
📌 La jugadora del Barcelona sufrió una dura entrada de Amanda Ilestedt y cayó de forma aparatosa. Aunque en un primer momento se temió una posible lesión grave en la misma rodilla que ya se dañó en 2021, finalmente todo quedó en un susto.

|Las temidas lesiones de LCA: el mayor enemigo del fútbol femenino moderno:
En el fútbol femenino contemporáneo, pocas palabras provocan tanto temor como tres letras: LCA. El ligamento cruzado anterior, ese pequeño pero crucial tejido que estabiliza la rodilla, se ha convertido en un auténtico fantasma que sobrevuela los entrenamientos, los partidos y los vestuarios. Las estadísticas son contundentes, las historias, desgarradoras, y las consecuencias, en muchos casos, devastadoras.
Mientras el fútbol femenino crece en profesionalización, visibilidad y ritmo competitivo, la incidencia de estas lesiones se ha disparado hasta niveles alarmantes. Según estudios recientes de la FIFA y la UEFA, las jugadoras tienen entre 4 y 6 veces más probabilidades que los hombres de romperse el LCA, una diferencia que ha encendido todas las alarmas en el entorno médico y técnico del fútbol de élite.
El ligamento cruzado anterior es una estructura clave en la rodilla: conecta el fémur con la tibia y controla la estabilidad rotacional y anterior de la articulación. Cuando se rompe, el cuerpo se apaga en un instante. El chasquido seco, la caída al césped, la rodilla que cede… son imágenes repetidas que ya forman parte de la memoria colectiva del fútbol femenino.
El diagnóstico es claro y brutal: rotura de LCA, entre seis y nueve meses de baja. Para una futbolista, eso significa perder casi una temporada completa, con el añadido de la incertidumbre de si volverá a rendir al mismo nivel.
Una lista interminable de nombres ilustres que han visto ralentizado su progreso.
En los últimos años, la lista de jugadoras afectadas por roturas de ligamento cruzado anterior se ha vuelto aterradoramente larga. Alexia Putellas, Beth Mead, Vivianne Miedema, Leah Williamson, Marie-Antoinette Katoto, Christen Press, Catarina Macario, Janine Beckie… y la nómina sigue creciendo.
En la Eurocopa Femenina 2022, varias de las grandes estrellas llegaron ausentes por esta lesión, lo que cambió el desarrollo deportivo del torneo y abrió un debate profundo sobre la prevención. En el Mundial de 2023, las cámaras enfocaron rostros de dolor, pero también de resiliencia: el de Alexia Putellas regresando con una rodilla reconstruida, el de Miedema alentando desde la grada, el de Press aún en rehabilitación.
Los especialistas coinciden en que la alta incidencia en mujeres no es una coincidencia, sino el resultado de una combinación de factores anatómicos, hormonales, biomecánicos y contextuales.
Anatomía y biomecánica: La pelvis femenina, más ancha que la masculina, genera un mayor ángulo Q (el eje entre la cadera, la rodilla y el tobillo), lo que afecta la alineación de la pierna y puede incrementar la tensión sobre el LCA. Además, las jugadoras tienden a aterrizar de manera más recta y con menor flexión de rodilla tras los saltos, lo que eleva el riesgo de rotura. Hormonas: Estudios recientes sugieren que los niveles de estrógeno y relaxina pueden afectar la elasticidad de los ligamentos, especialmente en ciertas fases del ciclo menstrual. Aunque la relación no está completamente demostrada, cada vez más equipos comienzan a adaptar cargas de trabajo y prevención según estas variables. Factores de entrenamiento y calendario: La profesionalización del fútbol femenino ha sido vertiginosa, pero la preparación física y los recursos médicos aún no están al mismo nivel que en el fútbol masculino. Los calendarios congestionados, los viajes largos y la falta de rotación de plantillas aumentan la fatiga muscular y la probabilidad de lesiones graves. Calzado y superficies: Muchos modelos de botas siguen diseñándose sobre moldes masculinos, sin adaptaciones ergonómicas a la morfología femenina. Además, los campos híbridos o artificiales —frecuentes en ligas femeninas— presentan mayor fricción y resistencia al giro, factores que multiplican el riesgo de lesión.
Una rotura de LCA no solo rompe una rodilla. Rompe rutinas, proyectos y sueños. Las jugadoras que han pasado por esa experiencia describen un proceso largo, solitario y mentalmente extenuante.
Alexia Putellas, tras su lesión en 2022, habló de “volver a aprender a caminar”, y de cómo el fútbol, por un tiempo, se convirtió en un horizonte lejano. Beth Mead reconoció haber pasado por fases de frustración profunda, y muchas deportistas confiesan haber necesitado apoyo psicológico durante la recuperación.
El entorno, sin embargo, ha cambiado. Hoy los clubes de élite cuentan con equipos multidisciplinarios que combinan fisioterapia, biomecánica, nutrición y salud mental. Pero en categorías inferiores o ligas semiprofesionales, las jugadoras aún enfrentan procesos de recuperación sin los recursos necesarios, lo que puede comprometer su regreso o incluso su continuidad en el deporte.
buena noticia es que las lesiones de LCA pueden prevenirse, o al menos reducirse significativamente, con programas específicos. Diversos estudios avalan la eficacia de rutinas de calentamiento neuromuscular como el FIFA 11+, que reduce hasta en un 50% el riesgo de rotura si se aplica con regularidad.
Los entrenamientos enfocados en fuerza del core, estabilidad pélvica, control del aterrizaje y propiocepción son esenciales. En clubes punteros como el FC Barcelona, Chelsea o Lyon, las preparadoras físicas han integrado rutinas preventivas obligatorias, incluso desde categorías juveniles.
El reto, sin embargo, es global: extender esa cultura de prevención a todas las ligas, países y niveles del fútbol femenino. Porque el riesgo no distingue entre una estrella internacional y una joven promesa que sueña con debutar.
Superar una lesión de LCA es un proceso de reconstrucción física y emocional. El tiempo estimado de recuperación suele ser de nueve meses a un año, pero muchas jugadoras tardan más en recuperar su confianza plena.
El miedo a un nuevo giro, a un mal apoyo, o a una entrada fuerte, pesa en el subconsciente. Los fisioterapeutas coinciden en que el retorno al rendimiento óptimo no solo depende de la rodilla, sino de la mente.
Casos como el de Alexia Putellas o Caroline Graham Hansen, que regresaron al más alto nivel tras una lesión grave, son ahora ejemplos de resiliencia y esperanza. Pero por cada historia de éxito, hay decenas de trayectorias truncadas, de jugadoras que no pudieron volver a sentirse las mismas.
En el fútbol femenino está en plena transformación. Las grandes federaciones ya destinan fondos específicos para la investigación médica y la prevención de lesiones graves. Se desarrollan botas adaptadas a la anatomía femenina, se revisan los protocolos de carga y descanso, y se impulsan campañas de educación para entrenadoras y preparadoras físicas.
La meta es ambiciosa, pero urgente: que una rotura de LCA deje de ser una condena habitual en el fútbol femenino.
Porque cada vez que una jugadora cae al suelo y se lleva la mano a la rodilla, el estadio entero se paraliza. No solo por el dolor que se intuye, sino porque, detrás de ese gesto, se esconde la fragilidad del cuerpo que sostiene un sueño.

La delantera del FC Barcelona, esa mezcla de potencia y elegancia que parece correr más rápido que el propio viento, cayó dentro del área tras una disputa por el balón. No hubo gritos de protesta, ni quejas al árbitro. Solo un gesto, uno que heló la sangre de todos: la mano sobre la rodilla izquierda. La misma rodilla que en 2021 le arrebató meses de carrera, sueños y partidos, cuando defendía los colores del Villarreal.
El estadio se apagó. La grada enmudeció. En el rostro de Salma, el dolor se mezcló con el miedo. Y en sus ojos, humedecidos, asomó la sombra de un recuerdo que ningún deportista quiere volver a vivir.
Minuto 25 en La Rosaleda. España y Suecia firmaban un duelo de alto voltaje en el penúltimo amistoso antes del cierre del año. Las gradas, encendidas por la ilusión de ver a las campeonas del mundo, rugían con cada arrancada de Salma Paralluelo. Hasta que de pronto, todo se detuvo.
La delantera del FC Barcelona, esa mezcla de potencia y elegancia que parece correr más rápido que el propio viento, cayó dentro del área tras una disputa por el balón. No hubo gritos de protesta, ni quejas al árbitro. Solo un gesto, uno que heló la sangre de todos: la mano sobre la rodilla izquierda. La misma rodilla que en 2021 le arrebató meses de carrera, sueños y partidos, cuando defendía los colores del Villarreal.
El estadio se apagó. La grada enmudeció. En el rostro de Salma, el dolor se mezcló con el miedo. Y en sus ojos, humedecidos, asomó la sombra de un recuerdo que ningún deportista quiere volver a vivir.
Cuando una futbolista cae y se lleva las manos a la rodilla, el fútbol femenino contiene el aliento.
Las temidas lesiones de ligamento cruzado anterior (LCA) se han convertido en un drama recurrente, casi una maldición generacional. Y Salma Paralluelo conoce demasiado bien ese dolor.
En 2021, siendo apenas una adolescente que compaginaba el atletismo con el fútbol, sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior en la rodilla izquierda. Aquel golpe frenó su proyección fulgurante y puso a prueba una fortaleza mental que hoy la define. Pasó meses lejos del campo, entre muletas, fisioterapia y silencio. Pero regresó. Regresó más fuerte, más rápida, más imparable.
Por eso, cuando el pasado viernes cayó sobre el césped de Málaga y las lágrimas aparecieron antes que los gestos médicos, el país entero sintió un nudo en la garganta.
Según ha informado la Cadena COPE, y en especial la periodista Andrea Peláez, una de las voces más acreditadas en la cobertura del fútbol femenino, las primeras pruebas realizadas a la internacional española traen alivio: no hay una nueva rotura del ligamento cruzado anterior.
Una frase breve, pero que suena como un suspiro colectivo.
Aun así, los servicios médicos de la Selección Española y del FC Barcelona mantienen la cautela. La aragonesa continúa sometiéndose a estudios para determinar el alcance exacto del golpe. No hay prisa, no puede haberla. Porque el cuerpo de Salma no solo es un prodigio físico: es una joya que sostiene buena parte de las esperanzas ofensivas del combinado nacional y del conjunto azulgrana.
Salma Paralluelo no es una futbolista cualquiera. Es una historia en sí misma.
Formada entre los estadios de tierra de Zaragoza y las pistas de atletismo, fue campeona de España en velocidad y salto de longitud antes de cumplir los 17. Luego, decidió entregarse por completo al balón, y el destino la recompensó con una carrera meteórica.
A los 18 años, ya era internacional absoluta. A los 19, campeona del mundo en Sídney 2023. Y no solo eso: Balón de Bronce del Mundial, repitiendo galardón en 2024, consolidándose como una de las tres mejores futbolistas del planeta.
Pero su camino no ha sido lineal. La lesión de LCA de 2021 marcó un antes y un después. Más tarde, la temporada pasada, sufrió molestias en el tendón rotuliano de la misma pierna, que la obligaron a parar durante varios meses. Cada vez que el dolor llamó a su puerta, Salma respondió con carácter, disciplina y fe. Su historia, en realidad, es la de una atleta que nunca se rinde
La confirmación de que no hay una nueva rotura ha devuelto la tranquilidad a la Selección Española, al FC Barcelona y a toda la afición.
El alivio es especialmente significativo para el club azulgrana, que esta temporada afronta un reto mayor: una plantilla más corta que en campañas anteriores y la baja prolongada de la delantera polaca Ewa Pajor, una de las grandes incorporaciones estivales.
El Barcelona, que ha construido su hegemonía europea sobre el talento y la profundidad de plantilla, sabe que cada pieza es vital en un curso donde los desafíos se multiplican: Liga F Moeve, Champions League, Supercopa, Copa de la Reina… y, por supuesto, el liderazgo en la nueva era de Pere Romeu.
En ese tablero, Salma es mucho más que una futbolista: es un símbolo generacional. Representa la fuerza de una nueva España, la de las niñas que crecieron viéndola volar por la banda izquierda y que ahora visten su camiseta con orgullo.
Cuando abandonó el césped de Málaga entre lágrimas, abrazada por las fisioterapeutas, La Rosaleda se levantó en aplausos. No era un gesto de consuelo, sino de reconocimiento.
Porque todos los que aman este deporte saben que Salma Paralluelo volverá a volar.
Volverá a ese sprint imparable por la banda, a ese disparo cruzado imposible para cualquier portera. Volverá a su sonrisa, a su fuerza, a su forma de transformar un partido en una carrera contra el viento.
El fútbol femenino necesita de su talento, pero también de su ejemplo. Porque cada vez que se levanta, nos recuerda que la grandeza no está en no caer, sino en levantarse una vez más, incluso cuando el miedo intenta paralizarte.
Y así, mientras las pruebas continúan y los médicos esperan los resultados finales, una certeza ya recorre el país: Salma Paralluelo no se ha roto, ni la rodilla, ni el alma, ni el sueño de seguir brillando.