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  • Oficial | España regresa de Alemania y vuelve a entrenar en Las Rozas: la reconquista comienza hoy

    (Fuente: RFEF)

    🟦 Tras aterrizar en Madrid alrededor de las cuatro de la tarde, la Selección Española apenas dejó enfriar el vuelo que la devolvió desde Alemania antes de volver a ponerse en marcha: recuperación, balón y mentalidad de acero en el Campo A de Las Rozas para preparar el asalto definitivo del martes en el Metropolitano, donde el 0-0 de la ida no es final sino promesa. España no descansa; se afila. La batalla continúa.

    La Selección Española ha regresado de Alemania con la eliminatoria abierta y el pulso en la garganta, aterrizando en Madrid alrededor de las cuatro de la tarde después del 0-0 en el Fritz-Walter-Stadion, un marcador que no resuelve nada y al mismo tiempo lo enciende todo. Sin descansar, sin pausa posible, apenas unas horas después del vuelo el equipo ya trabajaba en el Campo A de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, en una sesión dividida en dos ritmos complementarios: recuperación para las titulares, que dosificaron esfuerzos entre gimnasio y ejercicios controlados para descargar tensión muscular, y trabajo compensatorio sobre el césped para quienes no partieron de inicio en Alemania, con balón, intensidad, transiciones rápidas y voracidad competitiva. No hubo relajación, ni descompresión, ni mirada hacia atrás. La Selección se comportó como un equipo que no vuelve para reposar, sino para continuar, porque este empate no es descanso: es gasolina.

    La ida dejó un duelo táctico duro, áspero, estratégico, donde Alemania obligó a pensar rápido y cerrar espacios, donde España mantuvo identidad pero no logró convertir dominio en gol, y aun así salió viva, firme, con la convicción de que en Madrid todo puede romperse a favor. El 0-0 pesa, vibra, promete. No decide, pero amenaza. Es un marcador que invita al riesgo, que convierte cada ataque futuro en posible puñal y cada mínimo error en terremoto competitivo. Y es precisamente por eso que el grupo no ha parado: está afinándose, ajustándose, puliéndose para un martes que ya late en el horizonte inmediato.

    El Estadio Metropolitano será el escenario —no de un partido, sino de un punto de inflexión— el próximo 2 de diciembre a las 18:30h. Una vuelta que se jugará con la ciudad cayendo en la tarde, con el estadio convertido en volcán rojizo, con miles de gargantas tensadas hacia la victoria, con la nación mirando sin pestañear. Allí, donde la hierba es territorio emocional, donde la épica encuentra altavoz, España buscará transformar trabajo en conquista. Porque esta eliminatoria no se supera con once: se supera con veintitrés, con cada entrenamiento de compensación, con cada estiramiento, con cada músculo que hoy se recuperó para correr más fuerte en cuatro días. Es un proceso que explica al equipo: no se trata solo de competir, sino de evolucionar minuto a minuto, vuelo a vuelo, sesión a sesión, golpe a golpe.

    No hay suplentes, sino futbolistas disponibles; no hay desgaste, sino reconstrucción; no hay miedo, sino expectativa. La Selección se entrena con la intuición de que este cruce puede marcar un antes y un después, que el Metropolitano será testigo de algo grande si España es capaz de imponer su estilo, de mover el balón con paciencia y filo, de presionar con hambre, de convertir ocasiones que en Alemania quedaron solo en latido. Ya no se trata únicamente de fútbol: se trata de identidad, de carácter, de convicción.

    España ha vuelto. Ha entrenado. Ha respirado. Ha compactado cuerpo y mente. Y lo que sucedió hoy en Las Rozas no fue una sesión más: fue el primer paso de la conquista final. Todo lo que no ocurrió en Kaiserslautern puede ocurrir en Madrid. Todo está abierto. Todo está por escribirse. Y esta Selección no mira la historia desde lejos: avanza hacia ella con el paso firme, con el pulso despierto, con la certeza de que las grandes gestas no se esperan, se persiguen.

    El martes no se jugará solo un partido.

    El martes puede escribirse una página y España está entrenando para firmarla.

  • Reportaje | España en rojo: el Metropolitano se prepara para arder como caldera de pasión en la gran final de la Nations ante Alemania

    (Fuente: RFEF)

    ⬜️ El fútbol femenino español ha pasado de ser promesa a hecho histórico. La victoria en el Mundial 2023, la marea de camisetas rojas que se agotaron en tiendas, el aumento sin precedentes de la demanda y la emoción de millones de aficionados han convertido la Roja femenina en símbolo generacional. Ahora, la vuelta de la gran final de la UEFA Women’s Nations League 2025, que enfrentará a España y Alemania el próximo martes 2 de diciembre a las 18:30 en el Riyadh Air Metropolitano, pide a gritos que cada seguidor lleve su camiseta, se ponga la bufanda y haga del coliseo rojiblanco una caldera a favor de las campeonas del mundo. Más de 45.000 tickets han sido vendidos y cada asiento será un latido de historia, un eco de orgullo, una demostración de que España no viene de visita: viene a conquistar.

    Vídeo |

    https://youtu.be/m6z1sW_qtyg?si=QzejEb-iWxeQm5i3

    La Selección Española de Fútbol, “La Roja”, se presentó en casa para disputar la ida de la final de la Nations League ante Alemania con la ilusión y la responsabilidad de las grandes ocasiones. La Cartuja de Sevilla se vistió de gala. Antes del pitido inicial, se vivieron instantes cargados de emoción y simbolismo: la histórica Virginia Torrecilla portando el trofeo, la abuela de Olga Carmona llevando el balón al centro del campo, y miles de banderas rojigualdas ondeando al unísono en el Día de Andalucía.

    La afición sevillana, que ya había sido decisiva en las semifinales, volvió a erigirse como el sexto jugador, insuflando energía y pasión desde la grada. Era otro tipo de final, pero a diferencia del Mundial, esta vez se jugaba en casa, bajo el cielo andaluz, y con la oportunidad de regalar un nuevo título a las campeonas del mundo.

    El partido arrancó con la intensidad y precisión que caracterizan a “La Roja”. Cada pase estaba medido, cada recuperación contaba. Desde el minuto 1, quedó claro que España había estudiado a Alemania al milímetro, y las alemanas también a España, aunque la calidad de las nuestras pronto se hizo notar. El primer aviso llegó en el minuto 8: Aitana Bonmatí puso un balón profundo a Mariona Caldentey, quien filtró un pase raso para Salma Paralluelo dentro del área; su zurdazo fue bloqueado por la defensa y se marchó a córner, pero la sensación de peligro estaba ya instalada.

    La defensa española, liderada por la capitana Irene Paredes, se mostró implacable. La legendaria central firmó una actuación monumental, interviniendo en momentos decisivos: recuperando balones que parecían perdidos, despejando disparos bajo palos y dominando el juego aéreo. Paredes fue la muralla que mantuvo a cero a Alemania, evitando cualquier atisbo de reacción. Su entrega y su calidad dejaron claro que, incluso frente a la presión de una final europea, “La Roja” tenía a su líder indiscutible.

    Cata Coll, por su parte, vivió un recital bajo palos. Cada parada fue un poema de reflejos y determinación: frenó un disparo de Bühl al primer palo en el minuto 20, sacó un paradón a Kett en el 26′ y volvió a negar el golazo de Bühl en el 29′ con un pie espectacular. La portera balear se mantuvo firme a lo largo de todo el encuentro, demostrando que cualquier intento alemán se encontraba con un muro infranqueable.

    En el minuto 32, “La Roja” golpeó con la precisión de un reloj suizo. Una combinación por banda izquierda entre Jenni Hermoso y Olga Carmona terminó en un centro raso al corazón del área, donde Aitana Bonmatí, con su calidad inigualable, remató para inaugurar el marcador: 1–0. La Cartuja estalló, y el rugido de 32.657 almas se mezcló con el viento, llevando a La Roja a un momento histórico.

    Pero la historia no se detuvo allí. Tras el descanso, el dominio español se mantuvo, y la magia de la combinación y la paciencia en el juego de pase dieron fruto de nuevo. En el minuto 53, tras una jugada que comenzó en Laia Aleixandri y Aitana Bonmatí, Athenea condujo el balón con una energía arrolladora y lo puso para Mariona Caldentey, quien no perdonó: 2–0 y el delirio absoluto en las gradas. Las alemanas, pese a su esfuerzo, no pudieron superar la defensa férrea de Paredes y la inspiración de Cata Coll, que se erigieron como las guardianas del cero en el marcador.

    Cada jugadora de España aportó su granito de oro a una actuación coral: Ona Batlle y Olga Carmona cumplieron con creces en defensa y en sus incursiones al ataque, Laia Aleixandri sostuvo el equilibrio en el centro, Alexia Putellas y Aitana Bonmatí llevaron la batuta en la creación, mientras Esther González y Salma Paralluelo buscaron espacios y disparos que pusieran en jaque a la portera rival. Los cambios, desde Eva Navarro hasta María Méndez y Athenea, reforzaron la idea de equipo sólido, imparable y preparado para la gloria.

    Con esta victoria, “La Roja” dejó claro que la era de la eterna aspirante quedó atrás. España ya no tiene rival en Europa ni en el mundo; estas jugadoras practican un fútbol único, de toque, intensidad y coraje, y se merecen cada título, cada ovación, cada momento que les permite tocar el cielo con las manos. La generación de oro del fútbol español escribió una página más en la historia: 2-0 ante Francia, con milagros de Paredes y Coll, goles de Bonmatí y Mariona Camdentey, y La Cartuja de Sevilla rendida ante su selección.

    Pero la historia aún no concluye. El martes, en el Estadio Metropolitano de Madrid.

    La actual campeona del mundo en Australia y Nueva Zelanda 2023, tendrá la oportunidad única de cerrar la gesta frente a sus aficionados y vengar la amarga medalla de bronce arrebatada por Alemania en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde Alexia Putellas falló un penalti en el último instante. La posibilidad de repetir la gloria, de reafirmarse como campeonas y de hacer justicia deportiva ante su público, convierte la vuelta en una cita que promete emociones épicas, heroicidad y, sobre todo, fútbol del más alto nivel.

    “La Roja” no solo juega, inspira. No solo gana, hace historia. Y el martes, Madrid será testigo de un capítulo que ya se intuye legendario. Eva Navarro, Mapi León y todas sus compañeras están listas: nadie podrá arrebatarles la ilusión, ni la pasión, ni el derecho a ser eternas.

    (Fuente: RFEF)
  • El Metropolitano: ese templo donde lo imposible siempre tuvo resquicio

    (Fuente: “El Partido de Manu”

    🟣 La mística del templo colchonero quiere fundirse con “La Roja” para derrotar a Alemania y conquistar la Nations 2025 bajo el lema “Nunca dejes de creer”.

    A veces, los partidos que marcan una era no necesitan goles para encender la memoria colectiva. Kaiserslautern fue testigo de un empate sin desgarros en el marcador —0-0, frío en cifras— pero ardiente en significado. España y Alemania firmaron tablas sobre un Fritz-Walter Stadion que rugió con la fuerza de su afición y con un césped herido, incómodo, que condicionó cada cambio de ritmo y cada intento de genialidad.

    El 0-0 con el que arrancará el encuentro le dará mayor protagonismo a una cita que se recordará durante décadas, pues no será un partido más, será un ritual rojigualda.

    Allí no hubo resolución, solo prólogo. Porque la verdadera batalla, la que decidirá un título continental y un trozo de historia, se disputará en Madrid, en el Riyadh Air Metropolitano, el 2 de diciembre de 2025 a las 18:30 (hora peninsular) en La 1 de RTVE.

    El Metropolitano no es simplemente el hogar rojiblanco. Es una pared emocional, un pulmón colectivo, un escenario en el que —cuando la noche exige valentía— el público se convierte en viento y el césped en destino. Aquí no se juega: se sobrevive, se avanza, se cree.

    No es casualidad que la memoria más reciente nos lleve a aquella remontada del Atlético de Madrid ante el Real Betis (2-1) en Liga F, un duelo que se inclinaba hacia la derrota hasta que el estadio decidió lo contrario. Una tarde en la que el Metropolitano rugió con la fiereza de las gestas y el Atlético volteó el marcador con uñas, dientes y algo más importante: fe.

    Esa remontada que lleva escrito el nombre de Marta Cardona, actualmente en el Parma de la Serie A italiana, no fue una victoria cualquiera, fue un mensaje para el futuro.


    Un recordatorio para España: en el Metropolitano, lo grande tiembla. Lo gigante cae y lo épico sucede.

    España llega a casa con un 0-0 que no define pero que prepara. Alemania demostrará su fortaleza, como siempre, y la actual campeona del mundo deberá encontrar el camino que en Kaiserslautern se negó entre botes y resbalones. Pero esta vez no habrá excusas, ni viento adverso, ni césped hostil: habrá grada, habrá nación y alma.

    Porque lo que en Kaiserslautern fue contención, en Madrid será volcán.
    Porque lo que allí fue inicio, aquí será eternidad.

    Pocos nombres pueden describir ese estadio con verdad y con huella. José Luis Sánchez Vera, arquitecto de una de las etapas más intensas del Atlético Femenino, conserva aún la vibración de ese hormigón que cambia el ánimo, de esa acústica que se mete en la piel. Habla del Metropolitano con propiedad, con emoción, con fidelidad a un templo que él dirigió desde la banda y que lo marcó para siempre. No habla como un entrenador más: habla como un hombre que ha visto de cerca cómo la mística se despliega sobre el césped.

    No se trata aquí de citarlo como si sus palabras fueran externas al relato —no—, sino de integrarlas al pulso mismo de esta crónica. Porque cuando él recuerda, el estadio respira. Cuando él pronuncia, España cree. Sánchez Vera expresó que jugar en el Metropolitano supone mucho más que actuar como local: es un factor emocional decisivo que puede impulsar al fútbol femenino y blindar su crecimiento, dijo con convicción editorial, con conocimiento profundo del terreno y del alma rojiblanca. Y cuando evocó su experiencia, confesó con orgullo limpio que tuvo el privilegio de dirigir allí al Atlético, como quien reconoce que pisó un escenario sagrado, imponente, capaz de erizar la piel incluso en el silencio prepartido.

    Sánchez Vera lo siente y lo transmite: el Metropolitano transforma. Él no lo analiza; lo reverencia. Lo respeta como se respeta lo mítico.
    Como se guarda lealtad a las cosas que te construyen.

    Y así, en la víspera de una final europea, sus palabras no son opinión: son una brújula que nos guía.

    La cita ya era poderosa y ahora es histórica porque puede durar noventa minutos o más.

    La Casa Real ha confirmado la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI en esta final trascendental. Y en un momento en que el deporte femenino reclama su espacio, su dignidad y su reconocimiento, la presencia del Rey no es un gesto protocolario: es una señal de respaldo firme, visible y sentido. Un símbolo de apoyo institucional que eleva aún más la magnitud del encuentro. Un mensaje claro al mundo: España cree en sus jugadoras, en su selección, en su futuro y el Jefe del Estado será testigo directo.

    Felipe VI, nuestro monarca, estará en el Metropolitano como primer seguidor de este equipo, como representación de una nación que se mueve unida cuando hay gesta en el horizonte. No es una anécdota: es un acto de presencia que honra, respalda y sostiene. Porque cuando el Rey se sienta en el palco, el encuentro deja de ser solo un partido. Se convierte en compromiso de país. Se convierte en memoria futura.

    La asistencia puede rozar el récord absoluto del fútbol femenino en España, sería preciosa la postal .

    Las gradas serán océano y la final un altar donde ellas, vestidas de rojo brillarán en el firmamento .

    Solo hay que imaginar la escena, que es sencillo, las jugadoras caminan por el túnel —respiración corta, mirada firme— y al salir ven el cielo rojo del Metropolitano latiendo. Suena el himno. El Rey observará desde el palco con la solemnidad y el respeto que merece la ocasión. Cincuenta, sesenta, quizá setenta mil gargantas empujan como si cada una fuese motor. Alemania enfrente. España en casa. El partido definirá a las campeonas, mientras que Europa lo mirará con envidia sana.

    Allí, bajo ese cielo rojo, España jugará por algo más que un trofeo.
    Jugará por un legado.
    Por una generación que ya no pide espacio: lo conquista.
    Por un país que cree, que empuja, que late unido.

    El Metropolitano será la llama.
    Sánchez Vera, el eco que inspira.
    El Rey, la presencia que honra.
    España, el corazón que arde.

    2 de diciembre de 2025 — Riyadh Air Metropolitano — 18:30 horario peninsular
    La final no está por jugarse, la final está por escribirse.
    Y el destino se escribe siempre donde la piel se eriza.

    Y cuando se hable del futuro del fútbol femenino en España, el Metropolitano será una de las primeras palabras pronunciadas. Porque este estadio no llega virgen a la historia: ya fue escenario, ya fue catedral, ya fue termómetro de una revolución. Aquí se jugó Liga F cuando aún muchos dudaban. Aquí se abrió camino. Aquí se enseñó al mundo que el fútbol femenino no cabía en recintos pequeños, que merecía grandes templos, grandes focos y grandes latidos.

    Cómo no recordar aquel 17 de marzo de 2019, cuando el Atlético de Madrid y el F.C. Barcelona reunieron en este mismo coliseo a 60.739 espectadores, un récord de asistencia para un partido de fútbol femenino en España que dio la vuelta al planeta y que aún se pronuncia con orgullo, como un antes y un después en la psique de todos y dejó el 0-2 de las azulgrana en un segundo plano, porque aquella mañana se demostró que este deporte no entiende de género, es mágico y maravilloso.

    (Fuente: “El Partido de Manu”)
    (Fuente: Diego Ruiz | Time Just)

    Ese día el Metropolitano no solo acogió un encuentro: proclamó un mensaje, uno capaz de cruzar fronteras y romper prejuicios. Una fecha que no se borra, que no se diluye, que permanece como huella fundacional.

    Desde entonces, la Liga F ha entrado y salido de aquí como quien visita su hogar más grande.

    El Madrid CFF, el Barça o el Betis, rivales de alto vuelo, partidos con tensión y brillantez. Cada vez que las jugadoras pisaron esta alfombra roja de césped, el estadio respondió con ovación y presencia. Cada encuentro fue un ladrillo colocado hacia este momento, cada noche fue preparación ante el gran salto. El Metropolitano ha sido espejo del crecimiento, cuna del ruido, prueba consciente de que el fútbol femenino ya no espera: avanza.

    Por eso, cuando España y Alemania salten al campo en esta final, no será un debut; será una culminación. El Metropolitano no solo verá historia: será su autor.

    Ninguna nación se define sólo por sus títulos. Se define por lo que inspira en la gente que viene detrás. Y si hoy hay niñas en cada barrio, en cada colegio, en cada campo de tierra, jugando con ilusión y convencidas de que pueden llegar a vestir la Roja… es porque las heroínas de 2023, de 2024, de 2025 y de todo lo que está por venir les abrieron el camino a golpe de talento y orgullo.

    España no sólo ganó un Mundial. España ganó futuro.
    Ganó autoestima.
    Ganó un lugar en el gran mapa del deporte universal.

    El fútbol femenino español ya no es la alternativa: es la referencia.
    Ya no es el sueño: es el camino.

    Que una final de la Liga de Naciones reúna a más de 45.000 personas es un gesto de modernidad deportiva, pero también de identidad nacional. El Metropolitano no será sólo un estadio: será un grito común.
    Un canto a un deporte que ha dejado de pedir permiso y ahora exige su sitio.

    Porque cuando España se juega algo —sea una clasificación, un amistoso o un simple encuentro de preparación— lo hace con alma de campeón. Y su gente lo sabe. Lo siente y acude en masa, con una dosis muy elevada de orgullo.

    El fútbol femenino español ya no se mira desde arriba ni desde fuera. Se vive desde dentro. Se vive desde la piel y se siente como un deber patriótico.

    Fiamma Benítez, madrileña adoptiva del Metropolitano, representa al espíritu de la lucha diaria, del talento que arde, de la entrega sin excusas.
    Vicky López simboliza el genio precoz, la elegancia, la creatividad que España siempre soñó con tener.

    Dos jugadoras jóvenes, dos banderas en movimiento, dos orgullos nacionales.
    Están en los actos oficiales porque ellas ya son España.

    Pero junto a ellas están Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso o Mapi León, custodiando la bandera rojigualda con valor .

    Y detrás de todas nuestras heroínas, millones de españoles que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa.

    Cuando Claudia Zornoza dice que “mereció la pena”, no habla de un torneo.
    Habla de una vida dedicada a un sueño.
    Habla de entrenar en campos vacíos y ver ahora estadios repletos.
    Habla de una generación que empujó para que las niñas no tuvieran que pedir permiso para jugar.

    Lo que ellas hicieron —las que estuvieron antes, las que batallaron sin focos— fue un acto patriótico.
    Un servicio al país.
    A la sociedad.
    A la igualdad.
    Al deporte.

    Si hoy España puede presumir de ser potencia es porque ellas soñaron en pleno silencio. Y porque las niñas que juegan hoy lo hacen ya sin miedo al que dirán.

    España está construyendo un patriotismo sano, deportivo, moderno.
    Un patriotismo que no excluye: inspira.
    Que no divide: une.
    Que no se grita contra nadie: se grita por todas.

    Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será sólo un equipo representando a un país.
    Será un país representándose a sí mismo.

    Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea tratado como una categoría menor.
    Un país que exige respeto, visibilidad, inversión, voz.
    Un país que se ha enamorado de su equipo, de sus jugadoras, de su estilo, de su coraje.

    Y sí, un país que siente orgullo patrio cuando ve a España ganar, competir o simplemente aparecer en el césped con la camiseta roja.

    Los 45.000 aficionados que ya han llenado más de medio Metropolitano no van a ver un partido.
    Van a participar en un movimiento.

    España está despertando una pasión colectiva que ya no tiene vuelta atrás.
    El fútbol femenino es ya un símbolo de modernidad, progreso, igualdad y orgullo nacional.

    Porque cuando una niña de 6 años se pone la camiseta de la Selección y dice “yo quiero ser como ellas”, España gana.
    Cuando una familia entera compra entradas para ver a la Roja, España gana.
    Cuando un estadio entero canta el himno y se abraza para apoyar a nuestras jugadoras, España gana.

    Y cuando nuestras futbolistas miran a la grada y ven ese océano rojo… España gana, aunque el marcador diga otra cosa.

    Habrá un país mirándose al espejo y gustándose.
    Habrá un país que se reconoce en sus mujeres.
    Habrá un país que dice: “Estamos aquí. Hemos llegado y no nos iremos nunca.”

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos.”

    Este partido importa porque EXPRESA algo.
    Porque DEFIENDE algo.
    Porque CELEBRA algo.
    Porque PROMETE algo.

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos,creemos y apostamos.”

    Que ruja el Metropolitano.
    Que avance la Roja.
    Que el país se encienda.
    Y que el mundo tome nota:
    España ya es potencia. Y ya es orgullo.
    La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y su nombre es España.

    El fútbol femenino en España ya no es una promesa. Es una certeza. Es una identidad. Es una bandera que flamea con la misma fuerza que el orgullo de un país que ha aprendido —por fin— a reconocerse en la grandeza de sus mujeres. Este martes 25 de noviembre, en Madrid, la Real Federación Española de Fútbol confirmó un dato que no es una cifra más: más de 45.000 entradas vendidas para el encuentro entre España y Alemania en el Estadio Metropolitano.
    Cuarenta y cinco mil motivos para creer. Cuarenta y cinco mil voces que ya resuenan antes de que el balón eche a rodar.


    Un estadio que ya entendió el poder de este deporte, que ya abrió sus puertas para que la Liga F respirara grandeza, ahora servirá como trono para la coronación continental.

    Porque si hay un lugar para cerrar un ciclo que empezó aquel 17 de marzo de 2019 en un Atlético de Madrid 0-2 Barcelona, si hay un escenario nacido para albergar finales, para alzar títulos y convertir noches en memoria eterna, es este.
    El templo que un día batió récords.
    El hogar donde la Liga F empezó a volverse gigante.

    (Fuente: RFEF)


    El estadio donde España puede tocar la gloria está presto para dejar en evidencia ese viejo dicho que reza que el fútbol es un deporte de 11 contra 11 y siempre gana Alemania.

    🔜 𝙉𝙀𝙓𝙏 𝙂𝘼𝙈𝙀

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 España 🇪🇸 🆚 Alemania 🇩🇪🔥

    ✨ La final ✨

    📅 Martes, 2 de diciembre de 2025

    ⏰ 18:30 horario peninsular

    📺 La 1 de RTVE

    🫶 Matchday 2 | Dia de partido

    🏟️ Riyadh Air Metropolitano, Madrid

    (Fuente: “El Partido de Manu”)
  • La crónica | Valioso empate en Kaiserslautern

    (Fuente: UEFA)

    🟨 Empate sin goles en la ida de la final de la UEFA Women’s Nations League 2025. Alemania fue superior, pero Cata Coll estuvo imperial en la portería española. Todo se decidirá el martes en Madrid.

    La previa|

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    Hubo un día —febrero de 2024, La Cartuja, el cielo abierto sobre Sevilla— en que se rompieron las costuras del fútbol femenino mundial. Aquel día, en su primera edición, las campeonas del mundo levantaron el trofeo de la Nations League frente a Francia, y con él levantaron también un nuevo capítulo de oro para la historia. España tocó el cielo, lo sostuvo, y desde entonces camina sin vértigo. Porque esta generación no se sacia, no se conforma, no deja de superar fronteras. Ganaron entonces. Y hoy, casi un latido después, vuelven a estar aquí, bajo el mismo estandarte y con la misma ambición: el desafío de revalidar un título que solo las mejores son capaces de defender.

    España regresa a una final. Regresa al filo donde se define la grandeza.
    La final ya no es un único día: es un relato a doble página.
    Primera parte hoy, 20:30h, Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern.
    Segunda parte, 2 de diciembre de 2025, Estadio Metropolitano, Madrid.
    Solo entonces —y solo allí— el título será definitivo.
    Hoy apenas se levanta el telón de un título que se decide en el Metropolitano.

    En territorio alemán aguarda un coloso dormido, herido por los nueve años sin coronas y por las semifinales de la EURO Suiza 2025, donde Aitana Bonmatí clavó un gol en la prórroga que reescribió los libros y giró el peso de la historia hacia el bando español. Alemania, reina absoluta durante dos décadas, interrumpida, cuestionada, orgullosa, exige respeto.
    Y lo tendrá.
    Sonia Bermúdez lo advirtió con la claridad de quien respira fútbol: “
    “Nos va a exigir muchísimo. Uno de los partidos más grandes que se pueden jugar ahora mismo. Se decidirá por detalles”.
    La seleccionadora sabe que esta batalla no termina hoy.
    Sabe que Madrid espera —que la vuelta será un rugido.
    Y aun así, quiere ganar ya.
    Porque cada detalle cuenta.
    Porque cada golpe marca el camino.
    Y desea algo más: que el Metropolitano reviente. Que 70.000 almas ardan para el cierre. Que España regrese con ventaja para culminar el título en casa. Ese es el sueño. Ese es el plan.
    Alemania llega invicta a esta final a doble partido contra España. Se deshizo en semifinales de Franciadespués de una primera fase en la que lideró un grupo con Países Bajos, Austria y Escocia, saldada con 5 victorias y un empate antes las neerlandesas. Españatambién obtuvo 5 victorias en su grupo con Inglaterra, Bélgica y Portugal pero cayó con las británicas en su visita a Wembley.

    España llega convertida en un fenómeno competitivo sin precedentes: dos finales en 124 días, tres finales internacionales desde 2023, un Mundial ganado, y la sensación —real, palpable, histórica— de que viviríamos cien años y no volveríamos a ver algo así.
    Olga Carmona lo resumió con la naturalidad de quien ya ha escrito un gol eterno:
    “Sabéis nuestra ambición. Mañana queremos ganar y si Dios quiere, levantar la copa allí”.
    Esta es también la final del relevo y de la valentía.
    Sonia Bermúdez, campeona con la Sub-19 en 2023 y 2024, afronta su primer título como seleccionadora absoluta. Y no lo hace con miedo: lo hace con convicción.
    Convocó a Edna Imade, ocho goles en Liga F, debutante, imparables sensaciones. Convocó a Clara Serrajordi, talento puro del Barça que ocupa el hueco que deja Patri Guijarro, lesionada. No estarán tampoco Salma Paralluelo, ni su desborde rompepartidos, pero sí Athenea del Castillo, sí Leila Ouahabi, sí carácter, sí sangre caliente. Sangre de final.

    La Mannschaft llega incompleta pero jamás inofensiva. Sin Lena Oberdorf —rotura de cruzado— pierde equilibrio. Sin Lea Schüller por motivos personales, Christian Wück reajusta su tablero en un acto final contrarreloj. Pero Alemania nunca se apaga: entra Lina Dallmann, sube el pulso, y sobre todo se mantiene vigente Klara Bühl, fútbol total.
    4 goles, 10 asistencias en Bundesliga.
    3 goles, 3 asistencias camino a la final.
    Es la amenaza.
    La pieza a desactivar.
    El grito de alerta para la defensa española.
    Porque Alemania recuerda su bronce olímpico frente a España en París 2024. Porque ganó por un penalti de Giulia Gwinn, porque duele todavía. Porque quiere revancha y quiere volver a reinar.
    Alemania, 22 años de dominio, 6 Eurocopas consecutivas, 8 en total.
    España, revolución reciente, Mundial 2023, puerta de acero destrozada.
    Un siglo de tradición contra una historia que apenas comienza y ya arde.
    En Madrid —y solo en Madrid— se escribirá el final.
    Allí, en el Metropolitano, que una vez llevó 60.739 personas a un Atleti–Barça inolvidable, la Selección jugará su primer partido en ese escenario monumental. La última palabra, el último pase, el último aliento de esta final ocurrirá en España. Y si las de Bermúdez lo firman, será el tercer título de su historia.

    Pero para llegar al día de la verdad,
    hay que sobrevivir a esta primera noche.
    España vuelve a empezar donde ya fue campeona.
    A un paso del destino, con una final que no termina hoy.
    Porque esta es solo la primera página del último capítulo.
    El 2 de diciembre de 2025 —Madrid— decidirá quién levanta la copa.
    Pero esta noche, en Kaiserlautern, se escribe el prólogo del triunfo o de la batalla más dolorosa.
    La historia vuelve a rodar.
    La pelota vuelve a mandar.
    “La Roja” vuelve a reinar o a resistir.
    hay un sólo rincón donde no se viva y se sienta la pasión por España, por esta familia de futbolistas que sigue haciendo historia y demostrando que no hay retos imposibles con su tesón, su esfuerzo, su trabajo y su calidad profesional y también humana. Esta última la han mostrado hoy cinco de sus integrantes con decenas de aficionados que se han acercado hasta su hotel de concentración en Viernheim para compartir con ellas un ratito de conversación, fotografías, firmas y sobre todo muchísima emoción.

    Entre los fans del equipo nacional aquí en Alemania se han dado cita niños y niñas hijos de familias de oficiales del Ejército del Aire y del Espacio de España destacados en una base aérea de Rammstein. Al mando del Coronel José Enrique Hernández Medel, hoy la misión ha sido bien distinta: conseguir el autógrafo de su jugadora favorita e intercambiar consejos, risas y anécdotas.
    A pesar de la mañana gris, fría y lluviosa con la que se ha despertado la Selección en territorio alemán, Irene, Leila, Clara, Adriana y Athenea han recibido el calor de estos seguidores para transmitírselo a todo el equipo antes del importante partido de esta noche: la ida de la final de la UEFA Women’s Nations League. No es una cita cualquiera y tampoco ha sido un meet&greet cualquiera porque los aficionados lo sabían y han estado a la altura en los ánimos y el aliento ofrecido a las campeonas del Mundo, de la Nations League, subcampeonas de Europa y número 1 del ranking FIFA.
    El primer episodio comienza ahora.
    El final espera en casa, en definitiva, todo empieza en germania, pero escribirá su último capítulo, quizás el más importante, en el Metropolitano.

    El duelo al detalle |

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    🔜 𝙉𝙀𝙓𝙏 𝙂𝘼𝙈𝙀

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

    🏟️ Fritz-Walter Stadion, Kaiserslautern

    Los onces |

    La Selección Española empató ante Alemania (0-0) en la ida de la final de la Nations League. Cata Coll fue salvadora bajo palos, e Irene Paredes evitó un gol en la línea. Edna Imade debutó con la Roja. El martes 2 de diciembre a las 18:30h, las de Sonia Bermúdez se jugarán el título en el Metropolitano

    La noche en la que el fútbol se jugó al borde del colapso, con la lluvia como banda sonora y el miedo como marcador invisible. Alemania rugió, golpeó, perdonó. España resistió. España respiró. España sigue viva.

    Había algo en el gesto de Christian Wück antes de que rodara el balón. Algo de determinación militar, de plan trazado con regla y escuadra. Alemania no salió a probar, salió a imponer. El guion era claro: posesión dominante, presión alta, abismo constante al primer error rival. Y España —acostumbrada al toque y la pausa, a la seguridad de la pelota como abrigo— sintió, desde el segundo uno, que el terreno era enemigo.

    Las transiciones alemanas fueron cuchillas. Klara Bühl, eléctrica y feroz, corría como si el área rival fuese un destino inevitable. Nicole Anyomi era viento huracanado desde el perfil contrario. Ambas convirtieron las bandas españolas en un campo minado. Cada conducción llevaba olor a gol; cada centro era un pequeño terremoto. Irene Paredes y Cata Coll jugaban al límite, multiplicándose, cerrando huecos que se abrían como grietas bajo la lluvia. Hubo una acción —una sola, decisiva— en la que Cata se lanzó como quien salva una patria entera. Alemania mordía. España sufría. Y aún así seguía 0-0.

    La Selección Española se vio desbordada, desconectada, incómoda. Las pérdidas en zona de riesgo dolían, lentas como un castigo. La salida limpia parecía utopía. Ona Batlle vivió un primer acto de supervivencia pura: metros y metros repitiendo el mismo combate, como en un bucle de tormenta. España apenas podía juntar pases; Alemania era un tren sin frenos.

    Árbitra principal: Iuliana Demetrescu. Amonestó a Jule Brand por parte de Alemania, y a Laia Aleixandri por España.

    Y entonces, casi sin querer, la memoria trajo un retazo de dolor antiguo. Japón 2023. Aquel 4-0 que dejó cicatrices. Por primera vez desde aquella noche, España se sintió pequeña. Se sintió mortal. Y lo mejor del marcador no era la igualdad… era que seguía virgen.

    Las 22 futbolistas se marcharon al vestuario con un silencio que sonaba a sentencia aplazada. 45 minutos jugados. El partido aún intacto. Pero la sensación era inequívoca: Alemania estaba por encima. Y España, simplemente, aguantaba.

    Algo cambió tras el descanso. La España que salió del vestuario tenía otra mirada. Más fija. Más firme. Más valiente. Empezaron a aparecer los pases filtrados, los apoyos entre líneas, los movimientos coordinados. Alexia Putellas reclamó la pelota como quien reclama su corona. Esther González olió el área, buscó a las centrales, ganó duelos.

    Primero fue Alexia, con un latigazo seco, rasante, ajustado al palo, que dejó temblando a la afición alemana y helado el aliento del estadio. Poco después, Esther ganó un metro en el aire y estampó un testarazo en el larguero que resonó como un trueno sobre el cielo plomizo. España había cambiado la narrativa.

    Lejos de amedrentarse, Alemania reaccionó como lo hacen los grandes animales cuando los tocas en el orgullo: se retorció, enseñó los dientes y lanzó dentelladas al corazón del partido.

    Anyomi, en una transición vertiginosa, se plantó ante las centrales españolas, pero Paredes y Laia Codina —imperiales— la encerraron como si fuera un ave que entra en una jaula de acero.

    La tormenta alemana continuó. Bühl botó un córner que surcó el área pequeña sin que nadie lo empujara. Klara, en otra embestida, sacó un derechazo desde la frontal que impactó en el poste con una violencia que retumbó en toda la grada. Luego llegó el turno de Brand, cuyo centro-chut se estrelló en el travesaño como si el cielo decidiera también participar en la épica del encuentro.

    Wück ni Sonia Bermúdez querían mover ficha antes de tiempo. Los dos entrenadores gestionaron los cambios como si fuera una final de 1960, de esas de blanco y negro, de las que tenían partido de vuelta y donde cada sustitución era un acto solemne.

    Sonia introdujo primero a una incisiva Eva Navarro, luego a a la siempre vertical Athenea y a Maite Méndez, y remató la faena dando la alternativa a Imade, que debutó con el doce a la espalda para cumplir el sueño que tantas veces le había quitado el sueño.

    Alemania respondió con músculo, con oficio, con piernas frescas. Más vértigo, más centros, más golpes.

    El campo, pesado por la lluvia, se convirtió en un tablero donde cada jugadora tenía que pensar dos veces y correr tres. El miedo a perder congeló el partido. Cada pase pesaba el doble. Cada pérdida era un abismo. Las ocasiones llegaron a cuentagotas.

    La más clara antes del cierre fue un balón dividido que obligó a Cata Coll a salir del área, a lo Neuer, a cortar el desmarque de Bühl. El rechace cayó en los pies de Martínez, que probó desde la distancia. Su disparo se fue desviado y dio una vida extra a las visitantes.

    Cuando la árbitra marcó el final, el silencio duró un segundo que pareció un siglo. Un respiro colectivo. Una tregua temporal. Nadie —ni en rojo ni en blanco— sabía si había ganado algo o lo había perdido.

    Pero España salió viva. Y a veces, en campo enemigo, sobrevivir es lo mismo que vencer.

    Porque este empate sin goles no habla de debilidad, sino de oficio. De saber sufrir. De remar cuando las piernas pesan, cuando el campo resbala, cuando tu rival es una locomotora histórica que no entiende de descansos.

    España, la campeona de Europa, demostró que también sabe defender su corona desde el barro. Que no solo gana desde la armonía técnica, sino desde el sudor, desde el sacrificio, desde esa épica silenciosa que separa a las selecciones buenas de las naciones eternas.

    Firmó algo más valioso:
    una declaración de que la campeona puede sangrar, sí, pero no cae.

    📋 Ficha técnica |

    Alemania: Ann-Katrin Berger; Giulia Gwinn, Janina Minge, Rebecca Knaak, Franziska Kett; Elisa Senss (Kathrian Hendrich 90+2’), Sjoeke Nusken; Selina Cerci (Alara Sehitler 69’), Jule Brand, Klara Bühl; Nicole Anyomi (Shekiera Martínez 73’).

    España: Cata Coll; Ona Batlle, Irene Paredes, Mapi León (María Méndez 77’), Olga Carmona; Laia Aleixandri, Aitana Bonmatí (Athenea del Castillo 77’), Alexia Putellas; Claudia Pina (Eva Navarro 63’), Esther González (Edna Imade 86’) y Mariona Caldentey.

    Goles: No hubo

    Incidencias | Final de la UEFA Women’s Nations League, partido de ida

    Estadio | Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern, Alemania sobre una superficie de hierba natural.

    Vídeo |

  • La previa |Alemania vs España

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    ▶️ PRIMERA BATALLA, LA CARTA QUE ABRE UNA FINAL INFINITA.

    Hubo un día —febrero de 2024, La Cartuja, el cielo abierto sobre Sevilla— en que se rompieron las costuras del fútbol femenino mundial. Aquel día, en su primera edición, las campeonas del mundo levantaron el trofeo de la Nations League frente a Francia, y con él levantaron también un nuevo capítulo de oro para la historia. España tocó el cielo, lo sostuvo, y desde entonces camina sin vértigo. Porque esta generación no se sacia, no se conforma, no deja de superar fronteras. Ganaron entonces. Y hoy, casi un latido después, vuelven a estar aquí, bajo el mismo estandarte y con la misma ambición: el desafío de revalidar un título que solo las mejores son capaces de defender.

    España regresa a una final. Regresa al filo donde se define la grandeza.

    La final ya no es un único día: es un relato a doble página.
    Primera parte hoy, 20:30h, Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern.
    Segunda parte, 2 de diciembre de 2025, Estadio Metropolitano, Madrid.

    Solo entonces —y solo allí— el título será definitivo.
    Hoy apenas se levanta el telón de un título que se decide en el Metropolitano.

    En territorio alemán aguarda un coloso dormido, herido por los nueve años sin coronas y por las semifinales de la EURO Suiza 2025, donde Aitana Bonmatí clavó un gol en la prórroga que reescribió los libros y giró el peso de la historia hacia el bando español. Alemania, reina absoluta durante dos décadas, interrumpida, cuestionada, orgullosa, exige respeto.
    Y lo tendrá.

    Sonia Bermúdez lo advirtió con la claridad de quien respira fútbol: “
    “Nos va a exigir muchísimo. Uno de los partidos más grandes que se pueden jugar ahora mismo. Se decidirá por detalles”.

    La seleccionadora sabe que esta batalla no termina hoy.
    Sabe que Madrid espera —que la vuelta será un rugido.
    Y aun así, quiere ganar ya.
    Porque cada detalle cuenta.
    Porque cada golpe marca el camino.

    Y desea algo más: que el Metropolitano reviente. Que 70.000 almas ardan para el cierre. Que España regrese con ventaja para culminar el título en casa. Ese es el sueño. Ese es el plan.

    Alemania llega invicta a esta final a doble partido contra España. Se deshizo en semifinales de Franciadespués de una primera fase en la que lideró un grupo con Países Bajos, Austria y Escocia, saldada con 5 victorias y un empate antes las neerlandesas. Españatambién obtuvo 5 victorias en su grupo con Inglaterra, Bélgica y Portugal pero cayó con las británicas en su visita a Wembley.

    España llega convertida en un fenómeno competitivo sin precedentes: dos finales en 124 días, tres finales internacionales desde 2023, un Mundial ganado, y la sensación —real, palpable, histórica— de que viviríamos cien años y no volveríamos a ver algo así.

    Olga Carmona lo resumió con la naturalidad de quien ya ha escrito un gol eterno:

    “Sabéis nuestra ambición. Mañana queremos ganar y si Dios quiere, levantar la copa allí”.

    Esta es también la final del relevo y de la valentía.
    Sonia Bermúdez, campeona con la Sub-19 en 2023 y 2024, afronta su primer título como seleccionadora absoluta. Y no lo hace con miedo: lo hace con convicción.

    Convocó a Edna Imade, ocho goles en Liga F, debutante, imparables sensaciones. Convocó a Clara Serrajordi, talento puro del Barça que ocupa el hueco que deja Patri Guijarro, lesionada. No estarán tampoco Salma Paralluelo, ni su desborde rompepartidos, pero sí Athenea del Castillo, sí Leila Ouahabi, sí carácter, sí sangre caliente. Sangre de final.

    La Mannschaft llega incompleta pero jamás inofensiva. Sin Lena Oberdorf —rotura de cruzado— pierde equilibrio. Sin Lea Schüller por motivos personales, Christian Wück reajusta su tablero en un acto final contrarreloj. Pero Alemania nunca se apaga: entra Lina Dallmann, sube el pulso, y sobre todo se mantiene vigente Klara Bühl, fútbol total.

    4 goles, 10 asistencias en Bundesliga.
    3 goles, 3 asistencias camino a la final.

    Es la amenaza.
    La pieza a desactivar.
    El grito de alerta para la defensa española.

    Porque Alemania recuerda su bronce olímpico frente a España en París 2024. Porque ganó por un penalti de Giulia Gwinn, porque duele todavía. Porque quiere revancha y quiere volver a reinar.

    Alemania, 22 años de dominio, 6 Eurocopas consecutivas, 8 en total.
    España, revolución reciente, Mundial 2023, puerta de acero destrozada.
    Un siglo de tradición contra una historia que apenas comienza y ya arde.

    En Madrid —y solo en Madrid— se escribirá el final.
    Allí, en el Metropolitano, que una vez llevó 60.739 personas a un Atleti–Barça inolvidable, la Selección jugará su primer partido en ese escenario monumental. La última palabra, el último pase, el último aliento de esta final ocurrirá en España. Y si las de Bermúdez lo firman, será el tercer título de su historia.

    Pero para llegar al día de la verdad,
    hay que sobrevivir a esta primera noche.

    España vuelve a empezar donde ya fue campeona.
    A un paso del destino, con una final que no termina hoy.
    Porque esta es solo la primera página del último capítulo.

    El 2 de diciembre de 2025 —Madrid— decidirá quién levanta la copa.
    Pero esta noche, en Kaiserlautern, se escribe el prólogo del triunfo o de la batalla más dolorosa.

    La historia vuelve a rodar.
    La pelota vuelve a mandar.
    “La Roja” vuelve a reinar o a resistir.

    hay un sólo rincón donde no se viva y se sienta la pasión por España, por esta familia de futbolistas que sigue haciendo historia y demostrando que no hay retos imposibles con su tesón, su esfuerzo, su trabajo y su calidad profesional y también humana. Esta última la han mostrado hoy cinco de sus integrantes con decenas de aficionados que se han acercado hasta su hotel de concentración en Viernheim para compartir con ellas un ratito de conversación, fotografías, firmas y sobre todo muchísima emoción.

    Entre los fans del equipo nacional aquí en Alemania se han dado cita niños y niñas hijos de familias de oficiales del Ejército del Aire y del Espacio de España destacados en una base aérea de Rammstein. Al mando del Coronel José Enrique Hernández Medel, hoy la misión ha sido bien distinta: conseguir el autógrafo de su jugadora favorita e intercambiar consejos, risas y anécdotas.

    A pesar de la mañana gris, fría y lluviosa con la que se ha despertado la Selección en territorio alemán, Irene, Leila, Clara, Adriana y Athenea han recibido el calor de estos seguidores para transmitírselo a todo el equipo antes del importante partido de esta noche: la ida de la final de la UEFA Women’s Nations League. No es una cita cualquiera y tampoco ha sido un meet&greet cualquiera porque los aficionados lo sabían y han estado a la altura en los ánimos y el aliento ofrecido a las campeonas del Mundo, de la Nations League, subcampeonas de Europa y número 1 del ranking FIFA.

    El primer episodio comienza ahora.
    El final espera en casa, en definitiva, todo empieza en germania, pero escribirá su último capítulo, quizás el más importante, en el Metropolitano.

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    (Fuente: “El Partido de Manu”)

  • Alemania vs España: La final de la Liga de Naciones Femenina que definirá una era

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    🟦 El fútbol femenino europeo alcanza su cima de tensión y emoción: España y Alemania se enfrentan en la final de ida de la Liga de Naciones Femenina, un choque que promete quedar grabado en la historia de la competición. Más que un partido, este duelo es un enfrentamiento de estilos, generaciones y ambiciones. 

    (Fuente: RFEF)

    El fútbol femenino europeo alcanza su punto álgido de emoción y tensión. España y Alemania se enfrentan en la final de ida de la Liga de Naciones Femenina, un duelo que no solo definirá quién da el primer paso hacia el título, sino que servirá para escribir un capítulo dorado en la historia de ambas selecciones. Este enfrentamiento enfrenta a dos estilos, generaciones y ambiciones: la España de la nueva era dorada frente a la Alemania de la experiencia y la tradición.

    La selección española llega a la cita tras una trayectoria espectacular. Desde la histórica Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda 2023 hasta la consolidación en torneos internacionales, España ha demostrado un estilo de juego reconocible y eficaz: posesión, verticalidad precisa y presión asfixiante.

    Con jugadoras como Alexia Putellas, Aitana Bonmatí y Ona Battle, “La Roja” combina talento individual y trabajo colectivo, generando un fútbol capaz de desafiar cualquier pronóstico.

    Alemania, por su parte, es sinónimo de consistencia y disciplina. La Mannschaft llega con hambre de gloria, consciente de que su legado histórico como potencia del fútbol femenino europeo está en juego. Con veteranas como Dzsenifer Marozsán, Alexandra Popp y Lena Oberdorf, y la irrupción de jóvenes talentos, Alemania combina experiencia y velocidad en ataque, junto a una defensa sólida y organizada que ha sido su sello durante décadas.

    La final promete ser un choque de estilos: España buscará dominar la posesión, triangular en campo contrario y generar superioridades por las bandas, con presión alta para incomodar la salida alemana y provocar errores que puedan convertirse en ocasiones claras. Alemania, en cambio, apostará por compactación defensiva, paciencia y eficacia en el contragolpe, aprovechando cualquier despiste español. La intensidad física y la capacidad de cerrar espacios será determinante para neutralizar la creatividad de las jugadoras españolas.

    Históricamente, Alemania ha dominado la mayoría de los enfrentamientos directos, especialmente en categorías inferiores y en fases finales de Eurocopas. Sin embargo, España ha crecido exponencialmente y llega con la confianza de quien sabe que el futuro es suyo. Este duelo no es solo un partido; es una prueba de evolución: la vieja guardia alemana frente a la España moderna, experimentada y ambiciosa.

    En cuanto a jugadoras clave, España se encomienda a Alexia Putellas, cerebro y corazón del equipo, capaz de cambiar el curso del partido con su visión y precisión; Aitana Bonmatí, equilibrio táctico y creatividad; Fiamma Benítez, el desequilibrio de Jenni Hermoso y Patri Guijarro, pasando por la llegada desde segunda línea de Claudia Pina y la capacidad de Edna Imade en los momentos decisivos.

    Alemania confía en la magia de Dzsenifer Marozsán, la eficacia aérea de Alexandra Popp, el pulmón de Lena Oberdorf y la proyección ofensiva de Giulia Gwinn.

    cuanto a estadísticas recientes, España llega con 6 victorias y 1 empate en sus últimos 7 encuentros de la Liga de Naciones, mientras que Alemania se mantiene invicta en sus últimos 8 partidos, destacando por su solidez defensiva y eficacia ofensiva. Ambos equipos promedian más de 2 goles por encuentro, lo que anticipa un choque intenso y lleno de ocasiones.

    Más allá de la táctica, el factor emocional será crucial. España busca demostrar que su fútbol no solo es prometedor, sino capaz de dominar a cualquier gigante europeo, mientras que Alemania pretende reafirmar que su experiencia y tradición siguen siendo sinónimo de éxito. Cada balón, cada pase y cada disparo tendrán un peso histórico, convirtiendo la ida en un capítulo crucial para la final.

    Se espera un partido de titanes, lleno de intensidad, estrategia y talento individual, donde cada acción puede decidir el rumbo de la eliminatoria.

    La ida servirá para marcar territorio, plantar bandera en la historia de la competición y enviar un mensaje claro: el título no se regala, se lucha hasta el último minuto.

    La grada vibrará, el estadio latirá y ambos equipos pondrán el corazón sobre el césped. España y Alemania, tradición y futuro, garra y talento, cara a cara en busca de la gloria europea. La cuenta atrás ha terminado: el momento es ahora.

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    (Fuente: RFEF)
  • Reportaje | A 24 HORAS DE LA GRAN FINAL DE LA LIGA DE NACIONES: ALEMANIA vs ESPAÑA

    (Fuente: UEFA)

    🟣 España está a veinticuatro horas de intentar el golpe definitivo en Alemania. La Liga de Naciones llega a su cima con una final que huele a historia, a vértigo y a destino, y la selección de Sonia Bermúdez aterriza en Kaiserslautern dispuesta a dejar una huella que trascienda al resultado. Con un once casi intocable, con el talento encendido y la ambición afilada, “La Roja” se prepara para desafiar al acero alemán en una ida que puede abrir las puertas del título. Aquí empieza la cuenta atrás del sueño.

    (Fuente: RFEF)

    Kaiserslautern respira fútbol. En cuestión de horas, Alemania y España se mirarán a los ojos bajo una noche fría que promete ser ardiente en intensidad, presión y legado. Una final así no se juega todos los días. Una final así se sueña, se construye, se respira durante semanas, y ahora, a menos de veinticuatro horas para el pitido inicial, el planeta fútbol sabe que algo grande está por suceder.

    España viaja a territorio alemán con un objetivo cristalino: dar el primer golpe en la ida y encaminar un título que encajaría en su vitrina con el brillo de lo histórico. Sonia Bermúdez no especulará. No puede. No se permite. Este es el momento en el que solo cabe la excelencia, el vértigo del talento y la valentía de competir sin red.

    La Selección Española de Fútbol llega con una estructura reconocible, una base que sostiene el juego como una arquitectura segura, firme. Habrá una ausencia notable, sí: Patri Guijarro, lesionada en el escafoides del pie derecho. Un vacío. Pero en fútbol, donde hay un hueco siempre nace una solución, y ahí aparece Laia Aleixandri, como tantas veces, como casi siempre. Polivalente. Fiable. Precisa. Sin ruido, con jerarquía.

    Cata Coll, en la portería, llega con la confianza alta tras un Clásico memorable, con paradas que explican por qué nadie discute su titularidad. Bajo palos manda ella. Tiene reflejos, frialdad, intuición; cualidades que se vuelven esenciales en noches de final, cuando un segundo puede reescribir la historia.

    La defensa no genera debate:Ona Batlle — electricidad de banda, motor inacabable. Olga Carmona — jerarquía y memoria de goles eternos. Mapi León & Irene Paredes (C) — la roca que sostiene, el muro que ordena.

    La medular será templo. Será cerebro. Será mando: Aleixandri, equilibrando.

    Aitana, dictando. Alexia, recordando que el fútbol también se baila.

    Y arriba… el debate. El único. El dulce dilema que sonríe la entrenadora: ¿quién será la nueve?

    Lo lógico —lo que todo apunta— es Esther González. Campeona de la NWSL con Gotham por segundo año consecutivo, goleadora de instinto voraz, recuperada ya de las molestias que le apartaron del último llamado. Aunque llegó un día más tarde por el viaje, todo huele a que será titular.

    A sus costados:Mariona Caldentey, indiscutible. Claudia Pina, en estado poético con el gol.

    La variante aparece solo si la punta se modifica: Vicky López, Alba Redondo, Martín-Prieto… una constelación de alternativas que más que duda, es riqueza.

    Frente a Suecia, en La Rosaleda, la Selección brilló como nunca: ritmo, precisión, asociación. Ese partido no fue victoria: fue exhibición. Bermúdez lo sabe. Y por eso no tocará mucho lo que funciona. Las finales no piden inventos; piden convicción.

    Kaiserslautern huele a acero, y del otro lado espera un gigante que no pestañea. Alemania no concede espacios, no ofrece regalos; hay que arrancárselos. Es una selección que exige paciencia y filo al mismo tiempo, que endurece cada metro del campo.

    Pero España tiene algo que el mundo ya reconoce: fútbol.Y ahora tiene, además, hambre.

    Edna Imade — La sonrisa como arma, la intuición como filo

    Hay jugadoras que se explican con números. Con porcentajes. Con cartografías del movimiento.

    Pero Edna Imade no cabe en una estadística.

    Quien la ha visto entrenar no recuerda primero los goles, sino la atmósfera que nace de ella. Es sonrisa, pero no una sonrisa amable: es una brújula. Una luz que desata calma donde hay tensión, claridad donde hay presión.

    No se entrena eso. No se calcula en datos, solo siente.

    En un vestuario, Edna es un termómetro emocional. Cuando el nervio aprieta, lo afloja. Cuando pesa la responsabilidad, ella la convierte en juego. Hay liderazgo que se grita, pero el suyo se contagia. Silencioso. Profundo. Determinante.

    Y debajo de ese gesto dulce vive una competidora fiera.

    Una delantera que no negocia el esfuerzo y que muerde cada balón dividido. Granada la vio transformarse: de extremo eléctrico a delantera total. De chispa a puñal. De desborde a sentencia.

    Cambiar de rol no es cambiar de posición. Es renacer y Edna lo hizo.

    Ahora España la observa como tesoro. Como posibilidad. Como arma secreta para un partido que exigirá astucia y valentía. Alemania teme lo previsible. Lo controlable. Lo estructurado. Pero ¿cómo marcas lo que es sorpresa?

    ¿Cómo te preparas para una sonrisa que anuncia riesgo?

    Edna es esa grieta en el plan rival.

    Ese desmarque que rompe líneas.

    Esa jugadora que aparece donde no estaba prevista.

    Y si Bermúdez decide soltarla, Alemania tendrá un problema que aún no ha ensayado.

    Olímpico de Kaiserslautern será un volcán.

    España llega con un once casi dibujado, con la ambición limpia, con talento que desborda y una identidad que ya nadie discute. Hay un muro al frente, sí. Pero también hay una puerta. Y a veces basta un gesto para cruzarla.

    Un pase de Alexia se marida con un giro de Aitana.

    Una diagonal de Mariona o un balón que cae en el área y —quién sabe—

    Y tal vez la sonrisa de Edna Imade, convertida en gol.

    Mañana no se juega solo un título. Mañana España se mira al espejo para descubrir quién es.

    Y la historia, que nunca perdona el miedo, quizá recuerde este día como el primero que anunció un nuevo país campeón.

    Estamos a veinticuatro horas. La final late, respira y se acerca.

    España también y lo hace con una mezcla de deber, carácter, ilusión y hambre de títulos.

    A 24 horas del partido de ida de la final de la UEFA Women’s Nations League que España disputa frente a Alemania a las 20:30h en el Fritz-Walter-Stadion, la seleccionadora y la internacional han comparecido ante los medios que se han desplazado hasta tierras germanas para cubrir el partido en Kaiserslautern.

    Sonia Bermúdez analizaba al rival: «Es un rival que nos va a exigir mucho, domina el juego de posición, intentaremos tener el balón mucho y guardarlo«. Es la primera final para la seleccionadora madrileña y llega «con ganas de que llegue mañana. Sabemos que Alemania es un rival durísimo que nunca baja los brazos, es un equipo que no se rinde. Las jugadoras lo saben, nosotros lo sabemos. Es de los mejores partidos que se pueden ver»

    Es una oportunidad única y así se encuentra ante ella: «Estoy feliz, encantada de estar aquí, de tener esta oportunidad con las mejores jugadoras del mundo, estoy encantada y feliz«. El partido de mañana será duro, destacaba Sonia Bermúdez, pero el planteamiento al ser a doble partido es «mejor ir partido a partido, se decidirá por pequeños detalles, y esperaremos al Metropolitano, que nos informan que puede que esté lleno, pero les necesitamos. Firmaría ganar 0-3 pero es difícil e intentaremos ganarlo allí. Hay jugadoras que se merecen todo, nos toca ganar y estaría encantada por estas futbolistas que se lo merecen».

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

    🏟️ Fritz-Walter Stadion, Kaiserslautern

    (Fuente: RFEF)

    Mientras que Olga Carmona hacía referencia a las sensaciones del equipo antes de esta ida de la final: «Hemos analizado a Alemania, todos los partidos, también los que ha jugado contra Francia, estamos con ilusión y ganas«. El recuerdo de las semifinales de la Eurocopa está presente en el equipo «fue uno de los partidos más difíciles por clasificarte para una final, donde te jugabas todo, fue muy difícil y nos costó mucho meter ese gol«. Hablaba la sevillana de la «preparación del equipo, mañana daremos las últimas pinceladas para el primero de los dos partidos, pero lo hemos trabajado mucho«. «Ya sabéis de la ambición de esta selección» y con la intención de ganar llega el combinado nacional a este primer partido. Destacaba además la jugadora del Paris Saint-Germain la «importancia de que la vuelta sea en casa y que queremos, si Dios quiere, levantar la copa allí«. 

  • Oficial | España jugará contra una Alemania que tiene una infiltrada

    (Fuente: RFEF)

    🟨 Las campeonas del mundo en 2023 visitan a las germanas que cuentan en sus filas con Bibi Schulze.

    La historia de Bibiane Schulze —o “Bibi”, como también se la conoce— es uno de esos relatos modernos del fútbol femenino europeo, lleno de complejidades identitarias, retos personales y ambiciones deportivas. Y justo cuando parecía que su camino estaba marcado, el destino le da la oportunidad de medirse a la nación con la que alguna vez soñó vestir… en una final histórica.

    En febrero de 2023 fue llamada por la selección española —“La Roja” femenina—, pero tuvo que renunciar apenas un día después debido a una pubalgia. Así quedó cerrado ese intento de vestir la elástica rojigualda.

    Desde entonces, Bibi acumula internacionalidades con Alemania y ha entrado de nuevo en los planes del seleccionador tras su recuperación.

    Y así llegamos al momento actual: la final de la UEFA Nations League 2025. Recientemente, la selección alemana oficializó su convocatoria como sustituta de última hora, tras bajas inesperadas, lo que le da a Bibi la posibilidad real de formar parte del equipo en la final contra España. 

    Para ella, sería algo más que un partido: un choque simbólico. En el otro lado estará la selección que en su día quiso representar, la selección cuyo escudo soñó llevar. Ahora, como defensa de Alemania, podría enfrentarse a aquellas compañeras que vieron en ella a una aspirante a “Leona”.

    Bibiane Schulze simboliza muchas de las tensiones modernas del fútbol femenino europeo: la mezcla de raíces, los debates sobre identidad, la lucha por un lugar, el dolor de una lesión, la esperanza de volver, y sobre todo, la ambición de triunfar.

    Hoy, con 27 años, con su historia marcada por cambios y decisiones difíciles, se encuentra al borde de un momento clave: la final de 2025. Puede que sea el partido que defina mucho de su legado, no solo como jugadora, sino como mujer que eligió un camino, sorteó críticas, rehízo su carrera y llegó a estar ahí, en la antesala de una final.

    ‘La Roja’ buscará seguir aumentando el palmarés de una generación histórica que, además de proclamarse campeonas del mundo en 2023, ya sabe lo que es ganar la competición europea que tiene opción de revalidar. En la primera edición de la UEFA Women’s Nations League, las españolas se impusieron a Francia en la gran final por 2-0. No obstante, en esta ocasión no valdrá con vencer en el primer envite, ya que la final se disputará a doble partido. El primero de los choques se jugará este viernes 28 de noviembre a las 20:30 en el Fritz-Walter-Stadion de Kaiserslautern, mientras que el juego definitorio será la semana que viene, el 2 de diciembre a las 18:30 en el Estadio Metropolitano de Madrid.

    Para buscar el título la seleccionadora contará tanto con Esther González como con Jenni Hermoso, quienes no participaron en la primera sesión de entrenamiento ayer por no haberse sumado aún a la concentración. En el caso de Hermoso, ganar el trofeo podría suponer una satisfacción superior, pues volvió a vestir la camiseta de España en el último parón, después de la polémica en torno al beso no consentido de Rubiales y su posterior exclusión a manos de Jorge Vilda y Montse Tomé.

    El rival por obtener la competición será Alemania, que llega tras superar en una eliminatoria igualadísima a Francia, gracias a la victoria por la mínima (1-0) en tierras germanas y el empate a dos en el país galo. Además, la selección teutona ya sabe lo que es caer a manos de las españolas, ya que este mismo verano fue superada por 1-0 en semifinales de la Eurocopa, con un gol de Aitana Bonmatí en el 113 de la prórroga. Eso sí, también pudo saborear la victoria recientemente, cuando en verano de 2024 dejó a España sin medalla en los Juegos Olímpicos al vencer por 0-1 el enfrentamiento por el bronce.

    España quiere vengarse de este afrenta, ya lo hizo a medias en la semifinales de la Eurocopa 2025 por 1-0 con un gol de Aitana Bonmatí, pero ahora quiere arrebatarle el oro en una Liga de Naciones que levantó en la primera edición y que conquistar de nuevo en el Metropolitano y así hacer ver a Bibi que se equivocó al apostar por las teutonas.

  • Oficial | “Locura” por ir a verlas en el Metropolitano

    (Fuente: Getty imágenes)

    🟦 La RFEF ha informado de que ya se han vendido más de 45.000 entradas para el encuentro en España y Alemania en el coliseo colchonero.

    📰 UN CLAMOR NACIONAL QUE YA LLENA EL METROPOLITANO Y EL CORAZÓN DE UN PAÍS ENTERO 📰

    (Fuente: RFEF )

    El fútbol femenino en España ya no es una promesa. Es una certeza. Es una identidad. Es una bandera que flamea con la misma fuerza que el orgullo de un país que ha aprendido —por fin— a reconocerse en la grandeza de sus mujeres. Este martes 25 de noviembre, en Madrid, la Real Federación Española de Fútbol confirmó un dato que no es una cifra más: más de 45.000 entradas vendidas para el encuentro entre España y Alemania en el Estadio Metropolitano.
    Cuarenta y cinco mil motivos para creer. Cuarenta y cinco mil voces que ya resuenan antes de que el balón eche a rodar.

    Y lo celebraron junto a dos símbolos del presente que ya escriben historia: Fiamma Benítez, orgullo rojiblanco y del futuro de España, y Vicky López, talento generacional del FC Barcelona y de nuestra selección. Dos jóvenes líderes que representan al país que viene, al país que decide no esperar más.

    Pero en medio de este acto solemne, lleno de ilusión y patriotismo deportivo, surgió una frase que no sólo define el momento, sino que explica por qué España está donde está. La exinternacional Claudia Zornoza, en declaraciones a As con Marta Griñán, dejó caer una verdad que atraviesa generaciones como un rayo de conciencia: “Ahora hay más niñas jugando al fútbol, por eso mereció la pena el Mundial”.

    Ahí está todo.
    Ahí está España.
    Ahí está el motor que nos impulsa hacia adelante y ya nada las puede detener, seamos realistas.

    Ninguna nación se define sólo por sus títulos. Se define por lo que inspira en la gente que viene detrás. Y si hoy hay niñas en cada barrio, en cada colegio, en cada campo de tierra, jugando con ilusión y convencidas de que pueden llegar a vestir la Roja… es porque las heroínas de 2023, de 2024, de 2025 y de todo lo que está por venir les abrieron el camino a golpe de talento y orgullo.

    España no sólo ganó un Mundial. España ganó futuro.
    Ganó autoestima.
    Ganó un lugar en el gran mapa del deporte universal.

    El fútbol femenino español ya no es la alternativa: es la referencia.
    Ya no es el sueño: es el camino.

    Que una final de la Liga de Naciones reúna a más de 45.000 personas es un gesto de modernidad deportiva, pero también de identidad nacional. El Metropolitano no será sólo un estadio: será un grito común.
    Un canto a un deporte que ha dejado de pedir permiso y ahora exige su sitio.

    Porque cuando España se juega algo —sea una clasificación, un amistoso o un simple encuentro de preparación— lo hace con alma de campeón. Y su gente lo sabe. Lo siente y acude en masa, con una dosis muy elevada de orgullo.

    El fútbol femenino español ya no se mira desde arriba ni desde fuera. Se vive desde dentro. Se vive desde la piel y se siente como un deber patriótico.

    Fiamma Benítez, madrileña adoptiva del Metropolitano, representa al espíritu de la lucha diaria, del talento que arde, de la entrega sin excusas.
    Vicky López simboliza el genio precoz, la elegancia, la creatividad que España siempre soñó con tener.

    Dos jugadoras jóvenes, dos banderas en movimiento, dos orgullos nacionales.
    Están en los actos oficiales porque ellas ya son España.

    Pero junto a ellas están Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso o Mapi León, custodiando la bandera rojigualda con valor .

    Y detrás de todas nuestras heroínas, millones de españoles que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa.

    Cuando Claudia Zornoza dice que “mereció la pena”, no habla de un torneo.
    Habla de una vida dedicada a un sueño.
    Habla de entrenar en campos vacíos y ver ahora estadios repletos.
    Habla de una generación que empujó para que las niñas no tuvieran que pedir permiso para jugar.

    Lo que ellas hicieron —las que estuvieron antes, las que batallaron sin focos— fue un acto patriótico.
    Un servicio al país.
    A la sociedad.
    A la igualdad.
    Al deporte.

    Si hoy España puede presumir de ser potencia es porque ellas soñaron en pleno silencio. Y porque las niñas que juegan hoy lo hacen ya sin miedo al que dirán.

    España está construyendo un patriotismo sano, deportivo, moderno.
    Un patriotismo que no excluye: inspira.
    Que no divide: une.
    Que no se grita contra nadie: se grita por todas.

    Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será sólo un equipo representando a un país.
    Será un país representándose a sí mismo.

    Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea tratado como una categoría menor.
    Un país que exige respeto, visibilidad, inversión, voz.
    Un país que se ha enamorado de su equipo, de sus jugadoras, de su estilo, de su coraje.

    Y sí, un país que siente orgullo patrio cuando ve a España ganar, competir o simplemente aparecer en el césped con la camiseta roja.

    Los 45.000 aficionados que ya han llenado más de medio Metropolitano no van a ver un partido.
    Van a participar en un movimiento.

    España está despertando una pasión colectiva que ya no tiene vuelta atrás.
    El fútbol femenino es ya un símbolo de modernidad, progreso, igualdad y orgullo nacional.

    Porque cuando una niña de 6 años se pone la camiseta de la Selección y dice “yo quiero ser como ellas”, España gana.
    Cuando una familia entera compra entradas para ver a la Roja, España gana.
    Cuando un estadio entero canta el himno y se abraza para apoyar a nuestras jugadoras, España gana.

    Y cuando nuestras futbolistas miran a la grada y ven ese océano rojo… España gana, aunque el marcador diga otra cosa.

    Habrá un país mirándose al espejo y gustándose.
    Habrá un país que se reconoce en sus mujeres.
    Habrá un país que dice: “Estamos aquí. Hemos llegado y no nos iremos nunca.”

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos.”

    Este partido importa porque EXPRESA algo.
    Porque DEFIENDE algo.
    Porque CELEBRA algo.
    Porque PROMETE algo.

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos,creemos y apostamos.”

    Que ruja el Metropolitano.
    Que avance la Roja.
    Que el país se encienda.
    Y que el mundo tome nota:
    España ya es potencia. Y ya es orgullo.
    La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y su nombre es España.

    El fútbol femenino en España ya no es una promesa. Es una certeza. Es una identidad. Es una bandera que flamea con la misma fuerza que el orgullo de un país que ha aprendido —por fin— a reconocerse en la grandeza de sus mujeres. Este martes 25 de noviembre, en Madrid, la Real Federación Española de Fútbol confirmó un dato que no es una cifra más: más de 45.000 entradas vendidas para el encuentro entre España y Alemania en el Estadio Metropolitano.
    Cuarenta y cinco mil motivos para creer. Cuarenta y cinco mil voces que ya resuenan antes de que el balón eche a rodar.

    Y lo celebraron junto a dos símbolos del presente que ya escriben historia: Fiamma Benítez, orgullo rojiblanco y del futuro de España, y Vicky López, talento generacional del F.C. Barcelona y de nuestra selección. Dos jóvenes líderes que representan al país que viene, al país que decide no esperar más.

    Pero en medio de este acto solemne, lleno de ilusión y patriotismo deportivo, surgió una frase que no sólo define el momento, sino que explica por qué España está donde está. La exinternacional Claudia Zornoza, en declaraciones a As con Marta Griñán, dejó caer una verdad que atraviesa generaciones como un rayo de conciencia: “Ahora hay más niñas jugando al fútbol, por eso mereció la pena el Mundial”.

    Ahí está todo.
    Ahí está España.
    Ahí está el motor que nos impulsa hacia adelante y ya nada las puede detener, seamos realistas.

    Ninguna nación se define sólo por sus títulos. Se define por lo que inspira en la gente que viene detrás. Y si hoy hay niñas en cada barrio, en cada colegio, en cada campo de tierra, jugando con ilusión y convencidas de que pueden llegar a vestir la Roja… es porque las heroínas de 2023, de 2024, de 2025 y de todo lo que está por venir les abrieron el camino a golpe de talento y orgullo.

    España no sólo ganó un Mundial. España ganó futuro.
    Ganó autoestima.
    Ganó un lugar en el gran mapa del deporte universal.

    El fútbol femenino español ya no es la alternativa: es la referencia.
    Ya no es el sueño: es el camino.

    Que una final de la Liga de Naciones reúna a más de 45.000 personas es un gesto de modernidad deportiva, pero también de identidad nacional. El Metropolitano no será sólo un estadio: será un grito común.
    Un canto a un deporte que ha dejado de pedir permiso y ahora exige su sitio.

    Porque cuando España se juega algo —sea una clasificación, un amistoso o un simple encuentro de preparación— lo hace con alma de campeón. Y su gente lo sabe. Lo siente y acude en masa, con una dosis muy elevada de orgullo.

    El fútbol femenino español ya no se mira desde arriba ni desde fuera. Se vive desde dentro. Se vive desde la piel y se siente como un deber patriótico.

    Fiamma Benítez, madrileña adoptiva del Metropolitano, representa al espíritu de la lucha diaria, del talento que arde, de la entrega sin excusas.
    Vicky López simboliza el genio precoz, la elegancia, la creatividad que España siempre soñó con tener.

    Dos jugadoras jóvenes, dos banderas en movimiento, dos orgullos nacionales.
    Están en los actos oficiales porque ellas ya son España.

    Pero junto a ellas están Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso o Mapi León, custodiando la bandera rojigualda con valor .

    Y detrás de todas nuestras heroínas, millones de españoles que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa.

    Cuando Claudia Zornoza dice que “mereció la pena”, no habla de un torneo.
    Habla de una vida dedicada a un sueño.
    Habla de entrenar en campos vacíos y ver ahora estadios repletos.
    Habla de una generación que empujó para que las niñas no tuvieran que pedir permiso para jugar.

    Lo que ellas hicieron —las que estuvieron antes, las que batallaron sin focos— fue un acto patriótico.
    Un servicio al país.
    A la sociedad.
    A la igualdad.
    Al deporte.

    Si hoy España puede presumir de ser potencia es porque ellas soñaron en pleno silencio. Y porque las niñas que juegan hoy lo hacen ya sin miedo al que dirán.

    España está construyendo un patriotismo sano, deportivo, moderno.
    Un patriotismo que no excluye: inspira.
    Que no divide: une.
    Que no se grita contra nadie: se grita por todas.

    Cuando la Roja salte al césped del Metropolitano, no será sólo un equipo representando a un país.
    Será un país representándose a sí mismo.

    Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea tratado como una categoría menor.
    Un país que exige respeto, visibilidad, inversión, voz.


    Un país que se ha enamorado de su equipo, de sus jugadoras, de su estilo, de su coraje.

    Y sí, un país que siente orgullo patrio cuando ve a España ganar, competir o simplemente aparecer en el césped con la camiseta roja.

    Los 45.000 aficionados que ya han llenado más de medio Metropolitano no van a ver un partido.
    Van a participar en un movimiento.

    España está despertando una pasión colectiva que ya no tiene vuelta atrás.
    El fútbol femenino es ya un símbolo de modernidad, progreso, igualdad y orgullo nacional.

    Porque cuando una niña de 6 años se pone la camiseta de la Selección y dice “yo quiero ser como ellas”, España gana.
    Cuando una familia entera compra entradas para ver a la Roja, España gana.
    Cuando un estadio entero canta el himno y se abraza para apoyar a nuestras jugadoras, España gana.

    Y cuando nuestras futbolistas miran a la grada y ven ese océano rojo… España gana, aunque el marcador diga otra cosa.

    Habrá un país mirándose al espejo y gustándose. Habrá un país que se reconoce en sus mujeres.
    Habrá un país que dice: “Estamos aquí. Hemos llegado y no nos iremos nunca.”

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos. Creemos. Apostamos.”

    Este partido importa porque EXPRESA algo.
    Porque DEFIENDE algo.
    Porque CELEBRA algo.
    Porque PROMETE algo.

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos,creemos y apostamos.”

    Que ruja el Metropolitano.
    Que avance “La Roja”
    Que el país se encienda.
    Y que el mundo tome nota:
    España ya es potencia. Y ya es orgullo.
    La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y su nombre es España.

    (Fuente: Getty imágenes)

  • Oficial | La 1 de RTVE emitirá el Alemania vs España

    (Fuente; RFEF)

    🟨 ¡No te lo puedes perder! La campeona del mundo se mide a la ganadora del bronce olímpico en 2024 en el Fritz-Walter Stadion.

    No te pierdas la ida de la final |

    (Fuente: FIFA)

    ⬜️ España vs Alemania: la final que redefine una era del fútbol femenino europeo.

    Una batalla a doble partido por la primera Nations League Femenina que reclama la atención del continente, solo con eso ya nos entran ganas de apoyar por enésima vez al balompié practicado por mujeres.

    Europa contiene el aliento. El fútbol femenino contiene el tiempo. La selección española femenina —campeona del mundo, número uno del ranking FIFA y referente global de un deporte que ya no entiende de límites— llega este viernes 28 de noviembre al Fritz-Walter Stadion de Kaiserslautern para disputar la primera final a doble partido de la Nations League Femenina, un duelo histórico ante una Alemania que vuelve al primer plano con la voluntad irrevocable de reclamar lo que una vez fue suyo.

    Será a las 20:30 (hora peninsular), en directo y en abierto en La 1 de RTVE, cuando comenzará un enfrentamiento que no solo coronará a una campeona: definirá una era.

    El camino de España hacia la final ha sido una demostración de madurez, autoridad y crecimiento acelerado.
    Lo que antes era promesa, hoy es certeza.
    Lo que antes era un sueño, hoy es un hábito competitivo.

    En semifinales, la selección volvió a mostrar ese aplomo casi quirúrgico que ya es marca registrada. No han sido victorias fruto del azar, sino el producto de un proyecto que ha crecido desde los cimientos y que hoy se sostiene en el talento, la convicción y el rigor.

    España llega a Kaiserslautern como lo hacen las grandes: sin estridencias, pero con firmeza.
    Con la seguridad de quienes saben que son referentes, no por lo que prometen, sino por lo que ya han demostrado.

    Que nadie se engañe: Alemania nunca se fue.

    A pesar de un recorrido más irregular, la selección germana ha demostrado esa resiliencia competitiva que la ha convertido en una potencia histórica.
    Su camino hacia la final ha sido una reconstrucción silenciosa, metódica, basada en un relevo generacional que combina talento, potencia y un rigor táctico innato.

    Las alemanas vuelven a una final internacional para dejar claro que su proyecto sigue vivo.
    Que su esencia competitiva permanece intacta.
    Que siguen siendo Alemania, con todo lo que ese nombre implica en el fútbol femenino.

    La final se decidirá donde se deciden los partidos grandes:
    el mediocampo, territorio donde se mide el carácter, la disciplina, la inteligencia y el alma colectiva.

    (Fuente: RFEF)

    España intentará mover la pelota, anestesiar el ritmo, desgastar a Alemania desde la posesión.
    Alemania querrá romper ese circuito, imponer su físico, castigar cada recuperación como si fuera una oportunidad de oro.

    Será un pulso mental.
    Será un pulso táctico.
    Será, sobre todo, un pulso emocional.

    Allí se definirá quién impone el relato de una final que promete emociones fuertes y que se resolverá, salvo resultado sorprendente por lo abultado del mismo en el Metropolitano el próximo 2 de diciembre de 2025.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

    🏟️ Fritz-Walter Stadion, Kaiserslautern

    (Fuente: RFEF)