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  • Oficial | Misa hace historia como merengue

    (Fuente: UEFA)

    📌 La exjugadora del Deportivo ya puede presumir de ser la futbolista con más encuentros (187) del Real Madrid, situándose por delante de Olga Carmona.

    ⬜️ Misa Rodríguez, la guardiana blanca del sueño eterno |

    (Fuente: Liga F)

    Crónica de una portera que desafió el tiempo, las dudas y el destino para escribir su nombre en la historia del Real Madrid y del fútbol femenino español.

    Hay nombres que se pronuncian y se recuerdan, nombres que trascienden los resultados de un partido, los títulos o los récords. Hay historias que laten con la fuerza de una ciudad, que se sienten en el rugido de una grada y en el silencio profundo que antecede a un disparo al arco. La historia de María Isabel Rodríguez Rivero, conocida en cada rincón del fútbol español como Misa Rodríguez, es una de esas historias. Nacida el 22 de julio de 1999 en Las Palmas de Gran Canaria, Misa no es solo una portera; es una arquitecta de sueños, una guardiana que ha sabido convertir su talento en un símbolo, y su disciplina en un legado imborrable. Su carrera es un viaje épico, un relato que entrelaza la historia del fútbol femenino español con la de una mujer que, con apenas 25 años, ha escrito su nombre con letras de oro en el Real Madrid.

    En el calor del Atlántico, entre olas y brisas saladas, creció María Isabel. Desde pequeña, los balones eran más que objetos: eran compañeros de juego y maestros de disciplina. Sus primeros pasos en el Femarguín SPAR Gran Canaria, un club humilde pero fértil en talento, marcaron la pauta de lo que estaba por venir. Allí, entre calles adoquinadas y canchas abiertas al viento, la niña de guantes demasiado grandes aprendió la paciencia y el valor del esfuerzo constante. Cada parada era un triunfo, cada caída, una lección. Sus familiares recuerdan a una Misa implacable consigo misma, que se levantaba con determinación tras cada derrota, consciente de que algún día esos sacrificios la llevarían mucho más allá de los límites de su isla.

    Más allá del talento natural, Misa mostraba algo que la diferencia de la mayoría de las deportistas: un carácter inquebrantable. No buscaba la gloria inmediata, ni los aplausos; su ambición era interna, silenciosa, alimentada por la certeza de que cada entrenamiento era un peldaño hacia un sueño que todavía no podía imaginar en toda su magnitud.

    Su primera gran prueba llegó con el Atlético de Madrid, donde Misa se encontró con el rigor de la élite. Allí, bajo la sombra de Lola Gallardo, aprendió que la portería no se defendía solo con reflejos o agilidad; se defendía con inteligencia, con lectura de juego, con liderazgo silencioso y la capacidad de anticipar lo inesperado. Los entrenamientos eran exhaustivos: repeticiones interminables, tiros imposibles, simulaciones de penales que la hacían cuestionar sus límites. Y cada día, sin excepción, Misa volvía a intentarlo. Aprendió que la paciencia y la resiliencia eran armas tan importantes como cualquier reflejo felino.

    En esta etapa se forjó su temple, ese carácter que años más tarde sería su sello en Valdebebas. La portera canaria se convirtió en ejemplo de profesionalidad, respetada por entrenadores y compañeras, incluso antes de convertirse en titular indiscutible en la élite. Era el aprendizaje silencioso de quien sabía que el destino le reservaba un papel central en la historia del fútbol femenino español.

    La temporada 2020-21 marcó un hito histórico: el Real Madrid decidió crear su sección femenina profesional, un proyecto ambicioso que necesitaba no solo talento, sino también carácter, visión y compromiso. Misa fue una de las primeras elegidas, una de las piedras angulares sobre las que se construiría la leyenda blanca. Su fichaje no fue simplemente deportivo; fue un acto de fe, un compromiso con un club que exigía excelencia en cada detalle y cuyo nombre pesaba como un legado a preservar.

    Desde el primer día, Misa asumió su rol con la responsabilidad de quien sabe que está escribiendo historia. Fue titular indiscutible desde su debut, defendiendo la portería blanca con reflejos que parecían desafiar la física y un liderazgo que se extendía más allá de sus guantes. La primera temporada fue de consolidación, de aprendizaje mutuo entre jugadoras y cuerpo técnico, y de adaptación a un club que, aunque histórico, se estrenaba en el fútbol femenino profesional.

    (Fuente: Skechers)

    Los números de Misa hablan de su grandeza, pero solo en parte: 187 partidos oficiales con el Real Madrid, récord absoluto del club, superando incluso a figuras como Olga Carmona. Cada partido es un testimonio de esfuerzo, entrega y amor por el escudo. Dos Trofeos Zamora (2021 y 2023) certifican su dominio bajo palos, pero más allá de los galardones, lo que define a Misa es su capacidad de transformar la presión en fuerza, de convertir la adversidad en determinación y de convertir cada parada imposible en un acto de liderazgo silencioso.

    Su consolidación no fue lineal. Cambios de entrenadores, lesiones de compañeras, decisiones tácticas y la irrupción de Merle Frohms en el equipo pusieron a prueba su carácter. Sin embargo, Misa nunca se resignó. Cada desafío fue un recordatorio de su misión: defender el arco del Real Madrid y proteger el legado de un proyecto nacido para trascender.

    Con la Selección Española, Misa tocó el cielo y también conoció el sabor amargo de la incomprensión. En el Mundial de 2023, España conquistó su primer título, pero un episodio marcó su relación con el equipo: Jorge Vilda, entonces seleccionador, le ofreció el brazalete de capitana durante un amistoso. Misa, con humildad y respeto hacia veteranas como Alexia Putellas, Irene Paredes y Jenni Hermoso, rechazó el gesto. Lo que para ella fue un acto de honor y honestidad, para otros fue un desacato. La consecuencia fue dura: relegada al banquillo en momentos decisivos, su protagonismo quedó limitado, y Cata Coll ocupó su lugar bajo palos en la conquista del Mundial.

    (Fuente: Real Madrid)

    Aún así, Misa se mantuvo firme. Participó en los Juegos Olímpicos de París 2024, aunque apenas disputó quince minutos frente a Brasil. La Eurocopa 2025 tampoco la incluyó en las convocatorias. Y, sin embargo, lejos de amilanarse, su espíritu se fortaleció en Valdebebas, donde cada parada y cada partido reafirmaba su grandeza.

    El impacto de Misa no se limita a su desempeño en el campo. Su tweet “Misma pasión”, en el que compartió una foto de celebración inspirada en Marco Asensio, encendió un debate sobre igualdad y machismo. La respuesta de Asensio, replicando el mensaje con orgullo y apoyo, transformó un gesto simple en un símbolo del fútbol femenino y de la lucha por la igualdad. Fue un momento que trascendió lo deportivo y demostró que la pasión por el fútbol no tiene género, y que cada acción, por pequeña que parezca, puede cambiar la percepción del deporte y de la sociedad.

    Misa Rodríguez es una deportista, pero también una mujer con temores, rituales y motivaciones profundas. Antes de cada partido, sus manos se tensan mientras respira hondo; visualiza los balones que volarán hacia su arco, los movimientos de cada rival, y siente la presión del estadio como un desafío que debe abrazar, no temer. Su carácter, forjado en Canarias y madurado en el Atlético y el Real Madrid, combina disciplina, intuición y valentía. Su fuerza no proviene solo del talento físico, sino de la resiliencia de quien ha aprendido a levantarse tras cada caída y a transformarla en energía para volar más alto.

    Entre los momentos más recordados de su carrera destacan los derbis contra el Atlético, los clásicos contra el Barcelona y las noches europeas de Champions. En el Estadio Olímpico Lluís Companys, el 23 de marzo de 2025, Misa fue protagonista de la histórica victoria del Real Madrid sobre el Barcelona por 1-3. Cada intervención, cada vuelo sobre el césped, parecía coreografiado por la propia naturaleza: reflejos imposibles, paradas que desafiaban la física, y un liderazgo silencioso que inspiraba a compañeras y aficionados. Cada balón detenido era un mensaje claro: el Real Madrid femenino estaba aquí para quedarse, y Misa era su corazón palpitante. Te

    (Fuente: Fotosport)

    La carrera de Misa no ha estado exenta de conflictos internos. Rumores sobre tensiones con Athenea del Castillo o diferencias con entrenadores pusieron a prueba su carácter. Las decisiones de Pau Quesada y los cambios tácticos la relegaron temporalmente, pero cada obstáculo fue un impulso para reafirmar su autoridad bajo los palos. La lesión de Frohms, su regreso a la titularidad y el manejo de la presión mediática demostraron que Misa no solo defendía un arco: defendía su historia y su derecho a ser la protagonista de su propio relato.

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    Con contrato hasta el 30 de junio de 2026, Misa se encuentra en un momento decisivo de su carrera. Su continuidad en el Real Madrid, un eventual regreso a sus raíces en Alcalá de Henares o nuevas oportunidades en Europa están sobre la mesa, pero su prioridad sigue siendo clara: conducir al Real Madrid femenino a la cima, mientras su legado se consolida como símbolo de excelencia y resiliencia.

    Su influencia va más allá del club. Inspiradora para miles de niñas y jóvenes que sueñan con calzarse los guantes y volar, su figura demuestra que la grandeza se mide no solo en títulos, sino en integridad, pasión y compromiso con el deporte y la igualdad.

    Cuando suena el himno de la Champions, y los focos iluminan Valdebebas, Misa levanta la mirada, tensando sus manos, sintiendo el pulso del estadio. Cada balón detenido es un acto de eternidad, cada vuelo un poema silencioso que trasciende la estadística. Porque hay futbolistas que pasan, y hay futbolistas que permanecen. Misa Rodríguez pertenece a las que permanecen.

    Su legado no se mide solo en partidos o trofeos, sino en la emoción que despierta, en la esperanza que genera, en la pasión que inspira. Es la portera que soñó con volar y nunca dejó de hacerlo, la guardiana blanca que convirtió un proyecto en un símbolo, y un símbolo en una leyenda.

    (Fuente: Real Madrid)

    Mientras los focos iluminan el césped y el eco de los himnos resuena entre los muros de Valdebebas, Misa permanece allí, inmutable, eterna. Su historia es la historia del Real Madrid femenino, del fútbol femenino español y, sobre todo, de una mujer que supo transformar la pasión en arte, la constancia en legado y cada parada en un acto de grandeza.

    Misa Rodríguez, la guardiana blanca del sueño eterno, no necesita que nadie lo diga en titulares; su historia se siente, se respira y se recuerda, y mientras ella siga bajo los palos, la pasión blanca seguirá viva, eterna y libre.

    (Fuente: Liga F Moeve)