Oficial: El Madrid CFF ya vende las entradas para el derbi

(Fuente: “El Partido de Manu”) Crédito: Women’s Sports Tecnologhy.

¡De la decimoséptima fecha! El equipo de Héctor Díaz recibirá entre semana al poderoso cuadro colchonero en un duelo directo.

Si uno navega estos días por las redes sociales de algunos de los mejores equipos de la Finetwork Liga F en busca de información, se dará cuenta de que el Madrid Club de Fútbol Femenino, una entidad que posee la cantera exclusivamente femenina más grande de Europa, este ya tiene la vista puesta en el derbi madrileño que habrá de afrontar el próximo miércoles.

La entidad que preside D. Alfredo Ulloa ya tiene habilitada en la parte principal de su página web oficial, (https://madridcff.com/) una pestaña que hace posible la adquisición de tickets para el compromiso liguero entre el quinto y el cuarto clasificado, a día de hoy, de la Liga Profesional de Fútbol Femenino en la campaña 2022-2023.

Las entradas para este espectáculo sin igual, en el que estarán presentes algunas de las estrellas del torneo de la regularidad, caso de Grace Chanda, Rachel Kundananji, Therese Åsland, Marta Cardona, Ludmila Da Silva o Irene Guerrero, por citar algunos ejemplos, tendrá un coste de 16,86 euros la unidad.

https://www.eventbrite.es/e/entradas-madrid-cff-atletico-de-madrid-femenino-516482080807

En caso de preferirlo, el club también da la opción de abonarse para toda la segunda vuelta por el módico precio de 50 €.

(Fuente: Madrid CFF)

Es evidente que hay una pregunta que pude sobrevolar la mente de todos los fans, ¿Ir al estadio o ver el partido por la televisión?.

Los fines de semana queremos volver rápido a casa para ver los goles y las jugadas polémicas, las del envite que acabamos de presenciar en el estadio. ¿Por qué…? No pudimos verlas con claridad o directamente ni reparamos en ellas.

En el estadio se palpa el calor del público, se vive el clima de la rivalidad, está el irreemplazable valor de las cosas in situ; también se ve panorámicamente el funcionamiento de los equipos, uno puede advertir la real velocidad del juego, de un jugador, porque la vista alcanza todo el rectángulo, la pantalla apenas una parte. Hay diversos aspectos que se pueden calibrar mejor estando allí presentes, en el graderío.

Hay una realidad, en el estadio estamos distantes de la jugada, no vemos la letra chica, los detalles que en el juego significan tantas cosas importantes. En el estadio no hay repetición, lo que nos perdimos no tiene retorno. Nos pasa que, durante el juego, hacemos seis, siete llamadas a un hijo, a un hermano que no fueron al partido para preguntarles: ¿Fue un penalazo, no…? Y la respuesta es: “Ni lo tocó”. Y uno se dice: ¿Pero entonces que vi…? Algunos minutos más tarde, otra vez recurrimos al celular: ¿Por qué anuló semejante golazo…? “Estaba off side”. ¿Seguro…?, repreguntamos asombrados. “Fuera de juego clarísimo”.

Incluso quienes parecieron figuras en la cancha no fueron vistos igual por quienes lo apreciaron por televisión. Incluso a veces llamamos a casa para saber quién hizo el gol porque desde la tribuna no estamos convencidos. La sensación, cuando vamos al estadio, es que hubieran dos partidos distintos: el que observamos desde nuestra platea y el otro, el de la televisión.

Como saben, el balompié comenzó a televisarse –vía satélite– en el Mundial del 1970. Se veía borroso, era en blanco y negro y se emitía con una cámara, acaso dos, muchas veces se cortaba el satélite o el audio… Sin embargo, ¡qué felices éramos de poder ver un Mundial en directo…! Claro que en ese entonces era mucho mejor ir a al estadio.


Las cosas han cambiado radicalmente. La sofisticación actual de las transmisiones, las soluciones tecnológicas, la cantidad de cámaras que DAZN o Mediapro han ubicado estratégicamente como un recurso para determinar si hubo off side, unidos a la velocidad de este fútbol moderno hacen que la retransmisión televisiva saque una considerable ventaja a la apreciación en el lugar. Grandes periodistas de antes se negaban a opinar de un partido si no estaban presentes en el momento en el que éste se celebró Analizarlo por TV me parece poco serio”, argumentaban, muy circunspectos. Hoy más bien sería al revés: no se atreverían a comentar si en la cabina no tienen un monitor de apoyo: se equivocarían en la mayoría de las jugadas y de los fallos.

Pese a que ha supuesto un gran avance, son muchos los que esgrimen argumentos en contra de la televisión, indicando el daño que éste medio de comunicación de masas le hace al fútbol y no dudan el calificarlo de inconmensurable”, reniegan algunos críticos desde hace años. “La televisión maneja el fútbol y hace lo que quiere”, se quejan otros. No lo compartimos, pero sobre todo no lo entendemos. Más allá de que pueda significar un brillante negocio para corporaciones comerciales, la TV es muy democrática, hace del fútbol un espectáculo para todos.

Algunos, en mi opinión equivocados seguidores sostienen el débil y manido argumentario de que el fútbol femenino no interesa y de un tiempo a esta parte, las redes sociales se han llenado de replys insultantes a cada noticia, video o tweet sobre fútbol femenino. Es un movimiento reaccionario creciente y a la vez preocupante en el que se entremezclan estereotipos, mentiras, leyendas urbanas y la inseparable lacra del machismo y el fútbol. Los comentarios, desprecios e insultos aumentan cada vez que se juega un partido con un mínimo de expectación, y, lógicamente, en plenas semifinales de la Champions League, volvemos a volver a sufrirlo. Que esto suceda es relativamente normal por dos motivos: el primero, el crecimiento de la visibilidad del fútbol femenino en medios y afición y el segundo, la reacción contraria que provoca en una parte de los espectadores tradicionales.

El fútbol femenino ha cambiado radicalmente en los últimos cinco años. Esto se debe a la inversión en medios y profesionales. Fácil y sencillo: cuando un deportista está bien entrenado, rinde mejor que cuando lo entrena el primo del utillero del juvenil masculino, que era lo que pasaba hasta hace relativamente poco en el fútbol femenino español, y que sigue pasando hoy en día en muchos países, incluso en muchas de nuestras ligas regionales. El fútbol es mucho más que lo que sucede en el campo, de hecho en el rendimiento deportivo de las futbolistas influyen directamente factores como el descanso, el entrenamiento y la alimentación. Haber reducido al mínimo ese ruido de fondo es lo que ha provocado una mejoría directa y proporcional en el estilo de juego y en la capacidad competitiva.

Por suerte, ya no es comparable, de ningún modo, el fútbol femenino de 2020 con el de 2015, mucho menos con el de 2010. Y las noticias que se enlazan para atacar al fútbol femenino suelen ser de un lapso temporal entre 2012 y 2016, que es como hablar del fútbol masculino en términos de 1940-1950. Esa es la realidad de la progresión futbolística de este deporte: ha crecido en cinco años lo que tardó medio siglo en crecer su homólogo. Y, aún así, sigue más de un siglo por detrás en inversión, promoción y medios, lo que hace difícil equilibrar la balanza por mucho que la situación haya mejorado.

Somos muchos los que pensamos, con conocimiento de causa, que El fútbol femenino es un producto nuevo, rentable y con un gran potencial para las marcas.

Se trata de generar planes de viabilidad a nivel de fútbol base y a nivel de fútbol élite, acordes a la situación y el momento actuales, para que las jugadoras desarrollen su actividad de forma regulada y sostenible. Se trata de hacer un esfuerzo constante para que la brecha se vaya cerrando “en una proporción financiera justa para la participación femenina y su potencial”, algo que se está haciendo con ahínco desde los clubs y la LPFF que preside Beatriz Álvarez Mesa.

Déjenme que les diga, sin temor a equivocarme, que el Se trata de generar planes de viabilidad a nivel de fútbol base y a nivel de fútbol élite, acordes a la situación y el momento actuales, para que las jugadoras desarrollen su actividad de forma regulada y sostenible. Se trata de hacer un esfuerzo constante para que la brecha se vaya cerrando “en una proporción financiera justa para la participación femenina y su potencial”, especialmente en España.

Según un artículo del “ABC”, tal por jugarse con los pies, el fútbol nunca ha tenido fama de elegante o distinguido, como el tenis o el golf, por no hablar ya del polo, que se juega montado a caballo. El fútbol se juega en cualquier parte, a patada limpia, aunque algún cabezazo le ennoblece, como el que decidió la última Copa del Rey. Tampoco exige a los practicantes unas condiciones físicas excepcionales ni un equipamiento especial. Ni la altura extraordinaria que demanda el baloncesto ni la envergadura de acorazado que requiere el rugby. Cualquier chico espabilado que haya empezado a correr tras una pelota en la calle o en un descampado puede convertirse en figura si tiene la suficiente perseverancia para lograr que no se la quiten los rivales y grabar en su mente el rectángulo donde debe meterla, que es bastante mayor que el hoyo del golf o el aro del baloncesto. Con tales características, nada de extraño que el fútbol se haya convertido en el deporte más popular en una era de masas como la nuestra y sea el sueño de millones de jóvenes que tratan de escapar de la pobreza, la violencia y la indignidad en que viven. Sin que le falte tampoco épica. En el fútbol se la pone su condición fortuita e igualitaria. El resultado de un partido nunca es predecible. El David siempre puede ganar al Goliat, algo que entusiasma al ciudadano anónimo, siempre que no sea, naturalmente, partidario del Goliat. Pero la proeza del pequeño contra el grande, del rico frente al pobre viene arrebatando la imaginación popular desde el origen de los tiempos. Y se da en el fútbol con más frecuencia que en cualquier otro deporte, aunque su proliferación esté creando jugadores y equipos por encima de los demás. Pero también ellos caen, incluso ante los rivales más insospechados.

No se trata de un deporte individual, sino de equipo. Algo que facilita identificarse con once muchachos que visten nuestros colores, aunque procedan de los lugares más lejanos. No importa, somos como ellos, vestimos sus camisetas en la calle y nos representen en el campo. Y ahora que las guerras sólo ocurren en el tercer mundo, el fútbol viene a sustituirlas en el que exageradamente llamamos civilizado. Un partido se convierte así en una batalla; un gol, en un lanzazo al adversario, que a menudo es el vecino. Claro que siempre será mejor que dirimamos nuestros diferencias y superemos nuestros complejos en el terreno de juego, que en el campo de batalla. Eso hemos avanzado. Aunque tampoco conviene olvidar esa turbia faceta del fútbol que, más que un deporte, es una guerra vicaria. Excepto cuando salta del césped a las gradas.

Por todo lo anteriormente expuesto, que no ha de caer en saco roto, les invito, con el corazón, a acudir al Estadio Fernando Torres este próximo 25 de enero de 2023, a partir de las 20:00 horario peninsular para que descubran lo precioso que es el fútbol femenino y lo poco o nada que tiene que enviarle al masculino.

Por último, en lo estrictamente deportivo, se debe indicar que en el partido de la primera vuelta, en Alcalá de Henares, el Club Atlético de Madrid Femenino y el Madrid CFF empataron (1-1) con dianas de Estefanía Banini y Grace Chanda e incluso en el tramo final de la contienda emergió la figura de la capitana visitante, Paola Ulloa, para frustrar los intentos rojiblancos de hacer el 2-1, llegando incluso ésta a detenerle un penalti a Ludmila Da Silva para que su equipo se llevara un merecido punto de vuelta a Fuenlabrada.

(Fuente: Madrid CFF)

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