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  • Oficial | España regresa de Alemania y vuelve a entrenar en Las Rozas: la reconquista comienza hoy

    (Fuente: RFEF)

    🟦 Tras aterrizar en Madrid alrededor de las cuatro de la tarde, la Selección Española apenas dejó enfriar el vuelo que la devolvió desde Alemania antes de volver a ponerse en marcha: recuperación, balón y mentalidad de acero en el Campo A de Las Rozas para preparar el asalto definitivo del martes en el Metropolitano, donde el 0-0 de la ida no es final sino promesa. España no descansa; se afila. La batalla continúa.

    La Selección Española ha regresado de Alemania con la eliminatoria abierta y el pulso en la garganta, aterrizando en Madrid alrededor de las cuatro de la tarde después del 0-0 en el Fritz-Walter-Stadion, un marcador que no resuelve nada y al mismo tiempo lo enciende todo. Sin descansar, sin pausa posible, apenas unas horas después del vuelo el equipo ya trabajaba en el Campo A de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, en una sesión dividida en dos ritmos complementarios: recuperación para las titulares, que dosificaron esfuerzos entre gimnasio y ejercicios controlados para descargar tensión muscular, y trabajo compensatorio sobre el césped para quienes no partieron de inicio en Alemania, con balón, intensidad, transiciones rápidas y voracidad competitiva. No hubo relajación, ni descompresión, ni mirada hacia atrás. La Selección se comportó como un equipo que no vuelve para reposar, sino para continuar, porque este empate no es descanso: es gasolina.

    La ida dejó un duelo táctico duro, áspero, estratégico, donde Alemania obligó a pensar rápido y cerrar espacios, donde España mantuvo identidad pero no logró convertir dominio en gol, y aun así salió viva, firme, con la convicción de que en Madrid todo puede romperse a favor. El 0-0 pesa, vibra, promete. No decide, pero amenaza. Es un marcador que invita al riesgo, que convierte cada ataque futuro en posible puñal y cada mínimo error en terremoto competitivo. Y es precisamente por eso que el grupo no ha parado: está afinándose, ajustándose, puliéndose para un martes que ya late en el horizonte inmediato.

    El Estadio Metropolitano será el escenario —no de un partido, sino de un punto de inflexión— el próximo 2 de diciembre a las 18:30h. Una vuelta que se jugará con la ciudad cayendo en la tarde, con el estadio convertido en volcán rojizo, con miles de gargantas tensadas hacia la victoria, con la nación mirando sin pestañear. Allí, donde la hierba es territorio emocional, donde la épica encuentra altavoz, España buscará transformar trabajo en conquista. Porque esta eliminatoria no se supera con once: se supera con veintitrés, con cada entrenamiento de compensación, con cada estiramiento, con cada músculo que hoy se recuperó para correr más fuerte en cuatro días. Es un proceso que explica al equipo: no se trata solo de competir, sino de evolucionar minuto a minuto, vuelo a vuelo, sesión a sesión, golpe a golpe.

    No hay suplentes, sino futbolistas disponibles; no hay desgaste, sino reconstrucción; no hay miedo, sino expectativa. La Selección se entrena con la intuición de que este cruce puede marcar un antes y un después, que el Metropolitano será testigo de algo grande si España es capaz de imponer su estilo, de mover el balón con paciencia y filo, de presionar con hambre, de convertir ocasiones que en Alemania quedaron solo en latido. Ya no se trata únicamente de fútbol: se trata de identidad, de carácter, de convicción.

    España ha vuelto. Ha entrenado. Ha respirado. Ha compactado cuerpo y mente. Y lo que sucedió hoy en Las Rozas no fue una sesión más: fue el primer paso de la conquista final. Todo lo que no ocurrió en Kaiserslautern puede ocurrir en Madrid. Todo está abierto. Todo está por escribirse. Y esta Selección no mira la historia desde lejos: avanza hacia ella con el paso firme, con el pulso despierto, con la certeza de que las grandes gestas no se esperan, se persiguen.

    El martes no se jugará solo un partido.

    El martes puede escribirse una página y España está entrenando para firmarla.

  • Oficial | Edna debutó con España y cumplió un sueño

    (Fuente: RFEF)

    🟣 La delantera propiedad del Bayern de Múnich saltó al césped con el doce a la espalda en el tramo final del encuentro para remplazar a Esther González.

    Publicidad de Netflix

    🩵 EL UPSIDE DOWN LLEGA A MADRID PARA CELEBRAR LA ÚLTIMA TEMPORADA DE STRANGER THINGS 🩵

    Madrid, 27 de noviembre de 2025 – Anoche, Netflix recreó, de la mano del Espacio Movistar, el universo del Upside Down, donde numerosos invitados pudieron descubrir el mundo de Hawkins con motivo del esperado final de la última temporada de Stranger Things. Esta última aventura llegará a Netflix en tres fechas distintas: cuatro episodios el 27 de noviembre, tres episodios el 26 de diciembre y el episodio final, el 1 de enero de 2026.

    La batalla final se acerca y, por ello, muchos rostros conocidos entre los que se encontraban Álvaro Morte, Lalachus, Adrián Lastra, María Valero y Albert Laro, entre otros, acudieron para disfrutar en primera persona de la magnífica experiencia de descubrir lugares emblemáticos como el Castle Byers, Antena, WSKQ Radio 95.5 FM, Starcourt Base, Rainbow Room y la Creel House.

    Las puertas del universo Hawkins estarán abiertas en el Espacio Movistar del 27 de noviembre al 13 de diciembre, durante todo el día. Las entradas gratuitas podrán conseguirse a través de la página web de Espacio Movistar.

    Con motivo del estreno del esperado final de la serie, Netflix de la mano del universo Hawkins, toma Madrid con la creación de diferentes activaciones a lo largo de todo el mes de diciembre. El recorrido comienza en el Espacio Movistar, donde los fans podrán vivir la última aventura en algunos de los escenarios más icónicos de la serie, siguiendo por la ciudad para descubrir las luces de Joyce, que esconden un mensaje oculto y, en caso de necesitar ayuda, recurrir a Will. También destaca el Hellfire Club Mural, en memoria de nuestro querido Eddie Munson, así como la presencia del Demogorgon y el Madroño (que ya se ha comido al Oso). Además, habrá diferentes portales, como el de la parada de Sol, y un videomapping: una proyección en homenaje a la serie sobre la fachada de la Real Casa de Correos, entre muchas otras activaciones.

    *Consulta nuestro instagram @NetflixES para obtener información actualizada sobre las fechas.

    Stranger Things, creada por los hermanos Duffer, está producida por Upside Down Pictures y 21 Laps Entertainment. Los hermanos Duffer ejercen como productores ejecutivos junto a Shawn Levy (21 Laps Entertainment) y Dan Cohen.

    El reparto incluye a Winona Ryder (Joyce Byers), David Harbour (Jim Hopper), Millie Bobby Brown (Eleven), Finn Wolfhard (Mike Wheeler), Gaten Matarazzo (Dustin Henderson), Caleb McLaughlin (Lucas Sinclair), Noah Schnapp (Will Byers), Sadie Sink (Max Mayfield), Natalia Dyer (Nancy Wheeler), Charlie Heaton (Jonathan Byers), Joe Keery (Steve Harrington), Maya Hawke (Robin Buckley), Priah Ferguson (Erica Sinclair), Brett Gelman (Murray), Jamie Campbell Bower (Vecna), Cara Buono (Karen Wheeler), Amybeth McNulty (Vickie), Nell Fisher (Holly Wheeler), Jake Connelly (Derek Turnbow), Alex Breaux (teniente Akers) y Linda Hamilton (Dra. Kay).

    Otoño de 1987. Hawkins sigue marcada por la apertura de los portales, y nuestros protagonistas comparten un único objetivo: encontrar a Vecna y acabar con él. Pero ha desaparecido, nadie sabe dónde está ni cuáles son sus planes. Para complicar aún más las cosas, el Gobierno ha puesto la ciudad en cuarentena militar y ha intensificado la búsqueda de Eleven, que se ve obligada a esconderse de nuevo. A medida que se acerca el aniversario de la desaparición de Will, también crece una inquietud ya conocida. La batalla final está a punto de empezar, y deberán enfrentarse a una oscuridad más poderosa y letal que nunca. Para acabar con esta pesadilla, deberán estar todos juntos, una última vez.

    En el fútbol español pocas historias emocionan tanto como la de Edna Imade. Su nombre ya forma parte de la narrativa épica del deporte nacional, una historia que combina valentía, sacrificio, talento y destino. Este viernes, en el Estadio Metropolitano, frente a Alemania y en la ida de la final de la Nations League femenina, Edna vivió el momento que cualquier futbolista sueña desde niña: su debut con la selección absoluta. El 0-0 del marcador quedó en un segundo plano; lo que importó fue la presencia de una jugadora que encarna más que fútbol: encarna vida, lucha y superación.

    Edna Imade llegó a España siendo apenas un bebé. Su historia comenzó mucho antes de que tocara un balón: empezó en la angustia y el riesgo, cruzando fronteras físicas y existenciales. Su madre, que había huido de Nigeria embarazada de gemelos, sobrevivió a un largo periplo por el Sáhara y dio a luz en Marruecos. Con apenas tres meses de vida, Edna fue embarcada en una patera rumbo a Algeciras, un viaje que podría haber terminado en tragedia y que, en cambio, dio inicio a una historia de esperanza. La llegada fue dramática, pero la familia sobrevivió y comenzó a construir un futuro en España, primero en un convento de monjas que les dio refugio y protección, y luego en Carmona, Sevilla, donde los cimientos de su vida se asentaron entre la humildad, la escuela y, sobre todo, la pasión por el fútbol.

    La infancia de Edna estuvo marcada por la sencillez y por un fuego interior que nada podía apagar. Su madre, que conocía la cultura y el arte, intentó que se acercara al flamenco, pero Edna tenía los pies y la mente puestos en el césped. Fue un profesor del colegio quien vio su potencial y la animó a incorporarse a un equipo de fútbol. Ese momento, aparentemente pequeño, fue el primer paso de un camino que la llevaría a convertirse en una de las delanteras más prometedoras de España.

    Su trayectoria deportiva comenzó en clubes modestos: Málaga y Cacereño fueron sus primeros escalones. Pero fue en el Granada donde la chispa se convirtió en fuego. Allí, su talento explotó: goles, regates, velocidad, desborde y un instinto que no entiende de edad ni de límites. Su fútbol llamó la atención de gigantes europeos: el Bayern de Múnich, siempre atento al talento emergente, apostó por ella, y su cesión a la Real Sociedad le permitió consolidarse en la Liga F Moeve con actuaciones que combinan potencia, entrega y madurez emocional.

    El debut de Edna con la selección absoluta no fue casualidad. Su rendimiento, su compromiso y su hambre de superación la llevaron a vestir la camiseta de España, un sueño que ella misma describe como la culminación de un camino lleno de obstáculos: “El camino ha sido muy difícil, ha sido largo, pero yo tengo una frase que le digo siempre a la gente de mi entorno: cuando algo te ha costado mucho conseguirlo, luego lo disfrutas más. El sufrimiento que ha pasado mi madre, todo lo que ha hecho para que ahora estemos bien… se lo debo todo”.

    Frente a Alemania, Edna vivió una noche histórica. Entró en el minuto 86, con el número doce a la espalda, en un escenario que, para muchos, parecía inalcanzable: un estadio lleno coreando su nombre, un marcador apretado y la tensión de una final. Su participación fue intensa y valiente; cada balón tocado, cada carrera y cada acción reflejaba no solo talento, sino también el peso de una historia que comenzó en la vulnerabilidad y llegó al reconocimiento.

    estreno de Edna Imade no es solo un logro deportivo: es un homenaje a su madre, a su familia, y a todas las personas que luchan por un futuro mejor frente a la adversidad. De la patera al Metropolitano, de la incertidumbre al aplauso de miles de aficionados, su vida demuestra que los orígenes no determinan el destino. España abre los brazos a una nueva estrella y, más allá de goles y asistencias, celebra una historia que inspira y conmueve.

    Ahora, con la experiencia de su debut ya vivida, Edna mira al futuro con ambición y hambre de más. Quiere desafiar a Ann-Katrin Berger, marcar en el Metropolitano y contribuir a que España conquiste un nuevo título en la Nations League. Su nombre, que antes era apenas un susurro en Carmona, hoy resuena con fuerza en estadios, medios y corazones. Ha nacido una estrella destinada a marcar una época en el fútbol español.

    La odisea de Edna Imade es un relato épico que mezcla historia, fútbol y humanidad. Cada paso que ha dado, desde el Sáhara hasta Alemania, desde el balón de cuero en el patio de Carmona hasta el Metropolitano, ha sido una prueba de fuerza, talento y perseverancia. Su debut es solo el primer capítulo de una carrera que promete historia, goles y momentos para el recuerdo.

    Edna Imade no es solo una futbolista: es la encarnación de la esperanza, el símbolo de que los sueños, por muy difíciles que parezcan, se pueden alcanzar. España ya la celebra. Y el mundo del fútbol está listo para descubrir a una estrella que apenas comienza a iluminar el firmamento.

  • Reportaje | España en rojo: el Metropolitano se prepara para arder como caldera de pasión en la gran final de la Nations ante Alemania

    (Fuente: RFEF)

    ⬜️ El fútbol femenino español ha pasado de ser promesa a hecho histórico. La victoria en el Mundial 2023, la marea de camisetas rojas que se agotaron en tiendas, el aumento sin precedentes de la demanda y la emoción de millones de aficionados han convertido la Roja femenina en símbolo generacional. Ahora, la vuelta de la gran final de la UEFA Women’s Nations League 2025, que enfrentará a España y Alemania el próximo martes 2 de diciembre a las 18:30 en el Riyadh Air Metropolitano, pide a gritos que cada seguidor lleve su camiseta, se ponga la bufanda y haga del coliseo rojiblanco una caldera a favor de las campeonas del mundo. Más de 45.000 tickets han sido vendidos y cada asiento será un latido de historia, un eco de orgullo, una demostración de que España no viene de visita: viene a conquistar.

    Vídeo |

    https://youtu.be/m6z1sW_qtyg?si=QzejEb-iWxeQm5i3

    La Selección Española de Fútbol, “La Roja”, se presentó en casa para disputar la ida de la final de la Nations League ante Alemania con la ilusión y la responsabilidad de las grandes ocasiones. La Cartuja de Sevilla se vistió de gala. Antes del pitido inicial, se vivieron instantes cargados de emoción y simbolismo: la histórica Virginia Torrecilla portando el trofeo, la abuela de Olga Carmona llevando el balón al centro del campo, y miles de banderas rojigualdas ondeando al unísono en el Día de Andalucía.

    La afición sevillana, que ya había sido decisiva en las semifinales, volvió a erigirse como el sexto jugador, insuflando energía y pasión desde la grada. Era otro tipo de final, pero a diferencia del Mundial, esta vez se jugaba en casa, bajo el cielo andaluz, y con la oportunidad de regalar un nuevo título a las campeonas del mundo.

    El partido arrancó con la intensidad y precisión que caracterizan a “La Roja”. Cada pase estaba medido, cada recuperación contaba. Desde el minuto 1, quedó claro que España había estudiado a Alemania al milímetro, y las alemanas también a España, aunque la calidad de las nuestras pronto se hizo notar. El primer aviso llegó en el minuto 8: Aitana Bonmatí puso un balón profundo a Mariona Caldentey, quien filtró un pase raso para Salma Paralluelo dentro del área; su zurdazo fue bloqueado por la defensa y se marchó a córner, pero la sensación de peligro estaba ya instalada.

    La defensa española, liderada por la capitana Irene Paredes, se mostró implacable. La legendaria central firmó una actuación monumental, interviniendo en momentos decisivos: recuperando balones que parecían perdidos, despejando disparos bajo palos y dominando el juego aéreo. Paredes fue la muralla que mantuvo a cero a Alemania, evitando cualquier atisbo de reacción. Su entrega y su calidad dejaron claro que, incluso frente a la presión de una final europea, “La Roja” tenía a su líder indiscutible.

    Cata Coll, por su parte, vivió un recital bajo palos. Cada parada fue un poema de reflejos y determinación: frenó un disparo de Bühl al primer palo en el minuto 20, sacó un paradón a Kett en el 26′ y volvió a negar el golazo de Bühl en el 29′ con un pie espectacular. La portera balear se mantuvo firme a lo largo de todo el encuentro, demostrando que cualquier intento alemán se encontraba con un muro infranqueable.

    En el minuto 32, “La Roja” golpeó con la precisión de un reloj suizo. Una combinación por banda izquierda entre Jenni Hermoso y Olga Carmona terminó en un centro raso al corazón del área, donde Aitana Bonmatí, con su calidad inigualable, remató para inaugurar el marcador: 1–0. La Cartuja estalló, y el rugido de 32.657 almas se mezcló con el viento, llevando a La Roja a un momento histórico.

    Pero la historia no se detuvo allí. Tras el descanso, el dominio español se mantuvo, y la magia de la combinación y la paciencia en el juego de pase dieron fruto de nuevo. En el minuto 53, tras una jugada que comenzó en Laia Aleixandri y Aitana Bonmatí, Athenea condujo el balón con una energía arrolladora y lo puso para Mariona Caldentey, quien no perdonó: 2–0 y el delirio absoluto en las gradas. Las alemanas, pese a su esfuerzo, no pudieron superar la defensa férrea de Paredes y la inspiración de Cata Coll, que se erigieron como las guardianas del cero en el marcador.

    Cada jugadora de España aportó su granito de oro a una actuación coral: Ona Batlle y Olga Carmona cumplieron con creces en defensa y en sus incursiones al ataque, Laia Aleixandri sostuvo el equilibrio en el centro, Alexia Putellas y Aitana Bonmatí llevaron la batuta en la creación, mientras Esther González y Salma Paralluelo buscaron espacios y disparos que pusieran en jaque a la portera rival. Los cambios, desde Eva Navarro hasta María Méndez y Athenea, reforzaron la idea de equipo sólido, imparable y preparado para la gloria.

    Con esta victoria, “La Roja” dejó claro que la era de la eterna aspirante quedó atrás. España ya no tiene rival en Europa ni en el mundo; estas jugadoras practican un fútbol único, de toque, intensidad y coraje, y se merecen cada título, cada ovación, cada momento que les permite tocar el cielo con las manos. La generación de oro del fútbol español escribió una página más en la historia: 2-0 ante Francia, con milagros de Paredes y Coll, goles de Bonmatí y Mariona Camdentey, y La Cartuja de Sevilla rendida ante su selección.

    Pero la historia aún no concluye. El martes, en el Estadio Metropolitano de Madrid.

    La actual campeona del mundo en Australia y Nueva Zelanda 2023, tendrá la oportunidad única de cerrar la gesta frente a sus aficionados y vengar la amarga medalla de bronce arrebatada por Alemania en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde Alexia Putellas falló un penalti en el último instante. La posibilidad de repetir la gloria, de reafirmarse como campeonas y de hacer justicia deportiva ante su público, convierte la vuelta en una cita que promete emociones épicas, heroicidad y, sobre todo, fútbol del más alto nivel.

    “La Roja” no solo juega, inspira. No solo gana, hace historia. Y el martes, Madrid será testigo de un capítulo que ya se intuye legendario. Eva Navarro, Mapi León y todas sus compañeras están listas: nadie podrá arrebatarles la ilusión, ni la pasión, ni el derecho a ser eternas.

    (Fuente: RFEF)
  • El Metropolitano: ese templo donde lo imposible siempre tuvo resquicio

    (Fuente: “El Partido de Manu”

    🟣 La mística del templo colchonero quiere fundirse con “La Roja” para derrotar a Alemania y conquistar la Nations 2025 bajo el lema “Nunca dejes de creer”.

    A veces, los partidos que marcan una era no necesitan goles para encender la memoria colectiva. Kaiserslautern fue testigo de un empate sin desgarros en el marcador —0-0, frío en cifras— pero ardiente en significado. España y Alemania firmaron tablas sobre un Fritz-Walter Stadion que rugió con la fuerza de su afición y con un césped herido, incómodo, que condicionó cada cambio de ritmo y cada intento de genialidad.

    El 0-0 con el que arrancará el encuentro le dará mayor protagonismo a una cita que se recordará durante décadas, pues no será un partido más, será un ritual rojigualda.

    Allí no hubo resolución, solo prólogo. Porque la verdadera batalla, la que decidirá un título continental y un trozo de historia, se disputará en Madrid, en el Riyadh Air Metropolitano, el 2 de diciembre de 2025 a las 18:30 (hora peninsular) en La 1 de RTVE.

    El Metropolitano no es simplemente el hogar rojiblanco. Es una pared emocional, un pulmón colectivo, un escenario en el que —cuando la noche exige valentía— el público se convierte en viento y el césped en destino. Aquí no se juega: se sobrevive, se avanza, se cree.

    No es casualidad que la memoria más reciente nos lleve a aquella remontada del Atlético de Madrid ante el Real Betis (2-1) en Liga F, un duelo que se inclinaba hacia la derrota hasta que el estadio decidió lo contrario. Una tarde en la que el Metropolitano rugió con la fiereza de las gestas y el Atlético volteó el marcador con uñas, dientes y algo más importante: fe.

    Esa remontada que lleva escrito el nombre de Marta Cardona, actualmente en el Parma de la Serie A italiana, no fue una victoria cualquiera, fue un mensaje para el futuro.


    Un recordatorio para España: en el Metropolitano, lo grande tiembla. Lo gigante cae y lo épico sucede.

    España llega a casa con un 0-0 que no define pero que prepara. Alemania demostrará su fortaleza, como siempre, y la actual campeona del mundo deberá encontrar el camino que en Kaiserslautern se negó entre botes y resbalones. Pero esta vez no habrá excusas, ni viento adverso, ni césped hostil: habrá grada, habrá nación y alma.

    Porque lo que en Kaiserslautern fue contención, en Madrid será volcán.
    Porque lo que allí fue inicio, aquí será eternidad.

    Pocos nombres pueden describir ese estadio con verdad y con huella. José Luis Sánchez Vera, arquitecto de una de las etapas más intensas del Atlético Femenino, conserva aún la vibración de ese hormigón que cambia el ánimo, de esa acústica que se mete en la piel. Habla del Metropolitano con propiedad, con emoción, con fidelidad a un templo que él dirigió desde la banda y que lo marcó para siempre. No habla como un entrenador más: habla como un hombre que ha visto de cerca cómo la mística se despliega sobre el césped.

    No se trata aquí de citarlo como si sus palabras fueran externas al relato —no—, sino de integrarlas al pulso mismo de esta crónica. Porque cuando él recuerda, el estadio respira. Cuando él pronuncia, España cree. Sánchez Vera expresó que jugar en el Metropolitano supone mucho más que actuar como local: es un factor emocional decisivo que puede impulsar al fútbol femenino y blindar su crecimiento, dijo con convicción editorial, con conocimiento profundo del terreno y del alma rojiblanca. Y cuando evocó su experiencia, confesó con orgullo limpio que tuvo el privilegio de dirigir allí al Atlético, como quien reconoce que pisó un escenario sagrado, imponente, capaz de erizar la piel incluso en el silencio prepartido.

    Sánchez Vera lo siente y lo transmite: el Metropolitano transforma. Él no lo analiza; lo reverencia. Lo respeta como se respeta lo mítico.
    Como se guarda lealtad a las cosas que te construyen.

    Y así, en la víspera de una final europea, sus palabras no son opinión: son una brújula que nos guía.

    La cita ya era poderosa y ahora es histórica porque puede durar noventa minutos o más.

    La Casa Real ha confirmado la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI en esta final trascendental. Y en un momento en que el deporte femenino reclama su espacio, su dignidad y su reconocimiento, la presencia del Rey no es un gesto protocolario: es una señal de respaldo firme, visible y sentido. Un símbolo de apoyo institucional que eleva aún más la magnitud del encuentro. Un mensaje claro al mundo: España cree en sus jugadoras, en su selección, en su futuro y el Jefe del Estado será testigo directo.

    Felipe VI, nuestro monarca, estará en el Metropolitano como primer seguidor de este equipo, como representación de una nación que se mueve unida cuando hay gesta en el horizonte. No es una anécdota: es un acto de presencia que honra, respalda y sostiene. Porque cuando el Rey se sienta en el palco, el encuentro deja de ser solo un partido. Se convierte en compromiso de país. Se convierte en memoria futura.

    La asistencia puede rozar el récord absoluto del fútbol femenino en España, sería preciosa la postal .

    Las gradas serán océano y la final un altar donde ellas, vestidas de rojo brillarán en el firmamento .

    Solo hay que imaginar la escena, que es sencillo, las jugadoras caminan por el túnel —respiración corta, mirada firme— y al salir ven el cielo rojo del Metropolitano latiendo. Suena el himno. El Rey observará desde el palco con la solemnidad y el respeto que merece la ocasión. Cincuenta, sesenta, quizá setenta mil gargantas empujan como si cada una fuese motor. Alemania enfrente. España en casa. El partido definirá a las campeonas, mientras que Europa lo mirará con envidia sana.

    Allí, bajo ese cielo rojo, España jugará por algo más que un trofeo.
    Jugará por un legado.
    Por una generación que ya no pide espacio: lo conquista.
    Por un país que cree, que empuja, que late unido.

    El Metropolitano será la llama.
    Sánchez Vera, el eco que inspira.
    El Rey, la presencia que honra.
    España, el corazón que arde.

    2 de diciembre de 2025 — Riyadh Air Metropolitano — 18:30 horario peninsular
    La final no está por jugarse, la final está por escribirse.
    Y el destino se escribe siempre donde la piel se eriza.

    Y cuando se hable del futuro del fútbol femenino en España, el Metropolitano será una de las primeras palabras pronunciadas. Porque este estadio no llega virgen a la historia: ya fue escenario, ya fue catedral, ya fue termómetro de una revolución. Aquí se jugó Liga F cuando aún muchos dudaban. Aquí se abrió camino. Aquí se enseñó al mundo que el fútbol femenino no cabía en recintos pequeños, que merecía grandes templos, grandes focos y grandes latidos.

    Cómo no recordar aquel 17 de marzo de 2019, cuando el Atlético de Madrid y el F.C. Barcelona reunieron en este mismo coliseo a 60.739 espectadores, un récord de asistencia para un partido de fútbol femenino en España que dio la vuelta al planeta y que aún se pronuncia con orgullo, como un antes y un después en la psique de todos y dejó el 0-2 de las azulgrana en un segundo plano, porque aquella mañana se demostró que este deporte no entiende de género, es mágico y maravilloso.

    (Fuente: “El Partido de Manu”)
    (Fuente: Diego Ruiz | Time Just)

    Ese día el Metropolitano no solo acogió un encuentro: proclamó un mensaje, uno capaz de cruzar fronteras y romper prejuicios. Una fecha que no se borra, que no se diluye, que permanece como huella fundacional.

    Desde entonces, la Liga F ha entrado y salido de aquí como quien visita su hogar más grande.

    El Madrid CFF, el Barça o el Betis, rivales de alto vuelo, partidos con tensión y brillantez. Cada vez que las jugadoras pisaron esta alfombra roja de césped, el estadio respondió con ovación y presencia. Cada encuentro fue un ladrillo colocado hacia este momento, cada noche fue preparación ante el gran salto. El Metropolitano ha sido espejo del crecimiento, cuna del ruido, prueba consciente de que el fútbol femenino ya no espera: avanza.

    Por eso, cuando España y Alemania salten al campo en esta final, no será un debut; será una culminación. El Metropolitano no solo verá historia: será su autor.

    Ninguna nación se define sólo por sus títulos. Se define por lo que inspira en la gente que viene detrás. Y si hoy hay niñas en cada barrio, en cada colegio, en cada campo de tierra, jugando con ilusión y convencidas de que pueden llegar a vestir la Roja… es porque las heroínas de 2023, de 2024, de 2025 y de todo lo que está por venir les abrieron el camino a golpe de talento y orgullo.

    España no sólo ganó un Mundial. España ganó futuro.
    Ganó autoestima.
    Ganó un lugar en el gran mapa del deporte universal.

    El fútbol femenino español ya no es la alternativa: es la referencia.
    Ya no es el sueño: es el camino.

    Que una final de la Liga de Naciones reúna a más de 45.000 personas es un gesto de modernidad deportiva, pero también de identidad nacional. El Metropolitano no será sólo un estadio: será un grito común.
    Un canto a un deporte que ha dejado de pedir permiso y ahora exige su sitio.

    Porque cuando España se juega algo —sea una clasificación, un amistoso o un simple encuentro de preparación— lo hace con alma de campeón. Y su gente lo sabe. Lo siente y acude en masa, con una dosis muy elevada de orgullo.

    El fútbol femenino español ya no se mira desde arriba ni desde fuera. Se vive desde dentro. Se vive desde la piel y se siente como un deber patriótico.

    Fiamma Benítez, madrileña adoptiva del Metropolitano, representa al espíritu de la lucha diaria, del talento que arde, de la entrega sin excusas.
    Vicky López simboliza el genio precoz, la elegancia, la creatividad que España siempre soñó con tener.

    Dos jugadoras jóvenes, dos banderas en movimiento, dos orgullos nacionales.
    Están en los actos oficiales porque ellas ya son España.

    Pero junto a ellas están Alexia, Aitana, Cata Coll, Jennifer Hermoso o Mapi León, custodiando la bandera rojigualda con valor .

    Y detrás de todas nuestras heroínas, millones de españoles que ya han decidido que este fútbol también es suyo y les importa.

    Cuando Claudia Zornoza dice que “mereció la pena”, no habla de un torneo.
    Habla de una vida dedicada a un sueño.
    Habla de entrenar en campos vacíos y ver ahora estadios repletos.
    Habla de una generación que empujó para que las niñas no tuvieran que pedir permiso para jugar.

    Lo que ellas hicieron —las que estuvieron antes, las que batallaron sin focos— fue un acto patriótico.
    Un servicio al país.
    A la sociedad.
    A la igualdad.
    Al deporte.

    Si hoy España puede presumir de ser potencia es porque ellas soñaron en pleno silencio. Y porque las niñas que juegan hoy lo hacen ya sin miedo al que dirán.

    España está construyendo un patriotismo sano, deportivo, moderno.
    Un patriotismo que no excluye: inspira.
    Que no divide: une.
    Que no se grita contra nadie: se grita por todas.

    Cuando España salte al césped del Metropolitano, no será sólo un equipo representando a un país.
    Será un país representándose a sí mismo.

    Un país que ya no acepta que el fútbol femenino sea tratado como una categoría menor.
    Un país que exige respeto, visibilidad, inversión, voz.
    Un país que se ha enamorado de su equipo, de sus jugadoras, de su estilo, de su coraje.

    Y sí, un país que siente orgullo patrio cuando ve a España ganar, competir o simplemente aparecer en el césped con la camiseta roja.

    Los 45.000 aficionados que ya han llenado más de medio Metropolitano no van a ver un partido.
    Van a participar en un movimiento.

    España está despertando una pasión colectiva que ya no tiene vuelta atrás.
    El fútbol femenino es ya un símbolo de modernidad, progreso, igualdad y orgullo nacional.

    Porque cuando una niña de 6 años se pone la camiseta de la Selección y dice “yo quiero ser como ellas”, España gana.
    Cuando una familia entera compra entradas para ver a la Roja, España gana.
    Cuando un estadio entero canta el himno y se abraza para apoyar a nuestras jugadoras, España gana.

    Y cuando nuestras futbolistas miran a la grada y ven ese océano rojo… España gana, aunque el marcador diga otra cosa.

    Habrá un país mirándose al espejo y gustándose.
    Habrá un país que se reconoce en sus mujeres.
    Habrá un país que dice: “Estamos aquí. Hemos llegado y no nos iremos nunca.”

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos, creemos y apostamos.”

    Este partido importa porque EXPRESA algo.
    Porque DEFIENDE algo.
    Porque CELEBRA algo.
    Porque PROMETE algo.

    Porque es contra Alemania, un gigante histórico.
    Porque España quiere seguir creciendo.
    Porque las jugadoras sienten que el país está detrás.
    Porque los estadios llenos no son casualidad: son compromiso.
    Porque cada entrada vendida es un grito que dice: “Seguimos,creemos y apostamos.”

    Que ruja el Metropolitano.
    Que avance la Roja.
    Que el país se encienda.
    Y que el mundo tome nota:
    España ya es potencia. Y ya es orgullo.
    La patria del fútbol femenino ya tiene nombre y su nombre es España.

    El fútbol femenino en España ya no es una promesa. Es una certeza. Es una identidad. Es una bandera que flamea con la misma fuerza que el orgullo de un país que ha aprendido —por fin— a reconocerse en la grandeza de sus mujeres. Este martes 25 de noviembre, en Madrid, la Real Federación Española de Fútbol confirmó un dato que no es una cifra más: más de 45.000 entradas vendidas para el encuentro entre España y Alemania en el Estadio Metropolitano.
    Cuarenta y cinco mil motivos para creer. Cuarenta y cinco mil voces que ya resuenan antes de que el balón eche a rodar.


    Un estadio que ya entendió el poder de este deporte, que ya abrió sus puertas para que la Liga F respirara grandeza, ahora servirá como trono para la coronación continental.

    Porque si hay un lugar para cerrar un ciclo que empezó aquel 17 de marzo de 2019 en un Atlético de Madrid 0-2 Barcelona, si hay un escenario nacido para albergar finales, para alzar títulos y convertir noches en memoria eterna, es este.
    El templo que un día batió récords.
    El hogar donde la Liga F empezó a volverse gigante.

    (Fuente: RFEF)


    El estadio donde España puede tocar la gloria está presto para dejar en evidencia ese viejo dicho que reza que el fútbol es un deporte de 11 contra 11 y siempre gana Alemania.

    🔜 𝙉𝙀𝙓𝙏 𝙂𝘼𝙈𝙀

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 España 🇪🇸 🆚 Alemania 🇩🇪🔥

    ✨ La final ✨

    📅 Martes, 2 de diciembre de 2025

    ⏰ 18:30 horario peninsular

    📺 La 1 de RTVE

    🫶 Matchday 2 | Dia de partido

    🏟️ Riyadh Air Metropolitano, Madrid

    (Fuente: “El Partido de Manu”)
  • La crónica | Valioso empate en Kaiserslautern

    (Fuente: UEFA)

    🟨 Empate sin goles en la ida de la final de la UEFA Women’s Nations League 2025. Alemania fue superior, pero Cata Coll estuvo imperial en la portería española. Todo se decidirá el martes en Madrid.

    La previa|

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    Hubo un día —febrero de 2024, La Cartuja, el cielo abierto sobre Sevilla— en que se rompieron las costuras del fútbol femenino mundial. Aquel día, en su primera edición, las campeonas del mundo levantaron el trofeo de la Nations League frente a Francia, y con él levantaron también un nuevo capítulo de oro para la historia. España tocó el cielo, lo sostuvo, y desde entonces camina sin vértigo. Porque esta generación no se sacia, no se conforma, no deja de superar fronteras. Ganaron entonces. Y hoy, casi un latido después, vuelven a estar aquí, bajo el mismo estandarte y con la misma ambición: el desafío de revalidar un título que solo las mejores son capaces de defender.

    España regresa a una final. Regresa al filo donde se define la grandeza.
    La final ya no es un único día: es un relato a doble página.
    Primera parte hoy, 20:30h, Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern.
    Segunda parte, 2 de diciembre de 2025, Estadio Metropolitano, Madrid.
    Solo entonces —y solo allí— el título será definitivo.
    Hoy apenas se levanta el telón de un título que se decide en el Metropolitano.

    En territorio alemán aguarda un coloso dormido, herido por los nueve años sin coronas y por las semifinales de la EURO Suiza 2025, donde Aitana Bonmatí clavó un gol en la prórroga que reescribió los libros y giró el peso de la historia hacia el bando español. Alemania, reina absoluta durante dos décadas, interrumpida, cuestionada, orgullosa, exige respeto.
    Y lo tendrá.
    Sonia Bermúdez lo advirtió con la claridad de quien respira fútbol: “
    “Nos va a exigir muchísimo. Uno de los partidos más grandes que se pueden jugar ahora mismo. Se decidirá por detalles”.
    La seleccionadora sabe que esta batalla no termina hoy.
    Sabe que Madrid espera —que la vuelta será un rugido.
    Y aun así, quiere ganar ya.
    Porque cada detalle cuenta.
    Porque cada golpe marca el camino.
    Y desea algo más: que el Metropolitano reviente. Que 70.000 almas ardan para el cierre. Que España regrese con ventaja para culminar el título en casa. Ese es el sueño. Ese es el plan.
    Alemania llega invicta a esta final a doble partido contra España. Se deshizo en semifinales de Franciadespués de una primera fase en la que lideró un grupo con Países Bajos, Austria y Escocia, saldada con 5 victorias y un empate antes las neerlandesas. Españatambién obtuvo 5 victorias en su grupo con Inglaterra, Bélgica y Portugal pero cayó con las británicas en su visita a Wembley.

    España llega convertida en un fenómeno competitivo sin precedentes: dos finales en 124 días, tres finales internacionales desde 2023, un Mundial ganado, y la sensación —real, palpable, histórica— de que viviríamos cien años y no volveríamos a ver algo así.
    Olga Carmona lo resumió con la naturalidad de quien ya ha escrito un gol eterno:
    “Sabéis nuestra ambición. Mañana queremos ganar y si Dios quiere, levantar la copa allí”.
    Esta es también la final del relevo y de la valentía.
    Sonia Bermúdez, campeona con la Sub-19 en 2023 y 2024, afronta su primer título como seleccionadora absoluta. Y no lo hace con miedo: lo hace con convicción.
    Convocó a Edna Imade, ocho goles en Liga F, debutante, imparables sensaciones. Convocó a Clara Serrajordi, talento puro del Barça que ocupa el hueco que deja Patri Guijarro, lesionada. No estarán tampoco Salma Paralluelo, ni su desborde rompepartidos, pero sí Athenea del Castillo, sí Leila Ouahabi, sí carácter, sí sangre caliente. Sangre de final.

    La Mannschaft llega incompleta pero jamás inofensiva. Sin Lena Oberdorf —rotura de cruzado— pierde equilibrio. Sin Lea Schüller por motivos personales, Christian Wück reajusta su tablero en un acto final contrarreloj. Pero Alemania nunca se apaga: entra Lina Dallmann, sube el pulso, y sobre todo se mantiene vigente Klara Bühl, fútbol total.
    4 goles, 10 asistencias en Bundesliga.
    3 goles, 3 asistencias camino a la final.
    Es la amenaza.
    La pieza a desactivar.
    El grito de alerta para la defensa española.
    Porque Alemania recuerda su bronce olímpico frente a España en París 2024. Porque ganó por un penalti de Giulia Gwinn, porque duele todavía. Porque quiere revancha y quiere volver a reinar.
    Alemania, 22 años de dominio, 6 Eurocopas consecutivas, 8 en total.
    España, revolución reciente, Mundial 2023, puerta de acero destrozada.
    Un siglo de tradición contra una historia que apenas comienza y ya arde.
    En Madrid —y solo en Madrid— se escribirá el final.
    Allí, en el Metropolitano, que una vez llevó 60.739 personas a un Atleti–Barça inolvidable, la Selección jugará su primer partido en ese escenario monumental. La última palabra, el último pase, el último aliento de esta final ocurrirá en España. Y si las de Bermúdez lo firman, será el tercer título de su historia.

    Pero para llegar al día de la verdad,
    hay que sobrevivir a esta primera noche.
    España vuelve a empezar donde ya fue campeona.
    A un paso del destino, con una final que no termina hoy.
    Porque esta es solo la primera página del último capítulo.
    El 2 de diciembre de 2025 —Madrid— decidirá quién levanta la copa.
    Pero esta noche, en Kaiserlautern, se escribe el prólogo del triunfo o de la batalla más dolorosa.
    La historia vuelve a rodar.
    La pelota vuelve a mandar.
    “La Roja” vuelve a reinar o a resistir.
    hay un sólo rincón donde no se viva y se sienta la pasión por España, por esta familia de futbolistas que sigue haciendo historia y demostrando que no hay retos imposibles con su tesón, su esfuerzo, su trabajo y su calidad profesional y también humana. Esta última la han mostrado hoy cinco de sus integrantes con decenas de aficionados que se han acercado hasta su hotel de concentración en Viernheim para compartir con ellas un ratito de conversación, fotografías, firmas y sobre todo muchísima emoción.

    Entre los fans del equipo nacional aquí en Alemania se han dado cita niños y niñas hijos de familias de oficiales del Ejército del Aire y del Espacio de España destacados en una base aérea de Rammstein. Al mando del Coronel José Enrique Hernández Medel, hoy la misión ha sido bien distinta: conseguir el autógrafo de su jugadora favorita e intercambiar consejos, risas y anécdotas.
    A pesar de la mañana gris, fría y lluviosa con la que se ha despertado la Selección en territorio alemán, Irene, Leila, Clara, Adriana y Athenea han recibido el calor de estos seguidores para transmitírselo a todo el equipo antes del importante partido de esta noche: la ida de la final de la UEFA Women’s Nations League. No es una cita cualquiera y tampoco ha sido un meet&greet cualquiera porque los aficionados lo sabían y han estado a la altura en los ánimos y el aliento ofrecido a las campeonas del Mundo, de la Nations League, subcampeonas de Europa y número 1 del ranking FIFA.
    El primer episodio comienza ahora.
    El final espera en casa, en definitiva, todo empieza en germania, pero escribirá su último capítulo, quizás el más importante, en el Metropolitano.

    El duelo al detalle |

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    🔜 𝙉𝙀𝙓𝙏 𝙂𝘼𝙈𝙀

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

    🏟️ Fritz-Walter Stadion, Kaiserslautern

    Los onces |

    La Selección Española empató ante Alemania (0-0) en la ida de la final de la Nations League. Cata Coll fue salvadora bajo palos, e Irene Paredes evitó un gol en la línea. Edna Imade debutó con la Roja. El martes 2 de diciembre a las 18:30h, las de Sonia Bermúdez se jugarán el título en el Metropolitano

    La noche en la que el fútbol se jugó al borde del colapso, con la lluvia como banda sonora y el miedo como marcador invisible. Alemania rugió, golpeó, perdonó. España resistió. España respiró. España sigue viva.

    Había algo en el gesto de Christian Wück antes de que rodara el balón. Algo de determinación militar, de plan trazado con regla y escuadra. Alemania no salió a probar, salió a imponer. El guion era claro: posesión dominante, presión alta, abismo constante al primer error rival. Y España —acostumbrada al toque y la pausa, a la seguridad de la pelota como abrigo— sintió, desde el segundo uno, que el terreno era enemigo.

    Las transiciones alemanas fueron cuchillas. Klara Bühl, eléctrica y feroz, corría como si el área rival fuese un destino inevitable. Nicole Anyomi era viento huracanado desde el perfil contrario. Ambas convirtieron las bandas españolas en un campo minado. Cada conducción llevaba olor a gol; cada centro era un pequeño terremoto. Irene Paredes y Cata Coll jugaban al límite, multiplicándose, cerrando huecos que se abrían como grietas bajo la lluvia. Hubo una acción —una sola, decisiva— en la que Cata se lanzó como quien salva una patria entera. Alemania mordía. España sufría. Y aún así seguía 0-0.

    La Selección Española se vio desbordada, desconectada, incómoda. Las pérdidas en zona de riesgo dolían, lentas como un castigo. La salida limpia parecía utopía. Ona Batlle vivió un primer acto de supervivencia pura: metros y metros repitiendo el mismo combate, como en un bucle de tormenta. España apenas podía juntar pases; Alemania era un tren sin frenos.

    Árbitra principal: Iuliana Demetrescu. Amonestó a Jule Brand por parte de Alemania, y a Laia Aleixandri por España.

    Y entonces, casi sin querer, la memoria trajo un retazo de dolor antiguo. Japón 2023. Aquel 4-0 que dejó cicatrices. Por primera vez desde aquella noche, España se sintió pequeña. Se sintió mortal. Y lo mejor del marcador no era la igualdad… era que seguía virgen.

    Las 22 futbolistas se marcharon al vestuario con un silencio que sonaba a sentencia aplazada. 45 minutos jugados. El partido aún intacto. Pero la sensación era inequívoca: Alemania estaba por encima. Y España, simplemente, aguantaba.

    Algo cambió tras el descanso. La España que salió del vestuario tenía otra mirada. Más fija. Más firme. Más valiente. Empezaron a aparecer los pases filtrados, los apoyos entre líneas, los movimientos coordinados. Alexia Putellas reclamó la pelota como quien reclama su corona. Esther González olió el área, buscó a las centrales, ganó duelos.

    Primero fue Alexia, con un latigazo seco, rasante, ajustado al palo, que dejó temblando a la afición alemana y helado el aliento del estadio. Poco después, Esther ganó un metro en el aire y estampó un testarazo en el larguero que resonó como un trueno sobre el cielo plomizo. España había cambiado la narrativa.

    Lejos de amedrentarse, Alemania reaccionó como lo hacen los grandes animales cuando los tocas en el orgullo: se retorció, enseñó los dientes y lanzó dentelladas al corazón del partido.

    Anyomi, en una transición vertiginosa, se plantó ante las centrales españolas, pero Paredes y Laia Codina —imperiales— la encerraron como si fuera un ave que entra en una jaula de acero.

    La tormenta alemana continuó. Bühl botó un córner que surcó el área pequeña sin que nadie lo empujara. Klara, en otra embestida, sacó un derechazo desde la frontal que impactó en el poste con una violencia que retumbó en toda la grada. Luego llegó el turno de Brand, cuyo centro-chut se estrelló en el travesaño como si el cielo decidiera también participar en la épica del encuentro.

    Wück ni Sonia Bermúdez querían mover ficha antes de tiempo. Los dos entrenadores gestionaron los cambios como si fuera una final de 1960, de esas de blanco y negro, de las que tenían partido de vuelta y donde cada sustitución era un acto solemne.

    Sonia introdujo primero a una incisiva Eva Navarro, luego a a la siempre vertical Athenea y a Maite Méndez, y remató la faena dando la alternativa a Imade, que debutó con el doce a la espalda para cumplir el sueño que tantas veces le había quitado el sueño.

    Alemania respondió con músculo, con oficio, con piernas frescas. Más vértigo, más centros, más golpes.

    El campo, pesado por la lluvia, se convirtió en un tablero donde cada jugadora tenía que pensar dos veces y correr tres. El miedo a perder congeló el partido. Cada pase pesaba el doble. Cada pérdida era un abismo. Las ocasiones llegaron a cuentagotas.

    La más clara antes del cierre fue un balón dividido que obligó a Cata Coll a salir del área, a lo Neuer, a cortar el desmarque de Bühl. El rechace cayó en los pies de Martínez, que probó desde la distancia. Su disparo se fue desviado y dio una vida extra a las visitantes.

    Cuando la árbitra marcó el final, el silencio duró un segundo que pareció un siglo. Un respiro colectivo. Una tregua temporal. Nadie —ni en rojo ni en blanco— sabía si había ganado algo o lo había perdido.

    Pero España salió viva. Y a veces, en campo enemigo, sobrevivir es lo mismo que vencer.

    Porque este empate sin goles no habla de debilidad, sino de oficio. De saber sufrir. De remar cuando las piernas pesan, cuando el campo resbala, cuando tu rival es una locomotora histórica que no entiende de descansos.

    España, la campeona de Europa, demostró que también sabe defender su corona desde el barro. Que no solo gana desde la armonía técnica, sino desde el sudor, desde el sacrificio, desde esa épica silenciosa que separa a las selecciones buenas de las naciones eternas.

    Firmó algo más valioso:
    una declaración de que la campeona puede sangrar, sí, pero no cae.

    📋 Ficha técnica |

    Alemania: Ann-Katrin Berger; Giulia Gwinn, Janina Minge, Rebecca Knaak, Franziska Kett; Elisa Senss (Kathrian Hendrich 90+2’), Sjoeke Nusken; Selina Cerci (Alara Sehitler 69’), Jule Brand, Klara Bühl; Nicole Anyomi (Shekiera Martínez 73’).

    España: Cata Coll; Ona Batlle, Irene Paredes, Mapi León (María Méndez 77’), Olga Carmona; Laia Aleixandri, Aitana Bonmatí (Athenea del Castillo 77’), Alexia Putellas; Claudia Pina (Eva Navarro 63’), Esther González (Edna Imade 86’) y Mariona Caldentey.

    Goles: No hubo

    Incidencias | Final de la UEFA Women’s Nations League, partido de ida

    Estadio | Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern, Alemania sobre una superficie de hierba natural.

    Vídeo |

  • La previa |Alemania vs España

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    ▶️ PRIMERA BATALLA, LA CARTA QUE ABRE UNA FINAL INFINITA.

    Hubo un día —febrero de 2024, La Cartuja, el cielo abierto sobre Sevilla— en que se rompieron las costuras del fútbol femenino mundial. Aquel día, en su primera edición, las campeonas del mundo levantaron el trofeo de la Nations League frente a Francia, y con él levantaron también un nuevo capítulo de oro para la historia. España tocó el cielo, lo sostuvo, y desde entonces camina sin vértigo. Porque esta generación no se sacia, no se conforma, no deja de superar fronteras. Ganaron entonces. Y hoy, casi un latido después, vuelven a estar aquí, bajo el mismo estandarte y con la misma ambición: el desafío de revalidar un título que solo las mejores son capaces de defender.

    España regresa a una final. Regresa al filo donde se define la grandeza.

    La final ya no es un único día: es un relato a doble página.
    Primera parte hoy, 20:30h, Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern.
    Segunda parte, 2 de diciembre de 2025, Estadio Metropolitano, Madrid.

    Solo entonces —y solo allí— el título será definitivo.
    Hoy apenas se levanta el telón de un título que se decide en el Metropolitano.

    En territorio alemán aguarda un coloso dormido, herido por los nueve años sin coronas y por las semifinales de la EURO Suiza 2025, donde Aitana Bonmatí clavó un gol en la prórroga que reescribió los libros y giró el peso de la historia hacia el bando español. Alemania, reina absoluta durante dos décadas, interrumpida, cuestionada, orgullosa, exige respeto.
    Y lo tendrá.

    Sonia Bermúdez lo advirtió con la claridad de quien respira fútbol: “
    “Nos va a exigir muchísimo. Uno de los partidos más grandes que se pueden jugar ahora mismo. Se decidirá por detalles”.

    La seleccionadora sabe que esta batalla no termina hoy.
    Sabe que Madrid espera —que la vuelta será un rugido.
    Y aun así, quiere ganar ya.
    Porque cada detalle cuenta.
    Porque cada golpe marca el camino.

    Y desea algo más: que el Metropolitano reviente. Que 70.000 almas ardan para el cierre. Que España regrese con ventaja para culminar el título en casa. Ese es el sueño. Ese es el plan.

    Alemania llega invicta a esta final a doble partido contra España. Se deshizo en semifinales de Franciadespués de una primera fase en la que lideró un grupo con Países Bajos, Austria y Escocia, saldada con 5 victorias y un empate antes las neerlandesas. Españatambién obtuvo 5 victorias en su grupo con Inglaterra, Bélgica y Portugal pero cayó con las británicas en su visita a Wembley.

    España llega convertida en un fenómeno competitivo sin precedentes: dos finales en 124 días, tres finales internacionales desde 2023, un Mundial ganado, y la sensación —real, palpable, histórica— de que viviríamos cien años y no volveríamos a ver algo así.

    Olga Carmona lo resumió con la naturalidad de quien ya ha escrito un gol eterno:

    “Sabéis nuestra ambición. Mañana queremos ganar y si Dios quiere, levantar la copa allí”.

    Esta es también la final del relevo y de la valentía.
    Sonia Bermúdez, campeona con la Sub-19 en 2023 y 2024, afronta su primer título como seleccionadora absoluta. Y no lo hace con miedo: lo hace con convicción.

    Convocó a Edna Imade, ocho goles en Liga F, debutante, imparables sensaciones. Convocó a Clara Serrajordi, talento puro del Barça que ocupa el hueco que deja Patri Guijarro, lesionada. No estarán tampoco Salma Paralluelo, ni su desborde rompepartidos, pero sí Athenea del Castillo, sí Leila Ouahabi, sí carácter, sí sangre caliente. Sangre de final.

    La Mannschaft llega incompleta pero jamás inofensiva. Sin Lena Oberdorf —rotura de cruzado— pierde equilibrio. Sin Lea Schüller por motivos personales, Christian Wück reajusta su tablero en un acto final contrarreloj. Pero Alemania nunca se apaga: entra Lina Dallmann, sube el pulso, y sobre todo se mantiene vigente Klara Bühl, fútbol total.

    4 goles, 10 asistencias en Bundesliga.
    3 goles, 3 asistencias camino a la final.

    Es la amenaza.
    La pieza a desactivar.
    El grito de alerta para la defensa española.

    Porque Alemania recuerda su bronce olímpico frente a España en París 2024. Porque ganó por un penalti de Giulia Gwinn, porque duele todavía. Porque quiere revancha y quiere volver a reinar.

    Alemania, 22 años de dominio, 6 Eurocopas consecutivas, 8 en total.
    España, revolución reciente, Mundial 2023, puerta de acero destrozada.
    Un siglo de tradición contra una historia que apenas comienza y ya arde.

    En Madrid —y solo en Madrid— se escribirá el final.
    Allí, en el Metropolitano, que una vez llevó 60.739 personas a un Atleti–Barça inolvidable, la Selección jugará su primer partido en ese escenario monumental. La última palabra, el último pase, el último aliento de esta final ocurrirá en España. Y si las de Bermúdez lo firman, será el tercer título de su historia.

    Pero para llegar al día de la verdad,
    hay que sobrevivir a esta primera noche.

    España vuelve a empezar donde ya fue campeona.
    A un paso del destino, con una final que no termina hoy.
    Porque esta es solo la primera página del último capítulo.

    El 2 de diciembre de 2025 —Madrid— decidirá quién levanta la copa.
    Pero esta noche, en Kaiserlautern, se escribe el prólogo del triunfo o de la batalla más dolorosa.

    La historia vuelve a rodar.
    La pelota vuelve a mandar.
    “La Roja” vuelve a reinar o a resistir.

    hay un sólo rincón donde no se viva y se sienta la pasión por España, por esta familia de futbolistas que sigue haciendo historia y demostrando que no hay retos imposibles con su tesón, su esfuerzo, su trabajo y su calidad profesional y también humana. Esta última la han mostrado hoy cinco de sus integrantes con decenas de aficionados que se han acercado hasta su hotel de concentración en Viernheim para compartir con ellas un ratito de conversación, fotografías, firmas y sobre todo muchísima emoción.

    Entre los fans del equipo nacional aquí en Alemania se han dado cita niños y niñas hijos de familias de oficiales del Ejército del Aire y del Espacio de España destacados en una base aérea de Rammstein. Al mando del Coronel José Enrique Hernández Medel, hoy la misión ha sido bien distinta: conseguir el autógrafo de su jugadora favorita e intercambiar consejos, risas y anécdotas.

    A pesar de la mañana gris, fría y lluviosa con la que se ha despertado la Selección en territorio alemán, Irene, Leila, Clara, Adriana y Athenea han recibido el calor de estos seguidores para transmitírselo a todo el equipo antes del importante partido de esta noche: la ida de la final de la UEFA Women’s Nations League. No es una cita cualquiera y tampoco ha sido un meet&greet cualquiera porque los aficionados lo sabían y han estado a la altura en los ánimos y el aliento ofrecido a las campeonas del Mundo, de la Nations League, subcampeonas de Europa y número 1 del ranking FIFA.

    El primer episodio comienza ahora.
    El final espera en casa, en definitiva, todo empieza en germania, pero escribirá su último capítulo, quizás el más importante, en el Metropolitano.

    🔜 𝙉𝙀𝙓𝙏 𝙂𝘼𝙈𝙀

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

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    (Fuente: “El Partido de Manu”)

  • Alemania vs España: La final de la Liga de Naciones Femenina que definirá una era

    (Fuente: “El Partido de Manu”)

    🟦 El fútbol femenino europeo alcanza su cima de tensión y emoción: España y Alemania se enfrentan en la final de ida de la Liga de Naciones Femenina, un choque que promete quedar grabado en la historia de la competición. Más que un partido, este duelo es un enfrentamiento de estilos, generaciones y ambiciones. 

    (Fuente: RFEF)

    El fútbol femenino europeo alcanza su punto álgido de emoción y tensión. España y Alemania se enfrentan en la final de ida de la Liga de Naciones Femenina, un duelo que no solo definirá quién da el primer paso hacia el título, sino que servirá para escribir un capítulo dorado en la historia de ambas selecciones. Este enfrentamiento enfrenta a dos estilos, generaciones y ambiciones: la España de la nueva era dorada frente a la Alemania de la experiencia y la tradición.

    La selección española llega a la cita tras una trayectoria espectacular. Desde la histórica Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda 2023 hasta la consolidación en torneos internacionales, España ha demostrado un estilo de juego reconocible y eficaz: posesión, verticalidad precisa y presión asfixiante.

    Con jugadoras como Alexia Putellas, Aitana Bonmatí y Ona Battle, “La Roja” combina talento individual y trabajo colectivo, generando un fútbol capaz de desafiar cualquier pronóstico.

    Alemania, por su parte, es sinónimo de consistencia y disciplina. La Mannschaft llega con hambre de gloria, consciente de que su legado histórico como potencia del fútbol femenino europeo está en juego. Con veteranas como Dzsenifer Marozsán, Alexandra Popp y Lena Oberdorf, y la irrupción de jóvenes talentos, Alemania combina experiencia y velocidad en ataque, junto a una defensa sólida y organizada que ha sido su sello durante décadas.

    La final promete ser un choque de estilos: España buscará dominar la posesión, triangular en campo contrario y generar superioridades por las bandas, con presión alta para incomodar la salida alemana y provocar errores que puedan convertirse en ocasiones claras. Alemania, en cambio, apostará por compactación defensiva, paciencia y eficacia en el contragolpe, aprovechando cualquier despiste español. La intensidad física y la capacidad de cerrar espacios será determinante para neutralizar la creatividad de las jugadoras españolas.

    Históricamente, Alemania ha dominado la mayoría de los enfrentamientos directos, especialmente en categorías inferiores y en fases finales de Eurocopas. Sin embargo, España ha crecido exponencialmente y llega con la confianza de quien sabe que el futuro es suyo. Este duelo no es solo un partido; es una prueba de evolución: la vieja guardia alemana frente a la España moderna, experimentada y ambiciosa.

    En cuanto a jugadoras clave, España se encomienda a Alexia Putellas, cerebro y corazón del equipo, capaz de cambiar el curso del partido con su visión y precisión; Aitana Bonmatí, equilibrio táctico y creatividad; Fiamma Benítez, el desequilibrio de Jenni Hermoso y Patri Guijarro, pasando por la llegada desde segunda línea de Claudia Pina y la capacidad de Edna Imade en los momentos decisivos.

    Alemania confía en la magia de Dzsenifer Marozsán, la eficacia aérea de Alexandra Popp, el pulmón de Lena Oberdorf y la proyección ofensiva de Giulia Gwinn.

    cuanto a estadísticas recientes, España llega con 6 victorias y 1 empate en sus últimos 7 encuentros de la Liga de Naciones, mientras que Alemania se mantiene invicta en sus últimos 8 partidos, destacando por su solidez defensiva y eficacia ofensiva. Ambos equipos promedian más de 2 goles por encuentro, lo que anticipa un choque intenso y lleno de ocasiones.

    Más allá de la táctica, el factor emocional será crucial. España busca demostrar que su fútbol no solo es prometedor, sino capaz de dominar a cualquier gigante europeo, mientras que Alemania pretende reafirmar que su experiencia y tradición siguen siendo sinónimo de éxito. Cada balón, cada pase y cada disparo tendrán un peso histórico, convirtiendo la ida en un capítulo crucial para la final.

    Se espera un partido de titanes, lleno de intensidad, estrategia y talento individual, donde cada acción puede decidir el rumbo de la eliminatoria.

    La ida servirá para marcar territorio, plantar bandera en la historia de la competición y enviar un mensaje claro: el título no se regala, se lucha hasta el último minuto.

    La grada vibrará, el estadio latirá y ambos equipos pondrán el corazón sobre el césped. España y Alemania, tradición y futuro, garra y talento, cara a cara en busca de la gloria europea. La cuenta atrás ha terminado: el momento es ahora.

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    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

    🏟️ Fritz-Walter Stadion, Kaiserslautern

    (Fuente: RFEF)
  • Reportaje | A 24 HORAS DE LA GRAN FINAL DE LA LIGA DE NACIONES: ALEMANIA vs ESPAÑA

    (Fuente: UEFA)

    🟣 España está a veinticuatro horas de intentar el golpe definitivo en Alemania. La Liga de Naciones llega a su cima con una final que huele a historia, a vértigo y a destino, y la selección de Sonia Bermúdez aterriza en Kaiserslautern dispuesta a dejar una huella que trascienda al resultado. Con un once casi intocable, con el talento encendido y la ambición afilada, “La Roja” se prepara para desafiar al acero alemán en una ida que puede abrir las puertas del título. Aquí empieza la cuenta atrás del sueño.

    (Fuente: RFEF)

    Kaiserslautern respira fútbol. En cuestión de horas, Alemania y España se mirarán a los ojos bajo una noche fría que promete ser ardiente en intensidad, presión y legado. Una final así no se juega todos los días. Una final así se sueña, se construye, se respira durante semanas, y ahora, a menos de veinticuatro horas para el pitido inicial, el planeta fútbol sabe que algo grande está por suceder.

    España viaja a territorio alemán con un objetivo cristalino: dar el primer golpe en la ida y encaminar un título que encajaría en su vitrina con el brillo de lo histórico. Sonia Bermúdez no especulará. No puede. No se permite. Este es el momento en el que solo cabe la excelencia, el vértigo del talento y la valentía de competir sin red.

    La Selección Española de Fútbol llega con una estructura reconocible, una base que sostiene el juego como una arquitectura segura, firme. Habrá una ausencia notable, sí: Patri Guijarro, lesionada en el escafoides del pie derecho. Un vacío. Pero en fútbol, donde hay un hueco siempre nace una solución, y ahí aparece Laia Aleixandri, como tantas veces, como casi siempre. Polivalente. Fiable. Precisa. Sin ruido, con jerarquía.

    Cata Coll, en la portería, llega con la confianza alta tras un Clásico memorable, con paradas que explican por qué nadie discute su titularidad. Bajo palos manda ella. Tiene reflejos, frialdad, intuición; cualidades que se vuelven esenciales en noches de final, cuando un segundo puede reescribir la historia.

    La defensa no genera debate:Ona Batlle — electricidad de banda, motor inacabable. Olga Carmona — jerarquía y memoria de goles eternos. Mapi León & Irene Paredes (C) — la roca que sostiene, el muro que ordena.

    La medular será templo. Será cerebro. Será mando: Aleixandri, equilibrando.

    Aitana, dictando. Alexia, recordando que el fútbol también se baila.

    Y arriba… el debate. El único. El dulce dilema que sonríe la entrenadora: ¿quién será la nueve?

    Lo lógico —lo que todo apunta— es Esther González. Campeona de la NWSL con Gotham por segundo año consecutivo, goleadora de instinto voraz, recuperada ya de las molestias que le apartaron del último llamado. Aunque llegó un día más tarde por el viaje, todo huele a que será titular.

    A sus costados:Mariona Caldentey, indiscutible. Claudia Pina, en estado poético con el gol.

    La variante aparece solo si la punta se modifica: Vicky López, Alba Redondo, Martín-Prieto… una constelación de alternativas que más que duda, es riqueza.

    Frente a Suecia, en La Rosaleda, la Selección brilló como nunca: ritmo, precisión, asociación. Ese partido no fue victoria: fue exhibición. Bermúdez lo sabe. Y por eso no tocará mucho lo que funciona. Las finales no piden inventos; piden convicción.

    Kaiserslautern huele a acero, y del otro lado espera un gigante que no pestañea. Alemania no concede espacios, no ofrece regalos; hay que arrancárselos. Es una selección que exige paciencia y filo al mismo tiempo, que endurece cada metro del campo.

    Pero España tiene algo que el mundo ya reconoce: fútbol.Y ahora tiene, además, hambre.

    Edna Imade — La sonrisa como arma, la intuición como filo

    Hay jugadoras que se explican con números. Con porcentajes. Con cartografías del movimiento.

    Pero Edna Imade no cabe en una estadística.

    Quien la ha visto entrenar no recuerda primero los goles, sino la atmósfera que nace de ella. Es sonrisa, pero no una sonrisa amable: es una brújula. Una luz que desata calma donde hay tensión, claridad donde hay presión.

    No se entrena eso. No se calcula en datos, solo siente.

    En un vestuario, Edna es un termómetro emocional. Cuando el nervio aprieta, lo afloja. Cuando pesa la responsabilidad, ella la convierte en juego. Hay liderazgo que se grita, pero el suyo se contagia. Silencioso. Profundo. Determinante.

    Y debajo de ese gesto dulce vive una competidora fiera.

    Una delantera que no negocia el esfuerzo y que muerde cada balón dividido. Granada la vio transformarse: de extremo eléctrico a delantera total. De chispa a puñal. De desborde a sentencia.

    Cambiar de rol no es cambiar de posición. Es renacer y Edna lo hizo.

    Ahora España la observa como tesoro. Como posibilidad. Como arma secreta para un partido que exigirá astucia y valentía. Alemania teme lo previsible. Lo controlable. Lo estructurado. Pero ¿cómo marcas lo que es sorpresa?

    ¿Cómo te preparas para una sonrisa que anuncia riesgo?

    Edna es esa grieta en el plan rival.

    Ese desmarque que rompe líneas.

    Esa jugadora que aparece donde no estaba prevista.

    Y si Bermúdez decide soltarla, Alemania tendrá un problema que aún no ha ensayado.

    Olímpico de Kaiserslautern será un volcán.

    España llega con un once casi dibujado, con la ambición limpia, con talento que desborda y una identidad que ya nadie discute. Hay un muro al frente, sí. Pero también hay una puerta. Y a veces basta un gesto para cruzarla.

    Un pase de Alexia se marida con un giro de Aitana.

    Una diagonal de Mariona o un balón que cae en el área y —quién sabe—

    Y tal vez la sonrisa de Edna Imade, convertida en gol.

    Mañana no se juega solo un título. Mañana España se mira al espejo para descubrir quién es.

    Y la historia, que nunca perdona el miedo, quizá recuerde este día como el primero que anunció un nuevo país campeón.

    Estamos a veinticuatro horas. La final late, respira y se acerca.

    España también y lo hace con una mezcla de deber, carácter, ilusión y hambre de títulos.

    A 24 horas del partido de ida de la final de la UEFA Women’s Nations League que España disputa frente a Alemania a las 20:30h en el Fritz-Walter-Stadion, la seleccionadora y la internacional han comparecido ante los medios que se han desplazado hasta tierras germanas para cubrir el partido en Kaiserslautern.

    Sonia Bermúdez analizaba al rival: «Es un rival que nos va a exigir mucho, domina el juego de posición, intentaremos tener el balón mucho y guardarlo«. Es la primera final para la seleccionadora madrileña y llega «con ganas de que llegue mañana. Sabemos que Alemania es un rival durísimo que nunca baja los brazos, es un equipo que no se rinde. Las jugadoras lo saben, nosotros lo sabemos. Es de los mejores partidos que se pueden ver»

    Es una oportunidad única y así se encuentra ante ella: «Estoy feliz, encantada de estar aquí, de tener esta oportunidad con las mejores jugadoras del mundo, estoy encantada y feliz«. El partido de mañana será duro, destacaba Sonia Bermúdez, pero el planteamiento al ser a doble partido es «mejor ir partido a partido, se decidirá por pequeños detalles, y esperaremos al Metropolitano, que nos informan que puede que esté lleno, pero les necesitamos. Firmaría ganar 0-3 pero es difícil e intentaremos ganarlo allí. Hay jugadoras que se merecen todo, nos toca ganar y estaría encantada por estas futbolistas que se lo merecen».

    🏆 UEFA Women’s Nations League 2025

    🔥 Alemania 🇩🇪 🆚 España 🇪🇸 🔥

    📅 Viernes, 28 de noviembre de 2025

    ⏰ 20:30 horario peninsular

    ✨ La final ✨

    ❤️ Matchday 1 | Día de partido

    📺 La 1 de RTVE

    🏟️ Fritz-Walter Stadion, Kaiserslautern

    (Fuente: RFEF)

    Mientras que Olga Carmona hacía referencia a las sensaciones del equipo antes de esta ida de la final: «Hemos analizado a Alemania, todos los partidos, también los que ha jugado contra Francia, estamos con ilusión y ganas«. El recuerdo de las semifinales de la Eurocopa está presente en el equipo «fue uno de los partidos más difíciles por clasificarte para una final, donde te jugabas todo, fue muy difícil y nos costó mucho meter ese gol«. Hablaba la sevillana de la «preparación del equipo, mañana daremos las últimas pinceladas para el primero de los dos partidos, pero lo hemos trabajado mucho«. «Ya sabéis de la ambición de esta selección» y con la intención de ganar llega el combinado nacional a este primer partido. Destacaba además la jugadora del Paris Saint-Germain la «importancia de que la vuelta sea en casa y que queremos, si Dios quiere, levantar la copa allí«. 

  • Reportaje | Edna Imade, la amenaza que Alemania teme

    (Fuente: RFEF)

    🟨 La nueva delantera de “La Roja” es la principal baza ofensiva de España ante el cuadro germano.

    📰 Edna Imade, la delantera que vino del desierto para cambiar la historia de España 📰

    (Fuente: RFEF)

    La epopeya definitiva. Un reportaje de “El Partido de Manu” para leer prisa, para respirar fútbol, para recordar durante años.

    Hay futbolistas cuya sola mención genera respeto con su sola presencia en el césped.

    Hay otras que despiertan miedo. Y luego está Edna Imade, un nombre que Alemania recita con la misma cautela con la que se invoca a una tormenta. La subcampeona de Europa llega a la final de la Nations League con un as bajo el brazo. España no solo lleva botas y maletas a Kaiserslautern y Lleva pólvora, historia y Edna.

    El de Edna Imade es uno de ellos. Su nombre no solo se escucha: resuena. Vibrante. Ascendente. Decisivo. Y en Alemania —bronce olímpico en París 2024, potencia eterna, coloso de acero— el simple hecho de mentarla genera inquietud. No es exageración: es realidad competitiva, es fútbol.

    España, vigente campeona de la Nations League, se encuentra ante un nuevo desafío monumental: la final ante Alemania, la última valla entre las subcampeonas de Europa y un título que podría instalar una dinastía. Pero esta vez algo es distinto. Esta vez existe un factor que reescribe libretos, que rompe análisis previos, que abre posibilidades que antes no estaban sobre la mesa.

    Esa diferencia tiene zancada, tiene acento, tiene historia y tiene destino.

    Se llama Edna, se apellida Imade y viene para quedarse y golear, tomen nota.

    Para entender por qué España sueña con ella, primero hay que entender lo que hizo en Granada. No fueron números decorativos, fueron números tallados en mármol.

    Pero donde la mirada se detuvo, donde el relato ardió de verdad, fue en ella: Edna Imade (Benin City, 5 de octubre de 2000). Segunda temporada en el club. El año de la explosión. 16 goles, solo por detrás de la imparable Ewa Pajor (25). Una liga donde cada encuentro fue una amenaza. Un gol cada 149 minutos. Solo una ausencia. Pero el dato que definió su impacto no fue el más llamativo: 13 puntos generados directamente con goles suyos.

    No es ser goleadora, es ser indispensable y no pasa nada por reconocerlo, pues va a unir su talento a la de Alba Redondo o Jenni Hermoso, por citar ejemplos.

    Cuando Sonia Bermúdez ofreció la lista para la Nations League, los titulares se escribieron solos. No por las campeonas ya conocidas —Esther, Pina, Alexia— sino por la aparición sorpresiva y luminosa de un nombre que parecía inevitable, pero que nadie sabía cuándo llegaría.

    “La Roja” llegará a tierras germanas con 19 jugadoras de la Liga F Moeve, con hambre, con título que defender y con una novedad capaz de girar un partido de 0 a 180 grados en un sprint. La ida se jugará el viernes 28 de noviembre, 20:30h, Fritz-Walter-Stadion, Kaiserslautern. Televisado por La 1 y RTVE Play. El país pendiente. Las gargantas afiladas. Las pulsaciones altas.

    Mientras tanto, la lucha por la Bota de Oro se enciende: Wullaert (8), Violari (7), Pina (6), Alexia (5), pero hay quien no necesita liderar tabla alguna para dominar un partido.

    Quien necesita media ocasión para volcar destino. Una goleadora de área. Una rompelineas. Una posibilidad nueva para España.

    Ataca profundidad como pocas. Recibe de espaldas, protege con cuerpo, descarga para que el equipo respire. Presiona alto, asfixia salidas, muerde recuperación. Incluso cuando no marca, su valor es táctico. Retiene defensas. Abre pasillos a Paralluelo. Arrastra marcas para Alexia. Libera a Aitana y Pina desde segunda línea.

    España, cuna de toque, de pausa, de sincronía posicional, por fin tiene una 9 que añade ruptura, impacto, filo vertical.

    Es la pieza que faltaba.
    Es el arma que no existía.
    Es la jugadora para partidos grandes.

    Una ola gigante. Un instante fatal. Su hermano cayó al mar.
    Un hombre —un héroe anónimo, irrepetible, inolvidado— saltó sin pensarlo y lo rescató. Ese salto salvó dos vidas. Ese salto, aunque entonces nadie lo sabía, salvó también una carrera de fútbol que hoy es patrimonio español.

    Algeciras fue tierra prometida. Fue escuela. Fue primer balón.
    Edna jugaba en el recreo con chicos, sin complejos, sin tregua.
    Un profesor la vio y supo que ahí había algo.
    Su madre quiso probar flamenco; Edna fue un día. Uno solo.
    Su casa era otra, su hogar era el balón.

    Desde ahí, categorías formativas, partidos en tierra, golpes, aprendizajes, goles. Y un día, la lista. La pantalla.

    Su nombre. Y un llanto que valía todos los kilómetros de arena, todos los mares, todas las madrugadas aferradas a un su sueño.

    España jugará la ida de la final en Kaiserslautern. La vuelta será en el Metropolitano el 2 de diciembre, 18:30h. Dos estadios. Dos noches. Un título en juego.

    Frente a Ann-Katrin Berger, gigante alemana, heroína de Suiza 2025. Frente a un combinado germano que solo España fue capaz de frenar en la Eurocopa pasada (0-1). Frente a una final que define legado.

    Y España tiene a Imade. La niña que cruzó el desierto ahora cruza áreas rivales.
    La que esquivó la muerte en el agua ahora ahoga defensas.
    La que jugaba en el recreo ahora juega para un país entero.

    Porque cuando aparece la duda, aparece ella.
    Porque donde no había camino, ella lo corre.
    Porque el balón vuelve —siempre vuelve.
    Y Edna también vuelve —siempre vuelve.

    Cerramos donde empezamos: Se llama Edna, se apellida Imade.
    Y Alemania teme con razón.
    Lo mejor todavía no ha pasado. España lo sabe. Mira la final con otro brillo en los ojos.

    La futbolista, que también nacionalidad nigeriana y Marroquí, entrará por primera vez en una citación de absoluta en el que será el cuarto enfrentamiento en suelo teutón tras los que tuvieron lugar en Lübeck (1997), Mannheim (2012) y Erfurt (2018).


    “La Roja” ya tiene historia. Pero hoy, por primera vez en mucho tiempo,
    tiene también un milagro en punta de lanza.

    (Fuente: RFEF)
  • Reportaje | Edna Imade ; su familia como motor vital

    (Fuente: RFEF)

    🟦 Su historia personal la impulsa cada día mientras ve su sueño hacerse realidad.

    Ríos de tinta se han desbordado para intentar contar el fenómeno. Palabras incontables se han lanzado en titulares, columnas y crónicas buscando descifrar el misterio de Edna Imade. Desde su irrupción con la fuerza de un trueno en la Selección Española, la emoción se ha propagado como un incendio bello. Periódicos, radios, perfiles oficiales, plumas veteranas y jóvenes aprendices del periodismo deportivo han quedado atrapados en su historia. Incluso la Real Federación Española de Fútbol ha abrazado su llegada al combinado nacional en un vídeo que no es sólo una presentación, es un manifiesto. Porque la aparición de Edna no es solo una convocatoria: es un suceso cultural, una reparación poética, una revisión de lo que significa llegar desde tan lejos hasta tan alto.

    (Fuente: RFEF)

    Pero ninguna de esas publicaciones ha logrado contener entero el viaje. Ninguna palabra —ni todas juntas— bastan para narrar la magnitud de esa travesía. Para comprender lo que significa este “gol a la vida”, hay que desplazarse atrás, muchísimo atrás, hasta el polvo del Sahara, donde nacen historias que nadie pretende recordar y que luego, con milagro y fútbol, pasan a ser eternas.

    “El camino ha sido muy difícil, ha sido largo, pero algo siempre digo: cuando algo te cuesta mucho, lo disfrutas más”, relata Edna con la voz estremecida. Ella lo celebra hoy vestida de rojo, recibiendo una convocatoria que hizo llorar a todo el vestuario, pero el trayecto que la llevó hasta esa sala de prensa, hasta ese Himno Nacional que ahora también le pertenece, empezó en un lugar díficil de imaginar desde el asiento mullido de un estadio moderno: comenzó con una mujer valiente y dos bebés recién nacidos cruzando un desierto.

    Su madre, la protagonista silenciosa de toda esta historia, tomó una decisión que sólo puede surgir del amor más feroz: abandonarlo todo para dar a sus hijos una vida que no conocían, que no existía aún, pero que creía posible. Cruzar el Sahara con dos criaturas. Desafiar al sol, al hambre, al miedo. Dormir con la incertidumbre como manta. Llegar a Marruecos con el sueño todavía vivo pero el cuerpo desgarrado tras dar a luz. Tres o cuatro meses de pausa por necesidad vital. Y después, la infamia más arriesgada, esa palabra que hace temblar mares enteros: patera.

    La noche era un límite. El agua, un dios cruel. La costa española parecía ficción. Y de repente una ola, enorme, violenta, capaz de tragarse para siempre todo un futuro, golpeó la embarcación. Su hermano cayó al océano. Un segundo que pudo haber sido final. Un hombre —uno cualquiera, uno que hoy tal vez ignore que fue protagonista de un milagro— saltó sin pensarlo y lo rescató. Lo devolvió a la vida. Y con ese gesto anónimo, también salvó el futuro del fútbol español sin saberlo.

    Llegaron a Algeciras. Hubo manos que acogieron. Hermanas que ofrecieron techo, leche, nombre humano. Allí comenzó su vida en España, pequeña pero firme, como semilla que no sabe que un día será bosque. Allí se formó el idioma, la escuela, la calle, los pasos desordenados de la infancia.

    A veces los destinos comienzan en el recreo. Así empezó el suyo. Mientras otras niñas saltaban cuerda o bailaban palmas, Edna perseguía un balón que parecía imán. Un profesor de educación física la vio jugar entre chicos, con convicción y potencia. Lo que él observó aquel día fue un don crudo, sin moldear, pero evidente como un relámpago. Llamó a su madre y le recomendó apuntarla a un equipo local. Ella primero quiso inscribirla en flamenco —quizá imaginando belleza, tradición, escenario. Edna probó una clase. Una sola. Duró lo que dura un rechace mal despejado. Su casa estaba en el fútbol.

    Su madre lo entendió. Y apoyó. Ese gesto —aparentemente simple— fue el primer pase de gol de esta historia.

    A veces los destinos comienzan en el recreo. Así empezó el suyo. Mientras otras niñas saltaban cuerda o bailaban palmas, Edna perseguía un balón que parecía imán. Un profesor de educación física la vio jugar entre chicos, con convicción y potencia. Lo que él observó aquel día fue un don crudo, sin moldear, pero evidente como un relámpago. Llamó a su madre y le recomendó apuntarla a un equipo local. Ella primero quiso inscribirla en flamenco —quizá imaginando belleza, tradición, escenario. Edna probó una clase. Una sola. Duró lo que dura un rechace mal despejado. Su casa estaba en el fútbol.

    Su madre lo entendió. Y apoyó. Ese gesto —aparentemente simple— fue el primer pase de gol de esta historia.

    Y entonces, llegó el instante que marca el giro exacto de esta epopeya moderna.

    (Fuente: RFEF)

    La Selección Española publicaría la lista de convocadas a la mañana siguiente. Edna asumió que no estaría. Quizá porque todo lo obtenido siempre le costó. Quizá porque no creció acostumbrada a que el mundo dijera “sí”. Pero cuando llegó al entrenamiento, su entrenador Arturo le anunció la noticia: era convocable. Se proyectó un vídeo. Su nombre brilló en pantalla. Y ella lloró. Lloró con la fuerza acumulada de todos los desiertos, océanos y estadios de tierra por los que pasó.

    Lo primero que pensé fue: Edna, lo has conseguido.”Ese llanto valía más que todas las victorias juntas. Era final y principio. Era la niña que sobrevivió a una ola convirtiéndose en mujer que hoy navega el mar del fútbol mundial.

    (Fuente: RFEF)

    Vídeo de Mayca Jiménez |

    https://vm.tiktok.com/ZNRePMDhc/

    Y entonces aparece la razón última, la que sostiene todo el relato, la que teje pasado, presente y futuro:

    “Mi objetivo siempre ha sido sacar a mi familia adelante. Dios me dio el don del fútbol para eso. Y voy a ir a muerte.”

    Edna no juega sola. Juega con todos ellos. Su madre, su hermano, la ola que no los borró, el mar que quiso tragarlos y no pudo, el desierto que no secó su futuro. Cada vez que corre, lo hace como quien huye del destino que estaba escrito para ella y corre hacia otro que ha decidido escribir con goles. Cada vez que marca, confirma que la esperanza también mete el balón en la red.

    (Fuente: RFEF)


    Y aquí volvemos al principio, no en vano, los ríos de tinta sobre su llegada, el orgullo de la RFEF, el vídeo emocionado, el himno, la camiseta española que ahora lleva puesta, no son un relato reciente, son la consecuencia final de una travesía que empezó bajo un sol abrasador en África, se expandió sobre el Atlántico, se acunó en un convento de Algeciras, se entrenó en un colegio, se afianzó en la Real Sociedad y hoy se consagra en España.

    (Fuente: RFEF)

    La historia nace donde nadie mira: en el barro, en el miedo, en el milagro.
    Y culmina donde todos la ven: en el césped, en el estadio, bajo los focos.

    El círculo se cierra, sin cerrarse nunca del todo: la niña que cruzó un desierto ahora cruza áreas rivales.
    La niña que sobrevivió a una ola hoy ahoga defensas contrarias.
    La niña que jugaba en el recreo es ahora la mujer que juega para un país entero.

    Y entonces la historia empieza otra vez.
    Porque el balón siempre vuelve.
    Porque Edna también.
    Porque lo mejor —indiscutiblemente— todavía no ha pasado.

    Vídeo |

    https://youtu.be/ocVJT3MS3vQ