
📌 El Fútbol Club Barcelona inicia la Liga F Moeve 2025-26 en una situación inédita: apenas 17 jugadoras conforman la primera plantilla. Un dato que, sobre el papel, podría ser un signo de debilidad en un calendario exigente con Liga, Copa y Champions. Sin embargo, lejos de cuestionar su favoritismo, el bloque que dirige Jonatan Giráldez mantiene la etiqueta de aspirante principal al título gracias a su calidad diferencial, a la hegemonía construida en la última década y a la falta de un rival que le discuta con continuidad. El reto para el club azulgrana no es ganar, sino demostrar que incluso con menos recursos numéricos sigue siendo el equipo más temido de Europa.

Que un equipo finalista de la Liga de Campeones Femenina y campeón de la Liga F afronte una temporada con solo 17 futbolistas profesionales es un hecho extraordinario en el fútbol moderno. La tendencia general en las grandes potencias europeas ha sido la contraria: ampliar plantillas para hacer frente a calendarios más largos y a la creciente competitividad de las ligas nacionales. El Olympique de Lyon, referente histórico del fútbol femenino, llegó a contar con más de 23 jugadoras en plantilla en sus mejores años. El Chelsea de Emma Hayes, antes de su marcha a la selección de EE.UU., insistió en reforzar cada línea con hasta tres opciones de élite para competir en la FA Women’s Super League y en Europa.
El Barça rompe el molde. Su apuesta es radicalmente distinta: en lugar de acumular nombres, confía en la solidez de un grupo compacto, experimentado y con automatismos tan pulidos que, incluso con pocas piezas, puede dominar casi todos los contextos de partido. La gestión de Giráldez se vuelve clave: el técnico gallego ha demostrado ser un especialista en mantener la frescura competitiva incluso en tramos de máxima densidad, y este curso afrontará la prueba definitiva.
La gran baza azulgrana es evidente: el talento. En términos individuales y colectivos, pocas plantillas en el mundo pueden comparar su nivel técnico con el del Barça. El centro del campo con Patri Guijarro y Aitana Bonmatí está considerado el más completo de Europa; Alexia Putellas, en plena recuperación de su mejor versión, aporta liderazgo, experiencia y gol en los momentos clave; y la defensa con Irene Paredes y Mapi León sigue siendo un muro de jerarquía.
A ello se suman Ona Batlle, probablemente la lateral más influyente del continente, y Caroline Graham Hansen, desequilibrio puro en ataque. Con jugadoras de este nivel, el Barça no necesita rotar constantemente: incluso si un bloque reducido asume la mayoría de minutos, la calidad individual y la superioridad táctica garantizan victorias regulares.
Además, el club cuenta con una cantera que ya ha dado resultados inmediatos. Vicky López es el ejemplo paradigmático: con apenas 18 años se ha asentado como titular y referencia, demostrando que La Masia sigue siendo la red de seguridad perfecta cuando el primer equipo afronta limitaciones.
Si bien la Liga F es, sobre el papel, menos exigente que la WSL inglesa o la D1 francesa, el calendario azulgrana no está exento de trampas. Los viajes europeos, las concentraciones con la selección española —que aporta el grueso del plantel— y la acumulación de partidos en semanas consecutivas pueden poner a prueba la resistencia física de una plantilla corta.
El recuerdo de temporadas pasadas sirve como advertencia. En 2022-23, el Barça sufrió una plaga de lesiones musculares que coincidió con las bajas de larga duración de Alexia Putellas y Fridolina Rolfö. En aquel momento, la amplitud de plantilla y la irrupción de jóvenes permitió sostener el ritmo. En 2025-26, con solo 17 fichas, una situación similar podría convertirse en un serio problema.
Pere Romeu deberá manejar variables como nunca antes: control del minutaje, rotaciones con jugadoras del filial y una planificación física diseñada para llegar al tramo decisivo de la Champions con garantías. Cada decisión será medida, cada descanso planificado, porque el margen de error es mínimo.
La gran incógnita es si la Liga F ofrece un rival capaz de aprovechar cualquier eventual debilidad azulgrana. El Atlético de Madrid se ha reforzado con criterio, apostando por jugadoras con experiencia internacional y jóvenes de proyección. El Real Madrid, aunque todavía en fase de construcción, sueña con dar el salto definitivo. El Levante, el Athletic Club y la Real Sociedad completan un abanico de clubes que, en una temporada perfecta, podrían pelear victorias puntuales.
Sin embargo, el historial reciente es demoledor. El Barça ha encadenado campañas con registros casi inmaculados: invicto durante años, con diferencias de puntos superiores a los 10 respecto al segundo clasificado y con goleadas que marcan la brecha entre su nivel y el resto de la Liga. Incluso con un bloque reducido, todo apunta a que la regularidad azulgrana será suficiente para revalidar el título.
El fútbol, sin embargo, ofrece ejemplos que refuerzan la tesis de que no siempre es necesario disponer de plantillas amplias para dominar. El Lyon, en la temporada 2010-11, conquistó Champions y liga francesa con una plantilla de apenas 18 jugadoras, sustentado en un once titular imbatible. En el fútbol masculino, el Milan de Arrigo Sacchi en los años 80 o el Ajax de Louis van Gaal en los 90 también recurrieron a bloques cortos, priorizando cohesión y automatismos sobre rotaciones constantes.
El Barça se inscribe en esta tradición: apuesta por un núcleo duro estable, por la química de un grupo reducido que se conoce de memoria y por un estilo de juego tan definido que las rotaciones son menos necesarias que en otros sistemas.
La corta plantilla, lejos de ser un hándicap psicológico, puede reforzar el sentido de unidad. Con menos jugadoras, el reparto de roles es más claro, la competencia interna se centra en el rendimiento y las líderes del vestuario consolidan su ascendencia sobre el grupo. Alexia, Patri, Paredes y Graham Hansen se erigen como referentes en un equipo que vive con la presión de ganar siempre, pero que ha convertido esa exigencia en combustible.
Más allá del presente, el Barça también se juega su legado. Dominar con una plantilla reducida sería otra muestra de la dimensión histórica de este ciclo: un equipo que no solo gana, sino que redefine lo que significa competir al máximo nivel.
El conjunto culé afronta la Liga F Moeve 2025-26 con la etiqueta de favorito indiscutible, aunque bajo la lupa de un examen distinto al habitual: demostrar que la calidad puede imponerse a la cantidad, que el talento y la cohesión pesan más que la amplitud numérica. Sus rivales esperan un tropiezo, pero la realidad dicta que incluso con 17 jugadoras el Barça sigue varios escalones por encima en talento, mentalidad y experiencia.
La temporada pondrá a prueba la resistencia del bloque azulgrana, la sabiduría táctica de Giráldez y la capacidad de La Masia para dar respuesta en momentos críticos. Si logran superar esos desafíos, no solo revalidarán el título: escribirán un capítulo más en la leyenda de un equipo que, con mucho o con poco, sigue marcando la pauta del fútbol femenino mundial.

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