
🟧 La final adquiere dimensión histórica en Madrid: España–Alemania bate el récord de asistencia en casa rojiblanca.
La vuelta decisiva de la final de la UEFA Nations League entre España y Alemania no solo será un duelo por el título continental: también se convertirá en un hito sin precedentes para la selección española.
El encuentro, que se disputa en el feudo colchonero, registrará la mayor asistencia jamás vista en un partido de la Selección, consolidando el extraordinario crecimiento del fútbol nacional y el vínculo con una afición que ha llevado el rojo en la piel durante todo el torneo.
El estadio del Atlético de Madrid , empapado de historia, late en rojiblanco, pero el 2 de diciembre de 2025, a las 18:30 horario peninsular, en La 1 de RTVE, latirá con la intensidad absoluta del combinado nacional.
Cada asiento vendido es un fragmento de la pasión colectiva; cada voz que resuene en las gradas será un impulso más hacia el título. España se prepara para escribir una página dorada: un lleno absoluto para un partido que lo exige todo, frente a una Alemania de jerarquía eterna, competitiva y acostumbrada a noches grandes.
El fútbol se medirá con la historia. La grada será protagonista. El récord ya está en pie —ahora falta firmarlo en el césped.
“Poder jugar en el Metropolitano es un sueño”, confesó la seleccionadora española, que espera volver a España con “un gran resultado” de su visita a Alemania.
“No Ahora van a poder ver a estas referentes en directo, es un lujo. Nos hace felices poder jugar en Madrid, se hace fácil para nuestra gente”, confesó Bermúdez. “Cuando jugaba en las calles de Madrid no podía soñar con jugar una final con España en mi casa, y hacerlo rodeada de toda mi gente”, se sinceró la joven blaugrana Vicky López, quien se crió en la cantera del Madrid CFF.
RTVE lidera la audiencia con la UEFA Women’s Nations League: Alemania–España fue lo más visto del día en La 1.
La cadena pública volvió a situarse en lo más alto del consumo televisivo nacional gracias a la UEFA Women’s Nations League. El encuentro entre Alemania y España, correspondiente a la ida de la final, se consolidó como el contenido más visto de la jornada, reflejo del enorme interés creciente que genera el fútbol femenino en el país.
El partido registró una audiencia media de 1.562.000 espectadores, alcanzando un 14,5% de cuota de pantalla, datos que refuerzan el impacto del torneo en el público español y confirman la excelente respuesta de la audiencia. Además, el duelo superó la barrera de los 4,5 millones de espectadores únicos, cifra que evidencia el seguimiento masivo que concitó la cita y el alcance social del evento.
Con esta marca, RTVE reafirma su apuesta por el fútbol femenino como pilar estratégico de su oferta deportiva. El encuentro no solo dominó el prime time, sino que volvió a abrir una ventana de referencia para el deporte femenino en abierto, con un alcance que continúa en expansión temporada tras temporada.
El interés por la Nations League, el atractivo del duelo entre dos potencias como España y Alemania, así como el impulso mediático del combinado nacional, se alinearon para ofrecer una noche histórica en televisión.
Un éxito deportivo y de audiencia que anticipa un futuro prometedor para el fútbol femenino en las pantallas públicas.
Esta buena nueva, sin paliativos, llevó a Radiotelevisión Española a confirmar de manera oficial que emitirá en directo y en abierto el decisivo encuentro de vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League que enfrentará a España y Alemania en el Riyadh Air Metropolitano, un duelo que promete marcar un antes y un después en la historia del fútbol femenino español.
La cita, programada para las 18:30 (horario peninsular), está llamada a convertirse en una de las retransmisiones deportivas más esperadas del año y aspira a congregar al país frente a la pantalla en un clamor unánime por la Selección Española de Fútbol.
España llega a este último capítulo con la determinación que solo poseen las grandes generaciones. Su rival, Alemania —sinónimo de jerarquía, disciplina y memoria competitiva sobre el continente— aguarda como la última fortaleza a derribar. El Riyadh Air Metropolitano será el templo:
un estadio vestido de rojiblanco, latiendo con un solo corazón, con un solo propósito.
RTVE encenderá los focos, abrirá la señal para todo el país y entregará la final al aficionado con la pasión que merece una noche que no se repite, una velada que se graba.
La expectación es desbordante. La convicción, casi unánime. Según los datos oficiales recogidos en la aplicación de la UEFA Women’s Nations League, siete de cada diez aficionados consultados creen que España levantará el título al término del torneo. La cifra, abrumadora, simboliza mucho más que un pronóstico: es un mensaje colectivo, una declaración pública de confianza internacional en un equipo que ha transformado su fútbol en identidad y su identidad en bandera.
El pulso estadístico revela algo que trasciende el terreno de juego: España no solo compite, inspira. No solo juega, convence. Se ha ganado el derecho a ser favorita. Y ese derecho nace de una trayectoria que ha ido construyéndose golpe a golpe, pase a pase, partido a partido, hasta poner al combinado nacional en el centro emocional del fútbol europeo.
El 70% no es una cifra aislada: es un latido compartido.
Es el reflejo de una generación que ya no sueña: se exige.
La consulta en la aplicación oficial no solo mide resultados; mide sensaciones, mide corazones, mide la percepción global de un grupo que ha llevado el nombre de España más allá de lo futbolístico. Son votos que viajan desde cualquier punto del continente, desde estadios y salones, desde dispositivos y pulsaciones digitales; votos que, al teclearse, dicen algo muy simple: “el mundo cree en España”.
Ese porcentaje es confianza, pero también presión. Es combustible, pero también responsabilidad. España llega a la final con un destino visible, asumido, reclamado. La expectativa es un territorio que solo pisan los grandes.
La encuesta no concede el título, pero lo anuncia.
No entrega medallas, pero marca el camino.
No sentencia el resultado, pero revela el clima emocional del continente.
El dato convierte cada minuto previo a la final en un temblor intensificado, en una narrativa que se expande, en una historia que se respira. España tendrá el respaldo de las gradas, de los hogares, de las pantallas, y —según la UEFA— también del propio pulso digital de Europa.
La responsabilidad es monumental. El premio, aún mayor.
El 70% ya ha hablado. El balón aún no y la final será el juicio.
Y España, si consigue lo que ya se vislumbra, no solo levantará un trofeo: levantará una era.

La historia ya tiene número, latido y fecha. 32.657 aficionados —treinta y dos mil seiscientos cincuenta y siete corazones latiendo al unísono— firmaron el mayor registro de asistencia jamás visto en un encuentro de la Selección Española Femenina absoluta. Una cifra monumental, una ola roja, una declaración colectiva que trascendió los noventa minutos y se convirtió en un acto de fe deportiva, cultural y simbólica.
Allí, frente a Francia, en la final de la UEFA Women’s Nations League, España no solo jugó al fútbol: España movilizó un país.
No fue un partido. fue una peregrinación de un pueblo acudiendo a ver a sus heroínas.
Una nación entera empujando una camiseta que ya no necesita presentación alguna, aunque “La Roja” vestirá por vez primera en suelo peninsular el nuevo modelo que Adidas ha diseñado y lo hará en un escenario imponente como es el Metropolitano, que respira aura por los cuatro costados.
En 2023, en la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda, el océano frenó la afluencia de público a las gradas, contuvo la historia
Las gargantas, el ruido, las banderas, el temblor. Todo fue ampliación, desborde, superlativo. Las jugadoras no aparecieron en el césped: entraron envueltas en la fuerza de más de treinta mil voces, unidas en un volumen que todavía hoy resuena en el eco de la memoria colectiva. Ese récord no es solo estadístico: es emocional, es estructural, es fundacional. Marca un antes y un después, pero ahora, dos cursos más tarde de aquella epopeya con la que casi no teníamos derecho a soñar, sirvió para que a día de hoy no solamente se juegue, también se convoca a los fans.
Dicen que las revoluciones nunca avisan, pero esta sí lo hizo: cada convocatoria aumentaba, cada encuentro crecía, cada portada ampliaba el foco.
Hasta que llegó el día grande. La final frente a Francia no solo abría una competición: abría una etapa. Una Selección que ya es referente mundial, con nombres que inspiran, conquistan, definen. Con una estructura futbolística madura, reconocida y admirada.
Nadie sabe cuándo volverá a romperse un récord así —pero todos sabemos que volverá a caer. Porque España ya no mira hacia arriba: escala. Porque las niñas que estuvieron allí no vieron fútbol: vieron destino. Porque 32.657 no es límite, es punto de partida.
La Selección Española Femenina ha cruzado una puerta que ya no se cierra.
El estadio rebosado es la prueba y nación expectante es la señal.
El futuro, que ya no espera, es el lugar hacia donde corremos y que tiene como destino final él majestuoso Metropolitano.
España se prepara para un momento que ya huele a leyenda. La vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League enfrentará a la Selección Española Femenina con Alemania en el feudo que escribió la historia del fútbol europeo, el Estadio Metropolitano de Madrid, hogar del Atlético de Madrid y testigo de la final de la Copa de Europa masculina entre Liverpool y Tottenham Hotspur en 2019. Esta vez, sin embargo, el espectáculo será femenino, español y monumental.
Metropolitano no será solo un escenario: será un muro, un impulso, un factor determinante. La condición de local se convierte en arma estratégica, en aliento constante, en presión que desequilibra la balanza. España tiene la oportunidad de transformar el rugido de la afición en ventaja deportiva frente a una Alemania que ya domina la historia continental, con ocho trofeos europeos en sus vitrinas, pero que nunca ha sentido un estadio español lleno hasta el último asiento apoyando con fervor absoluto a las actuales campeonas del torneo.
Cada grada será un latido, cada asiento una declaración de fe, cada cántico un recordatorio de que España no juega sola. La Selección necesita que el público haga temblar el Metropolitano, que convierta cada pase, cada centro, cada disparo en un clamor compartido. Esta es la oportunidad de que la afición se transforme en protagonista, en la fuerza que incline la eliminatoria hacia la emoción, la gloria y la historia.
El rival es imponente. Alemania, cuna de talento y jerarquía futbolística, reina en Europa con un palmarés que intimida: ocho trofeos europeos que reflejan su dominio y constancia. Pero incluso la historia, por respetable que sea, puede ceder ante la energía de un estadio que se convierte en una muralla roja y blanca, un estadio que respira como un solo cuerpo y que exige a cada jugadora darlo todo.
España llega con un combinado que ha revolucionado la táctica, el carácter y el corazón del fútbol femenino, con un equipo que entiende que la final no se juega solo en el césped: se juega en la grada, en la atmósfera, en la intensidad colectiva de una nación que observa cada acción con pasión, orgullo y expectativa.
Nunca antes la Nations League había presentado un choque con tanta carga emocional: Por un lado, las actuales campeonas, con hambre de reafirmarse y defender su título. Por otro, Alemania, con experiencia, jerarquía y el peso de la historia europea.
El escenario, sin embargo, puede inclinar la balanza. El Metropolitano, con capacidad histórica, ubicación emblemática y tradición reciente como sede de finales de élite, es el factor que puede cambiar el destino de la eliminatoria. España tiene la llave para convertir la condición de local en ventaja estratégica y transformar cada pase, cada acción y cada gol en un clamor colectivo.
No te pierdas la final de la UEFA Women’s Nations League. El país entero tiene un papel que cumplir, la historia se escribe ahora y tú puedes ser parte de ella.
España llega al Metropolitano con un 0-0 que no define, pero que prepara cada balón, cada pase, cada estrategia. Alemania, histórica reina europea con ocho títulos continentales, demostrará su fortaleza como siempre, pero esta vez no habrá viento adverso, ni césped hostil, ni excusas: habrá grada, habrá nación, habrá alma. Porque lo que en Kaiserslautern fue contención, en Madrid será volcán; porque lo que allí fue inicio, aquí será eternidad.
El Riyadh Air Metropolitano, hogar del Atlético de Madrid y testigo de la final de la Copa de Europa masculina entre Liverpool y Tottenham Hotspur en 2019, se prepara para recibir un duelo que trasciende lo deportivo y que condensará historia, emoción y futuro en noventa minutos de intensidad máxima. Pocos nombres describen este estadio con verdad y huella. José Luis Sánchez Vera, arquitecto de una de las etapas más intensas del Atlético Femenino, conserva aún la vibración de ese hormigón que cambia el ánimo, de esa acústica que se mete en la piel. No habla como un entrenador más, sino como un testigo que vio cómo la mística se despliega sobre el césped y cómo un estadio puede convertirse en factor decisivo emocionalmente. “Jugar en el Metropolitano supone mucho más que actuar como local: puede impulsar al fútbol femenino y blindar su crecimiento”, confesó Sánchez Vera, reverenciando un templo que ha marcado la historia reciente del deporte femenino español. Cuando él recuerda, el estadio respira. Cuando pronuncia, España cree. El Metropolitano no es solo escenario: es memoria viva, cuna del ruido, de la presencia y de la identidad; testigo de la revolución silenciosa del fútbol femenino español que hoy exige su espacio, su dignidad y su reconocimiento.
La Casa Real ha confirmado la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI, y su asistencia no es un gesto protocolario: es un respaldo institucional y emocional que magnifica la trascendencia del encuentro. Cuando Felipe VI se siente en el palco, el partido deja de ser solo un duelo deportivo: se convierte en compromiso de país y memoria futura. Se espera que la asistencia supere los 45.000 espectadores, acercándose al récord absoluto del fútbol femenino español. Las gradas serán un océano rojo, un altar donde las jugadoras brillarán en el firmamento. Imaginen la escena: las futbolistas caminan por el túnel, respiración corta, mirada firme, y al salir, el cielo rojo del Metropolitano late al unísono con la nación. Suena el himno. Felipe VI observa desde el palco con solemnidad. Alemania enfrente.
España en casa. Allí, España jugará por algo más que un trofeo: por un legado que trasciende generaciones, por niñas que hoy sueñan con vestir la Roja sin pedir permiso, por un país que cree, empuja y late unido. El Metropolitano será la llama, Sánchez Vera el eco que inspira, el Rey la presencia que honra, España el corazón que arde.
Este estadio ya ha sido escenario de hitos históricos: el 17 de marzo de 2019, cuando Atlético de Madrid y Barça reunieron a 60.739 espectadores en un partido de Liga F, marcando un antes y un después para el fútbol femenino español. Cada encuentro posterior, cada paso de la Roja, ha construido el camino hacia esta final. Cada victoria, cada entrenamiento y cada balón entrenado en este césped se convierte ahora en preparación para la gloria continental. No es solo un estadio. Es memoria viva, cuna del ruido, prueba consciente de que el fútbol femenino ya no espera: avanza.
Jugadoras jóvenes como Fiamma Benítez o Vicky López encarnan el genio, la creatividad y la audacia que caracteriza a España. Junto a ellas, referentes como Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso y Mapi León custodian la bandera rojigualda con valor. Detrás de ellas, millones de aficionados que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa. Cuando Claudia Zornoza afirma que “mereció la pena”, habla de toda una vida dedicada al sueño de entrenar, competir y abrir caminos en campos vacíos que hoy se llenan de gloria. Lo que ellas hicieron, y lo que hicieron generaciones anteriores, fue un acto patriótico: un servicio al país, a la sociedad, a la igualdad y al deporte.
Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será solo un equipo representando a un país. Será un país representándose a sí mismo. Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea secundario, que exige respeto, visibilidad y voz. Los 45.000 aficionados —y los millones conectados desde casa— no verán un partido. Participarán en un movimiento histórico. Cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos”. Cada voz que ruge en las gradas es un impulso que puede decidir el destino de esta final. Porque España ya no mira desde afuera. España juega desde dentro, desde la piel, desde el orgullo.
Aquí se juega por algo más que un resultado. Aquí se escribe historia. Aquí España puede demostrar que aquel viejo dicho de “siempre gana Alemania” queda en el pasado. Que ruja el Metropolitano. Que avance el equipo local.
Que España se encienda. Que el mundo vea: aquí se escribe la historia del fútbol femenino.
La final no está por jugarse. La final está por escribirse. Y esta vez, cada grito, cada mirada y cada latido serán testigos de una gesta que quedará para siempre en la memoria de España y del fútbol femenino mundial.
Porque España juega por un legado, por un país que se reconoce en sus mujeres, por una generación que ya no pide permiso para soñar. Porque este Metropolitano no solo verá historia: será su autor.
Que ruja el Metropolitano. Que avance “La Roja”. Que España se encienda. Que el mundo vea: España ya es potencia y ya es orgullo. La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y ese es España.
🔜 𝙉𝙀𝙓𝙏 𝙂𝘼𝙈𝙀
🏆 UEFA Women’s Nations League 2025
🔥 España 🇪🇸 🆚 Alemania 🇩🇪🔥
✨ La final ✨
📅 Martes, 2 de diciembre de 2025
⏰ 18:30 horario peninsular
📺 La 1 de RTVE
🫶 Matchday 2 | Dia de partido
🏟️ Riyadh Air Metropolitano, Madrid


















