El fútbol femenino español vuelve a escribir una página con vocación de trascendencia. No solo por lo que ocurre sobre el césped, sino por todo lo que rodea al balón cuando este empieza a rodar.
La Real Federación Española de Fútbol (RFEF), presidida por Rafael Louzán, ha confirmado de manera oficial que Castellón de la Plana será la sede de la Supercopa de España Femenina Iberdrola 2026, una decisión que marca un punto de inflexión simbólico, territorial y estratégico en el desarrollo de una de las competiciones con mayor solera y proyección del calendario nacional.
El anuncio no es un simple cambio de escenario. Es una declaración de intenciones. Es la constatación de que el fútbol femenino español, ya maduro, consolidado y con una identidad propia, empieza a tomar decisiones que trascienden lo económico para abrazar valores, territorio y coherencia institucional.
Encima de la mesa estuvo la posibilidad de replicar el modelo del fútbol masculino y exportar la Supercopa a Arabia Saudí.
Una idea que, aunque económicamente tentadora, chocó frontalmente con la realidad del fútbol femenino y con la conciencia de varios de los clubes implicados. La respuesta fue rápida y contundente. El Real Madrid C.F., entre otros, se negó a viajar a un país donde no se respetan los derechos de las mujeres, cerrando la puerta a un escenario que habría supuesto una contradicción estructural con la esencia misma de la competición.
No fue una negativa aislada ni caprichosa. Fue una postura lógica, ética y profundamente política en el mejor sentido del término: el de defender que el crecimiento del fútbol femenino no puede desligarse de los derechos, la visibilidad y la dignidad de las mujeres. La Supercopa no es solo un torneo. Es un escaparate. Y los escaparates también comunican.
En los últimos años, la Comunidad de Madrid se había convertido en el hogar casi permanente de la Supercopa Femenina. Entre 2021 y 2025, seis ediciones se disputaron en territorio madrileño, con sedes como Las Rozas o Leganés y, más recientemente, el Estadio de Butarque como epicentro de las dos últimas finales.
Una apuesta continuista que, si bien ofrecía garantías logísticas y visibilidad mediática, comenzó a generar fricción entre las aficiones de clubes históricos como el FC Barcelona, la Real Sociedad o el Athletic Club. El argumento era claro y compartido: la Supercopa debía disputarse en una sede neutral, que representara a todos por igual y que reforzara la idea de un torneo de ámbito nacional, no centralizado.
El fútbol femenino español, cada vez más seguido, más exigente y más consciente de su peso social, reclamaba aire nuevo y la RFEF, en esta ocasión, escuchó.
Para entender la magnitud del paso que ahora se da, conviene mirar atrás. La Supercopa de España Femenina vivió un antes y un después en 2019, cuando se implantó el formato Final Four. Una decisión estratégica que transformó una competición residual en un gran evento concentrado, capaz de reunir en una única sede a los cuatro mejores equipos de la temporada y convertir cada edición en una auténtica celebración del fútbol femenino de élite.
Aquella primera edición del nuevo formato se celebró en Mérida, en el Estadio Romano José Fouto. No fue casualidad. Fue una apuesta valiente que llevó el foco mediático a Extremadura y demostró que el fútbol femenino podía ser motor de desarrollo territorial. Un año después, en 2020, Salamanca tomó el relevo con el Estadio Helmántico como escenario, consolidando la idea de una Supercopa itinerante, cercana y con capacidad de generar identidad en distintos puntos del país.
Desde entonces, sin embargo, el torneo fue perdiendo esa vocación viajera. Mérida y Salamanca quedaron como referencias casi nostálgicas de lo que pudo ser, hasta ahora.
Tras cerrar el acuerdo de colaboración entre la RFEF, la Generalitat Valenciana, el Ayuntamiento de Castellón de la Plana y el CD Castellón, el fútbol femenino español ha encontrado un nuevo hogar para una de sus citas más emblemáticas. El Estadio SkyFi Castalia será la sede de la Supercopa de España Femenina Iberdrola 2026.
Castalia no es un estadio cualquiera. Es el corazón albinegro. La casa de los ‘Orelluts’. Un recinto con capacidad para más de 15.000 espectadores, moderno, funcional y profundamente conectado con la ciudad.
Un estadio que respira fútbol y que ahora a se prepara para acoger uno de los torneos con más historia del a panorama femenino nacional.
Con esta elección, Castellón toma el relevo de Butarque y se convierte, durante una semana, en el epicentro del fútbol femenino español.
El formato Final Four volverá a ofrecer un menú de lujo. Cuatro clubes históricos, cuatro estilos, cuatro formas de entender el juego y una sola corona en disputa. • Martes 20 de enero, 19:00 horas Real Madrid CF – Club Atlético de Madrid • Miércoles 21 de enero, 19:00 horas FC Barcelona – Athletic Club • Sábado 24 de enero, 19:00 horas Final
Tres noches de fútbol grande. Tres capítulos de una historia que mezcla rivalidad, talento, ambición y memoria. Todos los encuentros se podrán seguir en directo y en abierto a través de RTVE, garantizando una cobertura de servicio público acorde a la relevancia del evento y al crecimiento sostenido de las audiencias del fútbol femenino.
El Estadio SkyFi Castalia no es ajeno a las grandes citas federativas. La RFEF ya ha confiado en él en anteriores ocasiones, especialmente con partidos de las selecciones nacionales. El último precedente tuvo lugar el 14 de octubre, cuando la Selección española Sub-21 se enfrentó a Finlandia en un encuentro oficial que volvió a situar a Castellón en el mapa del fútbol nacional.
Ahora, el reto es distinto. Ahora, el balón será femenino y el mensaje, aún más potente.
La Supercopa de España Femenina 2026 no será solo un torneo, sino un espejo e incluso un reflejo de hasta dónde ha llegado el fútbol femenino español y de hacia dónde quiere ir. Elegir Castellón es elegir descentralización.
Designar a Castellón es sinónimo de coherencia, es elegir que los valores no se negocian y que el crecimiento debe ser sostenible, inclusivo y fiel a su razón de ser.
Cuando el balón eche a rodar en Castalia, no solo comenzará una final four. Comenzará un nuevo capítulo. Uno en el que el fútbol femenino sigue demostrando que no necesita copiar modelos ajenos para brillar, que puede construir su propio camino y que, cuando se trata de avanzar, hacerlo juntas siempre es la mejor jugada.
Porque en enero, en Castellón, no se jugará solo una Supercopa. Se jugará el presente y el futuro de un fútbol que ya no pide permiso para ocupar el lugar que le corresponde.
🔴 𝗢𝗙𝗜𝗖𝗜𝗔𝗟 | La @rfef designa 𝗖𝗮𝘀𝘁𝗲𝗹𝗹𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗣𝗹𝗮𝗻𝗮 como sede de la Supercopa de España @iberdrola 2026
🏟 El Skyfi Castalia acogerá tanto las semifinales como la gran final del torneo del 𝟮𝟬 𝗮𝗹 𝟮𝟰 𝗱𝗲 𝗲𝗻𝗲𝗿𝗼
🟣 La mística del templo colchonero quiere fundirse con “La Roja” para derrotar a Alemania y conquistar la Nations 2025 bajo el lema “Nunca dejes de creer”.
A veces, los partidos que marcan una era no necesitan goles para encender la memoria colectiva. Kaiserslautern fue testigo de un empate sin desgarros en el marcador —0-0, frío en cifras— pero ardiente en significado. España y Alemania firmaron tablas sobre un Fritz-Walter Stadion que rugió con la fuerza de su afición y con un césped herido, incómodo, que condicionó cada cambio de ritmo y cada intento de genialidad.
🏁 ¡𝗦𝗲 𝗮𝗰𝗮𝗯𝗮 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗮𝘀𝗮𝗹𝘁𝗼!
España logra un trabajado empate en Kaiserlautern y la final se decidirá en el Estadio Metropolitano.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) November 28, 2025
El 0-0 con el que arrancará el encuentro le dará mayor protagonismo a una cita que se recordará durante décadas, pues no será un partido más, será un ritual rojigualda.
Allí no hubo resolución, solo prólogo. Porque la verdadera batalla, la que decidirá un título continental y un trozo de historia, se disputará en Madrid, en el Riyadh Air Metropolitano, el 2 de diciembre de 2025 a las 18:30 (hora peninsular) en La 1 de RTVE.
El Metropolitano no es simplemente el hogar rojiblanco. Es una pared emocional, un pulmón colectivo, un escenario en el que —cuando la noche exige valentía— el público se convierte en viento y el césped en destino. Aquí no se juega: se sobrevive, se avanza, se cree.
No es casualidad que la memoria más reciente nos lleve a aquella remontada del Atlético de Madrid ante el Real Betis (2-1) en Liga F, un duelo que se inclinaba hacia la derrota hasta que el estadio decidió lo contrario. Una tarde en la que el Metropolitano rugió con la fiereza de las gestas y el Atlético volteó el marcador con uñas, dientes y algo más importante: fe.
Esa remontada que lleva escrito el nombre de Marta Cardona, actualmente en el Parma de la Serie A italiana, no fue una victoria cualquiera, fue un mensaje para el futuro.
Un recordatorio para España: en el Metropolitano, lo grande tiembla. Lo gigante cae y lo épico sucede.
España llega a casa con un 0-0 que no define pero que prepara. Alemania demostrará su fortaleza, como siempre, y la actual campeona del mundo deberá encontrar el camino que en Kaiserslautern se negó entre botes y resbalones. Pero esta vez no habrá excusas, ni viento adverso, ni césped hostil: habrá grada, habrá nación y alma.
Porque lo que en Kaiserslautern fue contención, en Madrid será volcán. Porque lo que allí fue inicio, aquí será eternidad.
Pocos nombres pueden describir ese estadio con verdad y con huella. José Luis Sánchez Vera, arquitecto de una de las etapas más intensas del Atlético Femenino, conserva aún la vibración de ese hormigón que cambia el ánimo, de esa acústica que se mete en la piel. Habla del Metropolitano con propiedad, con emoción, con fidelidad a un templo que él dirigió desde la banda y que lo marcó para siempre. No habla como un entrenador más: habla como un hombre que ha visto de cerca cómo la mística se despliega sobre el césped.
No se trata aquí de citarlo como si sus palabras fueran externas al relato —no—, sino de integrarlas al pulso mismo de esta crónica. Porque cuando él recuerda, el estadio respira. Cuando él pronuncia, España cree. Sánchez Vera expresó que jugar en el Metropolitano supone mucho más que actuar como local: es un factor emocional decisivo que puede impulsar al fútbol femenino y blindar su crecimiento, dijo con convicción editorial, con conocimiento profundo del terreno y del alma rojiblanca. Y cuando evocó su experiencia, confesó con orgullo limpio que tuvo el privilegio de dirigir allí al Atlético, como quien reconoce que pisó un escenario sagrado, imponente, capaz de erizar la piel incluso en el silencio prepartido.
Sánchez Vera lo siente y lo transmite: el Metropolitano transforma. Él no lo analiza; lo reverencia. Lo respeta como se respeta lo mítico. Como se guarda lealtad a las cosas que te construyen.
Y así, en la víspera de una final europea, sus palabras no son opinión: son una brújula que nos guía.
La cita ya era poderosa y ahora es histórica porque puede durar noventa minutos o más.
La Casa Real ha confirmado la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI en esta final trascendental. Y en un momento en que el deporte femenino reclama su espacio, su dignidad y su reconocimiento, la presencia del Rey no es un gesto protocolario: es una señal de respaldo firme, visible y sentido. Un símbolo de apoyo institucional que eleva aún más la magnitud del encuentro. Un mensaje claro al mundo: España cree en sus jugadoras, en su selección, en su futuro y el Jefe del Estado será testigo directo.
Felipe VI, nuestro monarca, estará en el Metropolitano como primer seguidor de este equipo, como representación de una nación que se mueve unida cuando hay gesta en el horizonte. No es una anécdota: es un acto de presencia que honra, respalda y sostiene. Porque cuando el Rey se sienta en el palco, el encuentro deja de ser solo un partido. Se convierte en compromiso de país. Se convierte en memoria futura.
SM el Rey Felipe VI asistirá a la vuelta de la final de la UEFA Women’s Nations League en el estadio Metropolitano de Madrid.@CasaReal ha confirmado la presencia del monarca en el partido decisivo ante Alemania.
La asistencia puede rozar el récord absoluto del fútbol femenino en España, sería preciosa la postal .
Las gradas serán océano y la final un altar donde ellas, vestidas de rojo brillarán en el firmamento .
Solo hay que imaginar la escena, que es sencillo, las jugadoras caminan por el túnel —respiración corta, mirada firme— y al salir ven el cielo rojo del Metropolitano latiendo. Suena el himno. El Rey observará desde el palco con la solemnidad y el respeto que merece la ocasión. Cincuenta, sesenta, quizá setenta mil gargantas empujan como si cada una fuese motor. Alemania enfrente. España en casa. El partido definirá a las campeonas, mientras que Europa lo mirará con envidia sana.
Allí, bajo ese cielo rojo, España jugará por algo más que un trofeo. Jugará por un legado. Por una generación que ya no pide espacio: lo conquista. Por un país que cree, que empuja, que late unido.
El Metropolitano será la llama. Sánchez Vera, el eco que inspira. El Rey, la presencia que honra. España, el corazón que arde.
2 de diciembre de 2025 — Riyadh Air Metropolitano — 18:30 horario peninsular La final no está por jugarse, la final está por escribirse. Y el destino se escribe siempre donde la piel se eriza.
Y cuando se hable del futuro del fútbol femenino en España, el Metropolitano será una de las primeras palabras pronunciadas. Porque este estadio no llega virgen a la historia: ya fue escenario, ya fue catedral, ya fue termómetro de una revolución. Aquí se jugó Liga F cuando aún muchos dudaban. Aquí se abrió camino. Aquí se enseñó al mundo que el fútbol femenino no cabía en recintos pequeños, que merecía grandes templos, grandes focos y grandes latidos.
Cómo no recordar aquel 17 de marzo de 2019, cuando el Atlético de Madrid y el F.C. Barcelona reunieron en este mismo coliseo a 60.739 espectadores, un récord de asistencia para un partido de fútbol femenino en España que dio la vuelta al planeta y que aún se pronuncia con orgullo, como un antes y un después en la psique de todos y dejó el 0-2 de las azulgrana en un segundo plano, porque aquella mañana se demostró que este deporte no entiende de género, es mágico y maravilloso.
(Fuente: “El Partido de Manu”)(Fuente: Diego Ruiz | Time Just)
Ese día el Metropolitano no solo acogió un encuentro: proclamó un mensaje, uno capaz de cruzar fronteras y romper prejuicios. Una fecha que no se borra, que no se diluye, que permanece como huella fundacional.
Desde entonces, la Liga F ha entrado y salido de aquí como quien visita su hogar más grande.
El Madrid CFF, el Barça o el Betis, rivales de alto vuelo, partidos con tensión y brillantez. Cada vez que las jugadoras pisaron esta alfombra roja de césped, el estadio respondió con ovación y presencia. Cada encuentro fue un ladrillo colocado hacia este momento, cada noche fue preparación ante el gran salto. El Metropolitano ha sido espejo del crecimiento, cuna del ruido, prueba consciente de que el fútbol femenino ya no espera: avanza.
Por eso, cuando España y Alemania salten al campo en esta final, no será un debut; será una culminación. El Metropolitano no solo verá historia: será su autor.
Ninguna nación se define sólo por sus títulos. Se define por lo que inspira en la gente que viene detrás. Y si hoy hay niñas en cada barrio, en cada colegio, en cada campo de tierra, jugando con ilusión y convencidas de que pueden llegar a vestir la Roja… es porque las heroínas de 2023, de 2024, de 2025 y de todo lo que está por venir les abrieron el camino a golpe de talento y orgullo.
España no sólo ganó un Mundial. España ganó futuro. Ganó autoestima. Ganó un lugar en el gran mapa del deporte universal.
El fútbol femenino español ya no es la alternativa: es la referencia. Ya no es el sueño: es el camino.
Que una final de la Liga de Naciones reúna a más de 45.000 personas es un gesto de modernidad deportiva, pero también de identidad nacional. El Metropolitano no será sólo un estadio: será un grito común. Un canto a un deporte que ha dejado de pedir permiso y ahora exige su sitio.
Porque cuando España se juega algo —sea una clasificación, un amistoso o un simple encuentro de preparación— lo hace con alma de campeón. Y su gente lo sabe. Lo siente y acude en masa, con una dosis muy elevada de orgullo.
El fútbol femenino español ya no se mira desde arriba ni desde fuera. Se vive desde dentro. Se vive desde la piel y se siente como un deber patriótico.
Fiamma Benítez, madrileña adoptiva del Metropolitano, representa al espíritu de la lucha diaria, del talento que arde, de la entrega sin excusas. Vicky López simboliza el genio precoz, la elegancia, la creatividad que España siempre soñó con tener.
Dos jugadoras jóvenes, dos banderas en movimiento, dos orgullos nacionales. Están en los actos oficiales porque ellas ya son España.
Pero junto a ellas están Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso o Mapi León, custodiando la bandera rojigualda con valor .
Y detrás de todas nuestras heroínas, millones de españoles que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa.
Cuando Claudia Zornoza dice que “mereció la pena”, no habla de un torneo. Habla de una vida dedicada a un sueño. Habla de entrenar en campos vacíos y ver ahora estadios repletos. Habla de una generación que empujó para que las niñas no tuvieran que pedir permiso para jugar.
Lo que ellas hicieron —las que estuvieron antes, las que batallaron sin focos— fue un acto patriótico. Un servicio al país. A la sociedad. A la igualdad. Al deporte.
Si hoy España puede presumir de ser potencia es porque ellas soñaron en pleno silencio. Y porque las niñas que juegan hoy lo hacen ya sin miedo al que dirán.
España está construyendo un patriotismo sano, deportivo, moderno. Un patriotismo que no excluye: inspira. Que no divide: une. Que no se grita contra nadie: se grita por todas.
Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será sólo un equipo representando a un país. Será un país representándose a sí mismo.
Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea tratado como una categoría menor. Un país que exige respeto, visibilidad, inversión, voz. Un país que se ha enamorado de su equipo, de sus jugadoras, de su estilo, de su coraje.
Y sí, un país que siente orgullo patrio cuando ve a España ganar, competir o simplemente aparecer en el césped con la camiseta roja.
Los 45.000 aficionados que ya han llenado más de medio Metropolitano no van a ver un partido. Van a participar en un movimiento.
España está despertando una pasión colectiva que ya no tiene vuelta atrás. El fútbol femenino es ya un símbolo de modernidad, progreso, igualdad y orgullo nacional.
Porque cuando una niña de 6 años se pone la camiseta de la Selección y dice “yo quiero ser como ellas”, España gana. Cuando una familia entera compra entradas para ver a la Roja, España gana. Cuando un estadio entero canta el himno y se abraza para apoyar a nuestras jugadoras, España gana.
Y cuando nuestras futbolistas miran a la grada y ven ese océano rojo… España gana, aunque el marcador diga otra cosa.
Habrá un país mirándose al espejo y gustándose. Habrá un país que se reconoce en sus mujeres. Habrá un país que dice: “Estamos aquí. Hemos llegado y no nos iremos nunca.”
Porque es contra Alemania, un gigante histórico. Porque España quiere seguir creciendo. Porque las jugadoras sienten que el país está detrás. Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso. Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos.”
Este partido importa porque EXPRESA algo. Porque DEFIENDE algo. Porque CELEBRA algo. Porque PROMETE algo.
Porque es contra Alemania, un gigante histórico. Porque España quiere seguir creciendo. Porque las jugadoras sienten que el país está detrás. Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso. Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos,creemos y apostamos.”
Que ruja el Metropolitano. Que avance la Roja. Que el país se encienda. Y que el mundo tome nota: España ya es potencia. Y ya es orgullo. La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y su nombre es España.
El fútbol femenino en España ya no es una promesa. Es una certeza. Es una identidad. Es una bandera que flamea con la misma fuerza que el orgullo de un país que ha aprendido —por fin— a reconocerse en la grandeza de sus mujeres. Este martes 25 de noviembre, en Madrid, la Real Federación Española de Fútbol confirmó un dato que no es una cifra más: más de 45.000 entradas vendidas para el encuentro entre España y Alemania en el Estadio Metropolitano. Cuarenta y cinco mil motivos para creer. Cuarenta y cinco mil voces que ya resuenan antes de que el balón eche a rodar.
Un estadio que ya entendió el poder de este deporte, que ya abrió sus puertas para que la Liga F respirara grandeza, ahora servirá como trono para la coronación continental.
Porque si hay un lugar para cerrar un ciclo que empezó aquel 17 de marzo de 2019 en un Atlético de Madrid 0-2 Barcelona, si hay un escenario nacido para albergar finales, para alzar títulos y convertir noches en memoria eterna, es este. El templo que un día batió récords. El hogar donde la Liga F empezó a volverse gigante.
(Fuente: RFEF)
El estadio donde España puede tocar la gloria está presto para dejar en evidencia ese viejo dicho que reza que el fútbol es un deporte de 11 contra 11 y siempre gana Alemania.
🟦 El anuncio ha tenido lugar durante la visita de Rafael Louzán e Ignacio Galán a la Selección en la Ciudad del Fútbol, donde han aprovechado para transmitirles todo su apoyo de cara a la final de la UEFA Women’s Nations League.
🔥 Notición 🔥 @el_partido_de_manu ya tiene comunidad de @whatsapp para que estéis al tanto de la última hora de forma fácil y sencilla . ¡Únete ya!
La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) e Iberdrola han reforzado —una vez más y con una ambición sin precedentes— su compromiso con el desarrollo del fútbol femenino español, sellando una renovación histórica que se prolongará hasta el año 2030, un horizonte que ya se siente como un salto generacional para la élite del deporte femenino nacional.
El anuncio se produjo en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, en un escenario que respira presente, pasado y futuro, con la Selección Española femenina concentrada y trabajando con la mirada clavada únicamente en un objetivo: la gran final de la Liga de Naciones 2025, donde España se medirá a Alemania en un doble duelo que promete ser titánico, un choque entre potencias que marcará otro capítulo dorado en la historia de esta selección que no deja de crecer, soñar y conquistar.
Allí, bajo un clima cargado de ilusión y determinación, se reunieron el presidente de la RFEF, Rafael Louzán, y el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, quienes representaron no solo a sus respectivas instituciones, sino también el pulso firme de quienes creen en un futuro más igualitario, profesionalizado y expansivo para el fútbol femenino. No estuvieron solos: el CEO de Iberdrola España, Mario Ruiz-Tagle, y el secretario general de la RFEF, Álvaro de Miguel, también formaron parte del acto, reforzando la magnitud del acuerdo y la unión estratégica de sus pilares.
El convenio firmado —continuación y evolución del camino iniciado en años previos— contempla un apoyo integral que se extiende desde lo más alto del deporte hasta sus raíces formativas: desde la Selección absoluta hasta las categorías inferiores, comprendiendo además competiciones que construyen identidad, competitividad y futuro. Se incluye el impulso a la Copa de S.M. la Reina, la Primera Federación femenina, los Campeonatos de España de selecciones autonómicas sub-12, sub-14 y sub-16, así como el crecimiento constante del fútbol sala femenino, donde Iberdrola estará presente en la Primera División, en la Supercopa de España, en la fase final de la Copa de S.M. la Reina de fútbol sala y en las distintas competiciones de fútbol playa femenino: Copa RFEF, Liga Nacional, Supercopa y Campeonatos de España de selecciones autonómicas. Un mapa competitivo que abarca todo el territorio deportivo, desde la base hasta la élite profesional.
Además, la marca Iberdrola seguirá latiendo junto a la Selección: visible, simbólica, representativa, formando parte de la equipación de entrenamiento del combinado absoluto y de las categorías de formación, así como en las equipaciones de partido del colectivo arbitral de la Primera División femenina. Una presencia no solo comercial, sino identitaria, que sostiene y visibiliza —a cada paso, en cada entrenamiento, en cada decisión en el terreno de juego— el avance irrenunciable del fútbol femenino español.
Este acuerdo no es únicamente la firma de un documento: es una declaración de convicción. Es una promesa a largo plazo. Es el anuncio de una era. Una inversión en talento, en igualdad, en crecimiento competitivo, en profesionalización real. Una alianza que convierte la visión en estructura y el sueño en proyecto palpable. España avanza hacia 2030 con la roja femenina abriendo camino, con el balón en los pies, con la ambición en la mirada y con un apoyo institucional sólido que permitirá que ninguna generación vuelva a jugar sin techo ni límites.
Iberdrola y la RFEF empujan juntas un futuro en expansión, un futuro que ya se escucha en Las Rozas, que se sentirá en la final de la Liga de Naciones y que viajará por estadios, pabellones y playas de todo el país. Un futuro que será historia. Un futuro que será fútbol. Un futuro que será femenino.
🫱🏼🫲🏽 La RFEF e @iberdrola renuevan su impulso al fútbol femenino hasta 2030.
El anuncio ha tenido lugar durante la visita de Rafael Louzán e Ignacio Galán a la @SEFutbolFem en la Ciudad del Fútbol.