Priscila Borja, una leyenda rojiblanca construida a base de goles

(Fuente: X)

La andaluza es el grito eterno de las dianas colchoneras y escribió su nombre al ser la autora de la primera gran epopeya de la sección femenina.

Hay nombres que no necesitan presentación. Nombres que son parte de un escudo, de una hinchada, de una forma de entender la vida. Nombres que, al pronunciarlos, activan una cadena de recuerdos que van desde los campos de tierra hasta los grandes estadios, desde la lucha silenciosa hasta el reconocimiento absoluto.
En el Atlético de Madrid Femenino, ese nombre es Priscila Borja.

Puede que el fútbol femenino haya cambiado, que el club sea hoy una potencia europea, que el equipo viva en una dimensión profesional que hace veinte años parecía un sueño inalcanzable. Pero en lo más hondo de la memoria rojiblanca, en ese territorio donde guardan su sitio las pioneras, hay un registro que permanece intacto:
Priscila Borja sigue siendo la máxima goleadora histórica del Atlético de Madrid Femenino, con 107 goles.
Un número que no es solo una cifra. Es un símbolo. Es una bandera. Es una certeza.

El relato del Atlético Femenino no puede entenderse sin ella, porque hubo un tiempo en el que su nombre era sinónimo de gol, de esperanza, de liderazgo y, sobre todo, de identidad.

Antes de los títulos, antes de las finales europeas, antes del Wanda Metropolitano lleno para ver un derbi histórico, hubo un período donde el Atlético Femenino crecía día a día, a base de esfuerzo colectivo y convicciones profundas.
Priscila llegó a un equipo que aún estaba lejos de ser la potencia que es hoy. Un Atlético que soñaba grande pero vivía con humildad, que luchaba con uñas y dientes cada punto, cada victoria, cada avance.

en ese contexto, en ese espacio fundacional donde se forjan las leyendas, ella se convirtió en la referencia absoluta. No solo por los goles —que parecían infinitos— sino por su forma de competir, por su carácter irreductible, por su manera de encarnar los valores que el club presume como propios: coraje y corazón.

Hay futbolistas que viven del golpeo. Otras, de la velocidad. Otras, del instinto. Priscila Borja lo tenía todo, pero lo más importante era lo invisible: tenía una relación íntima con el gol.

En sus dos etapas entre 2009 y 2017, rompió defensas, batió porteras, silenció campos rivales y levantó corazones rojiblancos.
Se convirtió en una pesadilla permanente para cualquier zaga.
Izquierda, derecha, de cabeza, al primer toque, tras una carrera de 40 metros. Goles decisivos, goles agónicos, goles imprescindibles.
Goles que salvaron temporadas, que cimentaron proyectos, que devolvieron al Atlético a la élite.

107 veces, Priscila Borja obligó a la historia a detenerse, mirar y tomar nota.

Ese registro, que aún hoy ninguna futbolista ha sido capaz de superar, no es solo un récord:
es un testimonio de resistencia y excelencia en un tiempo donde el fútbol femenino no tenía la visibilidad, los recursos ni la estructura de hoy.

Ella marcó cuando todo era más difícil.
Por eso vale más.
Por eso pesa más.
Por eso sigue ahí, intacto.

Pocas jugadoras han entendido el Atlético como Priscila.
No solo por su compromiso deportivo, sino por su adhesión emocional.
Era una futbolista que representaba a la perfección el espíritu de un club que exige entrega absoluta, respeto por su historia y un vínculo que se mantiene incluso después de colgar las botas.

Y ese vínculo perdura.

Priscila regresó al club después de su retirada para ocupar responsabilidades en su estructura.
No volvió como homenaje: volvió porque el club sabía que su energía, su conocimiento y su liderazgo eran patrimonio rojiblanco.
Volvió porque las leyendas no se despiden: se transforman.

Quien vivió los primeros años del Atlético Femenino en la élite sabe que Priscila era más que la goleadora del equipo. Era la brújula emocional. El golpe en la mesa cuando las cosas se torcían. La sonrisa cuando llegaba la victoria.
La jugadora que hacía que el equipo creyera.
La que nunca bajaba los brazos.
La que, incluso sin balón, encendía el partido.

hoy el Atlético presume de ser un club gigantesco en el fútbol femenino, es porque hubo jugadoras que sostuvieron el escudo cuando el mundo no miraba.
Priscila fue una de ellas.
Quizá, la más decisiva.

El fútbol femenino avanza a una velocidad extraordinaria. Los registros caen, los nombres cambian, las nuevas generaciones vienen con fuerza.
Y, sin embargo, el récord de 107 goles de Priscila sigue indemne.
Año tras año.
Temporada tras temporada.
Equipos que han pasado por Champions, jugadoras que han marcado épocas… y aun así nadie ha derribado esa cifra mágica.

Hablar de Priscila Borja es hablar de un Atlético cercano, directo, indestructible.
Un Atlético que luchaba por crecer y que encontraba en sus botas la esperanza.
Un Atlético que necesitaba referentes, y los encontró en ella.

Su legado no es solo estadístico.
Es emocional.
Es cultural.
Es estructural.

Cada niña que hoy viste la camiseta rojiblanca y sueña con marcar un gol en Alcalá, cada aficionada que se emociona en un derbi ante el Real Madrid, cada familia que llena las gradas del Centro Deportivo Wanda, lo hace en parte gracias al camino que jugadoras como Priscila abrieron.

En un club donde la épica es norma, ella escribió una de las más brillantes.

Hoy, cuando el Atlético de Madrid Femenino compite como gigante europeo, cuando el fútbol femenino vive el mayor crecimiento de su historia y cuando nuevas estrellas escriben capítulos emocionantes, el nombre de Priscila Borja sigue siendo una referencia inamovible.

Porque hay goles que quedan en la red.
Pero hay otros —107, exactamente— que quedan en la memoria.

Y esos, los de Priscila, no se borran nunca.

La máxima goleadora de la historia rojiblanca, la pionera de un tiempo que ya es leyenda.
La futbolista que entendió el Atlético como solo lo entienden quienes lo sienten de verdad.

Priscila no marcó goles, marcó una era indeleble teñida de rojiblanco que represente a la perfección el lema colchonero de coraje y corazón

Además de su brillante paso por el tres veces campeón de la Liga F Moeve y dos veces ganador de la Copa de la Reina, la de Alcalá de Guadaira sabe lo que es ganar una Liga (2016/2017 con Atlético de Madrid) y una Copa de la Reina (2017 con nuestra camiseta).

Debutó con la Selección Española sub-19 en el campeonato de Europa de 2002 y con selección absoluta el 19 de junio de 2010 contra Inglaterra y desde entonces ha disputado 24 partidos. En 2013 formó parte del de las 23 mejores de nuestro país en la Eurocopa de Suecia, llegando a los cuartos de final. Contribuyó a la clasificación para el mundial de Canadá en 2015 que posteriormente disputó siendo una de las seleccionadas por Jorge Vilda.

En la recta final de su carrera la delantera se unió al Madrid CFF en la temporada 2020/2021 y con el conjunto rosa y blanco colgó las botas a final de curso, no si antes firmar un auténtico golazo de volea en el Estadio Antiguo Canódromo en los cuartos de final de la Copa de la Reina que sirvió para eliminar al Real Madrid en la prórroga de dicho torneo.

En la actualidad esa nueve legendaria continúa vinculada al fútbol desde la dirección deportiva del Atlético de Madrid, donde trabaja desde 2022 como adjunta a la dirección deportiva del club tras su retirada como jugadora profesional.

Tras una carrera de más de 20 temporadas como futbolista, en la que fue especialmente prolífica.

Desde entonces, no se ha desvinculado del deporte:

  • Empezó a colaborar en el cuerpo técnico del entrenador Óscar Fernández tras su retirada y luego lo siguió cuando éste fichó por el Atlético de Madrid.
  • A partir de la temporada 2022-23 ocupa un cargo directivo como adjunta a la dirección deportiva del Atlético de Madrid, aportando su experiencia y visión al desarrollo del club y, en especial, de la sección femenina.

Además, Priscila también ha impulsado campus de fútbol femenino, combinando la formación deportiva con aspectos educativos (como experiencias de inmersión en inglés) para fomentar el crecimiento del fútbol femenino entre las nuevas generaciones.

En resumen, hoy día Priscila Borja sigue ligada al Atlético de Madrid y al fútbol desde los despachos y la gestión deportiva, dejando su legado no solo en goles históricos, sino también en la construcción del futuro del club rojiblanco.

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