reciente como sede de finales de élite, es el factor que puede cambiar el destino de la eliminatoria. España tiene la llave para convertir la condición de local en ventaja estratégica y transformar cada pase, cada acción y cada gol en un clamor colectivo.
No te pierdas la final de la UEFA Women’s Nations League. El país entero tiene un papel que cumplir, la historia se escribe ahora y tú puedes ser parte de ella.
España llega al Metropolitano con un 0-0 que no define, pero que prepara cada balón, cada pase, cada estrategia. Alemania, histórica reina europea con ocho títulos continentales, demostrará su fortaleza como siempre, pero esta vez no habrá viento adverso, ni césped hostil, ni excusas: habrá grada, habrá nación, habrá alma. Porque lo que en Kaiserslautern fue contención, en Madrid será volcán; porque lo que allí fue inicio, aquí será eternidad.
El Riyadh Air Metropolitano, hogar del Atlético de Madrid y testigo de la final de la Copa de Europa masculina entre Liverpool y Tottenham Hotspur en 2019, se prepara para recibir un duelo que trasciende lo deportivo y que condensará historia, emoción y futuro en noventa minutos de intensidad máxima. Pocos nombres describen este estadio con verdad y huella. José Luis Sánchez Vera, arquitecto de una de las etapas más intensas del Atlético Femenino, conserva aún la vibración de ese hormigón que cambia el ánimo, de esa acústica que se mete en la piel. No habla como un entrenador más, sino como un testigo que vio cómo la mística se despliega sobre el césped y cómo un estadio puede convertirse en factor decisivo emocionalmente. “Jugar en el Metropolitano supone mucho más que actuar como local: puede impulsar al fútbol femenino y blindar su crecimiento”, confesó Sánchez Vera, reverenciando un templo que ha marcado la historia reciente del deporte femenino español. Cuando él recuerda, el estadio respira. Cuando pronuncia, España cree. El Metropolitano no es solo escenario: es memoria viva, cuna del ruido, de la presencia y de la identidad; testigo de la revolución silenciosa del fútbol femenino español que hoy exige su espacio, su dignidad y su reconocimiento.
La Casa Real ha confirmado la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI, y su asistencia no es un gesto protocolario: es un respaldo institucional y emocional que magnifica la trascendencia del encuentro. Cuando Felipe VI se siente en el palco, el partido deja de ser solo un duelo deportivo: se convierte en compromiso de país y memoria futura. Se espera que la asistencia supere los 45.000 espectadores, acercándose al récord absoluto del fútbol femenino español. Las gradas serán un océano rojo, un altar donde las jugadoras brillarán en el firmamento. Imaginen la escena: las futbolistas caminan por el túnel, respiración corta, mirada firme, y al salir, el cielo rojo del Metropolitano late al unísono con la nación. Suena el himno. Felipe VI observa desde el palco con solemnidad. Alemania enfrente.
España en casa. Allí, España jugará por algo más que un trofeo: por un legado que trasciende generaciones, por niñas que hoy sueñan con vestir la Roja sin pedir permiso, por un país que cree, empuja y late unido. El Metropolitano será la llama, Sánchez Vera el eco que inspira, el Rey la presencia que honra, España el corazón que arde.
Este estadio ya ha sido escenario de hitos históricos: el 17 de marzo de 2019, cuando Atlético de Madrid y Barça reunieron a 60.739 espectadores en un partido de Liga F, marcando un antes y un después para el fútbol femenino español. Cada encuentro posterior, cada paso de la Roja, ha construido el camino hacia esta final. Cada victoria, cada entrenamiento y cada balón entrenado en este césped se convierte ahora en preparación para la gloria continental. No es solo un estadio. Es memoria viva, cuna del ruido, prueba consciente de que el fútbol femenino ya no espera: avanza.
Jugadoras jóvenes como Fiamma Benítez o Vicky López encarnan el genio, la creatividad y la audacia que caracteriza a España. Junto a ellas, referentes como Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso y Mapi León custodian la bandera rojigualda con valor. Detrás de ellas, millones de aficionados que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa. Cuando Claudia Zornoza afirma que “mereció la pena”, habla de toda una vida dedicada al sueño de entrenar, competir y abrir caminos en campos vacíos que hoy se llenan de gloria. Lo que ellas hicieron, y lo que hicieron generaciones anteriores, fue un acto patriótico: un servicio al país, a la sociedad, a la igualdad y al deporte.
Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será solo un equipo representando a un país. Será un país representándose a sí mismo. Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea secundario, que exige respeto, visibilidad y voz. Los 45.000 aficionados —y los millones conectados desde casa— no verán un partido. Participarán en un movimiento histórico. Cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos”. Cada voz que ruge en las gradas es un impulso que puede decidir el destino de esta final. Porque España ya no mira desde afuera. España juega desde dentro, desde la piel, desde el orgullo.
Aquí se juega por algo más que un resultado. Aquí se escribe historia. Aquí España puede demostrar que aquel viejo dicho de “siempre gana Alemania” queda en el pasado. Que ruja el Metropolitano. Que avance el equipo local.
Que España se encienda. Que el mundo vea: aquí se escribe la historia del fútbol femenino.
La final no está por jugarse. La final está por escribirse. Y esta vez, cada grito, cada mirada y cada latido serán testigos de una gesta que quedará para siempre en la memoria de España y del fútbol femenino mundial.
Porque España juega por un legado, por un país que se reconoce en sus mujeres, por una generación que ya no pide permiso para soñar. Porque este Metropolitano no solo verá historia: será su autor.
Que ruja el Metropolitano. Que avance “La Roja”. Que España se encienda. Que el mundo vea: España ya es potencia y ya es orgullo. La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y ese es España.
🟦 Tras aterrizar en Madrid alrededor de las cuatro de la tarde, la Selección Española apenas dejó enfriar el vuelo que la devolvió desde Alemania antes de volver a ponerse en marcha: recuperación, balón y mentalidad de acero en el Campo A de Las Rozas para preparar el asalto definitivo del martes en el Metropolitano, donde el 0-0 de la ida no es final sino promesa. España no descansa; se afila. La batalla continúa.
La Selección Española ha regresado de Alemania con la eliminatoria abierta y el pulso en la garganta, aterrizando en Madrid alrededor de las cuatro de la tarde después del 0-0 en el Fritz-Walter-Stadion, un marcador que no resuelve nada y al mismo tiempo lo enciende todo. Sin descansar, sin pausa posible, apenas unas horas después del vuelo el equipo ya trabajaba en el Campo A de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, en una sesión dividida en dos ritmos complementarios: recuperación para las titulares, que dosificaron esfuerzos entre gimnasio y ejercicios controlados para descargar tensión muscular, y trabajo compensatorio sobre el césped para quienes no partieron de inicio en Alemania, con balón, intensidad, transiciones rápidas y voracidad competitiva. No hubo relajación, ni descompresión, ni mirada hacia atrás. La Selección se comportó como un equipo que no vuelve para reposar, sino para continuar, porque este empate no es descanso: es gasolina.
La ida dejó un duelo táctico duro, áspero, estratégico, donde Alemania obligó a pensar rápido y cerrar espacios, donde España mantuvo identidad pero no logró convertir dominio en gol, y aun así salió viva, firme, con la convicción de que en Madrid todo puede romperse a favor. El 0-0 pesa, vibra, promete. No decide, pero amenaza. Es un marcador que invita al riesgo, que convierte cada ataque futuro en posible puñal y cada mínimo error en terremoto competitivo. Y es precisamente por eso que el grupo no ha parado: está afinándose, ajustándose, puliéndose para un martes que ya late en el horizonte inmediato.
El Estadio Metropolitano será el escenario —no de un partido, sino de un punto de inflexión— el próximo 2 de diciembre a las 18:30h. Una vuelta que se jugará con la ciudad cayendo en la tarde, con el estadio convertido en volcán rojizo, con miles de gargantas tensadas hacia la victoria, con la nación mirando sin pestañear. Allí, donde la hierba es territorio emocional, donde la épica encuentra altavoz, España buscará transformar trabajo en conquista. Porque esta eliminatoria no se supera con once: se supera con veintitrés, con cada entrenamiento de compensación, con cada estiramiento, con cada músculo que hoy se recuperó para correr más fuerte en cuatro días. Es un proceso que explica al equipo: no se trata solo de competir, sino de evolucionar minuto a minuto, vuelo a vuelo, sesión a sesión, golpe a golpe.
No hay suplentes, sino futbolistas disponibles; no hay desgaste, sino reconstrucción; no hay miedo, sino expectativa. La Selección se entrena con la intuición de que este cruce puede marcar un antes y un después, que el Metropolitano será testigo de algo grande si España es capaz de imponer su estilo, de mover el balón con paciencia y filo, de presionar con hambre, de convertir ocasiones que en Alemania quedaron solo en latido. Ya no se trata únicamente de fútbol: se trata de identidad, de carácter, de convicción.
España ha vuelto. Ha entrenado. Ha respirado. Ha compactado cuerpo y mente. Y lo que sucedió hoy en Las Rozas no fue una sesión más: fue el primer paso de la conquista final. Todo lo que no ocurrió en Kaiserslautern puede ocurrir en Madrid. Todo está abierto. Todo está por escribirse. Y esta Selección no mira la historia desde lejos: avanza hacia ella con el paso firme, con el pulso despierto, con la certeza de que las grandes gestas no se esperan, se persiguen.
El martes no se jugará solo un partido.
El martes puede escribirse una página y España está entrenando para firmarla.
Manu López, periodista especializado en fútbol femenino: “Es un documental que no se mira: se siente. Te abre el pecho, te quiebra y te reconstruye.
Hay documentales que informan. Otros documentales emocionan. Pero existen unos pocos —muy pocos— que te atraviesan el alma, que te dejan sentado mirando la pantalla con la piel erizada, con la garganta seca y con una pregunta silenciosa que resuena en eco dentro del pecho: ¿Cómo es posible que una historia tan real sea también tan épica?
Guerreras de Tenerife” es uno de esos milagros audiovisuales. No se limita a narrar diez años de historia deportiva; los hace palpitar, los convierte en memoria física, en sentimiento colectivo, en lágrimas que no se avergüenzan de caer. Es un relato que no sólo honra un ascenso, unos goles, unas victorias; honra la vida.
Desde el primer minuto, el espectador entiende que no está ante una pieza deportiva corriente. Está ante un viaje emocional acompañado de una verdad que duele y cura. Cada imagen, cada testimonio, cada silencio tiene peso y duele bonito.
Guerreras de Tenerife” es uno de esos milagros audiovisuales. No se limita a narrar diez años de historia deportiva; los hace palpitar, los convierte en memoria física, en sentimiento colectivo, en lágrimas que no se avergüenzan de caer. Es un relato que no sólo honra un ascenso, unos goles, unas victorias; honra la vida. Hay escenas que te ponen el bello de punta. No por grandeza competitiva, sino por humanidad.
El documental desnuda el corazón del CD Tenerife Femenino. Lo hace sin máscaras, sin frases vacías, sin maquillaje emocional.
Lo hace mostrándonos su esencia: lucha, humildad, identidad canaria, resiliencia que no permite rendirse.
Verlas entrenar, celebrar, llorar, caer y levantarse es sentir Tenerife latiendo bajo la piel. Es comprender lo que significa representarla: un escudo no como emblema, sino como herencia.
De pronto descubres que estás sonriendo mientras te brillan los ojos. Que estás sentado pero tu cuerpo vibra como si estuvieras en la grada. Que no conociste esa primera década pero la recuerdas como si la hubieras vivido.
Porque este documental te adopta, te hace parte de la historia. Y cuando algo te adopta, te transforma.
hay un momento en el documental donde el alma se detiene, es cuando aparece él. Toni Ayala. El arquitecto, el general, el entrenador que lideró el ascenso a Primera División, aquel triunfo inolvidable ante el Betis que cambió para siempre el mapa del fútbol femenino canario.
Su voz, su mirada, las imágenes de aquel ascenso… todo es épico. Todo brilla. Todo sabe a gloria. Hasta que —como ocurre con las grandes tragedias griegas— la vida rompe el guion.
Años después, Toni sufre un ictus. Y el documental no edulcora el dolor. Lo muestra con delicadeza, con humanidad, con respeto… pero sin ocultar el golpe emocional que sacudió al club y a todos los que lo rodeaban. Uno siente un nudo en la garganta. Uno escucha la historia y se encoge. Uno ve a Toni, lucha por hablar, por recordar, por sostener su legado, y entiende algo:
Este club no está hecho sólo de victorias. Está hecho de supervivencia, pérdida, resistencia, memoria.
Y ahí es donde el documental deja de ser un simple relato futbolístico y se convierte en una obra sobre la vida. Porque no puedes ver el apartado de Toni Ayala sin llorar. Sin admirar. Sin desear abrazarlo. Sin querer que el fútbol le devuelva todo lo que él le dio.
Es un fragmento que te rompe y te construye de nuevo. Un recordatorio de que el éxito no siempre protege de la fragilidad humana, pero sí puede convertirla en legado eterno.
Y si la historia de Toni te abre una grieta en el pecho, la de María José Pérez la ensancha, la llena de luz y la vuelve a sellar con orgullo.
Porque ella no sólo fue jugadora. Fue símbolo. Fue bandera. Fue la prueba viva de que cuando el cuerpo duda, el alma decide.
Su trayectoria es una batalla contra las dificultades, contra las lesiones, contra las circunstancias que parecían querer apagar una carrera iluminada. Pero María José luchó, insistió, volvió, cayó, regresó aún más fuerte.
Y cuando el documental detalla esa ruta de sacrificio, uno entiende que está frente a la definición exacta de superación.
Su historia te mira a los ojos y te dice: Nada está perdido mientras sigas luchando.
si la historia de Toni te abre una grieta en el pecho, la de María José Pérez la ensancha, la llena de luz y la vuelve a sellar con orgullo.
Porque ella no sólo fue jugadora. Fue símbolo. Fue bandera. Fue la prueba viva de que cuando el cuerpo duda, el alma decide.
Su trayectoria es una batalla contra las dificultades, contra las lesiones, contra las circunstancias que parecían querer apagar una carrera iluminada. Pero María José luchó, insistió, volvió, cayó, regresó aún más fuerte.
Y cuando el documental detalla esa ruta de sacrificio, uno entiende que está frente a la definición exacta de superación.
Hay momentos narrativos en los que escuchas su voz, ves su entrega, observas su relación con el club y, sin darte cuenta, tus ojos empiezan a llenarse. Es inevitable, humano y hermoso al mismo tiempo.
Porque ella no solo jugó al fútbol. Sobrevivió a la vida dentro del fútbol. Y eso es más grande que cualquier gol.
La producción es un documental que no entretiene — eleva, sales de él distinto a como entraste.
Cuando llegan los créditos finales, no hay aplauso. Hay silencio. Un silencio de los que enseñan, de los que sanan, de los que honran.
Respiras hondo. Tragas emoción. Miras a la pantalla como si aún tuvieras algo que agradecer.
Porque “Las Guerreras de Tenerife” no termina cuando termina. Se queda en tu piel, en tu memoria y se adhiere al pecho. No es solo cine, es identidad puesta en imágenes y es Canarias.
Es orgullo blanquiazul hecho carne. Es el recordatorio de que luchar vale la pena y que caer no impide ser eterno.
La historia azul y blanca está perfectamente plasmada en una cinta que te consume de emoción, orgullo, seas o no de origen canario, y transmite admiración.
Te sacude, te hace llorar con Toni Ayala, te inspira con María José Pérez y te regala diez años que no viviste pero sientes como propios.
Cuando termina, no piensas: “Qué bonito”, lo que te viene a la mente es Qué privilegio haberlo visto, que afortunado es el fútbol español por tener equipos como el Costa Adeje Tenerife Egatesa y te recorre la espina dorsal un honor de ser testigo partido a partido de las andanzas de estas guerreras, las guerreras de Tenerife.
🟣 La delantera propiedad del Bayern de Múnich saltó al césped con el doce a la espalda en el tramo final del encuentro para remplazar a Esther González.
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🩵 EL UPSIDE DOWN LLEGA A MADRID PARA CELEBRAR LA ÚLTIMA TEMPORADA DE STRANGER THINGS 🩵
Madrid, 27 de noviembre de 2025 – Anoche, Netflix recreó, de la mano del Espacio Movistar, el universo del Upside Down, donde numerosos invitados pudieron descubrir el mundo de Hawkins con motivo del esperado final de la última temporada de Stranger Things. Esta última aventura llegará a Netflix en tres fechas distintas: cuatro episodios el 27 de noviembre, tres episodios el 26 de diciembre y el episodio final, el 1 de enero de 2026.
La batalla final se acerca y, por ello, muchos rostros conocidos entre los que se encontraban Álvaro Morte, Lalachus, Adrián Lastra, María Valero y Albert Laro, entre otros, acudieron para disfrutar en primera persona de la magnífica experiencia de descubrir lugares emblemáticos como el Castle Byers, Antena, WSKQ Radio 95.5 FM, Starcourt Base, Rainbow Room y la Creel House.
Las puertas del universo Hawkins estarán abiertas en el Espacio Movistar del 27 de noviembre al 13 de diciembre, durante todo el día. Las entradas gratuitas podrán conseguirse a través de la página web de Espacio Movistar.
Con motivo del estreno del esperado final de la serie, Netflix de la mano del universo Hawkins, toma Madrid con la creación de diferentes activaciones a lo largo de todo el mes de diciembre. El recorrido comienza en el Espacio Movistar, donde los fans podrán vivir la última aventura en algunos de los escenarios más icónicos de la serie, siguiendo por la ciudad para descubrir las luces de Joyce, que esconden un mensaje oculto y, en caso de necesitar ayuda, recurrir a Will. También destaca el Hellfire Club Mural, en memoria de nuestro querido Eddie Munson, así como la presencia del Demogorgon y el Madroño (que ya se ha comido al Oso). Además, habrá diferentes portales, como el de la parada de Sol, y un videomapping: una proyección en homenaje a la serie sobre la fachada de la Real Casa de Correos, entre muchas otras activaciones.
*Consulta nuestro instagram @NetflixES para obtener información actualizada sobre las fechas.
Stranger Things, creada por los hermanos Duffer, está producida por Upside Down Pictures y 21 Laps Entertainment. Los hermanos Duffer ejercen como productores ejecutivos junto a Shawn Levy (21 Laps Entertainment) y Dan Cohen.
El reparto incluye a Winona Ryder (Joyce Byers), David Harbour (Jim Hopper), Millie Bobby Brown (Eleven), Finn Wolfhard (Mike Wheeler), Gaten Matarazzo (Dustin Henderson), Caleb McLaughlin (Lucas Sinclair), Noah Schnapp (Will Byers), Sadie Sink (Max Mayfield), Natalia Dyer (Nancy Wheeler), Charlie Heaton (Jonathan Byers), Joe Keery (Steve Harrington), Maya Hawke (Robin Buckley), Priah Ferguson (Erica Sinclair), Brett Gelman (Murray), Jamie Campbell Bower (Vecna), Cara Buono (Karen Wheeler), Amybeth McNulty (Vickie), Nell Fisher (Holly Wheeler), Jake Connelly (Derek Turnbow), Alex Breaux (teniente Akers) y Linda Hamilton (Dra. Kay).
Otoño de 1987. Hawkins sigue marcada por la apertura de los portales, y nuestros protagonistas comparten un único objetivo: encontrar a Vecna y acabar con él. Pero ha desaparecido, nadie sabe dónde está ni cuáles son sus planes. Para complicar aún más las cosas, el Gobierno ha puesto la ciudad en cuarentena militar y ha intensificado la búsqueda de Eleven, que se ve obligada a esconderse de nuevo. A medida que se acerca el aniversario de la desaparición de Will, también crece una inquietud ya conocida. La batalla final está a punto de empezar, y deberán enfrentarse a una oscuridad más poderosa y letal que nunca. Para acabar con esta pesadilla, deberán estar todos juntos, una última vez.
EL UPSIDE DOWN LLEGA A MADRID PARA CELEBRAR LA ÚLTIMA TEMPORADA DE STRANGER THINGS pic.twitter.com/ETyeyGvwtq
Edna Imade (@ednaimade19) ha realizado su estreno con la camiseta de la selección española ante Alemania en la Nations League. pic.twitter.com/JlPbcFTw1K
En el fútbol español pocas historias emocionan tanto como la de Edna Imade. Su nombre ya forma parte de la narrativa épica del deporte nacional, una historia que combina valentía, sacrificio, talento y destino. Este viernes, en el Estadio Metropolitano, frente a Alemania y en la ida de la final de la Nations League femenina, Edna vivió el momento que cualquier futbolista sueña desde niña: su debut con la selección absoluta. El 0-0 del marcador quedó en un segundo plano; lo que importó fue la presencia de una jugadora que encarna más que fútbol: encarna vida, lucha y superación.
Edna Imade llegó a España siendo apenas un bebé. Su historia comenzó mucho antes de que tocara un balón: empezó en la angustia y el riesgo, cruzando fronteras físicas y existenciales. Su madre, que había huido de Nigeria embarazada de gemelos, sobrevivió a un largo periplo por el Sáhara y dio a luz en Marruecos. Con apenas tres meses de vida, Edna fue embarcada en una patera rumbo a Algeciras, un viaje que podría haber terminado en tragedia y que, en cambio, dio inicio a una historia de esperanza. La llegada fue dramática, pero la familia sobrevivió y comenzó a construir un futuro en España, primero en un convento de monjas que les dio refugio y protección, y luego en Carmona, Sevilla, donde los cimientos de su vida se asentaron entre la humildad, la escuela y, sobre todo, la pasión por el fútbol.
La infancia de Edna estuvo marcada por la sencillez y por un fuego interior que nada podía apagar. Su madre, que conocía la cultura y el arte, intentó que se acercara al flamenco, pero Edna tenía los pies y la mente puestos en el césped. Fue un profesor del colegio quien vio su potencial y la animó a incorporarse a un equipo de fútbol. Ese momento, aparentemente pequeño, fue el primer paso de un camino que la llevaría a convertirse en una de las delanteras más prometedoras de España.
Su trayectoria deportiva comenzó en clubes modestos: Málaga y Cacereño fueron sus primeros escalones. Pero fue en el Granada donde la chispa se convirtió en fuego. Allí, su talento explotó: goles, regates, velocidad, desborde y un instinto que no entiende de edad ni de límites. Su fútbol llamó la atención de gigantes europeos: el Bayern de Múnich, siempre atento al talento emergente, apostó por ella, y su cesión a la Real Sociedad le permitió consolidarse en la Liga F Moeve con actuaciones que combinan potencia, entrega y madurez emocional.
El debut de Edna con la selección absoluta no fue casualidad. Su rendimiento, su compromiso y su hambre de superación la llevaron a vestir la camiseta de España, un sueño que ella misma describe como la culminación de un camino lleno de obstáculos: “El camino ha sido muy difícil, ha sido largo, pero yo tengo una frase que le digo siempre a la gente de mi entorno: cuando algo te ha costado mucho conseguirlo, luego lo disfrutas más. El sufrimiento que ha pasado mi madre, todo lo que ha hecho para que ahora estemos bien… se lo debo todo”.
Frente a Alemania, Edna vivió una noche histórica. Entró en el minuto 86, con el número doce a la espalda, en un escenario que, para muchos, parecía inalcanzable: un estadio lleno coreando su nombre, un marcador apretado y la tensión de una final. Su participación fue intensa y valiente; cada balón tocado, cada carrera y cada acción reflejaba no solo talento, sino también el peso de una historia que comenzó en la vulnerabilidad y llegó al reconocimiento.
estreno de Edna Imade no es solo un logro deportivo: es un homenaje a su madre, a su familia, y a todas las personas que luchan por un futuro mejor frente a la adversidad. De la patera al Metropolitano, de la incertidumbre al aplauso de miles de aficionados, su vida demuestra que los orígenes no determinan el destino. España abre los brazos a una nueva estrella y, más allá de goles y asistencias, celebra una historia que inspira y conmueve.
Ahora, con la experiencia de su debut ya vivida, Edna mira al futuro con ambición y hambre de más. Quiere desafiar a Ann-Katrin Berger, marcar en el Metropolitano y contribuir a que España conquiste un nuevo título en la Nations League. Su nombre, que antes era apenas un susurro en Carmona, hoy resuena con fuerza en estadios, medios y corazones. Ha nacido una estrella destinada a marcar una época en el fútbol español.
La odisea de Edna Imade es un relato épico que mezcla historia, fútbol y humanidad. Cada paso que ha dado, desde el Sáhara hasta Alemania, desde el balón de cuero en el patio de Carmona hasta el Metropolitano, ha sido una prueba de fuerza, talento y perseverancia. Su debut es solo el primer capítulo de una carrera que promete historia, goles y momentos para el recuerdo.
Edna Imade no es solo una futbolista: es la encarnación de la esperanza, el símbolo de que los sueños, por muy difíciles que parezcan, se pueden alcanzar. España ya la celebra. Y el mundo del fútbol está listo para descubrir a una estrella que apenas comienza a iluminar el firmamento.
💪 Aquí lo tienes, @ednaimade19: el premio a todo tu 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝘆 𝗹𝘂𝗰𝗵𝗮.
La 𝗱𝗲𝗹𝗮𝗻𝘁𝗲𝗿𝗮 de la @RealSociedadFEM debuta con España a sus 25 años.