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  • La crónica | El Atlético cae en Lyon, pero se mete en los Playoffs de la Champions

    (Fuente: UEFA)

    🟨 ¡Triunfo galo! Las de Giráldez se impusieron por 4-0 a las colchoneras, que acaban undécimas y pasan a la siguiente ronda en Europa.

    La previa |

    (Fuente: UEFA)

    Hay partidos que no necesitan presentación porque la historia los anuncia antes de que ruede el balón. Encuentros que no se explican únicamente con datos, alineaciones o sistemas, sino con memoria, con legado, con todo aquello que el fútbol europeo ha ido escribiendo durante años de noches grandes. El Olympique Lyonnais–Atlético de Madrid es uno de esos duelos. Un choque que nace del peso de los escudos, de la exigencia continental y de esa sensación inevitable de estar ante un examen de máximo nivel, de esos que miden no solo el talento, sino la identidad.

    Este miércoles, el Groupama Stadium se convierte en escenario de una de las grandes citas de la fase de grupos de la UEFA Women’s Champions League. Un templo moderno del fútbol femenino europeo que acoge un enfrentamiento donde el pasado glorioso y el presente competitivo se miran de frente, sin concesiones. Lyon, imperio continental, recibe a un Atlético de Madrid que viaja a Francia con la convicción de quien sabe que, en Europa, competir no es una circunstancia: es una forma de ser.
    El Olympique de Lyon no necesita demasiada introducción. Es el club que ha convertido la Champions en costumbre, el nombre que aparece una y otra vez cuando se habla de hegemonía, excelencia y dominio. Ocho títulos europeos sostienen su leyenda. Ocho coronas que han construido una cultura ganadora instalada en cada línea del campo, en cada gesto, en cada decisión. Lyon no solo juega la Champions: la habita. La entiende como su territorio natural.
    Juegan en casa, respaldadas por la autoridad que les concede el historial y por la presión inherente a quien siempre está obligado a ganar. Porque en Lyon, en Europa, no basta con competir. No basta con pasar rondas. Hay que vencer… y hay que convencer. Esa es la carga invisible que acompaña a los gigantes: la exigencia permanente de estar a la altura de su propio pasado.

    Con una plantilla diseñada para dominar, el conjunto francés buscará imponer desde el primer minuto su idea de fútbol: ritmo alto, posesión sostenida, profundidad por bandas y control absoluto del tempo del partido. Lyon entiende el juego desde la iniciativa, desde la jerarquía, desde el convencimiento de que el balón y el espacio deben estar siempre bajo su control. Juegan para mandar, para someter, para recordar al continente quién ha sido y quién sigue siendo.
    Enfrente, sin complejos pero con respeto, estará un Atlético de Madrid que ha aprendido a sobrevivir, a resistir y a crecer en contextos hostiles. Un equipo que no llega como favorito, pero sí como bloque competitivo, incómodo y con carácter.

    Un Atlético que sabe que estas noches no se juegan solo con el balón en los pies, sino con concentración, sacrificio y una fe colectiva que no se negocia.
    Las rojiblancas afrontan el choque conscientes de la dificultad, pero también del valor de cada punto en una fase de grupos que no concede margen para el error. El Atlético llega con la obligación de sumar, sí, pero también con la tranquilidad que da haber demostrado, una y otra vez, que puede competir ante cualquiera cuando mantiene el orden, la intensidad y la disciplina táctica. No es un equipo de fuegos artificiales: es un equipo de convicción.

    El conjunto madrileño necesitará un ejercicio casi perfecto de solidez defensiva, concentración máxima durante los 90 minutos y una lectura emocional impecable del partido. Saber sufrir cuando toque, minimizar errores, gestionar los momentos de asedio y aprovechar cada transición, cada balón parado, cada metro que Lyon conceda. En noches así, el margen es mínimo. Pero existe. Y el Atlético vive de hacerlo visible.
    En el centro del relato aparece también el talento joven y descarado de futbolistas como Fiamma Benítez, llamada a ser uno de los nombres propios del futuro rojiblanco, símbolo de una nueva generación que no entiende de complejos cuando pisa escenarios grandes. Junto a ella, la experiencia de un bloque que ya ha respirado el aire denso de Europa, que ha vivido eliminatorias, grupos exigentes y estadios que aprietan.
    El Atlético no viene a intercambiar golpes. Viene a competir desde su identidad. A mantenerse en pie cuando el partido se incline. A recordar que hay encuentros que no se ganan en el minuto 10, sino en el 80. Que hay noches que se sostienen desde la cabeza, desde el orden y desde la creencia.

    Este Lyon–Atlético no es solo un duelo entre un gigante histórico y un aspirante resistente. Es un choque entre la hegemonía y la rebeldía, entre la obligación de ganar y la ambición de creer. Un partido donde el marcador dirá mucho, pero donde el mensaje competitivo dirá aún más. Porque Europa también observa quién compite cuando el contexto es adverso.


    El estadio apretará. La Champions mirará. Y en medio, 22 futbolistas disputarán algo más que tres puntos: disputarán respeto, identidad y futuro continental.
    Porque la UEFA Women’s Champions League no espera y el Atlético de Madrid lo sabe.

    (Fuente: Disney Plus)

    Era difícil, complejo por demás e incluso utópico. El Atlético de Madrid viajaba a Francia tras empatar (2-2) en Ipurúa frente a la Sociedad Deportiva Eibar y después de haber firmado otro empate idéntico ante el Bayern de Múnich en Alcalá de Henares, en una noche europea marcada por el gol descomunal de Fiamma Benítez que, más allá del resultado inmediato, dejaba al conjunto rojiblanco con una ventaja de diez goles sobre el Vålerenga.

    Un colchón que convertía el acceso a la ronda de playoffs —eso sí, como no cabeza de serie— en un escenario prácticamente garantizado. Solo una hecatombe absoluta del Bayern ante las nórdicas podría privar a Víctor Martín de escribir una página inédita en la historia del Atlético de Madrid Femenino. Y el técnico no falló. No por brillantez extrema, sino por algo más valioso: coherencia, orden y lectura del contexto. Historia escrita desde la resistencia.

    Porque el Atlético atraviesa, al mismo tiempo, una etapa compleja tanto en la Liga F Moeve como en la UEFA Women’s Champions League. A la espera de iniciar su camino en la Copa de la Reina frente al Alhama, el panorama doméstico es incómodo: cuartas en Liga con 26 puntos, a uno del Tenerife y ya a cuatro de una Real Sociedad que empieza a marcar distancia en la lucha por los puestos de Champions. Dos empates y una derrota en las últimas tres jornadas, sin conocer la victoria liguera desde el 16 de noviembre, cuando superó por 2-0 al Levante Badalona. Un Atlético que compite, pero que no termina de despegar.

    Hay clubes que llegan a Europa con la convicción de conquistarla desde el primer día. Presupuestos blindados, estructuras cerradas, una sensación de inevitabilidad histórica. Para ellos, la Champions es una extensión natural de su hegemonía doméstica. Y luego están los otros. Los que entran con respeto. Con cautela. Con la conciencia de que cada paso puede dejar cicatriz. El Atlético de Madrid Femenino pertenece, desde siempre, a este segundo grupo.

    Su historia europea no es la de un gigante que impone su ley, sino la de un club que ha aprendido a sobrevivir en un escenario que nunca estuvo pensado para él. Un equipo que ha chocado repetidamente contra sus propios límites, que ha conocido avances modestos y silencios prolongados, y que, aun así, siempre ha regresado. Porque si algo define al Atlético en Europa no es la gloria: es la insistencia. No es el brillo: es la resistencia. La fe obstinada en seguir compitiendo incluso cuando el contexto parecía invitar a la retirada.

    La línea cronológica que acompaña este relato —temporadas, rondas, ausencias— no es un simple resumen estadístico. Es una radiografía emocional del vínculo entre el Atlético de Madrid Femenino y la Champions. En la 2015/16, alcanzar los octavos de final era casi una experiencia exótica, un territorio desconocido que se pisaba con curiosidad y prudencia. No hubo épica, pero sí una semilla: la certeza de que se podía competir fuera de casa.

    La 2016/17 trajo el primer golpe serio de realidad: no clasificarse para Europa fue entender que el crecimiento no es lineal, que el éxito doméstico no garantiza continuidad continental. En la 2017/18, el regreso desde los dieciseisavos confirmó que Europa no espera a nadie. Volver significaba empezar de nuevo, sin privilegios, sin memoria acumulada.

    A partir de ahí, llegó una consolidación frágil, siempre con un techo visible. En la 2018/19, los octavos volvieron a ser frontera. El Atlético ya era campeón en España, ya tenía nombre y respeto, pero Europa seguía marcando distancias. La 2019/20 fue, para muchos, el punto más alto de aquella primera etapa: cuartos de final, entre los ocho mejores, cayendo ante gigantes, pero dejando de parecer pequeño.

    Aquella campaña tuvo algo peligroso: la sensación de que el siguiente paso era inevitable. La 2020/21 se encargó de desmontar esa ilusión. Otra eliminación en octavos, otro recordatorio de que Europa ya no sorprendía, ahora exigía. Y el Atlético no supo dar el salto.

    Después llegó el desierto. Tres temporadas consecutivas sin Champions (2021/22, 2022/23 y 2023/24). Tres años sin himno, sin viajes, sin noches que midieran el nivel real del equipo. Desaparecer del mapa continental significó perder visibilidad y atractivo, pero también ofreció algo poco valorado: tiempo para reconstruir sin la presión constante del resultado europeo.

    El regreso en la 2024/25 fue humilde, desde la Ronda 1, sin discursos grandilocuentes, con un único objetivo: volver a competir. Volver a sentirse parte del ecosistema europeo.

    Y así se entiende el presente. La temporada 2025/26 resignifica todo lo anterior. El Atlético de Madrid Femenino es hoy undécimo con siete puntos en la clasificación de la UEFA Women’s Champions League, en zona de playoff y virtualmente clasificado. No es un regalo del sorteo ni una anomalía estadística. Es el resultado de años de golpes, ausencias y aprendizaje. Para quedar fuera haría falta un escenario casi apocalíptico: una derrota muy abultada ante el Olympique de Lyon en Francia, combinada con una victoria del Vålerenga en Múnich frente al Bayern, neutralizando además una ventaja de diez goles. No basta con perder. Hace falta una catástrofe perfectamente alineada.

    La clave de este momento no está en un fútbol deslumbrante ni en una superioridad técnica evidente. Este Atlético no es el más brillante, pero ha aprendido algo esencial: entender Europa. Gestionar ritmos. Cerrar partidos. Minimizar errores. Competir desde el orden cuando el talento no alcanza. En la Champions no siempre gana quien más propone, sino quien menos se equivoca. Y este equipo, a diferencia de otras etapas, muestra madurez competitiva, colmillo y oficio.

    Por eso, esta clasificación es algo más que un dato. Estar undécimo, con siete puntos y virtualmente en la siguiente ronda, no es el final del camino europeo del Atlético de Madrid Femenino. Es el inicio de algo más profundo: la normalización. La idea de que estar en Europa deje de ser una excepción heroica y se convierta en una presencia sostenida.

    Europa no se conquista soñándola. Se conquista atravesándola, pagando cada peaje, cada derrota, cada ausencia. El Atlético ha sangrado en Europa, ha desaparecido de ella y ha regresado desde abajo. Hoy no celebra con euforia, sino con respeto. Porque ha aprendido que lo difícil no es llegar, sino quedarse. Y porque, por primera vez en mucho tiempo, el Atlético de Madrid Femenino ya no parece un invitado ocasional en el gran salón europeo, sino un equipo que ha aprendido el idioma, las reglas no escritas y la crudeza de la competición. Un equipo que no promete conquistas inmediatas, pero que ha decidido algo mucho más valioso: no rendirse jamás y seguir estando ahí.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    Los onces |

    OL Lyonnes | Endler
    Tarciane, Renard (c), Engen, Bacha
    Egurrrola
    Dumornay, Heaps
    Diani, Hegerberg, Chawinga.

    Atlético | Lola (c)
    Medina, Carmen Menayo, Lauren, Lloris, Fiamma, Bøe Risa, Bartel
    M. Portales, Jensen, LuanyZ

    El duelo al detalle |

    (Fuente: “El Partido de Manu”) Creatividad: Ruth

    🔜 NEXT GAME

    🏆 UEFA Women’s Champions
    League

    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon

    Hay derrotas que se recuerdan solo por los números. Y hay derrotas que, paradójicamente, son victorias disfrazadas, lecciones grabadas en la memoria, relatos que se convierten en epopeya antes de que el pitido final las liquide con una cifra fría. La derrota del Atlético de Madrid Femenino en Lyon, un 4-0 incontestable en el marcador, pertenece a esa segunda categoría. Lo que sucedió en el Groupama Stadium no fue un simple partido, fue la demostración palpable de que, bajo la dirección de Víctor Martín, este Atlético ha vuelto a ser un equipo grande en Europa tras años de ausencia del podio liguero que da acceso a la previa continental, años de reconstrucción, de paciencia, de trabajo silencioso que ahora se traduce en presencia, respeto y proyección internacional. Lo que se vivió aquella noche fue un choque de epopeyas: el gigante francés del Olympique Lyonnais contra un Atlético que, pese a la derrota, se consagró en su retorno a la élite continental.

    El Atlético de Madrid llegó al Groupama Stadium con la mezcla de respeto, ambición y hambre que solo un equipo que ha pasado años reconstruyéndose puede mostrar. Durante demasiado tiempo, el club rojiblanco había visto cómo sus aspiraciones europeas se quedaban fuera del podio liguero, sin siquiera alcanzar la previa de la máxima competición continental, mientras otros ocupaban su lugar y recogían los frutos de un pasado glorioso que parecía lejano. Pero aquel miércoles, de la mano de Víctor Martín, Viti, todo eso pertenecía al pasado. El Atlético no viajaba a Lyon a aprender ni a sobrevivir; viajaba a demostrar que había vuelto a ser un equipo grande en Europa, que cada jugadora, cada decisión y cada entrenamiento eran parte de un proyecto que había recuperado identidad, carácter y ambición.

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    El partido comenzó con la sensación de que cualquier detalle podía alterar la narrativa de la noche. Apenas arrancó el balón, Lauren Leal apareció en el corazón del área francesa con la determinación de quien sabe que los primeros minutos son un territorio decisivo. Su cabezazo fue limpio, potente, preciso, y el poste detuvo un gol que habría cambiado la atmósfera, que habría otorgado al Atlético la ventaja temprana y la confianza para desafiar de manera definitiva al gigante europeo. Ese toque seco contra la madera resonó como un recordatorio de que aquel equipo no había viajado a Lyon a rendirse, sino a plantarse y competir.

    La presión inicial del Atlético mostraba que el proyecto de Viti funcionaba, que las jugadoras entendían su rol y que el espíritu competitivo estaba intacto, incluso frente a la mejor estructura del fútbol femenino continental.

    Pero el Olympique Lyonnais no es un equipo cualquiera; es un engranaje que aprende de cada segundo, un organismo que impone jerarquía desde la técnica, la táctica y la experiencia.

    Poco a poco, comenzó a inclinar el campo, a dominar los tiempos y a convertir cada acción en un desafío. Sin embargo, la primera mitad estuvo marcada por un nombre: Lola Gallardo. La guardameta sevillana se convirtió en el muro rojiblanco, en el escudo frente a la presión francesa. Cada parada era un acto de heroísmo, un mensaje a sus compañeras: “Podemos resistir, podemos competir, podemos soñar”. Y el Atlético, con cada intervención de su portera, sentía que la clasificación y la dignidad no estaban en riesgo, aunque el marcador aún no reflejara justicia.

    Tras un primer aviso de Hegerberg que atrapó Lola Gallardo, las de Giráldez se crecieron un tuvieron esa dosis de fortuna que suele acompañar a los transatlánticos de este fútbol femenino.

    La tragedia futbolística, como suele ocurrir, llegó de manera fortuita y brutal. En el minuto 31 se produjo un centro desde la derecha buscaba simplemente la presencia en el área, pero Vilde Boe Risa, intentando despejar, desvió el balón hacia su propia portería y abrió la lata con el 10 para el Lyon.

    El Atlético, a pesar de su trabajo, veía cómo el marcador le era adverso sin haber sido inferior, un golpe psicológico y táctico que podría haber derrumbado a cualquier equipo menos a uno construido para resistir. Pero cinco minutos después, una acción aún más determinante cambió la dinámica de la noche: un contragolpe rojiblanco derivó en una pugna en los últimos metros con Bacha, y la brasileña Luany fue expulsada con roja directa por un tirón de cabello que la colegiada interpretó como agresión. Luany, incrédula, intentó explicar que fue un accidente, que el cabello se enredó en su brazo, pero el veredicto era inapelable.

    Con diez jugadoras, frente al ocho campeón de Europa, el Atlético entraba en un territorio desconocido de resistencia pura, donde la dignidad, la disciplina y la fe eran más importantes que cualquier resultado inmediato.

    El primer tiempo continuó con el Atlético replegado, defendiendo con orden, intentando cada salida, cada contragolpe, con inteligencia y paciencia. Lola Gallardo seguía siendo un muro infranqueable, y Endler, al otro lado, apenas necesitaba intervenir, un reflejo de que el Atlético, incluso con diez, mantenía su estructura. El descanso llegó con 1-0, con cuarenta y cinco minutos por delante y con otra noticia alentadora: desde Múnich, el Bayern se imponía con claridad al Vålerenga, asegurando que la clasificación del Atlético para la siguiente ronda no corría peligro.

    Ese dato permitió al equipo afrontar la segunda mitad con una mezcla de cálculo y ambición: sobrevivir, competir, preservar piernas y mentalidad para las fases que de verdad importaban.

    La segunda mitad arrancó con un nuevo golpe. Una acción en el área rojiblanca fue revisada por el VAR, y el penalti señalado fue ejecutado sin fallo por Wendie Renard en el minuto 52 para poner el 20 en el marcador.

    Apenas un minuto después, Kadidiatou Diani hizo de las suyas y selló el 30 con un disparo potente tras una carrera imparable, un mazazo emocional y deportivo que parecía definitivo.

    El Atlético estaba en inferioridad numérica, exhausto, y el Lyon demostraba por qué sigue siendo uno de los clubes más dominantes del fútbol femenino europeo. Sin embargo, ni la adversidad ni el marcador pudieron quebrar al equipo rojiblanco.

    Viti gestionó la situación con la calma de un estratega: el objetivo no era la remontada inmediata, sino mantener la estructura, proteger a las jugadoras y preparar el terreno para lo que realmente importaba: la historia.

    Pasada la hora de juego, el técnico rojiblanco introdujo a Alexia, Ana Vitória y Amaiur Sarriegui en lugar de Maca, Jensen y Vilde, buscando energía fresca y equilibrio táctico.

    (Fuente: Liga F Moeve)

    El objetivo ya no era cambiar el resultado, sino competir con dignidad, mantener la cohesión y cerrar la noche sin rupturas que pudieran afectar el futuro del equipo en la competición. Era el minuto 71 y Schrader firmó el 4-0 que redondeaba la goleada el para Lyon, un resultado que, aunque abultado, no reflejaba el espíritu ni el valor del Atlético en la noche europea. Incluso Rosa Otermín y Xénia Pérez tuvieron minutos, símbolo de la proyección y profundidad del club rojiblanco, que piensa en el presente y en el futuro sin renunciar a la grandeza.

    El pitido final no trajo lágrimas, sino certezas. El Atlético estaba clasificado, seis años después de su última eliminatoria avanzada en la Champions, tras un periodo de reconstrucción donde ni siquiera acceder al podio liguero que da paso a la previa continental parecía posible.

    Este regreso no era casualidad: era el resultado de un proyecto sólido, de paciencia, trabajo, visión y liderazgo. Este Atlético ha vuelto a ser un equipo grande en Europa, capaz de competir entre los mejores, de sostenerse ante el poderío de un gigante como Lyon y de proyectarse hacia retos aún mayores.

    El camino que llevó a esta noche comenzó en la previa angustiosa ante el Häcken, que puso al equipo al límite y que se resolvió en el último suspiro gracias a Luany y Jensen. Continuó con aquel empate heroico ante el Bayern (2-2) que selló virtualmente la clasificación. Y concluyó en Lyon, donde, pese al marcador adverso, el Atlético demostró que no es un invitado: es un contendiente.

    Un equipo capaz de competir sin complejos, con identidad, carácter y ambición, que ha recuperado su estatus y su historia.

    El siguiente rival en Europa será el Arsenal o el Manchester United, dos gigantes que imponen respeto, pero que encontrarán ante sí a un Atlético que ha vuelto a demostrar que puede enfrentarse a cualquiera.

    El Lyon, mientras tanto, sumó tres puntos más para cerrar la fase con 16 unidades y asegurarse la segunda posición y el acceso directo a cuartos de final.

    El Atlético, sin embargo, ganó algo más profundo: recuperó estatus, respeto y grandeza, y sobre todo, recuperó la sensación de pertenencia en la élite europea.

    (Fuente: UEFA)

    Aquella noche en Lyon, con el estadio negro, con la derrota en el marcador y con el corazón rojiblanco intacto, las jugadoras del Atlético de Madrid escribieron un capítulo que ya forma parte de la historia del club. Porque volver a Europa, competir, resistir y clasificarse después de años sin podio liguero, después de años sin apenas presencia continental, es mucho más que un resultado. Es un triunfo de identidad, un regreso a la grandeza, un testimonio de que este equipo ya no es un recuerdo del pasado, sino un presente poderoso, competitivo y preparado para seguir escribiendo su historia en el continente.

    El Atlético ha vuelto. El Atlético ha renacido. El Atlético ha entrado en la historia. Y nada ni nadie podrá borrar la grandeza de esta noche, porque la derrota ante Lyon no es fracaso: es consolidación, es ascenso, es épica.

    (Fuente: UEFA)

    Este Atlético, de la mano de Viti, ya no se mide por derrotas ni victorias: se mide por su capacidad de volver a ser grande en Europa, de competir con dignidad, de desafiar gigantes y de mantener viva la llama del sueño rojiblanco, que vuelve a brillar con luz propia en el continente.

    📋 Ficha técnica |

    Olympique Lyonnes: Endler; Tarciane (Sombath, m. 60), Renard, Engel, Bacha; Dumornay (Benyahia, m. 74), Egurrolla, Heaps (Shrader, m. 60); Diani (Brandt, m. 71), Hegerberg (Katoto, m. 60) y Chawinga

    Atlético de Madrid: Lola Gallardo; Carmen Menayo, Lauren, Silvia Lloris (Xènia, m. 83), Andrea; Luany, Boe Risa (Ana Vitoria, m. 66), Júlia Bartel, Macarena Portales (Alexia, m. 66); Fiamma; Jensen (Amaiur, m. 66).

    Árbitra: Ivana Projkovska (Macedonia). Expulso con tarjeta roja directa a Luany, del Atlético de Madrid, en el minuto 37. Amonestó con tarjeta amarilla a la local Tarciane (m. 13).

    Incidencias: Partido correspondiente a la sexta fecha de la Liga de Campeones Femenina 2025-2026 que han disputado el O. Lyonnes y el Atlético de Madrid en el Groupama Stadium sobre una superficie de hierba natural.

    Goles |

    1-0 Vilde Bøe Risa (P.P.) 31’ ⚽️
    2-0 Renard (P.) 51’ ⚽️
    3-0 Diani 52’ ⚽️
    4-0 Shrader 71’ ⚽️

    Vídeo |

    https://youtu.be/32jpiRgbxlo?si=Dl1YfUua3MviJ6Z1

  • Reportaje | El Atlético desafía al tiempo en Francia y busca unos playoffs históricos en la Champions

    (Fuente: Liga F Moeve)

    🟨 Las colchoneras quieren tirar de coraje y corazón en casa del ocho veces ganador del torneo.

    Hay clubes que llegan a Europa para conquistarla desde el primer día, con el presupuesto blindado, la estructura cerrada y la convicción de que la Champions es una prolongación natural de su dominio doméstico. Hay otros que aterrizan en ella como quien entra en una habitación demasiado grande, con respeto, con miedo, con la sensación de que todo lo que ocurra allí va a dejar marca. El Atlético de Madrid Femenino pertenece desde siempre a este segundo grupo.

    Su historia europea no es la de un gigante que impone su ley, sino la de un club que ha tenido que aprender a sobrevivir en un escenario que nunca estuvo diseñado para él, que ha chocado una y otra vez contra sus propios límites, que ha conocido la euforia moderada de avanzar una ronda y el silencio áspero de quedarse fuera durante años, y que, aun así, ha regresado siempre. Porque si algo define al Atlético en Europa no es la gloria, es la insistencia. No es el brillo, es la resistencia.

    No es la certeza, es la fe en seguir compitiendo incluso cuando el contexto parecía invitar a la retirada.

    La imagen que acompaña este texto, esa línea cronológica que enumera temporadas, rondas alcanzadas y ausencias dolorosas, no es un simple resumen estadístico. Es una radiografía emocional del vínculo entre el Atlético de Madrid Femenino y la UEFA Women’s Champions League. En la 2015/16, cuando el equipo alcanza los octavos de final, Europa todavía era una experiencia casi exótica, un territorio que se pisaba con curiosidad y con la conciencia de que cualquier avance ya era un éxito.

    Aquella participación no construyó un relato heroico, pero sí dejó una semilla: la certeza de que el Atlético podía competir fuera de casa, de que no estaba condenado a ser un actor secundario. La temporada siguiente, la 2016/17, fue el primer golpe serio de realidad. No clasificarse para Europa fue entender que el crecimiento no es una línea recta, que el éxito nacional no garantiza continuidad continental y que el margen de error en la élite es mínimo.

    En la 2017/18, el regreso en dieciseisavos fue un recordatorio de que Europa no espera a nadie. El Atlético volvió, sí, pero lo hizo desde abajo, sin privilegios, con la obligación de demostrar de nuevo que merecía estar allí.

    A partir de ahí comenzó un periodo de consolidación frágil, de avances cortos y techos visibles. En la 2018/19, los octavos volvieron a ser frontera. El equipo ya era campeón de Liga F en España, ya tenía nombre, ya generaba respeto en el ámbito doméstico, pero Europa seguía marcando distancias. En la 2019/20 llegó el momento que muchos señalaron como el punto más alto de aquella primera etapa: los cuartos de final. El Atlético se coló entre los ocho mejores, compitió contra gigantes y, aunque cayó, dejó de parecer pequeño.

    Aquella campaña tuvo algo peligroso, porque generó la sensación de que el siguiente paso era natural, de que el crecimiento estaba asegurado. La 2020/21 se encargó de desmontar esa ilusión. De nuevo octavos, de nuevo eliminación, de nuevo la impresión de que el ciclo comenzaba a agotarse. Europa ya no sorprendía, ahora exigía, y el Atlético no supo dar el salto definitivo.

    Lo que vino después fue el desierto. Tres temporadas consecutivas sin Champions, 2021/22, 2022/23 y 2023/24, tres años sin himno, sin viajes europeos, sin noches que midieran de verdad el nivel competitivo del equipo. Tres años en los que el Atlético de Madrid Femenino desapareció del mapa continental y tuvo que mirarse al espejo. Cambiaron entrenadoras, cambiaron futbolistas, cambió el discurso institucional. Europa pasó de ser una realidad incómoda a convertirse en una obsesión lejana. No estar en Champions significó perder visibilidad, perder atractivo, perder crecimiento, pero también ofreció algo que pocas veces se valora: tiempo para reconstruir sin la presión constante del resultado europeo.

    Cuando el Atlético regresó en la 2024/25, lo hizo con humildad, empezando desde la Ronda 1, sin proclamas, sin promesas grandilocuentes, con un único objetivo claro: volver a competir, volver a sentirse parte del ecosistema europeo.

    Y así llegamos al presente, a la temporada 2025/26, que explica y resignifica todo lo anterior. El Atlético de Madrid Femenino es hoy undécimo con siete puntos en la clasificación de la UEFA Women’s Champions League, instalado en zona de playoff y virtualmente clasificado para la siguiente ronda. No es un dato menor. No es un regalo del sorteo. No es una anomalía estadística. Es el resultado de años de golpes, de ausencias y de aprendizaje. El contexto competitivo es claro y, por una vez, favorable: para que el Atlético quedara fuera de los octavos tendría que producirse un escenario casi apocalíptico, una concatenación de resultados que roza lo imposible. Una derrota muy abultada en Francia ante el Olympique de Lyon, uno de los grandes colosos históricos de la competición, combinada con una victoria del Vålerenga en Múnich ante el Bayern, otro gigante europeo, y todo ello con la necesidad de neutralizar una ventaja de diez goles que ahora mismo protege al conjunto rojiblanco. No basta con perder, no basta con perder mal; hace falta una catástrofe estadística perfectamente alineada para que el Atlético se quede fuera. Europa, por una vez, no parece una amenaza constante, sino una oportunidad tangible.

    La clave de este momento no está en un fútbol deslumbrante ni en una superioridad técnica aplastante. Este Atlético no es el equipo más brillante ni el más dominante, pero ha aprendido algo esencial: entender Europa. Ha aprendido a gestionar los ritmos, a cerrar partidos, a minimizar errores, a competir desde el orden cuando el talento no alcanza. Ha entendido que en la Champions no siempre gana quien más propone, sino quien menos se equivoca. A diferencia de etapas anteriores, este equipo muestra un bloque más compacto, una mejor lectura de los momentos y una madurez competitiva que antes le faltaba. No hay desconexiones prolongadas, no hay pánicos innecesarios, hay colmillo y hay oficio.

    Todo esto convierte la situación actual en algo más profundo que una simple clasificación. Estar undécimo con siete puntos, en playoff y virtualmente clasificado, no es el final del camino europeo del Atlético de Madrid Femenino.

    Es, quizá, el inicio de algo más importante: la normalización. La idea de que estar en Europa no sea una excepción heroica, sino una presencia sostenida. Europa no se conquista soñándola, se conquista atravesándola, pagando cada peaje, cada derrota, cada ausencia. El Atlético ha sangrado en Europa, ha desaparecido de ella y ha regresado desde abajo.

    Hoy no celebra con euforia, celebra con respeto. Porque sabe que la Champions no perdona la soberbia. Porque ha aprendido que lo difícil no es llegar, sino quedarse, y porque, por primera vez en mucho tiempo, el Atlético de Madrid Femenino ya no parece un invitado ocasional en el gran salón europeo, sino un equipo que ha entendido el idioma, las reglas no escritas y la crudeza de la competición. Un equipo que no promete conquistas inmediatas, pero que ha decidido algo mucho más valioso: no rendirse jamás y seguir estando ahí, incluso cuando todo parecía empujarle a desaparecer.

    🔜 NEXT GAME

    🏆 UEFA Women’s Champions
    League

    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon

  • Oficial | Noventa minutos para desafiar a la historia

    (Fuente: UEFA)

    🟦 El Atlético de Madrid visita Lyon para cerrar el año europeo con orgullo, memoria y ambición.

    Hay noches que no necesitan presentación.

    Noches que no se explican con una clasificación ni con una racha.

    Noches que existen porque el fútbol, cuando alcanza su máxima expresión, se convierte en relato, en desafío y en identidad.

    Este miércoles 17 de diciembre, a las 21:00 horas, el Atlético de Madrid se mide al Olympique Lyonnes en uno de los escenarios más imponentes del fútbol femenino europeo. Un partido que llega con los deberes prácticamente hechos para las rojiblancas, pero con el corazón aún reclamando una última victoria antes del cierre de año. Un encuentro que enfrenta a la historia más laureada de la Champions con un Atlético que se resiste a aceptar los papeles escritos de antemano.

    Porque el Atlético no viaja a Lyon para cumplir expediente.

    Viaja para medirse a la historia, para recordarse quién es, y para cerrar el año con la cabeza alta, incluso en el territorio donde tantas se han quedado sin voz.

    colchoneras llegan a esta última jornada de la fase de grupos virtualmente clasificadas para la siguiente ronda. La aritmética es favorable, el margen es real y la ventaja respecto al Valerenga, tercer clasificado, es de tres puntos. Pero en el vestuario rojiblanco nadie habla de cuentas. Se habla de sensaciones, de orgullo, de recuperar el pulso competitivo tras cuatro encuentros consecutivos sin conocer la victoria.

    El empate ante el Eibar (2-2) en la última jornada de Liga F Moeve dejó más preguntas que respuestas. No por falta de actitud, sino por esa sensación incómoda de que el equipo compite, llega, pelea… pero no termina de imponerse como sabe hacerlo. Y Europa, incluso cuando permite margen, no perdona la duda.

    El Atlético ocupa actualmente la 11ª posición de la Champions League con 7 puntos, una cifra que habla de regularidad, pero también de oportunidades que se escaparon por detalles. Detalles que ante el Lyon se convierten en fronteras.

    Víctor Martín no podrá contar en Lyon con Sheila Guijarro, Gio Queiroz ni Amaiur Sarriegi, tres nombres de peso que tampoco estuvieron disponibles en el último compromiso liguero. Tres ausencias que condicionan la estructura ofensiva y las alternativas desde el banquillo, pero que también obligan al Atlético a mirarse en su profundidad de plantilla, en su identidad colectiva y en su capacidad para reinventarse.

    Porque el Atlético, históricamente, no ha sido un equipo que dependa de una sola figura. Ha sido un bloque. Una idea. Una manera de competir. Y esas virtudes son las que se ponen a prueba en escenarios como Lyon.

    Hablar del Olympique Lyonnes es hablar del imperio del fútbol femenino europeo.

    Ocho veces campeón de la Champions League.

    Décadas de hegemonía.

    Una estructura que ha marcado el camino de toda una generación.

    El conjunto francés llega a esta jornada como segundo clasificado del grupo con 13 puntos, invicto tras cinco partidos. No ha perdido ningún encuentro en lo que va de curso. Su único tropiezo fue un empate vibrante ante la Juventus (3-3), en un partido que parecía perdido y que el Lyon rescató con una segunda mitad imponente, recordándole a Europa que incluso cuando duda, sigue siendo temible.

    El Lyon no solo gana.

    Sabe cuándo esperar y cuándo golpear.

    Sabe manejar los tiempos.

    Sabe convertir la presión en costumbre.

    En un equipo plagado de nombres propios, hay dos que destacan en esta Champions:

    Melchie Dumornay y Fiamma Benítez, ambas con cuatro goles, situadas entre las siete máximas goleadoras actuales de la competición. Talento joven, potencia, lectura ofensiva y capacidad para aparecer cuando el partido lo exige.

    El Atlético lo sabe.

    Y también sabe que en Europa, neutralizar el talento rival es tan importante como creer en el propio.

    Para Víctor Martín, este partido es algo más que una jornada europea. Es una oportunidad para cerrar el año reforzando convicciones, incluso en la dificultad. El técnico rojiblanco ha insistido durante toda la temporada en la idea de proceso, de crecimiento sostenido, de construir un equipo capaz de competir en todos los escenarios.

    Y Lyon es, probablemente, el examen más exigente posible.

    No se trata solo de resistir.

    Se trata de atreverse.

    De elegir cuándo sufrir y cuándo morder.

    De entender que incluso el rival más poderoso tiene grietas… si se le obliga a mirarse al espejo.

    El Atlético de Madrid sabe que no todos los partidos se ganan con el marcador. Algunos se ganan con la actitud. Otros con la memoria. Y otros, simplemente, con la manera de estar.

    Cerrar el año en Lyon no es un trámite.

    Es una declaración.

    Una declaración de que este equipo sigue creyendo.

    De que la clasificación no adormece.

    De que incluso tras semanas sin victoria, la identidad permanece.

    aquí es donde el fútbol deja de ser estadística y se convierte en relato.

    Porque cuando el balón empiece a rodar, cuando el estadio francés se ilumine y cuando el Atlético vista de rojiblanco ante la historia, habrá algo que no aparecerá en las fichas técnicas: el pulso emocional de un equipo que no se resigna.

    El Atlético no necesita permiso para competir.

    Nunca lo ha pedido.

    Y si esta noche europea termina con victoria, será porque el equipo entendió que los grandes escenarios no se temen: se honran.

    Porque hay partidos que cierran grupos.

    Y hay partidos que abren relatos.

    Y este, pase lo que pase, pertenece a los segundos.

    🔜 NEXT GAME

    🏆 UEFA Women’s Champions
    League

    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon

  • La previa | Olympique Lyonnais vs Atlético de Madrid

    ( Fuente: Liga F Moeve)

    🟨 El ocho veces campeón de Europa recibe en Francia ante un Atlético que está a un paso de ser legendario.

    🤝 Manu López y Ruth Romero

    Hay partidos que no necesitan presentación porque la historia los anuncia antes de que ruede el balón. Encuentros que no se explican únicamente con datos, alineaciones o sistemas, sino con memoria, con legado, con todo aquello que el fútbol europeo ha ido escribiendo durante años de noches grandes. El Olympique Lyonnais–Atlético de Madrid es uno de esos duelos. Un choque que nace del peso de los escudos, de la exigencia continental y de esa sensación inevitable de estar ante un examen de máximo nivel, de esos que miden no solo el talento, sino la identidad.

    Este miércoles, el Groupama Stadium se convierte en escenario de una de las grandes citas de la fase de grupos de la UEFA Women’s Champions League. Un templo moderno del fútbol femenino europeo que acoge un enfrentamiento donde el pasado glorioso y el presente competitivo se miran de frente, sin concesiones. Lyon, imperio continental, recibe a un Atlético de Madrid que viaja a Francia con la convicción de quien sabe que, en Europa, competir no es una circunstancia: es una forma de ser.

    El Olympique de Lyon no necesita demasiada introducción. Es el club que ha convertido la Champions en costumbre, el nombre que aparece una y otra vez cuando se habla de hegemonía, excelencia y dominio. Ocho títulos europeos sostienen su leyenda. Ocho coronas que han construido una cultura ganadora instalada en cada línea del campo, en cada gesto, en cada decisión. Lyon no solo juega la Champions: la habita. La entiende como su territorio natural.

    Juegan en casa, respaldadas por la autoridad que les concede el historial y por la presión inherente a quien siempre está obligado a ganar. Porque en Lyon, en Europa, no basta con competir. No basta con pasar rondas. Hay que vencer… y hay que convencer. Esa es la carga invisible que acompaña a los gigantes: la exigencia permanente de estar a la altura de su propio pasado.

    Con una plantilla diseñada para dominar, el conjunto francés buscará imponer desde el primer minuto su idea de fútbol: ritmo alto, posesión sostenida, profundidad por bandas y control absoluto del tempo del partido. Lyon entiende el juego desde la iniciativa, desde la jerarquía, desde el convencimiento de que el balón y el espacio deben estar siempre bajo su control. Juegan para mandar, para someter, para recordar al continente quién ha sido y quién sigue siendo.

    Enfrente, sin complejos pero con respeto, estará un Atlético de Madrid que ha aprendido a sobrevivir, a resistir y a crecer en contextos hostiles. Un equipo que no llega como favorito, pero sí como bloque competitivo, incómodo y con carácter. Un Atlético que sabe que estas noches no se juegan solo con el balón en los pies, sino con concentración, sacrificio y una fe colectiva que no se negocia.

    Las rojiblancas afrontan el choque conscientes de la dificultad, pero también del valor de cada punto en una fase de grupos que no concede margen para el error. El Atlético llega con la obligación de sumar, sí, pero también con la tranquilidad que da haber demostrado, una y otra vez, que puede competir ante cualquiera cuando mantiene el orden, la intensidad y la disciplina táctica. No es un equipo de fuegos artificiales: es un equipo de convicción.

    El conjunto madrileño necesitará un ejercicio casi perfecto de solidez defensiva, concentración máxima durante los 90 minutos y una lectura emocional impecable del partido. Saber sufrir cuando toque, minimizar errores, gestionar los momentos de asedio y aprovechar cada transición, cada balón parado, cada metro que Lyon conceda. En noches así, el margen es mínimo. Pero existe. Y el Atlético vive de hacerlo visible.

    En el centro del relato aparece también el talento joven y descarado de futbolistas como Fiamma Benítez, llamada a ser uno de los nombres propios del futuro rojiblanco, símbolo de una nueva generación que no entiende de complejos cuando pisa escenarios grandes. Junto a ella, la experiencia de un bloque que ya ha respirado el aire denso de Europa, que ha vivido eliminatorias, grupos exigentes y estadios que aprietan.

    El Atlético no viene a intercambiar golpes. Viene a competir desde su identidad. A mantenerse en pie cuando el partido se incline. A recordar que hay encuentros que no se ganan en el minuto 10, sino en el 80. Que hay noches que se sostienen desde la cabeza, desde el orden y desde la creencia.

    Este Lyon–Atlético no es solo un duelo entre un gigante histórico y un aspirante resistente. Es un choque entre la hegemonía y la rebeldía, entre la obligación de ganar y la ambición de creer. Un partido donde el marcador dirá mucho, pero donde el mensaje competitivo dirá aún más. Porque Europa también observa quién compite cuando el contexto es adverso.

    El estadio apretará. La Champions mirará. Y en medio, 22 futbolistas disputarán algo más que tres puntos: disputarán respeto, identidad y futuro continental.

    Porque la UEFA Women’s Champions League no espera y el Atlético de Madrid lo sabe.

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    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

    ⚔️ Fase de liga ⚔️

    📅 Miércoles, 17 de diciembre de 2025

    🚀 Día de partido | Matchday 6

    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon

    (Fuente: Liga F Moeve)
  • Oficial | ¿Dónde se puede ver el OL Lyonnes vs Atlético de Madrid?

    (Fuente: Disney Plus)

    🚨 El Lyon – Atlético de Madrid, correspondiente a la sexta y última jornada de la fase liga de la UEFA Women’s Champions League, podrá seguirse en directo y en exclusiva a través de Disney Plus, plataforma que continúa reforzando su apuesta por el deporte de élite gracias a su colaboración estratégica con ESPN, responsable de la producción y la señal internacional del encuentro. La retransmisión arrancará a las 20:55 horas del martes 17 de diciembre, con una conexión especial desde el OL Stadium de Décines cinco minutos antes del pitido inicial, acercando al espectador el ambiente, la tensión y el contexto de una de las grandes noches europeas del fútbol femenino.

    Hay noches que no se juegan: se atraviesan. Hay estadios que no se visitan: se desafían. Y hay partidos que no admiten medias tintas porque están hechos de historia, de memoria y de futuro. Este martes, el fútbol femenino europeo vuelve a citarse con uno de esos encuentros destinados a perdurar, un duelo que podrá seguirse en directo a través de Disney Plus, gracias a su colaboración con ESPN, encargada de llevar al mundo la señal de una noche grande desde Francia.

    A las 20:55 horas, cinco minutos antes del pitido inicial, la retransmisión conectará en directo con el OL Stadium de Décines, escenario imponente y casi sagrado del fútbol femenino continental. Pero mucho antes de que la cámara se encienda y el balón eche a rodar, este Lyon – Atlético de Madrid ya se viene jugando desde hace semanas en la cabeza, en el vestuario y en el corazón rojiblanco. Disney Plus y ESPN pondrán la imagen; la emoción, la historia y la tensión ya están servidas.

    El Atlético de Madrid Femenino pisa Lyon sabiendo que enfrente no solo estará el Olympique Lyonnais, el club más grande que ha conocido la UEFA Women’s Champions League, sino también el peso de una competición que no perdona y que mide a los equipos en su versión más desnuda. El Lyon recibe al Atlético con el objetivo de cerrar la fase liga invicto, reafirmando una hegemonía que atraviesa generaciones, entrenadoras y plantillas. Las francesas llegan empatadas con el FC Barcelona en lo más alto de la clasificación, con 13 puntos, dominando el relato europeo una vez más.

    El Atlético, undécimo con siete puntos, aterriza en Francia con una ambición clara y legítima: clasificarse para los play-offs eliminatorios y demostrar que ya no es un invitado ocasional en la élite, sino un equipo que ha aprendido a competir cuando el contexto se vuelve hostil, cuando el rival impone respeto y cuando el escenario aprieta. En ese filo entre el miedo y la valentía se forjan las identidades.

    Porque si algo define a este Atlético es precisamente eso: su capacidad para resistir, insistir y sobrevivir. Es su primera participación en una fase de grupos —ahora fase liga— de la máxima competición continental, y ha llegado hasta aquí tras cruzar un camino áspero, sin atajos ni concesiones. La eliminatoria ante el Häcken fue una prueba de carácter puro: empate 1-1 en Gotemburgo, con gol de Luany; victoria 2-1 en Madrid tras prórroga, con el tanto decisivo de Synne Jensen cuando las piernas pesaban, el reloj quemaba y Europa exigía respuestas. Aquel día, sin saberlo del todo, el Atlético empezó a escribir esta historia que ahora desemboca en Lyon.

    El Lyon, en cambio, es la historia. Ocho veces campeón de Europa en once finales disputadas, ambos récords absolutos de la competición. El último título llegó en Turín, en 2022, tras derrotar al Barcelona por 3-1. Desde entonces, el Olympique Lyonnais sigue siendo el baremo con el que se mide todo en Europa. Incluso en la derrota. En 2024 cayó en la final ante el Barça (0-2), su último enfrentamiento con un rival español, poniendo fin a una racha de ocho victorias consecutivas ante equipos de España, incluidas las finales de 2019 y 2022 frente al conjunto azulgrana.

    El recuerdo entre Lyon y Atlético es escaso, pero contundente. Temporada 2015/16, octavos de final. Un 9-1 global que todavía resuena en los archivos de la competición: 1-3 en la ida en España y un devastador 6-0 en Francia. Ada Hegerberg, eterna, marcó cuatro goles en aquella eliminatoria. Aquella fue la única experiencia europea del Atlético frente a equipos franceses. Diez años después, el escenario es otro. El Atlético también es otro.

    Y así continúa el relato que Disney Plus y ESPN llevarán a cada pantalla: un partido donde los números imponen, las leyendas amenazan y el Atlético se presenta sin complejos, dispuesto a escribir su propio capítulo en el estadio donde Europa aprendió a temblar.

    La clasificación añade una última capa al relato. Al Atlético le interesa que el Real Madrid se cuele entre los cuatro mejores del continente para evitar un cruce madrileño en los play-offs. Incluso cayendo en Lyon, las colchoneras avanzarían gracias a una diferencia de goles favorable de diez tantos respecto al Vålerenga, que necesitaría una hecatombe y, además, ganar en Alemania al Bayern de Múnich. Precisamente el Bayern aparece como el rival más probable en el playoff, en un destino que parece escrito a medias.

    Pero antes de cálculos, de escenarios y de cuentas finales, está Lyon. El estadio. La camiseta blanca. La historia que pesa. El Atlético entra al OL Stadium sabiendo que no hay nada que perder y todo que ganar. Que este partido no define solo una clasificación, sino una identidad. Competir en Lyon es una declaración de intenciones. Resistir, un acto de fe. Golpear, una forma de rebelión.

    Este es ‘El Partido de Manu’. El partido donde el fútbol femenino se mira al espejo. Donde el pasado observa al presente. Donde el Atlético de Madrid desafía al Olimpo europeo con la convicción de quien sabe que, pase lo que pase, ya ha aprendido a vivir en estas noches.

    Y cuando suene el himno, cuando ruede el balón en Décines y Disney Plus, junto a ESPN, lleve la imagen al mundo, el Atlético no estará de visita. Estará escribiendo.

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    🔥 OL Lyonnes 🆚 Atlético de Madrid 🔥

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    ⏰ 20:55 horario peninsular

    🏟️ OL Stadium, Lyon