La 1 de RTVE lidera el martes (13.7%) gracias al impulso de la selección femenina de fútbol, que despunta por la tarde (20.9% de cuota 1.930.000 espectadores) con la conquista de su segunda Nations League. Después, en el access, ‘La Revuelta’ pasa de vencer el lunes a marcar solo un día después su peor dato del curso, aunque esto no impide a la cadena pública llevarse la victoria en el global de la jornada.
Dicho canal lidera la jornada del martes por una décima de ventaja sobre Antena 3 (13.7% vs 13.6%). La cadena pública logra esta victoria coincidiendo con otro triunfo: el de la selección femenina de fútbol, que se apunta un tanto en audiencias con la conquista de su segunda Nations League.
Su goleada ante Alemania en el partido de vuelta (3-0) sobresale en su franja de emisión con un 20.9% de cuota y 1.930.000 espectadores (de 18:30 a 20:21 horas), por lo que se convierte en la emisión más vista del día en La 1 y en el partido más seguido de la Nations League Femenina.
El interés por el encuentro impulsa al canal estatal, que un día más vuelve a tener en la mañana su franja más potente. Primero con La hora de La 1 (21.3% y 425.000), donde destaca la emisión de la entrevista de Gemma Nierga a Pedro Sánchez en el programa de La 2 Cat Cafè d’idees (25.1% de media durante sus 24 minutos de emisión), y después con Mañaneros (16.9% en su tramo principal).
Todas esta ofertas ayudan a compensar el mal día de La Revuelta, que anota su peor dato del curso (9.8% de cuota y 1.287.000 espectadores) solo un día después de que abriera diciembre con victoria. El programa de David Broncano vuelve a verse superado por El Hormiguero (13.9% y 1.850.000), pero esta vez también por La isla de las tentaciones 9 (10.5% y 1.387.000), que escala a la segunda posición del access por primera vez esta temporada. Aunque es más notorio en el caso de La Revuelta, los tres programas rinden por debajo de lo que es habitual en ellos; probablemente por la influencia del partido Barça-Atleti, que destaca entre las 21 y las 23h con su emisión en simulcast en dos canales de Movistar Plus+ (11.5% y 1.516.000 de media entre los dos).
😍 Igual que la @SEFutbolFem… ¡los datos de la retransmisión de la final también fueron I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E-S!
🟦 La Selección Española de Fútbol se llevó la segunda Nations League de su historia tras imponerse por 3-0 a Alemania en la final. Claudia Pina, con un doblete, fue la MVP del encuentro. Vicky López marcó el otro gol de las locales ante las 55.853 fans que estuvieron en las gradas del Metropolitano, récord de asistencia para ver a la “La Roja” escribir su nombre en la eternidad.
La noche del martes 2 de diciembre de 2025 no será una más en la historia del fútbol femenino. Madrid, la ciudad que ha visto crecer, sufrir, caer y renacer a generaciones enteras, se detendrá a las 18:30 (hora peninsular) cuando el silbato marque el inicio de un duelo que trasciende lo deportivo.
Porque en el corazón del Cívitas Metropolitano, coloso rojiblanco convertido en templo de finales, España y Alemania se enfrentarán con un marcador virgen —0-0 tras la ida— que flota sobre el césped como una promesa y un desafío.
Una final sin dueño, un trono sin reina y una historia sin firma.
Sobre esa hierba, la Selección española femenina buscará revalidar la Nations League y extender un ciclo glorioso que comenzó en 2023 con el Mundial. Delante estará Alemania, la nación que inventó la hegemonía en Europa, el gigante que nunca se rinde, la selección que ha marcado a generaciones de futbolistas y que se presenta en Madrid dispuesta a recuperar un título que siente suyo por tradición. La ida, en territorio germano, fue un choque de nervios y de supervivencia. España resistió al empuje alemán gracias a una Cata Coll gigante, autora de intervenciones que desafiaron la lógica, y a una Irene Paredes heroica, que despejó un gol cantado con el alma más que con la bota. Aquella imagen —una capitana bajo el larguero, sosteniendo el destino— quedará para siempre como el símbolo de un equipo que nunca se quiebra.
Y en ese mismo encuentro se abrió una puerta hacia el futuro: el debut de Edna Imade, cuya historia con España apenas comienza, pero que ya tiene su primera página escrita en un partido grande, tenso, al límite. Sonia Bermúdez le dio minutos y la futbolista respondió con descaro y hambre. No hay debut que pese más que el de una final, aunque sea en su primera mitad. Pero el regreso a Madrid trajo una noticia devastadora: Aitana Bonmatí, Balón de Oro, cerebro, creadora y brújula, no estará. Una fractura de peroné en un mal apoyo durante un entrenamiento ha sacudido los cimientos de la Roja. Para muchos equipos sería un golpe definitivo; para este, solo una prueba más. Porque España ha aprendido a vivir con la presión, la adversidad y la exigencia. Irene Paredes, voz y roca, lo resumió al instante: “Hay que tirar hacia delante. Es una final enorme, pero sabemos quiénes somos. Pensamos en jugar, en competir, en demostrar lo que llevamos dentro. Y a la afición… gracias. Que aprieten.” Y apretarán. El Metropolitano será un volcán. Un rugido. Un país convertido en coro.
Diez enfrentamientos históricos. Cinco victorias alemanas. Cuatro empates. Una sola victoria española —pero qué victoria—, aquel 0-1 legendario en la semifinal de la Eurocopa, el día en que España se liberó del peso psicológico de un gigante. Ahora se reencuentran en una final. Alemania, quinta en el ranking FIFA. España, primera del mundo. Nunca antes un duelo había concentrado tanta simbología en tan poco espacio. Y, como guion sentimental, 20 jugadoras de la Liga F Moeve estarán involucradas en la final: 19 españolas y una alemana: Bibiane Schulze, central del Athletic Club, que fue suplente en la ida. Un mosaico perfecto de cómo el fútbol femenino en España se ha convertido en un referente continental. Esta final no es un suceso aislado. Es el fruto de una trayectoria que ha transformado el fútbol femenino español para siempre. Para entenderla, hay que viajar atrás. 2015 — El despertar Con Ignacio Quereda, España disputó su primer Mundial. Empate ante Costa Rica, derrotas ante Brasil y Corea, eliminación temprana… y una revolución. Las 23 futbolistas firmaron una carta denunciando la falta de profesionalización del proyecto. Fue un terremoto que sacudió al país.
Quereda dimitió. Llegó Jorge Vilda. 2019 — La Selección ya es competitiva Victoria a Sudáfrica, caída ante Alemania, empate con China y un cruce histórico frente a Estados Unidos, que solo pudo imponerse por 1-2. Era la señal: España ya estaba lista para grandes escenarios. 2023 — El Mundial que cambió todo Una fase de grupos brillante. Una bofetada de Japón que sirvió de combustible. Una exhibición frente a Suiza. Un cruce heroico ante Países Bajos, decidido por Salma Paralluelo. Unos últimos minutos de locura frente a Suecia, resueltos por un misil de Olga Carmona. Y una final sublime ante Inglaterra, decidida por la misma Olga. España campeona del mundo. La mayor hazaña del deporte femenino español. 2024 — La Nations League que inauguró un reinado En Sevilla, España derrotó a Francia por 2-0. La primera Nations League. El primer trono continental. La confirmación de que el Mundial no fue un accidente, sino un aviso.
2025 — La segunda final consecutiva Ahora, el objetivo es repetir. Completar la doble corona. Entrar en la historia. Para esta final, la RFEF quiso algo más que una canción: quiso un mensaje. El grupo Bombai ha adaptado su tema para que toda España cante al unísono: “Contigo llegaría hasta el final.” Un grito que simboliza un equipo que nunca camina solo. Un estadio que será un coro. Una nación que, literalmente, empujará los balones desde la grada. El hashtag #LaFinalContigo ya late en las redes, esperando recoger lágrimas, abrazos, celebraciones, nervios, supersticiones, sueños. Todo. Porque esta selección ha enseñado a un país que la distancia entre afición y equipo es mínima cuando la emoción es inmensa. hay una futbolista que cristaliza la historia de España, esa es Jenni Hermoso. 13 años con la absoluta. Títulos en Europa. Títulos en México. Un Mundial. Una Nations League. Una trayectoria marcada por goles, lágrimas, heridas, celebraciones y resiliencia.
lo explica con una sinceridad que solo dan los años: “Nunca me dejé caer. Esta camiseta me ha acompañado en todo. Y ahora, poder vivir esto con mi familia en la grada… es de las cosas más bonitas que he sentido.” Desde aquel primer partido con España en 2012 hasta esta final en 2025, Jenni ha sido presente, pasado y futuro. Nadie entiende una final de la Roja sin su figura. Entre España y Alemania se acumulan 55 goles en 16 partidos: una media de 3,4 goles por encuentro. No es un choque que invite al silencio. Ni a la especulación. Ni al miedo. Es un duelo que exige decisión. Acción. Riesgo. El 0-0 de la ida es una trampa emocional: parece prudente, pero es un incendio subterráneo. Al más mínimo descuido, cualquiera de los dos colosos puede incendiar la final y ambos lo saben. España llega herida por la ausencia de Aitana, pero llega entera. Alemania llega motivada por la falta de gol en casa, pero llega peligrosa. Una campeona del mundo contra una reina de Europa. Dos estilos. Dos culturas futbolísticas. Dos maneras de entender la grandeza.
La final no pide nombres: pide carácter y Hermoso es una estrella que de eso va más que servida. El Metropolitano será juez. Será escenario. Será protagonista. Un estadio que ya ha vivido noches europeas inolvidables, ahora se transformará en la fortaleza donde España quiere escribir su segundo abrazo con la Nations League. Porque esta generación no solo compite: marcará una era. Porque esta final no solo define un campeón: define un legado. Porque este equipo no solo juega: inspira. Queda un partido. Queda un estadio entero empujando. Queda un marcador en blanco que pide historia. Queda la duda: ¿España levantará su segunda Nations League consecutiva? ¿O Alemania reclamará el trono que siente suyo? Queda lo mejor del fútbol. La incertidumbre. La épica. La emoción. El miedo. La esperanza.
(Fuente: RFEF)
Queda una final que será gigantesca, que será inolvidable, que será Europa encarnada en 90 minutos. Queda el rugido de un estadio. Queda el latido de un país. Queda una noche que ya es eterna incluso antes de empezar. El Metropolitano dictará sentencia. España o Alemania. La Roja o las reinas de Europa. La gloria tendrá solo un nombre. Y lo escribirá el fútbol. Los fans ya velan sus armas y acudirán en masa al Metropolitano con la intención de vibrar en un encuentro de leyenda que se recodará siempre, pase lo que pase, y en “El Partido de Manu” estaremos acreditados para poder dar fe in sitio de la historia que está por venir, al más puro estilo de Elena Farga.
Del Riyadh Air Metropolitano al cielo. Así empezó todo. Así terminó todo. Así se escribió una tarde que ya pertenece a la memoria sagrada del fútbol español, empujada por las 55.843 almas que convirtieron el Metropolitano en un volcán, en un reactor, en una lanzadera hacia la gloria. La Selección salió al césped como si supiera que nada podía detenerla, empapada de ese rugido colectivo que no solo anima: transforma. Desde el primer segundo se vio que España iba a mandar.
Y la primera en hacerlo fue Vicky López, la gran novedad de Sonia Bermúdez en el once, que metió un balón templado al área al que Alexia Putellas llegó a milímetros de convertir en la primera ofrenda a la historia. No fue gol por cuestión de centímetros, los mismos que separaron el zapatazo de Esther González del poste tras una acción que heló a Berlín y encendió Madrid. La Roja era un torbellino, y volvió a demostrarlo cuando Alexia, imperial, sacó un testarazo que obligó a Berger a volar para sacar una mano baja que llevaba destino de titular en los diarios alemanes. Pero Alemania, dolida en su orgullo, respondió con Kett, primero con un disparo alto y luego con un latigazo que atrapó una Cata Coll inalterable, firme, enorme, como si hubiese decidido blindar su portería desde la primera mirada al balón.
(Fuente: “El Partido de Manu”)
Con el paso de los minutos, la Alemania de Christian Wück empezó a ganar metros, a oler peligro, a tensar el duelo, aunque España, firme atrás, no cedía ni un centímetro. Mariona, siempre cerebral, siempre precisa, metió un centro perfecto que Esther enganchó de volea a las manos de Berger. Era un toma y daca de colosos, un guion digno de una final anticipada.
Anyomi probó desde lejos sin inquietar a Cata, mientras que en el otro extremo del campo, Claudia Pina intentaba romper la muralla germana, que solo cedía en acciones aisladas. La más clara, un disparo de Brand que atrapó Cata con autoridad. Paredes estuvo cerca de rematar un centro que se paseó por el área, y Mariona, segundos después, envió fuera una jugada colectiva que resumió la brillantez del ataque español. Pina también rozó el gol cuando se quedó a un suspiro de conectar un centro perfecto, antes de levantar al Metropolitano con un lanzamiento de falta directa que salió besando la escuadra.
Al borde del descanso, España aún tuvo dos más: un disparo lejano de Vicky y un chut de Mariona desde dentro del área. Pero todavía quedaba el susto final: un disparo de Anyomi que lamió el poste y silenció el estadio por un instante.
Las 22 protagonistas ganaron el túnel de vestuarios con el marcador todavía pendiente de ser inaugurado tras 135 minutos, entre la ida y la vuelta, de máximo equilibrio.
La reanudación fue la apertura de un nuevo capítulo, esta vez escrito a fuego. España salió a devorar, y lo demostró con un cabezazo de Esther que se marchó a córner. Alemania aguantaba, cerrada, áspera, sabiendo que un gol español podía dinamitar todo su plan. Cerci respondió desde la frontal con un disparo alto, pero el encuentro ya tenía dueño emocional, rítmico y anímico: España.
Faltaba un golpe maestro, un chispazo, una jugadora que transformara intención en eternidad. Y apareció. Claudia Pina, la de Moncada y Reixach, la atacante que juega como si conociera la partitura del fútbol antes de que llegue a los pies, combinó con Mariona en una pared celestial y soltó un latigazo que Berger desvió lo justo para retardar lo imposible y es que el esférico acabó en la jaula para abrir la lata con el 1–0 en el minuto 61 de juego.
⚽️ GOAL ⚽️
Clàudia Pina gets the breakthrough in the #UWNL final!
Aquello ya no era un partido: era una liberación, una afirmación de poder, un acto de fe colectiva. Y en ese trance, llegó la magia. Vicky López, la joven vallecana con alma de vieja estrella, recibió dentro del área, se perfiló para la zurda y soltó un disparo seco, furioso, poético, que se estrelló en la red como un meteorito rojo, era el 2-0 de la exjugadora del Madrid CFF.
⚽️ GOAL ⚽️
Vicky López doubles Spain's lead in the #UWNL final!
El dos a cero en el 68 del partido dio cierta dosis de calma y la puerta del cielo y el estadio entero se levantó para ovacionarla cuando Sonia Bermúdez decidió reemplazarla por Athenea del Castillo, era su tarde.ñ
Era su consagración. Era su nombre ascendiendo a los altares, seamos claros.
España convertida en apisonadora, pidió más. Y Claudia Pina, decidida a ser la Bota de Oro, decidió que el partido merecía una rúbrica a su altura. Recibió, armó la pierna y soltó un disparo que no es un disparo: es un manifiesto. El balón viajó como un rayo y se incrustó en la portería de la ocho veces campeona de Europa, que perdía ya por 3–0 cuando el reloj deambulaba por el minuto 74 y a un cuarto de hora del noventa se declaró el estado de felicidad en el feudo rojiblanco.
Ocho goles llevaron su rúbrica en la Nations League, igualando a Wullaert. Magia azulgrana. Delirio rojo. Historia absoluta. Berger aún evitó el cuarto ante Athenea. El partido ya era un himno.
Con el reloj agotándose, Sonia Bermúdez dio entrada a Jana, Fiamma y Edna por Ona Batlle, Alexia —MVP imperial— y Pina, que se fue ovacionada como se van las grandes: con un estadio entero reconociendo que ha visto algo irrepetible. Cuando sonó el pitido final, España no solo había ganado. Había conquistado su segunda Nations League. Había firmado una tarde eterna. Había demostrado que este equipo ya no compite contra nadie, porque vuela. Porque domina. Porque manda.
(Fuente: UEFA)
Y así, cuando los ecos se iban apagando, volvió la frase que abrió el día, cerrando el círculo perfecto de las epopeyas. Del Riyadh Air Metropolitano al cielo.
(Fuente: “El Partido de Manu”)
Así empezó la tarde. Así terminó. Y así seguirá recordándose mientras exista el fútbol. Porque este equipo no mira al cielo como meta, sino como punto de partida. España volvió a reinar. España volvió a emocionar. España volvió a volar. Y desde lo alto, muy arriba, donde solo llegan las mejores, la Selección Española de Fútbol ya mira su siguiente destino sin miedo, sin dudas, sin freno.
Del Riyadh Air Metropolitano al cielo. Y de ahí, siempre arriba porque España, que ya está en el tercer puesto de la clasificación UEFA parece no tener techo y su hambre y ambición están intactas.
(Fuente: RFEF)
Tras su brillante victoria ante Alemania, la Selección ha escrito este 2 de diciembre una nueva página dorada en su historia con la consecución de su segunda Nations League, un hito sin precedentes en Europa.
De las dos ediciones disputadas hasta la fecha, España ha salido victoriosa en ambas de forma consecutiva, sumando así su tercer título internacional después del Mundial de 2023. Una gesta brillante que aúpa al equipo de todos hasta la tercera posición del podio de los planteles europeos más laureados.
Con este triunfo, las jugadoras de Sonia Bermúdez, quien ha conquistado su primer trofeo como seleccionadora nacional absoluta, mantienen, además, su idilio con el torneo continental, donde han firmado quince victorias en dieciocho encuentros a lo largo de los años, anotando en este tiempo 58 goles a favor y 17 en contra entre fase de grupos y eliminatorias.
Si hace poco más de un año fueron Aitana y Mariona, ante Francia y en la capital hispalense (2-0), las responsables de firmar los goles que llevaron al combinado nacional a la gloria, este martes, frente a Alemania y en un Metropolitano de récord, han sido Claudia Pina -por partida doble- y Vicky López las encargas de sellar la victoria (3-0) y mantener la hegemonía en la competición.
La UEFA Women’s Nations League brillará, por partida doble, en las vitrinas de la Selección Española de Fútbol.
El Riyadh Air Metropolitano ha vivido este martes 2 de diciembre una tarde histórica para la Selección española femenina. El estadio madrileño se ha convertido en el recinto con mayor afluencia de público en un partido del combinado nacional. 55.843 aficionados han llenado las gradas para presenciar la vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League, en la que España se ha medido a Alemania en el duelo decisivo por el título.
El ambiente fue espectacular desde horas antes de que el colegiado pitase el inicio del partido. Familias, peñas y seguidores llegados de diferentes puntos del país tiñeron de rojo los aledaños del estadio, en una demostración más de que esta Selección no conoce límites.
Con esta nueva cifra, el Riyadh Air Metropolitano supera el anterior récord nacional, establecido el 28 de febrero de 2024 durante la final del mismo torneo, aquella vez celebrada en La Cartuja. Aquel día, 32.657 personas animaron desde las gradas a una Selección que, tras ganar a Francia, se proclamó campeona de la primera edición de la UEFA Women’s Nations League.
(Fuente: UEFA)
En definitiva, un hito histórico que confirma el gran momento de la Selección femenina en España y refuerza el camino de una afición que no deja de crecer.
(Fuente: “El Partido de Manu”)
📋 Ficha técnica |
España: Cata Coll; Ona Batlle (Jana Fernández 87’), Irene Paredes, Mapi León, Olga Carmona; Laia Aleixandri, Vicky López (Athenea del Castillo 70’), Alexia Putellas (Fiamma Benítez 87’); Mariona Caldentey, Esther González (Jenni Hermoso 80’) y Claudia Pina (Edna Imade 87’).
Árbitra principal: Silvia Gasperotti. Amonestó a Mapi León por parte de España y a Giulia Gwinn y a Selina Cerci por parte de Alemania.
Árbitra: Silvia Gasperotti (ITA).
Asistentes: Giulia Tempestilli (ITA) y Stefania Signorelli (ITA).
Cuarta árbitra: Frida Klarlund (DEN)
VAR: Aleandro Di Paolo (ITA).
Asistente del VAR: Michael Fabbri (ITA).
Incidencias | Partido correspondiente a la vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League 2025 entre España y Alemania que se ha celebrado en el Estadio Metropolitano de Madrid ante 55.843 espectadores en una superficie de hierba natural.
🟦 La ciudad de Madrid se prepara para vivir una noche histórica: la final de la UEFA Women’s Nations League 2025 enfrentará a España y Alemania en el Metropolitano, con un marcador aún en blanco y un estadio que promete convertirse en un volcán de emoción, pasión y gloria. “La Roja” vestida de rojo y azul, y sus guardametas de amarillo, buscará revalidar el título ante un gigante europeo que jamás se rinde, en un duelo que trasciende lo deportivo y marca el pulso del fútbol femenino mundial.
La noche del martes 2 de diciembre de 2025 no será una más en la historia del fútbol femenino. Madrid, la ciudad que ha visto crecer, sufrir, caer y renacer a generaciones enteras, se detendrá a las 18:30 (hora peninsular) cuando el silbato marque el inicio de un duelo que trasciende lo deportivo. Porque en el corazón del Riyadh Air Metropolitano, coloso rojiblanco convertido en templo de finales, España y Alemania se enfrentarán con un marcador virgen —0-0 tras la ida— que flota sobre el césped como una promesa y un desafío. Sobre esa hierba, la Selección española femenina saltará al terreno de juego enfundada en su piel más reconocible: camiseta roja, pantalón azul y medias azules, mientras las guardametas lucirán el amarillo, un destello que simboliza la última línea de un equipo que no negocia la valentía.
España buscará revalidar la Nations League y extender un ciclo glorioso que comenzó en 2023 con el Mundial. Delante estará Alemania, la nación que inventó la hegemonía en Europa, el gigante que nunca se rinde y que se presenta en Madrid dispuesta a recuperar un título que siente suyo por tradición. La ida en territorio germano fue un choque de nervios y supervivencia: Cata Coll gigante, Irene Paredes heroica, y el debut de Edna Imade, que ya escribió su primera página en un gran partido. Sin embargo, la Roja llega herida: Aitana Bonmatí, Balón de Oro y brújula del equipo, no estará por lesión. Pero España ha aprendido a vivir con la presión, la adversidad y la exigencia. Irene Paredes lo resumió: “Hay que tirar hacia delante… Pensamos en jugar, competir, demostrar lo que llevamos dentro. Y a la afición… gracias. Que aprieten.” Y apretarán. El Metropolitano será un volcán, un rugido, un país convertido en coro.
Diez enfrentamientos históricos entre España y Alemania reflejan la intensidad de esta cita: cinco victorias alemanas, cuatro empates y una sola victoria española, aquel 0-1 legendario en la semifinal de la Eurocopa.
Ahora, Alemania quinta en el ranking FIFA y España primera del mundo, se reencuentran en una final cargada de simbolismo. Entre las convocadas, 20 jugadoras de la Liga F Moeve estarán involucradas: 19 españolas y una alemana, Bibiane Schulze, central del Athletic Club, que fue suplente en la ida, mostrando cómo el fútbol femenino español se ha convertido en referente continental.
Esta final no es un suceso aislado. Es el fruto de una trayectoria que transformó el fútbol femenino español: desde 2015, con la revolución de las jugadoras contra la falta de profesionalización; pasando por la competitividad de 2019; hasta el Mundial de 2023 que cambió todo y la Nations League de 2024 que inauguró un reinado.
En 2025, el objetivo es repetir, completar la doble corona y marcar historia. Para este momento, el grupo Bombai ha adaptado su tema “Contigo llegaría hasta el final”, un grito que simboliza la unión entre afición y equipo.
Entre las figuras que cristalizan la historia de España está Jenni Hermoso, 13 años con la absoluta, campeona de Europa, México, Mundial y Nations League, un emblema de goles, lágrimas, resiliencia y gloria. Como ella dice: “Nunca me dejé caer. Esta camiseta me ha acompañado en todo. Y ahora, poder vivir esto con mi familia en la grada… es de las cosas más bonitas que he sentido.”
Entre España y Alemania se acumulan 55 goles en 16 partidos, una media de 3,4 por encuentro. El 0-0 de la ida es una trampa emocional: cualquiera de los dos colosos puede incendiar la final y ambos lo saben. España llega entera a pesar de la ausencia de Aitana; Alemania llega motivada pero peligrosa. Campeona del mundo contra reina de Europa. Dos estilos, dos culturas futbolísticas, dos formas de entender la grandeza.
Los más de 250 profesionales acreditados para cubrir la final serán testigos de un espectáculo histórico. Las acreditaciones se entregarán en la Puerta 6 a partir de las 16:30 horas. La afición, el equipo y la historia se fundirán en una misma emoción: un estadio convertido en fortaleza donde España quiere escribir su segundo abrazo con la Nations League. Porque esta generación no solo compite: marca una era. Porque esta final no solo define un campeón: define un legado.
Queda un partido. Queda un estadio empujando. Queda un marcador en blanco que pide historia. Queda la duda: ¿España levantará su segunda Nations League consecutiva o Alemania reclamará el trono que siente suyo? Queda lo mejor del fútbol: incertidumbre, épica, emoción, miedo y esperanza. Queda una final que será gigantesca, inolvidable, Europa en 90 minutos. El Metropolitano dictará sentencia. España o Alemania. La Roja o las reinas de Europa. La gloria tendrá solo un nombre. Y lo escribirá el fútbol.
Los fans ya velan sus armas y acudirán en masa al Metropolitano para vibrar en un encuentro de leyenda que se recordará siempre, y en “El Partido de Manu” estaremos acreditados para dar fe in situ de la historia que está por venir, al más puro estilo de Elena Farga.
El trofeo de la UEFA Women’s Nations League (en español, Liga de Naciones Femenina de la UEFA) es mucho más que un objeto de metal: es un símbolo tangible de la evolución del fútbol femenino en Europa. Su aparición marca un hito, pues representa la consagración de una competición continental donde las selecciones nacionales femeninas pueden disputar —al igual que sus homólogas masculinas— un torneo con sistema de ligas, ascensos, descensos y una final a la que aspirar.
Este trofeo fue revelado por primera vez durante el sorteo de las finales (final-four) en la sede de la UEFA en Nyon, Suiza.  Desde ese momento, la imagen del trofeo ya quedó asociada a una idea ambiciosa: elevar el estatus y la visibilidad del fútbol femenino en Europa. Tal como dijo uno de los responsables del diseño, el trofeo busca transmitir “la elevación de una nación” —el momento en que una selección logra alzarse por encima de todas tras un ciclo de esfuerzo, ascensos y combates.
La creación de la Women’s Nations League responde a una voluntad clara de la UEFA: institucionalizar, profesionalizar y dar visibilidad a las selecciones nacionales femeninas en una estructura competitiva similar a la masculina.
Cuando se presentó el trofeo, uno de los mensajes de la UEFA fue el de que este trofeo merecía ser “espectacular” —porque la competición lo era.  Además, reflejaba un compromiso simbólico: otorgar a las mujeres el mismo tipo de reconocimiento y prestigio que sus colegas masculinos desde una perspectiva de igualdad deportiva.
Cuando se presentó el trofeo, uno de los mensajes de la UEFA fue el de que este trofeo merecía ser “espectacular” —porque la competición lo era.  Además, reflejaba un compromiso simbólico: otorgar a las mujeres el mismo tipo de reconocimiento y prestigio que sus colegas masculinos desde una perspectiva de igualdad deportiva.
En definitiva, el trofeo de la UEFA Women’s Nations League no es simplemente un objeto de plata o un premio más. Es una metáfora del ascenso colectivo, de la visibilidad recién conquistada, de la profesionalización de selecciones que quieren ganar todo —y en igualdad de condiciones. Es un puente entre generaciones, una promesa de futuro y un reconocimiento del pasado.
Que una selección levante ese trofeo supone no solo proclamar su superioridad deportiva, sino también afirmar que el fútbol femenino importa, que tiene historia, peso, raíces y alas para volar en Europa. Y cada edición que pase —cada jornada, cada gol, cada final— engrandecerá ese trofeo, que no deja de ser, en el fondo, un faro de esperanza y orgullo para millones de mujeres que sueñan con pisar un campo y alzarlo al cielo.
No existe trofeo más simbólico para este tiempo. No existe copa más cargada de ambición para un continente que ha decidido, por fin, mirar al fútbol femenino con la grandeza y el respeto que merece. No existe objeto más adecuado para coronar una final entre España y Alemania, en un templo majestuoso, en una ciudad que late fútbol.
Porque este trofeo no es una recompensa. Es una declaración. Un mensaje. Una historia en vertical. El espejo del ascenso y la promesa del futuro.
Y el día que una capitana lo eleve sobre su cabeza, la imagen quedará grabada para siempre como el momento exacto en que la Women’s Nations League se convirtió en leyenda.
– La noche en que el Metropolitano decide un trono y escribe una era
(Fuente: RFEF)
La noche del martes 2 de diciembre de 2025 no será una más en la historia del fútbol femenino. Madrid, la ciudad que ha visto crecer, sufrir, caer y renacer a generaciones enteras, se detendrá a las 18:30 (hora peninsular) cuando el silbato marque el inicio de un duelo que trasciende lo deportivo. Porque en el corazón del Cívitas Metropolitano, coloso rojiblanco convertido en templo de finales, España y Alemania se enfrentarán con un marcador virgen —0-0 tras la ida— que flota sobre el césped como una promesa y un desafío.
Una final sin dueño, un trono sin reina y una historia sin firma.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) December 1, 2025
Sobre esa hierba, la Selección española femenina buscará revalidar la Nations League y extender un ciclo glorioso que comenzó en 2023 con el Mundial. Delante estará Alemania, la nación que inventó la hegemonía en Europa, el gigante que nunca se rinde, la selección que ha marcado a generaciones de futbolistas y que se presenta en Madrid dispuesta a recuperar un título que siente suyo por tradición.
La ida, en territorio germano, fue un choque de nervios y de supervivencia. España resistió al empuje alemán gracias a una Cata Coll gigante, autora de intervenciones que desafiaron la lógica, y a una Irene Paredes heroica, que despejó un gol cantado con el alma más que con la bota. Aquella imagen —una capitana bajo el larguero, sosteniendo el destino— quedará para siempre como el símbolo de un equipo que nunca se quiebra.
Y en ese mismo encuentro se abrió una puerta hacia el futuro: el debut de Edna Imade, cuya historia con España apenas comienza, pero que ya tiene su primera página escrita en un partido grande, tenso, al límite. Sonia Bermúdez le dio minutos y la futbolista respondió con descaro y hambre. No hay debut que pese más que el de una final, aunque sea en su primera mitad.
Pero el regreso a Madrid trajo una noticia devastadora: Aitana Bonmatí, Balón de Oro, cerebro, creadora y brújula, no estará. Una fractura de peroné en un mal apoyo durante un entrenamiento ha sacudido los cimientos de la Roja. Para muchos equipos sería un golpe definitivo; para este, solo una prueba más. Porque España ha aprendido a vivir con la presión, la adversidad y la exigencia.
Irene Paredes, voz y roca, lo resumió al instante: “Hay que tirar hacia delante. Es una final enorme, pero sabemos quiénes somos. Pensamos en jugar, en competir, en demostrar lo que llevamos dentro. Y a la afición… gracias. Que aprieten.”
Y apretarán. El Metropolitano será un volcán. Un rugido. Un país convertido en coro.
Diez enfrentamientos históricos. Cinco victorias alemanas. Cuatro empates. Una sola victoria española —pero qué victoria—, aquel 0-1 legendario en la semifinal de la Eurocopa, el día en que España se liberó del peso psicológico de un gigante.
Ahora se reencuentran en una final. Alemania, quinta en el ranking FIFA. España, primera del mundo. Nunca antes un duelo había concentrado tanta simbología en tan poco espacio.
Y, como guion sentimental, 20 jugadoras de la Liga F Moeve estarán involucradas en la final: 19 españolas y una alemana: Bibiane Schulze, central del Athletic Club, que fue suplente en la ida. Un mosaico perfecto de cómo el fútbol femenino en España se ha convertido en un referente continental.
Esta final no es un suceso aislado. Es el fruto de una trayectoria que ha transformado el fútbol femenino español para siempre. Para entenderla, hay que viajar atrás.
2015 — El despertar
Con Ignacio Quereda, España disputó su primer Mundial. Empate ante Costa Rica, derrotas ante Brasil y Corea, eliminación temprana… y una revolución. Las 23 futbolistas firmaron una carta denunciando la falta de profesionalización del proyecto. Fue un terremoto que sacudió al país.
Quereda dimitió. Llegó Jorge Vilda.
2019 — La Selección ya es competitiva
Victoria a Sudáfrica, caída ante Alemania, empate con China y un cruce histórico frente a Estados Unidos, que solo pudo imponerse por 1-2. Era la señal: España ya estaba lista para grandes escenarios.
2023 — El Mundial que cambió todo
Una fase de grupos brillante. Una bofetada de Japón que sirvió de combustible. Una exhibición frente a Suiza. Un cruce heroico ante Países Bajos, decidido por Salma Paralluelo. Unos últimos minutos de locura frente a Suecia, resueltos por un misil de Olga Carmona. Y una final sublime ante Inglaterra, decidida por la misma Olga. España campeona del mundo. La mayor hazaña del deporte femenino español.
2024 — La Nations League que inauguró un reinado
En Sevilla, España derrotó a Francia por 2-0. La primera Nations League. El primer trono continental. La confirmación de que el Mundial no fue un accidente, sino un aviso.
2025 — La segunda final consecutiva
Ahora, el objetivo es repetir. Completar la doble corona. Entrar en la historia.
Para esta final, la RFEF quiso algo más que una canción: quiso un mensaje. El grupo Bombai ha adaptado su tema para que toda España cante al unísono: “Contigo llegaría hasta el final.” Un grito que simboliza un equipo que nunca camina solo. Un estadio que será un coro. Una nación que, literalmente, empujará los balones desde la grada.
El hashtag #LaFinalContigo ya late en las redes, esperando recoger lágrimas, abrazos, celebraciones, nervios, supersticiones, sueños. Todo. Porque esta selección ha enseñado a un país que la distancia entre afición y equipo es mínima cuando la emoción es inmensa.
hay una futbolista que cristaliza la historia de España, esa es Jenni Hermoso. 13 años con la absoluta. Títulos en Europa. Títulos en México. Un Mundial. Una Nations League. Una trayectoria marcada por goles, lágrimas, heridas, celebraciones y resiliencia.
Ella lo explica con una sinceridad que solo dan los años: “Nunca me dejé caer. Esta camiseta me ha acompañado en todo. Y ahora, poder vivir esto con mi familia en la grada… es de las cosas más bonitas que he sentido.”
Desde aquel primer partido con España en 2012 hasta esta final en 2025, Jenni ha sido presente, pasado y futuro. Nadie entiende una final de la Roja sin su figura.
Entre España y Alemania se acumulan 55 goles en 16 partidos: una media de 3,4 goles por encuentro. No es un choque que invite al silencio. Ni a la especulación. Ni al miedo. Es un duelo que exige decisión. Acción. Riesgo.
El 0-0 de la ida es una trampa emocional: parece prudente, pero es un incendio subterráneo.
Al más mínimo descuido, cualquiera de los dos colosos puede incendiar la final y ambos lo saben.
España llega herida por la ausencia de Aitana, pero llega entera. Alemania llega motivada por la falta de gol en casa, pero llega peligrosa. Una campeona del mundo contra una reina de Europa. Dos estilos. Dos culturas futbolísticas. Dos maneras de entender la grandeza.
La final no pide nombres: pide carácter y Hermoso es una estrella que de eso va más que servida.
El Metropolitano será juez. Será escenario. Será protagonista.
Un estadio que ya ha vivido noches europeas inolvidables, ahora se transformará en la fortaleza donde España quiere escribir su segundo abrazo con la Nations League.
Porque esta generación no solo compite: marcará una era. Porque esta final no solo define un campeón: define un legado. Porque este equipo no solo juega: inspira.
Queda un partido. Queda un estadio entero empujando. Queda un marcador en blanco que pide historia. Queda la duda: ¿España levantará su segunda Nations League consecutiva? ¿O Alemania reclamará el trono que siente suyo?
Queda lo mejor del fútbol. La incertidumbre. La épica. La emoción. El miedo. La esperanza.
Queda una final que será gigantesca, que será inolvidable, que será Europa encarnada en 90 minutos. Queda el rugido de un estadio. Queda el latido de un país. Queda una noche que ya es eterna incluso antes de empezar.
El Metropolitano dictará sentencia. España o Alemania. La Roja o las reinas de Europa. La gloria tendrá solo un nombre. Y lo escribirá el fútbol.
Los fans ya velan sus armas y acudirán en masa al Metropolitano con la intención de vibrar en un encuentro de leyenda que se recodará siempre, pase lo que pase, y en “El Partido de Manu” estaremos acreditados para poder dar fe in sitio de la historia que está por venir, al más puro estilo de Elena Farga.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) December 1, 2025
Cerrar el año levantando un título. No existe una frase que resuma mejor el latido actual del fútbol español que esa. España, que en este 2025 ya puede presumir de haber tocado el cielo como subcampeona de Europa y, además, de haber alcanzado la cúspide universal como número uno del ranking FIFA, se presenta ante su propio destino con el hambre intacta, voraz, irreductible. Una selección que ha aprendido a vivir en la élite y que ahora necesita confirmar, una vez más, que este tiempo les pertenece. Segunda final en apenas cuatro meses. Segunda final consecutiva de esta UEFA Women’s Nations League que, por momentos, parece escrita por ellas y para ellas. La ambición no se negocia: revalidar el título, doblegar a Alemania y celebrar en Madrid, en casa, ante su gente, en un Metropolitano que ya respira final aunque falten horas para que el balón eche a rodar mañana, martes 2 de diciembre, a las 18:30h, en directo por La 1 de RTVE. Una fecha, una hora y un estadio que ya se han convertido en mantra colectivo.
Sobre el césped, la última sesión de entrenamiento no fue un trámite, sino un juramento tácito. Sonia Bermúdez, heredera y continuadora del legado, dirigió la preparación con la firmeza con la que una líder conduce a un ejército antes de entrar en combate. Intensidad, precisión, concentración, miradas que no buscan distracción porque saben exactamente lo que está en juego. España afinó automatismos, revisó detalles tácticos, pulió movimientos con y sin balón, reforzó la estructura defensiva y la fluidez ofensiva con la que espera desarmar a una Alemania que jamás concede nada, que jamás se rinde, que vive históricamente en ese lugar donde ganar siempre parece lo normal. Pero España quiere reescribir el refrán. Quiere demostrar que no siempre gana Alemania. Quiere demostrar que este juego también se escribe con el nombre de estas futbolistas.
No obstante, la final llega herida, con un vacío imposible de disimular en la sala de máquinas. Aitana Bonmatí, tres veces Balón de Oro, cerebro y pulso de este equipo, abandonó ayer la concentración después de que los servicios médicos de la RFEF confirmaran lo que nadie quería ni imaginar: una fractura de peroné en la pierna izquierda durante el entrenamiento en Las Rozas. Una acción fortuita, un mal apoyo, un dolor que inmediatamente reveló algo más grave. La centrocampista de San Pere de Ribes ha vivido un año tan brillante como cruel; la meningitis vírica que la apartó del inicio de la Eurocopa fue el primer golpe, esta nueva lesión es el segundo. Ella, que lo juega todo, que lo sostiene todo, que lo interpreta todo, no podrá estar en esta final. Su ausencia no detiene al grupo, lo endurece. La herida se transforma en combustible.
Con su baja, de las 25 convocadas inicialmente por Bermúdez —dos más de las permitidas por UEFA para esa primera lista tras sustituir a Montse Tomé después de perder la final continental ante Inglaterra— solo una jugadora tendrá que quedar fuera, presumiblemente la guardameta Eunate Astrálaga. La lógica señala que Fiamma Benítez, que en principio iba a ser una de las descartadas, verá cómo el destino la llama, cómo la oportunidad se abre frente a ella. Fiamma en el Metropolitano. Fiamma en casa. Fiamma, quizá, acompañando a Alexia Putellas en la medular como brújula, como nueva luz donde antes estaba Aitana. El fútbol siempre deja huecos, pero también abre puertas.
El grupo no pierde calma. Irene Paredes, capitana, voz firme en rueda de prensa, recordó que una baja duele, pero que este equipo no funciona por nombres individuales sino por un sistema de creencia mutua. Que en Alemania se sufrió, sí, que la primera parte costó, que defender un 0-0 fuera de casa no fue cómodo, pero que resistieron juntas, que trabajan juntas, que han llegado hasta aquí porque se sostienen unas a otras cuando el viento sopla en contra. Alemania es poderosa, es histórica, es ocho veces campeona de Europa, pero España también es campeona. España también sabe sufrir. España también sabe ganar.
Sonia Bermúdez secundó esa energía. No negó lo evidente —la baja de Aitana es enorme—, pero insistió en que esta selección tiene recursos, variantes, inteligencia y versatilidad para seguir siendo dominante. Que buscan más posesión, más ritmo, más control. Que han estudiado a Alemania, que han trabajado soluciones, que el Estadio Metropolitano lleno con 70.000 almas va a empujar, a rugir, a sostener cuando las piernas tiemblen y el corazón exija más de lo que parece posible. Una final es un territorio donde el detalle define la gloria. Una pérdida, un regate, un pase dividido, una ocasión bajo palos como la que salvó Paredes en la ida. España sabe que la excelencia en lo pequeño puede significar una celebración interminable.
Y como si la noche necesitara un latido adicional, la música también será parte del relato. Iberdrola, socio patrocinador de la Selección, ha hecho posible que La La Love You convierta el descanso en una fiesta emocional. El Metropolitano escuchará El principio de algo, aquella canción que las jugadoras adoptaron tras ganar a Alemania y meterse en la final de la Eurocopa. Ahora sonará ante todo el estadio, ante toda la afición, como un ritual de memoria, de pasado reciente que quiere repetirse en presente dorado. Una final con fútbol, con energía, con música, con identidad. Una final que puede elevar otra vez a España al trono.
Quedan horas. Menos de un día. El aire ya huele a partido grande. Las calles de Madrid, las gradas del estadio, las piernas de las jugadoras saben que la historia vuelve a llamar. España puede cerrar el año levantando un título. España puede revalidar la Nations League. España puede, ante Alemania, ante el mundo, demostrar que no es una casualidad, sino una era.
El resto será fútbol. El resto será gloria o aprendizaje. Pero esta Selección ya está preparada. Ya ha elegido camino.
Ya ha decidido que quiere ganar. Y cuando un equipo cree —cuando un país entero late detrás— no hay refrán que dicte quién triunfa.
Mañana, a las 18:30, horario peninsular en el Metropolitano, se escribe la próxima página y puede ser eterna.
⬜️ El Riyadh Air Metropolitano será un volcán rojo con más de 45.000 almas en una final que puede reescribir para siempre la historia del fútbol femenino español. Tras el empate en Kaiserslautern y con la ausencia dolorosa de Aitana Bonmatí, la selección se aferra a su fe y su fútbol para derribar a la potencia eterna: Alemania.
España–Alemania: la noche en la que el fútbol femenino español puede cambiar para siempre. No hablamos de un simple partido, ni de una disputa más en el calendario internacional. Hablamos de un país que se detiene, de un estadio convertido en volcán emocional, de un pueblo futbolístico que ha decidido no soñar, sino exigir su lugar en la eternidad. La vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League 2025 arrastra consigo una marea histórica. Tras el 0-0 en la ida de Kaiserslautern, la corona queda suspendida en el aire como una sentencia que solo 90 minutos —o más, si hace falta— podrán rubricar. Madrid será el territorio donde el destino decidirá si Alemania mantiene su hegemonía o si España, ya Reina del Mundo, se convierte por fin en dueña absoluta de Europa.
El Riyadh Air Metropolitano será, este martes 2 de diciembre a partir de las 18:30 en La 1 de RTVE, algo más que un estadio: será tambor, será garganta colectiva, será la fragua donde se templará el acero del futuro. Más de 45.000 entradas agotadas, un rugido previsto que convertirá el cemento en músculo y la tribuna en pulmón. No habrá silencio ni duda: cada asiento es una promesa, cada bandera un fuego, cada voz un empuje para un equipo que ya aprendió a mirar de frente a los gigantes. Y Alemania sigue ahí, como última fortaleza de un mundo que España lleva años derribando ladrillo a ladrillo. Ocho veces campeona continental, referencia eterna, bestia de escudo negro y disciplina férrea. Pero esta vez visita la caldera rojigualda, esta vez llega en territorio inflamable, esta vez se enfrenta a generaciones que crecieron viendo a sus propias ídolas coronarse en Wembley, reinar en Nueva Zelanda, desafiar al mundo en Suiza.
La estadística no engaña, pero tampoco amedrenta: en los últimos siete enfrentamientos, Alemania domina con tres victorias, dos empates y un solo triunfo español. Uno solo, sí, pero uno suficiente para incendiar la memoria: semifinales de la Eurocopa 2025, prórroga, minuto 116, y Aitana Bonmatí partiendo en dos la historia con un zurdazo que dobló el rodillo germano. Aquella noche España dejó de caminar —empezó a galopar. Ahora busca que ese fogonazo no sea mito, sino el primer capítulo de una era.
Pero toda epopeya exige tragedia, toda gloria nace del dolor, y el golpe ha sido duro, quizás el más cruel. La Real Federación Española de Fútbol lo confirmó en un comunicado médico que estremeció al país: Aitana Bonmatí Conca, tres veces Balón de Oro, símbolo, cerebro, pecho descubierto ante el universo, ha sufrido una fractura en el peroné de su pierna izquierda durante el entrenamiento en Las Rozas. Un mal apoyo, una acción fortuita, un zarpazo del destino. Las pruebas fueron concluyentes y la centrocampista quedó descartada para la final. No hay milagro posible esta vez. Ha regresado a Barcelona para iniciar una recuperación que se extenderá al menos tres meses. Una baja monumental, un vacío que no se sustituye: se asume, se abraza, se transforma en fuerza.
No es la primera vez que Aitana despliega resiliencia sobre el dolor. Hace apenas unos meses, en la víspera de la Eurocopa de Suiza 2025, fue ingresada por meningitis vírica. Fiebre alta, hospital, incertidumbre. Pero volvió, jugó, fue clave, empujó. La historia la puso otra vez frente al filo, y esta vez, simplemente, no podrá jugar. No podrá estar. Pero estará en cada grito, en cada pase que nazca del centro del campo español, en cada centímetro de césped que sueñe con levantar el trofeo.
Sonia Bermúdez, seleccionadora nacional después de relevar a Montse Tomé tras aquella final europea perdida en penaltis contra Inglaterra, presenta una convocatoria de 25 jugadoras —dos más del máximo permitido por UEFA— con el privilegio y el desafío que eso implica. En la ida, Eunate Astrálaga y Fiamma Benítez quedaron fuera de la lista definitiva. Ahora, con Aitana lesionada, la puerta del Metropolitano se abre para Fiamma, que en su casa puede convertirse en brújula, en relevo generacional, en motor. Alexia Putellas será el eje, el faro veterano; Ona Batlle, Jenni Hermoso y Edna —símbolos ya sin necesidad de apellidos— comandarán el frente emocional. Tras ellas, emergen Vicky López y la propia Fiamma: hijas del mañana, herederas del fuego.
La tranquilidad en el vestuario es madura, silenciosa, valiente. No hay miedo, hay desafío. La lesión de Aitana no debilita: une. Refuerza. Empuja. Se ha repetido más de una vez entre jugadoras y cuerpo técnico: esta final no se juega solo con calidad, se juega con convicción. Y la convicción, hoy, es absoluta.
La UEFA ha designado como árbitra a la italiana Silvia Gasperotti, 32 años, carácter férreo y peso creciente en la élite. Conocida en España tras dirigir el Barça 7–1 Bayern y el Arsenal–Real Madrid (2–1), afronta su segunda final internacional tras arbitrar el Europeo Sub-19 de 2024 —otro título español decidido en la prórroga, gol de Intza Eguiguren al 118’. Aquella generación —Astralaga, Noemí, Adriana, Aïcha, Judit Pujols, Artero, Ainhoa Alguacil, Cristina Librán, Agote, Marisa, Pau Comendador— escribió el prólogo de lo que estamos por vivir. Gasperotti lo dijo entonces y lo sostendrá con el silbato en la mano: “Arbitrar una final es un honor, pero también una responsabilidad.” Suya será la responsabilidad, nuestro el latido.
Madrid vestirá la fiesta desde la mañana. La Fan Zone en la Puerta H del Metropolitano abrirá desde las 11:00 con teqball, minicampos, foodtrucks, actividades, retos, fotografías con las copas del mundo y de Europa Sub-17 y Sub-19, además del trofeo de la Nations y la exposición Camino hacia la Estrella. No es partido: es peregrinación. No es evento: es rito nacional.
RTVE convertirá la noche en acontecimiento masivo. Ya la ida fue el contenido más visto del día con 1.562.000 espectadores y 4,5 millones de audiencia acumulada. Los pronósticos reflejan que siete de cada diez aficionados europeos creen en España. No es estadística: es declaración.
Y así, cuando el reloj marque las 18:30, cuando el cielo se ensombrezca sobre la capital, cuando la pelota ruede por primera vez, España no solo jugará una final: escribirá una línea irreversible. Alemania es la última montaña del continente. La cima espera. Madrid respirará fuego. El Metropolitano será viento, empuje, garganta. El balón decidirá quién queda en la historia y quién entra en la eternidad.
Que ruja Madrid. Que España arda. Que el fútbol femenino quede inmortalizado. Porque esta noche, pase lo que pase, ya no hay retorno: solo leyenda.
La Selección Española de Fútbol, número uno en el ranking de la FIFA, está empeñada en demostrar que el fútbol, por mucho que diga el refrán, no es solo un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania.
El reto era ya de por sí mayúsculo, pero el desafío de tumbar a la ocho veces ganadora de la Eurocopa se ha acentuado, no en vano, la Real Federación Española de Fútbol ha emitido un comunicado médico demoledor sobre el estado físico de Aitana Bonmatí Conca.
Los servicios médicos de la RFEF han redactado una nota de prensa en la que se hace constar que la tres veces Balón de Oro ha sido víctima de una fractura en el peroné de su zurda.
La lesión ha tenido lugar durante el entrenamiento de “La Roja” en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas en la que la dorsal seis pisó mal en una acción fortuita de la sesión preparatoria y sintió molestias de consideración.
Will Aitana Bonmati be on the scoresheet in the Quarter-Finals? 🇪🇸
Los doctores le realizaron pruebas de manera inmediata y le tuvieron que diagnosticar la dolencia anteriormente citada, un escenario que la dejó fuera de la gran final, en su encuentro de vuelta, de la Liga de Naciones Femenina que España afrontará este próximo martes, 2 de diciembre de 2025, a partir de las 18:30 horario peninsular, en el Riyadh Air Metropolitano (La 1 de RTVE).
La futbolista del Barcelona se ha trasladado ya a Cataluña para reincorporarse a la disciplina de Pere Romeu para emprender un largo proceso de recuperación que le tendría apartada del verde, al menos, tres meses.
🔴 𝗢𝗙𝗜𝗖𝗜𝗔𝗟 | Aitana Bonmatí causa baja por lesión en la concentración de la @sefutbolfem
La centrocampista azulgrana viajará a Barcelona para comenzar su proceso de recuperación.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) November 30, 2025
La desdicha no le es ajena a la centrocampista de San Pere de Ribes, quien en la víspera del inicio de la Eurocopa de Suiza 2025 fue ingresada de urgencia en el hospital por una meningitis de tipo vírico que le dio fiebre poco antes de jugar el último amistoso antes de partir a tierras helvéticas ante Japón en el Estadio Municipal de Butarque (Leganés).
Al tener una fisionomía privilegiado la perla rojigualda fue dada de alta con celeridad el 29 de julio al reponerse de esa enfermedad por la que fue ingresada 48 horas antes y se reincorporó a la concentración de Montse Tomé en Lausana, pudiendo participar en el resto del torneo con absoluta normalidad, de hecho, fue clave en semifinales, pero esta vez no se puede esperar un “milagro”.
Sonia Bermúdez sucedió a Montse Tomé tras perder la final de la Copa de Europa en los penaltis a manos de Inglaterra y para su segunda lista citó a un total de 25 jugadoras, dos más de las que permite el reglamento UEFA.
En ese escenario, que es un auténtico privilegio, la exjugadora del Atlético de Madrid y el Fútbol Club Barcelona se vio obligada a descartar a Eunate Astrálaga (Sociedad Deportiva Eibar) y Fiamma Benítez (Atlético de Madrid) para el primer asalto en Kaiserslautern (0-0), pero el adiós de Bonmatí propiciará que solo haya una sacrificada y la lógica hace pensar que esta será la guardameta vasca al no tener la oportunidad de llamar a una sustituta posicional.
Spain’s midfield magician. 🇪🇸💫
🎥 Aitana Bonmati has her say on comparisons to Andres Iniesta. #FIFAWWC | @sefutbolfem
El hueco de Aitana le abre las puertas del Metropolitano, su casa, a una Fiamma que podría acompañar en la línea medular a Alexia Putellas y convertirse en la brújula de las locales en Madrid.
En el vestuario de la selección española la tranquilidad es máxima y aunque, evidentemente, lamentan el adiós de Bonmatí y consideran que este revés las une más como grupo, creciéndose ante la adversidad y nunca dejando de creer, al más puro estilo de Simeone, por algo juegan en el Metropolitano.
Olga Carmona García (Sevilla, España; 12 de junio de 2000) es una futbolista española que juega como defensa en la sección femenina del Paris Saint Germain de la Division 1 Fémenine de Francia desde 2025. Jugadora polivalente, puede desempeñarse en posiciones más adelantadas de centrocampista y extremo.
La exjugadora del Sevilla Fútbol Club es la autora del gol más destacado, sirvió para ganar una Copa del Mundo, en la historia de España y debutó como internacional en categoría absoluta el 13 de abril de 2021 en un amistoso que la nación rojigualda jugó ante Méjico en Marbella.
No podía imaginar que dos cursos después se iba a encargar de firmar una diana legendaria en Sidney el 20 de agosto de 2023 ante Inglaterra que bordada la primera estrella en la camiseta de la finalista de la última Eurocopa.
Experta en decidir partidos por el título, no le tiemblan las piernas, la dorsal número siete acumula ya 63 encuentros oficiales en los que ha anotado tres goles debe guiar a las de Sonia Bermúdez en el Metropolitano contra Alemania en noventa minutos, quizá más, que pueden volver a cambiar la historia.
La lateral izquierdo de la selección española Olga Carmona recordó la «ambición» de España por seguir haciendo historia de cara a la defensa de la Liga de Naciones desde este viernes en la final a doble partido contra Alemania, dando «importancia» a que la vuelta sea en Madrid este próximo 2 de diciembre de 2025, desde las 18:30 horario peninsular, en La 1 de RTVE.
Carmona confesó que el recuerdo de la semifinal de la última Eurocopa está presente en el equipo. «Fue uno de los partidos más difíciles por clasificarte para una final, donde te jugabas todo, fue muy difícil y nos costó mucho meter ese gol», recordó.
Además, la sevillana confió en la «preparación del equipo» para el partido. «En estos días daremos las últimas pinceladas para el primero de los dos partidos, pero lo hemos trabajado mucho. Ya sabéis de la ambición de esta selección», afirmó.
Por otro lado, Carmona recordó la «importancia de que la vuelta sea en casa». «Que queremos, si Dios quiere, levantar la copa allí», apuntó, pensando en sacar un buen resultado de la ida y rematar la Liga de Naciones en el Metropolitano.
Todo el mundo está acostumbrado a jugar las finales a partido único. Pero se ha cambiado el formato y por lo menos tenemos la suerte de jugar la vuelta en casa. Para mí este factor es muy importante. Van a ser en nuestra casa y con nuestra gente”.
“Hemos estudiado todas las lineas, posición por posición. Sabemos que sobretodo las atacantes son muy determinantes. Bühl, Anyomi y Brand, que la he sufrido en la liga francesa. Creo que el equipo está preparadas, confesaba.
España afronta en el Metropolitano una batalla que trasciende lo deportivo y entra de lleno en el terreno emocional, táctico, simbólico e histórico. Ganarle a Alemania en una final —en casa, ante el mayor registro de asistencia jamás visto con la selección femenina en territorio español— no es simplemente una misión: es una declaración de identidad futbolística, un manifiesto de poder y una prueba definitiva de que la Roja ya no aspira a ser grande… sino que lo es. Para derrotar a una potencia de ocho coronas europeas, un imperio construido sobre décadas de disciplina, físico y mentalidad acerada, España deberá fundir fútbol y carácter, dominar con pelota y sin ella, quemar cada metro de césped con presión y ambición, y convertir el Metropolitano en un rugido rojo capaz de fracturar la fortaleza alemana desde dentro. La primera clave para vencer a Alemania nace en el balón. España es dueña de un estilo que no se improvisa ni se copia: se construye, se siente y se sufre. La circulación debe ser el pulso que marque el ritmo del partido, un latido continuo que obligue a las germanas a correr, a perseguir sombras, a desgastarse física y mentalmente. La posesión no será solo un arma ofensiva, será un castigo: cada pase, cada giro, cada cambio de orientación deberá desgarrar su estructura defensiva. Pero la posesión sin profundidad se convierte en rutina, y la rutina es el alimento preferido de Alemania; por eso la verticalidad deberá irrumpir como un relámpago inesperado, acelerando en el tercio final, rompiendo entre líneas, filtrando balones a la espalda y atacando cada desajuste. El segundo elemento imprescindible será la presión alta. No hay triunfo posible ante Alemania si se le permite pensar, construir o marchar con orden. España debe imponer el vértigo, sellar la salida, asfixiar la primera recepción, obligar al error. La Roja deberá ser valiente, agresiva, feroz en campo contrario, sin dejar que la campeona europea respire ni un instante, porque cada robo arriba puede ser un gol, y cada gol puede cambiar la historia. El tercer cimiento será el temple. Alemania exigirá sufrimiento, porque sabe cómo resistir, cómo golpear poco pero golpear fuerte. Habrá momentos de turbulencia, de partido congelado, de balón dividido y duelos cuerpo a cuerpo. Allí España deberá mostrar que ha madurado, que ha aprendido que ser campeona del mundo no es una casualidad; que sabe sufrir, que sabe defender bajo presión, que también puede ganar desde la resistencia. Una final se decide tanto en la belleza como en la guerra, y España ya ha demostrado que puede brillar… y puede sangrar. El cuarto factor será la chispa individual: jugadoras como Aitana Bonmatí, Alexia Putellas, Jenni Hermoso Athenea o la sangre competitiva de Olga Carmona son capaces de transformar una final con un gesto, una arrancada, una diagonal, un disparo a la escuadra, un centro envenenado. Alemania teme ese talento porque no lo controla tácticamente: lo puede contener, pero no neutralizar si España mantiene fluidez, movilidad y continuidad ofensiva. Y si surge la oportunidad, el golpe debe ser letal. Clave definitiva: el Metropolitano. No será un estadio, será un arma. La grada deberá ser fuego, estruendo, viento en contra para Alemania y un pulmón infinito para las españolas. Cada saque de puerta rival debe sentirse como si el estadio entero se abalanzara sobre la portería germana; cada recuperación debe rugirse como un gol; cada ocasión, como el preludio del estallido. La afición no debe observar el partido: debe jugarlo, empujarlo, influirlo. Que Alemania entienda desde el minuto uno que no ha venido solo a un feudo anfitrión, sino a territorio hostil, al corazón de una nación futbolística que quiere escribir un capítulo irrepetible. Ganar esta final no será solo levantar un trofeo: será confirmar que España ha entrado en la élite para quedarse, que ya no compite desde el respeto sino desde la autoridad, que ya no mira a Alemania desde abajo sino desde frente.
Con balón, presión, talento, sufrimiento y un Metropolitano rugiendo como si el césped ardiera, España tiene todo para romper la historia, para derribar al gigante de ocho coronas y para coronarse —en casa, en un volcán rojo— como la nueva fuerza imperial del fútbol femenino europeo. Porque hay noches que nacen para ser eternas, y esta puede ser una de ellas.
Que nadie olvide lo que está en juego: no es un partido, es un cambio de era. Si España logra doblegar a Alemania en el Metropolitano, no solo levantará un título: levantará un país entero. Ese balón rodará con el peso de las que lucharon sin focos, con el sueño de las que están y con el futuro de las que nacerán futbolistas porque un día vieron a “La Roja” conquistar el cielo. Será grandeza o épica, pero jamás indiferencia. Que ruja la grada. Que tiemble el césped. Que Europa escuche. Porque si España gana esta noche, no lo hará solo con fútbol. Lo hará con historia, con piel, con alma. Y todo el continente sabrá que aquí, bajo un cielo teñido de rojo, nació una dinastía.
🇪🇸 ¡¡¡CAMPEONAS DEL MUNDO!!! 🇪🇸
Thanks to a clinical left-footed strike from Captain Carmona, Spain stand tall as #FIFAWWC champions!
La vuelta decisiva de la final de la UEFA Nations League entre España y Alemania no solo será un duelo por el título continental: también se convertirá en un hito sin precedentes para la selección española.
El encuentro, que se disputa en el feudo colchonero, registrará la mayor asistencia jamás vista en un partido de la Selección, consolidando el extraordinario crecimiento del fútbol nacional y el vínculo con una afición que ha llevado el rojo en la piel durante todo el torneo.
El estadio del Atlético de Madrid , empapado de historia, late en rojiblanco, pero el 2 de diciembre de 2025, a las 18:30 horario peninsular, en La 1 de RTVE, latirá con la intensidad absoluta del combinado nacional.
Cada asiento vendido es un fragmento de la pasión colectiva; cada voz que resuene en las gradas será un impulso más hacia el título. España se prepara para escribir una página dorada: un lleno absoluto para un partido que lo exige todo, frente a una Alemania de jerarquía eterna, competitiva y acostumbrada a noches grandes.
El fútbol se medirá con la historia. La grada será protagonista. El récord ya está en pie —ahora falta firmarlo en el césped.
“Poder jugar en el Metropolitano es un sueño”, confesó la seleccionadora española, que espera volver a España con “un gran resultado” de su visita a Alemania.
“No Ahora van a poder ver a estas referentes en directo, es un lujo. Nos hace felices poder jugar en Madrid, se hace fácil para nuestra gente”, confesó Bermúdez. “Cuando jugaba en las calles de Madrid no podía soñar con jugar una final con España en mi casa, y hacerlo rodeada de toda mi gente”, se sinceró la joven blaugrana Vicky López, quien se crió en la cantera del Madrid CFF.
RTVE lidera la audiencia con la UEFA Women’s Nations League: Alemania–España fue lo más visto del día en La 1.
La cadena pública volvió a situarse en lo más alto del consumo televisivo nacional gracias a la UEFA Women’s Nations League. El encuentro entre Alemania y España, correspondiente a la ida de la final, se consolidó como el contenido más visto de la jornada, reflejo del enorme interés creciente que genera el fútbol femenino en el país.
El partido registró una audiencia media de 1.562.000 espectadores, alcanzando un 14,5% de cuota de pantalla, datos que refuerzan el impacto del torneo en el público español y confirman la excelente respuesta de la audiencia. Además, el duelo superó la barrera de los 4,5 millones de espectadores únicos, cifra que evidencia el seguimiento masivo que concitó la cita y el alcance social del evento.
Con esta marca, RTVE reafirma su apuesta por el fútbol femenino como pilar estratégico de su oferta deportiva. El encuentro no solo dominó el prime time, sino que volvió a abrir una ventana de referencia para el deporte femenino en abierto, con un alcance que continúa en expansión temporada tras temporada.
El interés por la Nations League, el atractivo del duelo entre dos potencias como España y Alemania, así como el impulso mediático del combinado nacional, se alinearon para ofrecer una noche histórica en televisión.
Un éxito deportivo y de audiencia que anticipa un futuro prometedor para el fútbol femenino en las pantallas públicas.
Esta buena nueva, sin paliativos, llevó a Radiotelevisión Española a confirmar de manera oficial que emitirá en directo y en abierto el decisivo encuentro de vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League que enfrentará a España y Alemania en el Riyadh Air Metropolitano, un duelo que promete marcar un antes y un después en la historia del fútbol femenino español. La cita, programada para las 18:30 (horario peninsular), está llamada a convertirse en una de las retransmisiones deportivas más esperadas del año y aspira a congregar al país frente a la pantalla en un clamor unánime por la Selección Española de Fútbol.
España llega a este último capítulo con la determinación que solo poseen las grandes generaciones. Su rival, Alemania —sinónimo de jerarquía, disciplina y memoria competitiva sobre el continente— aguarda como la última fortaleza a derribar. El Riyadh Air Metropolitano será el templo: un estadio vestido de rojiblanco, latiendo con un solo corazón, con un solo propósito.
RTVE encenderá los focos, abrirá la señal para todo el país y entregará la final al aficionado con la pasión que merece una noche que no se repite, una velada que se graba.
La expectación es desbordante. La convicción, casi unánime. Según los datos oficiales recogidos en la aplicación de la UEFA Women’s Nations League, siete de cada diez aficionados consultados creen que España levantará el título al término del torneo. La cifra, abrumadora, simboliza mucho más que un pronóstico: es un mensaje colectivo, una declaración pública de confianza internacional en un equipo que ha transformado su fútbol en identidad y su identidad en bandera.
El pulso estadístico revela algo que trasciende el terreno de juego: España no solo compite, inspira. No solo juega, convence. Se ha ganado el derecho a ser favorita. Y ese derecho nace de una trayectoria que ha ido construyéndose golpe a golpe, pase a pase, partido a partido, hasta poner al combinado nacional en el centro emocional del fútbol europeo.
El 70% no es una cifra aislada: es un latido compartido. Es el reflejo de una generación que ya no sueña: se exige.
La consulta en la aplicación oficial no solo mide resultados; mide sensaciones, mide corazones, mide la percepción global de un grupo que ha llevado el nombre de España más allá de lo futbolístico. Son votos que viajan desde cualquier punto del continente, desde estadios y salones, desde dispositivos y pulsaciones digitales; votos que, al teclearse, dicen algo muy simple: “el mundo cree en España”.
Ese porcentaje es confianza, pero también presión. Es combustible, pero también responsabilidad. España llega a la final con un destino visible, asumido, reclamado. La expectativa es un territorio que solo pisan los grandes.
La encuesta no concede el título, pero lo anuncia. No entrega medallas, pero marca el camino. No sentencia el resultado, pero revela el clima emocional del continente.
El dato convierte cada minuto previo a la final en un temblor intensificado, en una narrativa que se expande, en una historia que se respira. España tendrá el respaldo de las gradas, de los hogares, de las pantallas, y —según la UEFA— también del propio pulso digital de Europa. La responsabilidad es monumental. El premio, aún mayor.
El 70% ya ha hablado. El balón aún no y la final será el juicio. Y España, si consigue lo que ya se vislumbra, no solo levantará un trofeo: levantará una era.
(Fuente: RFEF)
La historia ya tiene número, latido y fecha. 32.657 aficionados —treinta y dos mil seiscientos cincuenta y siete corazones latiendo al unísono— firmaron el mayor registro de asistencia jamás visto en un encuentro de la Selección Española Femenina absoluta. Una cifra monumental, una ola roja, una declaración colectiva que trascendió los noventa minutos y se convirtió en un acto de fe deportiva, cultural y simbólica.
Allí, frente a Francia, en la final de la UEFA Women’s Nations League, España no solo jugó al fútbol: España movilizó un país.
No fue un partido. fue una peregrinación de un pueblo acudiendo a ver a sus heroínas.
Una nación entera empujando una camiseta que ya no necesita presentación alguna, aunque “La Roja” vestirá por vez primera en suelo peninsular el nuevo modelo que Adidas ha diseñado y lo hará en un escenario imponente como es el Metropolitano, que respira aura por los cuatro costados.
En 2023, en la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda, el océano frenó la afluencia de público a las gradas, contuvo la historia
Las gargantas, el ruido, las banderas, el temblor. Todo fue ampliación, desborde, superlativo. Las jugadoras no aparecieron en el césped: entraron envueltas en la fuerza de más de treinta mil voces, unidas en un volumen que todavía hoy resuena en el eco de la memoria colectiva. Ese récord no es solo estadístico: es emocional, es estructural, es fundacional. Marca un antes y un después, pero ahora, dos cursos más tarde de aquella epopeya con la que casi no teníamos derecho a soñar, sirvió para que a día de hoy no solamente se juegue, también se convoca a los fans.
Dicen que las revoluciones nunca avisan, pero esta sí lo hizo: cada convocatoria aumentaba, cada encuentro crecía, cada portada ampliaba el foco.
Hasta que llegó el día grande. La final frente a Francia no solo abría una competición: abría una etapa. Una Selección que ya es referente mundial, con nombres que inspiran, conquistan, definen. Con una estructura futbolística madura, reconocida y admirada.
Nadie sabe cuándo volverá a romperse un récord así —pero todos sabemos que volverá a caer. Porque España ya no mira hacia arriba: escala. Porque las niñas que estuvieron allí no vieron fútbol: vieron destino. Porque 32.657 no es límite, es punto de partida.
La Selección Española Femenina ha cruzado una puerta que ya no se cierra.
El estadio rebosado es la prueba y nación expectante es la señal.
El futuro, que ya no espera, es el lugar hacia donde corremos y que tiene como destino final él majestuoso Metropolitano.
España se prepara para un momento que ya huele a leyenda. La vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League enfrentará a la Selección Española Femenina con Alemania en el feudo que escribió la historia del fútbol europeo, el Estadio Metropolitano de Madrid, hogar del Atlético de Madrid y testigo de la final de la Copa de Europa masculina entre Liverpool y Tottenham Hotspur en 2019. Esta vez, sin embargo, el espectáculo será femenino, español y monumental.
Metropolitano no será solo un escenario: será un muro, un impulso, un factor determinante. La condición de local se convierte en arma estratégica, en aliento constante, en presión que desequilibra la balanza. España tiene la oportunidad de transformar el rugido de la afición en ventaja deportiva frente a una Alemania que ya domina la historia continental, con ocho trofeos europeos en sus vitrinas, pero que nunca ha sentido un estadio español lleno hasta el último asiento apoyando con fervor absoluto a las actuales campeonas del torneo.
Cada grada será un latido, cada asiento una declaración de fe, cada cántico un recordatorio de que España no juega sola. La Selección necesita que el público haga temblar el Metropolitano, que convierta cada pase, cada centro, cada disparo en un clamor compartido. Esta es la oportunidad de que la afición se transforme en protagonista, en la fuerza que incline la eliminatoria hacia la emoción, la gloria y la historia.
El rival es imponente. Alemania, cuna de talento y jerarquía futbolística, reina en Europa con un palmarés que intimida: ocho trofeos europeos que reflejan su dominio y constancia. Pero incluso la historia, por respetable que sea, puede ceder ante la energía de un estadio que se convierte en una muralla roja y blanca, un estadio que respira como un solo cuerpo y que exige a cada jugadora darlo todo.
España llega con un combinado que ha revolucionado la táctica, el carácter y el corazón del fútbol femenino, con un equipo que entiende que la final no se juega solo en el césped: se juega en la grada, en la atmósfera, en la intensidad colectiva de una nación que observa cada acción con pasión, orgullo y expectativa.
Nunca antes la Nations League había presentado un choque con tanta carga emocional: Por un lado, las actuales campeonas, con hambre de reafirmarse y defender su título. Por otro, Alemania, con experiencia, jerarquía y el peso de la historia europea.
El escenario, sin embargo, puede inclinar la balanza. El Metropolitano, con capacidad histórica, ubicación emblemática y tradición reciente como sede de finales de élite, es el factor que puede cambiar el destino de la eliminatoria. España tiene la llave para convertir la condición de local en ventaja estratégica y transformar cada pase, cada acción y cada gol en un clamor colectivo.
No te pierdas la final de la UEFA Women’s Nations League. El país entero tiene un papel que cumplir, la historia se escribe ahora y tú puedes ser parte de ella.
España llega al Metropolitano con un 0-0 que no define, pero que prepara cada balón, cada pase, cada estrategia. Alemania, histórica reina europea con ocho títulos continentales, demostrará su fortaleza como siempre, pero esta vez no habrá viento adverso, ni césped hostil, ni excusas: habrá grada, habrá nación, habrá alma. Porque lo que en Kaiserslautern fue contención, en Madrid será volcán; porque lo que allí fue inicio, aquí será eternidad.
El Riyadh Air Metropolitano, hogar del Atlético de Madrid y testigo de la final de la Copa de Europa masculina entre Liverpool y Tottenham Hotspur en 2019, se prepara para recibir un duelo que trasciende lo deportivo y que condensará historia, emoción y futuro en noventa minutos de intensidad máxima. Pocos nombres describen este estadio con verdad y huella. José Luis Sánchez Vera, arquitecto de una de las etapas más intensas del Atlético Femenino, conserva aún la vibración de ese hormigón que cambia el ánimo, de esa acústica que se mete en la piel. No habla como un entrenador más, sino como un testigo que vio cómo la mística se despliega sobre el césped y cómo un estadio puede convertirse en factor decisivo emocionalmente. “Jugar en el Metropolitano supone mucho más que actuar como local: puede impulsar al fútbol femenino y blindar su crecimiento”, confesó Sánchez Vera, reverenciando un templo que ha marcado la historia reciente del deporte femenino español. Cuando él recuerda, el estadio respira. Cuando pronuncia, España cree. El Metropolitano no es solo escenario: es memoria viva, cuna del ruido, de la presencia y de la identidad; testigo de la revolución silenciosa del fútbol femenino español que hoy exige su espacio, su dignidad y su reconocimiento.
La Casa Real ha confirmado la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI, y su asistencia no es un gesto protocolario: es un respaldo institucional y emocional que magnifica la trascendencia del encuentro. Cuando Felipe VI se siente en el palco, el partido deja de ser solo un duelo deportivo: se convierte en compromiso de país y memoria futura. Se espera que la asistencia supere los 45.000 espectadores, acercándose al récord absoluto del fútbol femenino español. Las gradas serán un océano rojo, un altar donde las jugadoras brillarán en el firmamento. Imaginen la escena: las futbolistas caminan por el túnel, respiración corta, mirada firme, y al salir, el cielo rojo del Metropolitano late al unísono con la nación. Suena el himno. Felipe VI observa desde el palco con solemnidad. Alemania enfrente.
España en casa. Allí, España jugará por algo más que un trofeo: por un legado que trasciende generaciones, por niñas que hoy sueñan con vestir la Roja sin pedir permiso, por un país que cree, empuja y late unido. El Metropolitano será la llama, Sánchez Vera el eco que inspira, el Rey la presencia que honra, España el corazón que arde.
Este estadio ya ha sido escenario de hitos históricos: el 17 de marzo de 2019, cuando Atlético de Madrid y Barça reunieron a 60.739 espectadores en un partido de Liga F, marcando un antes y un después para el fútbol femenino español. Cada encuentro posterior, cada paso de la Roja, ha construido el camino hacia esta final. Cada victoria, cada entrenamiento y cada balón entrenado en este césped se convierte ahora en preparación para la gloria continental. No es solo un estadio. Es memoria viva, cuna del ruido, prueba consciente de que el fútbol femenino ya no espera: avanza.
Jugadoras jóvenes como Fiamma Benítez o Vicky López encarnan el genio, la creatividad y la audacia que caracteriza a España. Junto a ellas, referentes como Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso y Mapi León custodian la bandera rojigualda con valor. Detrás de ellas, millones de aficionados que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa. Cuando Claudia Zornoza afirma que “mereció la pena”, habla de toda una vida dedicada al sueño de entrenar, competir y abrir caminos en campos vacíos que hoy se llenan de gloria. Lo que ellas hicieron, y lo que hicieron generaciones anteriores, fue un acto patriótico: un servicio al país, a la sociedad, a la igualdad y al deporte.
Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será solo un equipo representando a un país. Será un país representándose a sí mismo. Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea secundario, que exige respeto, visibilidad y voz. Los 45.000 aficionados —y los millones conectados desde casa— no verán un partido. Participarán en un movimiento histórico. Cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos”. Cada voz que ruge en las gradas es un impulso que puede decidir el destino de esta final. Porque España ya no mira desde afuera. España juega desde dentro, desde la piel, desde el orgullo.
Aquí se juega por algo más que un resultado. Aquí se escribe historia. Aquí España puede demostrar que aquel viejo dicho de “siempre gana Alemania” queda en el pasado. Que ruja el Metropolitano. Que avance el equipo local.
Que España se encienda. Que el mundo vea: aquí se escribe la historia del fútbol femenino.
La final no está por jugarse. La final está por escribirse. Y esta vez, cada grito, cada mirada y cada latido serán testigos de una gesta que quedará para siempre en la memoria de España y del fútbol femenino mundial.
Porque España juega por un legado, por un país que se reconoce en sus mujeres, por una generación que ya no pide permiso para soñar. Porque este Metropolitano no solo verá historia: será su autor.
Que ruja el Metropolitano. Que avance “La Roja”. Que España se encienda. Que el mundo vea: España ya es potencia y ya es orgullo. La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y ese es España.