
¡No pueden! Las estrellas de la Liga F sólo disponen de un par de conjuntos al año.
Ha sonado el tercer pitido. El árbitro da el partido por finalizado. Ese es el momento en el que los rivales pasan a ser aficionados: «¿Me das tu camiseta?». En un gesto de admiración, ya sea de uno a otro o mutua, cientos de jugadores alrededor del mundo se intercambian la camiseta. Forma parte de la tradición futbolística. Otros, ya sea por alegría o decepción, regalan su camiseta a los aficionados lanzándola como en la imagen que ilustra este reportaje. Y muchas otras vuelven al vestuario y el jugador se desentiende de ellas, y ahí empieza la labor oculta y tan poco valorada de los utilleros. ¿Qué pasa con todas estas camisetas?.
Tengan clara una cosa: muy pocas acaban en la basura. De alguna manera, muy variadas dependiendo de la categoría de la que hablemos, la gran mayoría de las camisetas que se producen y se utilizan por los clubes de fútbol españoles encuentran una nueva utilidad. Y decimos que depende sobremanera de la categoría porque las diferencias que encontramos entre Primera y Tercera División son, como es lógico, insalvables. Pero no hace falta irse tan abajo. ¿Qué tiene que ver la reutilización (o no) de zamarras del Fútbol Club Barcelona con la del Getafe, ambos clubes de la máxima categoría? Muy poco o nada, en realidad.
El actual líder de la liga de nuestro país, el Barça, dispone de tal cantidad de indumentarias que todas las que utilizan sus jugadores son suyas por derecho propio. A partir de ahí, el futbolista decide si prefiere regalarla, intercambiarla con un rival o simplemente dejarla en su taquilla del vestuario para que sea lavada y reutilizada. Y vamos más allá: si necesitan o requieren más, tanto la marca, en este caso la estadounidense Nike, y el club les facilitan todas las que necesiten sin costo alguno para ellos. Por el contrario, en el Getafe, según la respuesta ofrecida por la entidad azulona, ocurre justo lo opuesto: todas las que regalen o intercambien serán cubiertas por el futbolista.
Otro club de muy alto presupuesto (el tercero de Primera), el Atlético de Madrid, permite a los jugadores quedarse con una camiseta de todas las que disponen por partido y comprar más con descuento, igual que el Valencia. Al ser así, ambos clubes reutilizan una gran cantidad de zamarras en cada encuentro. Por su parte, el Villarreal, equipo asentado en competiciones europeas, permite que sus jugadores se queden con hasta 40 camisetas por temporada, contando todos los torneos en los que participen, por lo que siempre tienen menos de los aproximadamente 50 partidos que disputa cada año el ‘submarino amarillo’. Si superan el número establecido, a final de temporada pasarán por caja.
En cambio, el Alavés regala una camiseta por partido a cada uno de los integrantes de la plantilla vitoriana, que también tienen un descuento sobre el precio final, aunque no especificado. Esto sucede así en parte en el Leganés, uno de los presupuestos más bajos de Primera, ya que ‘regala’, por así decirlo, 25 camisetas al año a sus jugadores, según informaron los utilleros del club pepinero a este periódico. Después, cada elástica extra les costará 35 euros, un precio reducido al que tiene cualquier aficionado en la tienda del equipo (54,99€).
La cosa cambia cuando bajamos de división. Si miramos el ejemplo del Real Sporting, histórico club con una enorme tradición recién descendido a Segunda, cada jugador dispone de 21 camisetas para su uso y disfrute por temporada, es decir, una cada dos partidos (de los 42 encuentros de la Liga 1/2/3). Eso sí, tiene permiso para regalar o intercambiar las que quiera, sabiendo que si se pasa, tendrá que pagar 50€ por camiseta (reducido de los 75€ que cuesta en la tienda.
si seguimos bajando, el futbolista sabe que si hace algo más con la camiseta que jugar el partido, tendrá que pasar por caja. Al no haber dorsales personalizados en Segunda División B, lo más normal es que la remera se quede en el club, se lave y se reutilice la siguiente jornada. Así pasa en el Toledo y en el Real Murcia, por ejemplo. El club pimentonero asegura que en todo el curso apenas se ha sustituido una camiseta rota. Un poco más generosos son en el Racing de Santander, que da tres indumentarias a sus futbolistas y, si quieren alguna más, pueden pagar 40€ por ella (en vez de los 65€ originales), además de tener permiso para intercambiar o regalar.
Un clásico como la Sociedad Deportiva Compostela, no hace tanto un equipo de Primera, permanece sumergido en la profundidad de Tercera División (liderando su grupo, eso sí) y explica a El Confidencial que su plantilla solo dispone de dos camisetas por temporada, la titular y la suplente y, por tanto, tampoco se les permite hacer otra cosa que dejarlas en el vestuario al acabar cada encuentro, salvo casos excepcionales, aunque las pueden adquirir por 30€. Igualmente sucede con el Club Deportivo Calahorra, que cuenta con tan solo dos camisetas por número y equipación (primera o segunda) cada fin de semana. La principal similitud entre todos los clubes consultados, desde los de Primera hasta los de Tercera, es que todos disponen de una lavandería propia. En el caso particular del Calahorra, utiliza un servicio privado de lavandería contratado para la ropa de entrenamiento, tal y como comunica el equipo riojano.
Esta última realidad es la que viven las jugadoras de la Liga Profesional de Fútbol Femenino, quienes solo tienen un kit de cada uniforme para regalar o intercambiar a lo largo de todo un curso futbolístico, accediendo a estos tras la celebración de la trigésima jornada liguera, es por eso que las estrellas de la Liga F no pueden regalar sus camisetas a los aficionados después de un partido, sencillamente porque deben guardarlas para el siguiente compromiso del club, he ahí la explicación.
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