Reportaje | Marta Corredera, mito colchonero de la Liga Iberdrola

(Fuente: Laliga)

🟦 La lateral de Tarrasa fue clave en los éxitos rojiblancos cuando los focos aún no alumbraban la Primera División Femenina y conviene no olvidarse de ella.

(Fuente: Laliga)

Hay nombres que explican títulos. Y hay nombres que explican procesos, transformaciones, cambios de mentalidad. Marta Corredera pertenece a esa segunda categoría, mucho más difícil de medir y, por eso mismo, infinitamente más valiosa. Su paso por el Atlético de Madrid Femenino no puede resumirse en partidos jugados ni en trofeos levantados. Corredera fue estructura, fue cultura competitiva, fue ejemplo diario. Fue una de las futbolistas que ayudó a que el Atlético dejara de preguntarse si podía ganar y empezara a preguntarse cómo iba a hacerlo. Este reportaje no es una cronología fría: es una reivindicación. Una mirada larga, profunda y épica al legado de una futbolista imprescindible en la historia rojiblanca.

Para entender la importancia de Marta Corredera hay que retroceder a un tiempo en el que el Atlético de Madrid Femenino todavía estaba construyéndose a sí mismo. No desde la precariedad, sino desde la ambición emergente. Era un equipo con talento, con energía, con identidad por definir. Un club que había decidido apostar, pero que necesitaba algo más que intención: necesitaba convicción.

En ese escenario aparece Corredera. Y su llegada no fue una incorporación más. Fue una declaración de intenciones. El Atlético fichaba a una futbolista hecha, madura, internacional, campeona, acostumbrada a convivir con la exigencia diaria. Una jugadora que no venía a aprender qué era ganar, sino a enseñar cómo se gana.

Corredera llegó cuando el proyecto todavía estaba escribiendo sus primeras páginas doradas. Y eso la convierte, inevitablemente, en jugadora fundacional de una era.

Definir a Marta Corredera solo por su posición sería quedarse en la superficie. Lateral derecha, carrilera, interior, extremo ocasional. Todo eso fue. Pero, por encima de todo, fue una futbolista total, una de esas piezas que elevan al colectivo porque entienden el juego más allá de su zona.

Corredera era táctica, disciplinada, agresiva cuando tocaba y serena cuando el partido pedía cabeza. Tenía recorrido, lectura defensiva y una capacidad notable para elegir bien en los momentos clave. Nunca fue una jugadora anárquica. Siempre fue funcional al equipo.

En un Atlético que empezaba a construir su identidad sobre el orden, la intensidad y el compromiso colectivo, Corredera encajó como si hubiera nacido para vestir de rojiblanco.

Los grandes equipos no se construyen solo con genialidades. Se construyen con fiabilidad. Con futbolistas que garantizan un nivel alto partido tras partido. Corredera fue exactamente eso para el Atlético.

Su banda era territorio seguro. No regalaba ventajas. No se desconectaba. Y cuando el equipo necesitaba empuje, lo daba. Cuando tocaba cerrar filas, estaba. Esa regularidad fue una de las bases sobre las que el Atlético empezó a competir de tú a tú con cualquiera.

Corredera no necesitaba firmar portadas para ser decisiva. Su importancia estaba en el día a día, en la constancia, en el trabajo silencioso que sostiene a los proyectos ganadores.

No todas las líderes llevan brazalete. Algunas lideran desde el ejemplo. Marta Corredera fue una de ellas. Su liderazgo no era estridente, pero sí profundo. Se notaba en los entrenamientos, en la manera de competir, en la exigencia consigo misma y con el entorno.

Para las futbolistas más jóvenes, Corredera fue una referencia. Una demostración de lo que significa ser profesional de alto nivel. De cómo se entrena. De cómo se compite incluso cuando el cuerpo no acompaña. De cómo se respeta el escudo cada día.

Ese tipo de liderazgo no se ve en las estadísticas, pero se queda en los vestuarios para siempre.

Atlético de Madrid Femenino empezó a ganar títulos. Y ganar cambia todo. Cambia la percepción externa y, sobre todo, cambia la percepción interna. Defender un título es más difícil que conquistarlo. Y ahí, futbolistas como Corredera fueron fundamentales.

Porque ganar exige algo más que talento. Exige carácter. Exige resistencia emocional. Exige saber gestionar la presión. Corredera ya había estado ahí. Ya sabía lo que significaba competir con la obligación de vencer. Y trasladó esa experiencia al grupo.

El Atlético dejó de sentirse invitado en la élite y empezó a instalarse en ella. Y ese salto no se entiende sin la aportación de futbolistas que sabían cómo convivir con la exigencia permanente.

La Champions fue el escenario donde el Atlético se midió a sí mismo. Donde descubrió qué le faltaba y qué ya tenía. Y Corredera fue una de las futbolistas que mejor representó esa madurez competitiva.

En Europa, cada error pesa más. Cada desajuste se paga. Y Corredera aportó equilibrio, lectura y experiencia. No se aceleraba. No se escondía. Entendía el ritmo del partido y ayudaba al equipo a mantenerse con vida en contextos hostiles.

Europa no perdona la ingenuidad. Corredera nunca fue ingenua y eso lo sabemos los que seguimos el fútbol femenino desde antes de que se considerase profesional a la lleva de Beatriz Álvarez a la presidencia de la patronal.

Con el paso del tiempo, la figura de Marta Corredera se agranda. Porque la historia se entiende mejor con distancia. Porque se valora más lo que fue esencial. Corredera fue una de las futbolistas que cambió el destino competitivo del Atlético de Madrid Femenino.

No fue una jugadora de transición. Fue una jugadora estructural. Parte de un núcleo que convirtió al Atlético en campeón. Que enseñó al equipo a resistir, a competir, a creer.
Hoy el Atlético de Madrid Femenino es un club respetado, temido y reconocido. Pero nada de eso nació de la nada. Se construyó. Partido a partido. Entrenamiento a entrenamiento. Con futbolistas como Marta Corredera.

Recordarla no es nostalgia. Es memoria histórica. Es entender que el ADN campeón del Atlético se forjó con esfuerzo, con compromiso y con futbolistas que entendieron el escudo antes incluso de que el escudo supiera lo grande que podía llegar a ser.

Marta Corredera no solo pasó por el Atlético de Madrid y ayudó a definirlo.

La exjugadora del Barcelona pasó de forjar el carácter rojiblanco a sobrevivir a una salida injusta en el Real Madrid; de la banda al micrófono de RTVE, su voz ahora añade memoria y verdad al relato del fútbol femenino.

Hay trayectorias que solo se comprenden si se cuentan sin cortes: lo que se hizo, lo que se sufrió y lo que se convierte en enseñanza. Marta Corredera es una de esas trayectorias. Fue pieza clave en la construcción del Atlético de Madrid femenino; siguió demostrando su jerarquía en el Levante; vivió una despedida del Real Madrid que muchos juzgaron fría y poco digna para quien tanto había dado al fútbol español; y hoy transforma esa experiencia en autoridad periodística desde RTVE. Este reportaje es una defensa apasionada: sí, Marta fue jugadora; sí, sufrió; y hoy, más que nunca, merece reconocimiento —por lo que hizo en el campo, por cómo respondió a la adversidad y por la nueva dimensión pública que ejerce con honestidad y conocimiento de causa.

El traslado al Levante U.D. no fue un paso hacia atrás: fue otro capítulo de validación. En un club con otra idiosincrasia, con retos diferentes, Marta demostró que su fútbol no dependía del nombre en la camiseta sino de sus principios profesionales. Allí volvió a ser referente, a poner orden y a aplicar la experiencia adquirida. Jugadoras como ella no solo suman rendimiento, también elevan los estándares del día a día: imponen rutinas, transmiten hábitos, contagian profesionalidad. Son piezas que endurecen el grupo sin renunciar a la sensibilidad del juego.

Y después llegó el Real Madrid, una etapa que terminó siendo, para ella, dolorosa. Su salida del club blanco fue gestionada con frialdad, con matices de incomprensión y, para muchos, con falta de la gratitud que su carrera merecía. No hablamos aquí de estadísticas; hablamos de trato humano. Cuando una jugadora que dio tanto al fútbol español se marcha entre sombras administrativas o sin el reconocimiento público acorde a su trayectoria, no es un simple movimiento de mercado: es una noticia que revela carencias del fútbol respecto a sus protagonistas. En este punto debemos posicionarnos. Apoyo incondicional a la futbolista que sufrió una despedida que no estuvo a la altura de su carrera. Defender a Marta en este episodio no es tomar partido gratuitamente; es recordar que el fútbol —y quienes lo dirigen— tiene la obligación moral de cuidar la memoria de quienes lo construyen.

(Fuente: Real Madrid)

Esa mala salida pudo ser un punto final devastador. Para muchas habría significado silencio y retirada dolorosa; para Marta fue combustible para insistir en su dignidad. Porque la grandeza se mide también por la respuesta a la injusticia porque en Valdebebas no la supieron valorar tras su embarazo.

Marta Corredera ha querido alzar la voz para contar su historia de como pasó el tiempo en el Real Madrid mientras estaba embarazada. La que fuera lateral del equipo blanco cuenta en El Periódico cómo vivió su maternidad, además de hablar del abandono que sintió por parte del club. La catalana anunció su embarazo en enero de 2022 y, después de un parto complicado con cesárea, Marta Corredera no pudo volver a jugar y se despidió del equipo blanco el 30 de junio de 2023. «Contar mi historia ha sido difícil. He pensado mucho en si debería hacerlo o no, pero creo que todas las mujeres se merecen ser cuidadas y respetadas», escribió en su twitter. Corredera tuvo un embarazo complicado (vómitos, náuseas y mareos, cogió la baja médica) y después sufrió también las secuelas de la cesárea. «Por parte del club yo no tuve ningún tipo de ayuda en ese sentido. A mí en ningún momento me llamaron para preguntarme cómo estaba o si necesitaba algo en cuanto a condición física», comenzó diciendo.

‘ Dejé de jugar porque obviamente la doctora me dijo que no tenía ningún sentido correr riesgos. En enero (2022) vuelvo a Madrid (se marchó a Barcelona con su familia en diciembre de 2021) a contárselo a Ana Rossell (directora de la sección femenina). Me entran muchas dudas, porque es un momento de vértigo. Hablé con el club, me volví para acá y cogí la baja médica. No se ponen medidas específicas sobre la mesa para mi caso. Me llaman del club, no me llama ni Ana Rossell ni el responsable del femenino, no sé si era del departamento de integridad. Me propusieron que, como yo no podía ejercer mi actividad laboral normal, debía ir a ayudar a los equipos femeninos por las tardes a Valdebebas a no sé a qué, estar allí desde las 19 horas de la tarde hasta las 21 h de la noche, para cumplir mi contrato. Yo en ese momento me quedé en shock porque mi contrato es de jugadora profesional y yo entiendo que para esta casuística tiene que haber un protocolo o algo que me ampare, ¿no? Que me proteja. Lo último que necesitaba en ese momento es que se me apartase del equipo y se me mandase con la cantera, porque yo creo que no es ni lógico ni ético», desveló. Y no solo por parte del club, sino incluso de algunas de sus compañeras que le dieron la espalda en estos duros momentos. «Estaba en el grupo del equipo y pongo que ya había nacido mi hija. Les mandé una foto. Por ahí recibo felicitaciones de la mayoría de la plantilla, pero no de todas. Hay gente que decidió no felicitarme. A partir de ahí yo me siento muy abandonada porque no dejo de ser una jugadora de la plantilla, que es verdad que estoy de baja por maternidad, pero que en teoría en algún momento de un futuro próximo me tenía que reincorporar a la actividad. Desde el momento que yo doy a luz me siento muy abandonada porque no tengo ningún tipo de contacto con el club, ni con los fisios, ni con el preparador, ni con un médico. Para mí mentalmente no fue nada fácil. Yo sabía que las deportistas éramos cromos, pero estamos hablando de una situación que antes de la de la futbolista va a la persona. Y en ese momento la Marta persona se sintió muy abandonada. Es verdad que yo estoy en Barcelona y estoy de baja, pero eso no significa que se tengan que olvidar de mí o que no me puedan ayudar», finalizó Marta.

Su paso al periodismo deportivo, y muy especialmente su trabajo en RTVE, debe leerse en clave de reparación y de valor añadido. En un país donde el discurso sobre el fútbol femenino a menudo ha sido superficial o paternalista, la presencia de alguien que ha vivido vestuarios, competiciones internacionales, presión por títulos y la amargura de una salida mal resuelta es un activo incalculable. Marta aporta empatía, contexto y una mirada que no se limita a describir jugadas: contextualiza decisiones tácticas, entiende los matices de los estados anímicos en los vestuarios y rescata la humanidad detrás del rendimiento. En RTVE no es solo comentarista; es puente entre lo que se ve en la tele y lo que realmente ocurre detrás de la camiseta.

Su labor en antena equivale a pedagogía. Habla a quien disfruta del fútbol y a quien lo analiza desde la distancia; traduce complejidades tácticas con palabras accesibles sin renunciar al rigor; reivindica la voz de las futbolistas con el peso de quien también fue protagonista; y aporta memoria en un medio masivo: recuerda procesos, visibiliza deudas históricas y obliga a la audiencia a entender que el fútbol femenino no es una moda, sino una realidad que tiene raíces y protagonistas concretos.

Todo ello, además, lo hace con honestidad: no busca réditos personales sino explicar el juego y, cuando toca, denunciar o apoyar con argumentos.

Apoyar a Corredera en la narrativa pública no significa idealizarla. Significa reconocer que su trayectoria merece defensa porque reúne talento, entrega y la dignidad de quien afrontó una salida mal gestionada con elegancia y con firmeza. Significa poner en valor su papel como transmisora de conocimiento y memoria en RTVE, una función que beneficia al deporte y a la sociedad que lo consume. Marta hoy es testigo y maestra; su micrófono permite que las historias mal contadas vuelvan a tener voz propia.

La huella que dejó en el Atlético es indeleble. Fue pieza activa en la configuración de una mentalidad ganadora: no la de los fuegos de artificio, sino la del trabajo cotidiano, la del sacrificio colectivo que acaba derivando en títulos y en respeto. Esa huella se combina con la experiencia en Levante y con la amarga lección del Real Madrid para ofrecer un retrato completo de una futbolista que se forjó en el terreno y que, tras el golpe, eligió también iluminarlo desde la comunicación.

Decir que Marta Corredera es importante para la historia del fútbol femenino español no es retórica: es realidad. Fue parte de procesos de consolidación, acompañó generaciones, ordenó dinámicas y hoy, desde RTVE, explica por qué esos procesos importan. Su voz reivindica a quienes construyen lejos de los focos y exige mejores maneras de despedir a los que dieron tanto. Es la voz que recuerda que la dignidad profesional no caduca con una cláusula contractual ni se borra con el cambio de una camiseta.

En el balance final, su relato completo —la formación de carácter en el Atlético, la confirmación en el Levante, la herida abierta en el Real Madrid y la consagración comunicativa en RTVE— constituye una lección: que las carreras tienen capítulos dulces y amargos, y que la medida de una jugadora también está en cómo traduce esas experiencias para el bien común. Marta Corredera eligió no callar ni esconderse; eligió hablar, enseñar y sostener la memoria del fútbol femenino. Por eso su figura merece más que un recuerdo efímero: merece defensa, reconocimiento y, sobre todo, escucha.

Corredera no dejó que la narrativa dominante la redujera. Al contrario: transformó la experiencia en aprendizaje, y a ese aprendizaje le añadió una nueva faceta pública: la de analista y comentarista en RTVE.

palmarés de Marta Corredera refleja mucho más que títulos; es un testimonio de consistencia, profesionalidad y liderazgo a lo largo de toda su carrera. Con el Atlético de Madrid Femenino se convirtió en pieza clave para la conquista de la Liga española en varias temporadas, además de participar de manera destacada en competiciones europeas, dejando su sello en el crecimiento y la consolidación del equipo. Posteriormente, en el Levante UD, aportó su experiencia y liderazgo, contribuyendo al nivel competitivo de un equipo emergente en la primera división y demostrando que su valor no dependía del nombre de la camiseta. Su etapa en el Real Madrid Femenino, aunque breve, estuvo marcada por la profesionalidad y entrega, dejando constancia de su compromiso incluso en un contexto complejo. A nivel internacional, Corredera se consolidó como referente polivalente de la selección española absoluta, participando en torneos europeos y mundiales y sumando experiencia que reforzó su autoridad dentro y fuera del campo. En conjunto, su trayectoria demuestra que su legado no se mide solo en trofeos, sino en ejemplo, constancia y liderazgo dentro del fútbol femenino español.

Palmarés |


El palmarés de Marta Corredera es impresionante, destacando seis Ligas españolas, cinco Copas de la Reina y una Copa de la Liga con clubes como el FC Barcelona, Atlético de Madrid y Real Madrid, además de logros con la selección española (Cyprus Women’s Cup, Algarve Cup), consolidándose como un referente del fútbol femenino con una carrera llena de títulos nacionales e internacionales.

Con Clubes (España):
Liga F / Primera División: 6 veces campeona (principalmente con Barcelona y Atlético de Madrid).
Copa de la Reina: 5 veces campeona (con Barcelona y Atlético de Madrid).
Copa de la Liga: 1 vez campeona.
Con la Selección Española:
Cyprus Women’s Cup: 1 título (2018).
Algarve Cup: 1 título (2017).
Participación en Mundiales (Canadá 2015, Francia 2019) y Eurocopas.
Reconocimientos Individuales:
Premiada como mejor deportista del año en Tarrasa, su ciudad natal.
Ha sido un pilar en la selección y en los grandes clubes españoles como el Barcelona (donde pasó 5 temporadas).

En resumen, Marta Corredera acumuló un palmarés envidiable, siendo una de las pioneras y jugadoras más laureadas del fútbol femenino español y europeo.

(Fuente: Liga Iberdrola)

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